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Mensajes - IDG

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Me alegra que haya especulaciones acerca del futuro de los personajes, pero claro, no puedo confirmar nada.

Peeero lo que me alegra aún más es que parece que estoy siendo capaz de mantener uno periodos regulares de publicación, aproximadamente cada fin de mes. Aún así, es probable que este mes tengáis el capítulo algo adelantado.

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Ya te dije lo que hacías mal en tu otra historia. Y en esta haces exactamente lo mismo: los emoticonos sobran, los personajes carecen de personalidad definida, la historia es poco original (por no decir que el tema de los Youtube Poops es muy rancio), haces referencias continuas entre paréntesis (la idea de hacer una referencia es no decir que es una referencia en mitad de la ficción, porque pierde la gracia), tu ortografía es mala e inconsistente, no hay descripción de los espacios y lo más importante: te niegas a usar la narración obligando a los personajes a describir sus acciones mediante el diálogo, algo que queda muy forzado.

Ni siquiera sé en qué clase de mundo está basado esto ¿por qué los humanos se sorprenden cuando un Pokémon habla si al parecer todos lo hacen? ¿aparecen personajes de Exploradores del Cielo, pero también hay humanos? ¿cómo es el Totodile capaz de discernir figuras femeninas a lo lejos si se trata de Pokémon, que no tienen una diferencia de género tan grande?

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Literatura y Fan Fiction / Re:[Fanfic] Pokémon Mundo Misterioso: Sons of Freedom
« en: 29 de Febrero de 2016, 03:07:41 am »
Capítulo 8: SYGNA

—Si lo que dices es cierto —dijo la envejecida Empoleon, pensativa— tenemos la potestad de terminar esta guerra en cualquier momento, y con el menor número de víctimas posible.

—No son más que suposiciones, de todas formas —respondió Paldus—. La Piedra Focal no es más que una leyenda, y aunque lográramos encontrar una, no sabemos si de verdad tiene el poder que deseamos.

La Empoleon se paseó brevemente por la cámara, murmurando algo.

—Entonces no debiste darle tantas esperanzas al chico —gruñó—. Tal vez ahora crea que de verdad la paz de Pellaria reposa sobre sus hombros, y eso es una presión demasiado grande… teniendo en cuenta que puede ser falso.

—Lo sé, Sygna… lo sé —respondió el Swampert, suspirando—. Pero quiero que sienta la esperanza en su corazón. Eso le dará fuerzas. Además, sea como sea, es un Mudkip muy poderoso.

—No lo dudo —contestó la Empoleon—. No es que no confíe en su poder, Paldus, pero creo que no está listo para afrontar lo que se le va a venir encima. Es muy joven.

—Eso mismo hablé ayer con Lugnos —dijo Paldus—. Es más fuerte de lo que pensáis, créeme. Tiene el coraje del mar primigenio latiendo en su interior. Además, tiene el apoyo moral de su compañero de equipo. Podrá con ello, no te preocupes.

La habitación de Paldus se quedó en silencio unos instantes. Sygma observaba uno de los cuadros que decoraban la cámara personal de su amigo, uno que representaba a Kyogre, el majestuoso Dios del mar.

—Quiero conocerle —dijo finalmente, sin apartar la mirada del cuadro.



Marvin estaba experimentando tantas cosas juntas que apenas se preocupaba de pensar en Cynder. Desde lo que le pasó a Flass andaba con mucho más cuidado a la hora de explorar las Ruinas, pero la compañía de Winona lo hacía todo más tranquilo. Sentía que se había quitado un peso de encima al confesarle su historia a la Buizel, ya que la conversación entre ambos se había hecho más relajada a medida que avanzaban por el territorio.

Se hallaban ya en la última etapa de su viaje, el sector final antes de llegar al escondrijo de los criminales. Se habían cruzado con algún que otro Pokémon salvaje, pero ninguno tan peligroso o difícil de derrotar como el Bronzong del sector anterior.

—Si quieres que te diga la verdad —le confesaba Winona a Marvin—, me siento mal por Flass.

—Ya, el pobre no tuvo oportunidad —contestó Marvin, torciendo la boca—. Ese Bronzong lo dejó fuera de combate rapidísimo.

—No, es decir… en general, me siento mal por él —corrigió la Buizel—. Ser un Weedle tiene que ser difícil. Por lo frágiles que son, ya sabes. Se debilita mucho en los territorios, y aún por encima Grindar le suele echar la bronca.

—Que palo —contestó Marvin—. Debe estar harto de ese Tyranitar.

—Todo el mundo está harto de él —añadió Winona—. Se cree superior a los demás por ser un Pokémon pseudolegendario, pero apuesto a que Paldus podría patearle el culo cualquier día de la semana.

A Marvin le hizo gracia el comentario. Nunca se había parado a pensar en Paldus como un combatiente, pero parecía un rival duro de pelar. En general, todos los miembros del Equipo Esmeralda parecían muy poderosos, aunque suponía que gran parte de su poder provenía de su sentido del compañerismo y el trabajo en equipo, como había mencionado Rawkan durante su primera exploración.

Y entonces, casi de repente, se le ocurrió una idea.

—Oye, Winona —inquirió Marvin—. ¿Cómo funciona el tema de los equipos de entrenamiento? Quiero decir ¿sois libres de iros y formar un equipo cuando queráis?

—No, tenemos que quedarnos con los equipos de entrenamiento hasta completar cierto entrenamiento básico —dijo ella—. La única forma de abandonar el equipo antes de tiempo es que otro equipo se haga cargo de nuestro entrenamiento.

—Podría pedir hacerme cargo de Flass, entonces —dijo Marvin, mirándola con una sonrisa—. Así no tendría que recibir reprimendas al fallar. Yo lo trataría como a un miembro más del equipo, no como a un inferior.

Winona se sorprendió ante el ofrecimiento de su amigo, pero pronto asintió con la cabeza.

—Me parece bien —dijo—. Aunque si te digo la verdad, se me haría raro no salir a explorar con él todos los días. Siempre nos asignan juntos.

—¡Puedes venirte tú también! —exclamó Marvin!— Así podrías seguir estando con Flass.

Winona sonrió. No obstante, negó con la cabeza.

—No, lo siento —dijo—. Prefiero acabar mi entrenamiento con profesionales. Además, siempre soñé con tener mi propio equipo —señalando con el dedo al suelo, añadió—. Cuidado con el Diglett.

Marvin miró hacia donde su amiga indicaba. Casi le pisaba la cabeza al pequeño Pokémon topo que asomaba cerca de su pie. El Diglett se metió bajo tierra al darse cuenta de lo cerca que había estado de ser pisado.

—Que raros son —comentó Marvin, que apenas había visto unos pocos durante la expedición—. Solo he visto sus cabezas.

—Tú y todos —dijo Winona, retomando la marcha.

Marvin la miró extrañado.

—Nadie sabe cómo es un Diglett de cabeza para abajo —dijo ella, antes de que su amigo tuviera que preguntar—. Apenas se ven Digletts inteligentes, y parecen decididos a mantener su secreto oculto.

El Mudkip asintió con la cabeza. Aprendía más con una novata como Winona que con Rawkan, que no dejaba de hablar de los usos de los huesos Pokémon y apenas le explicaba cualquier otro aspecto de su mundo.

El dúo no tardó en alcanzar el arco que, según Winona, los llevaría a la zona de descanso. La Buizel puso su bolsa de viaje en el suelo y sacó una semilla, que le ofreció a Marvin.

—Tenemos que estar preparados para pelear con el Pokémon que haya ahí dentro —dijo—. Coge esta semilla.

—¿Qué hace? —preguntó Marvin, mirando la curiosa semilla.

—Es una semilla bomba —dijo la Buizel—. Si la lanzas fuerte contra algo, explota y causa daño. Tranquilo cobardica, no es letal —añadió, al ver la horrorizada expresión de su amigo.

La Buizel se equipó con su propia semilla, y ambos atravesaron el monumental arco de piedra.

La zona de descanso era como el resto del territorio, salvo que estaba compuesta de una única sala con la estatua de una Kangaskhan en el centro. Lo primero que llamó la atención del equipo, no obstante, fue la presencia de un Electabuzz, que comía despreocupadamente una manzana. El Pokémon en cuestión estaba rodeado de unas pequeñas bolsas de aspecto bastante lleno. La criatura eléctrica no tardó en verlos.

—¡Eh, vosotros dos! —gritó, levantándose— ¿Qué os creéis que estáis haciendo aquí? ¡Esto es propiedad privada!

Marvin y Winona se miraron, incrédulos. El Electabuzz se acercó a ellos con un aire de agresividad.

—Hemos venido a por los ladrones de objetos que se esconden aquí —dijo entonces Marvin, dando un paso al frente—. Y esas bolsas parecen sospechosamente llenas de objetos.

—¿Y qué si lo están? No es asunto vuestro —dijo amenazadoramente el Pokémon Eléctrico, la energía estática corriendo por su pelaje—. No os avisaré una vez más, largaos ahora mismo o…

El Electabuzz no tuvo tiempo de terminar la frase, ya que recibió una fugaz ataque rápido por parte de Winona, golpe que le hizo caer hacia atrás.

—¡Se acabó la diplomacia! —exclamó ella, aterrizando en el suelo en frente del derribado Pokémon.

Marvin se puso en posición de combate al ver que el Electabuzz se levantaba.

—¡Vais a saber lo que es bueno, niñatos! —gritó, cargando energía eléctrica en su puño.

Marvin saltó a un lado para evitar el puñetazo eléctrico, dando un giro y poniéndose en pie de nuevo. Sin pensarlo dos veces, arrojó la semilla bomba contra su enemigo. No fue una buena idea, ya que el Electabuzz la cogió al vuelo.

—¿En serio pensabas que no iba a ver eso venir? —dijo socarronamente.

—Eso no, ¡pero esto sí! —gritó Winona desde la espalda de su enemigo, mordiéndole el brazo con un colmillo de hielo.

El Pokémon eléctrico dejó caer la semilla con un aullido de dolor, y Marvin la recuperó a velocidad del rayo, lanzándola de nuevo. Esta vez, el ataque impactó contra su rival, que soltó un furioso grito a la vez que electrocutaba a Winona con la energía estática que recorría su pelaje.

Marvin rodeó al Electabuzz, evitando los rayos que emitía su cuerpo, para auxiliar a Winona. La Buizel se levantó sorprendentemente rápido y se puso en posición de combate de nuevo.

Con un impresionante salto en el aire, sacó de su bolsa una esfera mágica y la arrojó rápidamente contra su adversario. La esfera, tras colisionar, emitió una energía que rodeó al Electabuzz, impidiéndolo moverse.

—Marvin, voy a usar una táctica especial —dijo entonces Winona—. Aunque esté petrificado en el sitio todavía puede atacarte, así que trata de debilitarlo. Cuando yo te diga, atácalo con hielo para entumecer más su cuerpo.

Marvin asintió, algo dudoso. A apenas un metro, su rival concentraba energía eléctrica en su brazo izquierdo, preparándose para dispararla. A su vez, Marvin cargó la técnica del viento hielo que Wilder le había enseñado.

—¡Ahora! —gritó la Buizel. Con un súbito movimiento, la Pokémon de agua se introdujo bajo tierra ante los incrédulos ojos de Marvin.

Marvin descargó su ataque casi al mismo tiempo que el Electabuzz, y ambos ataques impactaron. Marvin sintió el calambrazo azotar todo su cuerpo, pero se mantuvo firme y continuó lanzando hielo desde su boca.

El dolor le entumecía el cuerpo, y sentía como su piel húmeda, conductora de electricidad, era atenazada por el potente ataque. Tenía la impresión de que no sería capaz de aguantar en su sitio mucho más.

El Electabuzz se vio atrapado rápidamente en la pequeña ventisca que Marvin descargaba sin piedad contra él. Cuando parecía que empezaba a recuperar el control sobre su cuerpo, Winona salió propulsada del terreno debajo de su enemigo, golpeándolo en la barbilla con toda su fuerza.

Marvin dejó de atacar y cayó al suelo, debilitado por los rayos que había recibido, pero a la vez aliviado y tranquilo al haber tumbado a su poderoso enemigo, que yacía al lado de Winona. Ella le indicó que todo estaba bien levantando el pulgar.



—¡Por el Mar de los Monstruos, Kroven, eres de lo que no hay! —dijo Rong el Excadrill, riendo. El Pokémon de Tierra presentaba una escayola que cubría su pierna izquierda, rotas durante la huída del Fuerte Flarah.

Kroven soltó una risita nerviosa. El líder de su equipo, aunque débil, estaba vivo, que era más de lo que se podía decir de sus compañeros. El Murkrow no les había cogido tanto cariño como para entristecerse demasiado por su pérdida, sin embargo.

Cynder se sentaba a su lado, comiéndose un bollo de pan. Ahora que había recuperado el apetito, quería llenarse el estómago de comida.

—Siempre dije que tenías a Victini de tu parte —soltó Rong—. Aunque ahora… me temo que no podré liderar ningún equipo con la pierna así. No te preocupes, me aseguraré de que te incluyan en algún equipo de entrenamiento.

Kroven frunció el ceño.

—No, de veras… creo que estoy bien siendo el asistente de Elina —dijo.

—¿Pero no me habías dicho que tu ala casi estaba recuperada? —prguntó el Excadrill— Lo tuyo ni siquiera era un hueso roto, era un esguince pequeño…

—Sí, pero… —el Murkrow se encogió de hombros— No quiero volver a un equipo de entrenamiento, y tampoco me hace falta. Creo que prefiero seguir trabajando con Elina hasta que haya un puesto vacante en algún equipo.

Cynder, que había estado atento a la conversación.

—Kroven —dijo, saltando de la banqueta en la que estaba sentado—. ¿Qué te parece si te unes al Equipo Tormenta?

Rong y Kroven lo miraron como si fuera de otro planeta.

—El equipo que tenemos Marvin y yo —aclaró.

Kroven pareció pensárselo, mirando a Rong en busca de aprobación.

—Eh, yo no te voy a decir nada —dijo éste, encogiéndose de hombros—. No estoy en condiciones de llevar un equipo.

El Murkrow miró de nuevo a Cynder.

—¿A Marvin… le parece bien? —inquirió.

—No creo que le importe —respondió Cynder—. Nos vendría bien un par de ojos extra en las misiones.

Entonces, la puerta se abrió de nuevo y Suh entró en la habitación, dirigiéndose hacia Rawkan.

—Mis poderes están en su punto álgido —dijo el Kadabra—. Podemos irnos cuando deseéis.

Rawkan miró el reloj que colgaba de una de las paredes de la sala.

—No tardará en ser la hora de comer —afirmó—. Será mejor que pensemos en volver a la Atalaya, chicos.

Kroven asintió, todavía pensando en la oferta de Cynder. Mientras el Cyndaquil se despidió de su madre con otro cálido abrazo, Kroven parecía sopesar las posibilidades.

—Creo que acepto, Cynder —dijo finalmente, una vez el Cynaquil hubo terminado de despedirse—. Espero que a Marvin le parezca bien.

—Hazle caso a Cynder —añadió Rawkan—. Siempre viene bien un poco de ayuda a la hora de explorar territorios misteriosos. Aceptará, no te preocupes.

El grupo abandonó la sala para salir al pasillo de piedra de nuevo, cerrando la puerta tras ellos.

—Después de comer podemos organizar la misión para mañana, si quieres —le dijo Kroven a Cynder—. Soy bastante bueno con el papeleo.

Cynder asintió rápidamente. Suh les indicó con un gesto que se agarraran las manos, justo antes de que el destello de luz cegadora los envolviera una vez más.



—Y con esta ya están las seis —dijo Winona, atándose una de las pequeñas bolsas de objetos a la cintura. Después de hacer inventario, había decretado que aquellas eran definitivamente las bolsas que estaban buscando.

Marvin, por su lado, cargaba con un gran bulto de objetos, atado cuidadosamente a su espalda con unas cuerdas. El Electabuzz recién derrotado, por su lado, había sido debidamente atado a la estatua de Kangaskhan que se alzaba en la zona de descanso, con una cuerda de especial fuerza, capaz de resistir ataques basados en energía. El Pokémon eléctrico había recuperado el conocimiento y les gritaba todo tipo de innombrables maldiciones.

—¡No sabéis en lo que os estáis metiendo, microbios! —aulló el Pokémon eléctrico, furioso— ¡Trabajo para alguien importante, y si se entera de que habéis metido las narices en esto, os va a arrancar todos los miembros uno por uno!

Marvin lo miró con una media sonrisa.

—No nos asustas —dijo—. Además, si de verdad trabajas para un Pokémon importante… le deseo suerte encontrando nuestro escondrijo. De veras. Le va a llevar un tiempo.

Winona sacó una fugasfera de su habitual bolsa de objetos, que todavía llevaba al hombro.

—Tienes suerte de que nuestra misión no sea capturarte —dijo ella—. Aunque, si te digo la verdad, tampoco es que yo tenga demasiadas ganas de llevar a un Electabuzz gritón todo el camino de vuelta a la base.

Winona le dio la mano a Marvin para que el poder de la fugasfera los afectara a ambos. Aunque el Electabuzz abrió la boca, Marvin no llegó a escuchar lo que dijo, ya que un destello de energía lo cubrió todo, llevándolos fuera del territorio misterioso.

Ambos Pokémon aparecieron en el exterior del territorio, justo en frente del arco de piedra que permitía la entrada a las Ruinas, y sin un solo Pokémon a la vista.

Lo cual no era lo que Winona tenía planeado.

—¿Dónde está Flass? —preguntó al aire, dándose cuenta de que el Pokémon bicho no se encontraba en los alrededores.

Marvin giró la cabeza para buscar a su compañero con la mirada, pero pronto se dio cuenta de que no había ningún Pokémon cerca. Ni siquiera Flass.

—Dijiste que vuestro entrenamiento os exigía quedaros en la entrada del territorio —expuso, arqueando una ceja.

Winona estaba bastante molesta con la situación. Puso ambas manos en la cintura.

—Debe haberse ido —dijo—. Pero… es extraño. Nunca había desobedecido las órdenes de forma deliberada. En fin… supongo que tendremos que ponernos en marcha. Confío en que Flass esté ya en la base.

—¿Crees que… la Corporación ha podido capturarlo? —preguntó Marvin.

—Lo dudo —contestó ella—. Los agentes apenas salen de día, y mucho menos en una zona que todavía no está del todo bajo su jurisdicción. No, no creo que lo hayan capturado.

Sin más dilación, los dos Pokémon comenzaron su camino de vuelta a la base. Winona sacó unas manzanas de su bolsa particular, dándole un vigoroso mordisco a la suya.

—Eres buen luchador —comentó, masticando la manzana—. Tal vez un día podamos entrenar juntos.

Marvin asintió desganado, con la mente puesta en otros asuntos. Se sentía mal por Flass. Sentía que había fallado como líder. Sin embargo, no quería agobiar a Winona con sus preocupaciones.

Caminaron en silencio durante un rato, con el único sonido de sus mordiscos perturbando el silencio. Marvin, no obstante, miraba a su compañera inquisitivamente. Le caía bien, pero no podía sentir que apenas la conocía, y más teniendo en cuenta que ella lo sabía casi todo acerca de su estancia en la Atalaya.

—Por cierto, Winona —inquirió finalmente—. Yo te he contado cosas sobre mí, pero en el fondo siento que no te conozco más allá de las misiones.

Winona lo miró de soslayo. La Buizel parecía estar pensándose contarle algo, analizándolo con la mirada.

—Bueno, no tengo nada que perder —dijo finalmente, encogiéndose de hombros—. Al fin y al cabo, has sido sincero conmigo acerca de tu pasado, o eso quiero pensar. Y me caes bien. Eres buen tío.

Marvin sonrió tímidamente. Tras aclararse la garganta, Winona comenzó a relatar.

—Verás, yo nací en un pueblo no muy lejos de la Atalaya, llamado Pueblo Safre —explicó—. Mis padres murieron cuando yo era pequeña, y desde entonces mi hermano mayor Faldis, que me llevaba unos diez años, cuidaba de mí. Era muy buen hermano, la verdad. Sólo quería lo mejor para mí. De hecho, llegó a evolucionar solo para asegurarse de que me mantenía a salvo ¿sabes?

Evolucionar
. Marvin conocía el concepto, pero no tenía sino una vaga idea de lo que suponía en realidad. Aunque no había oído hablar de ello, sentía que era algo innato en él. Algo que conocía desde el principio sin que nadie tuviera que contárselo.

—¿Cómo evolucionó? —preguntó él, intentando no parecer demasiado ignorante.

—Yendo a uno de los lugares sagrados, por supuesto —respondió su amiga—. Están bastante ocultos, pero mi hermano tenía contactos en la Resistencia y le ayudaron a encontrar uno. Son muy raros estos días, créeme.

"Esa explicación valdrá por el momento, supongo" pensó Marvin.

—Resulta que un día, sin previo aviso, mi hermano me llevó a la Atalaya y me dijo que me quedara allí, que sus amigos de la Resistencia me cuidarían unos días —continuó Winona—. Yo tenía apenas ocho años cuando pasó eso, y sigo sin saber nada de él.

—Eso es duro —dijo Marvin, frunciendo el ceño—. Lo siento.

—No pasa nada —contestó ella—. Siempre sospeché que la Corporación andaba detrás de él, y que, bueno… eran ellos los que habían matado a papá y mamá. Lo que pasa es que algo me dice que sigue con vida, escondido o… algo así. No sé, prefiero pensar eso. Me ayuda a continuar. Y claro, ayudar a la Resistencia es una forma de pagar por cómo me han cuidado desde que se fue, y creo que si me esfuerzo lo suficiente podré encontrar alguna pista sobre él.

Marvin asintió con la cabeza. La Buizel todavía tenía esperanzas de recuperar a su hermano, de la misma forma que él tenía esperanzas de encontrar el lugar en el que guardaban su memoria. Entendía perfectamente sus sentimientos.

Durante el resto del viaje, la conversación varió bastante de tema, desde tipos de semillas útiles en las mazmorras hasta la administración de la Atalaya. Aunque Marvin aparentaba tranquilidad, con cada paso que le acercaba a la Espina de Groudon en su estómago se iba haciendo un nudo más grande. Temía que Cynder estuviera demasiado sensible. Ya tenía suficiente con tener que disculparse con Flass. Lo que era más, tenía miedo de que su amigo quisiera abandonar el equipo ahora que su madre estaba a salvo.

Después de acceder a la base por una de las entradas secretas, el dúo bajó a la consigna de Ultron, donde depositaron los objetos. El Rotom tenía la lista de objetos robados para poder devolverla a sus legítimos propietarios, los miembros el Equipo Garra.

—¡Aquí tenéis la recompensa! —dijo alegremente el Pokémon eléctrico— ¡El Equipo Garra la dejó aquí hoy por la mañana! Les informaré de que habéis sido vosotros.

La recompensa era bastante jugosa: un total de mil poké.

—El Equipo Garra es un equipo profesional —dijo Winona, separando el dinero en dos partes—. Están muy ocupados tomando posiciones estratégicas en la guerrilla contra la Corporación, así que supongo que no tenían tiempo de recuperar esos objetos.

Marvin cogió la bolsa con sus quinientos poké y la guardó en uno de los bolsillos de su propia bolsa de viaje.

Acordaron separarse. Mientras Marvin iba a la habitación de su equipo, Winona bajaría a las habitaciones de los equipos de entrenamiento, situadas justo debajo de la red de habitaciones de los equipos comunes para hablar con Flass.

Para su sorpresa, Marvin encontró la puerta de su habitación sin cerrar. Cuando la abrió, pudo ver a Cynder y Kroven el Murkrow charlando alegremente en su interior.

—¡Marvin! —exclamó Cynder, levantándose de su silla de un salto y corriendo a saludar a su amigo— ¿Cómo fue la exploración?

—Bien… —dijo Marvin, algo anonadado por la súbita reacción de su compañero de equipo— Hemos ganado quinientos pokés. ¿Qué tal tú con tu madre?

—¡Excelente! —contestó el Cyndaquil— Puedes creerme, Marvin, estoy más motivado que nunca para explorar territorios misteriosos. La comida ha estado muy bien y... ah, y no te preocupes por la puerta. Rawkan la abrió con la llave maestra.

Marvin suspiró aliviado internamente. Inclinó la cabeza para mirar a Kroven, sentado en otra de las sillas. El Murkrow se levantó inmediatamente y le ofreció el ala en un apretón de manos.

—Hola de nuevo, Marvin —lo saludó el Pokémon pájaro—. Me alegro de verte.

—Verás, Marvin… —comenzó Cynder— Le he propuesto a Kroven unirse al Equipo Tormenta, porque el único miembro de su equipo no está disponible para hacer misiones ¿qué me dices? ¿Te parece bien?

Marvin miró al Murkrow. Definitivamente parecía un Pokémon inteligente, y si Elina lo tenía como su asistente sería por algo.

—Sí —dijo, con una sonrisa creciente—. Sí, por qué no. Nos vendrás bien, Kroven. Necesitamos un poco de diversidad en este equipo, y creo que podrás sernos de ayuda.

—Lamento decir que no puedo volar del todo bien por el momento —dijo el Murkrow—. Pero lo haré lo mejor que pueda.

—No te preocupes por eso —contestó finalmente Marvin—. ¿Por qué no vas a ver a Ultron y mueves tus objetos a la caja comunal del equipo? Nosotros iremos a ver a Haku para hacer el papeleo. Supongo que habrá que anotarte en la lista de nuestro equipo.

Kroven asintió, y los tres Pokémon abandonaron la habitación, tras lo cual Marvin cerró la puerta con llave inclinándose sobre sus patas traseras. Salieron de la red de habitaciones hacia las oficinas centrales. Kroven salió disparado hacia la consigna de Ultron.

—Mira a quién tenemos aquí —dijo la voz familiar de Paldus. El Swampert estaba cerca de uno de los tablones de las oficinas, acompañado de una majestuosa Empoleon—. Venid un momento, chicos.

Marvin y Cynder se acercaron sin dilación al regio Swampert. Marvin pudo notar incómodo como la Empoleon mantenía su mirada sobre él, como si no quisiera perderse el más mínimo movimiento de su cuerpo.

—Os presento a Sygna —dijo Paldus, golpeando suavemente en el hombro a su compañera—. Es una emisaria del Bastión de Tormentas que viene a revisar que todo esté en orden, y una vieja amiga mío.

—Un placer —dijo la Empoleon, con una voz algo rasposa—. He oído hablar mucho de ti, Marvin. Paldus me ha hablado de tu singularidad, y la verdad es que me pareces un Pokémon extremadamente interesante.

Marvin sonrió a la Pokémon al escuchar su grave pero confortante voz, y ejecutó una moderada reverencia.

—Y además es educado —rió la Empoleon—. No te harán falta las reverencias conmigo, Marvin.

El Mudkip, sin embargo, recordó que debía visitar a Flass.

—Ah… lo siento, Paldus, pero tenemos que irnos —dijo—. Tengo que ordenar unos papeles, y luego bajar a hablar con Flass.

Antes de que Paldus pudiera abrir la boca, Sygna replicó rápidamente.

—¿El Weedle? —preguntó, sorprendiéndolos a todos.

Marvin y Cynder, algo confusos, asintieron casi al unísono.

—¿Lo conoces? —preguntó entonces Cynder.

—Algo así —contestó ella—. Hace una media hora, Paldus y yo nos encontramos a un Tyranitar echándole una bronca. Parece ser que abandonó su puesto de espera tras ser debilitado en un territorio misterioso.

Marvin se sintió culpable de repente. No solo había sido derrotado en el territorio, sino que además se había llevado un buen rapapolvo por su culpa.

—No os preocupéis por él —continuó Paldus—. Sygna se lo llevará mañana de vuelta al Bastión de Tormentas.

A Marvin lo descolocó totalmente aquella afirmación.

—¿Qué? —exclamó— ¿Flass se va?

—Sí —respondió cortante Synga—. Habló conmigo y me ha dado a entender que ese Tyranitar no ofrece entrenamiento de calidad para Pokémon como él, así que accedí a llevármelo al Bastión para que se curta. No os aconsejo ir a verlo ahora, está bastante afligido.

Marvin soltó un suspiro, notando como desaparecía su ilusión inicial de tener a Flass en el equipo. Después de autorizarlos a elegir la misión que ellos consideraran necesaria para el día siguiente, Paldus se despidió para continuar su paseo por las instalaciones con Sygna. Cynder se quedó mirando a su amigo, perplejo.

—Pero ¿qué pasó dentro de ese territorio misterioso? —preguntó, desconcertado.

—Fui un mal líder —dijo Marvin, apesadumbrado—. Dejé que se debilitara en el territorio y éste lo expulsó. Winona me ha dicho que le pasa mucho, así que supongo que eso fue la gota que colmó el vaso…

Cynder se quedó reflexionando unos instantes.

—Tal vez sea mejor así —dijo finalmente—. El Bastión debe ser una base con muchos más recursos que esta, así que supongo que le darán un buen entrenamiento.

Marvin asintió lentamente, sin que el pensamiento lo reconfortara demasiado.

Horas más tarde, el Equipo Tormenta, ahora incluyendo a Kroven, se dejó caer sobre las cómodas sillas acolchadas de su habitación. Habían tomado una buena cena, listos para elegir una misión e irse a dormir temprano. Antes de que Cynder pudiera proponer nada, sin embargo, Kroven sacó un pergamino de su bolsa de viaje.

—Chicos —dijo—, me he tomado la libertad de coger una misión para mañana. No sé si os parecerá bien, pero me han dicho que tengo buen ojo para estas cosas.

Cynder acercó la cabeza a la hoja para leerla bien.

—Vaya, una misión de escolta… y bien pagada ¡Seiscientos pokés, nada menos! —exclamó.

—Y el territorio queda cerca de aquí —dijo Kroven, orgulloso de su hallazgo—. Creo que sería buena idea hacer esta misión.

Marvin sonrió. Kroven llevaba menos de un día en el equipo y ya estaba siendo muy útil. Cynder había tenido una buena idea pidiéndole unirse a su equipo.

—¿Cómo se llama el territorio? —preguntó el Mudkip.

—Risco Colmena —respondió Kroven—. No lo habitan nada más que Pokémon de tipo Bicho, y nuestro cliente es un Budew. Probablemente por eso requiere que lo escolten.

—Entonces creo que ya está decidido ¿no? —dijo Cynder alegremente.

Marvin notó como sus compañeros lo miraban expectantes, inspirándole una sensación de fidelidad sin palangón. Se quedó atontado unos instantes, mirando los ilusionados rostros de sus compañeros antes de contestar.

—Claro —respondió finalmente—. Pero creo que deberíamos llegar a un acuerdo en este equipo —hizo una pausa antes de continuar—. Veréis, chicos… creo que no quiero ser un líder ordinario.

Sus compañeros se miraron entre ellos, algo confusos.

—¿Qué quieres decir? —inquirió Kroven.

—Quiero decir que quiero que votemos las cosas —dijo el Mudkip—. No quiero que todas las decisiones dependan solo de mí. Al fin y al cabo, mi amnesia no me convierte en el mejor líder del mundo ¿no creéis?

Kroven, desconocedor del problema de Marvin, lo miró extrañado.

—¿Amnesia? —preguntó.

—Ah, cierto… —comentó Cynder— No se lo hemos contado.

El Cyndaquil le indicó a Marvin sutilmente que no se fuera de la lengua explicando, mordiéndose la suya propia y guiñándole un ojo.

—Sí, Kroven, soy amnésico —explicó Marvin—. Es algo difícil de explicar del todo, pero no recuerdo nada desde que Cynder me encontró en un bosque hace unos días. No es un impedimento para liderar el equipo, pero como ya he dicho preferiría tener vuestras opiniones en todo momento para no quedarme solo ante una situación.

Kroven asintió con la cabeza, comprendiendo.

—De todas formas, la votación me parece una buena idea —dijo, sin darle mucha importancia a la condición de su líder—. Supongo que así también te ayudaremos a liderar mejor el equipo cuando vayas recordando cosas.

El equipo se quedó en silencio ante esa afirmación. Ninguno de los dos se atrevía a hablarle a Kroven sobre las circunstancias de la pérdida de memoria de Marvin.

—Bueno chicos —dijo Cynder, interrumpiendo el incómodo silencio—, no sé vosotros, pero yo me voy a dormir. Quiero aprovechar que hoy hemos cenado temprano.

Sus compañeros le dieron las buenas noches y se retiraron a dormir a su vez.

"Se lo tendré que contar eventualmente"
pensó Marvin al echarse en la cama. "Si quiero que confíe plenamente en mí como lo hace Cynder, voy a tener que contarle toda la historia".

Tras unas cuantas vueltas, el Mudkip se quedó profundamente dormido.



El Sneasel soltó un gruñido de decepción en voz alta, rompiendo el silencio propio de la noche.

—¿Qué voy a hacer contigo, Burgull? —preguntó retóricamente al todavía atado Electabuzz—. Esta asociación está siendo un incordio para mí ¿sabes? No puedo siquiera dejarte al cargo de los objetos durante un solo día sin que se los lleven un par de mocosos.

El Electabuzz bajó la cabeza, avergonzado.

—Lo siento, jefe —se disculpó—. No sé qué clase de chavales eran esos. Parecían bien entrenados. Yo les advertí que no se largasen así como así, pero… bueno, me dejaron atado aquí.

El Sneasel levantó una ceja, curioso.

—¿Bien entrenados, dices? —repitió, pensativo— ¿Dijeron de dónde venían?

—No, pero… ahora que lo pienso, dijeron algo de una misión, y de que no sería usted capaz de llegar a su escondrijo —respondió Burgull, haciendo memoria—. Eso es todo lo que recuerdo.

—La Resistencia... —masculló el Sneasel, su rostro torciéndose en una mueca de asco— Alguien ha debido de pedir un rescate por los objetos. Da igual, de todas formas… hoy mientras buscaba un comprador he encontrado un trabajo mucho más interesante para nosotros.

—¿De verdad, jefe? —preguntó Burgull, sorprendido.

—Sí… —respondió su jefe—. De hecho, creo que hoy es tu día de suerte. Tenemos asuntos más importantes de los que preocuparnos que esos objetos.

Con un fugaz movimiento, el Sneasel cortó las cuerdas.

—Vámonos —dijo finalmente, dándose la vuelta—. Tengo unas cuantas cosas que contarte…

Burgull se levantó y siguió a su líder sin titubear. Aunque era de noche, pudo detectar que su jefe no estaba solo. Lo acompañaba un silencioso y taciturno Bisharp.

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Has ignorado flagrantemente todas las críticas constructivas que te hemos hecho. Tiene que ser un nuevo record o algo.

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Spin Offs Pokémon / Re:Anunciado Pokemon Super Mistery Dungeon
« en: 20 de Febrero de 2016, 04:47:52 am »
POR FIN LO TENGO.
Cuando me mandaron el SMS del Game diciendo que lo tenían ya, salí corriendo para coger el autobús y recogrelo lo antes posible. Y boy, ha valido la pena.
Y sí, lo estoy jugando a hora. Y sí, también estoy usando a los personajes del fic. Solo que, en esta versión, Cynder es mujer.

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Lamento la tardanza en responder.  Hypno no aprende Gran Ojo (me aseguré de ello antes de escribir esa parte). Tengo reservado el movimiento para un par de cosas bastante específicas, pero que quedarán bastante interesantes. Se agradece la advertencia, sin embargo.

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Rincón Wi-Fi / Re:[INSCRIPCIÓN] Cynthia is coming~
« en: 31 de Enero de 2016, 04:41:51 am »
Me apunto para esto.

Como sugerencia, propongo que al enviar al equipo se pongan también las habilidades, para evitar hacer trampa con Alas Vendaval.

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Capítulo 7: LEGADO

Rawkan cerró la puerta del habitáculo de Cynder. Respirando hondo, miró a Marvin, que lo estaba esperando fuera.

—Muy bien, Marvin —dijo—. Vamos a hacer una cosa: ya que Cynder no se encuentra en condiciones de salir de exploración, vas a tener que ir con algún equipo de entrenamiento en alguna otra misión. ¿Con quién os fuisteis ayer?

—Con Winona y Flass, del… Equipo Rastros, creo que se llamaba —dijo Marvin.

—El Equipo Rastros… —repitió Rawkan, pensativo— Creo que su líder es Grindar. Voy a hablar con él mientras tú desayunas. Cuando te vayas de misión con ellos, llevaré a Cynder a Pueblo Papiro para que vea a su madre. En cierto modo, creo que se lo debo.

Marvin asintió lentamente. Por un lado, quería entrar y despedirse de su amigo antes de salir, pero suponía que eso sólo lo molestaría. Cynder se había quedado dormido entre sollozos, y temía que ir a hablar con él le provocara un llanto de nuevo.

Rawkan le entregó la bolsa de viaje a Marvin, junto con la llave de la habitación. El Marowak tenía una copia, como instructor suyo que era, por lo que no necesitaba la original.

—No me esperes —añadió—. Sal directamente con el Equipo Rastros cuando hayáis acabado de comer. Y ahora date prisa y ve a buscarles al comedor, ¡no vaya a ser que se marchen sin ti!

Marvin se despidió del Marowak a toda velocidad y abandonó rápidamente las oficinas generales, corriendo hacia la escalera de caracol. Con una impresionante maestría, logró evitar a todos los Pokémon con los que se encontraba sin chocar con ninguno durante su descenso.

Aunque tardó en localizar a los miembros del Equipo Rastros entre la muchedumbre, finalmente logró identificarlos sentados en una mesa de la esquina del comedor, junto con unos cuantos Pokémon más.

—¡Chicos! —exclamó Marvin acercándose a la mesa a toda velocidad.

—¡Hola, Marvin! —lo saludó Winona, vivaracha— ¿A qué viene tanta prisa?

—Cynder está… indispuesto y no va a poder venir conmigo a hacer una misión, así que Rawkan me ha dicho que os acompañe en la misión que tengáis pensado hacer hoy —explicó Marvin.

Flass fue el primero en reaccionar.

—Dudo que haya problema con eso —contestó—. ¿Has hablado ya con nuestro entrenador?

Marvin titubeó.

—Er… yo no, pero Rawkan ha ido a hablar con él —respondió finalmente—. Me ha dicho que saliéramos sin esperar su confirmación.

—Pues la que se va a liar —dijo Winona con una risita—. Grindar y Rawkan no pueden ni verse sin que haya un conflicto.

—¿Y eso por qué? — inquirió Marvin, sorprendido.

—Bueno —Winona puso los ojos en blanco—, digamos que tuvieron una pelea hace unos meses, y Grindar dijo unas cosillas algo insultantes sobre su madre.

—Por cierto, Marvin —la interrumpió Flass—. Queríamos daros las gracias por vuestra actuación de ayer en los Jardines. Si no fuera por vosotros, quién sabe lo que habría pasado en aquel nido de monstruos.

A Marvin lo tomó por sorpresa el comentario.

—No… no es nada, Flass —contestó, quitándole importancia—. Vosotros habríais hecho lo mismo. Además, he ido a visitar a Wilder y me ha enseñado un movimiento de tipo Hielo, así que no tendremos problemas en enfrentarnos a Pokémon de tipo Planta.

—¡Te dije que era un buen profesor! —dijo Winona— De todas formas, aunque no creo que haya Pokémon de tipo Planta en el sitio al que vamos, puede que haya algún tipo Tierra, así que nos será útil tu nueva técnica.

—Y… ¿a dónde vamos? —preguntó Marvin.

Winona sacó el mapa de su bolsa y lo desplegó en la mesa, apartando patosamente los platos casi vacíos.

—Pues mira —respondió, haciéndose la interesante—, se trata de un sitio llamado Ruinas de Virmis. Dicen que antes de convertirse en un territorio misterioso, era un poblado habitado por los Pokémon antiguos. Queda un poco lejos, así que supongo que volveremos poco antes del anochecer.

Señaló un punto en el mapa señalado con un nombre que Marvin no pudo leer, ya que estaba en ese extraño lenguaje que no comprendía. No obstante, asintió con la cabeza en señal de comprensión.

—Saldremos en un momento —dijo Flass, masticando una manzana—. Tan solo dejad que me acabe esto.

Una vez que Flass hubo terminado su desayuno, el equipo abandonó el comedor y se dirigió a las salidas. Cuando abandonaron la base, pudieron comprobar que el Sol apenas acababa de salir. El cielo, algo nublado, estaba lo suficientemente iluminado como para que su camino transcurriera sin problemas. A lo lejos se podía ver una serie de colinas que bloqueaba la vista del horizonte.

El camino de tierra que se extendía ante ellos los dirigía al oeste, lejos de los territorios controlados por la Corporación y perdiéndose entre las colinas. Marvin supuso que todas las misiones que hacían los equipos más novatos se localizarían o bien en las cercanías de la base o bien en el oeste de la misma, para evitar que los más jóvenes cayeran en las garras de la Corporación.

—Vamos a tener una buena hora de camino —explicó Winona, estirando los brazos—. Las Ruinas están algo lejos, pero apenas tienen unos seis pisos. Va a ser pan comido. Al menos hasta que encontremos a esos criminales.

Marvin se detuvo en seco al oír aquello.

—¿Criminales? —preguntó, confuso— ¿Qué criminales?

Flass se acercó a él.

—La misión consiste en recuperar unos objetos robados por un par de criminales que se esconden en la zona de reposo de las Ruinas —le explicó con tono tranquilizador—. Tranquilo, no serán difíciles de vencer: la misión es de rango E. No deben ser unos criminales con mucha experiencia…

Winona soltó un gruñido.

—Puede que no, pero no se van a quedar esperándonos allí ¿verdad? —soltó con molestia en su voz—. En la hoja ponía que frecuentabanel lugar, no que fueran a estar allí de por vida. Así que ¡en marcha, chicos!

Tras decir esto, la Buizel se adelantó y comenzó a andar por el camino de tierra. Flass miró a Marvin alzando las cejas, el equivalente de muchos Pokémon sin extremidades de encogerse de hombros. Los dos Pokémon comenzaron a seguirla.

—Por cierto —decidió preguntar Marvin— ¿A qué os referíais con "zona de reposo" de las Ruinas Virmis?

Antes de que Flass pudiera contestar su pregunta, Winona lo miró por encima del hombro para responder ella misma.

—Eso es conocimiento básico de territorios misteriosos, Marvin —lo reprendió—. Pero bueno, siendo un Mudkip que desconoce hasta su propia biología, no me extraña que tengas ese tipo de dudas.

A Marvin no le gustó aquel comentario. Sin embargo, Winona rió e hizo un gesto con la mano, quitándole importancia.

—Algunos territorios misteriosos —explicó— tienen una zona intermedia en la que la anomalía que los cubre se disipa. Eso es lo que los exploradores llaman "zona de reposo". Básicamente se trata de sitios en los que puedes quedarte todo el tiempo que quieras, ya que no serás atacado por ningún Pokémon salvaje. Aun así, si un explorador llega a la zona de reposo puede localizarte.

—Los ladrones suelen usarlas como escondrijos —añadió Flass— ya que los Pokémon salvajes que viven en los territorios misteriosos sirven como una suerte de barrera natural.

Marvin asintió. Tenía bastante lógica que usaran los territorios misteriosos como escondite, ya que los equipos de resistencia irían a buscar algo en concreto y luego abandonarían el lugar sin pararse a buscar la zona de descanso.

La mayor parte del viaje pasó excepcionalmente rápido y sin muchas complicaciones. Marvin se enzarzó en interesantes conversaciones acerca de los territorios misteriosos con Flass y Winona, lo que hacía la caminata bastante más amena. El paisaje, no obstante, había cambiado para convertirse en una zona más escarpada, con algunas formaciones rocosas de curiosas formas a ambos lados del camino. Además, se cruzaron con un número considerable de Pokémon, comerciantes y viajeros por igual, que atravesaban la zona.

—Las rocas que puedes ver por ahí —dijo Winona, señalando las curiosas rocas que rodeaban el camino— no son naturales. Nos lo explicó Grindar la primera vez que pasamos por aquí. Fueron colocadas por los habitantes del asentamiento que eran antes las Ruinas Virmis antes de convertirse en un territorio misterioso.

Marvin observaba maravillado las formaciones de roca, de varios metros de altura. Los Pokémon que las habían colocado allí debían ser increíblemente fuertes. También se dio cuenta de que el camino descendía, y que estaban acercándose a una zona cubierta de lo que parecían ser restos de antiguos edificios. Pronto pudo presenciar la entrada a las Ruinas: un arco situado en la base de un altísimo muro de piedra.

—Bueno, aquí estamos —comentó Flass, satisfecho—. Nuestro objetivo es llegar a la zona de descanso, así que procuraremos no dar demasiadas vueltas por el territorio: iremos directos al grano.

—Y, a todo esto —añadió Winona—. Marvin ¿quieres ir delante?

La pregunta pilló desprevenido a Marvin, que creía que la orgullosa Buizel lideraría la marcha.

—Bueno… —titubeó— De acuerdo. Pero necesitaré que alguien me susurre consejos al oído, si no es mucho pedir.

Los tres Pokémon rieron. Marvin alzó la vista para mirar el arco de piedra que servía como entrada del territorio misterioso, de unos cinco metros de altura y otros cuatro de ancho. Sin muchos preámbulos y con Winona y Flass justo detrás de él, avanzó hacia el interior del territorio.

Nada más entrar, el aire viciado y pesado típico de los territorios misteriosos llenó sus pulmones. El panorama era curioso: los caminos se conformaban entre los edificios semidestruídos y las columnas de piedra, acompañadas de diversos montones de rocas. Todo estaba cubierto de una capa de tierra y polvo bastante espesa, dándole un aspecto desolado al territorio.

—Tenemos que tener cuidado —advirtió Winona desde detrás de Marvin—. Es posible que salga algún Pokémon de tipo Fantasma de entre las paredes.

Marvin tragó saliva mientras empezaban a caminar, con la vista puesta en el frente. El lugar parecía bastante tétrico y árido, y daba la sensación de que nada pudiera sobrevivir en él. Marvin pensó que tal vez por eso había Pokémon del tipo Fantasma.

Tras unos buenos cinco minutos de andadura, el grupo llegó a un camino sin salida. Marvin se detuvo y les hizo una señal con la cabeza a sus compañeros, pues al final del camino había un extraño Pokémon marrón. Tenía forma de peonza y no dejaba de balancearse de un lado a otro. No obstante, no parecía que los hubiera visto.

—Es un Baltoy —dijo Flass—. Son bastante peligrosos si les damos tiempo.

—Pues parece bastante frágil —objetó Marvin, inclinando la cabeza.

—Lo es —añadió Winona, cruzando los brazos—. Pero el problema de los Baltoy radica en que, si te ven, llamarán a sus compañeros con una onda psíquica, y antes de que te des cuenta estarás rodeado de ellos y sin posibilidad de huir. Sugiero que lo ataquemos rápido y no le demos tiempo a llamar a nadie.

Marvin asintió. Dio unos pasos hacia delante, evitando hacer ruido y llamar la atención del Baltoy. Sin embargo, cuando iba a lanzar una pistola de agua, Winona lo detuvo.

—En vez de soltar un proyectil, trata de hacer una "O" con la boca al disparar el agua —le aconsejó—. Llegará más lejos.

Marvin hizo lo que la Buizel le decía, y de su boca salió un aro de agua a toda velocidad, que golpeó al Baltoy de lleno. El Pokémon psíquico cayó al suelo, confundido y tomado por sorpresa. Mientras se levantaba usando sus poderes, Winona corrió hacia él y le propinó un potente golpe con su cola, cargada de energía de Agua. El Baltoy cayó de nuevo al suelo, esta vez inconsciente.

—¡Muy bien, chicos! —los felicitó Flass—. Lamento no ser de más ayuda, pero… no es que conozca muchos movimientos, la verdad.

Marvin le quitó importancia al asunto dándole unas palmadas en la espalda. Winona volvió con el grupo y le dio un codazo al Weedle, riendo.

—No te preocupes, Flass, yo te aprecio igual —dijo—. Ahora tenemos que buscar otro camino. ¡Guíanos, Marvin!

Y con esto, el equipo se puso en marcha de nuevo, esta vez en la dirección contraria.



Cynder masticaba la comida de mala gana. No tenía hambre. Sin embargo, debía comer algo, ya que la atenta mirada de Rawkan, sentado en frente de él, lo hacía sentirse obligado a tragar.

El Marowak, por su lado, apenas había dicho algo desde que habían salido a desayunar. Engulló el desayuno como si no hubiera comido en días y se dedicó a vagar con la mirada por todo el Comedor, casi vacío a causa de los horarios de muchos equipos.

Entonces, Cynder vio a un Pokémon conocido entrando en el Comedor por una de las puertas principales. Elina la Espeon, con su gracilidad y elegancia habituales, atravesaba la puerta acompañada de Kroven, su asistente temporal. Rawkan no tardó en darse cuenta de que su protegido miraba a un punto detrás de él.

Elina se sentó elegantemente al lado de Marowak, mirándolo con sus profundos ojos.

—Querido Rawkan —dijo, con forzada educación—, me he enterado de que planeas llevar a Cynder a ver a su madre en Pueblo Papiro.

—En efecto —asintió Rawkan—. Y tengo autorización de Paldus y de Astrid, así que no necesito que vengas a darme la…

—Venía a preguntarte si podías llevar también a mi asistente Kroven —la interrumpió la Espeon—. Me gustaría poder ir yo misma, pero gracias a nuestro amigo Meruclus ahora tengo demasiado trabajo como para hacerlo.

Rawkan estaba visiblemente sorprendido. Sin embargo, no tardó en acceder.

—Claro —contestó finalmente, con la misma educación falsa que la Espeon había usado antes—. Un placer quitarte trabajo de encima.

Elina abandonó la mesa con brusquedad. Cynder no sabía por qué, pero había algo de rencor entre aquellos dos. La tensión entre ellos podía haberse cortado con la guadaña de un Scyther.

—Cuidad bien de Rawkan —soltó Elina mientras se iba—. Es propenso a meterse con cosas que no sabe manejar.

Rawkan dejó escapar un gruñido mientras Kroven se sentaba y le estrechaba el ala.

—¿A quién vas a ir a ver tú? —preguntó Rawkan.

—Al único miembro de mi equipo que ha sobrevivido —dijo el Murkrow con pesar—. Me separé de ellos en el incendio y esta mañana Elina me ha contado que solo ha sobrevivido el líder.

Cynder lo miró con tristeza. Sabía que no podía compararse con perder a un padre, pero aun así debía ser duro perder a todos tus compañeros de exploración de una vez. Mientras pensaba esto, se dio cuenta de que Kroven lo estaba mirando.

—Sé a quién vas a ver tú —le dijo—. Elina me lo ha contado. Lo siento mucho, de veras.

Cynder asintió pesadamente con la cabeza. No quería hablar de ello, pero sabía que muy probablemente acabaría llorando otra vez cuando viera a su madre.

Los tres Pokémon abandonaron el comedor antes de que Cynder acabara, ya que no podían quedarse allí toda la mañana. Aunque Cynder creía que el Rawkan los llevaría a las salidas comunes para los equipos de resistencia, pero en su lugar les indicó el camino que llevaba a las escaleras de caracol. Mientras bajaban, comenzaron a hablar.

—Rawkan ¿vamos a usar una salida alternativa? —preguntó Cynder, dándose cuenta de esto.

—Algo así —contestó el Marowak—. Verás, vamos a usar el centro de teletransporte. Es mucho más rápido y seguro en este caso.

—Ignoraba que la Atalaya poseyera un centro de teletransporte —comentó Kroven, frunciendo el ceño.

—La tenemos —afirmó Rawkan—. Pero no solemos usarlo a causa de que los teletransportes a lugares lejanos acostumbran a salir mal. Por eso nuestros teletransportadores solo se atreven a hacerlo en un radio pequeño. Y ya que Pueblo Papiro queda cerca de aquí y que mi pierna no está demasiado bien, creo que será mejor ir vía teletransporte.

Cynder asintió en silencio mientras llegab al centro de teletransporte. Se trataba de una única habitación algo más grande que el banco de objetos, pero con una iluminación considerablemente mejor. Varios Pokémon psíquicos se hallaban sentados en el suelo de la cámara, algunos de ellos meditando. Uno de ellos, un Kadabra, se dio cuenta de su presencia y se acercó levitando.

—Buenos días, Rawkan y compañía —saludó, con una voz grave pero gentil—. Espero que las heridas que te fueron infringidas anoche no fueran muy graves…

—No te preocupes, Suh —contestó el Marowak—. Sólo fueron unos rasguños. Te traigo a dos Pokémon que van a visitar a los fugitivos. Espero que no sea mucho problema que nos teletransportes.

El Kadabra les dedicó una mirada a Kroven y Cynder. Alzó una ceja.

—Me dejará bastante débil teletransportar a un Siniestro —dijo finalmente—, así que tendréis que esperar un poco más de lo que quizás desearíais para que yo pueda recuperar mis energías… tal vez una hora ¿Es eso un problema?

Rawkan se encogió de hombros.

—Dudo que a estos dos les moleste pasar un tiempo más con sus seres queridos —respondió—. Recuerdas el refugio, así que no debería haber problemas ¿verdad?

—Por supuesto —asintió Suh—. Soy un Kadabra, amigo mío. Nuestra memoria es larga como el tiempo.

Entonces, el Kadabra les indicó que se situaran en un punto en frente de él y, cerrando los ojos, comenzó a concentrarse. Cynder comenzó a sentir un extraño cosquilleo por todo su cuerpo, justo antes de que todo se volviera blanco.



El suelo tembló con la caída del poderoso Graveler. El poderoso Pokémon de Piedra había sido tumbado por un potente hidropulso.

—¿Está debilitado? —preguntó Flass desde la distancia— No me gustaría que se levantara de repente y me golpeara con una piedra.

—Tranquilo, Flass —respondió Marvin, examinando al robusto Pokémon de cuatro brazos—. Éste no se va a levantar en un buen tiempo.

Flass suspiró aliviado. Los dos primeros sectores del territorio habían sido bastante llevaderos y con pocos enemigos, pero el pobre Weedle no había tenido oportunidad de ayudar demasiado a sus amigos a causa de la falta de variedad de sus movimientos. Sus compañeros de equipo le habían dado la bolsa durante su paso por el segundo piso para intentar que no se sintiera tan inservible, pero apenas había tenido que usar objetos un par de veces.

—Por cierto, Marvin ¿qué le pasó a Cynder? —preguntó Winona—. Ayer estaba bastante bien, al menos cuando fuimos a explorar.

Marvin se detuvo en seco. Antes de responder, se paró a pensar en su amigo. No creía que fuera lícito hablar de él a sus espaldas, y menos sobre un tema que desconocía si su amigo quería revelar a dos Pokémon que apenas conocía del día anterior. Por lo tanto, decidió responder con alguna mentira plausible.

—Su estómago le jugó una mala pasada —dijo, tratando de sonar lo más creíble posible—. Cenó demasiado y por la mañana era incapaz de andar sin sentir un pinchazo dolorosísimo en el vientre.

—Una vez me pasó algo parecido —intervino Flass—. Fue horrible, porque Grindar me obligó a salir de exploración igual y tuve que caminar todo el día con el dolor de estómago.

—La peor parte me la llevé yo —bromeó Winona—, que tuve que aguantarlo durante el camino por toda la mazmorra.

Los tres rieron con la broma de la Buizel. Afortunadamente, el tema se dejó ahí y ninguno de los miembros del Equipo Rastros volvió a mencionar a Cynder.

El grupo había encontrado una cantidad de objetos considerable durante su exploración. Dispersados por el suelo de la mazmorra había una variedad de objetos como gravelerrocas, semillas y alguna que otra esfera mágica. Winona examinaba cada objeto que se encontraban y decidía si era útil o no, de modo que no guardaban ni la mitad de los que se topaban.

El equipo llegó a una zona de las ruinas que se abría en un pequeño descampado con apariencia tranquila. Al final del descampado, se podía apreciar la puerta para acceder al siguiente sector.

Marvin, que había estado notando el hambre en su estómago desde hacía un buen rato, les propuso a sus compañeros detenerse y comer algo, ya que estaban a punto de entrar en el tercer sector.

—Es extraño —comentó—. No hace tanto tiempo que he comido como para tener tanta hambre.

—Eso es un efecto del territorio misterioso —dijo Winona mientras rebuscaba en la bolsa que Flass llevaba—. Su aire pesado y su ambiente hacen que gastes más energías y que tengas hambre mucho más rápido.

Dicho esto, la Buizel sacó unas manzanas pequeñas de la bolsa y las repartió entre sus compañeros. El grupo apenas se detuvo cinco minutos, ya que no querían que apareciera un inoportuno Pokémon salvaje. Cuando acabaron de comer, cruzaron el arco y se dirigieron al siguiente sector del territorio.

El nuevo sector no era en absoluto como cualquier otro que Marvin hubiera visto antes. Normalmente, el territorio creaba complejos y laberínticos caminos con alguna que otra sala cada varias decenas de metros, pero en aquella ocasión era simplemente un terreno rectangular de un tamaño exagerado, delimitado por los pilares y estructuras semidestruídas. El sector era tan solo una enorme sala rectangular, con algunos Pokémon pequeños merodeando unos metros más allá.

—Vaya —comentó Flass—. He visto esto antes. A veces, por un motivo desconocido, el territorio genera un sector formado por una sola sala. Es algo muy curioso, pero por lo general es algo bueno para los exploradores.

Winona lo miró desconcertada.

—Entonces será mucho más fácil encontrar el arco, digo yo —dijo— . Aunque deberíamos evitar pelear contra los Pokémon de la zona.

—Iremos pegados a la pared —soltó Marvin, que hasta el momento parecía haber estado ajeno a la conversación—. Aunque tardemos un poco más, los Pokémon no nos van a molestar.

Sus compañeros accedieron, y el equipo se puso en marcha rozando las paredes. Aunque tuvieron que tumbar a un grupo de Sandshrew que se les acercaron demasiado, no tuvieron problema en encontrar el arco y atravesarlo.

La familiar estructura laberíntica volvió a materializarse ante sus ojos una vez pasaron por debajo del arco. Dos caminos se extendían ante ellos, y Marvin decidió coger el de la derecha.

No tardaron en encontrarse en una pequeña sala con varias salidas. Sin embargo, no tuvieron tiempo para apreciarla, ya que una figura azulada voló en su dirección, golpeando de lleno a Flass y derribándolo.

Winona y Marvin se pusieron en guardia, listos para contraatacar. Cuando la figura se detuvo en el aire, pudieron ver que se trataba de un extraño Pokémon azul verdoso, con forma de campana y la piel recubierta de acero. Dos enormes ojos rojos los miraban desde la parte inferior de su cuerpo.

—¡Es un Bronzong! —exclamó Winona— Marvin, yo me encargo de él, me he enfrentado a alguno. ¡Tú ve a ayudar a Flass!

Marvin corrió hacia su amigo caído sin pensárselo dos veces. El pobre Pokémon bicho había recibido un impacto potente, y se tambaleaba intentando levantarse. La bolsa yacía en el suelo, a unos pasos de él.

—¿Estás bien? —preguntó Marvin, ayudándolo a levantarse.

—Sí, estoy… bien, es sólo que… no me lo esperaba —dijo el Weedle con voz entrecortada.

Se giraron para ver a Winona, que esperaba a que el Bronzong hiciera su primer movimiento. No obstante, el Pokémon de Acero no tenía la más mínima intención de golpearla a ella, ya que ignoró por completo a la Buizel y se lanzó de nuevo contra Flass. Marvin, viéndolo venir, se arrojó contra su compañero, tirándolo al suelo y evitando la embestida del Pokémon, que daba vueltas en el aire.

—¡Está intentando debilitar a Flass primero porque sabe que es el más débil a sus ataques! —dijo Winona.

Y, en efecto, el Bronzong volvió a cargar contra Flass, esta vez lanzándose en bomba desde el aire. Flass rodó para esquivar el golpe, que falló por muy poco. Marvin, aprovechando que su enemigo estaba por fin en el suelo, le lanzó un hidropulso. El Bronzong, sin apenas reaccionar ante el impacto, se levantó y disparó un rayo de energía psíquica hacia él.

Y entonces Marvin sintió el impacto de un ataque de ese calibre por primera vez. La cabeza le deba vueltas a la vez que su cuerpo sufría el dolor del golpe y se veía arrastrado hacia atrás por su potencia.

El efecto no duró demasiado, pero logró apartarlo del combate durante unos segundos. Cuando se incorporó, recuperando el equilibrio, el Bronzong ya había cargado contra Flass de nuevo. Y esta vez le había dado.

Flass cayó de nuevo al suelo, esta vez soltando un chillido. Winona, soltando un aullido de furia al ver a su amigo caído, saltó contra el Pokémon salvaje, golpeándolo con su cola. Marvin, habiendo recuperado plenamente la conciencia, atacó al Bronzong con su propio ataque, un proyectil de agua que golpeó a su adversario en la cara.

El Pokémon retrocedió, pero estaba lejos de caer derrotado. Esta vez, sin embargo, no se lanzó de nuevo contra ellos, sino que se detuvo en el aire. Mientras Winona y Marvin se ponían delante del derribado Flass para protegerlo. El Bronzong comenzó a emitir una energía extraña, y antes de que el equipo pudiera darse cuenta, la lanzó contra ellos.

Marvin rodó lateralmente para evitar el ataque psíquico, que impactó en el suelo. Winona saltó hacia el Bronzong, evitando ágilmente su ataque y propinándole un colmillo helado en uno de sus apéndices. El Pokémon de Acero se agitó en el aire, tratando de librarse de la dentadura de la Buizel.

Este fue el momento que Marvin eligió para atacar. Cargó un potente hidropulso en su boca y lo lanzó con toda su fuerza hacia su adversario. Esta vez el ataque impactó con mucha más fuerza, tirando al Bronzong al suelo. Winona saltó en el aire justo antes del impacto, para dispararle un certero proyectil de agua al Bronzong.

Tras el impacto, el único sonido que se escuchaba era el de los jadeos de ambos Pokémon de agua. Winona aterrizó al lado de Marvin, todavía alerta por si el Bronzong se levantaba. Esto no ocurrió, pues el Pokémon había dejado de moverse totalmente. Winona rompió el silencio con un grito.

—¡Toma ya, Marvin! —gritó eufórica, rodeando al Mudkip por el cuello.

Marvin, aunque algo molesto por el brusco gesto, se sentía genial. La adrenalina le corría por las venas a toda velocidad cada vez que recordaba la potencia de su impacto contra el Bronzong. Ser un Pokémon no estaba nada mal, después de todo.

Entonces se dieron cuenta de algo. Flass no se había movido desde el último ataque del Bronzong. Se giraron para mirar a su compañero, que todavía yacía en el suelo a unos metros de ellos.

—¡Oh, no! —exclamó Winona, corriendo hacia su amigo y arrodillándose sobre su cuerpo.

Cuando Marvin se acercó, pudo ver como Winona agitaba el cuerpo inconsciente de su amigo para tratar de despertarlo.

—¡Maldita sea! —maldijo la Buizel—. Se ha desmayado. El territorio misterioso no tardará en expulsarlo…

Antes de que pudiera terminar la frase, el cuerpo de Flass lanzó un destello que los cegó durante unos instantes. Cuando la luz desapareció, Flass ya no estaba allí.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Marvin, un poco asustado.

Winona no contestó inmediatamente. Suspiró y recogió la bolsa que apenas unos minutos antes llevaba su amigo. Cuando se giró para mirarlo, Marvin pudo notar un atisbo de ira en sus ojos.

—Empieza a molestarme tu falta de formación en cuanto a explorar mazmorras, Marvin —dijo, cruzando los brazos—. Hay algo que me huele bastante mal acerca de ti, y más te vale que empieces a cantar o juro que te dejo aquí mismo.

Marvin se quedó algo embobado ante el cambio de humor de su amiga. Ignoraba si llevaba todo el tiempo pensando acerca de eso, o si había sido la pérdida de Flass lo que la había hecho reaccionar así, pero en cualquier caso lo estaba metiendo en una situación muy comprometida. Decidió proceder con cautela.

—Te lo voy a contar —dijo, respirando hondo—. Pero no se lo puedes contar a nadie. Si Elina se entera de que se lo he contado a alguien, me puedo meter en serios problemas.

Winona arqueó las cejas. Lo miro durante unos incómodos segundos, pero luego se encogió de hombros y asintió.

—De acuerdo —dijo finalmente—. Y, para tu información, Flass estará bien. El territorio misterioso expulsa a los intrusos cuando quedan inconscientes. Es su forma de limpiar el terreno.

Marvin asintió. Retomando la marcha, con la Buizel a su lado, se dispuso a hablarle a su compañera acerca acerca de sí mismo.

—Tengo amnesia —comenzó, simplificando su problema—. Lo primero que recuerdo es despertarme en un claro, con Cynder mirándome. Lugnos y Paldus nos encontraron nos encontraron y nos llevaron a la Atalaya.

Winona no dijo nada, pero sus ojos lo miraban atentamente. Marvin continuó sin esperar una respuesta. No obstante, decidió guardarse los detalles acerca del Don de Sazira y el asalto al Fuerte Flarah.

—Elina descubrió que me han extraído memorias, y cree que ha sido cosa de la Corporación. Por eso me consideraron valioso y me dejaron formar un equipo sin mezclarme con los equipos de entrenamiento. Quieren que aprenda a valerme por mi cuenta.

Parecía que la Buizel estaba convencida con su historia.

—Sabía que ocultabas algo interesante —dijo —. ¿Te imaginas? Puedes tener un secreto enorme escondido en tu memoria… ¿te ha dicho la Maestra Psíquica cómo puedes recuperarla?

—Me ha dicho que es posible que lo tenga la Corporación —repitió Marvin— pero no me ha dado datos concretos. Pero sí, me gusta imaginar que tengo algo interesante escondido en esa memoria mía.

La tensión del aire se disolvió rápido mientras los dos Pokémon comenzaban a fantasear sobre lo que podría estar oculto en los recuerdos de Marvin. Aunque algo afligidos por Flass, que según el reglamento de la Resistencia debía esperarlos en la salida del territorio, los dos miembros restantes del equipo estaban bastante más animados y conversaron alegremente durante su camino hasta el siguiente sector.



El poderoso resplandor se disipó, y de pronto Cynder se encontraba en un lugar totalmente distinto. Era una especie de pasillo de piedra, con antorchas situadas a lo largo de las paredes. No había ventanas que dejaran entrar la luz del sol, por lo que supuso que se encontraban en el refugio escondido del que había hablado Rawkan. Detrás de ellos había una gran puerta de acero con una pequeña ventana cerrada en la parte superior, semejante a las que había a lo largo del pasillo.

El Cyndaquil sentía una extraña sensación de mareo en su cabeza, como la que produce una subida de sangre al cerebro tras estar un tiempo boca abajo. Kroven lo miró con una media sonrisa.

—Es raro ¿verdad? —preguntó— Tranquilo, la sensación se va rápido. Me han teletransportado antes.

—Es una sensación extraña, sí —comentó Cynder, rascándose la cabeza.

Rawkan se cruzó de brazos, mirándolos.

—Muy bien, chicos —dijo con tono autoritario—. Hemos llegado, pero ahora tenéis que hablar en voz baja. Estamos en un refugio a pocos metros bajo Pueblo Papiro, pero ni aquí estamos totalmente seguros. Imagino que la Corporación estará buscando a los fugitivos, y creedme, son capaces de venir hasta aquí.

Con un gesto de su mano, el Marowak les indicó que lo siguieran. Suh, el Kadabra, se quedó atrás recuperando energías. Marowak llegó hasta una de las puertas y la golpeó con su hueso. El ventanuco de la puerta se abrió ligeramente, y Rawkan se inclinó para decir unas palabras. Casi al instante, la puerta se abrió.

La congregación de Pokémon era excesiva para el tamaño de la pequeña sala. Apenas había espacio para poder tumbarse y dormir, pensó Cynder.

—Así que al final los has traído —dijo una voz familiar. Cynder alzó la vista y pudo ver a Astrid, la Ninetales plateada mirándolos de vuelta.

—Sanos y salvos, jefa —respondió Rawkan, haciendo un cómico saludo militar con la mano.

Cynder no estaba prestando atención, sin embargo, ya que acababa de ser apresado en un poderoso abrazo. No tenía que mirar a su madre para reconocer el tacto de su pelaje, el calor que desprendía su llama interior… la conocía desde que era un bebé. Se dejó arropar por los brazos de su madre mientras las lágrimas volvían a sus ojos.

—Cynder —dijo su madre simplemente.

Él no respondió. Con ojos llorosos, abrazó a su madre de vuelta. Ambos lloraban, afligidos por la pérdida de su ser querido pero felices de haberse encontrado de nuevo entre todo aquel caos.

—Gracias… gracias… —dijo ella emocionada. Astrid apoyó su pata en el hombro de la Thyplosion.

—Hemos hecho nuestro trabajo, Frayla —dijo, con un inesperado tono enternecido—. Lamento mucho no haber podido salvar a tu marido.

Esta vez, fue Cynder el que habló.

—No… no es culpa tuya, Astrid —dijo Cynder entre sollozos.

La Ninetales le pasó la pata por la cabeza afectuosamente.

—La llama imperecedera de Ho-Oh crece en ti, pequeño —dijo—. Eres libre de abandonar la Resistencia si quieres. Tienes mi salvoconducto.

Cynder miró a su madre, algo confundido. No sabía qué responder a aquello.

—Me lo han contado todo, cariño —dijo ella, pasándole una mano por la espalda—. Has sido muy valiente. Ningún Pokémon de tu edad debería pasar por lo que tú has pasado. Nadie debería hacerlo.

Esas palabras retumbaron en la cabeza de Cynder. Recordó su huída de Villa Plata. Recordó el fuego, la muerte, el olor a cuerpos quemados. Y recordó a Marvin, el único Pokémon que le había mostrado su apoyo. Y entonces, separándose un poco de su madre, tomó una decisión.

—Tienes razón —dijo, secándose las lágrimas—. Nadie debería pasar por eso nunca más. Y por eso… quiero quedarme en la Atalaya, mamá. Quiero asegurarme de evitar todas las muertes que pueda. Papá habría querido eso.

Su madre lo abrazó de nuevo.

—Te quiero tanto, hijo mío… —dijo— No sé qué habría hecho si te hubiera pasado algo.

El abrazo duró menos esta vez, y que esta vez era Frayla la que tenía que hablar.

—Tienes mi permiso para volver con la Resistencia —anunció—. No tengo derecho de negártelo, hijo, ya que seguirás el mismo camino que tu padre siguió en su día.

Cynder la miró sorprendido. Rawkan soltó una de sus risitas.

—No te sorprendas tanto, cielo —dijo ella, sonriendo—. Tu padre sirvió en la Resistencia cuando era joven, hasta que le surgió un asunto más importante.

El Cyndaquil supo al instante que se estaba refiriendo a él. No pudo evitar, sin embargo, una punzada de dolor al recordar a su padre. Aguantó las ganas de volver a llorar.

—¿Qué harás tú? —preguntó a su madre, alejando los pensamientos—. Ya no tenemos casa. ¿Irás a las montañas de Hierro con el tío Dofus?

Su madre asintió con una cálida sonrisa.

—No estaré muy lejos de la Atalaya, y pasaré a visitarte de vez en cuando —mirando a Astrid, añadió—. Espero que no haya ningún problema con eso.

La Ninetales plateada negó con la cabeza.

—Los años de servicio de tu marido serán recompensados —dijo, sonriente.

Tras la cálida reunión, Cynder comenzó a saludar a otros conocidos de Villa Plata, a cada cual más contento de verlo con vida. El pequeño Cyndaquil, aunque notando la ausencia de su padre profundamente, se sentía el centro del universo.

"No te decepcionaré, papá" pensó, evocando la imagen del Emboar. La angustia se hizo más pequeña a medida que su pecho se llenaba de orgullo. "Voy a ser el mejor explorador que ha conocido Pellaria".

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¡Recordad dejar una crítica constructiva si tenéis tiempo! Vuestra opinión me  ayuda mucho a continuar escribiendo. http://www.pokexperto.net/foros/index.php?topic=64665.0

29
Aviso a navegantes: Mi disco duro ha petado definitivamente, y el técnico me ha dicho que no sabe si podrá recuperar todos los archivos para pasarlos al disco duro nuevo, por lo que es probable que pierda parte del capítulo 7 que ya tenía escrito, retrasando su publicación unos días. Esto, sumado a que me devolverá el ordenador dentro de dos días como mínimo y a que hoy he comenzado de nuevo las clases, hará que se retrase la publicación de dicho capítulo. No os preocupéis, lo tendréis antes de fin de mes. Lo temprano que lo suba dependerá de la cantidad de archivos (y música) que tendré que volver a instalar y descargar en el disco duro en caso de que se perdiera algo.

Gracias por leerme.

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Literatura y Fan Fiction / Re:¡Se buscan personajes para Sons of Freedom!
« en: 08 de Enero de 2016, 03:40:14 am »
Debo decir que esoty muy contento con todos los personajes que me están llegando, la mayoría habéis hecho los deberes y tenéis una buena ambientación en el mundo. TGracias por vuestro apoyo al fic, estoy seguro de que me gustará escribir sobre estos personajes.

Sin embargo, debo avisar de que los personajes protagonistas ya tienen su papel asignado, por lo que los personajes que me enviéis serán o bien personajes recurrentes (aparecerán como secundarios durante todo el fic, contando su historia y así añadiendo más profundidad al asunto) o bien como personajes que cumplan una función dentro de un arco argumental, de forma que aparecerán durante varios capítulos seguidos cumpliendo una función específica. A esto añado que tengo dos temporadas planeadas para el fic (después de allí sólo seguiré escribiendo si la historia no merece acabar todavía), por lo que habrá tiempo de desarrollar a todos vuestros personajes. Quién sabe, tal vez ya tenga papeles en mente para algunos de ellos...

Nota a parte, Grim, tu Thyplosion se llamará Rast, no porque no me guste Grim, sino más bien por lo contrario: me gustaba tanto que ya se lo he puesto a un personaje. Creí que sería curioso aclararlo.

31
Literatura y Fan Fiction / Re:¡Se buscan personajes para Sons of Freedom!
« en: 06 de Enero de 2016, 11:07:01 pm »
Voy a hacer unas cuantas anotaciones:

[...]
Nombre: Tempestad (no se me ocurre nada bueno ahora mismo así que usaré el mote de mi Empoleon defogger)
[...]


JEEZ, TOO MUCH INFORMACIÓN PARA MI BODY. Nah, en serio, el único problema es el nombre. Se llama Tempestad... y el equipo protagonista es el Equipo Tormenta... comprenderás que no me agrada la idea de tener dos nombres tan similares en el mismo fic. ¿Quieres cambiarlo tú o lo cambio yo?
Añadir que toda la información que has incluído me será útil, de hecho ya tengo un papel para él en la historia. Además, estoy basando las habilidades en Super Mystery Dungeon, en las que sólo pueden tener una de las dos habilidades.
Cabe decir además que me alegra no ser el único frikazo que controla de Mundo Misterioso, y que no había pensado incluír las habilidades CI (dado que algunas como Todoterreno y Supertodoterreno están muy OP), pero tal vez incluya alguna de forma pasiva o indirecta.


Nombre: a.vader

Sexo: Macho ibérico

Especie de Pokémon: Zoroark

Edad (en años humanos): 20

Personalidad (cuanto más detallado esté, mejor reflejado se verá en la historia): http://www.16personalities.com/es/personalidad-intj

Objetos que use (opcional): Sem. Revivir. Fugaesfera. Tras usar alguna de estas busca reponerlas en su inventario. Además lleva una moneda.

Movimientos: Maquinación, Pulso Noche, Tormento, Embargo

Habilidad: Ilusión

Lo siento, Vader, pero el nombre no concuerda mucho con el resto de nombres en la historia. No sé si te has parado a leerlo, pero tiene que ser un nombre original. Y no, tampoco me vale Vader por razones obvias.

[...]
Nombre: Bladey
[...]

Y de nuevo tengo un nitpick con el nombre. Bladey... como que suena muy obvio ¿no? Había pensado sugerirte "Vlady" que suena mucho más natural y dentro del lore de la historia.

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Literatura y Fan Fiction / Re:Pokéheroes
« en: 06 de Enero de 2016, 10:55:51 pm »
Voy a ser sincero contigo:
Este fic es malo. Muy malo. Dudo que se pueda considerar siquiera un fanfic en sí. No hay ambientación, no nos introduces en tu mundo narrativo con ningún tipo de aviso más de que se basa en la película 15, y lo peor de todo, está escrito en forma de guión. Esto es un fanfiction, no una obra de teatro. La gente acostumbra a pensar que es así como se escribe un fic, pero esta idea es errónea: ésta es una forma de presentación para el guión de una obra de teatro o una película. La narración es tu amiga. De veras, la mitad de las veces es imposible adivinar qué está pasando en el fic porque sólo pones diálogos aleatorios que no hacen avanzar la historia.

No hablemos ya de las incontables faltas de ortografía y el hecho de que te olvides de un cuarto de las mayúsculas que deberías poner. Además, incluyes mayúsculas en palabras aleatorias, como "Trabajando" al final de una frase. Y por favor... los emoticonos. Es un fanfiction, no un chat con tu colega. Le quitan mucha seriedad al fic.

Podría decirte muchas más cosas que están mal en este fic (empezando porque, aunque te lo hemos dicho, no has creado un tema de comentarios para el fic y por eso me he visto obligado a comentar aquí), pero estaría aquí todo el día. Pero ojo, todo esto te lo digo para que lo mejores, no para que te desanimes. Si te hace falta, échale un vistazo a los fics de Pokémon que hay en este mismo foro, créeme, eso me ayudó a mí a escribir el principio del mío.

33
Capítulo 6: ESPERANZA

Rawkan guió a Marvin y Cynder por la escalera de caracol. Al contrario que en las secciones superiores de esta, iluminadas por piedras día, la zona inferior que llevaba a los dojos de entrenamiento no poseía iluminación propia. Sin embargo, un pequeño rayo de luz salía desde la entrada sin puerta de los dojos, que permitía a los Pokémon no sufrir un accidente al descender.

Cuando cruzaron el arco de la puerta, se hallaron ante una gran sala de base rectangular y techo alto, iluminada de la misma forma que los pisos superiores. No obstante, había una diferencia bastante notable con respecto a las otras zonas de la base: estaba hecha de acero. Marvin supuso que era para que los Pokémon que iban a entrenar no causaran daños en la estructura. En el centro de la sala, un Pokémon humanoide de color gris daba vueltas alrededor de otro más grande y robusto, con una piel verde recubierta de escamas y aspecto reptiliano.

El Pokémon más pequeño, un Machop, parecía estar intentando encontrar un punto flaco en la defensa de su rival, que no lo perdía de vista. Entonces y sin el mínimo aviso, el Machop desvió su trayectoria de giro y cargó contra el enorme Pokémon verde, que parecía ser un Tyranitar, tomándolo por sorpresa. El Machop asestó una patada rápida pero firme contra el talón del Tyranitar, haciendo que su cuerpo cediera y se desplomara contra el suelo.

—¿El Tyranitar es Wilder? —inquirió Cynder, con un tono de preocupación en su voz.

—Si te soy sincero, no tengo ni idea —respondió Rawkan, llevándose una pata a la barbilla.

Marvin y Cynder se miraron extrañados ante la inusual respuesta del Marowak. Antes de que pudieran plantear sus dudas, el Tyranitar comenzó a hablar.

—¡Bien, muy buen puntapié! —soltó el Pokémon entre risas, levantándose del suelo—. Lo has hecho muy bien, Kars. Espero que esto te ayude a salir de tu equipo de entrenamiento.

El Machop le dio la mano al Tyranitar y, acto seguido, se fue corriendo hacia la salida. Rawkan indicó a sus protegidos que se acercaran.

—Lamento haber tardado en saludar, Rawkan, pero como podías ver, estaba ocupado —dijo el Tyranitar cuando se acercaron.

Rawkan se acercó al enorme Pokémon y lo golpeó amistosamente en un brazo.

—Hola, Wilder —saludó—. Te he traído a un par de chavales nuevos. Cynder y Marvin han tenido unos problemillas lidiando con un nido de monstruos, así que me gustaría que les enseñaras algún que otro movimiento efectivo en esos casos.

El Tyranitar miró a los miembros del Equipo Tormenta. Marvin pudo notar cómo el Pokémon lo analizaba de arriba abajo con sus fríos ojos de reptil.

—Veré qué puedo hacer —dijo simplemente Wilder, sonriendo—. Tengo algunos movimientos en mi repertorio que les podrían ser útiles.

—Excelente —respondió simplemente Rawkan—. Aunque creo que tal vez sería apropiado que te presentes tú mismo.

Wilder asintió. De repente, su piel comenzó a emitir un intenso brillo de color blanco, que cubrió todo su cuerpo. Su figura se hizo cada vez más pequeña, hasta ser del tamaño de Rawkan. Cuando el brillo se desvaneció, Marvin y Cynder observaron incrédulos a un Pokémon de pelaje blanco y marrón, con una cola larga y grandes ojos negros.

—No os sorprendáis tanto —habló entonces Rawkan, aguantando una risa—. Wilder es un Smeargle, y por lo tanto es capaz de aprender todos los movimientos habidos y por haber.

—Eso me permite transformarme casi de la misma manera en la que lo haría un Ditto —explicó orgulloso Wilder—. Aunque tengo algunas restricciones, por supuesto. Pero bueno, ahora no os aburriré con tecnicismos. Encantado de conoceros, Marvin y Cynder.

La forma normal de Wilder era considerablemente más amigable que su forma como Tyranitar, y su voz desprendía sabiduría y experiencia. El Smeargle le estrechó la pata a los dos asombrados Pokémon, con una sonrisa en la boca.

—Y con esto concluye mi trabajo aquí —dijo Rawkan con su habitual tono de importancia—. Os dejo con Wilder, que yo tengo que preparar ciertas cosillas para el equipo. Os dejaré la misión de mañana pegada en la puerta de vuestra habitación, así que preparaos.

Dicho esto, el Marowak abandonó la estancia con paso apresurado.

—Decidme ¿qué movimientos queréis aprender?

Marvin decidió contestar primero, ya que tenía bastante claro qué era lo que quería.

—Me gustaría aprender algún movimiento que me ayude a debilitar a los Pokémon de tipo Planta —contestó Marvin—. He tenido problemas con ellos en la misión de hoy, y no quiero que vuelva a pasar.

—Puedo ayudarte —dijo Wilder—. Te enseñaré un movimiento de tipo Hielo.

—Yo… aún no lo tengo claro —dijo por su parte Cynder, con timidez—. Primero prefiero ver como aprende Marvin.

—Está bien —asintió el Smeargle—. Sé unos cuantos movimientos que podrían ayudaros a ambos si volvéis a caer en un nido de monstruos.

Entonces, Wilder volvió a transformarse. En esta ocasión, tomó la forma de un Swampert semejante a Paldus, pero algo más joven y con ambos ojos operativos.

—Creo que te voy a enseñar la táctica del viento de hielo —explicó Wilder, poniéndose a cuatro patas—. Es muy eficaz para enfrentarte a Pokémon de tipo Planta, y contra grupos grandes de enemigos en general. Ponte a mi lado.

Marvin se posicionó a la izquierda de Wilder, mientras Cynder se alejaba unos pasos para no estorbar.

—La táctica del viento hielo —dijo Wilder— es una táctica que los Mudkip podéis aprender con relativa facilidad. Vuestra especie, al ser de tipo Agua, tiene afinidad elemental con el tipo Hielo, y por lo tanto podéis aprender movimientos de este elemento con más facilidad. Observa.

Wilder comenzó a acumular agua en su boca, pero en lugar de dispararla, mantuvo en su garganta. Instantes después, abrió la boca y liberó una ráfaga de viento helado que Wilder esparció por el aire mientras Marvin y Cynder lo observaban fascinado.

—Es el movimiento de tipo Hielo más fácil de ejecutar, y muchos Pokémon sin afinidad con el elemento pueden ejecutarlo —explicó Wilder—. Es especialmente efectivo contra grupos grandes de enemigos, ya que el viento helador entumece sus músculos y los ralentiza. No obstante, debes tener cuidado, pues los Pokémon que carecen de musculatura, como los tipo Acero, o los que resisten el frío, como los Hielo y Agua, son resistentes a la técnica y te podrían causar problemas. Ahora es tu turno: acumula agua en tu boca y mantenla en tu garganta unos instantes para que se enfríe. Luego, libérala como si estuvieras echando el aliento.

Marvin acumuló agua en su boca como si fuera a lanzar una pistola de agua, pero la retuvo en su garganta.

"Wilder tiene razón" pensó. "El agua se enfría si la retengo en la garganta".

Concentrándose, Marvin liberó su aliento helado. Una sensación de frescor invadió su boca mientras lanzaba el ataque. Sin embargo, en lugar de la poderosa ráfaga helada que había lanzado Wilder, apenas logró exhalar una pequeña nube de vaho. Marvin frunció el ceño.

—No te preocupes —le dijo Wilder—. Al aprender un ataque, lo más normal es que necesites un tiempo para que tu cuerpo se adapte. Prueba de nuevo, ya verás como te sale mejor.

Marvin asintió, y buscó una postura cómoda para estar sobre sus cuatro patas. Respirando hondo, repitió el proceso. Esta vez, no obstante, el vaho helado que salió de su boca era considerablemente más denso, y llegó un poco más lejos.

—¡Muy bien, Marvin! —lo animó Wilder— Es probable que sientas la garganta fría durante unos minutos, pero es normal; todos los ataques de tipo Hielo que lances por la boca te harán sentir así. A partir de ahora, procura usar el ataque al menos una vez al día para que tu cuerpo se adapte a él más rápido. Así, cuando necesites usarlo en un momento de peligro, tu cuerpo no te traicionará.

"Creo que le caigo bien"
pensó Marvin. "Debería preguntarle ahora sobre el torrente interior".

—Ahora ¿podría explicarme qué es exactamente el torrente interior y cómo puedo activarlo? —cuestionó el Mudkip, mirando al tutor de movimientos— Me han hablado de él, pero nunca lo he experimentado por mi cuenta.

Wilder asintió con una sonrisa.

—Es considerablemente sencillo, Marvin —dijo—. Sin embargo, me temo que no podré activar ese poder aquí, ya que los métodos para que se accione por su cuenta son demasiado… extremos, por decir algo. Verás, —hizo una pausa para aclararse la garganta y regresar a su forma de Smeargle— el torrente interior es un método de defensa que sólo poseen ciertos Pokémon de tipo Agua. Estos Pokémon se caracterizan por pasar más tiempo fuera del agua que otros, y por lo tanto su sistema ha desarrollado este poder, que les permite desatar un poderosísimo ataque elemental de Agua sin apenas esfuerzo.

Marvin alzó las cejas, ligeramente sorprendido.

—¿Y qué tengo que hacer para activar ese poder? —preguntó, algo ansioso por saber más sobre sus habilidades.

—Ese es el problema —explicó Wilder, rascándose la barbilla—. No puedes activarlo por tu cuenta: tan sólo se activará cuando a tu cuerpo apenas le queden fuerzas. Entonces, tu energía elemental se apoderará de ti y desatará un ataque desesperado para eliminar a casi cualquier enemigo que pueda amenazarte. Sin embargo, después de utilizarse, te quedarás totalmente sin fuerzas, y lo más probable es que te desmayes.

Marvin no supo cómo responder a eso. Se quedó en blanco, imaginando una serie de posibles escenarios en los que ese poder podría resultarle útil. Wilder se giró hacia Cynder.

—Tú también tienes un poder semejante, Cynder, sólo que el tuyo recibe el nombre de "mar de llamas" —le dijo al Cyndaquil—. Se activa de la misma forma, pero el tuyo puede causar más daños colaterales. Así que Marvin —volvió a mirar al Mudkip—, controla el mar de llamas de Cynder. Si se vuelve demasiado poderoso, deberás asegurarte de apagar un potencial incendio.

Cynder miró a su amigo a los ojos, y Marvin pudo sentir la comprensión que esa mirada le transmitía. El agua y el fuego eran de naturalezas opuestas, y, si se daba el caso, él debía saber contener a Cynder. Era algo que tarde o temprano iba a tener que asimilar, así que era mejor comenzar a interiorizarlo.

—En mi opinión —comentó Wilder— la combinación de fuego y agua es una de las combinaciones de tipos más sólidas que existe a la hora de formar un equipo. Tenéis suerte en ese sentido, chicos. Ahora, Cynder ¿quieres qué…?

Antes de que Wilder pudiera terminar la frase, las piedras solares que iluminaban el dojo comenzaron a producir una luz de color verde intenso.

—Oh, vaya —soltó Wilder—. Parece que está pasando algo importante en el comedor.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué las piedras han cambiado de color? —preguntó Cynder, confuso.

—Se trata de un mecanismo de aviso para toda la base —explicó el Smeargle—. Normalmente se usa cuando el consejo tiene algo importante que comunicar. Venid conmigo, vamos a ver qué ocurre.



Cuando llegaron al comedor, se encontraron con un amplio grupo de Pokémon de diversos tipos y formas acumulados en el lugar, hablando entre ellos y tratando de encontrarle sentido a la repentina llamada. En la mesa del consejo, situada en un palco alto en el otro extremo de la sala rectangular, Paldus se masajeaba la frente, mientras Groud, el portavoz del consejo, lo miraba impaciente esperando órdenes. La silla de Astrid estaba vacía, pero el resto de miembros del consejo estaban presentes. Además de Elina, Haku y Paldus, en la mesa del consejo estaban sentados un Camerupt, un Mienshao y un Malamar.

Wilder se dirigió hacia una Gabite, tocándole el hombro para llamar su atención.

—Denga ¿tienes alguna idea de qué está pasando? —le preguntó a la dragona.

—No tengo ni la menor idea —respondió, encogiéndose de hombros—. Mi equipo y yo acabamos de llegar de una misión y sabemos tanto como cualquier otro.

Sin embargo, en ese momento Groud soltó un potente grito que retumbó en las paredes de l sala.

—¡SILENCIO! —gritó el Exploud— ¡El consejo tiene una noticia importante, así que será mejor que escuchéis!

El comedor se quedó en completo silencio tras el anuncio de Groud. Paldus se levantó de su silla y puso sus manos sobre la barandilla del palco en el que se hallaba la mesa del consejo.

—Sé que estáis acostumbrados a que Astrid sea la que da este tipo de anuncios, pero me temo que hoy tendréis que conformaros con mi voz ronca —dijo Paldus, provocando unas pocas risas entre los presentes—. El motivo que nos reúne hoy aquí es de alta importancia, y por eso no hemos podido esperar a que todos los Pokémon llegaran de sus misiones. Confío en que os encargaréis de informar a aquellos que no están presentes ahora mismo.

Un murmullo de incertidumbre se extendió por el comedor mientras Paldus se aclaraba la garganta.

—Hace unas horas, varios mensajeros nos han avisado de dos sucesos llamativos —continuó—. El primero es el más serio: Meruclus ha vuelto del Norte.

El comedor estalló entonces en gritos ahogados y susurros nerviosos. Groud tuvo que volver a gritar para recuperar el silencio.

—Para los más nuevos —explicó Paldus— el nombre de Meruclus no significará nada, pero para los veteranos es un nombre que inspira terror y respeto. Se trata de uno de los más peligrosos generales de la Corporación de Inteligencia, un Hypno lunático con complejo de dios que nos mantuvo en el estado de alerta máxima durante dos meses, y que casi descubre nuestra base. Es por ello que se declara el estado de alerta de nivel 2: los equipos novatos y de entrenamiento deberán estar en la base antes del anochecer, y no podrán aceptar misiones que los obliguen a permanecer fuera más de un día entero.

No hubo objeciones. Marvin se esperaba que algún imprudente cadete protestara por las medidas, pero no hubo un solo Pokémon que se atreviera a abrir la boca.

—En cuanto al segundo tema —continuó Paldus—, se trata de algo bastante menos problemático. Tendremos el honor de recibir a Raegis, el líder de la Resistencia, dentro de unas semanas. Confío en que sepáis comportaros durante su estancia en la Atalaya y en que no se repita el incidente del año pasado, por el amor de Arceus. Aún tengo pesadillas con el total ridículo que hicimos ese día.

La tensión del ambiente se disolvió bastante con aquella última noticia. Sin embargo, la presencia de Meruclus ya se podía notar entre los presentes, que reían nerviosamente o susurraban entre ellos con preocupación.

—Esto no es bueno —comentó Wilder, con expresión preocupada—. Meruclus es un Pokémon muy poderoso.

Marvin se giró hacia él, curioso.

—¿Te has enfrentado a él? —preguntó al Smeargle.

—Se puede decir que sí —respondió este—. Quiero decir, no me enfrenté yo solo a él, eso sería un suicidio. Es un Pokémon muy poderoso, os lo aseguro, pero también muy cobarde, y usa trucos mentales para engañar y poseer a otros Pokémon que hagan el trabajo sucio por él. Por eso Paldus no quiere que los novatos salgan de noche: las patrullas nocturnas podrían capturarlos, y sería cuestión de tiempo que Meruclus lograra sacarles información acerca de la localización de la Atalaya, como casi pasa hace cinco años.

—¿Qué ocurrió? —intervino Cynder, que hasta entonces había permanecido en silencio.

—Capturaron a un Pokémon que conocía muchos de nuestros secretos, y fue llevado ante Meruclus —expuso Wilder—. De no ser porque se trataba de un Siniestro, habría podido leer su mente mucho antes, y todos los años que la Resistencia lleva protegiendo esta fortaleza habrían sido en vano. Afortunadamente, Elina, Rawkan y yo logramos entrar a tiempo en su escondrijo y rescatarlo —bajando la voz, añadió—. Permitidme deciros que Elina demostró una compostura legendaria al enfrentarse a Meruclus, pues el Pokémon que fue capturado era su hermano.

Marvin pestañeó. Por algún motivo, no se imaginaba a la fría y calculadora Espeon sintiendo algo por un Pokémon, menos aún se esperaba que tuviera un hermano.

—Que Elina no te oiga hablar de ella a sus espaldas, Wilder —los interrumpió una voz familiar.

Marvin y Cynder se giraron para ver a un sonriente Paldus devolviéndoles la mirada. Se sorprendieron de no haberlo visto acercarse, dada la corpulencia del Swampert. El poderoso Pokémon de Agua, sin embargo, semejaba cansado: tenía unas profundas ojeras y su ojo bueno parecía algo enrojecido.

—En realidad no venía para cotillear —habló de nuevo—. Marvin, tengo que hablar contigo a solas. Acompáñame, por favor.

Marvin sintió como si un yunque le aplastara el estómago. Tenía que volver a hablar en privado con un Pokémon poderoso y superior a él en rango. Y se trataba de Paldus, ni más ni menos.

—Ve tú, Marvin —dijo Cynder—. Yo me iré a preparar la misión para mañana. Te veo luego en la habitación.

A Marvin lo pilló por sorpresa la reacción de su amigo, que había estado bastante callado desde que entraron al dojo. No obstante, no puso objeciones y le dio la llave de la habitación del equipo para acompañar a Paldus.

Paldus estuvo callado durante todo el trayecto. Marvin caminaba a su derecha, sin atreverse a mirarle a la cara por temor a recibir una de las siniestras miradas que el Swampert era capaz de dirigir con su ojo malo, que ya de por sí era un rasgo bastante intimidante. El Swampert lo llevó por los pasillos superiores tras subir la ya familiar escalera de caracol, pero no entraron por ninguna de las puertas que Marvin ya conocía. En su lugar, se pararon delante de una de las últimas puertas del pasillo, situada en el lado izquierdo. La puerta en cuestión, al contrario que las demás, no poseía ninguna placa o indicación.

Paldus, sin decir una sola palabra, sacó una pequeña llave de su bolsa de viaje y la introdujo en la cerradura. La puerta se abrió con un quejido leve, y el Swampert lo invitó a pasar. Marvin se sorprendió, pues la puerta llevaba al exterior. El viento lo golpeó en la cara mientras sus ojos se maravillaban con el vasto terreno verde que se estendía ante sus ojos. Sin duda alguna, estaba mirando hacia el Sur, pues podía ver el Bosque Sombrío y, casi en el horizonte, los restos de la destrozada Villa Plata. El sol poniente teñía el cielo de naranja y rosa, haciendo la vista todavía más bella.

—Éste —dijo Paldus, cerrando la puerta tras de sí— es mi balcón privado. Bueno, técnicamente no es mío, Astrid también puede entrar, pero ella ha ido perdiendo interés en él desde hace un tiempo y ahora casi nunca viene. Aunque te aseguro que venía mucho por aquí cuando era joven.

Marvin notó un ápice de nostalgia en la voz del Swampert, como si tratara de recordar viejos tiempos. Vio cómo el líder del Equipo Esmeralda apoyaba los codos en la barandilla y soltaba un largo suspiro mirando al horizonte.

—Aquellos eran buenos tiempos —soltó, con una mueca que casi parecía una sonrisa—. Tiempos en los que todos éramos ingenuos y optimistas, con toda una vida por delante y la creencia de que realmente estábamos cambiando el mundo. Entonces fue cuando la realidad nos golpeó con toda su fuerza y nos obligó a tomar medidas, a volvernos más fríos y metódicos y olvidar los tiempos felices en los que llevábamos acabo nuestras misiones con una sonrisa en la cara.

Marvin titubeó. Por como hablaba, parecía que el Swampert se había olvidado de que estaba allí con él.

—Durante años —continuó— hemos luchado contra la Corporación casi sin esperanza, con apenas unos pocos Pokémon entre nuestras filas que realmente creyeran que estábamos marcando la diferencia. Y entonces llegaste tú, Marvin.

Paldus lo miró a los ojos por primera vez desde que habían abandonado el comedor. Marvin pudo sentir una inmensa gratitud en los ojos del Swampert, que lo miraba como si estuviera presenciando un milagro.

—Tú eras la pieza que nos faltaba para completar el puzle —dijo, sin apartar la mirada—. Elina me ha hablado de tus poderes, y me ha hecho recuperar la esperanza de poder usar el Don de Sazira contra la Corporación; esperanza que había perdido al no haber signos de vida humana en Pellaria. Pero por obra de algún milagro de Arceus, tú, un Pokémon, has aparecido prácticamente delante de nuestra puerta con ese Don, y lo que es más importante, con unas intenciones nobles.

El Mudkip puso los ojos en el suelo unos instantes. De repente, se sentía pequeño e impotente, al no saber controlar su poder. Por primera vez comenzaba a darse cuenta de las implicaciones que su poder traía consigo. "Esto… es mucho más grande de lo que me imaginaba" pensó. "No me siento capaz de estar a la altura de tanta responsabilidad…"

—¿De… de verdad hay una forma de derrotar a la Corporación usando el Don? —preguntó entonces, volviendo a mirar a Paldus.

El Swampert retomó su postura original de cara al horizonte, con rostro pensativo.

—No estamos seguros —explicó—. La única forma en la que podría ser aprovechado a gran escala es mediante el uso de un objeto de leyenda, por lo que ni siquiera sabemos si es factible.

—¿Un objeto de leyenda? —inquirió Marvin extrañado— Suena algo absurdo.

—Lo es —respondió el corpulento Swampert—. Pero es todo lo que tenemos. Verás, la leyenda cuenta que los humanos se fueron de Pellaria para recuperar la capacidad de engendrar hijos, pero no es del todo cierto. Fuentes posteriores han declarado que, de hecho, fue un Pokémon el que les dijo que debían abandonar el país para recuperar su fertilidad. Les dio una piedra que supuestamente brillaría al acercarse al reino de Xerneas, y les indicó la ruta marítima que debían tomar.

—¿No deberían haber vuelto entonces? —preguntó Marvin— Elina me ha dicho que se fueron hace más de cien años. Parece tiempo suficiente para ir y volver.

—El problema está en que el camino que les dio era incorrecto, Marvin —contestó Paldus con pesar—. Los envió directos a un laberinto de rocas y niebla, y suponemos que todos ellos murieron ahogados. La piedra, además, era también falsa, pues nada tenía que ver con el reino de Xerneas. De hecho, se trata del objeto del que te estaba hablando antes. La piedra focal, según las leyendas, era un objeto ancestral que permitía amplificar el poder del Don para afectar a cientos de Pokémon al mismo tiempo. Por eso creemos que podría servir para derrocar a la Corporación de Inteligencia.

Marvin comenzó a conectar los puntos de la historia. "Si esa piedra puede usarse para derrotar a la Corporación, y el Don solo puede ser usado por los humanos... ¡espera!"

—Eso quiere decir… —comenzó tímidamente— que el que los envió hacia el laberinto de rocas se libró de la piedra, que podía derrotar a la Corporación, y de los humanos, que podían poseer el Don de Sazira. Eliminó por completo cualquier rastro del Don.

—¡Exacto! —exclamó Paldus— Eres más inteligente de lo que parece, pequeño Mudkip. Sí, esa sería la teoría más lógica, pero hay un pequeño problema: la Corporación no se revelaría hasta treinta años después, cuando Gars, el antiguo líder, estiró la pata. Fue su hijo Halfug (que no había nacido cuando los humanos se fueron) el que sublevó a la Corporación, y por eso no cuadra que alguien intentara librarse del Don antes de saber que la organización se iba a intentar apoderar del país.

Marvin asintió con la cabeza. Después de todo, tenía sentido. Los dos Pokémon anfibios se quedaron en silencio unos instantes, observando la puesta de sol. Paldus dejó escapar un segundo suspiro.

—Te he traído aquí porque quiero que sepas que cuentas con el apoyo del Equipo Esmeralda —dijo entonces, interrumpiendo el silencio—. Voy a llevar a cabo una investigación para encontrar otra piedra focal que nos permita amplificar tu poder y librarnos de este horror de una vez por todas. No te preocupes, será privada: ningún Pokémon fuera de los que tú quieras informar sabrá nada acerca de tus poderes. Aun así, te aconsejo llevarlo con algo de secretismo y sólo contárselo a Pokémon con los que tengas una gran confianza.

Marvin pensó automáticamente en Cynder, literalmente el único Pokémon fuera de los altos cargos de la Resistencia que conocía su Don. Tendría que informarlo de todo lo que había aprendido durante su conversación con Paldus.

—Ahora, si no te es molestia, deja a este viejo Swampert con sus pensamientos un rato, anda —dijo el líder del Equipo Esmeralda—. Tengo trabajo que hacer esta noche, y quiero tener unos momentos para mí. Me alegra que hayamos tenido esta conversación.

Marvin se fue sin despedirse, pues pensó que sería maleducado interrumpir los pensamientos de Paldus. El Swampert le abrió la puerta, pero tampoco dijo nada. Dejó que el cadete abandonara el balcón y se alejara por el pasillo.

Mientras descendía por la escalera de caracol, Marvin no podía evitar sentir el peso de la responsabilidad cayendo sobre él. Los nuevos datos que Paldus le había proporcionado le hacían plantearse una duda aterradora.

"¿Y si el que me borró la memoria y me convirtió en Pokémon lo hizo por el mismo motivo? ¿Y si me consideraban una amenaza y decidieron… quitarme de en medio?"


Un escalofrío le recorrió la espalda. No podía descartar la posibilidad de que uno –si no varios- de los sicarios de la Corporación de Inteligencia estuvieran tras su pista.

"No" pensó. "Deja de suponer tanto, ni siquiera sabes si fueron ellos los que te borraron la memoria. Lo último que necesita esta gente es que te muestres inseguro sin razón alguna. Ahora confían en mí para algo, y no puedo decepcionarles. Es la única forma de recuperar mis recuerdos".

La sensación de terror se disipó un poco tras aquel reconfortante pensamiento. Sin embargo, Marvin se dio cuenta de que era la primera vez desde que era un Pokémon que realmente tenía tiempo para detenerse un momento y pensar sobre su situación. Hasta entonces, había estado todo el tiempo de un lado para otro, sin detenerse y con las voces de otros Pokémon continuamente en sus oídos. Allí, en aquella escalera de caracol, estaba en paz por primera vez desde que tenía memoria.

Entonces, su reflexión se detuvo, ya que Lugnos apareció subiendo las escaleras. El Ampharos parecía algo preocupado; el sudor corría por su cara y su respiración era rápida y entrecortada.

—Vaya, hola Marvin —lo saludó el Pokémon eléctrico—. ¿Has visto a Paldus? Fui a buscarlo después de dar las noticias pero no lo he encontrado.

—Claro —respondió Marvin— está en el balcón.

—Vale, gracias —contestó Lugnos entre jadeos.

Durante unos incómodos instantes, Lugnos se apoyó contra la pared para descansar, y estuvieron en silencio mientras el Ampharos recuperaba el aliento.

—Bueno, Marvin —dijo, por fin—, tengo que irme a buscarlo. Que tengas una buena noche. ¡Nos vemos!

—Buenas noches, Lugnos—respondió Marvin con una sonrisa.

Lugnos le guiñó un ojo al Mudkip antes de continuar subiendo las escaleras y dejarlo atrás. Cuando llegó a la puerta del balcón, la golpeó tres veces. Paldus no tardó en abrirla y mirarlo de arriba abajo.

—¿Qué diantres te ha pasado, Lugnos? —preguntó, frunciendo el ceño—. Estás hecho un Garbodor.

—Tú eres lo que me ha pasado —saltó el Ampharos—. Fui a buscarte cuando acabaste de dar tu discurso y no te encontré. Llevo quince minutos buscándote por todas partes. Tenía miedo de que te hubieras ido por tu cuenta a hacer alguna locura.

Paldus soltó una carcajada y cogió a su amigo por el hombro.

—Esperaré por vosotros, no te preocupes —le aseguró—. ¿Están los demás listos?

Lugnos asintió.

—Incluído Rawkan. Creo que es la primera vez que llega a tiempo a una reunión en lo que lleva en la Resistencia.

Los dos rieron.

—Bueno, yo he tenido unas palabras con Marvin —dijo Paldus, cerrando la puerta—. Le he contado el tema de la leyenda y todo eso, y se lo ha tomado bastante bien. No quiero presionarlo demasiado, el pobre es solo un crío.

—Y un crío sin memoria, por si fuera poco —añadió Lugnos con un tono de severidad—. Creo que no deberías tener tantas esperanzas en el Don, al menos no a corto plazo.

—No he dicho que el plan fuera a corto plazo, Lugnos —le contestó Paldus, alzando las cejas—. De hecho, no tengo ningún plazo en mente. Pero hay que entrenarlo y curtirle. El mundo que le espera es uno muy feo, y apuesto a que la Corporación ya sabe algo sobre él. No podemos dejar que le pase nada, ni por él ni por nosotros.

Su compañero asintió lentamente. Comenzaron a avanzar hacia las escaleras con paso ligero. La tarea que los aguardaba esa noche no se iba a cumplir sola.



Cuando Marvin entró en la habitación de su equipo, se encontró a Cynder recontando los objetos.

—Hola, Marvin —lo saludó su amigo con tono alegre.

—Hola —correspondió el Mudkip—. Ya estás preparando la misión de mañana, por lo que veo.

—Sí —contestó Cynder con una sonrisa—. Rawkan nos ha asignado la misión de recuperar la reliquia familiar de un Persian en un sitio llamado Pradera Concordia. Tiene 6 sectores, así que no debería suponer un problema.

—¿Te ha dicho qué clase de Pokémon hay en ella? —preguntó Marvin, temiéndose otro territorio misterioso lleno de Pokémon tipo Planta.

—En su nota ponía que nos encontraríamos sobre todo con Pokémon de tipo Normal y algún que otro Pokémon venenoso —respondió Cynder, para alivio de su amigo—. Puede que algún Volador pequeño también.

Cynder acabó de guardar los objetos en la bolsa y miró a su amigo.

—¿Sabes? —dijo— Estoy muy tranquilo acerca de lo de mis padres. Antes tenía mucho miedo, pero ahora… ahora veo que estos Pokémon son muy fuertes, y dudo que haya contratiempos.

—Tú lo has dicho —corroboró Marvin, sonriendo—, son una gente muy competente. He hablado con Paldus y parece muy tranquilo. Va a salir bien, no te preocupes.

—Sí, ahora lo veo. En su nota, Rawkan me decía que eran profesionales y que no tenía que preocuparme por nada. Es un buen tipo —dijo Cynder. Alzó los brazos y soltó un largo bostezo—. Yo debería irme ya a dormir, porque dudo que duerma mucho por la impaciencia.

—Los dos deberíamos irnos a dormir —respondió Marvin—. Así nos despertaremos más temprano y podremos irnos rápido a hacer la misión. Buenas noches, Cynder.

Su amigo no respondió, pero le dirigió una sonrisa y le dio una palmada en la espalda mientras se dirigía hacia su habitáculo. Cogió una lona y tapó la piedra solar que iluminaba el lugar desde encima de la mesa. Marvin se dirigió hacia su propio dormitorio, se metió en cama y no tardó en quedarse dormido.



Marvin abrió los ojos. No sabía cuánto tiempo llevaba dormido, pero lo que sí sabía era que alguien lo había despertado. La figura familiar de un Marowak se hallaba en frente de su cama, de pie.

—¡Despierta, Marvin! ¡Venga, arriba! —dijo Rawkan en voz baja.

"¿Ya es hora de salir?"
se preguntó el Mudkip. Su reloj interno le decía que no.

—¿Nos vamos de misión temprano, Rawkan? —preguntó, adormilado, mientras se quitaba las sábanas de encima y se levantaba de la cama.

Cynder apareció al lado del Marowak.

—Marvin ¡acaban de volver del asalto al Fuerte Flarah!

"¡El asalto, es cierto!" pensó Marvin, recordándolo todo. Salió de la habitación, y Rawkan los invitó a sentarse en las sillas del cuarto comunal. Cuando apartó la lona de la piedra solar, pudieron ver que el Marowak tenía un brazo vendado, y que cojeaba un poco. Tampoco llevaba sus vainas ni su bolsa de viaje. Cogió una silla y se sentó enfrente de los dos miembros del Equipo Tormenta.

—Ha ido bien —dijo simplemente—. Hemos sacado a casi todos los Pokémon que mantenían encerrados.

El Marowak se giró hacia Cynder.

—Tu madre está bien, Cynder, está a salvo en Pueblo Papiro —le dijo, con tono de circunstancias—. Pero tu padre… cuando llegamos, ya se habían… encargado de él. No pudimos hacer nada. Lo siento.

Cynder se quedó mirando a la piedra solar del centro de la mesa, pensativo. No dijo nada. En unos instantes, comenzó a sollozar, y Rawkan se levantó de su silla para darle un abrazo reconfortante. Marvin, mientras tanto, decidió no intervenir y quedarse recostado en su silla. Poco a poco, los tres Pokémon se quedaron dormidos.



—¡YAAAAAARGH!

La cuchilla de Zipher impactó contra la roca, causándole una mella. El metal que la formaba reflejó los destellos de la luz de la mañana cuando la retiró de la pared.

—¿Cómo habéis permitido que pasara eso? —gritó enfurecido, girando la cabeza hacia el grupo de Pokémon que yacían cabizbajos enfrente suya— ¡Nos vamos un día y no sólo se apoderan del fuerte, sino que además liberan a los prisioneros! ¿Cómo habéis podido ser tan ineptos?

Un Charmeleon decidió dar un paso adelante para explicar la situación.

—Cre… creemos que fue un espía, señor —trató de explicarse—. Er… no sabemos exactamente cómo, pero suponemos que se ha filtrado la información de que usted y el comandante Gront abandonaban el fuerte con parte de sus tropas, y bueno… han aprovechado la oportunidad.

Gront decidió intervenir. El Garchomp había estado sentado en una de las sillas de piedra del campo de entrenamiento desde que los fugitivos llegaron con las noticias.

—Si ese fuera el caso, tendría sentido —dijo—. No se habían atrevido a atacarnos antes, y parece una coincidencia demasiado grande que ataquen el fuerte precisamente la noche después de que nosotros lo abandonemos.

Zipher no dijo nada. Miró enfurecido a la muchedumbre, alzando una de sus cuchillas.

—Ahora vais a decirme todo lo que sepáis sobre las bajas y los prisioneros que esos traidores se hallan llevado —sentenció—. Y, cuando hayáis acabado, voy a…

—No harás nada, Zipher.

La interrupción los tomó a todos por sorpresa. Todas las cabezas se giraron hacia el punto del que provenía la voz, la entrada del patio. Allí, entre dos robustos Gigalith, yacía un Hypno apoyado en un bastón de hierro.

—¿No os da vergüenza? —soltó, con una pegajosa y siniestra voz— ¡Llego a mi querida Torre Negra después de tanto tiempo y lo primero que veo es a uno de mis recién asignados comandantes amenazando a los fugitivos!

Zipher hizo una reverencia. Gront, a regañadientes, se levantó e hizo lo mismo.

—Lo lamento, lord Meruclus —dijo Zipher—. No volverá a ocurrir.

Meruclus no dijo nada. Se separó de sus guardaespaldas Gigalith y se acercó al Bisharp. Lo miró de arriba abajo.

—Me han hablado muy bien de vosotros dos —dijo, mirándolo a los ojos—. Pero lo cierto es que… no me gusta tener comandantes del tipo Siniestro ¿sabes, Zipher? No puedo saber en qué están pensando… no puedo adivinar qué engranajes giran en sus pequeñas cabecitas, y eso me preocupa. Me hace desconfiar.

Zipher no supo qué responder. Gront, sin embargo, intervino.

—No se preocupe por él, señor —dijo, con el mejor tono servicial que era capaz de poner—. Ha sido fiel durante veinte años. Lo sé porque trabajé con él durante ese tiempo.

El Hypno le lanzó una mirada amenazadora. Gront sintió que estaba rebuscando en su cabeza.

—Entonces tendré que confiar en ti, Gront —replicó, con un tono casi sarcástico—. Vigila a esta fiera que tienes por compañero. Puedo ver que no te caigo del todo bien, pero eso se arreglará… con el tiempo. Oh sí, tiempo. Vamos a tener mucho de eso. Y yo voy a poder ver lo que pasa en tu cabeza. Así que si pasa algo que no me guste… lo sabré. Lo sabremos.

Gront asintió con la cabeza, algo confuso por el discurso de su general. Meruclus sonrió y le dio un pequeño cachete en la cara al Pokémon Dragón.

—No es que no me fíe de vosotros —añadió, sin dejar de sonreír—, es tan sólo que no me fío de vosotros.

Los Pokémon de la muchedumbre se miraron extrañados ante la curiosa forma de hablar del Hypno. Él lo notó, y, señalando la puerta con su bastón, los invitó a entrar en la fortaleza.

—Pasad, pasad… —dijo— tenemos muchas cosas de las que hablar. Y no tardéis mucho, ya que quiero empezar con mi plan cuanto antes. Arceus sabe cuánto nos puede llevar.

Cuando los Pokémon entraron, el Hypno les hizo una señal con la mano a sus comandantes para que se acercaran.

—Veréis, aquí trabajamos de una forma un poquito especial. Cuando hay algún prisionero u Pokémon inútil, se me trae a mí para que yo lo interrogue. Cuando dejen de sernos útiles, yo me encargaré de que se conviertan en... miembros productivos de nuestra pequeña comunidad.

La forma en la que dijo esa última frase no le gustó a Gront. Sin embargo, no dijo nada. No convenía hacer enfadar a aquel energúmeno.

—Haced lo que tengáis que hacer —añadió Meruclus—. Quiero veros en media hora en el comedor. El desayuno es una buena forma de conocer a un Pokémon.

Tras dedicarles otra de sus grimosas sonrisas, indicó a los Gigalith que montaran guardia en la entrada del patio. Luego, con un portazo cerró la puerta y desapareció de la vista.

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Literatura y Fan Fiction / ¡Se buscan personajes para Sons of Freedom!
« en: 05 de Enero de 2016, 04:51:28 am »
Buenas.

Resulta que, durante mi odisea escribiendo Pokémon Mundo Misterioso: Sons of Freedom (http://www.pokexperto.net/foros/index.php?topic=64664.0), he decidido dar la oportunidad a los usuarios de Pokexperto de crear un personaje (Pokémon por supuesto) para que aparezca en el fic. No he querido postearlo en el tema de comentarios del fic, ya que supongo que eso será solo para comentarios críticos en sí, y se saturaría de comentarios que no son relativos a su contenido si muchas personas quisieran participar. Sin embargo, si está prohibido crear temas de este tipo, por favor no dudéis en fusionarlo con el tema principal (o moverlo a otro subforo, si es posible).

Aviso de que este es un proyecto a largo plazo, si no ves a tu personaje en los capítulos venideros, ten paciencia, porque voy a incluir a todos los que me pongan en este tema. Los personajes aparecerán haciendo un cameo o una aparición más grande en la historia, todo depende de los datos que pongáis sobre ellos.

Los datos que requiero son los siguientes:
Nombre:
Sexo:
Especie de Pokémon:
Edad (en años humanos):
Personalidad (cuanto más detallado esté, mejor reflejado se verá en la historia):
Objetos que use (opcional):
Movimientos:
Habilidad:

Ante todo pido dos cosas:
-Ambientación: Que el personaje sea factible dentro del mundo del fic. Nada de nombres humanos, poderes extraños o demás. Si necesitáis haceros una idea de qué clase de mundo es el del fic, no dudéis en echarle un ojo.
-Realismo: Que el Pokémon no posea habilidades o movimientos que no aprende de forma legal en los juegos.
-Originalidad: Que no se trate del típico Pokémon frío y calculador sin sentimientos, por favor, esa personalidad está demasiado vista y ya aburre.


Y con esto me despido y os invito a participar: ¡cuantos más, mejor!

Aviso: No voy a notificaros cuando salga vuestro personaje, no voy a ir avisando individualmente a todos los usuarios que publiquen uno.

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Rate My Team / Re:[Ayuda] Monotipo planta
« en: 02 de Enero de 2016, 11:16:08 pm »
Sinceramente, a Rotom le conviene más tener Rayo, porque siempre está bien tener como mínimo un movimiento que pegue el 100% de las veces.

Después, creo que Chesnaught no pinta mucho en el equipo, como ya te han dicho. Ferrothorn puede entrar si predices un Brave Bird de Talon, y entre Rocky Helmet, Iron Barbs y el recoil natural del movimiento es muy probable que lo dejes hecho una mierda. Además, al Venusaur le pondría Terremoto para poder golpear a Heatran y no quedarse inútil ante él.

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Capítulo 5: COMPAÑÍA INESPERADA

Una Sableye atravesaba el oscuro pasillo de las estancias superiores de la Atalaya. La oscuridad no suponía un problema para ella, pues sus ojos le permitían ver en la oscuridad de la noche. Al llegar a la puerta que se hallaba al final del pasillo, sacó una llave dorada de su pequeña bolsita y, tratando de no hacer ruido para no molestar a los Pokémon que dormían metros más abajo, abrió la puerta.

En el interior de la gran sala circular, un curioso grupo de Pokémon se había reunido, llenando casi todo el lugar. Las habitaciones de los miembros del Equipo Estratos, sin embargo, estaban cerradas al fondo de la cámara, pues los Pokémon que las llenaban habitualmente se reunían perfectamente despiertos alrededor de la mesa de operaciones del centro de la habitación.

Sin embargo, no sólo los miembros del Equipo Estratos estaban allí. La Sableye también pudo ver a miembros de otros equipos, como Sylar el Luxray, líder del Equipo Valor -uno de los más antiguos de la Resistencia-, Gamira la Dragonite, del Equipo Ventisca, y los dos hermanos Talonflame, Bulsy y Tatrum, del Equipo Estelar.

—¡No hemos tenido un asalto cómo este en, por lo menos, dos años! —gritó triunfal un horondo Feraligatr.

—Relájate, Gatram, pues esto no es algo que deba tomarse como una diversión —Respondió con severidad Lugnos, el segundo al mando del Equipo Estratos, y la voz de la razón en muchas ocasoines—. Así que más os vale manteneros despiertos y atentos durante toda la reunión.

Se oyeron varias risas mientras varios Pokémon se giraban para mirar al Marowak que bebía zumo de baya caoca, una baya rica en cafeína, apoyado en la mesa. Él, al darse cuenta de que lo miraban, alzó su taza en el aire.

—¡No es culpa mía que nadie más quisiera encargarse de los novatos! —gruñó Rawkan— ¡Y ya me diréis como voy a llevar a cabo nada si no me dejáis pegar ojo! ¿A quién puñetas se le ocurre organizar una reunión a las tres de la noche, por todos los Vivillon?

—¡Oh, disculpe que la reunión no ocurra a la hora que usted desea, señor niñera! —Respondió Gamira con condescendencia— ¡Algunos tenemos cosas que hacer!

Rawkan saltó encima de la mesa, desenvainando uno de sus cuchillos de hueso de su envoltura y apuntando a la Dragonite con él.

—¡Vuelve a llamarme señor niñera, tripa floja, y te meteré este hueso por el…!

Las voces se apagaron de repente. Tanto el Marowak como la Dragonite miraron hacia la puerta para encontrarse con un corpulento Swampert que les devolvía la mirada con su único ojo bueno. Y no con una mirada relajada, precisamente.

Rawkan recuperó la compostura en meros segundos, envainando su cuchillo y volviendo a su sitio. Cuando hubo acabado de acomodarse, Paldus cerró la puerta para luego acercarse a su equipo y colocar las manos sobre la mesa. Soltó un profundo suspiro antes de comenzar a hablar.

—Se os oye desde el otro extremo del pasillo —afirmó, con su profunda y autoritaria voz—. Creo que se os ha olvidado que esto es una misión secreta, y que nadie, absolutamente nadie, debe saber nada sobre ella. ¿Tengo que recordároslo?

Casi al unísono, todos los Pokémon de la habitación negaron con la cabeza. Paldus se frotó las manos.

—Bien. Astrid ya está en el puesto de avanzadilla del sur, según nos han dicho los mensajeros. Por lo tanto, todo estará dispuesto y organizado para mañana por la noche.

El Swampert miró fijamente a Rawkan, que seguía bebiendo su zumo de baya.

—Rawkan, tú tienes que dormir. Te autorizo a tomarte la mañana libre y empacar los suministros del equipo al mediodía. Ten en cuenta que el viaje nos llevará más o menos una hora, y, como no podemos ser detectados, tendrás que…

—¡Para el carro, grandullón! —soltó Rawkan, alzando un brazo—. ¿Qué les digo a mis pupilos? Se supone que mañana íbamos a ir a cumplir una misión en las Jardines Meloc.

—Ya me he encargado de eso —contestó Paldus con una media sonrisa—. Los acompañará otro equipo de novatos un poco más experimentados. Estarán bien, no te preocupes.

Rawkan tenía que admitir que Paldus tenía razón. No estaba en calidad de cumplir ninguna misión si no dormía antes. Con un asentimiento, apartó lo que quedaba de su zumo de baya a un lado, esperando poder dormir aun habiendo consumido más de la mitad.

—Bien, caballeros —dijo Paldus, con una sonrisa de oreja a oreja—. Es el momento de ultimar los preparativos.

Marvin desearía no haberle contado a Cynder nada sobre su Don. Tan sólo llevaban media hora despiertos, y el Cyndaquil ya estaba asaltándolo con continuas preguntas en voz baja -aunque bastante ininteligibles a causa de las bayas que continuamente se llevaba a la boca-, para evitar que los otros Pokémon del comedor los escucharan.

La misión del día era relativamente fácil: su objetivo era rescatar a un Poliwag en los Jardines Meloc, una pequeña parcela de terreno a apenas veinte minutos de caminata de allí, y luego llevarlo a su casa en el pequeño Pueblo Basalto. El único problema era que Rawkan no había aparecido todavía, y Marvin no dejaba de buscarlo con la mirada por el comedor. En su concentración, sin embargo, no se dio cuenta de que una Buizel y un Weedle se habían acercado a la mesa en la que ellos estaban.

—Disculpe —intervino el Weedle, con un cómico pero elegante acento.

Marvin y Cynder giraron sus cabezas hacia él, dándose cuenta de repente de que los dos Pokémon estaban allí.

—Somos miembros del Equipo Rastros, un equipo de entrenamiento, y nos han pedido avisemos al Equipo Tormenta de que su instructor no podrá acompañarlos hoy, y que los acompañemos en su misión del día. Lo único que nos han dicho era que el equipo estaba formado por un Cyndaquil y un Mudkip ¿son ustedes?

La pregunta del pequeño Pokémon insecto los pilló desprevenidos. Cynder miró a Marvin, que a su vez contestó igualando el tono educado del Weedle.

—Sí, somos nosotros. Muchas gracias por darnos esta información. Yo soy Marvin, el líder del equipo, y mi compañero es Cynder.

Cynder agitó una pata en señal de saludo.

—Yo soy Flass, y ella es Winona —dijo el Weedle a su vez, señalando con su puntiaguda cola a la Buizel—. Estamos a su disposición.

Marvin frunció el ceño.

—No hace falta que me trates de usted, Flass —dijo, sonriéndole al pequeño gusano—. Creo que será mejor tutearnos para mejorar el ambiente durante nuestra exploración.

Flass asintió con la cabeza. Winona se acercó a Marvin.

—Tenemos que ir a buscar nuestros objetos—explicó, con un tono bastante animoso—. Tranquilos, ya sabemos a qué clase de lugar vamos, y también cómo llegar, así que nos veremos en la puerta encubierta número 6 cuando acabéis de comer.

—Me parece bien —replicó Cynder, con la boca llena de bayas.

Cinco minutos más tarde, cuando acabaron de comer, Marvin y Cynder, el primero cargando con la bolsa de cuero que Rawkan les había proporcionado el día anterior cargada de objetos, bajaron hacia la salida número 6. Flass y Winona ya estaban en la puerta, esta última con su bolsa de viaje al hombro. Ambos se habían puesto unos pañuelos amarillos alrededor del cuello.

—¿Y esos pañuelos? —preguntó divertido Cynder una vez se hubieron acercado.

Los dos miembros del Equipo Rastros los miraron con incertidumbre.

—Son los pañuelos estándar que llevan los miembros de los equipos de entrenamiento —explicó Flass—. ¿A vosotros no os dieron unos también cuando llegasteis?

Marvin y Cynder se miraron. No podían explicarle a Flass que Elina les había dejado crear un equipo sin entrenamiento previo, por muy irresponsable que ello pareciera. Por lo tanto, Marvin decidió disimular.

—¡Oh, es cierto! —dijo Marvin, golpeándose la cabeza con la pata delantera izquierda— Paldus nos dijo que no quedaban de esas cuando nos apuntamos, así que pasamos nuestro entrenamiento sin ellas.

Aunque Flass les devolvió una mirada extrañada, Marvin supuso que los había creído. "De todas formas, y ahora que me doy cuenta de que existen estos equipos de entrenamiento, creo que Elina debería habernos metido en uno antes de darnos vía libre" pensó el Mudkip.

Utilizaron un sistema semejante al que Rawkan había empleado para abrir la puerta de la salida número 7. En esta ocasión, la puerta daba al oeste, justamente la dirección hacia la que debían ir para llegar a los Jardines Meloc. Al salir, pudieron ver que el sol estaba saliendo, y que apenas había nubes para cubrirlo. Tras revisar el mapa para asegurarse de que tomaban la ruta correcta, el equipo se puso en camino.

Flass y Marvin iban encabezando la marcha, y Winona acompañaba a Cynder detrás de ellos.

—No debería llevarnos más de veinte minutos llegar hasta los jardines—explicó Flass—. ¿Sabéis a qué clase de Pokémon nos enfrentaremos allí? No puedo recordarlos a todos.

Cynder se llevó una mano a la barbilla.

—Rawkan nos dijo que serán comunes los Pokémon de tipo bicho, veneno y planta. Creo recordar que mencionó a Paras, Cherubi, Caterpie, Oddish y alguna de sus formas evolucionadas.

—Recuerdo que, cuando fui por primera vez, hará más o menos dos semanas, también vi un Ekans —intervino Winona—. Son raros de ver, pero deberíamos tener cuidado con sus picaduras.

Marvin miró a Cynder, que cargaba con la bolsa de viaje.

—Hemos cogido varias bayas meloc ¿verdad? —le preguntó.

Su compañero asintió.

—Sí, Rawkan nos dijo que serían muy necesarias. De todas formas, también habrá muchas desperdigadas por el territorio misterioso. Por algo se llaman Jardines Meloc, digo yo…

—Nunca está mal ir prevenidos, de todas formas —soltó Winona con una risita.

El camino se hizo relativamente corto a causa del buen ambiente que fluía entre los cuatro Pokémon. Atravesaron una ruta poco transitada y se cruzaron con algún que otro miembro de la Resistencia que partía también hacia su misión. En cierto momento, se desviaron de la ruta para avanzar a través de un campo, indicación de que ya estaban cerca de su objetivo.

"De acuerdo. Esta va a ser mi primera misión a solas, y tan sólo es la segunda" trataba de mentalizarse Marvin. "Intentaré no pensar acerca del Don de Sazira. No me conviene distraerme, ahora que tres Pokémon confían en mi liderazgo".

Perdido en sus cavilaciones, no había notado que Winona se le había acercado.

—Así que eres un Mudkip… —dijo, con tono pícaro, la Buizel—. El instructor de nuestro equipo nos habla maravillas de los de tu especie. Aunque, sinceramente, yo creo que todo es hacerle la pelota a Paldus para que lo ascienda.

Marvin no pudo evitar una sonrisa.

—Bueno, si te soy sincero, ser un Mudkip me parece bastante normal —respondió, tratando de sonar lo más natural posible—. Quiero decir, no me siento un Pokémon especial.

"Soy un maldito mentiroso"
pensó hacia sus adentros, mientras la Buizel le dedicaba una mirada de simpatía.

—Oye, ¡no te subestimes! —contestó, dándole una palmada en la espalda—. Después de todo, los Mudkip sois de los pocos Pokémon que podéis usar vuestro Torrente Interior…

"¿Torrente interior? Más palabras raras no, por favor…"

Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, se dio cuenta de que habían llegado a la puerta de un terreno lleno de maleza, mucho más alta que la hierba que estaban pisando, tras la cual había unos enormes árboles.

—Hemos llegado —indicó Flass—. Esto son los Jardines Meloc.

Marvin inclinó la cabeza para ver mejor el terreno. Desde luego, aquello no parecía un jardín. Aunque los árboles tenían alguna que otra baya meloc, no parecía que nadie hubiera estado cultivando allí por mucho tiempo. Las malas hierbas se extendían por las cortezas de los árboles, y la entrada del territorio apenas era accesible a causa de las enormes plantas que crecían en el borde.

—Intimida bastante ahora que estamos justo en las puertas —comentó Winona, frunciendo el ceño.

Marvin se giró para mirar a su equipo.

—¡No os dejéis intimidar, chicos! —los animó—. No podemos dar la vuelta ahora.

—¿Quién ha dicho nada de dar la vuelta? —gruñó Winona, haciéndose la ofendida.

Una vez estuvieron listos, los cuatro se metieron de cabeza en el pequeño bosque. El interior era bastante oscuro a causa de las pobladas ramas de los árboles, que bloqueaban el sol. El camino estaba claro, ya que a ambos lados la maleza bloqueaba el paso, impidiendo salir de él.

—Este territorio está organizado por sectores, en lugar de otros que están organizados por pisos —explicó Winona—. Por lo tanto, aquí no hay escaleras, sino arcos.

—¿Arcos? —preguntó Cynder, confundido.

—Los arcos —dijo de nuevo la Buizel— son el sustituto de las escaleras en los territorios que no tienen niveles superiores o inferiores. Cuando encontremos un arco, la anomalía nos dejará pasar al siguiente sector del territorio, pero no podremos volver atrás, pues el arco desaparecerá después de cruzarlo. Ay, los territorios misteriosos son tan… misteriosos…

Nadie hizo ningún comentario sobre la redundante apreciación de Winona. En su lugar, siguieron avanzando.

—¿Y en qué piso dices que se ha perdido el Poliwag? —preguntó Cynder a Marvin.

—En la nota no lo ponía —respondió su amigo—. Creo que ni siquiera saben dónde se ha perdido, así que tendremos que buscarlo por todo el territorio. Sin embargo, en la nota también ponía que si no encontramos al Poliwag y en su lugar llevamos un informe de los enemigos del territorio a sus padres, nos darán una pequeña recompensa.

—Pues este territorio tiene ocho sectores —dijo Winona, lastimera—. Nuestra búsqueda va a ser algo monótona.

El paso por el primer sector fue lento y aburrido. No encontraron ningún Pokémon, pero la sensación de que estaban siendo observados aumentaba prácticamente con cada paso que daban. El territorio tenía un patrón básico: estaba formado por caminos rectos, con alguna que otra curva, y claros de tamaños variables. Cada uno perdido en sus cavilaciones y sin mediar palabra, el equipo se adentró en el segundo sector con mucho menos entusiasmo del que tenían cuando accedieron al primero.

Apenas atravesaron el primer arco, Marvin detuvo al grupo. Ante ellos, en el medio del camino, un Nidorino dormía plácidamente. El equipo se detuvo a unos metros de él para observarlo sin que notara su presencia.

—Los Nidorino no deben tener predadores naturales en este territorio —comentó Flass—, por eso duerme tan tranquilo en medio del camino. Pero no dudéis en que nos atacará cuando se despierte. Wafren siempre nos dice que los Pokémon salvajes se vuelven agresivos al pasar demasiado tiempo dentro de un territorio misterioso, y atacarán aunque sean pacíficos por naturaleza.

Marvin miró a la criatura púrpura. Su piel rugosa podía relacionarlo con el tipo roca, pero el color púrpura era una obvia advertencia de que sus cuernos poseían un letal veneno.

—No podemos rodearlo. ¿Alguien sabe si pertenece al tipo tierra? —preguntó Winona— Sé que Nidoking, su evolución, sí, pero no estoy seguro de si lo adquiere en este estado o todavía es sólo veneno.

Los demás integrantes del grupo negaron con la cabeza. Marvin, sin embargo, estaba pensando en otra cosa.

"¿Podré usar mi Don sobre este Pokémon?" se preguntó, mirando al durmiente pokémon venenoso. "Tal vez no sea buena idea arriesgarme, pero nunca aprenderé a usarlo si no lo pruebo".

Entonces, se giró para mirar a su equipo. Tenía un plan.

—Chicos ¿tenemos alguna forma de inmovilizarlo?

—Yo puedo lanzar un disparo demora —dijo Flass—. No puedo frenarlo totalmente, pero sí volverlo más lento. ¿Qué planeas hacer?

Marvin no contestó. En su lugar, concentró una pequeña cantidad de agua en su boca y la escupió con fuerza contra el Nidorino. El Pokémon salvaje se despertó en un instante, y aprovechando el tiempo que estaba tardando en reaccionar, Marvin dio la orden y Flass lanzó un fino pero fuerte hilo desde la punta de su cola, envolviendo al Nidornio.

Marvin, sin perder un segundo, se acercó al Pokémon salvaje y lo miró fijamente a los ojos. El Nidorino le devolvió una mirada de furia desenfrenada. Concentrándose, Marvin comenzó a darle órdenes con la mente.

"No queremos problemas" se esforzó por expresar. "Sólo queremos que te vayas del camino y nos dejes pasar".

Desde la distancia, el resto del equipo miraba a Marvin con incertidumbre. Cynder se hacía una idea de lo que su compañero estaba haciendo, pero no estaba seguro de si era el mejor momento.

El Nidorino, sin embargo, reaccionó. Ignorando por completo los ruegos de Marvin, le asestó una potente cornada. Marvin logró evitarla, pero no pudo impedir que el venenoso Pokémon salvaje rompiera los hilos que lo amarraban. Fue entonces cuando Winona se lanzó al ataque, empujando a Marvin hacia un lado y golpeando de lleno al Nidorino con su cola, que había cargado previamente con energía elemental de agua.

—¿¡Se puede saber qué estabas haciendo!? —preguntó la Buizel, exasperada. No obstante, Marvin no tuvo tiempo de contestar, ya que el Nidorino se lanzó de nuevo contra ellos con la intención de atacar.

Marvin, aún confuso por la reacción del Pokémon salvaje, se levantó y lanzó un chorro de agua a presión sobre la cabeza de su enemigo, ralentizando su ataque. Winona reaccionó rápido, soltando su propio disparo de agua contra el costado del Nidorino, desequilibrándolo y haciéndolo caer hacia un lado del camino.

Una vez en el suelo, el Pokémon soltó un gruñido de furia. Cynder tomó entonces la iniciativa. Al principio Marvin no sabía lo que estaba haciendo, ya que su compañero estaba poniendo unas caras muy extrañas, pero finalmente lo vio soltar una espesa nube de humo desde la punta de su nariz, bloqueando la visión del enemigo.

—¡Creo que es un buen momento para echar a correr! —gritó Flass.

Los cuatro Pokémon corrieron por el camino, dejando al confuso Nidorino atrapado tras una espesa pantalla de humo. El equipo giró varias esquinas, y, cuando se hubieron asegurado de que el salvaje no los seguía, se detuvieron.

—Marvin ¿se puedes saber qué estabas haciendo? —preguntó Winona, furiosa— ¡Ese bicho casi te arranca la cabeza de una cornada!

El Mudkip tragó saliva. Sabía que no era sensato andar hablándole a todo el mundo acerca del poder que tenía, así que decidió quitarle hierro al asunto.

—Lo siento, tan sólo intentaba calmarlo… —se defendió.

—Pues no te ha funcionado muy bien que digamos —reprochó la Buizel, con tono sarcástico.

Flass decidió intervenir.

—No pasa nada, Win —dijo con su tranquilizante tono de voz—. Todos cometemos errores de vez en cuando, y es comprensible que Marvin intentara calmarlo. Ese Pokémon podría habernos hecho pedazos si lo hubiéramos despertado sin más.

Winona bufó, girando la cabeza. Entonces, para su sorpresa, pudo ver algo brillante en un borde del camino. El color ámbar del objeto resaltaba entre la verde espesura, así que era fácil de diferenciar. De un salto, la Buizel se acercó al objeto y lo recogió. Era una esfera del tamaño de un puño, de un material semejante al cristal.

—¿Qué es eso? —preguntó Flass, curioso.

—Es una esfera mágica, creo —dijo Cynder, acercándose para tocar el objeto—. Solo que no tengo ni idea de lo que hace. Marvin ¿tenemos alguna de estas?

Marvin negó con la cabeza.

—Tenemos alguna azul, una roja y dos grises, pero ninguna naranja —respondió—. Rawkan no nos ha contado lo que hacen las naranjas.

Los cuatro se quedaron mirando la esfera.

—Creo… creo que es una radarosfera —comentó Winona, arqueando una ceja y mirando la esfera desde distintos ángulos.

—¿Una radarosfera? —inquirió Marvin— ¿Y qué hacen las radarosferas exactamente?

—Permiten detectar Pokémon a través de murallas y otros obstáculos —contestó la Buizel—. Creo que nos podía ser útil.

—Eso si es realmente una radarosfera —puntuó Marvin—. No nos conviene usarla en un momento de necesidad, porque no sabemos lo que hace al cien por cien y podría dejarnos tirados.

—Bien visto, Marvin —dijo Cynder, sonriente—. Si realmente es una radarosfera, la usaremos más adelante, cuando sea más probable encontrarnos al Poliwag perdido.

Ningún miembro del equipo puso objeciones, así que Winona guardó la esfera en su propia bolsa. El equipo continuó caminando a través del espeso bosque, con Marvin y Cynder a la cabeza, y, no sin antes enfrentarse a algún que otro Pokémon débil, lograron encontrar el paso al tercer sector.

Cuando hubieron pasado al tercer sector, Marvin comenzó a notar algo extraño en Winona. Aunque estaba a sus espaldas, se giraba de vez en cuando para verla, y lo que veía no le gustaba. La Buizel parecía estar algo enferma, a juzgar por su aspecto. Flass, sin embargo, no parecía darse cuenta de ello, pues continuaba conversando con ella como si nada sucediera. Marvin decidió entonces hablar con ella.

—Winona ¿te encuentras bien? —le preguntó, deteniendo el avance del grupo— No tienes buen aspecto.

Ella lo miró con su enfermiza expresión.

—Sí, es que estoy… cansada y no… no sé si debería… tumbar… tumbarme un rato —contestó, con la voz temblorosa.

Antes de que ninguno de ellos pudiera decir nada, la Buizel se desplomó en el suelo. Flass se dio cuenta de lo que había ocurrido.

—¡Cuando golpeó al Nidorino, su piel venenosa debió haberla afectado! —exclamó, acercándose para asistir a su amiga— El veneno de algunos Pokémon tarda en hacer efecto, pero cuando lo hace ¡puede ser letal!

Marvin dejó la bolsa en el suelo y la abrió, dispuesto a buscar un objeto que curara el envenenamiento. Cynder se dio cuenta y se dispuso a ayudarlo.

—Me aseguré de coger bayas meloc ayer por la noche, —dijo el Cyndaquil— así que no debería ser un problema.

Cuando encontró las rosadas bayas, Cynder corrió hacia Winona y le ofreció la fruta. La Buizel, semi-inconsciente, tardó en reaccionar, pero al final mordió la baya.

—Tardará un poco en hacer efecto, así que será mejor que busquemos un lugar más tranquilo para descansar —dijo Flass, vigilando que ningún Pokémon salvaje los cogiera desprevenidos.

Marvin entonces se dio cuenta de que estaban llegando a un claro, así que instó al equipo a seguir para instalarse allí, lo que los haría menos vulnerable al ataque de un Pokémon salvaje. Entre él y Cynder levantaron a Winona para llevarla a cuestas, repartiendo el peso entre ambos.

Cuando se fueron acercando al claro, Marvin pudo ver que había otra esfera mágica tirada en el suelo. Y, cerca de ella, había un pañuelo de color amarillo paja. Lo que era más: el suelo del claro estaba poblado de objetos varios.

"Qué extraño"
comentó para sus adentros. "Rawkan nos había dicho que los territorios misteriosos solían tener objetos tirados, pero nunca mencionó que hubiera tantos juntos. Supongo que tendremos tiempo para revisarlos mientras Winona se recupera".

Al llegar al claro, depositaron a Winona en una de las esquinas. Flass se ofreció para hacer un reconocimiento por el lugar y tratar de localizar el siguiente arco mientras Cynder y Marvin se hacían con los objetos que se hayaban desperdigados por el suelo del territorio.

Una vez Flass se hubo ido, los dos Pokémon se acercaron a los objetos, vigilando que ningún Pokémon salvaje apareciera de la nada y los atacase. Sin embargo, cuando Cynder recogió el primer objeto -una esfera mágica de color azul marino- comenzaron a escuchar un extraño zumbido.

—¿Qué es eso? —preguntó Cynder, asustado.

La respuesta del Cyndaquil fue contestada rápido, pues un Oddish emergió del suelo. Detrás de él, dos Gloom también hicieron su aparición de entre la tierra. Marvin y Cynder corrieron hacia el cuerpo de Winona para protegerla. Con horror, Marvin vio como la sala comenzaba a llenarse de Pokémon salvajes que llegaban de todos lados. Paras, Venonat, Oddish, Gloom y algún Parasect llenaron rápido la sala, mirándolos fijamente y preparándose para atacar.

Sin pensarlo dos veces, Cynder lanzó unas pequeñas llamaradas desde su nariz, ahuyentando a los Pokémon que se acercaban. Sin embargo, esto no era suficiente, ya que al poco tiempo volvían a estar peligrosamente cerca.

—Cynder, creo que vas a tener que atacarlos en serio —dijo Marvin, cargando su propia energía elemental —. ¡Tenemos que evitar que le hagan daño a Winona!

Marvin ni siquiera intentó invocar su Don en aquel momento, a sabiendas de que podía no funcionar. Comenzó a disparar pequeños proyectiles de agua contra los Pokémon, pero esto parecía no molestarlos demasiado, ya que los resistían con facilidad. Un Parasect se adelantó de un salto, golpeando a Marvin e hiriéndolo en el hombro derecho con su pinza. Ese fue el momento de Cynder para lanzar una potente espiral de fuego sobre sus enemigos, haciendo que el Parasect retrocediera y causando que muchos otros salieran dañados.

—¡Mis ataques de agua no les hacen nada, Cynder! —gritó Marvin, alterado y sintiendo que la sangre se escapaba de la herida.

—¡Lo sé! —dijo su amigo, sin dejar de arrojar fuego contra sus enemigos.

Varios Oddish se acercaron con intención de asaltar a Cynder, pero Marvin lanzó un potente y único proyectil de agua a presión contra ellos, tirándolos al suelo. Cynder quemaba un enemigo tras otro, pero después de unos instantes recuperaban fuerzas y volvían a la carga.

—¡No sé si podré lanzar fuego por mucho más tiempo! —gritó Cynder, preocupado.

Entonces, Marvin tuvo una idea. Era una idea basada

—¡Hazme un favor y cúbreme! ¡Voy a buscar algo en la bolsa! —le dijo a su compañero, dejando la bolsa en el suelo y abriéndola. Todavía le era algo difícil hacerse a la idea de que tenía que estar a cuatro patas la mayoría del tiempo.

Mientras su amigo lanzaba humo para nublar la visión de sus enemigos, Marvin logró rebuscar en la bolsa con su dolorido brazo derecho y hacerse con una de las esferas mágicas de color gris, que Rawkan les había nombrado como petreosferas.

"Espero que esto funcione" pensó el Pokémon de agua antes de lanzar la esfera contra el suelo. En un instante, la esfera se rompió en pedazos, y una misteriosa energía grisácea se elevó del punto del suelo en el que había caído, y se ramificó para golpear a cada uno de los Pokémon salvajes de la sala.

En un instante, todos sus enemigos se hallaban congelados en el sitio, incapaces de mover un músculo. A los pocos momentos, Flass regresó de la exploración, algo impactado al darse cuenta del curioso espectáculo que sus ojos presenciaban.

—Una petreosfera —comentó, con un tono de voz extrañamente calmado—. Muy hábil, pero creo que ahora deberíamos irnos de aquí antes de que el efecto se pase. El arco no está muy lejos de aquí.

Habiendo vendado el hombro herido de Marvin y dejando a los petrificados Pokémon salvajes -y también los objetos- atrás, el equipo recogió a Winona y siguió su camino, atravesando el tercer arco. Afortunadamente, la Buizel se iba recuperando y pudo comenzar a andar de nuevo.

Una vez hubieron recorrido el cuarto sector y alcanzado el quinto, comiendo algo por el camino, pues los territorios misteriosos eran conocidos por causar una extraña sensación de hambre debido a su ambiente viciado, creían que el bosque no tenía nada más que ofrecerles. El quinto sector estaba bastante vacío de Pokémon, con el ocasional Paras u Oddish salvaje que no suponía más que una molestia momentánea.

Cuando pensaban que el trayecto iba a continuar así durante los tres sectores que quedaban, Cynder se detuvo en seco.

—¿Pasa algo, Cynder? —inquirió Marvin.

—Sí, tan solo es que… creo que he oído algo.

Los miembros del equipo se detuvieron para escuchar. En efecto, en el lugar resonaba un extraño sonido, semejante al de una pelota botando contra el suelo. En unos instantes, el ruido se comenzó a acercar, y, antes de que ninguno pudiera comentar nada, un pequeño Pokémon azul apareció rebotando ante sus ojos.

—¡Por fiiiiiiiiin! —gritó el Pokémon, corriendo hacia Marvin y compañía.

El equipo dio un suspiro de alivio colectivo.

—Es el Poliwag que estábamos buscando —sonrió Marvin, mientras el pequeño Pokémon renacuajo saltaba hacia él con lágrimas en los ojos.

—E-estaba muy asustado… —dijo el pequeño, sollozando—. N-no me atrevía a moverme de mi e-escondite para que no me encontraran esos Pokémon malos…

—Pobrecito —se compadeció Cynder, abrazando al Poliwag—. No pasa nada, ahora te vamos a llevar a casa.

El Poliwag sonrió, aún lleno de lágrimas. Marvin no pudo evitar contener su propia sonrisa. Era la primera vez que rescataban a un Pokémon, y la cálida sensación que lo invadió lo hizo sentirse el Pokémon más afortunado del mundo.

Winona, con un suspiro de alivio, sacó una esfera naranja de su bolsa.

—Voy a usar una fugasfera para poder irnos de aquí sin más contratiempos —explicó—. Daos la mano, chicos, porque si no os vais a quedar tirados aquí.

El camino hacia Pueblo Basalto fue placentero y tranquilo. Después de dejar al Poliwag con su familia y presenciar una alentadora escena de reencuentro con sus padres, el equipo recibió una recompensa de 560 pokés, dos semillas sueño y una pequeña bolsa de suplementos energéticos conocidos comúnmente como gomis. Aunque Winona y Flass aceptaron recibir la mitad del dinero, dejaron a los miembros del Equipo Tormenta quedarse con los objetos, ya que, como equipo de entrenamiento que eran, no podían recibir la recompensa del equipo al que acompañaban.

Durante el camino de vuelta, el sol del mediodía brilló sobre sus cabezas. Cynder y Marvin les contaron a sus compañeros acerca de la manada de Pokémon que los había atacado, y de cómo Marvin había tenido la iniciativa de usar la petreosfera.

Los otros no se dieron cuenta, pero Marvin podía sentir que Cynder se ponía más nervioso cuanto más se acercaban a la Atalaya. Y sabía muy bien por qué. Le dio un codazo a su amigo.

—No te preocupes —le dijo, sonriendo—. Todo va a salir bien.

Cynder le respondió con una sonrisita nerviosa. En el fondo, ninguno de los dos estaba seguro de que el rescate del Fuerte Flarah fuera a salir perfecto.

—Ojalá, Marvin —dijo su amigo, la nostalgia invadiendo su voz—. Ojalá.

Sin embargo, Winona interrumpió su conversación al acercarse a ellos.

—¡Si hubiera estado despierta, no habríais necesitado usar una petreosfera! —fardó la Buizel— Aunque no lo creáis, sé usar ataques de hielo ¡El mismo Wilder me enseñó a usarlos!

Tanto Cynder como Marvin se quedaron mirándola unos instantes, sumidos de nuevo en la ignorancia. Cynder decidió hacer la pregunta.

—Perdona si sueno estúpido, pero ¿quién es Wilder?

Winona arqueó una ceja, mirándolos como si fueran de otro planeta.

—¡Wilder es el mejor instructor de movimientos de la Resistencia! —exclamó, alzando los brazos— ¡Me parece indignante que no hayáis oído hablar de él! ¡Deberíais ir a verlo!

Winona se dispuso a volver atrás para hablar con Flass, pero Marvin se quedó con una duda, así que se acercó a Winona para preguntársela.

—Winona, cuando estabamos entrando en el territorio me hablaste de algo llamado torrente interior... ¿se puede saber a qué te refieres?

—Eres un Mudkip muy raro —rió la Buizel—. Tienes tantas dudas sobre todo... pero en fin, tendré que hablarte de él, porque tarde o temprano acabarás descubriéndolo. Verás, existen ciertas razas de Pokémon de Agua que tienen una afinidad elemental superior a la de los demás, y los Mudkip sois una de ellas. El torrente interior es el poder que demostráis cuando vuestra vida corre peligro, y os permite un control total y puro de la energía elemental del Agua. Yo nunca he visto a ningún Pokémon usarla antes, pero mi instructor dice que ha visto a Paldus hacerlo, y qiue le causó auténtico miedo... y él es un Tyranitar, así que imagínate.

Marvin se quedó sin habla. "Así que tengo ese poder" pensó. "Es interesante. Tal vez pueda ponerlo en práctica un día de estos". Cuando se giró para mirar a Cynder, vio que se había enredado en una conversación con Flass, y que parecía algo más relajado. Por lo tanto, decidió no interrumpirlo y continuar hablando con Winona en su lugar.

La Atalaya estaba muy silenciosa cuando llegaron. Al ser un equipo novato, las misiones que les asignaban requerían un tiempo relativamente corto para completarse, de aproximadamente unas cinco horas. Por lo tanto, cuando llegaron acababa de pasar la hora de comer, y muchos Pokémon encargados de las misiones de la tarde habían partido ya, mientras que los que habían salido en sus misiones de mañana todavía no habían llegado o estaban descansando en sus dependencias. Ningún Pokémon se cruzó en su camino a la hora de llevar los objetos de vuelta al almacén de Ultron o declarar la misión como completada en el departamento de misiones. Winona y Flass se despidieron, pues tenían sus propios trámites que hacer, y los dejaron solos para relajarse. Cuando volvieron a bajar a las oficinas centrales, se encontraron con una curiosa estampa: Un Marowak tiraba de dos bolsas de cuero de casi dos veces su tamaño.

—¡Hola, jóvenes! —saludó Rawkan, con su tono cómico de siempre— ¡Llegáis en el momento justo! ¡Echadme una mano con esto, haced el favor!

Marvin y Cynder no pudieron evitar soltar una risita ante la petición del Marowak, pero se dispusieron a ayudarle. Cargaron las bolsas hasta el exterior, donde las depositaron en un carro convenientemente oculto bajo una lona.

—¡Gracias a Arceus que habéis aparecido! —suspiró Rawkan al librarse de su pesada carga. Entonces, bajó la voz—. Estoy seguro de que andáis un poco nerviosos acerca de lo de esta noche ¿verdad? —sin esperar una respuesta, añadió— Pues haremos una cosa: cuando acabe de hacer inventario, os llevaré a ver a Wilder, el tutor de movimientos. Esperadme en el dormitorio de vuestro equipo, esto no debería llevarme más de quince minutos.

Los dos Pokémon asintieron enérgicamente. Tras despedirse del Marowak, subieron hacia la oficina central. No obstante, cuando Marvin se disponía a entrar en la habitación del equipo, se dio cuenta de que Cynder se había quedado quieto. Se giró para ver a su amigo con lágrimas en los ojos, mirándolo fijamente.

—M-marvin... —dijo, entre sollozos— Eres el m-mejor Pokémon que he conocido nunca.

El afligido Cynder se lanzó hacia su amigo, dándole un cálido abrazo.

—N-no sé que habría hecho si tu no estuvieras a mi lado todo este tiempo y... —su voz se cortó unos instantes— r-realmente aprecio que estés conmigo en esta situación.

Marvin se sorprendió ante la repentina muestra de afecto por parte de su compañero. Sin embargo, le devolvió el abrazo, reprimiendo sus propias lágrimas. No podía mostrarse inseguro ante su amigo en aquel preciso momento.

Los dos Pokémon permanecieron abrazados durante unos minutos, que parecieron hacerse eternos.

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Que guay el nuevo capítulo. PD el que evoluciona en Kakuna es Weedle, no Caterpie, ese evoluciona en Metapod
Lo sé, lo siento. He subido una edición anterior del capítulo en la que no había corregido eso. En seguida lo pongo, y hoy hay nuevo cap, así que estad atentos.

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Literatura y Fan Fiction / Re:Pokéheroes
« en: 24 de Diciembre de 2015, 10:50:13 pm »
antes de nada vale e montado un pollo perdón  :^^U:  y segundo me se eso de los puntos y comas y eso pero es más diver no ponerlos es como si todos mi personajes hablaran fast and furious he he.

Pues la puntuación es algo muy importante a la hora de escribir, no es por nada. Y tienes que crear un tema de Comentarios para el fanfic para que la gente pueda poner su opinión.

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Literatura y Fan Fiction / Re:[Fanfic] Pokémon Mundo Misterioso: Sons of Freedom
« en: 24 de Diciembre de 2015, 03:17:41 am »
(Ya que el capítulo anterior se quedó corto con respecto a otros, he decidido subir hoy el capítulo siguiente)
Capítulo 4: CRESSELIA

Rawkan se alejó del agujero que ocupaba el lugar que sus protegidos habían dejado. "Esto es sencillamente genial" pensó el Marowak mientras recorría a toda prisa los estrechos pasillos de la cueva, totalmente oscura salvo por la piedra solar que brillaba en su mano derecha. Sus años de experiencia explorando territorios misteriosos le recordaban que, si un miembro se separase del grupo, debía permanecer en el sitio y aguardar a que el equipo lo encontrase de nuevo. No conviene perderse en un territorio misterioso, y menos aún en uno tan oscuro como aquel, y Rawkan lo sabía. Tan rápido como pudo, se dirigió a las escaleras, dispuesto a rescatar a sus pupilos.
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—No muevas… ni un músculo —susurró Marvin a su atemorizado compañero, mientras la madre Aggron los miraba desde la entrada de la madriguera, tal vez pensando la mejor forma de ensartarlos —. Tenemos que estar muy atentos al más mínimo movimiento que haga y lanzarnos a un lado justo en ese momento. Con suerte podremos evitar la embestida y salir pitando de aquí.

Los dos Pokémon, totalmente petrificados de terror, aguardaron pacientemente a que la Pokémon salvaje hiciera la más pequeña señal de que iba a comenzar su ataque. Sin embargo, la criatura no parecía dispuesta a atacarlos. Más bien parecía confusa, como si no tuviera muy claro que los dos invasores fueran realmente sus enemigos, y los miraba con una expresión difícil de identificar.

Al principio, Marvin no sabía por qué la bestia no se lanzaba contra ellos para ensartarlos con sus cuernos. Sin perder a la Pokémon de acero de su campo visual, dirigió una mirada de reojo a los Aron que yacían tras ellos, y entonces lo comprendió todo.

Durante la primera visual que los pequeños Pokémon habían echado al interior de la madriguera, habían pasado por alto dos detalles importantes. El primero era que los Aron que poblaban el pequeño agujero eran muy pequeños, tanto que la capa de acero que normalmente cubría sus cuerpos no estaba desarrollada del todo. La Aggron no los atacaba por temor a dañar a sus pequeños, así que estaba esperando a que ellos atacaran primero.

Y el segundo era que, entre los Aron, había una esfera de textura suave y color oscuro, tan sólo visible a causa de los reflejos que el fuego de Cynder proyectaba en ella. Marvin no tardó en dar un codazo al Cyndaquil para captar su atención y poder transmitirle sus hallazgos.

—Esto cambia las cosas —explicó Marvin, sin dejar de vigilar a la bestia de metal cuyos ojos sentía clavándose en su piel como dos afilados cuchillos—. Coge esa esfera, porque es posible que sea la que estamos buscando, mientras yo improviso algo.

Cynder asintió, y, retrocediendo lentamente y sin perder de vista a la amenazadora Aggron, agarró la esfera, tratando de no molestar a los durmientes Aron. El Cyndaquil entonces notó que la esfera era de un color marrón oscuro, el color habitual de las lanzosferas. Sí, definitivamente aquel era el objeto que estaban buscando.

Marvin, tragando saliva, se acercó a los Aron y comenzó a agarrar a uno con sus patas delanteras. La Aggron soltó un bufido, temiendo por la seguridad de sus crías pero dudando atacar al mismo tiempo. El pequeño reptil apenas se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Marvin miró a la bestia fijamente, con el Aron entre sus patas, e hizo un movimiento de cabeza para indicar a Cynder que lo siguiera. "No vamos a hacerle daño a tus crías, pero sólo si tú no nos haces daño a nosotros" intentó transmitir Marvin con su mirada, mientras avanzaba hacia la criatura acorazada.

Y para sorpresa de los dos Pokémon, la Aggron relajó sus músculos y se apartó de la entrada de la madriguera. Aunque esto aumentó considerablemente las esperanzas de los dos aprendices, no aceleraron la marcha por temor a causar una reacción negativa en la Pokémon salvaje. Sin embargo, Marvin estaba notando una extraña sensación de poder sobre la Aggron. Sentía que la Pokémon se había movido porque él se lo había ordenado mentalmente.

Poco sabían que un confuso Rawkan los observaba desde la entrada de la caverna, preguntándose si debería intervenir o no. Aparentemente, sus protegidos habían encontrado la forma de salvar el pellejo por su cuenta.

Marvin, obligando a su mente a deshacerse de la extraña sensación, depositó al Aron en frente de su madre, temblando pero sin dejar de mirarla fijamente. Los dos Pokémon se fueron alejando de la salvaje paulatinamente, hasta que ella dejó de darles importancia, acogiendo al pequeño Aron entre sus patas para llevarlo de vuelta a la madriguera. Más rápido de lo que canta un Combusken, Marvin y Cynder se hallaban ante Rawkan, con la lanzosfera en su poder.

El Marowak dejó caer su hueso al suelo, y, ante la mirada de sus sorprendidos pupilos, comenzó a aplaudir silenciosamente. Los tres querían reír, pero el temor a atraer a la Aggron o a algo peor los mantuvo con la boca cerrada.

El camino de vuelta fue considerablemente más animado que el de ida, e incluyó una parada en Ciudad Prisma para devolver la esfera a su dueña, que les entregó la recompensa de 400 pokés encantada. Además de eso, la acogedora Hariyama los invitó a unos panecillos recién horneados al enterarse de que llevaban horas sin comer nada.

Llegaron a La Atalaya a las seis de la tarde, con el sol todavía en alto, aunque cubierto por las nubes. Rawkan les enseñó al colocar el sello que indicaba que una misión había sido completada, para luego clavar la carta en un tablón situado en frente del que se usaba para seleccionar misiones.

—Ahora viene la parte difícil, chicos —dijo Rawkan, sacando la bolsa y contando el dinero de la recompensa.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Cynder, curioso.

—La Resistencia se lleva un veinte por ciento de las compensaciones monetarias de las misiones que cumplen los equipos más novatos—explicó el Marowak—. De esta forma, podemos organizar expediciones para ampliar nuestras conquistas y poder eliminar algún que otro campamento de la Corporación.

Rawkan miró hacia ambos lados, registrando la sala rápidamente. Cuando se aseguró de que ningún Pokémon podía oírlos, añadió en voz baja.

—Se supone que vosotros no sabéis nada, pero mañana Paldus va a liderar un asalto contra el Fuerte Flarah.

Marvin frunció el ceño. No tenía ni idea de lo que era el Fuerte Flarah.

—El Fuerte Flarah, para vuestra información —dijo el Marowak en un susurro, haciendo lo posible por no llamar la atención de otros Pokémon—, es el lugar en el que mantienen prisioneros a los supervivientes de Villa Plata. Así que sí, también estarán tus padres, Cynder.

A Cynder se le iluminó rápidamente el rostro, y sus pequeños y rasgados ojos brillaron como nunca antes lo habían hecho. Marvin no era un Pokémon psíquico, pero no le hacía falta serlo para saber que, si pudiera, su amigo gritaría de felicidad.

Rawkan carraspeó, asegurándose de nuevo de que nadie hubiera oído aquella parte de la conversación.

—Bueno, chicos, ahora tengo que cumplir con mi parte del trato y dejar que os quedéis con los objetos que os había prestado para la misión, porque lo cierto es que lo habéis hecho muy bien para ser vuestro primer día —dijo el Marowak, tratando de no sonar demasiado complaciente—. Pero no os penséis que esto va a ser así siempre ¿eh? Mañana no os llevaréis más que la recompensa que la que os den en la misión.

Marvin iba a contestar, pero Cynder se le adelantó con una sonrisa.

—¡No te preocupes, Rawkan, no te decepcionaremos! —exclamó el Cyndaquil y, acto seguido, le dio a su protector la parte del dinero que le correspondía.

La noticia acerca de sus padres le había sentado muy bien al pequeño Pokémon de fuego, al parecer, pero Marvin aún tenía una duda que quería plantearle a su amigo, aprovechando que podían estar a solas.

Después de depositar sus nuevos objetos en el almacén de Ultron, Marvin y Cynder se dirigieron a su habitación. Cynder no dejaba de tararear una pegadiza cancioncilla que Marvin no tardó en comenzar a repetir con él hasta que llegaron a la habitación.

—Cynder —dijo el Mudkip, tras cerrar la puerta—, hay una cosa que te tengo que preguntar.

—Vaya ¿qué pasa? —interrogó su amigo, sentándose en una de las acolchadas sillas del cuarto.

—En este país… ¿hay humanos? —preguntó tímidamente Marvin— Quiero decir, a parte de mí mismo, claro. Se me ocurrió hace un rato, porque con todo este embrollo… ya sabes, no he tenido mucho tiempo de preguntarte cosas sobre el tema.

—Entiendo —respondió Cynder después de unos segundos—. Lo siento, Marvin, pero no creo que haya humanos aquí en Pellaria. Antes los había, hace casi cien años, pero comenzó a ocurrir algo muy extraño entre sus gentes, y…

Entonces el Cyndaquil se quedó en silencio. Marvin lo miró durante unos momentos, esperando que continuara, pero no lo hizo. En su lugar, miró a Marvin de vuelta y comenzó a hablar muy lentamente

—Marvin… es posible que tú fueras el último humano antes de transformarte.

La afirmación pilló al Mudkip desprevenido. Notó como un escalofrío recorría toda su espina dorsal, como si un Pokémon de hielo le hubiera susurrado una palabra al oído con su gélido aliento.

—¿Q-qué quieres decir con eso? —se atrevió a preguntarle a su amigo, casi temiendo la respuesta.

—No estoy muy seguro—contestó el Pokémon de fuego, confuso—. De pequeño me decían una extraña enfermedad se había propagado entre los humanos, impidiéndoles tener descendencia, así que hablaron con un poderoso chamán. El chamán les dijo que debían irse a las Tierras del Oeste, más allá del mar, para encontrar una cura. Y los humanos dejaron a sus amigos Pokémon atrás con la promesa de volver si encontraban esa cura… y nunca regresaron. Pero eso fue hace casi cien años, Marvin… es totalmente imposible que tú seas el descendiente de uno de esos humanos.

Se hizo el silencio. Ninguno de los dos sabía cómo reaccionar al descubrimiento de Cynder, y, por lo tanto, no se atrevían a abrir la boca de nuevo.

—L-lo siento… —dijo Cynder al fin, con melancolía en su voz— Estaba tan feliz por lo de mis padres que no he tenido ningún tacto contigo.

—No, no —contestó Marvin, intentando que su amigo no se sintiera mal—. Me alegro de que me hayas contado esto, pero cambia muchas cosas… —entonces, se acordó de lo que Elina le había dicho en su primera noche en la Resistencia— ¡Tenemos que ir a ver a Elina! A lo mejor ella puede darnos alguna explicación.

—Buena idea —asintió su amigo, levantándose de la silla.

Abandonaron la habitación en total silencio, casi temiendo decir algo que los pusiera todavía más nerviosos. Al salir de la zona de habitaciones, Marvin se acercó a un Nidoking que rebuscaba en su bolsa para pedirle dirección.

—Buenas tardes, señor —dijo, captando la atención del corpulento Pokémon—. ¿Puede indicarnos cómo llegar a las dependencias de la Maestra Psíquica?

—Su despacho está en el piso 5 —explicó el Nidoking, con una voz ronca pero amable—. Una vez lleguéis allí, seguid el pasillo hasta la puerta que tiene una gema púrpura incrustada en ella. Es fácil de diferenciar, así que no tendríais por qué perderos.

Tras darle las gracias al Pokémon, Marvin y Cynder se dirigieron a la escalera de caracol.

El ascenso fue bastante incómodo, sobre todo porque no estaban acostumbrados a subir tal cantidad de escaleras

—¿Cómo diablos hará Elina para hacer este trayecto todos los días? —preguntó Cynder, hablando por primera vez desde que habían dejado la habitación.

—No seas exagerado —respondió Marvin, cuando ya veía la indicación del piso 5. No sabía leer las runas huella, pero había ido contando los pisos para poder orientarse.

Una vez hubieron llegado arriba, se hallaron en un pasillo bastante largo con puertas a ambos lados. Marvin supuso que se trataba de las dependencias de los demás altos cargos de la Resistencia. Cuando estuvieron delante de la puerta con la joya púrpura, Cynder volvió a hablar.

—Oye, Marvin… —comenzó a decir, tímidamente—. Quiero que sepas que, salga lo que salga de esta visita, yo voy a seguir ayudándote. Me… me siento bien colaborando contigo, y no voy a dejar que cualquier vicisitud nos pare. Somos un equipo ¿vale?

Marvin sonrió, y le puso una pata en el hombro a su amigo.

—Claro que somos un equipo. Y te prometo que siempre seremos un equipo —dijo, con un tono paternal que lo sorprendió hasta a él—. Cualquier otro Pokémon me habría tomado por un loco, pero tú te has quedado conmigo. Eso significa mucho para mí.

Cynder le devolvió la sonrisa. Sin volver a hablar, el Cyndaquil se adelantó y llamó a la puerta, dando dos toques en ella.

Pasados unos segundos, la puerta se entreabrió para dejar ver la cara de un Murkrow. La puerta estaba asegurada con cadenas, por lo que apenas podían ver el interior de la habitación.

—¿Tienen cita previa? —preguntó el Murkrow, sin darles tiempo a decir nada.

Marvin abrió la boca para responder, pero antes de que su boca dejara salir un sonido, oyó la melodiosa pero severa voz de Elina desde el interior de la habitación.

—No pasa nada, Kroven. Déjalos pasar.

El Murkrow los miró, alzando una ceja, para luego cerrar la puerta. Los dos cadetes oyeron como el pequeño Pokémon pájaro abría los candados que mantenían la puerta cerrada. Al terminar los ruidos, abrió de nuevo, esta vez apartándose para dejarlos pasar.

El despacho de Elina era algo digno de ver. Las paredes -o más bien, las zonas de pared que no estaban ocultas tras una estantería- mostraban grabados y curiosos objetos colgando de ellas, a cada cual más pintoresco. El Murkrow, al que ahora podían ver de pies a cabeza, tenía el ala derecha cubierta de vendas. Cerró la puerta tras ellos y los acompañó hacia Elina.

La Espeon se hallaba en el fondo de la habitación, en su escritorio. Cuando se acercaron, cerró el libro que estaba leyendo con una ráfaga psíquica.

—Que agradable sorpresa —dijo, con su tono monótono de siempre—. Disculpadme, normalmente os habría abierto yo misma, pero estos días tengo a Kroven como mi asistente personal. Veréis, en el incendio de Villa Plata perdió a todo su equipo y se rompió un ala, así que se queda conmigo hasta que se encuentre mejor y pueda solicitar puesto en un nuevo equipo. Puedes dejarnos, Kroven.

Kroven asintió y se dirigió hacia una de las estanterías, dónde empezó a recolocar algunos libros.

—Y bien ¿qué os trae por aquí? —preguntó Elina, volviendo su atención hacia ellos.

Marvin y Cynder se miraron. La verdad era que ninguno de ellos sabía por dónde empezar.

—Cynder me ha estado contando lo que ocurrió con los humanos —explicó Marvin, dando un paso hacia la Espeon. Antes de continuar, miró de reojo a Kroven, dando a entender a la psíquica de que la conversación que iban a tener no podía ser escuchada.

Elina, entonces, miró a Kroven. No podían oírla, pero Marvin notó en su expresión que estaba mandándole un mensaje telepático. El Murkrow se levantó y, tras hacer una reverencia, abandonó el despacho.

—Si Cynder, como buen guía tuyo que es, te ha contado acerca de los humanos… —comenzó Elina, con un tono de misterio en su voz— sabrás que es físicamente imposible que tú seas descendiente directo de los humanos de Pellaria. Soy consciente de ello. De hecho, le he estado dando vueltas desde que te conocí por primera vez. Eres humano, eso es innegable, pero no puedo evitar sentir que se me escapa algo de información -algo que, si me permitís, no ocurre a menudo- y me molesta.

—Entonces ¿no hay duda alguna de que Marvin sea un humano? —preguntó Cynder, de repente.

—No —respondió Elina, tajante—. Está claro que lo es. Sus pensamientos fluyen de manera diferente, y su cerebro se aferra a la idea de una forma tan desesperada… puedo afirmar que es humano, sin duda. Sin embargo, debo investigar sobre cómo ha podido llegar hasta Pellaria. Ahora, Cynder, si no te importa, quisiera hablar con Marvin a solas un momento.

Cynder asintió con la cabeza, hizo una pequeña reverencia y abandonó la estancia. Cuando cerró la puerta, Elina miró fijamente a Marvin.

—Eres un caso excepcional, Marvin —comenzó la gata psíquica—. Un desafío para la mente, sin duda. Tienes algo que contarme ¿verdad?

Marvin suponía que Elina se había dado cuenta de ello, pues su cabeza no había hecho más que pensar en el sueño que había tenido por la mañana.

—Verás… —dijo Marvin— He tenido un sueño un tanto extraño en el que me hablaba un Pokémon de color azul, y con unos aros muy extraños alrededor de su cuerpo.

Elina no dijo nada. Uno de los muchos libros que poblaban las estanterías se separó del resto y se dirigió volando hacia ellos. El libro se abrió en una página que mostraba a un Pokémon de forma semejante al que Marvin había visto en su sueño.

—Era éste, ¿verdad? —interrogó Elina.

Marvin, tras mirar la imagen unos segundos, asintió lentamente.

—Este Pokémon —explicó la Espeon— se llama Cresselia. Es una raza excepcionalmente rara, y, según cuenta la mitología, tienen el poder de eliminar las pesadillas y curar mentes enfermas.

Marvin no pudo evitar sentir un pinchazo de esperanza.

—¿Eso quiere decir que una Cresselia podría curarme?

—Es poco probable, pero no imposible —contestó Elina—. Lo que no me cuadra es que apareciera en tus sueños. Nunca habías visto a una antes ¿verdad?

Marvin negó con la cabeza.

—Entonces no tiene sentido —Elina había roto su tono monótono habitual, y Marvin podía detectar un atisbo de molestia en la poderosa Pokémon psíquica—. Marvin, quiero que me informes de todas las apariciones de esa Pokémon en tus sueños. Puede estar relacionada con tu pasado.

Marvin asintió con la cabeza de nuevo, y se disponía a despedirse, cuando de pronto recordó la sensación que había tenido durante su aventura en la Cueva Caliza.

"Es probable que fuera la sorpresa de que la Aggron me obedeciera" Pensó Marvin. "La adrenalina habrá hecho que piense que ha sido cosa mía… pero, visto de otra forma, no pierdo nada por preguntar."

—Elina, sé que sabes mucho acerca de la mente de los Pokémon, así que… —dudó unos instantes, pensando las palabras correctas para describir la extraña sensación que había tenido— creo que tú podrías hablarme acerca de un sentimiento que he tenido hoy.

Elina lo invitó a continuar, mirándolo interesada.

—Puede que sea una tontería. Quiero decir, seguro que a muchos Pokémon les pasa —ahora que tenía la atención de la Espeon, tenía miedo de decir una estupidez—. El caso es que, en la Cueva Caliza, miré fijamente a una Aggron, intentando expresar sólo con mi mirada que se apartara, porque no queríamos hacerle daño. Lo extraño no fue que funcionara, sino que, además, me sentí poderoso. Sentí que realmente tenía el control sobre la Aggron, y que podría ordenarle que hiciera lo que yo quisiera.

Elina se quedó en silencio unos segundos. Marvin sintió que la Pokémon estaba leyéndole la mente, pero no le importó. Sabía que tenía una confidente en ella. Cuando Elina rompió la conexión, la luz de sus ojos se apagó, pero siguió mirando al Mudkip. Esta vez, Marvin sintió un profundo respeto en su mirada. Por primera vez, la Espeon lo miraba como a un igual.

—No es ninguna tontería, Marvin —su voz sonaba casi quebradiza a causa de la emoción—. Eso que estás describiendo es muy parecido a lo que me contaron de pequeña. Se trata de un poder antiguo y que, de hecho, yo misma creía extinto, pues sólo los humanos son dignos de poseerlo. Tienes el Don de Sazira.

Marvin no tenía ni idea de por qué, pero sintió que aquellas palabras caían sobre él como si de una piedra se tratase.

—El don de Sazira —continuó Elina, sin esperar una respuesta— es un poder ancestral que han poseído tan sólo unos pocos humanos a lo largo de la historia. Se dice que, en momentos de necesidad, el portador es capaz de tomar control de la mente de un Pokémon durante un breve periodo de tiempo. Esto lo cambia todo, Marvin. Durante años, hemos estado esperando a que los humanos volvieran a Pellaria, para que uno de ellos usara el Don y nos liberara de la Corporación de Inteligencia de una vez por todas.

Marvin abrió los ojos como platos. De repente, se sentía el centro del universo.

—¿Me estás diciendo que puedo destruir a la Corporación?

—Por tu cuenta no —explicó la Espeon—. Pero, llegado el momento, podrías llevar a sus agentes hacia trampas, hacer que se enfrenten entre ellos, e incluso hacer que te cuenten sus planes. Marvin, tengo que informar a Paldus y Astrid de esto, pero tranquilo, no voy a revelar tu condición de humano. No quiero que sientas demasiada responsabilidad puesta encima de ti, pero debes saber que, con el entrenamiento adecuado, tu poder podría volverse una ayuda incomparable para ganar esta absurda guerra.

"Pues si lo que querías era que no sintiera la responsabilidad, lo estás haciendo bastante mal" pensó Marvin, sintiendo que un sentimiento de importancia invadía su cuerpo.

—Haré como que no he oído eso —dijo la gata psíquica—. Ahora, si no te importa, tengo que informar de tu descubrimiento. Ah, y, antes de que me lo preguntes, se lo puedes contar a Cynder, pero a nadie más. Esto debe permanecer entre tú y los altos cargos de la Resistencia.

Marvin, tras hacer una reverencia con la cabeza, abandonó la estancia. Tenía que pensar en una forma adecuada de contarle a Cynder lo que había descubierto.

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—Ya me han hablado de tu éxito en Villa Plata, Gront —dijo Zipher, sirviéndose una jarra de cerveza de raíces, mientras golpeaba a su mejor amigo en la espalda—. Felicidades.

El Garchomp respondió con una media sonrisa y un gruñido. Él y su viejo compañero Zipher el Bisharp, que acababa de volver de su misión en el norte, eran los únicos dos Pokémon en la cantina de los comandantes en aquel momento. El establecimiento subterráneo era uno de los pocos lugares del Fuerte Flarah que no apestaba a óxido, al encontrarse a varios metros bajo tierra.

Zipher, como de costumbre, ignoró el gruñido de su compañero, pues era algo totalmente habitual en él. Por el contrario, Zipher parecía algo diferente, aunque Gront no supo determinar qué era lo raro en el comportamiento de su compañero, a pesar de llevar muchos años siendo su amigo y compañero.

—Tengo buenas noticias —habló el Bisharp al fin, después de dar un largo trago a su cerveza—. Ya no tenemos que quedarnos más tiempo en este agujero de Rattatas.

Gront alzó la vista de su propia jarra, desconcertado.

—¿A qué te refieres?

—Ha llegado una carta del Alto Mando. Nos han reasignado —dijo Zipher, dejando la carta abierta sobre la mesa, considerando el hecho de que su compañero no tenía manos —. Hemos recibido órdenes de operar en la Torre Negra a partir de mañana.

La Torre Negra. Gront no pudo evitar sentir una sensación de inquietud ante la mención del antiguo campo de concentración. Aquel lugar no solo había sido una prisión y un punto estratégico importante para la Corporación, también había sido usado como campo de concentración y experimentación con Pokémon vivos. No obstante, el lugar se había clausurado hacía dos años a causa de la muerte del miembro del Alto Mando que se encargaba de su supervisión.

—¿La Torre Negra? — Preguntó, mirando la carta — ¿Van a reabrir los laboratorios?

—Exacto — respondió Zipher, sin emoción alguna —. Meruclus ha vuelto del Norte, y no ha dejado en paz al Alto Mando hasta que le han dejado reabrir el viejo laboratorio. Y, como Vylos está harto de nosotros, ha accedido a reasignarnos a la Torre Negra. Estaremos bajo las órdenes de Meruclus y monitorizaremos sus experimentos.

—Ese psicópata… —gruñó el dragón, tratando de evadir los recuerdos de la única conversación que había tenido en su vida con el desagradable Hypno—. Arceus sabe lo que estará tramando en esa retorcida y enferma mente suya.

—Será un enfermo y un retorcido, pero no es un cobarde —replicó Zipher—. Ningún general o miembro del Alto Mando ha querido entrar jamás en esa torre desde la muerte de Azoth.

Gront era perfectamente consciente de aquello. Durante los meses que siguieron a la extraña desaparición de Azoth, se habían esparcido los rumores de que cualquiera que entrara en la torre se veía hostigado por horribles imágenes que eran capaces de volver loco a cualquiera. Por supuesto, Gront no creía nada de eso, pero era una buena forma de mantener alejados a los miembros de la Resistencia.

—Puede que sí… o puede que simplemente esté demasiado loco para sentir miedo.

Zipher no respondió. Con sus habituales movimientos mecanizados, vació la jarra en su boca, se levantó de la silla y se dirigió a la salida del establecimiento.

—Al menos no apestará a óxido — soltó simplemente el Bisharp, antes de abandonar la estancia.

Gront se dejó caer sobre la mesa. Pensaba quedarse a dormir allí. Todo le daba igual, ahora que sabía que al día siguiente no iba a tener que luchar contra la fetidez del lugar, así que decidió que no volvería a pasar una mala noche por culpa del mal olor.

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Literatura y Fan Fiction / Re:Pokéheroes
« en: 24 de Diciembre de 2015, 03:13:22 am »
Léete las normas del subforo, porque estás haciendo varias cosas mal:
http://www.pokexperto.net/foros/index.php?topic=79.0

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