Autor Tema: [Relato] Kururi  (Leído 1468 veces)

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Mustal

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[Relato] Kururi
« en: 31 de Diciembre de 2013, 02:58:24 am »
Antes de nada, quiero aclarar que el título no tiene sentido alguno con el relato: La palabra Kururi es sencillamente por el nombre de la canción que recomiendo escuchar mientras se lee el escrito, de la cual antes de decidir título alguno, refería al relato con el nombre de la canción: "Tengo que escribir Kururi pronto...", por ejemplo.

Así se ha quedado el título xD Acepto propuestas para cambiarlo, que ando vago de imaginación.

Ah, también debo decir que el cambio de color indica una situación distinta a la descrita en el párrafo anterior: Los párrafos blancos son un lugar y los beiges son otro.



Kururi

   El humo del cigarrillo inundaba el salón de aquella humilde casa. No había más de ocho presentes para dar la bienvenida al año nuevo. Aquel lugar no era tan grande tampoco para acogerlos, pero suficientemente apiñados aquel salón llegaba a ser incluso acogedor. Ignorando los sillones raídos y descosidos, o la ausencia de limpieza dando a notar una constante capa de polvo. Algunos muebles sufrían estado de deterioro, con señales de reparación constante. Una de las bombillas parpadeaba constantemente. La mesilla frente a la chimenea tenía dos patas cojas, y unos cuantos rayones y manchas de tantos años para servir a la familia. La chimenea estaba encendida, gracias a los labores de aquellos padres que les cuidaban cada día.  La radio había sido exitosamente reparada. Quizá este año no se perdían las campanadas.
   
   Se abrieron las puertas de aquella mansión. La fiesta estaba a punto de empezar. Más invitados entraban a aquella lujosa morada, todos ataviados de vestidos del más vivo de los colores o traje de la más exquisita gama. Mocasines italianos y zapatos tacón alto. Collares de perlas y pendientes de diamantes. Todos bien acicalados, cómo no, para dar la bienvenida al año nuevo.

   Los sirvientes paseaban de un lado para otro. Unos cogían los abrigos de pieles, y otros paseaban platos y más platos hacia el enorme comedor. Tras la comida habría un margen de una hora para disfrutar de tiempo libre a través de los pasillos de la mansión, admirando quizá la belleza de los cuadros colgados o para fumarse un buen puro de relajación mientras compartes tus exitosas batallas con el resto de presentes. Al parecer, ya han llegado todos los invitados: Veinte sillas eran las que descansaban en el comedor, cada una con veinte platos y veinte servilletas a su disposición.


   La cena estaba a punto de empezar. Los ocho se sentaron en una mesa redonda suficientemente amplia para que cupiesen ellos y sus platos. No se habían podido permitir una comida de mayor lujo, aunque se agradecía el esfuerzo por cocinar pollo para aquella noche. Pollo y verduras, con jamón comprado del supermercado par acompañarlo. Las bebidas tampoco eran las más selectas: Cerveza de botellín siempre se agradecía entre los mayores, y los jóvenes se conformaban con agua del grifo. Una mujer, un hombre, cuatro hijos, y dos ancianos comían pollo con verduras.

   A pesar de la austeridad de la cena, la familia no pudo evitar sentirse cómoda. Aquel año no se había despedido de ellos nadie. Todos estaban a salvo, sobreviviendo en el mundo actual en el que vivían.  No llevaban puesto tampoco ningún lujo: Los colores eran verdosos, marrones, o negros directamente. Cada uno haciendo un intento de llevar algo más especial para la despedida de año que lo que llevaba en el día a día. Nadie se había rizado el pelo para la ocasión. Ninguno se había teñido para disimular las canas. Los ancianos simplemente iban en pijama, de hecho, por pereza ante algo tan absurdo tratándose de la informalidad de estar con su familia.

   El padre de aquella familia fue a la cocina, en busca de otra cerveza.

   Todos sentados en la enorme mesa rectangular. Catorce a un lado, catorce al otro, y dos en cada extremo. Los sirvientes avanzaban mecánicamente con bandejas de entrantes cada uno. Canapés de salmón ahumado con caviar encima. Bandeja con patés de diversos orígenes a servirse cada uno. Salsas de untar o taquitos de sabores dulces. Exóticos casos con flan en su interior, decorados con pétalos de rosas a su alrededor y salsa de chocolate blanco encima de ellos. Se había puesto música en el ambiente: Nadie soportaba cenar con televisión puesta, y menos aún, cenar en un absurdo silencio. Las cortesías y halagos ante la buena organización de la cena no faltaban, así como sobre lo buenos que estaban los canapés. En copas finas o de balón, vino blanco se servía a todo aquel que lo pidiese.

   A una sirvienta se le cae la bandeja, con un aperitivo de carne en salsa por encima. Qué desperdicio. Un desastre. Las risas y murmullos circulan a su alrededor, mientras que la joven recoge la comida tan rápido como puede. Muy tarde: El señor de la casa ya arde de furia, por el innecesario ridículo que ha causado hacer. De nada servía las miles de disculpas que musitaba la doncella. Salir a paso rápido de la estancia era lo único válido en aquel lugar.

   Las charlas continuaron, mientras que, tras los entrantes de aperitivo, llegaba el segundo plato. Todos comentando con tonos delicados de voz, sin más risas de las innecesarias. Rectos como palos, con hasta los más mínimos de los modales en la mesa. El ambiente no era del todo familiar, a pesar de que dos familias se juntasen en aquel lugar.

   
   La nostalgia inunda el final de la cena. Nunca está de más compartir las tantas historias que siempre se repiten en las cenas familiares. Todas empezando por un “¿os acordáis de…?”. La cena fue breve, con dos platos y una fruta opcional de postre. Los ceniceros volvían al pie de la mesa, cobrando protagonismo. Las ondas de humo bailan sobre sus cabezas, formando círculos y bucles hasta disolverse finalmente en el aire. Aquellos buenos tiempos también se disolvían como el humo de las colillas apagadas. La suerte y la fortuna no les había sonreído, y la vida les había tocado. Muchos de ellos no habían podido terminar los estudios, aunque los más menores tenían la suerte de dar un paso adelante en ellos. Los dos hijos mayores, a los catorce años, los habían dejado para servir a su familia en empleo. La tercera de los hijos era una niña de nueve años, suficientemente inocente como para no comprender aún la situación de su familia, viviendo aún feliz mientras podía.

   Pero en aquella modesta casa el ambiente no cambiaba: Por una noche especial que se tenía, por la última noche del año que les quedaba, por la esperanza de que el siguiente año fuese mejor: ¿Por qué no pasar un buen rato sin preocupaciones?
   Era las doce menos veinte. Hora de traer las uvas. Un racimo comprado en las ofertas del supermercado, cada uno con doce uvas en sus platos. El silencio por un momento reinó en el lugar, esperando a la señal de la radio.


   Hora de las  campanadas. Encendieron la televisión que se alzaba en lo alto de la pared. La cena había estado deliciosa: Nadie se esperaría el dulce sabor de la salsa sobre el filete con almendras. Ni los tres tipos de queso sobre la ensalada. Ni el souflee de chocolate belga que les esperaba de postre. Las uvas ya llegaban, y cada uno cogía sus doce uvas por campanada, dispuesto a tomarse como mucho cuatro de ellas a tiempo. Las uvas habían sido compradas sin semilla, para evitar la incomodidad y el amargo sabor de ellas cuando llevasen cuatro en la boca sin poder tragar.
   
   Tras los cuartos recién terminados, empezaban ya. Todos con sus uvas en mano. Se miraron a los ojos. Se sonrieron. Todo por un feliz año dos mil catorce.
   
   Doce… once… diez…

   Nadie se miraba a los ojos, todos con el semblante serio, atentos a la televisión de plasma, mientras que las tres primeras campanadas resonaban entre las paredes carmesíes.

   
   Nueve… ocho… siete…

   Los platos sólo poseían los restos del pollo con verduras, el queso del AhorraMás, y el jamón envasado. La cena había estado perfecta a su gusto. No necesitaban más.

   Seis… cinco… cuatro…

   Los camareros tomaban sus uvas en las cocinas, todos juntos también. La doncella seguía con los ojos llorosos por su anterior incidente, a pesar de los consuelos continuos de sus compañeros. A ningún invitado le importaba si un sirviente era sensible o no, mientras trabajase, y lo hiciese bien.

   
   Tres… dos… uno…

   Nadie había llegado a tragar las doce uvas. Todos reían mientras que las pieles de uva se les caían de los labios, con los restos de semillas trituradas en ellos.

   La botella de champán se destapó en una cálida bienvenida al nuevo año. Los presentes celebraron con júbilo el acontecimiento, y las copas circulaban por el salón. Podía haber hasta cuatro botellas destapadas de aquella bebida dorada, fluyendo de copa en copa. Los brindis cómo no nunca faltaban. No se respiraba un ambiente familiar como en el de otras familias, aunque ellos no lo notasen. Simplemente era una fiesta para hacer notar el lujo de sus posesiones y la belleza de sus galas. El maquillaje en sus caras era siempre necesario.
   
Las sonrisas se asomaron en su rostro tras escuchar la campanada final. No había ni vinos ni champanes, así que tuvieron que brindar con la lata de cerveza o los vasos de agua. Se decía que traía buena fortuna si se bebía con algo de oro en el interior del vaso, bien pues lo único de oro que podía haber allí era la sortija de su abuela, la cual con mucho gusto la metió en el vaso. Su sonrisa desdentada se amplió mientras brindaba, puesto a que en el fondo aquel había sido un año más con su familia. Ignorando las dificultades. Ignorando los problemas.

Aquel, sin duda, había sido un buen año.


haber si me muero

DobleC

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Re:[Relato] Kururi
« Respuesta #1 en: 31 de Diciembre de 2013, 03:28:11 am »
Mirror como título, debido a que son como dos realidades reflejadas en un espejo (?)
Muy bueno el relato :vueltasss:

flipper99

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Re:[Relato] Kururi
« Respuesta #2 en: 31 de Diciembre de 2013, 04:49:13 am »
y cada uno cogia sus doce uvas por campanada
:ph43r: :ph43r:
Si que les gustaban las uvas.
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Re:[Relato] Kururi
« Respuesta #3 en: 31 de Diciembre de 2013, 06:48:31 am »
Aw, so cute yet so cruel. Me gusta que describas las dos familias al mismo tiempo, pero creo que se habría sobreentendido sin la ayuda de los colorines. (?)
Aunque haces que las diferencias sean muy marcadas. A veces se hacía un poco molesto, pero todo lo demás me gustó. c:

Tú y Kururi, aish. (?)

Rayfenx

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Re:[Relato] Kururi
« Respuesta #4 en: 31 de Diciembre de 2013, 07:19:53 am »
esta mu bonito

Nsuprem

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Re:[Relato] Kururi
« Respuesta #5 en: 03 de Enero de 2014, 07:45:14 pm »
Buy bonito :3

Un poco triste, hacia los 2 bandos, tanto por las diferencias económicas como las sentimentales...
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Nerobufren

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Re:[Relato] Kururi
« Respuesta #6 en: 04 de Enero de 2014, 07:11:43 am »
está tope guapo