¿Pero alguien se toma en serio lo que dice la RAE? Si mi bisabuelo o mi chozno levantaran la cabeza...
En serio, el castellano ya no es lo que dice la RAE que es. Una Academia formada por ancianos, algunos meritorios, otros no precisamente tanto, no puede velar por un lenguaje que ya ha trascendido las barreras de los ambientes más académicos al más puro estilo decimonónico a una sociedad global, interconectada y profundamente dependiente en lo económico y lo social de naciones angloparlantes.
Proteger el español es imposible. Es que el concepto en sí mismo no tiene unas fronteras definidas. Antes bastaba con publicar un diccionario para que los académicos del momento se sintiesen a gusto consigo mismos. Ahora su mera publicación es motivo de escarnio.
¿En qué medida son aceptables esos modernismos? Lo que pretende la RAE con ellos es reflejar el castellano que se usa hoy en día. Porque un exceso de celo en el mantenimiento de los vocablos que han caido en desuso puede llevar a un Diccionario lleno de telarañas que al final nadie usa. Pero al mismo tiempo la excesiva incorporación de neologismos y populismos en el Diccionario no logra sino pervertir el lenguaje, y termina por derruir alguno de los castillos lingüísticos de los que tan orgullosos estamos.
Es el momento de decirle a la RAE que sus juegos de palabras ya no nos importan. Que con el dinero público, mi dinero, no gracias. Que si quieren montarse orgías estilísticas lo hagan con su propio dinero. Y que ya no tienen autoridad alguna para decidir lo que el castellano es o deja de ser, porque hace tiempo que nadie la tiene. Que eso es imposible.