Autor Tema: [Fan fic] MAGMOR  (Leído 1402 veces)

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Magmor

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    Tercer aniversario Nivel 6 1.000 mensajes
[Fan fic] MAGMOR
« en: 01 de Octubre de 2015, 01:01:48 am »


   Khinna, Año 3642. La humanidad ha pasado ya por dos hecatombes según narran los últimos documentos. La negligencia de nuestros antepasados por no cuidar este mundo, acabó provocando un ascenso del nivel del mar conforme la capa de Ozono fue desapareciendo.

   Pero al parecer, ese mundo lleno de agua por todos lados, tampoco duró demasiado. El ascenso de las temperaturas, aceleró la evaporación del agua y las lluvias eran aprovechadas para el abastecimiento de los pocos humanos que quedaron supervivientes de la inundación mundial. Poco a poco, el agua disponible fue siendo cada vez más escasa, hasta convertirse en algo ya más bien de lujo. Todo el mundo que conocían, era tierra resquebrajada por la deshidratación del suelo. Y hoy en día, sigue siendo así.

   Algunos mitos dicen que esto no ha ocurrido en todo el planeta. Tampoco tenemos noticias de más supervivientes que los de Minska, situada a 3 días a pie al norte de nuestra ciudad, Khinna. Y de Ivaldi, situada a 2 días a pie al oeste de Khinna. Solo hay un pequeño mar en Minska y un río que divide el camino a pie entre Khinna e Ivaldi. Todo custodiado por la guardia flotera de Minska, por lo que el acceso al agua es exclusivamente suyo.

   Por suerte, Khinna es bastante próspera en cuanto a tecnología y recursos monetarios. Y se lleva bien con Ivaldi. Pero no todo es paz...

   Minska sabe que la capacidad tecnológica de Khinna, la provee de agua artificial creada gracias a nuestra avanzada tecnología que vende a Ivaldi para sus cultivos, y esto le perjudica seriamente, pues pierde el monopolio sobre el agua, y por ende, riquezas. Y al ser una ciudad muy avanzada militarmente, necesita bastante dinero con el que mantenerse.

   Realmente, si lo ves desde fuera, parece absurdo que solo quedemos tres ciudades en pie y que una de ellas se dedique a hacer un ejército flotero como si se preparase para un apocalipsis. Absurdo e irónico, pues ¿no somos nosotros los sucesores de los supervivientes de ese apocalipsis? ¿Acaso esto podría ser peor?

   Mientras pienso todo esto, escucho desde lejos una voz que me es difícil de procesar. Pero es insistente... y al final, me llega hasta lo más hondo.


    – Axel, despierta. ¿No crees que ya es hora?

   Hago un enorme esfuerzo por saber dónde me encuentro. Casi parece que estoy en ese fatídico y delirante estado de resaca en el cual no sabes exactamente qué pasa, quién eres o qué has vivido. Hago un esfuerzo por levantarme de esas sudadas sábanas que ya delatan la angustia vivida.

   Siento los ojos pegajosos. Me los froto y mojo mis dedos en lo que parecen restos de lágrimas. Me siento tan confundido e incómodo conmigo mismo que no logro si no otra cosa que enfadarme.


   – Es casi la hora de ir a clase. ¿No te acuerdas que ayer empezaste la universidad? Venga, levántate ya. A ver quién te manda llegar tan tarde anoche a casa. La comida esta en la mesa.

   Me levanto tambaleándome y me dirijo a tirar a mi abuela de la habitación.


   − No quiero comer. La quiero a ella –susurro.

   ¿Qué me había pasado? Yo tampoco lo sé a ciencia cierta. Me he considerado siempre un chaval valiente, luchando por vivir, por encajar...Y ahora... no queda nada.
   Solo sé que mi nombre es Axel. Según dicen, el que protege, el señor de la paz. ¿El que protege? ¿El señor de la paz? Cuánto cuestiono ahora mismo eso... Tengo 21 años y vivo prácticamente en el centro de Khinna. Actualmente vivo con mis abuelos maternos, ya que mi madre decidió que la vida sin limitaciones era mejor y mi padre... bueno, no ha sido bien visto por la sociedad debido a sus hábitos ilegales.

   Soy el mayor de cuatro hermanos. Uno de ellos es chico, las otras dos, chicas. Realmente no sé dónde se encuentran ahora mismo. Sé que una de ellas vive cerca de mi madre. Creo que aun se preocupa por ella, pese a que ella nos ha abandonado a todos. El chico, vive en las afueras de Khinna. Aunque no sé bien dónde ni a qué se dedica. Me ha llegado a oídas que es un inerme. Pero deseo que no sea así. De la restante, no tengo ni idea. No la conocí.

   Los inermes son gente que vive generalmente en las afueras de Khinna y que no tienen ninguna razón para seguir con nuestro sistema. Ni estudian, ni trabajan, ni saben magia la mayoría. Simplemente se pasan el día bebiendo, intentando ligar con mujeres o intimidando y robando a los visitantes de Ivaldi.

   Los llamamos así porque no tienen ningún recurso para poder sobrevivir en este mundo. Son como la escoria social. Nadie los quiere por su temperamento osado y pretencioso, que no acata órdenes ni leyes morales de ningún tipo diferente a las suyas. Realmente se alimentan de lo que roban o de la caridad de la gente. Pero si fuéramos la única ciudad en este mundo, ellos no existirían. Más de la mitad de sus beneficios, provienen de los viajeros.

   Cuando yo me fui de casa, ellos aun vivían con mi madre. Con el paso del tiempo todos hemos madurado, o eso espero, y hemos tomado nuestras propias riendas para sobrevivir. Si no me equivoco, la chica deberia tener diecinueve años y el chico, dieciocho.

   Pero supongo que si no sé nada de ellos, bien puede ser porque esten muertos o porque no necesiten de mí. Por que ellos, sí saben donde vivo. Y aunque quisiera ocultar mi ubicación, no podría.

   Es difícil que alguien no conozca al “novio de la extranjera”. Casi lo dicen como si fuera malo tener pareja. O como si fuera malo que fuera extranjera. La verdad, no lo entiendo. Es cierto que estamos en guerra y que debemos tener cuidado con los espías y esas cosas. Pero la trasladada realmente fue su madre. Ella ya nació aquí, aunque posea los rasgos característicos maternos.

   Fuimos juntos a la escuela y los dos decidimos que queríamos pertenecer a la milicia cuando fuéramos mayores. Salir fuera de la ciudad y explorar el mundo, nos parecía una idea loca y atractiva. A ella incluso alentadora, pues esperaba en unos de esos futuros viajes que soñaba, conocer su tierra, pues su madre no quería darle detalles al respecto.

   Y mientras pienso en todo esto, me veo apoyado sobre la puerta de mi habitación... Y sin darme cuenta, con la mirada perdida, acabo sentándome en el suelo, sin alejarme de la puerta. Me vienen las imágenes del día anterior. Y creo que lo vivido, marcará mi camino.


   – Axel, venga, despierta. Hoy empiezas las clases.

   Me levanto somnoliento pero nervioso. Hoy empiezo la universidad. Hoy es el primer día de mi inicio como adulto. Como integrante de pleno derecho de mi sociedad.


   – Buenos días abuela –le digo mientras le beso en ambas mejillas–. ¿Qué hay para desayunar?


   – ¿No dijiste anoche que querías unas tostadas y un yogur con nueces?


   – Uh, cierto. Gracias.

   Bajo trotando por las escaleras de madera que hay nada más salir de mi habitación, directamente al comedor, donde ya esta mi abuelo desayunando.


   – Buenos días abuelo. Que aproveche. Me voy rápido que llego tarde. Hasta luego –digo apresurado.


   – Buenos días hijo. ¿Y te piensas ir así?

   Me miro los pantalones y las mangas de la camiseta  y me doy cuenta de aun voy en pijama. Subo corriendo a cambiarme.


   – ¿Piensas ducharte hoy, Axel? –grita desde abajo mi abuela.


   – Ehm... ¡no! Osea, sí. Pero esta noche. Después de clases, he quedado con Aulria para dar una vuelta – le respondo con voz alta.


   – ¿Llevas protección? Que no se te olvide –me advierte.

   Hago caso omiso a eso último, para evitar alargar el asunto, y salgo por la puerta de casa con la última cucharada del yogur, aun en la boca.

  Cuando llego a la universidad, veo a gente por todos lados. La mayoría, van apresurados y corriendo como pollos sin cabeza. Supongo que el inicio de curso en la universidad es tenso para todos.

   Busco el tablón con el mapa del campus que hay frente a la puerta principal. La universidad son seis años, los dos primeros, son de formación básica, para que la gente aun indecisa, pueda formarse sobre todo un poco y decidir qué quiere hacer con su vida y sus estudios.


   – Vale. Aulario II. Bueno... a ver si me han puesto con Aulria. Como mínimo, con Jack o Dahna.

   Aulria es mi chica. Diecisiete añitos, metro sesenta y cinco, ojos rasgados de un color verde turquesa y pelo castaño con flequillo recto y que largo hasta media espalda. Parece una chica seria y da impresión de ser fría. Pero en realidad es cariñosa, insegura y con genio. Me gusta llamarla “bollito” debido a los enormes mofletes que tiene y a que, en realidad, siente más interés por las mujeres que por los hombres. Mi abuelo, llama a ese tipo de chicas bolleras, porque dice que los pechos son como bollos. No le veo mucho sentido, pero igualmente ella sabe que se lo digo con todo el cariño del mundo. Es una manera de diferenciarla del resto. De representar lo especial que es para mí.

   Jack es un chico de metro ochenta pero delgado y un poco inseguro. Es más bien callado y no suele dar la nota. Al contrario que yo. Nos llevamos muy bien porque yo soy muy charlatán y él se entretiene bastante conmigo. Tiene el pelo corto y moreno  y ojos verdes. La piel la tiene inusualmente blanca. Y ni él mismo sabe por qué no consigue ponerse moreno.

   En cuanto a Dahna, tiene un nombre raro, sí. Ella es otra extranjera, aunque la gente no la critica como a Aulria, ya que todos saben de donde proviene. Sus padres son mercaderes de Khinna, se mudaron hace unos años desde Ivaldi, al enterarse de que Minska, intentaba cortar el suministro de agua entre Khinna e Ivaldi. Es una chica muy morena, se nota que ha estado viviendo en los campos de Ivaldi. Tiene el pelo negro largo y ondulado, le llega hasta el culo. Sus ojos son marrones y tiene rasgos más bien de niña, aunque ya tiene veinte años. Mide metro sesenta pero es enérgica y alegre, aunque la gente se suela reír de ella por lo bajita y delgada que es. Creo que no llega ni a los cincuenta kilos. Aunque lo mismo se puede decir de mí y de Jack. Incluso Aulria, que pesa cuarenta y ocho kilos.

   Llego corriendo al aulario conforme indicaba el mapa y enseguida me pongo a buscar mi clase entre los dos pisos que hay. Por suerte, no tardo en encontrarla. Al entrar, veo como diez filas de pupitres llenos de gente de diferentes sitios, rasgos y personalidades. Al fondo, como si eso le fuese a hacer pasar desaperdibido, estaba Jack. Y a su izquierda, Dahna. Me acerco a ellos con entusiasmo y al vernos, nos abrazamos. Han pasado varios meses desde la última vez que les vi. Jack no sale mucho de casa porque quiere ser investigador y Dahna, había vuelto con sus padres a Ivaldi, para visitar a su familia.


   – Hola Axel, todo bien, ¿sí? –saluda Dahna con entusiasmo.


   – Sí, Dahna. ¡Cuánto tiempo! Te has vuelto a poner morenísima –le contesto con una sonrisa.


   – E-esto hola Axel... ha pasado mu-mucho tiempo –saluda Jack sonrojado.


   – La verdad es que sí –le contesto riendo.– No te pongas tan nervioso. Ya nos conocemos, ¿no? Hay confianza, hombre.


   – Eh, s-sí, vale...

   Justo cuando nos sentamos los tres, entra el instructor. Parece un hombre serio, de mediana edad y de cara muy caballerosa. Tiene el pelo corto pero peinado para atrás, haciendo un pequeño toupé. Es muy blanco de piel y va vestido con un traje gris que parece de buena calidad.


– Buenos días, nuevos alumnos. Bienvenidos a la universidad de Khinna. Soy el Teniente Edwart Jäger, y seré vuestro instructor durante estos dos años. – saluda formalmente.


– Encantado, Teniente – decimos de pie.


– Bien, antes de empezar quiero comunicaros mi sistema. Cada mes, haré una evaluación personal de cada clase. Vosotros sois la A y el otro grupo que llevo, el B. Cada mes, los diez mejores serán publicados en la prensa oficial con el objetivo de que se interesen en vosotros y os contraten. Los diez peores, ganarán un sello en su boletín de aptitudes. Con tres sellos, quedáis fuera del sistema. No queremos gente incompetente o que no se esfuerce al máximo, ¿queda claro, señores y señoras?


– Sí, señor – contestamos todos a la vez.


– No, no me queda claro. Moralmente no –pienso.

   No he visto a Aulria por ningún lado. Quizás esta en la otra clase. Y por los datos que proporcionará el profesor Jäger, así es.


– Bien. Todos habéis hecho una prueba de actitud previa para ingresar aquí. Tomadlo como vuestro punto de partida. Aparte de quien no cumpla mis expectativas, quien al final de cada mes, quede por debajo de la nota con la que entró, también quedará fuera. Podéis quejaros si quereis. La incompetencia no siempre se elige. Ahora, os diré el top 10 de los mejores alumnos de este curso. Espero que sepáis tomaros esto como corresponde. –dijo seriamente.

   Todos nos quedamos con un nudo en la garganta. Lo que hasta ahora parecía buen rollo, estaba a punto de convertirse en una batalla campal por la aceptación y el poder dentro de la sociedad. ¿Aun hay necesidad de seguir luchando así entre semejantes?


– En primer lugar, Steven Hoffman con una nota de nueve con nueve. En segundo lugar, Aulria Thief, con una nota de nueve con ocho. Tercer lugar para Christa Strova, con una nota de nueve con seis. Cuarto lugar para Paul Schidler, con una nota de siete con siete. Quinto lugar para Sakura Hueto, con una nota de siete con cinco. Sexto lugar para Sarah Kiss, con una nota de siete con cuatro. Séptimo lugar para Dahna Damm, con una nota de siete con tres. Octavo lugar para Bellatrix Laurent, con una nota de siete. Noveno lugar para Eric Masson, con una nota de seis con ocho. Y décimo lugar para Axel Wladen, con una nota de seis con cuatro. –comenta el profesor.

   Conforme van diciendo los nombres de los presentes en mi clase, van sonriendo y saltando de alegría por estar entre los diez mejores clasificados. A mí, más bien me parece un punto en contra, pues hace que la competencia se fije en tí y te cause problemas para quitarte de en medio. Pero realmente me ha sorprendido el resultado de Aulria. Es realmente excepcional. No creo que pueda sentirse muy orgullosa de alguien que ocupa el décimo lugar. Aunque sea el décimo de ciento ochenta y cinco alumnos de primer curso.

   Al parecer, en mi clase solo hay cuatro de los diez mencionados, contándonos a Dahna y a mí. Los demás, son Sarah Kiss y Christa Strova. Sarah es pelirroja, de pelo muy lacio y a media espalda de largo y muy infantil de físico. Tan delgada que parece que esta enferma. Es muy blanquita de piel también y apenas tiene músculo. Supongo que ella, es de las que irán a investigación. A Christa solo puedo verle su tez blanca como la nieve, su pelo lacio y brillante del color de la oscuridad más intensa y recogido en una larga coleta y su fisionomía delgadita y de buenas curvas. Entre que esta de espaldas a mí y que la tapa más gente, me tengo que conformar con eso.

   Estamos en una etapa difícil. Cada uno debe escoger lo que quiere hacer con su vida. Ir a la milicia, dedicarse a investigar, ayudar al orden haciendo cumplir la ley en la guardia civil, ser comerciantes y vender los productos que nos traían desde Ivaldi o ayudar a los que, como mis hermanos seguramente, no tienen ni recursos ni apoyo social para comenzar una vida digna. Ya sea por problemas económicos, sociales o personales.

   En Khinna, la formación académica básica es la universidad. Incluso para ser un comerciante, necesitas estudiar. Pues con tanta tecnología, es obvio que algún conocimiento debes tener. Pero no solo eso. También enseñan a desarrollar el tipo de magia que cada persona posee dentro de sí. De este modo, el pueblo mismo era un potente ejército capaz de autoprotegerse y de proteger a sus seres queridos. Aunque no todos usaban la magia con los mismos fines, ni mucho menos. Mientras que unos se ganaban la vida con ella usándola para defender al pueblo y otros para poder vender frutas y verduras, había gente que usaba esa magia para robar, torturar, secuestrar o matar.

   Son como las cuatro de la tarde cuando salimos de clase. Estoy tan encerrado en querer ver a Aulria, que me olvido de comer, por increíble que parezca. Me acuerdo una vez he salido de casa. Hemos quedado a las cinco en el pequeño lago del parque central, bajo el árbol en el que nos besamos por primera vez. Por fin termina el día y vamos a estar solos. Solos ella y yo. Cuando llega, nos damos un abrazo y un beso y vamos a caminar por la orilla del lago. Pero algo parece que no va bien.


   – Bollito, ¿quieres un helado? –pregunto preocupado.


   – No te preocupes peque, de verdad. Estoy bien.


   – Venga, no mientas. Desde que has venido, te he visto con la mirada perdida. ¿Qué pasa?


   – Nada, en serio. Son cosas sin importancia.


   – Vale, pero tú sí eres importante. Me importas.


   – Es solo que mañana empezamos ya en serio nuestro primer año de universidad. Y conocerás a muchas chicas guapas. Mas guapas que yo... y de aquí...


   – Aulria, te lo he dicho mil veces. Debes pasar de aquellos que te miran por encima del hombro por ser extranjera. Y de hecho, ni siquiera lo eres. Naciste aquí.


   – No lo entiendes, Axel. Mi madre tampoco quiere decirme de dónde provenimos. La gente desconfía de mí porque piensa que soy una espía de Minska. Y yo... ¿qué hago? ¿Desconfío de mí misma porque no sé ni de donde vengo? Ni siquiera he sido capaz de evitar que se burlasen de mí en clase al aparecer como la segunda clasificada. ¡Ni siquiera eso! Con todo lo que me he esforzado en encajar... –contesta entre lágrimas.

   Hoy, hacemos un año. Y ella, entre lágrimas, solo puede pensar en lo que la gente piensa de ella. Cabello castaño puro, ojos verde turquesa, labios rosados y finos y mofletuda a más no poder. ¿Podría haber algo más bello e inocente?

   Pero supongo que para el resto de la gente, que ella sea la chica más guapa de la ciudad, la hace aun más sospechosa. He escuchado a veces que usa magia de forma para parecer tan bella. Y en realidad, no posee ese tipo de magia.

   Desde que la alquímia permitió a las personas poseer habilidades fuera de lo común, de generación en generación se nos ha implementado una modificación celular que varía con nuestra genética propia. A estas habilidades se le llama magia. Actualmente, existe magia de 3 tipos: Magia de persona, magia del alma y magia de forma.
   La magia elemental la solemos tener todos. Cada persona, posee un elemento natural al que es afín. Esta considerada como la más básica. Ya que el resto de magias, necesitan de esta.
   La magia del alma, te ayuda a adoptar formas animales completas o semicompletas, modificando tu físico y potenciando ciertas habilidades según el animal. Dicen que el animal que te representa es el que más se adapta a tu forma de ser. Pero esta magia no la poseen tantas personas.

   Por último, la magia de forma trata de convertir objetos en armas a voluntad propia. Pero la gente, con la ayuda de una tecnología sacada al mercado hace unos años, utiliza sus propios órganos del cuerpo. De manera que son sustituidos por órganos mecánicos y sus órganos originales pasan a tomar forma. Pero no hace solo eso. También puede cambiar el físico del usuario. Pero tampoco puede usarla todo el mundo.

   Cuando pasé a la secundaría, me dijeron que mi elemento era el fuego. Mientras que el de Aulria era la tierra. Según lo dicho, esto afecta a nuestro carácter. Yo soy mucho mas temperamental y espontáneo mientras que ella parece en un principio insegura pero es de ideas fijas. Y tan fijas...


   – Deja que te acompañe a casa, anda. –le pido con una sonrisa consoladora.


   – Sí, gracias. Oye... quiero que sepas que realmente te quiero. No lo suelo demostrar pero eres muy importante para mí.


   – Aulria, llevamos un año juntos. Sé lo que piensas o sientes con solo mirarte. ¿Te acuerdas de lo que dijo tu padre cuándo me conoció?


   – Sí, claro. “El fuego es el elemento más antiguo y poderoso. No solo destruye. También ilumina y guía.”


   – Pues aquí estoy yo. Para destruir lo que te aflige, iluminarte en la oscuridad y guiarte hacia la felicidad. Y todo, sabiendo que mis acciones no siempre son las adecuadas. –le digo mientras le beso la frente.

   Se ha hecho ya bastante tarde. Caminar por Khinna demasiado entrada la noche no suele ser seguro. Y más para los que no sabemos aun usar la magia como corresponde. Nos dijeron que es una opción que tenemos. No es una obligación ni una necesidad. Así que realmente, excepto la milicia, nadie aprende a usarla, salvo los que lo hacen por su cuenta.

   Empezamos a caminar por una callejuela, para poder atajar hacia su casa. Pero... no llegamos. Ella no llegó. Mientras hablábamos, alguien le disparó Me he pasado toda la noche con la imagen de sus ojos llenos de dolor antes de caer al suelo. Tardé un par de segundos en reaccionar. Fue todo demasiado rápido. Empecé a gritar y bajaron dos vecinos a ver qué pasaba. Les pedí por favor que llamasen a una ambulancia y que la llevasen al hospital mientras yo corría en busca de quien hubiera disparado. Pero no. No encontré absolutamente a nadie.

   En una hora, yo también estoy en el hospital. Pregunto por su habitación en recepción y subo a toda prisa para verla. Cuando entro, ella esta ya al borde de la muerte. Me siento al lado de su cama, cogiéndole la mano, rezando a lo que nunca he creído para que se salvara. Mi oración es interrumpida por el pitido de la máquina. Pitido que anuncia el final de un año de amor y de una vida inocente. Y el principio de una etapa de odio, angustia y de un camino perdido.

   Aunque estemos en guerra con Misnka, para mí, Khinna era un bello paraíso lleno de paz cuando la miraba a los ojos. Y yo, insensato y egoísta, peleaba con ella casi a diario por chorradas, sin darle importancia... o sin ni siquiera pensar que algo le pudiera suceder. ¿Qué importancia tenían ya todas esas peleas comparado con lo que acababa de pasar? ¿De verdad había merecido la pena tanta riña tonta? No me acuerdo exactamente de la hora a la que llego a casa, pero tampoco tengo demasiado sueño. Me levanto de mi pesadumbre ahí sentado en la puerta de mi cuarto. Bajo al salón ya vestido y me voy sin comer ni nada. Mis abuelos ahí se quedan, viéndome marchar.

   El sol, como siempre, parece abrasar. Y abrasaría, si no fuera gracias al filtro de la cúpula. Dentro de la cúpula, hace unos 30ºC. Bueno, lo que se llamaría verano. Tenía tiempo antes de asistir a la última clase del primer día. Aunque tenía entendido que no era nada importante. Me desvío un poco del camino para ir a darle en persona el pésame al padre de Aulria, el señor Jeckan Thief, experto en modificación genética.

   Cuando me planto delante de su casa, siento ganas de dejarme caer y quedarme ahí, sin hacer nada. Realmente no me apetece nada, ni vivir. Pero tampoco quiero que mi familia sinta el dolor que estoy sintiendo yo al perder a quien más quiero.

   La familia de Aulria vive en una modesta casa unifamiliar en las afueras de Khinna, pero dentro de la cúpula. El padre de Aulria tiene un par de sótanos subterráneos donde hace su trabajo fuera del hospital. Es reconocido por ser muy responsable y aplicado. Ha pedido hacer él la autopsia a su hija, pero se lo han denegado. Yo también se lo hubiera denegado. ¿Qué necesidad hay de alimentar aun más ese dolor?

   Toco a la puerta con los nudillos algo fríos por la tensión. No escucho nada. Pero finalmente, la madre de Aulria, Azumi Thief, me abre la puerta.


   – ¡Oh!, eres tú, Axel. No te esperábamos hasta el entierro de esta tarde. ¿No piensas ir a la universidad? ¿O vienes ya de ella? –me dice con voz alicaída, intentando sonreír.


   – Hola, señora. No, no he ido. –contesto con timidez.


   – Axel, no te preocupes. Estamos... bien. Dentro de lo que cabe, claro. Ven, entra y siéntate. Ahora mismo te sirvo algo para beber. ¿Te parece un poco de té de hierbas aromáticas?


   – ¿¡Hierbas aromáticas!? –exclamo conteniendo las nauseas.– Sí, claro... Muy amable.

   Paso con pesadumbre, pues me da pena que una mujer tan buena, como ha sido siempre la señora Thief, tenga que pasar por este mal trago. Ni ella ni su esposo lo merecen. Cuánto menos, la hermana pequeña de Aulria, Lissa. La verdad, es que aunque las tres mujeres no tuviesen rasgos extranjeros, no habría confusión posible del parentesco. La madre, tiene el pelo negro azabache pero sus ojos también son turquesas. Y Lissa, tiene los ojos marrones y el pelo castaño de su padre, pero los mismos mofletes y labios que Aulria y su madre.


   – Anata, Axel ha venido. ¿Puedes subir a darle los buenos días, por favor?

   Se escucha un sonido metálico y un carraspeo. A continuación se oyen sonidos de pisadas subiendo las viejas escaleras de madera del sótano.


   – Vaya, Axel. Un placer verte por aquí. –dice el señor Thief con cierta alegría.


   – Gracias señor, yo también me alegro de que se encuentre... bien. En realidad, vengo a hablar con usted. Ya sabe, sobre lo que me comentó hace unos días. Ayer empecé la universidad y al final de cada mes nos irán haciendo pruebas de aptitudes físicas y mentales para determinar quien puede o debe usar magia y quien no o quién debe seguir con los estudios. Ya sabe... el sistema.


   – Sí... lo sé –contesta serio.


   – Bien... bueno... Es difícil pedir esto, pero me gustaría que me preparase. Y no solo me refiero a nivel físico o mental. Si no que me enseñase magia.


   – Sabes que es ilegal, Axel. Al menos esa última parte –desaprueba con el ceño fruncido.


   – Sí, lo sé. Pero también le prometo que no seré imprudente. Mire, siempre he sabido que quería unirme a la milicia. Pero no sabía exactamente si estar al lado del rey, o patrullar las calles. Ayer de camino a casa, lo pensé. Y quiero unirme a la guardia civil. Patrullar por las calles y defender a la gente. Pero no quiero ser uno más. ¡Quiero ser el mejor! Y necesito su ayuda...

   Los ojos del señor Thief no estan preparados para asumir responsabilidades ya tan rápido. Pero él sabe que esa era mi manera de mitigar el dolor.


   – Esta bien. ¿Cuando quieres que empecemos? Ya te puedo asegurar que no será fácil.


   – Me esforzaré hasta el límite –contesto entusiasmado.− ¿Le parece bien en un par de días? Ahora acabamos de empezar las clases y quiero asentarme un poco y saber por donde irán las cosas.


   – Sí, claro.


   – Genial, pues hasta pasado mañana. Y muchas gracias, de verdad.

   Estoy ya a punto de salir por la puerta de su casa cuando percibo como esposa y marido se miraban con mirada cómplice y de preocupación a la vez.


   – Un momento Axel, hay algo que quiero darte –me dice el señor Thief.


   – ¿De qué se trata? –le pregunto.


   – Ven y lo verás –me contesta mientras baja las escaleras de su laboratorio.

   Incentivado por la curiosidad y el respeto y agradecimiento a ese hombre, procedo a bajar las escaleras mientras miro a la señora Thief, que no para de sonreírme con esa forma maternal tan suya.


NOTA DE AUTOR:
- Anata: pronombre japonés formal de segunda persona del singular. En circunstancias normales, puede traducirse por "usted" o "tú". Sin embargo, cuando una mujer llama de esta manera a su marido, su significado cambia a "cariño"

« Última modificación: 06 de Enero de 2016, 04:46:09 am por Magmor »



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Re:[Fan fic] MAGMOR
« Respuesta #1 en: 21 de Octubre de 2015, 08:37:34 am »



Todo esta extremadamente oscuro. Bajo guiándome por una especie de barandilla que hay a la derecha de la escalera, también de madera. En la izquierda, solo hay pared de piedra sin pulir. La sensación al tocarla es bastante desagradable. No sé exactamente a qué se debe pero esta húmedo y yo, odio mojarme.


-   No tengas miedo– me dice el señor Thief para relajarme.

   Pulsa un interruptor al bajar del todo que enciende una pequeña bombilla colgada de un cable en el medio de toda aquella sala. Yo, aun en la escalera, consigo ver más o menos todo lo que me rodea. La habitación sigue siendo muy oscura, pero la luz blanca de la bombilla consigue iluminarme lo suficiente.


-   Hmm, Axel... ¿cuándo es tu cumpleaños?

   Me quedo por un momento callado. La verdad, no me inspira confianza una pregunta que, en principio, nada viene a cuento. Pero consigo despegar los labios lo suficientemente rápido para no parecer un maleducado.


-   La semana que viene. ¿Tiene alguna importancia específica?

   El señor Thief me mira fijamente durante unos segundos. Después, mira al primer escalón. Me doy cuenta que yo aun sigo parado en medio de la escalera como si fuera tonto. Bajo las escaleras lo más rápido que me permite la desconfianza de unos peldaños de madera podrída y ya abajo, le miro fija y seriamente a los ojos.


-   Sí, entonces no estaba equivocado. – susurra.

   Como es habitual cuando algo me extraña, arqueo la ceja izquierda. Al ver la expresión en mi rostro, el señor Thief se ríe y se dirije hacia un baúl para sentarse encima de él. Yo me limito a seguirle con la mirada. Me siento bastante confuso con esta escena. El señor Thief carraspea levemente y da el primer paso.


-   A veces, no es fácil llevar una familia. Imagino que puedes llegar a pensar en ello como algo con muchas obligaciones y responsabilidades...

   Noto cierta emoción en sus palabras, así que mejor pienso en relajarme y me siento en la escalera para escucharle más atentamente.


-   Enamorarte de alguien es muy agradable. Pero también muy doloroso – prosigue tras sentarme. – Entiendo tu dolor, de verdad. Pero tu mirada ha cambiado, y no me gustaría que te encerrases en ti mismo. Te conozco desde que eras pequeño y sé lo entusiasta que eres, que te ilusionas rápido y que cuando algo te duele, te vuelves serio y frío.

   La verdad, no he accedido a bajar para escuchar ese sermón. Y menos para sentirme frágil y débil. No me gusta que la gente me conozca cómo soy por dentro. Si considero que la mejor opción es volverme serio y autosuficiente, es mi decisión y mi problema. Y creo que estoy tomando la decisión correcta. La mayor debilidad del ser humano no es sentir, es ser conscientes de que sentimos. Y es algo que tengo que evitar por el momento y a toda costa. Me levanto tenso y con la mirada fijamente puesta en los ojos del señor Thief. Él ya conoce mis miradas. Sabe cuando quiero expresar que es asunto mío, y que no voy a tolerar que nadie se meta de por medio. Me da igual si tiene buenas intenciones o no. Cada uno debe arreglarse sus propios problemas para continuar avanzando.


-   Jeckan, agradezco tu comprensión y amabilidad. Pero sabes que no me gusta que me tengan lástima. – le dije muy seriamente.
   El señor Thief suspira.


-   Espero que el tiempo te enseñe a valorar más lo que aun tienes delante que lo que has perdido, Axel. Todos queríamos a Aulria. ¿Quién la va a querer más que su propia madre o su padre? Sé que la echas ya de menos .Y sé que la seguirás echando de menos. Pero todo en esta vida tiene un camino.

   No me molesto ni en meditar sus palabras. Simplemente empiezo a subir las escaleras.


-   Axel, no he terminado. – insiste.


-   Yo, sí – digo alterado.

   El señor Thief se levanta del baúl y lo abre. Saca un objeto bastante alargado y, por su cara de sufrimiento y gruñidos, pesado, y me lo lanza sin previo aviso. No me es difícil alcanzar a cogerlo antes de que me de en la cara. Me paro en seco y al observarlo, veo una frase en una lengua extranjera. Pero sin duda, soy capaz de leerlo y de saber su significado: Tanjōbi omedetō, anata. Aishite iru yo. Zettai ni wasurenaide, onegai.

   Me quedo mirando esas letras detenidamente. Estan escritas con un tipo de letra bastante raro. Por supuesto, ella lo escribió en nuestra escritura, para que yo pudiera leerlo. Pero eran letras muy estilizadas. Parecían de la época en la gente aun creía que los reyes eran elegidos por dios. Segun leí en uno de los libros del señor Thief hace tiempo, se llamaba Edad media.
   Las acaricio por encima y noto incluso relieve. Creo que usó cera roja para escribirlas, a juzgar por la textura y el color carmesí. Noto que mi rabia desaparece instantáneamente. Pensar en ella hace que desaparezca mi dolor. Aunque esto resulta contradictorio, pues si algo me duele, es su ausencia. Pero continúo pasando los dedos por encima de las letras, como si mis ojos me engañasen y fuesen los dedos de un ciego los que debieran leerlas.

   Levanto lentamente la mirada y miro al señor Thief sin decir nada. Él me sostiene la mirada. Vuelvo a mirar las letras grabadas sobre ese trapo de tela que cubre el objeto. La verdad es que no se si abrirlo o simplemente dejarlo así y abrirlo en casa. Es un sentimiento desconocido, pero siento como si mi interior me dijera que todo lo que tenga que ver con Aulria, fuera parte de mí. Un tesoro.


-   Gracias...-susurro.

   Jeckan agacha la cabeza y vuelve a sentarse en el baúl una vez que lo cierra. Yo aprieto ese objeto alargado como si se me fuese a caer. O como si fuese frágil. Supongo que busco la fortaleza necesaria para no dejar escapar mis lágrimas.


-   Debo ir a clase...


-   Sí. Perdona que te haya entretenido tanto-responde tristemente también.

   Termino de subir las escaleras y me encuentro en la puerta de de arriba con la señora Thief. Le miro seriamente pero intento sonreírle y con voz de niño simpático, darle las gracias por su hospitalidad. Ella sabe que me estoy esforzando por mostrarme como siempre, y me responde con otra sonrisa mientras camina detrás de mí para acompañarme hacia la puerta principal, por la que salgo sin ni siquiera despedirme.

   De camino a la universidad, decido apoyarme el objeto sobre el hombro izquierdo mientras lo sujeto por un extremo que, extrañamente, parece un mango. La universidad no esta demasiado lejos, pero el tiempo se me pasa volando pensando. Pensando en lo irónico que es que, aun muerta, siga estando presente de manera física día a día. En que quiero llegar a casa cuanto antes para abrirlo y en lo irónico que resulta que me escribiera esas palabras. Supongo que nadie sabe cuándo le toca morirse. Pero viéndolo en este contexto, es como si ella sí que lo supiera. Aunque supongo que su plan era entrgármelo en mano.

   Estoy a punto de entrar a la facultad cuando una chica me saluda desde una zona de césped, justo debajo de un árbol. Me parece que es Dahna. Me acerco y compruebo que se trata de ella: estaba en lo correcto. Me acerco y me siento al lado de ella.


-   Buenas tardes, Dahna.


-    Buenas tardes. he estado esperando todo el día por verte.


-   Ya imagino. La noticia ya se habrá extendido por toda la facultad, ¿no?


-   Sí... pero tú tienes que sonreir, ¿si? No hagas caso de malas personas.


-   Bueno, más de uno se alegrará de que Aulria...

   Dahna se queda en silencio y agacha la cabeza. Yo apoyo mi espalda contra el tronco del árbol.


-   Por cierto, ¿qué es eso?- pregunta con seriedad.


-   Pues... no lo se aun. Me lo ha dado el padre de Aulria... Lo abriré en casa.


-   ¿Irás esta tarde a su entierro?


-   No... Prefiero no ir. Aulria siempre ha querido ser incinerada. Puede parecer una tontería, pero mi elemento es el fuego. Verla ser devorada por las llamas es como decirme a mí mismo que soy yo el que la ha matado.


-   ¡No seas bobo! No es culpa tuya, ¿si?


-   Sí... Ojala estuviese tan convencido.


-   ¿Por qué no lo estarías?


-   Porque... bueno, son paranoias mías. No te preocupes.

   ¿Qué sentido tiene decir que mi obligación como su pareja era protegerla? Aunque yo mismo sé que no podía hacer nada por impedir que aquello sucediera, no puedo evitar sentirme así. Yo no he llevado una vida tan digna como ella, nunca. Sí, ser extranjera le dificultaba mucho las cosas. Pero su padre es el mejor investigador de todo Khinna y su madre la quería muchísimo. Es más, ya puestos, ella tenía padres. ¿Y mis padres? Quién sabe...

   Mientras estaba absorto en mis pesados y deprimentes pensamientos, vi a una chica completamente sola debajo de otro gran árbol unos metros a la derecha de donde estábamos nosotros. Daba la sensación de ser solitaria. Desde luego no la veía muy contenta. O quizás estaba simplemente centrada con el libro que tenía entre sus manos.


-   Oye, Dahna. ¿Quién es esa chica de allí?


-   Christa Strova. Esta justo por detrás de Aulria en cuanto a nota. ¿No te acuerdas?


-   Pues... no, la verdad. No me quedé con su cara. hm... ¿Esta seria o me lo parece a mí?


-   Creo que ella es así. En clase hace lo posible por alejarse de la gente. A lo mejor es tímida. Vamos a hacernos sus amigos, ¿sí?

   Me quedé mirando a Christa pensativo.


-   Perdóname, Dahna. Pero falta poco para ir a clase. Y creo que ella puede ayudarme con algunas dudas que tengo. Te veo después, ¿vale?

   Dahna se quedó ahí se sentada, observando silenciosamente. Si lo mirase objetiva y detenidamente, podría incluso afirmar que esta más seria que de costumbre. Creo que esta preocupada por mí. Y es algo que agradezco, pero me incomoda. Suelo asimilarlo al sentimiento de pena por alguien y no quiero dar pena a nadie.

   Me acerco con las manos metidas en los bolsillos, como si mis propias intenciones no fueran conmigo, como si ella no captase mi interés. Pero no voy a engañarme. No se me da bien eso.
   No me había dado cuenta en las clases del día anterior, pues estaba más pendiente de lo que decía el instructor y de mis amigos, que de conocer gente, aunque sí sabía que ella estaba en mi clase porque me sonaba su nombre. Pero, muy para mi sorpresa, diría que encontré a una chica más bella que Aulria, si semejante cosa era posible.

   Ojos azules grisáceos y pelo tan largo que lo tiene recogido en una coleta que llega sobradamente al suelo. Pero claramente es extranjera. Y yo empiezo a preguntarme el por qué de no haber oído nunca nada acerca de ella antes de encontrarnos en la universidad. Ahora sí puedo observarla detenidamente. y no como ayer en clase.

  Me acerco a través del césped y decido sentarme a su lado, apoyándome también en el arbol pero sin decir nada, esperando a que ella cierre el libro y me diga algo, por muy grosero que sea. Pero ella, si aun podía dejarme más descolocado, lo hizo. Se supone que aun no sabemos magia. Que de eso se encarga la universidad, pero ella decide hacerse invisible como si nada.
   Me quedo extrañado porque nunca había escuchado nada igual. Tardo unos segundos en entenderlo. Magia de forma. Me doy cuenta de que sus pisadas se marcan sobre el césped y me levanto para agarrarla, pese a que no la veo. A lo que ella, decide responder volviéndose visible de nuevo y dejando que su larga coleta me muestre cúan larga es.


-   Vaya, te llega al suelo- digo sorprendido mientras miro el final de su coleta a sus pies.


-   ¿Qué quieres?


-   No lo se exactamente. Solo me he sentido atraído por esa sensación tan fría que transmites. Me has interesado y me he acercado.


-   Eres...Axel, ¿no?


-   Si.


-   Siento lo de tu chica. Supongo que la muerte de alguien a quien quieres provoca muchos cambios. Tanto de personalidad como sociales.


-   Sí, supongo. Ser extranjera tampoco debe ser fácil.

   Christa me mira silenciosamente.


-   Me voy a clase. Y tú deberías hacer lo mismo. Estos perros del gobierno no se andan con tonterías. Parece que dan oportunidades a todos, y en realidad, en cualquier momento te ascienden a SMA o te degradan a inerme.


-   ¿Cómo sabes usar...?


-   Eso no importa. Solo lucha, mejora y hazte respetar. Eso es lo que importa- dice cortándome.

   Después de echarme su última y fría mirada, decide seguir su camino hacia clase. Christa... Cristal... sin duda le pega. Fría como el hielo, cortante como el cristal. Y casualmente, leí una vez en un libro del doctor Jeckan algo acerca de la “Herejía”, que si bien no entendí del todo lo que era, hablaba algo de que las personas del elemento agua eran capaces de crear cristal. Pero simplemente es una curiosidad. Decido ir a clase a afrontar otro extenuante día sin ella.


-   Bien, chavales. Hoy es el segundo día pero no por eso será menos importante. Aqui, en esta clase, hay gente de Khinna y de Ivaldi. Unos saben magia, otros no. O mejor dicho. Unos pueden crear magia, otros no. –explica el profesor Jäger –Los que sois de Khinna, deberéis venir aquí para verificad vuestro elemento. Los que sois de Khinna pero no sabéis usar magia, deberéis rellenar el siguiente formulario. Los de Ivaldi, igual. Esto hará que os califiquemos aparte de los que saben usar magia. Aunque esto no significa que no debáis aprender a pelear.

   Procedo a levantarme sin pensarlo y a bajar por las escaleras laterales hasta la mesa del profesor. Me encuentro ante una bola de un material semejante al cristal, pero que no creo que lo sea. Veo que todos van haciendo fila india detrás de mí.


-   Bien, segun el elemento, se os asignará una chaqueta. No me apetece estar leyendo informes de noventa personas o más, así que procurad venir siempre con ellas. Ahora, en orden, id poniendo la malo sobre la bola.

   Sigo sus instrucciones. La bola no tarda en volverse de un rojo amarillento.


-   Fuego, perfecto. Esta es tu chaqueta. –me dice el profesor. –vuelve a tu sitio.

   Le hago caso y vuelvo. Mientras estoy ahí sentado, veo como pasa Dahna, a quien el profesor le da una chaqueta blanca. Pasa Steven y recibe una chaqueta verde. Pasa Christa. Como sospechaba, chaqueta azul para ella. Pasa Bellatrix y coge la chaqueta negra. Pasa Jack y una chaqueta blanca para él.. La chaqueta marrón para Sakura y la roja para Sarah.

   Siguen pasando todos y nos vamos sentando.

   Nos quedamos todos en silencio y esperamos a que el profesor corrobore que todos tenemos nuestras chaquetas. Parece ser que Jäger no hace su trabajo. Pero alguien lo haría por él, porque estaban las chaquetas justas.


-   Bien, hoy quiero veros por primera vez en acción. Quiero comprobar las habilidades con las que empezáis, para así calificaros mejor. Iremos a la sala de milicia real para probar un simulador de combate, donde podréis usar magia de manera libre y allí será más fácil enseñaros los primeros conceptos.

   Todos parecen un poco nerviosos. El profesor lo ha dicho como si aquello fuese a ser una tortura. En medio de toda la conmoción, escucho como Bellatrix se ríe descaradamente y en voz alta mientras habla con la chica de al lado.


-   Es una lástima que Thief este muerta. Le hubiera gustado lucirse. Dicen que le gustaban las chicas. Que asco, ¿verdad?  ¿Te la imaginas acosándonos o fantaseando con nosotras?

   A veces tengo lapsus de memoria. Mis emociones me nublan el juicio y no soy capaz de procesar la información de ese momento. Recuerdo escucharla, y oír a Dahna gritar mi nombre. Tras eso, solo recuerdo como una pequeña piedra afilada pasaba rozando mi cara, cortándome un poco de pelo. Es como si eso me hiciera reaccionar. Todo el mundo mirándome, yo furioso y la pobre mesa, magullada.

   Miro atónito a Dahna, que no termina de creerse lo que acaba de pasar. Veo al fondo al profesor con el brazo estirado apuntándome. Supongo que ha sido él quien ha lanzado esa piedra afilada. Veo mi brazo, ardiendo extrañamente. Lo levanto y veo parte de la mesa negra a causa de las llamas.


-   ¿Qué...?


-   Te has quedado mirando fijamente a Bellatrix con cara de ira y has empezado a generar fuego en el brazo... –dice Dahna.


-   ¿En serio?

   Todo el mundo mirándome. El profesor pensativo, baja el brazo. En la tercera fila, veo a Christa, mirándome con esa mirada fría suya pero como si me quisiera mandar un mensaje con la mirada. Esa Bellatrix... ese pelo ultra negro, esos ojos marrones, esa piel blanca, esa sonrisa afilada... Lo odio. Lo odio todo de ella. Y la odio a ella.

   Miro para atrás y cojo la piedra de la pared. Es asombroso que, estando yo en la última fila, el profesor haya sido capaz de apuntar tan finamente y además, crear una raja en la pared con su piedra.


-   Lo-lo siento... –digo avergonzado.

   Me siento con la cabeza agachada. Esperando que todo el mundo deje de observarme. Dahna me pone su mano en medio de la espalda, a modo de consuelo, y todos vuelves a mirar al frente con el carraspeo del profesor.


-   Bien, ahora iremos a la sala de la milicia real e iniciaremos la prueba. Serán combates de uno contra uno. Sin límite de tiempo. ¿Que no sabéis cómo usar magia? Aquí el señor Wladen quizás os pueda dar alguna pista – dice recochineándose.

   Frunzo el ceño.


-   A ver, estad atentos, porque solo os daré estas pistas una sola vez. Y, obviamente, solo serán aplicables si sabéis usar magia.

   Como si se tratase de lo más interesante de nuestras vidas, la clase entera estaba expectante de saber esos consejos. Era algo así como la puerta hacia el poder. Al menos, más del que teníamos ahora, que se basaba puramente en fuerza bruta, inteligencia y voluntad.


-   Como sabréis ya, el verde representa el aire, rojo el fuego, azul el agua, marrón la tierra y negro la oscuridad. Las blancas, representan a la gente sin capacidad de usar magia. El fuego es el poder más antiguo. También se le conoce como Abuelo Fuego. Son personas impulsivas, violentas, sabias, consejeras, serviciales y éticas. ¿Cómo es posible? El fuego tiene variantes. Rojo, amarillo, naranja, azul, negro y blanco. Aunque este último no es exactamente fuego, sino electricidad. Dependiendo del estado de ánimo del usuario o de su objetivo, así serán sus llamas. Las negras proceden del infierno. Las azules, de la voluntad de proteger. Las naranjas, de querer guiar. Las amarillas, de querer iluminar. Y las rojas, de querer destruir. Como contra, el fuego es el poder que más consume anímicamente a su usuario.

   Dahna me mira de reojo. Me incomoda. Lo pintan como algo excesivamente poderoso. Pero si también consumen a su usuario... ¿significa que acabare muriendo devorado por ellas?


-   El agua es el elemento del equilibrio de poder. Realmente no se puede decir que sea capaz de ganar al fuego, pues depende de la fuerza del usuario. O el agua apaga al fuego, o el fuego evapora el agua. Personas frías y calculadoras. Pueden ser predecibles, al igual que el fuego. Pero mientras que el fuego se detiene si le obstaculizas, el agua encuentra un camino alterno. Pueden calentar el agua que crean o enfriarla, con lo que pueden crear tanto vapor como hielo. La cantidad depende del usuario. Algunos SMA de agua, son capaces de convertir sus cuerpos en vapor. Por otro lado, son extremadamente variables, quizás más que el fuego, pues el agua da vida, pero la destruye en grandes masas también.

Miro a Christa, que se entretiene con su coleta. Los SMA son los “Soldier Murderer Attacker” o “soldado asaltante asesino”, son las unidades bélicas de reconocimiento, encargadas de infiltrarse sigilosamente y crear mella en la defensa rival matando desde el centro o la parte trasera, como si fueran una enfermedad mortal.


-   El aire quizás sea el más debil de todos los elementos, aunque es el que más recursos tiene en cuanto a formas de actuar. Puede reprimir el fuego y el agua y aunque no destaca por tener fuerza física, tiene una rapidez mayor que cualquier elemento, lo cual compensa un poco. Personas muy alegres y pacíficas, que evitan problemas y encuentran siempre una salida a todo.

Me gustaría haber sido aire. Encontrarle una salida a todo...


-   La tierra es el ser más estable de todos. Vive para servir. Personas tercas, con personalidad propia y testarudas. Les gusta hacer las cosas lentamente y a su ritmo. Y como suele pasar como cuando se resquebraja la tierra en un terremoto, son personas que deben sentirse seguras para avanzar. Sin embargo, poseen una gran resistencia mental para hacer frente a problemas de todo tipo y resistencia física que les hace excelentes luchadores cuerpo a cuerpo. Pueden endurecer su piel, crear priedras y rocas y usarlas como munición. Suelen ser los que más fuerza física poseen.

   Aulria no tenía mucha fuerza exactamente. Pero sí que coincidía en todo lo demás. Tierra... la tierra en la que descansaba. En la que curaba mis heridas. En la que me relajaba...


-   Por último, la oscuridad. Enemigo natural del fuego. Aunque puede ser iluminada por la llama adecuada, ejerce más presión que el agua, pues la oscuridad es la ausencia de todo. Es lo mismo que la nada. Y el fuego es el todo. La emoción, la racionalidad, la voluntad. La oscuridad, sin embargo, se apodera de todo eso para usarlo en contra de la persona. Se puede decir que su usuario no es solo “la nada”, si no que además, manipula a sus rivales usando en contra sus emociones y nublando el juicio de las personas mediante ilusiones o emociones infundadas.

   Una vez notamos que ha terminado, nos quedamos pensativos. Hasta que Dahna rompe el silencio.


-   Profesor, ¿y qué puede decirnos de la magia de forma y del alma?


-   Eso ahora mismo no es de tu incumbencia. Ves paso a paso. O en tu caso, chaqueta blanca, ni te molestes en memorizarte esto.

   Dahna refunuña enfadada por el desprecio.


-   Bien, ahora vamos todos.

   Nos levantamos casi al unísono y salimos por la clase a base de empujones detrás del profesor. Todos ansiosos por entrar al simulador y destacar. De aprender a usar magia y convertirnos en los mejores para entrar a la milicia real. La única que veo desmotivada es a Christa. Supongo que tendrá algo que ver con lo que me antes de clase.

   Cuando llegamos a la sala nos encontramos con unos pilares llenos de gruesos cables y unas cabinas cilíndricas que la rodean en la parte inferior. Todas con las compuertas de cristal, cosa que me da bastante mala sensación, pues podrían estar vigilándo tu cuerpo real mientras estas en la simulación. Adiós privacidad.

   Todos vamos derechos a las cabinas de simulación mientras giramos la cabeza para observar a fondo la sala en la que nos encontramos.

   El profesor Jäger se dirige a su panel de control y luego hacia un cilindro. Nosotros decidimos imitarle cautelosamente. Algunos se metén sin más, otros lo miran con desconfianza. Yo simplemente agarro bien fuerte el regalo de Aulria, que ni de lejos pienso apartar de mí. Me da completamente igual que a Aulria le gustasen las mujeres. Sé lo difícil que es aguantarme. Y sé que si ella no me hubiera querido, no lo habría hecho. Por muy acomplejada que estuviese, tiene genio de sobra para lo que quiere.


-   Antes de que lo preguntéis, sí cabeis todos en esos seis pilares. Vuestro cuerpo será desintegrado y el sistema recordará vuestra composición genética y química para volver a reconstruiros cuando finalicemos. Son un total de dieciocho cabinas que memoriza diez personas cada una. Podéis echar cuenta y veréis que hay de sobra –explica el profesor.

   Me meto decidido a la cabina central del primer pilar y espero a que se inicie el proceso. No he preguntado si el regalo de Aulria podría pasar. Pero mientras lo pienso, la puerta de cristal se cierra y hermetiza, dejándome ya sin ninguna salida, me urja la necesidad que me urja.

   Me siento mareado y sin aire. Me da vueltas la cabeza y tengo la sensación de que me va a estallar. Creo que me estoy desmayando. O quizás es solamente el proceso de desintegración... pero es realmente incómodo.

   Cuando recobro el conocimiento, me encuentro en algo parecido a un campo de lucha rectangular construido de cemento. La altura debe ser de unos treinta centímetros. Al bajar de ese campo de batalla, el suelo es de tierra y rodeando todo ese pequeño recinto, que sera de unos treinta metros cuadrados en total, una verja que, a juzgar por el ruido que emite, esta electrificada. Más allá, solo se ven árboles que parecen pertenecer a una jungla.


-   Bien, ya estamos todos –asegura el profesor. –Para crear magia, debéis concentraros en una emoción o sentimiento y hacerlo estallar. Os daría una demostración, pero es mejor que el miedo de enfrentarte a lo desconocido y de resultar lastimado os proporcione el conocimiento. Solo una cosa más. La gente suele ponerle nombres a sus ataques para facilitar la concentración. Cuando llamamos a un sentimiento por su nombre, conocemos mejor su naturaleza y la sentimos con más fuerza. En este caso, igual.

   Todos nos quedamos bastante confundidos. Sin entender del todo toda esta aglomeración de información. Es el segundo día de clase y ya nos trata como si llevásemos meses o un año o dos. No me esta gustando nada este profesor, aunque supongo que lo hace así para intentar que aprendamos lo máximo posible por nuestra cuenta. O quizás estoy sufriendo un ataque de ingenuidad y pienso demasiado bien de él. Eso sería bastante patético.


-   Bien, primer combate. Bellatrix Laurent contra Rose Díaz. –anuncia el profesor.

   Bellatrix... ella es la del comentario en clase. Me hubiera gustado enfrentarla para rendirle cuentas. Ambas suben al terreno de cemento y esperan la señal para empezar.

   Rose es otra chica que no conocía. Es pelirroja de piel anaranjada, y el pelo cortado a trasquilones. Lleva un par de gafas de pasta negras y cuadradas y parece bastante insegura, aunque es muy alta para su edad, que supongo que será la mia. También le veo bastante buen tricecps, biceps y gemelo, cuando se pone en posición de combate. Supongo que su chaqueta marrón es algo así como el sello de calidad.

   El profesor da el consentimiento y se inicia la pelea. Mientras que Rose se queda expectante de ver el primer movimiento, Bellatrix le mira fijamente a los ojos con una inquietante sonrisa. Bellatrix entrecierra los ojos y pasa a mostrar una seriedad muy fría y tenebrosa.


-   ¡Lecho de aves! –exclama.

   De sus brazos alargados y estirados empiezan a salir con gran velocidad una serie de sombras que parecen ser aves dispuestas a atacar a Rose, que se queda ojiplática hasta el último momento, en el cual decide defenderse.


-   ¡Garras! –espeta Rose.

   De los nudillos, le salen unas extensiones rocosas que funcionan, al parecer a modo de puñales. Con ellas, intenta destruir esas sombras que, no se si por ignorancia o habilidad de Bellatrix, se dispersan al contacto y se convierten en finos hilos oscuros que van derechos a sus ojos.

   Al entrar en contacto con sus ojos, Rose empieza a chillar llevándose las manos a los ojos. Cae arrodillada y convoca una especie de capullo rocoso que la cubre por completo.
   Atónitos, emocionados y expectantes, miramos a Bellatrix a ver qué hace. ¡Pero ya no esta! Miramos el capullo, que sigue ahí cerrado. Miramos al profesor, que esta mirando serio al capullo de piedra, y nos miramos entre nosotros, inquietos, esperando a que alguien diga algo. Y esa espera se interrumpe por otro agonizante grito de Rose.

   Todos nos sobresaltamos un poco y vemos como el capullo de roca empieza a caer en pedazos, dejando a la vista a una de las contendientes. Sí, es Bellatrix. Y solo Bellatrix porque... ¿Dónde esta Rose? Solo ha quedado su chaqueta marrón, que la sostiene Bellatrix con su mano izquierda.


-   Primer combate finalizado. Gana Bellatrix Laurent. –sentencia el profesor Jäger.


Nota de autor

Tanjōbi omedetō, anata. Aishite iru yo. Zettai ni wasurenaide, onegai: “Feliz cumpleaños, cariño. ¡Te amo! No lo olvides, por favor.”

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« Última modificación: 11 de Noviembre de 2015, 12:23:49 am por Magmor »

Magmor

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Re:[Fan fic] MAGMOR
« Respuesta #2 en: 30 de Diciembre de 2015, 03:41:47 am »

Se oyen quejas y gruñidos de los miembros de la clase debido a la disconformidad del resultado. Y más sin saber lo que ha sido de Rose.

   Bellatrix incluso parece divertirse con el revuelo que ha levantado. La miro fijamente mientras baja del terreno de combate y, en cuanto se cruzan nuestras miradas, su risa desaparece. Pero no tarda demasiado en volver a sonreír con prepotencia cuando se da cuenta de que Axel, la observa con desdén.

   Se une de nuevo al resto de su panda de amigas que, precisamente por su vestimenta tan gótica, su forma de reír tan estridente y esa forma de gritar mientras hablan, desapercibidas, no pasan.

   Leyéndole los labios, puedo adivinar que dice algo así como “¿Habéis visto? Nadie sabe qué ha pasado. Apuesto a que en media de la noche, podría llevármelos a todos y nadie lo notaría.”, a lo que contestan con una amplia carcajada lo bastante estridente para que Jäger se vea obligado a imponer orden.

   ¿Qué se cree esa niña? Estar en este simulador solo potencia tus capacidades. Es un arma de doble filo inclusive. Si bien es cierto que te enseña qué tipo de emociones desempeñan qué habilidades y hasta donde llega tu capacidad, el no controlarte puede dar conocimiento al resto de la clase sobre tu capacidad y habilidades. Además, también delata que eres capaz de usar magia de manera asidua o que sabes qué emociones la impulsa. Van de profesionales y aun no saben a qué se enfrentan. Patéticos. Patéticos todos y cada uno de ellos.


   − ¡Ya vale! −corta Jäger –. Os recuerdo que seguimos en clase.

   Se vuelve a hacer el silencio. Un misterioso silencio, pues Jáger abre un panel  de control digital desplazando su dedo índice en el aire de arriba a abajo y tras un click, teletransporta a un alumno de la clase B a la nuestra. Supongo  que estarían con la instructora auxiliar en otra sala.
   Un hombre de pelo corto y castaño muy alto. Corpulento y con unas facciones muy toscas aparece y se dirige a la zona de combate. Lleva una chaqueta negra. Así que esto puede pintar divertido.


   − Bien. Christa Strova contra Steven Hoffman. Venga, rapidito.

   Steven Hoffman es el primer clasificado de este inicio de curso. Bueno, el primero contra la tercera. Aunque después de lo de Aulria, creo que puedo considerarme la segunda. Sea como fuere, tampoco es algo que resulte orientativo si tengo en cuenta que me prohibieron mostrar todas mis habilidades hasta que llegase el momento oportuno. Pero hoy me siento un poco alterada. Estoy cansada de esperar a que aparezca la persona que mis padres llevan esperando tantos años. Es más, ¿quién me asegura que viviré para ver su nacimiento? Estoy cansada de este falso mundo. De esta falsa historia y de esta estúpida mentira. Es hora de que conozcan a la mejor SMA de Khinna.

   Me dispongo a caminar para subir al terreno de combate cuando una mano temblorosa, pero de intenciones nobles, se sitúa sobre mi hombro izquierdo. Me giro y veo que es una de las amigas de Axel. Dahna creo que se llama. Por su chaqueta blanca, quedan claras sus capacidades. Tan ridículas que casi me hacer sonreír internamente. Realmente hay algo que va mal en este sistema.


   − Mucha suerte, Christa –dice sonrojada.


   − Gracias, supongo. Pero mejor guárdatela. La necesitarás para sobrevivir estos dos primeros años.

   Dahna quita su mano de mi hombro y veo como solloza un poco de los nervios. ¿De verdad se puede ser tan débil y llorica? Tenía entendido que era alegre. Quizás se sienta afectada por lo que acaba de presenciar en el combate anterior. En cualquier caso, yo no pienso contenerme solo por no asustarla.

   Subo al campo de batalla y observo como Jäger me mira fijamente y Steven se ríe.


   − Otra mujer? Demasiadas mujeres hay este año. A este paso no encontraré a nadie aceptable.

   Se hace el silencio. Realmente prefiero no pensar en nada. No es mi estilo, no es mi mayor habilidad. Mente fría, movimientos rápidos y sutiles, autocontrol... eso es lo que me define. Y así debe ser mi estilo de combate.


   − Bueno, empezad –ordena Jáger.

   Me quedo quieta y veo como Steven se queda mirándome, esperando la mínima señal de guardia baja para atacar. Su chaqueta negra ya me da una pista. Mientras que él, pobre ilusio, no sabe lo que se le avecina. Precisamente porque de mí, solo conoce mi chaqueta azul.

   La tensión resulta tan asfixiante que ni siquiera el aire podría fluir con tranquilidad. Tampoco tengo todo el día, asi que finjo que me relajo para que él haga su ataque.
   En un visto y no visto, desaparece. Chaqueta negra... desaparece... esta claro. Ha hecho lo mismo que Bellatrix. No es mala idea, si fuera una novata. Pero de poco le va a servir hacer uso de los agujeros de gusano. Eso solo demuestra que, fuera de esta simulación, aun no sabe usar magia. Eso es magia de bajo nivel.

   Dejo preparada mi trampa. Enfrío la piel de mi cuerpo para crear una réplica y poder evaporarme a mi misma por dentro y salir de ese cascarón helado con mi forma. Tan fría como el hielo y tan sútil como el aire. Me espero a unos metros de distancia a que aparezca de nuevo par intentar atacarme. Curioso, porque aparece en medio del aire, por encima de la cabeza de mi réplica de hielo para atravesarla con una daga de sombras, creada con su mano izquierda.

   Su cara de incredulidad es fascinante. Decido materializarme para que pueda verme. Pero no, no me apetece atacar aun. Quiero probar bien de que es capaz.

   Vuelve a desaparecer. Creo que no sabe que el aire me dice dónde va a aparecer. Me espero al último momento, en el que decide aparecer por mi espalda, para dejar que todo mi cuerpo se vuelva agua, con el fin de evadir de nuevo su ataque. Le veo tenso y frustrado. ¿Será que no sabe qué pretendo? Pues yo estoy empezando a divertirme solo de ver su cara.


   − Strova, déjese de jueguecitos estúpidos. La clase esta a punto de terminar y aun tenemos que hacer un combate más –grita Jäger–. Quiero que le enseñe a la clase el poder de una SMA. Que vean cuál es su objetivo a alcanzar.


   − Espero entonces que estes preparado para asumir las consecuencias, Jäger. Y sabes a lo que me refiero, ¿verdad? Soy rango S, por lo que tengo licencia para matar. Y supongo que sabes que la Valkyrja, lo hace, aun si se trata de una simulación.

   La clase entera estalla en un grito de pánico. Sí, acaban de descubrir mi identidad como agente del gobierno. El miembro más temido del ejército del rey. Me he ganado el nombre de Valkyrja, no solo por mi nacionalidad, si no por mis habilidades y crueldad a la hora de cumplir órdenes y completar objetivos. Y, honestamente, me da igual que la gente me tema. O incluso que me odie. Este mundo, en esencia, es odioso. Si todos supieran la verdad...

   Jáger se queda con la cabeza agachada. Ni siquiera él tiene autoridad contra mí. Podrá comandar a la guardia civil, pero la guardia del rey queda muy por encima de eso.
   Incluso Steven queda claramente sorprendido. Pero, al mirarle a los ojos, decide finjir.


   − Vaya, así que encima de ser atractiva, eres fuerte. Bueno, cuando terminen las clases, podremos hablar... y algo más. No todas captan mi atención así –afirma de una manera prepotente.


   − Y no todos me dan tanto asco.

   Ya no tengo porque seguir ocultándome.  Es hora de enseñar mi Herejía y el resto de mis habilidades. Despliego mis alas. Las frías y oscuras alas de la Valkyrja de Khinna. Alas de cristal negro, para sorpresa de muchos. Y no rígidas, como muchos piensan.

   Como siempre, el tiempo se altera y produce una fría ventisca al desatar todo mi poder. Todos se encogen, muertos de frío. Pero hay uno en particular que, al parecer, ha quedado seriamente dañado. Axel, cómo no.


   − ¿Qué te pasa, Axel? ¿Enfermo? –pregunto con ironía.

   Noto como se tensa su musculatura y como masculla algo intentando hablar pese al frío. Su cuerpo parece paralizado, y eso que solamente ha sido un pequeño soplo de aire gélido. Es raro pero parece que tiene fobia al frío. O quizás al agua, si hago una extensión. O puede que a las dos cosas. ¿Pero no debería ser capaz de calentarse a sí mismo? Su elemento es el fuego. Es un chico muy raro.

   Steven retrocede con temor, pero ha llegado mi hora de atacar.


   − Dime, tú que parece que entiendes tanto de mujeres. ¿Sabes lo que se siente cuando una mujer desea destrozarte desde dentro?

   Steven se queda descolocado ante mi pregunta. Pero ahora es mi turno de dar rienda suelta a mis prohibidas emociones. Me impulso con mis alas para acercarme a él antes de que pueda defenderse o reaccionar. Me acerco por detrás y le acaricio la cara, el cuello, el pecho...

   No tarda en darme un codazo para apartarme. Pero ya es demasiado tarde.


   − ¿Sabías que la gran mayoría de la composición del cuerpo humano es agua? Dime... ¿qué pasaría si congelo el agua de tu interior?

   Steven gruñe y se abalanza sobre mí, creando otra daga de sombras con su mano izquierda. Pero no tardo en calentar mi cuerpo, convirtiéndome , de nuevo, en vapor. Me acerco por detrás y le susurro al oído, su destino.


   − Ichirin no hana."

   Entonces, esos microscópicos cristales de hielo que incrusté dentro de él a través del contacto por todo su cuerpo, empiezan a florecer. La clase, de nuevo, vuelve a gritar mientras que, del interior de ese niño prepotente, surgen espinas de hielo que le atraviesa por varios lados, los brazos, las piernas, el estómago... e incluso le sale una por la boca. Esto sí empieza a ser divertido.

   Oigo cómo apenas puede gritar de dolor debido a la espina de hielo de su boca. Bueno, quien dice espina... dice “trozo de hielo puntiagudo de metro y medio”. Así que, y para que no me pongan mala nota... bueno, recojo mis pequeñas espinas, para que pueda gritar con más fuerza y tranquilidad. Me esta empezando a caer bien el chico este. No es fácil hacerme reír pero él lo esta consiguiendo. ¿O será que yo soy muy cruel? No importa.

   De nuevo, vuelve a jugar con el espacio tiempo para recuperarse de sus heridas. Bueno, eso ya tiene más mérito. Pero creo que ya es hora de ir acabando con esto. Y, honestamente, no me gusta la gente que se resiste a morir. Así que si resistirse es lo que quiere, le liberaré eternamente de tanto dolor y sufrimiento.

   Espero el momento oportuno en el que termina de sanar sus heridas pero aun tiene la guardia baja para lanzarme a por él. Esta vez de frente, para agarrarle mejor. Pongo mis pechos en su cara, le aprieto con las manos, su cabeza contra ellos y con mis alas, mantengo sus brazos, pegados a su cuerpo.


   − Weib Flügel.*
 
   Como si de una delicada y fría flor se tratase, su cuerpo empieza a ser rodeado de un par de pétalos de cristal que se entrelazan entre sí, creando un caparazón. Salgo antes de cerrarlo del todo y observo desde fuera a un desangrado muchacho arrodillado. A ver si es capaz de salir de ahí por la rendija que he dejado al descubierto. O eso, o muere congelado en dos minutos.
  Jäger no quiere esperarse. Sí, esta claro el resultado. Pero no me va a decir cuándo debo parar.


   − Bien, el combate termina...


   − ¡¡Cállate!! –le espeto –. Cuando esto termine, no necesitarás ni anunciar el resultado. ¿No estas aquí para valorar a la siguiente generación e instruirla? Entonces quédate ahí callado a observar.

   De nuevo, aquí la que manda, soy yo. Así que Jäger se limita a callar y retroceder unos pasos, quedándose como un mero espectador más.

   Empiezo a contar los segundos que faltan hasta que su cuerpo perezca. ¿Conseguirá salir? El aire me susurra sus esfuerzos por conseguirlo. ¿Se lo habré puesto demasiado difícil? Bueno, de ser así, no hubiera sobrevivido demasiado en la guerra actual contra Minska. Pues como se demuestra en mi sangre, desde que era pequeña, la gente de Minska tiene dotes especiales para el combate.

   Bueno, faltan treinta segundos. Me siento a ver como, una vez más, he fallado al poner a prueba a alguien. No, no es él quien busco.
   Diez segundos. Bueno, ha sido divertido mientras ha durado.

   Aparto un segundo la mirada para levantarme del suelo. Pero al volver a mirarle, todo el cristal se había vuelto negro. Espero para ver a qué se debe y veo que Steven ha conseguido convertir todo su cuerpo en sombra para salir de ahí.

   Bueno, no suelo mostrar mis emociones, pero le aplaudo. Esto sí tiene mérito. Aunque él ya me mira con odio. Y pensar que hace unos momentos quería ligar...


   − Ya es hora de poner fin a esto, bruja –me dice.


   − ¿¡Bruja!? Ahora sí que la has liado, chaval. Ahora te enseñaré lo que es una bruja.

   Creo en mi mano derecha un pequeño agujero de gusano, que interconecto con un corazón. Él, al verlo, se toca el pecho muerto de miedo.Supongo que no sabe de dónde ha salido. En mi mano izquierda, creo otro agujero de gusano para traer otro corazón. Al ver el segundo, queda extrañado.


   − ¿No sabes lo qué es? Vamos a jugar a un juego. Aquí tengo dos corazones. Uno es el mío y otro es el tuyo. Ambos del mundo real. La prueba es sencilla. Con una de esas dagas de sombras que haces, debes acertar a perforar uno de los dos. Ya sabes lo que conlleva perforarlo, ¿no? Uno de los dos, morirá.

   − ¿Eres tonta? Sé perfectamente cuál es el mío. Tan creída que has cavado tu propia tumba.

    Lanza, sin dudarlo, unas dagas hechas con sombras contra el corazón de mi mano izquierda. Y no ha elegido mal. Es cierto que ser mujer me pone en desventaja en este juego, ya que el corazón femenino tiene un tamaño menor al masculino pero, como juego mío que es, siempre hay una solución positiva.

   No sé si es capaz de controlar la dirección de sus sombras, como hace Bellatrix. Así que me espero al último momento... para intercambiar, a través de los agujeros de gusano, los corazones. Solo llega a abrir los ojos de la sorpresa antes de que sus propias dagas atraviesen su corazón.

   Me acerco mientras deja de respirar y le doy un beso en la mejilla.


   − Gracias por jugar conmigo. Que tengas una dulce muerte.

   Bajo del terreno de combate. Todo es silencio. La gente se va apartando de mi camino. Veo cómo Axel ya se ha recuperado. Interesante esa reacción. Le mantendré vigilado. Dahna me mira con miedo. Bueno, es normal. Me quedo parada de cara al terreno de combate para ver el siguiente combate y todos se alejan disimuladamente de mí. No hay problema. No es la primera vez que la gente opta por alejarse de mí.

   Agacho la mirada, como si no me importase lo que pasa a mi alrededor, esperando al siguiente combate. Por detrás, Axel me agarra del brazo y se pone delante mío, con la mirada fija en mis ojos.

   − Después tenemos que hablar −dice seriamente.


   − En el caso de que yo también tenga algo que hablar, querrás decir.

   Nos quedamos mirando fijamente unos segundos, hasta que Jäger se digna a pronunciar el nombre de los dos siguientes aspirantes.


   − ¡Venga! los siguientes: Axel Wladen y Paul Schidler –dice Jäger gritando.

   Axel se queda mirando a Jäger. Me suelta y, con cara de seriedad, se dirige hacia el terreno de combate. Por detrás, le sigue Schidler, su rival.

   Paul Schidler... Si no recuerdo mal, el séptimo en las pruebas. Chaqueta marrón, alto y rubio, con el pelo corto por los lados y largo por arriba para poder peinárselo hacia atrás. ¿Cuánto debe medir? ¿Un metro ochenta y cinco? le saca unos diez centímetros a Axel. Aunque claro, si resulta ser un crío engreído, ser más alto puede hacer más dura su caída.

   Miro a mi izquierda, donde esta Dahna abrazando un objeto envuelto en tela.


   − ¿Y eso? –le pregunto.


   − ¡Ah! Ehm... no sé bien lo que es. Es de Axel, creo que es un regalo de Aulria por su cumpleaños. Me lo ha dado para que se lo cuide mientras combate. Pero la verdad es que pesa bastante –afirma.


   − Déjamelo tocar.

  Insegura, me cede el objeto. Cuando lo observo, Aprecio su tamaño alargado y sus extremos. Más o menos por la mitad, le doy unos suaves golpecitos con los nudillos para comprobar el material. Parece... una mezcla de acero. Pero suena grave, como si su composición tuviese otros materiales. Juraría que es una espada. Pero las espadas no pesan tanto, ni tienen esa anchura. Y aun menos, ese ruido.

   Axel y Paul estan empezando a subir a la arena de combate. Le devuelvo la espada o lo que sea a dahna, que hace un ademán de sobreesfuerzo al volver a cogerla, y me dedico a ver la batalla.


   − Tu amigo no tiene un panorama bonito –le digo a Dahna.

   − Bueno, yo confío en él. Lo tiene más fácil que yo, que no tengo ninguna habilidad destacable –responde triste.


− Hace años, no sé exactamente cuántos, había un chico de chaqueta blanca que llego a la guarda real. El chico no podía usar mágia. O no sabía, no recuerdo. Pero se especializó en el combate cuerpo a cuerpo y en armas de corto y largo alcance.  Y mediante su ingenio y destreza, consiguí hacerse un hueco.


   − Y... ¿crees que...?

   − Bueno, ya empiezan –la interrumpo.
   Ambos suben y se quedan frente a frente mirándose a los ojos. Axel en el lado izquierdo y Paul, en el derecho. Jäger se ríe levemente y sube al borde del campo en la parte opuesta a la que estamos los alumnos, para dar comienzo al último combate de la clase.

  Axel empieza a correr contra Paul y le intenta soltar un puñetazo. Así, sin más. Ni siquiera envuelto en llamas. Obviamente, Paul lo esquiva con tranquilidad, pero axel sigue intentándolo. Como todo el combate sea así, esto va a ser muy, con mayúsculas, en negrita y subrayado, aburrido.

   Dahna abraza fuerte el objeto que le dio Axel antes de subir y mirando a Axel, noto como se enfada consigo mismo por el penoso espectaculo que esta dando, a lo que Paul contesta con risa y burla.


   − Bueno, chavalín. Ya has descubierto a lo que no te tienes que dedicar. Pensaba que serías fuerte. Te pasabas todo el día defendiendo a tu novia ¿no?


   − ¡Tienes prohibido hablar de ella!

   Creo que es el sentimiento hacia ella lo que le da fuerza. Pura espontaneidad quizás. Vuelve a arremeter contra Paul, esta vez usando fuego. Aunque Paul vuelve a esquivarlo con total tranquilidad.


   − Bueno, voy a enseñarte a usar magia, chavalín.

   Paul recubre todo su cuerpo de rocas. Como si fuera una armadura. Pero aun así, es bastante rápido. Lo suficiente para contraatacar y darle un duro, durísimo golpe a Axel, que queda tendido en el suelo semi inconsciente.


   − ¿Ya hemos terminado? Pues vale, otro idiota más que no tendría que vivir en esta época.

   Paul se quita su armadura y se queda de pie, esperando a que Jäger anuncie el final. Se le oye a Axel toser y veo como escupe un poco de sangre.
  Pues sí, parece que el chaval, con todo lo enérgico que era, se ha quedado en nada. Pero Jäger le obliga a seguir peleando.


   − Wladen, te quiero de pie. Schidler, ¿qué haces parado? Esto cuenta para nota.

   Paul mira un momento a Jäger y se dirige a darle el golpe de gracia a Axel. Es una pena, creo que el chaval podría haberme caido bien pese a lo tonto que parece. Me gustan los chicos con agallas. Pero con unas agallas de verdad. No solo palabrería barata.


   − Pues nada, mira que pensaba que valdrías la pena. En fin, ya encontrarás a otra chica tan inútil como tú. No te desanimes –comenta−. Aunque si esto fuera una batalla en el mundo real, ya estarías de vuelta con ella.

   Axel gruñe una y otra vez. Cada vez más fuerte. Intenta levantarse. Paul, crea una especie de pirámide con rocas y la sitúa en el aire, encima de axel, para luego dejarla caer sobre él.


   − ¡Entierro prematuro!

   La pirámide empieza a caer sobre él. Este si parece ya el final. Yo solo puedo quedarme mirando el movimiento de la pirámide, mientras, con eco, escucho a Dahna hablarle a gritos a Axel.


     − Piensa en Aulria, Axel. Ella es tu fuego.

   Pero la pirámide cae sobre él, haciendo un ruido sorde que hace temblar todo el suelo y lo llena todo de polvo.

   No se ve nada, pero tampoco hay nada que ver. Solo intuyo como ha acabado Axel. Lo más sorprendente, y ni eso, es oír a Dahna gritar hasta que desaparece el polvo.


   − ¿Te quieres calmar? Es un simulador –le grito.


   − No es eso. Es que no se dónde ha ido a parar lo que Axel me dio.  Ha desaparecido con una luz.


   − ¿Eres tonta? –le digo irritada−. ¿Ese  es tu problema ahora?

   Ella parece ignorarme. ¿Qué narices se cree? La veo mirando fijamente la pirámide. Y poco a poco su cara empieza a cambiar del llanto al asombro mezclado con sonrisa.


   − Christa, ¿qué significa que la roca se este poniendo roja?


   − Pues que se esta calen... Espera, ¿sigue vivo?

   Me dedico a mirar también la pirámide, que ya brilla de lo roja que esta. Poco a poco empieza a fundirse, dando paso a la figura humana de su interior, que no es ni más ni menos que Axel. Pero le pasa algo raro.

   En sus brazos se ven llamas negras. Y esta sosteniendo la Espada que tenia Dahna. Pero esta vez, sin el trapo. Una espada forzada en acero en el centro y de roca volcánica en el filo y la punta. En el centro, parece que hay un dibujo grabado. Un dibujo que me suena... y bastante.

   Cuatro cometas quue rodean una flor de cuatro pétalos. Cada una con un elemento. Cada petalo posee un elemento de la naturaleza. Pero todos unidos en su báse por un núcleo con el elemento aire. Y dependiendo del dibujo, indica un tipo de herejía.

   Herejía... ¿Será que este chico es capaz también?. Los cometas colisionan en la parte izquierda del dibujo. Protección. A ver... el pétalo superior tiene el símbolo de la tierra. El pétalo inferior tiene el signo de ña Oscuridad y el de la izquierda..,fuego.

   No creo que pueda ser él a quien estoy buscando. Esto es de locos. Esa espada tiene que haber acabado en su poder porque... porque Aulria no sabía su significado y se la regaló. No hay más.

   Axel empieza a caminar enseñando los dientes y gruñendo cual vestia. Pero envuelta en llamas negras. Paul da unos pasos hacia atrás, pero Axel le ataca a distancia, acertando esta vez.
   Llamas negras. Axel ya ha ganado. O... ¿quizás no? Porque parece fuera de sí.

   Se abalanza sobre Paul para asestarle un espadazo pero queda bloqueado por una coraza de rocas, que modifica inmediatamente su forma para  contratacar. Paul indeciso sobre cómo actuar. Y Axel cada vez más enfadado. Esto puede tener consecuencias graves. Sobretodo para Axel.

   Axel pega un puñetazo al suelo y acaba rompiendo la arena de combate. Clava la espada en el suelo y sitúa sus dos manos sobre ña empuñadura. La espada empieza a desaparecer. Se convierte en tierra y rocas y se adhiere al cuerpo de Axel. Parece que la espada tiene vida propia, pues empieza a avanzar hasta recubrirle todo el cuerpo, como hizo Paul al principio del combate.
   Paul va corriendo a pegarle con sus puños envueltos en rocas, pero no consigue nada. Salvo que la armadura rocosa de Axel vuelva a calentarse, lo que ocasiona que Paul decida alejarse, expectante.

   La coraza de roca empieza a romperse, dando paso a un ser completamente abominable. Ya no es Axel. Ni siquiera tiene su cara. Es... ¿Un gólem? Un golem con magma en su interior. Increíble. Desprende un aura realmente abrasadora e inquietante.

   Paul empieza a retroceder mientras mira el suelo que pisa esa enorme mole de magma. Lo que pisa, lo funde. ¿Cómo va a luchar el elemento tierra contra algo así? Paul esta completamente anulado.

   Miro a Jäger, que parece que se ha dado cuenta, pero le hago un gesto para que no intevenga. Tengo que descubrir si el chico este es quien busco o solamente se le ha ido la olla. Aunque no conozco ningun tipo de mágia que permita copiar las habilidades del rival.

   El gólem se lanza directo a por Paul, que vuelve a recogerse en una coraza rocosa que le dura nada y menos, pues nada más ser tocada, se funde, llegando hasta el chico. Mirarle a los ojos debe ser aterrador. Ya no distingo dónde termina el sudor del muchacho y empiezan las lágrimas de temor.
   Las grietas del gólem por donde se ve la lava, empiezan a oscurecerse, creando nuevamente llamas negras. Todos estan realmente asustados. Incluso yo estoy inquieta. ¿Como se puede llegar a esto? El gólem lanza a Paul contra la verja elertrificada en los límites del área mientras pronuncia sus primeras palabras.


   − Magna Meteora

   Una roca incendiaria es lanzada desde su puño izquierdo en busca de aquel chico que fue lanzado. Paul se da contra la verja y recibe una descarga eléctrica. Descarga que no le dio tiempo a disfrutar, pues cuando llega la roca que lanzó el gólem, Paul se ve completamente aplastado. Tan aplastado que la roca consigue romper la verja y llevarse por delanta a Paul y un par de kilómetros en línea recta de jungla.

   Retumba por doquier el grito, gruñido o lo que sea del gólem, que sale nuevamente en búsqueda de Paul, seguido de nosotros, que no podemos hacer otra cosa si no correr e intentar salvar al chico antes de que muera en la vida real por una subida o baja extrema del pulso del corazón.

   Llegamos a donde la roca ha detenido su curso, aunque sigue sin apagarse. Y vemos a un gólem que vuelve a tener la lava de siempre.


   − Christa... No voy a preguntarte lo obvio, porque sé quien es. Pero, ¿qué sígnifica en realidad ese cambio? –pregunta Dahna sin aire entre el susto y correr.


   − Su elemento es el fuego, ¿no? Sin embargo creo que ha desarrollado el uso de otro elemento: Oscuridad. Su forma actual, Es lo que hay dentro de él cuando su entusiasmo, energía y espontaneidad, se junta con el elemento de Aulria, el ser al que más quiere, y la Oscuridad oscasionada por su pérdida. Es humano aun. Pero es... desgarrador.


   − ¿Humano? ¿Qué le ves de humano a ese bicho? –pregunta irónicamente Bellatrix, que nos seguía por detrás.


   − ¿Ves sus llamas? Pues esas son sus emociones. Amarillo: Iluminar. Naranja: Guiar. Rojo: Proteger. Negro: Destruir.

   Axel vuelve a agarrar a Paul del suelo. Jäger interviene para tratar de qe le suelte, pero un poco de magma que salta a su cara, le deja fuera de combate. Axel tira a Paul por los aires. Y a continuación, salta hasta ponerse por encima de él.


   − Supernova –gruñe.

   Con ambos brazos recogidos como si fueran un martillo, le da un tremendo golpe en el pecho a Paul, que sale lanzado de nuevo hacia la tierra envuelto en llamas. Como un cometa.


   − ¡Todos al suelo! –grito.

   No dudan en hacerme caso y se agachan todos. Lo siento por Paul, pero no podemos hacer nada por él. Cuando cae, el suelo tiembla tanto que se resquebraja. Miro hacia arriba y veo como una inmensa bola de fuego cae a toda velocidad para aplastar a Paul. Es Axel. Esta vez el ataque es él mismo. Me alejo cuanto puedo del lugar del impacto y cuando cae, el temblor me hace saltar un metro o dos del suelo, cayendo de espaldas.

   Todo es humo y cenizas. Huele a quemado y solo se escucha el sonido de las rocas cayéndose y de la tierra resquebrajándose. Quedo un poco ensordecida por el ruido de la colisión y no se ve nada. Solo una gran llama que imagino que será el punto de impacto.

   Intento mover el agua del interior de mi cuerpo para estabilizarlo y recuperar el oído. Y lo primero que escucho al oirlo es: “esto se viene abajo”.
   ¿Esto se viene abajo? No logro entenderlo. Hasta que la tierra de mi alrededor se cae, dando espacio a la oscuridad digital. El lugar donde terminan los límites creados por el hombre y donde, si caes, no regresas. Porque no hay manera de recuperarte. Así que.. parece que todos moriremos.

   Jäger empieza a cerrar forzosamente, y con esfuerzo, todas las conexiones. Observo, tras todo el panorama, una vez que la oscuridad digita lse ha tragado todo el polvo, como ha quedado un cráter grandísimo en la zona del impacto. Y como el cuerpo de Paul no esta. O bien ha sido desintegrado por la presión a la que ha sido sometido o ha sido ya desconectado.
   Axel ha vuelto a la normalidad pero esta tendido en el suelo, y Jäger no le ha visto. Desplego mis alas y voy a por él de inmediato. Esta a unos cientos de metros pero espero llegar antes de que caiga al vacío. Los segundos esos en los que tardo en llegar, quedarán siempre en mi memoria. Bellatrix cayendo. El otro amigo que siempre acompañaba a Dahna y Axel, también. Y más personas cuyo rostro no memoricé.

   Vuelo lo más deprisa que puedo hacia él pero la tierra se rompe y cae al vacío. Le persigo antes de que desaparezca y logro cogerle.


   − Jäger, ¡idiota! ¿Qué haces? ¡Desconecta!

   Parece que me escucha y nos desconectamos los tres al mismo tiempo. Una auténtica pesadilla.

   Cuando vuelvo en mí, salgo de mi cápsula y veo a Rose llorando y aterrorizada. Ella, que fue mandada de vuelta al mundo real por el agujero de gusano de Bellatrix, ha presenciado lo más desagradable.

   Steven, mi oponente, muerto dentro de la cápsula. Su cristal esta manchado de sangre. Supongo que de lo que escupió al atravesarse su propio corazón. Paul... casi no puede verse de toda la sangre que hay en su cápsula. Conforme recobramos todos un poco el sentido, decidimos sacarles. Paul tiene todos los huesos rotos. Sus ojos, ya no son lo que eran... debido a la presión a la que ha sido sometido. Y su boca, aun babea sangre. Realmente escalofriante.

   Me dirijo a la cápsula de Axel para atenderle y aun no ha recuperado el conocimiento. Pero no parece estar muerto. Le cojo y me lo echo a la espalda. Mientras salimos con los cadáveres y con Rose entre lágrimas, la gente empieza a hablar.

   − ¡El hombre de magma!

   − ¿Hombre? Es un bicho.

   − ¿No era un gólem?

   − Qué harán con él ahora?

   Decido ignorarlos. Me siento muy preocupada por él. Increíblemente. Nunca pensé que sentiría esto...


   − Magmor –digo en voz alta−. El Guerrero de Magma se llama Magmor. Y será sometido a juicio con posible pena de muerte por amenaza social.

NOTA DE AUTOR:
- Ichirin no hana: Flor solitaria, en japonés.
- Weib Flügel: Ala femenina, en alemán.[/center]

« Última modificación: 30 de Diciembre de 2015, 03:43:50 am por Magmor »