En el albor de una nueva generación de Pokémon, y tras observar cuidadosamente a la moderación de la comunidad, las conclusión del cónsul no podía ser otra: matarlos a todos. Sin embargo, decidió que quizá era mejor, a fin de conservar una momentánea y efímera paz entre las gentes, preservar sus vidas. A cambio, solicitó a algunos moderadores renovar sus cadenas, asumiendo nuevas y cargantes responsabilidades sobre la comunidad que de otro modo jamás hubieran asumido.
Así pues, MerúM ha decidido inmolarse por los demás y adoptar el papel de sMod. Todos deseamos que haya disfrutado del verano... hasta ahora. Porque sus nuevas tareas le traerán de cabeza poco a poco, llegando a la fase de locura (véase Arena) y de suicidio (¿cómo se llamaba...?). Tus nuevos instrumentos de auto-flagelación te esperan al fondo a la izquierda. Raguraji se ocupará con sumo placer de enseñarte a usarlas.
Del mismo modo, y en sacrificio no menor, Graveyard pasa de revivir los muertos en Literatura y El Ágora a, además, controlar a los locos de El Manicomio. Las herramientas en esta ocasión no son nuevas, mas en El Manicomio a buen seguro deberá ponerlas más en práctica. Los locos muerden más que los zombies, al fin y al cabo.
Descargado de dicha responsabilidad se ha visto Tsuruko, cuya cordura le impide seguir en El Manicomio. Pero, ¡ja!, se creía que se iba a librar de sus pesadas cadenas, pero no: ahora también controlará los subforos de Pokémon todavía sin esclavos. En prueba de nuestra magnanimidad se asigna una pena compartida en dichos subforos a Vicky, que seguro que algo malo ha hecho.
Otro que asume nuevas esclavitudes responsabilidades es Criss. Al pobre le damos por adelantado el pésame. Le ha tocado ayudar en Fan Art, ahora que MerúM se lo va a pasar taan bien en su nueva sala de torturas (probándola).
Por último, debemos informar de que AdroMaster ha sido visto fugitivo de nuestra hermosa cárcel: ya no lleva las cadenas de la moderación. De recuerdo, y para lo que pueda servir, dichas cadenas dejan en él la marca del colaborador. Y, en nosotros, un profundo agradecimiento por su gran aportación en el perpetuo azotar de esta nuestra masoquista pero siempre honrada comunidad. Ojalá encuentres mejores palizas que recibir en tu vida.
Y con esto me despido. Me espera una tranquila noche afilando mis cuchillos. Quién sabe cuándo tendré que volver a utilizarlos...