Allá va un poco de la segunda parte (si no puedo acabarla la completaré mañana):
Vittore analizó la situación cuando pasaron los primeros monjes. Hacían una cola en la que el primero analizaba al segundo. Tras esto,el primero entraba y el segundo hacía lo mismo con el siguiente de la cola. Mierda. Era un estorbo para su función, y significaba dos cosas: Una, que no tenía margen de error para asesinar al grupo, y dos, que realmente deberían ir a un sitio secreto.
Absorto en sus pensamientos, volvió a la realidad. Cada vez que analizaba una situación, su mente se separaba de su cuerpo con la facilidad con la que una mariposa sale de su capullo. Al quedar apenas tres monjes por entrar, se puso la capucha del sucio traje. Dos monjes por entrar, desenfundó sendas cuchillas. Uno, las escondió en su manga.
-Hermano, la contraseña.
La respuesta de Vittore no se hizo esperar. Con la rapidez de una serpiente, le clavó la cuchilla en la boca mientras se la tapaba con la manga mientras le introducía la otra cuchilla en la convergencia del cráneo con el cuello, deslizándola
hacia arriba.
El monje templario cayó, muerto, sin siquiera proferir un grito. Vittore le puso la capucha y lo metió en el oscuro pasadizo suavemente tras comprobar aliviado que la capucha no dejaba pasar la sangre. Tras observar el mecanismo, lo cerró (otra habilidad que le dio La Volpe durante su entrenamiento era identificar cerraduras)
Decidió cubrir sus manchadas ropas con la túnica del monje. con cuidado de arrancar la capucha para que no sangrase.
Alcanzó a los monjes de nuevo para reintegrarse en el grupo. El grupo de monjes iba al compás, entonando una extraña melodía. Con un sigilo inusual, mató a otros dos monjes y poniéndolos en el suelo con suavidad, de manera que no había ni el más mínimo ruido. Cuando sólo quedaron dos, comprendió el terrible error de haberse metido allí.
CONTINUARÁ...