★ABRACADABRA★
Algunas veces, la vida es injusta pero pese a ello el destino nos tiene deparadaro un final
~Prólogo~
— Corre Quilladin, ¡Corre! —Decía una joven chica— ¡Corre Quilladin que los Beedrill nos pisan los talones! —
La muchacha y el pokémon seguían huyendo de aquellos Beedrill, ella sabía que no podía fallar dado que si lo hacía, su maestra la castigaría en el foso de los Electross y eso no pintaba bien. Llegaron al fin a vislumbrar una misteriosa luz y de hecho, fueron hacia ella para descansar un rato.
— Quilladin, vamos a descansar un rato que ya es hora —Dijo la chica mientras sacaba dos sándwiches de su bolso — toma, que debes de estar algo hambriento —
Quilladin y la muchacha se pusieron a comer tranquilamente y al pokémon le agrado mucho la comida, se notaba que estaba algo hambriento. Por el contrario, la chica no se comió más de la mitad y lo que quedaba se lo dio a su compañero; se pusieron en marcha, habían dejado atrás a los Beedrill pero ahora se encontraban perdidos en medio de aquel inmenso bosque. La chica tuvo una idea...
— Donde está... —Decía la chica mientras rebuscaba— ¡Aquí! —
Tras encontrar lo que buscaba, sacó de su bolso un tarro con arena y una etiqueta donde ponía "Vitrinas", saco un poco y la restrego por sus manos y las garras de Quilladin, pronuncio unas palabras y se evaporó del lugar junto a su pokémon. Apareció en un pueblo, en frente de una casa de piedra.
— ¡Maestra, —Grito la chica— le traigo su encargo —
Una anciana de aspecto enfadado salió de la casa, tenía sucios los ropajes y la cara llena de carbón.
— ¡Porque has venido tan rápido! —Dijo la maestra enfadada— Te dije que no usases los poderes Levira, así no aprenderás a luchar con el pokémon —
— Lo siento maestra Rose —Dijo Levira arrepentida— unos Beedrill nos perseguían —
— Me da igual —Dijo la maestra Rose— te dí una orden y la incumpliste, estoy muy decepcionada... anda pasa, que tendrás frío —
Levira pasó algo triste puesto que había incumplido ordenes, pero al menos no la meterian en el foso. Dentro de la casa se podía observar cierto desorden, parecía como si la maestra hubiese tenido un gran problema.
— Levira, hoy te tengo que confiar una cosa —Dijo la maestra Rose sacando un libro— yo te confío mi libro de hechizos, en el he puesto todo mi empeño en vida y, espero que cuando yo no esté, tu escribas en el lo que yo no pude para que algún día, tu se lo puedas confiar a alguien —
— Muchas gracias maestra —Le dije abrazandola cariñosamente— me esforzaré todo lo que pueda —
— Bueno, adiós —Le dije— mañana sobre que hora vengo —
— No, mañana no vengas... te tengo que preparar algo —Me respondió la maestra Rose — hasta que te vea, Levira —
