Sleep loop
-Mamá... Papá...
La tenue voz del niño irrumpió el sueño de sus progenitores:
-¿Qué pasa, campeón?
-Hay un monstruo bajo mi cama...-soltó un sollozo- ¿Puedo... puedo dormir con vosotros?
Su madre miró el reloj: 03:26 a.m. Sonrió y alargó un brazo hacia él, invitándolo a colocarse entre ella y su marido, quien le acarició el pelo en cuanto el niño se puso a su lado.
-Mañana miraremos debajo para asegurarnos de que no vuelva, ¿de acuerdo?-su hijo asintió y cerró los ojos.
-¿Lo ves, hijo?-el padre salió de debajo de la cama-. Nada de nada.
-Pero yo lo vi anoche...
-Y te creo. Pero se habrá asustado de ti por ser tan valiente.
Salió de la habitación y dejó al niño solo. Éste se agachó con cuidado para cerciorarse de que su padre tenía razón. Al comprobar que así era, se volvió a levantar, pero antes de hacerlo vio las marcas de unos arañazos finos y largos en el suelo de madera.
-¡Papá!-corrió hacia su padre, que estaba en la cocina-. Hay uñas en el suelo.
-¿Uñas?-enarcó una ceja.
-Sí. Ven a ver-le tironeó de la manga de la chaqueta para que lo siguiera.
Llegaron a la habitación, pero en el suelo no había nada.
-Seguro que lo has soñado.
-¿Soñado?
-Sí. Mientras dormías, lo viste.
-Soñado. Soñado... Soñando...
... soñando... soñar... ¡Soñar!
-¡Saúl!-el aludido levantó la cabeza de golpe- ¿Quieres dejar de soñar? Ya hemos llegado a casa.
-Sí, mamá...
El joven adolescente bajó del coche bostezando y cogió el móvil para saber la hora: 03:27 a.m. El cumpleaños de su tía en la casa de sus abuelos se había demorado bastante. Cuando llegó a la habitación se tiró en la cama sin desvestirse siquiera. Pensó en lo que había soñado antes. Él también, cuando era un niño, creía que siempre había algo bajo la cama. Sonrió de su estupidez pasada. Pero al recordar ese tonto temor infantil, un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Y si realmente había algo? Se asomó bajo la cama; en un principio no había nada, pero luego, unos ojos azules, tan fríos y afilados como el hielo, le devolvieron la mirada. Subió de nuevo con los ojos abiertos como platos. ¿Qué demonios era eso? Respiró hondo, encendió la luz y volvió a mirar debajo. Pero esta vez no había nada. Lógico. Estaba cansado a esas horas de la madrugada y la caída de la noche siempre lo acompañaba el leve estado paranoico en el que se ponía.
Sin poder caer en los brazos de Morfeo, se paró a pensar. ¿Realmente lo había imaginado? ¿Y si su cerebro no lo había jugado una mala pasada? ¿Y si todo era producto de la imaginación de alguien que había colocado el monstruo y, como no le gustó, lo quitó? ¿Y si no era más que el sueño de una persona real mientras que él era inexistente?
Lara despertó de golpe, comprendió el concepto de extravagante y lo usó para definir su sueño. Miró la hora: 03:28 a.m. Respiró un par de veces. Pensó que se parecía al sujeto de su sueño ya que también ella se ponía paranoica por las noches. Pero, ¿y si ella también formaba parte de un sueño? Saúl había tenido razón respecto a sus especulaciones. ¿Por qué ella no?
Gael abrió los ojos y parpadeó un par de veces hasta reconocer su cuarto. Los números del reloj que tenía en la mesilla le revelaron la hora: 03:29 a.m. Cerró los ojos de nuevo y se dio media vuelta. No quería pensar en lo que había soñado. No le apetecía continuar el bucle infinito.