Un crío aprende que si se porta mal, hay un castigo físico. Asocian portarse mal = dolor, y si el cachete se utiliza sólo cuando es estrictamente necesario y se castiga el resto de veces mientras que se recompensa de forma coherente el buen comportamiento, el niño aprende de sobra. Ir sustituyendo el cachete por el castigo es lógico a medida que el niño desarrolla el razocinio, porque aprende a hablar las cosas y se le puede explicar la causa y efecto de sus malas acciones.
Y evidentemente, si le mandas castigado a su cuarto le quitas cualquier distracción ociosa; no vas a ser tan subnormal de mandarle a su cuarto con la consola/móvil/juguetes/lo que sea.
Por lo que yo tengo constancia, se considera por la literatura educativa como algo a evitar en la medida de lo posible, vamos, que el azote sea puntual por un enfado de padre o madre y no como un sistema de refuerzo, que de hecho lo es, pero se debe evitar que lo sea. Y además, teniendo en cuenta que no siempre funciona.
De hecho, muchas veces de por sí se emplea mal el azote cuando el niño no sabe discernir que el dolor está provocado porque hizo algo malo, he conocido de primera mano padres que azotan a sus hijos, aunque sea un pequeño golpe, porque cuando están comiéndose el potito asen la cuchara y la lanzan, hablo de un niño de 2 años sentado en la mesa comiendo, donde el sistema de refuerzo es bastante poco efectivo. Resultado, el niño tiene un shock porque no entiende qué ha pasado y esta situación es extrapolable a otras situaciones incluso cuando el niño ha crecido, lo vemos como con mente de adultos, pero un niño muchas veces incluso comete una infracción por la cual no es consciente en el momento y puede liarse, y puede ser que deje de tomar algunas decisiones por temor al azote aun cuando el azote no se daría por parte de sus padres en esas situaciones que el niño piensa que pueden ser merecedoras de castigo. Esto provoca inseguridad y puede que algunos problemas con los que el niño conviva algún tiempo.
Castigado en un cuarto sin cosas de distracción digamos "primarias" (televisión, ordenador, consolas, son las tres por excelencia que se suelen dar, dentro de "ordenador" valen también móviles, tablets y demás, o si el niño tiene una atracción excesiva a jugar con legos pues también puede cogerse de ahí, o canicas, tazos, lo que sea, la cuestión es que sea algo que al niño le importe bastante) puede salirte rana en algún caso pero la mayoría de veces es bastante efectivo, aunque tenga atracciones secundarias, las primarias las echará de menos. La explicación a esto es que este tipo de prohibición es algo relativamente continuado en el tiempo y no circunstancial y del momento como un azote, y es algo a lo que pedagógicamente se le considera bastante clave en el posterior desarrollo de la lógica de la propia persona (dejarse llevar por una mala tentación igual a consecuencias no deseables que pueden ir más allá de lo puntual sino más ampliadas en el tiempo).
Eso es más preferible que la amenaza de que el niño pueda ser azotado, porque el niño no tendrá el período de reflexión, una reflexión que de por sí es la de un niño no la de un adulto con sus múltiples pensamientos abstractos y más complejos, o si la tiene puede ser una reflexión ineficaz o una reflexión incorrecta que pueda ser aplicados a otros casos en los que como dije en el primer párrafo la amenaza del azote le impida tomar decisiones que no son merecedoras de castigo pero que el niño piense que sí.