Quiero verte sonreír, pero no me dejas. Te veo en la esquina, la figura solitaria que nadie más nota. Es triste saber que no tienes a nadie con quien compartir este día tan especial, intercambiar regalos, sentimientos. Un día tan lindo como este no debería ser problema para una persona como tú, amable y sencilla. Nadie se da cuenta de cuánto afecto puedes llegar a dar, porque te creen un bicho raro. Pero yo... quiero poder consolarte, y decirte que no hay razón para estar triste. Tu sonrisa falsa me hizo soltar una lágrima, pero tu mirada perdida me derribó. Por favor, no estés así.
En mis manos tengo una carta con tu nombre, la cual contiene una declaración de amor. Planeaba entregártela, aunque no he tenido oportunidad de hacerlo. Un corazón roto no deja que nadie se aloje en él, por falta de amor para dar. Sé lo que se siente, también me han tratado mal. Sin embargo, desde el día que te conocí, cuando parecías tan alegre y con deseos de hacer amigos, quise acercarme. Ese día, me pareciste adorable. Nadie te hizo caso, salvo yo, desde mis sombra. Quisiera volver en el tiempo y tener la oportunidad de comenzar de nuevo. Lo único que salen de estos labios temerosos es tu nombre, sonando en la distancia; tú, incapaz de oírlo, te encierras más y más. El dolor te ha cegado, te ha ensordecido. E incluso, no eres capaz de sentir más que odio. Aún así, te amo.
Me acerco a ti, con miedo. No notas mi presencia, como todos. Te ríes al verme, y crees que me burlaré de ti, pero tu cara cambia a ser una sorpresa cuando me siento junto a ti en el suelo. Aún así, no comienzas la conversación, y me veo en la obligación de hacerlo. Sigues sin responder. ¡Déjame oír tu voz, y calmarme! Deja que escuche de ti una risa falsa, que al menos me hará creer que me escuchas. Un gemido, un bufido, o una señal de que notas que estoy. Pero no me dejes hablando, quiero entregarte esto. He dejado caer una lágrima por accidente, y un pequeño sonido sale de tu boca al darte cuenta. Unas pocas palabras fueron más que suficiente para hacerme salir corriendo. No esperaba eso, pero al menos he podido oír tu voz una vez más. Aunque fueron palabras secas, ¡lo hice! Y no dejo de llorar, pero aún así soy... feliz.
Ahora estoy llorando, ¿no es raro? Se suponía que este sería el día en el que te darías cuenta de que alguien te quiere, y que no estás por tu cuenta en el mundo. Supongo que un alma marchita no puede amar. Dejaré que sigas con tu vida, y en mi sombra velaré por tu felicidad.
¿Y estas lágrimas en mi espalda... de dónde salieron?
El calor de tus brazos, tus lágrimas en mi cuerpo, y las palabras que no dejan de salir entrecortadas. Mis ojos... se humedecen. Mi corazón palpita cada vez más rápido, y puedo ver que el tuyo también. Más importante, has aceptado mis sentimientos. Ahora no puedo parar de llorar con un sentimiento distinto. Soy... feliz. ¡Soy extremadamente feliz! Ahora no puedo aguantarlo más, tengo que decirlo, porque...
¡Te amo!