Especial #2: Hermanos
No me sorprendió que me llamaran a la plaza de la ciudad. En Ciudad Fayc, es muy normal que llamen a los habitantes para anunciar cualquier chorrada, pero como nadie tiene mejor que hacer, acude todo el mundo.
-¡Atención, habitantes!-Empezó el alcalde (que por cierto, era un Alakazam).¡Tengan cuidado, se están produciendo ataques de fuera a otros pokemon!
Vale, era una tontería, pero era verdad. Yo misma había visto pokemon extraños por los alrededores. Advertí que alguien me llamaba.
-¡Mindy!-me giré y no vi nada, entonces bajé la cabeza.
-Ah, hola, Blade. Casi no te veía- normal, teniendo en cuenta que era un ralts, mientras que yo por esa época era una kirlia-.
-JA-ja. Déjalo-me dijo con su voz de niño-. ¿Tú crees que nos pasará algo? Me dan miedo esos ataques-
-No. Y menos si te quedas en casa todo el día, como siempre.
Después de esta absurda conversación con Blade, nos fuimos cada uno a su casa. Mis padres estaban preocupados por mi, como siempre, pero me sabía cuidar sola, aunque por esa época solo tuviera 14 años. El día siguiente, después del colegio, decidí zafarme de mis amigos e ir a las afueras de la ciudad. Iba ahí muchas veces desde que lo descubrí en una excursión escolar, era una pequeña explanada de hierba alta al lado de unas montañas. Siempre me llamó la atención una cueva, y ese día decidí explorarla. Entré y con solo ver la entrada me quedé impresionada. Miles de joyas colocadas por la cueva, brillando y iluminándola. Para mi sorpresa, el alcalde estaba dentro, con una piedra en la mano.
-Vaya, una ciudadana. ¿Que has venido a hacer aquí?-Me dijo sin ni siquiera girarse-
-Ah, nada. Curioseando.
-Esta cueva esconde muchos secretos, ¿sabes?-me dijo-
-Ah... ¿Si? ¿Como cual, alcalde?
-Llámame Cill. A veces se forman extrañas piedras.
-Eh... ¿qué tipos de piedras?
-Megapiedras
-¿Qué es eso?
-¿Eh? Da igual-miró la piedra de su mano-. ¿Sabes? Toma, te la regalo. Guárdala bien, algún día te vendrá bien. Adiós.
Se fue volando y me quede confusa. Me pareció curioso que un pokemon pudiera flotar así. Decidí irme ya a casa. Por el camino me encontré con Blade, que iría a su casa. Era mi mejor amigo, pese a tener 5 años menos que yo. Estuve hablando con el de camino a casa, y después de dejarlo en su casa, me fui a la mía. Cuando llegué a casa me quedé mirando la piedra. Ciertamente era preciosa y redonda. La dejé sobre la mesita de mi habitación. Entonces pensé en el alcalde Cill y cómo se fue volando. ¿Yo podría hacer lo mismo? Me fui al jardín a probar. Concentré toda mi energía psíquica hacia dentro y luego hacia fuera, hasta encontrar un equilibrio que, para mi sorpresa, me hizo mas ligera. Estuve unas horas practicando y conseguí levitar un poco. Vale, algo es algo. Luego fui a cenar, y luego, estuve en mi cuarto un buen rato hasta que conseguí permanecer a un metro del suelo durante 5 minutos. Al día siguiente, sorprendía a todo el mundo en la clase de combate, puesto que me puse a levitar en medio de las prácticas. Bien, ya era de las mejores de mi clase, pero ahora me puse a una distancia considerable de los demás.
Cuando acabé las clases, me quedé un rato hablando con mis amigos. Después fuimos todos a nuestras casas. Sin embargo, cuando íbamos de camino, nos sorprendió que media ciudad estaba en llamas.
Fui a mi casa, y mis padres no estaban. Le pregunté a un Hypno vecino nuestro que corría:
-¿Que está pasando?
-¡Mindy! ¡Corre, Cill nos ha reunido en las afueras!
-¡Ah! ¡Voy! Gracias, señor Uxío.
Rápidamente subí las escaleras de mi casa a medio arder y cogí un bolso y metí dentro todo lo importante, sobretodo la piedra y salté por la ventana y corrí. Por el camino, me pareció ver un garchomp quemando la ciudad. No me paré y corrí hacia las afueras. Allí Cill nos condució hacia la cueva de las afueras y yo y mi familia nos instalamos.
Pasaron unos 7 años y ya estábamos acostumbrados a vivir allí. Resulta que había mas pokemon en la cueva, que objetaron que nos refugiáramos ahí. Un día el jefe de los pokemon que vivían allí empezó una guerra. Nosotros estábamos del lado de los pokémon de la antigua ciudad. Mis padres, al igual que mucha gente, se habían ido, pero yo me quedé. Y Blade también. Un día, estaba dando un paseo con Blade por la cueva. Los dos habíamos evolucionado a nuestra última etapa, aunque por ramas diferentes. Ese día llegamos a la gran sala donde estaban luchando los pokemon. Los padres de Blade también se habían marchado. Ese día, por desgracia, nos acercamos, por curiosidad, demasiado al foco de la batalla. Recibimos lo que parecía ser una bola sombra desviada. Yo la esquivé, pero la explosión hizo que Blade saliera volando y chocara contra una piedra.
-¡Blade!-fui a ayudarle. Tenía una herida y sangraba por la cabeza. Se le iba la mirada.
-Arf... Arrf... Mindy...
-No hables. Voy a curarte.
-No creo... que puedas. Mindy... Me alegro de haber sido yu amigo...
-¡No!-Rápidamente. me teletransporté a casa y cogí el botiquín. Empecé a tratar a Blade-
No pienso dejar que mueras. Eres como mi hermano.-Dije mientras intentaba curarle.
-Si.. hermanos...
Por suerte, aunque perdió el sentido, conseguí detener la hemorragia y llevarlo al hospital. Estaba esperando a que despertara. Cuándo lo hizo, yo estaba ahí.
-¡Hermana!-Me dijo-.
-Jaja. Te has despertado por lo que veo.
-Si, hermana.
-¡...! Un momento... ¿Quién soy yo?
-¿A que viene eso? Eres mi hermana, ¿No?
Vaya, entonces el golpe le hizo creer que era su hermana. Iba decirle la verdad , pero pensé que no había problema en que lo pensara así. Además, de todos modos, eramos como hermanos, ¿no?
-Exacto, hermano-le dije.-Bien, si estas bien, ¡vamos a parar la guerra!
FIN