Capítulo 2
Cuando desperté me encontraba en una cama mullida de sábanas blancas. “Sigo en mi casa” pensé. “Al final ha sido todo un sueño”.
Pero eso fue antes de despertarme del todo. La habitación en la que me encontraba no era la mía. A parte de la cama, encajada en una esquina, y de una mesita de noche al lado, no tenía más muebles. El suelo estaba cubierto por las mismas baldosas que había visto en el laboratorio.
El laboratorio… ¿Qué me había pasado? Estaba mirando al Furret, agachado frente al escritorio, cuando había notado el pinchazo en el cuello y la voz que hablaba a mis espaldas…
Justo entonces se abrió la puerta de la habitación y la Profesora Cris entró con una bandeja repleta de comida entre las manos.
__Ah, veo que te has despertado __sonrió__. Has tardado más de lo que esperaba, pero al final todo ha ido bien. ¿Cómo te encuentras?
__¡Tú! __exclamé, haciendo caso omiso de sus palabras__. ¡Tú me clavaste aquello en el cuello!
__Sí, perdona por eso, pero no encontraba forma de decírtelo sin que te escandalizadas, así que he tenido que sedarte por sorpresa antes de ponerte el suero. Estuviste los dos primeros días ardiendo de fiebre y delirando, pero al tercero empezaste a estabilizarte.
__¿Llevo aquí tres días? __lo primero que pensé fue en lo mal que lo tendría que estar pasando mi madre, allí, en mi casa, quién sabe a cuantos mundos de distancia. Probablemente ya hubiera llamado a la policía.
“El suero…” Aquello era todavía más preocupante. ¿Qué habría intentado hacer la Profesora Cris con mi cuerpo? Traté de salir de la cama, pero nada más incorporarme la cabeza comenzó a darme vueltas y volví a derrumbarme sobre la almohada.
__Estate quieto __me regañó Cris. Se sentó a mi lado en la cama y puso la bandeja con la comida sobre mi regazo__. Has estado tres días inconsciente. Eso junto con todos los cambios que ha sufrido tu cuerpo te ha dejado agotado. Necesitas recuperar energías.
Miré hacia la bandeja que había dejado en mi regazo y, a pesar de todo lo que me estaba pasando, no pude evitarlo y me puse a comer. Había tres piezas de frutas diferentes, aunque tras examinarlas más de cerca me di cuenta de que no eran otra cosa sino bayas. No importaba que no las hubiera visto en la vida, me las tragué enteras, junto con el zumo, el tazón de cereales y dos bollitos. Nunca había comido tanto en mi vida, aunque tampoco había estado tan hambriento.
__Menudo espectáculo __comentó Cris cuando todavía sorbía lo que quedaba en el tazón__. Seguro que tienes un montón de preguntas que hacer. La verdad, no sé por dónde podría empezar, así que será mejor que me digas tú mismo qué…
__¡Has intentado matarme! __la interrumpí, dejando la taza sobre la bandeja con un golpe. Tenía el estómago lleno, pero todavía no se me había pasado el enfado. La Profesora Cris levantó las manos y negó con la cabeza.
__¡No, no, no! Ya te lo he dicho, sólo era un sedante. Si te lo hubiera explicado antes te habrías negado en redondo a hacerlo o te habrías largado corriendo a la primera ocasión. Entiéndeme, era una oportunidad demasiado buena para dejarla escapar. Estabas ahí, en aquel bosque, acababas de ver una batalla entre dos bestias que hasta entonces sólo existían en tu imaginación… No podía simplemente dejarte volver a casa y ya está.
__¡Eso es! ¡Tenías que eliminarme! __volví a interrumpir, cada vez más enfadado. Tras la comida, notaba como regresaban mis fuerzas. Una corriente de calor intenso recorría mi interior. Apreté el puño con furia, y una chispa saltó entre el hueco que quedaba entre el pulgar y el índice. La llama voló, pasando por encima del hombro de Cris, hasta aterrizar contra el suelo un par de metros a sus espaldas. Hubo una pequeña explosión y un fuego empezó a arder. La profesora pokémon reaccionó con rapidez. Se levantó de la cama al tiempo que se sacaba su bata blanca y la usó para extinguir las llamas. Si hubiera sido un suelo de madera podría haberse extendido antes de que llegara a apagarlo, pero al final, tras unos cuantos pisotones sobre la tela chamuscada, la lumbre quedó reducida a cenizas y unas volutas de humo.
__Por los pelos __suspiró antes de girarse hacia mí__. Haz el favor de tener más cuidado. Hasta que aprendas a controlar bien tus poderes deberías evitar las emociones intensas, o quizás la próxima vez vueles el laboratorio por los aires.
Justo cuando pensaba que nada podría sorprenderme más pasaba aquello. Me quedé mirando la mano abierta, la misma mano con la que acababa de provocar un fuego, estupefacto. Volví la mirada a la Profesora Cris, con la boca abierta, pero sin decir nada. Se me había pasado el enfado.
__¿Esto es lo que me hizo el suero? __pregunté. Cris volvió a sentarse a mi lado, sobre la cama.
__Sólo una pequeña parte. Mira, no quiero hacerte ningún mal, no hay nada más lejos de mi intención, pero necesito tu ayuda. ¿Estarías dispuesto a escucharme, por lo menos?
Asentí sin decir palabra. La Profesora Cris dio un hondo suspiro antes de empezar a hablar.
__Supongo que lo mejor será que empiece por el principio. En la década de 1980 un hombre llamado Satoshi Tajiri entró por primera vez en el mundo pokémon. Un Pikachu abrió un portal justo enfrente de él y lo atravesó antes de que llegara a cerrarse. Esa fue la primera vez que un humano pisó Aurora y volvió para contarlo. Satoshi estuvo más de dos semanas aquí antes de poder regresar usando uno de los prismas elementales que crecen en las cuevas de esta región. Había sido testigo de un milagro, un universo nuevo poblado de criaturas con poderes extraordinarios que la ciencia no podía explicar. Era un mundo virgen, totalmente natural.
“Satoshi sabía que no podía revelar su secreto a todo aquel que pudiera escucharlo. Había descubierto como usar los prismas elementales y se había llevado varios consigo antes de regresar, así que la falta de pruebas no era un problema. Sin embargo, si los humanos llegaran a colonizar este nuevo mundo igual que el anterior, perdería toda su magia. Lo contaminarían. Al final los pokémon acabarían por extinguirse. Pero, al mismo tiempo, era un secreto demasiado grande, lleno de posibilidades, para que él solo pudiera cargar con él. Así pues, seleccionó a unos pocos amigos de confianza, todos ellos científicos e investigadores, bien formados y en los que tenía plena confianza, y juntos comenzaron un trabajo de investigación que todavía continúa hoy en día.”
“Construyeron laboratorios como este, y algunas casas para acoger a los científicos y sus familias. Al cabo del tiempo surgieron pueblos y ciudades, pero tan pequeños que no podían afectar al ecosistema de Aurora. Incluso hoy en día, casi treinta años después, la población humana es mucho menor que la pokémon. Seguimos investigando, y con el tiempo inventamos las primeras bonguriballs, que se hacían con la cáscara de ciertas bayas, hasta que mejoramos la tecnología con las nuevas pokéball. Fue un paso muy grande en la relación entre pokémon y humanos.”
“Sin embargo, para poder financiar todo eso necesitábamos dinero, montañas de dinero. A Satoshi se le ocurrió la genial idea de vender la idea del mundo pokémon en forma de videojuego. Creó una pequeña empresa llamada Game Freak, y negoció con Nintendo una parte de los beneficios. La idea tuvo más éxito de la que nos atrevimos a esperar, y el dinero no fue nunca más un problema. En la actualidad, Game Freak, junto con ciertos directivos de Nintendo, continúan financiando nuestras investigaciones.”
__Habéis creado una red de negocios entre los dos mundos __interrumpí por primera vez tras un buen rato__. Y todo esto a espaldas del resto de la humanidad. ¿Cómo es posible que nadie se haya dado cuenta?
__Tenemos un gran control sobre la población de Aurora __explicó Cris__. Hay muy pocas personas que tengan permiso para a travesar el portal de un mundo a otro. Y los que vivimos aquí tenemos que estar siempre localizables __En ese momento se inclinó hacia delante y echó hacia delante el lóbulo de la oreja con la yema del dedo. Justo detrás de ella, por debajo de la piel, podía apreciarse un pequeño bulto rectangular__. ¿Ves esto? Es un microchip. Todos los ciudadanos de Aurora llevamos uno. El chip permite localizarnos cualquiera que sea el lugar en el que estemos, incluso en tu mundo. Además, está conectado a una pequeña red de nervios del bulbo raquídeo. Si alguien tratara de extirparlo, el corazón le dejaría de latir en un instante.
__¿En serio? __parecía increíble el punto al que podían llegar para proteger el secreto del mundo pokémon__. ¿No es algo… excesivo? ¿Qué hay de la libertad de las personas?
La Profesora Cris esbozó una triste sonrisa.
__La seguridad de nuestro mundo era más importante. Imagina lo que pasaría si los humanos construyeran en Aurora al mismo paso que en la Tierra. Cambiaría por completa la naturaleza de este mundo. Hasta los pokémon saldrían dañados.
“Sin embargo, a pesar de estas fuertes medidas de seguridad, es inevitable que de vez en cuando un humano tenga un contacto con el mundo pokémon. No llegamos al asesinato, ni mucho menos, y, aunque nadie creería a alguien que fuera por ahí pregonando la existencia de unas criaturas de videojuego, tampoco consideramos prudente dejarlo pasar. En estos casos lo traemos junto con su familia a Aurora. Creamos una coartada para su desaparición en su mundo, le damos un hogar en este, una formación, un trabajo y, en general, una nueva vida.”
__¿Y qué pasa conmigo? ¿También me vais a mantener aquí atrapado? __no era que me importase. De hecho, la perspectiva de comenzar una nueva vida en mi mundo de ensueño era lo mejor que me podía haber pasado.
__Contigo me desvié un poco del protocolo. Para empezar, nadie sabe que estás aquí, aparte de mí misma. De lo contrario, ya te habrían implantado el microchip __tuve que contener el impulso de llevarme las manos detrás de las orejas__. La razón, como ya te he dicho antes, es que necesito tu ayuda.
Se quedó un momento en silencio, como si esperara a que fuera a decir algo. Yo no tenía ni idea de qué podía querer Cris de alguien como yo, que instantes antes ni siquiera sabía que existiera un mundo como aquel.
__¿Y el suero? __pregunté, al final.
__El suero es una ayuda, una especie de… regalo __titubeó__. Bueno, no voy a negar que también me movía la curiosidad científica, pero no tengo ninguna duda de que lo vas a necesitar. La sustancia que te inyecté tras el sedante es un trasmisor transgénico. Tras entrar en tu sangre produjo una reacción en cadena sobre el adn de todas las células de tu cuerpo.
Hasta entonces todo aquello me sonaba a chino.
__¿Y eso qué significa? __volví a preguntar.
__El suero contenía encimas de tres pokémon diferentes: Blaziken, Sceptile y Blastoise. Las enzimas han modificado tu adn, añadiendo una tercera cadena subordinada a la pareja de cadenas principal. Básicamente, has desarrollado los poderes de estos tres tipos de pokemon.
La Profesora Cris sonrió, aunque a mí me parecía bastante alarmante.
__¿Me voy a convertir en un pokémon?
__¡No, nada de eso! __se apresuró a aclarar__. Ya te lo he dicho, el adn pokémon está en una cadena subordinada, de modo que no afectará a tu cuerpo humano. Sin embargo, gozarás de los beneficios y poderes propios de un cuerpo pokémon. La fuerza de Blaziken, la velocidad de Sceptile, la resistencia de Blastoise... ¡Imagínatelo! Nunca nadie había logrado algo así. Hace unas dieciocho horas, tu cuerpo comenzó a emitir ondas PQ, al principio a penas era un rumor, pero ha ido aumentando de intensidad increíblemente rápido. Tú mismo lo has comprobado hace unos instantes. Esa chispa que lanzaste al cerrar el puño, era un ataque pirotecnia.
__Parece imposible __todavía no había notado nada distinto en mi cuerpo, salvo aquella extraña corriente de calor instantes antes de que creara el fuego__. ¿Dices no se había hecho antes? ¿Cómo sabes que no es peligroso, o si tendrá efectos secundarios? Al final igual sí que acabo convertido en pokémon
Por alguna razón la perspectiva tampoco me preocupaba tanto como me debería.
__He usado un método parecido al de las MTs. Ya sabes, cuando le quieres enseñar una habilidad a un pokémon que normalmente no podría desarrollar. También se hace mediante transfusiones transgénicas, pero sólo puede haber dos resultados. O el adn se adapta y desarrolla el nuevo ataque, o lo elimina. En tu caso lo peor que te podría pasar es que el experimento no funcionase. Pero ya ves __señaló la bata chamuscada con la cabeza, todavía en el suelo__. Ha sido un éxito.
“Experimento”. La palabra no terminó de gustarme, pero otra parte de mi mente estaba encantada. Por un momento me imaginé en un campo de batalla, ante un pokémon gigantesco, de rostro indefinido, lanzando una gran llamarada con mis manos. “Sería genial si pudiese llegar a hacer algo así” pensé.
__Si no te gusta puedo quitártelo cuando quieras __continuó explicando Cris__. Pero todavía no, te hará falta para lo que te espera. Cuando todo esto acabe, si todavía te desagrada la idea, te inyectaré el antídoto y podrás regresar a casa como si nada hubiera pasado.
Entonces Cris se levantó de la cama y caminó hacia la puerta.
__Descansa otro poco si quieres. La transgénesis ha completado su fase más importante, pero el adn tardará todavía un par de semanas en asentarse por completo en tu cuerpo. Mientras tanto puede que vayas desarrollando nuevos poderes poco a poco. Cuando estés listo, baja a buscarme al laboratorio.
Dicho esto salió por la puerta metálica de la habitación, dejándome solo. No me quedaba ni una gota de cansancio en el cuerpo, así que me levanté de la cama de un salto. Llevaba la misma ropa que cuando había terminado el instituto, salvo las zapatillas, que reposaban al pie de la cama. Me las puse a toda prisa, sin apenas pararme a atar los cordones, y salí por la puerta. Nada más dejar el cuarto me encontré con una escalera que bajaba a la izquierda. Descendí los peldaños de dos en dos, doblé un recodo hacia la derecha, y entonces tuve el accidente.
El problema era que no había barandilla en la parte izquierda, de modo que cuando extendí la mano para apoyarme no encontré nada más que aire. Perdí el equilibrio. Durante un instante pensé que podría enderezarme a tiempo, pero ya estaba medio inclinado y el peso de mi cuerpo tiró de mí hacia abajo. El suelo estaba a unos dos metros, distancia suficiente para partirme la crisma. Empecé a caer. El tiempo parecía haberse detenido por completo. Llegué a oír el grito ahogado que lanzó la Profesora Cris.
Parecía que iba a darme con la cabeza en el suelo, pero entonces mi espalda se retorció en un acto reflejo, di una voltereta y aterricé a cuatro patas junto al escritorio.
__¡Uau! __exclamé, asombrado. El tiempo volvía a transcurrir a velocidad normal__. No tengo ni idea de cómo he hecho eso.
Me incorporé de un salto. Al frente del escritorio la Profesora Cris suspiró,
aliviada.
__Por lo que a mí respecta, te he salvado la vida __dijo después, más calmada. Se echó a un lado para dejarme a la vista el escritorio__. Fíjate, aquí tengo más regalos para ti.
Lo único que me era familiar de entre todos los objetos que vi encima de la mesa fue la mochila roja, la misma que había llevado al instituto y que Cris había vaciado de los libros de texto. Al lado, colocadas en un círculo perfecto, había cinco pokéballs en su tamaño reducido, de modo que no medían más que una uva pasa. En el centro del círculo reposaba otra pokéball, esta del tamaño de una naranja. Un poco más abajo había dejado un aparato que me recordó a un teléfono móvil, con la carcasa de color rojo brillante y muy fina, con una gran pantalla.
__¿Al final me voy de aventura? ¿Es esa la gran misión? __pregunté, escéptico.
__No, es tú tapadera. Como ya te he dicho, tú no estás marcado, de modo que no hay manera de controlar tu presencia en este mundo. Sin embargo, necesitas “ser alguien” mientras estés aquí, así que te he creado una identificación __cogió de la mesa el aparato que parecía un teléfono móvil y me lo tendió__. Pulsa con el dedo pulgar la pantalla.
Hice lo que me pedía. La pantalla iluminó con un golpe de luz. Allí aparecía de todo. Mi nombre, apellidos, la misma foto que usaba en mi carnet de identidad junto con un número de identificación, e incluso el peso y la altura.
__¿Cómo has conseguido todo esto? __pregunté. Cris esbozó una sonrisa.
__Internet. Tenemos una red secreta entre los dos mundos. Esto de aquí es la
identificación que te acredita como entrenador pokémon __pasó un dedo por la pantalla y apareció la imagen de una mapa. Aurora era una isla pequeña, de forma redondeada. Varias ciudades y pueblos se extendía desde la costa sur hasta la este, y entonces continuaban siguiendo una especie de circuito por el centro del mapa. En el extremo norte la redondez de la isla se interrumpía por un cabo puntiagudo, que se torcía a la derecha. Parecía un dedo retorcido que apuntase a un pequeño islote, separado del resto de la isla por un par de quilómetros de mar. Cris me lo señaló en la pantalla.
__Este es tú objetivo, las montañas de Iza __explicó__. Es la zona más elevada de toda Aurora. No habíamos comenzado a habitarla hasta hace unos pocos meses atrás. Las temperaturas son extremadamente bajas incluso en la parte que limita con el océano y a partir de los mil metros de altitud ni los pokémon más resistentes son capaces de aguantar el frío. Antes sólo permitíamos la entrada a la zona a los entrenadores que habían ganado el campeonato, pero los dragones han decidido establecer las nuevas instalaciones penitenciarias allí, así que la zona es ahora suya.
__¿Prisiones? __pregunté. Aquel concepto no acababa de encajarme en el mundo pokémon__. ¿Y quiénes son los dragones?
__Aunque somos una población bastante reducida en la isla, también tenemos delincuentes. Precisamente el cuerpo de policía de Aurora está en manos de esos dragones __Cris hizo una pequeña pausa entes de continuar__. Nuestra forma de gobierno está integrada por dos facciones distintas. Gobiernan sobre toda Aurora a través de un consejo integrado por un número paritario de miembros de dos grupos diferentes. Los primeros nos hacemos llamar los cuervos, que representan a la facción científica de Aurora. Nos dedicamos a la investigación y a mantener equilibrada la presencia de humanos en Aurora para no alterar el ecosistema pokémon. El segundo grupo lo integran los dragones, los empresarios, banqueros, economistas y demás. Ellos son los encargados de financiar nuestro mundo mediante los negocios que mantienen al otro lado.
__Así que formáis una especie de coalición __dije. La Profesora Cris asintió.
__Más o menos. Ambos grupos tenemos ideologías distintas. Los cuervos nos centramos en conservar el mundo pokémon lo más intacto posible y en continuar nuestra investigación. Los dragones, en cambio, opinan que se obtendría un beneficio económico mucho mayor si revelásemos el secreto al resto de la humanidad. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, no hemos tenido demasiados problemas para llevar el gobierno de Aurora durante todos estos años. Hasta ahora.
“El grupo que partió para preparar las instalaciones en Iza estaba compuesto por cuervos y dragones. Durante los primeros días no pasó nada, pero entonces comenzaron a retrasarse los informes que debían de enviarnos algunos de los científicos responsables. Poco después se descubrió que esas personas habían desaparecido sin dejar rastro. Llevamos a cabo las investigaciones pertinentes, hicimos preguntas, pruebas, pero nadie parecía saber nada. Es como si se hubieran esfumado, sin más. Para echar más leña al fuego, ninguno de los miembros de los dragones ha sufrido ningún daño. El cuerpo de policía ha prohibido la entrada de más cuervos a la isla como medida cautelar, pero sus investigaciones siguen sin dar resultado y sus informes son cada vez más escuetos.
__¿No tienen demasiado poder los dragones? Es decir, tienen la seguridad de Aurora en sus manos. Es como si tuvieran impunidad total.
__Nosotros aportamos toda la tecnología que necesitan para sus actividades, así que en cierto modo dependen de nosotros __la Profesora Cris suspiró__. Sin embargo, las relaciones entre nosotros en el Consejo nunca habían estado tan tensas. Iza está bajo la jurisdicción de los dragones, así que en teoría no tenemos ningún poder de decisión sobre ellos. Algunos creen que, tal como están las cosas, si los presionamos para que nos dejen participar en las investigaciones, podían incluso a llegar a alzarse contra nosotros.
“Una guerra” pensé. Empezaba a comprender la magnitud del hecho. Si los dos grupos entraban en conflicto y metían a los pokémon en medio, podían llegar a desencadenar una catástrofe en toda Aurora. ¿En qué lío me había metido?