Autor Tema: [Relato] Espinas  (Leído 2131 veces)

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Graveyard

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[Relato] Espinas
« en: 18 de Mayo de 2013, 10:01:59 am »


Cada vez que me pongo a pensar en lo que hice me siento... mal. Mis manos empiezan a temblar, y mi mirada se nubla poco a poco. Supongo que es el efecto del remordimiento, o quizás es mi mente tratando de asustarme; son emociones fuertes que, incluso a esta edad, no puedo soportar. Siempre intenté mostrarme fuerte, pero no pude. Mi cuerpo era más que suficiente, eso sí, pero mis ganas de seguir luchando siempre disminuían, siempre eran destruidas por alguien cuyas inseguridades, odios e inestabilidad mental eran mayores. Siempre me molestó, pero no hice nada al respecto por... ¿veinte años? Perdí la cuenta de tantas veces que sufrí abusos por parte de todos a mi alrededor. Empecé a temblar hace rato, pero esta vez no me importa tanto; supongo que me siento mejor relatándolo que haciendo memoria. En todo caso, querido diario, debo confesarte todo lo que hice. Si bien no es algo de lo que me sienta orgullosa, me siento obligada a mostrárselo a alguien, incluso si ese alguien no es capaz de tan siquiera analizarlo. Tú, mi fiel y querido diario, eres el único que me escucha en este salón vacío.

Comenzaré con mi vida temprana, de cuando era muy pequeña como para saber bien lo que hacía. Era bastante delgada, ilusionada. Mi madre me recogía el cabello en dos coletas de brillo amarillo, y corría por todos lados jugueteando con lo que me encontraba. En el parque mis atracciones favoritas eran los columpios. No entendía muy bien la razón, sólo los amaba. Ahora que lo pienso con más tiempo y razonando un poco, creo que es porque me sentía una mujer grande, que podía tocar las nubes con solo alzar la mano, y que nadie era más que yo. Me sentía como mi madre, siempre fuerte y severa, sin perder las dulces caricias que siempre me daba antes de dormir. Ella me cantaba canciones de cuna mientras la luz de una vela iluminaba el cuarto. No usaba una lámpara porque creía que era más bonito y poético colocar una vela, que simplemente moriría con el tiempo, no sin dejar un legado. Aunque fuera algo patético como lo iluminar nuestras noches secretas ajenas al mundo de las finanzas de mi padre y el alcohol, ella creía que era una razón noble para existir; según su filosofía, además, todos teníamos una razón de ser, por minúscula que fuera. En mis memorias ella siempre tuvo un lugar especial, y siempre lo tendrá. Mi madre, aquella mujer noble que jamás me alzó la voz, y que jugó conmigo en sus ratos libres. Aquella mujer que murió a manos de una enfermedad cuando era una chiquilla inocente, de quien me vi forzada a depender todo ese tiempo. Ella, mi amada madre.

Tras la falta de amor de aquella mujer tan sabia me vi obligada a vivir con mi padre. Tenía sólo siete años, y creo que ese fue el inicio de mis penurias. Estoy escribiendo esto a los veintiocho años, pero no lo culpo a él por todo, sino a los que me rodearon desde aquel entonces. Como dije, él era un alcohólico que maltrataba a mi madre constantemente. Las finanzas lo tenían loco, ¡y no lo culpo! A día de hoy me dedico a lo mismo gracias a sus forzadas enseñanzas, las cuales agradezco infinitamente, ya que es gracias a eso que pude tener una vida llena de los pequeños lujos que me pude permitir, aunque en mi niñez no me faltaron. Era de familia bien posicionada social y económicamente, y aún así no era feliz. Se acabaron las noches con mi madre, los relatos sobre la hermosa y noble vida de una vela, las ideas sobre libertad y la importancia de una vida. Todo fue reemplazado por noches oscuras llenas de miedo y nadie que me intentara consolar; tampoco buscaba a mi padre, estaba muy estresado como para poder ir a lloriquearle en el hombro y que me cuidara. Mi vida escolar fue, al inicio, buena. Me llevaba bien con todos, y les llamaba la atención mi rubia y brillante cabellera, porque todos estaban acostumbrados a las castañas. Me sentía especial por ser la única que podía reclamar el nombre cariñoso de "rizos de oro" que me dio la profesora que impartía clases. Mis coletas, sin embargo, desaparecieron porque mi madre ya no estaba para hacérmelas. Cuando una compañera de clases se ofreció a hacerlas por mí, ya que no sabía, lloré al verme en el espejo de la casa. Lloré lo que quedaba del día, e incluso olvidé hacer la tarea. Al día siguiente todos entendieron, pero me sentí muy mal por una semana. Creo que incluso por más tiempo...

El verdadero infierno fue al año siguiente, que nos cambiamos a un barrio más adinerado. Con eso, tuve que despedirme de mis amigas y amigos, de la profesora y del apodo "rizos de oro" hasta varios años más adelante. Los niños se burlaban del brillo de mi cabello en lugar de estar impresionados. Me arrinconaban, me empujaban, me tumbaban en pleno patio y se reían de mí, junto a todos los de las distintas clases. Me acostaba a llorar cuando eso pasaba, y me arrojaban cosas. No era para nada placentero, y en casa no iba mejor: mi padre no salía de su estudio para recibirme y tenía que prepararme la comida. Desarrollé una habilidad para la cocina impresionante considerando mi edad, pero no me sentía feliz por ello. Pasaba las tardes sola en casa sin nadie que me invitara a jugar, o nadie con quien conversar. Sólo a una vecina mayor que me regalaba libros, con quien tuve una gran amistad hasta que murió, meses más tarde, porque era demasiado vieja como para poder seguir en este mundo. Su muerte me impactó al igual que la de mi madre porque era muy cercana a mí. El día de su muerte era su cumpleaños y le iba a dar un ramo de rosas rojas, sus favoritas, acompañadas de un libro que me dijo que quería. Ella fue la última persona con quien establecí una buena relación.

Los años siguientes transcurrieron igual: era acosada por mis compañeros, y con el pasar del tiempo la sonrisa fue borrada de mi rostro. La profesora era estricta, inflexible, despiadada, cruel. Si llegaba tarde me llevaba a un rincón del salón y me azotaba con una regla, aún cuando estaba prohibido por las normas de la institución, pero nadie hacía nada al respecto. En cambio, los profesores decían que era una buena forma de disciplinar a los niños, y algunos incluso lo pusieron en práctica años más tarde. Las niñas, por su parte, se reunían a mis espaldas para hablar mal de mí y decir chismes absurdos que no se creían, pero que igualmente divulgaban por toda la institución, de manera que fui conocida como "la niña come-ardillas", "la que se metía al baño de niños", "la pequeña brujita", "come-bichos" e incluso "mata-gatitos". Todo esto me llevó a pensar que era mi culpa ser así de frágil, sensible, delicada. Al salir de clases lloraba frente al colegio porque sabía que estaban hablando mal de mí, y jamás le dije nada a los profesores. Supongo que fue un grave error. Ah, me duele la espalda, escribir en esta posición no me sienta bien.

Bien pues, ya graduada, decidí no ir a la universidad. Los estudios que mi padre me forzó a repasar una y otra vez me ayudó a ser la aprendiz de mi padre en su empresa. Terminé de darle los toques a aquellos conocimientos en el mundo mercantil: cuándo invertir, cuándo ver que las acciones van a caer para vender, estudiar la competencia en la bolsa, predecir la caída de una que otra empresa, amasar dinero como nadie antes lo hizo. Claro que esa fortuna inmensa que ganaba no era para mí, sino para la amante de mi padre, que se llevaba todo en viajes y joyería que forzaba a recibir. Esa mujer joven, de unos treinta y dos, logró chupar el dinero de mi padre en menos de un año, y lo terminó abandonando casi sin nada, ya cuando no podía pagarle un viaje a El Caribe. Su fortuna fue recuperada poco a poco, pero su humor terminó por destruirse por completo. Ya ni siquiera nos veíamos en la oficina, sino que recibía las notas de su secretaria, para que evitara verlo en tan mal estado. Sólo en la casa, ya cuando estaba más relajado, podía acercarme a él sin que me gritara o intentara golpearme. Me llamaba fracasada por no haber estudiado algo como medicina o derecho, y ni tan siquiera servir como ama de casa; esto último lo dijo sin saber que era yo quien recibía los cheques de la limpieza y la comida. Me sentía bien sabiendo que se equivocaba, pero no recibía una pizca de cariño de su parte. Cuando murió, ya pasados cinco años en esta rutina monótona llena de fortuna, tuve que hacerme cargo de todo lo que dejó por hacer. Terminé cerrando todo para dedicarme a algo que me gustara más por muchas quejas que recibí, pero terminé reabriendo el negocio por falta de éxito.

Con una vida tranquila, sin llamar la atención, ¿quién diría que la chica que siempre usaba una rosa en su cabello, recordando a aquella amable mujer, terminaría siendo un peligro para su comunidad?

¿Recuerdas, querido diario, cuando te dije que todos tienen un propósito? Creo que encontré el mío.

Al principio mencioné que no me sentía orgullosa de nada de lo que iba a relatar, y no lo estoy. Pero lo que diré a continuación es la peor parte de lo que ha sido mi corta vida. Reitero: no culpo a mi padre, o incluso a la enfermedad de mi madre. Aquellos que realmente me hicieron daño fueron los que me oprimían, y es de ellos de quien quiero algo. En realidad fue bastante sencillo, considerando que ninguno tuvo éxito en su vida. Ahora, en este salón lleno de sangre, debo dejar de escribir. Querido diario, gracias por tu atención. Ahora me despido, no sin antes añadir que adoro ser llamada Rosa, aunque no sea mi nombre, porque me considero una.

Con cariño,

Rosa.



Flor
[Lista de relatos]


Pimer relato: Espinas

Segundo relato: Espinas de brugmansia

Tercer relato: Espinas de acónito

Cuarto relato: Semillas

Quinto relato: Semillas de angélica
« Última modificación: 02 de Abril de 2015, 06:58:55 pm por Graveyard »



Mustal

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Re:[Relato] Espinas
« Respuesta #1 en: 19 de Mayo de 2013, 01:20:04 am »
Aw, qué relato tan cute :_3

El final es muy impactante (pero me spoileaste por Skype, puto .l. (?) ), pero bastante corto. La frase principal del relato, la que engancha al lector, son más que un par de palabras.

Podrías haber descrito un poquito más esa parte, no? :c

Buen relato, muy bonito :3 (?????????)
haber si me muero

Graveyard

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Re:[Relato] Espinas
« Respuesta #2 en: 19 de Mayo de 2013, 02:02:25 am »
Repito lo que puse en Deviant Art a otro usuario: el final es así porque no quería extenderme. Esto es un intento de imitar el realismo mágico latinoamericano, el cual aburre después de leer páginas así, y quería evitar eso.

Nsuprem

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Re:[Relato] Espinas
« Respuesta #3 en: 19 de Mayo de 2013, 04:04:12 am »
Es muy bonito y triste. La 1ª parte es muy tierna <3. Y el final es muy tuyo xxDD.
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Re:[Relato] Espinas
« Respuesta #4 en: 07 de Junio de 2013, 12:02:35 pm »
Es muy bonito y triste. La 1ª parte es muy tierna <3. Y el final es muy tuyo xxDD.
Opino como tú jejeje la parte primera es tristecilla e injusta pero luego el final  :ph43r: