[AVISO] Este relato contiene detalles absurdos que escapan de la imaginación humana, si tu mente no está capacitada para éste tipo de lectura, se siente (?)
Caía el atardecer en Taladro Rosado, Clavelio y su amigo Floripondio regresaban a su patera, pues volvían de clase. Hacía algo de fresco y las nubes de algodón de azúcar se presentaban en el cielo, icono de que llovería pronto, así que ambos se apresuraban en volver a casa. Para ahorrar tiempo, Floripondio se subió sobre Clavelio, pues así el rozamiento con el suelo es menor y se alcanza una mayor velocidad máxima.
Aproximadamente unos diez minutos después, muy a pesar de ambos amigos, la lluvia comenzó a caer con enorme fuerza, así que decidieron buscar un refugio, pues a nadie le gusta la clásica lluvia de chocolate de Taladro Rosado. Estaban a punto de llegar a un portaaviones cuando cayó un rayo ante ellos. El gran resplandor rosado cegó a los jóvenes de forma momentánea.
Cuando ambos recuperaron la vista, descubrieron una gran sorpresa. Como caído del cielo, había aparecido un gran hombre musculoso, de alrededor de dos metros de altura, vestido con un impoluto tutú blanco, el cual no se manchaba a pesar de la lluvia. Parecía un atuendo digno de un Dios.
Los muchachos no sabían como reaccionar. Esa belleza celestial hacía que sus corazones latieran, como si fueran a estallar. El sonido podía escucharse desde lejos, pues ambos compañeros latían a la vez, creando una mágica resonancia.
Entonces el hombre misterioso alzó su mirada.
Tanto Clavelio como Floripondio se pusieron como un tomate, no sabían como reaccionar. ¿Estaban preparados para un triángulo amoroso?
Finalmente, el hombre se dignó a dirigir la palabra a los jóvenes enamorados.
-???: Vosotros debéis ser... Clavelio y Floripondio... ¿Me equivoco?
Los jóvenes comenzaron a transpirar a causa de la emoción. Clavelio, tras tragar su saliva, respondió.
-Clavelio: S-sí... L-los mismos... ¿Y quién es usted, si me permite la pregunta?
-???: Mi nombre es... ¡Otoño! ¡Y voy a cumplir la voluntad de los cielos acabando con vosotros! ¡Aquí y ahora!
Ambos muchachos se sorprendieron. Es evidente que no querían que tan musculoso ser "acabara" con ellos tan pronto. Los chicos adoptaron una posición defensiva.
-Floripondio: Me siento halagado... ¡Pero no podemos permitir que nos derrotes aquí!
-Clavelio: A pesar de tu evidente atractivo... ¡Te enfrentaremos!
El hombre se sorprendió ante la respuesta de los jóvenes. Respondió con una sonrisa.
-Otoño: ¡Hahahahaha! Poca gente se atreve a enfrentarse a un enviado de los cielos... ¡Lástima que eso no vaya a expiar vuestro pecado!
-Clavelio: ¿Pecado? ¿A qué te refieres?
-Floripondio: ¡No dejes que te engañe! ¡Está tratando de bajar tu guardia! ¡Ataquemos antes de que lo haga él!
Ambos chicos comenzaron a correr hacia el musculoso ser, con la intención de finalizar con él antes de que pudiese devolverles el golpe.
-Clavelio y Floripondio: ¡Vamos allá! ¡Golpe de amor!
Otoño recibió el ataque combinado de los jóvenes. Sin embargo éste ni se inmutó.
-Otoño: ¡Ja! ¡Ilusos!
Una enorme explosión rosada surgió del cuerpo de Otoño. Los pipiolos salieron despedidos a una gran distancia. Es entonces cuando Otoño sacó su arma definitiva. Un látigo enorme que maullaba al ser usado. El hombre se abalanzó sobre los chavales, fustigando su enorme látigo contra ellos. El dolor que sentían sólo era comparable al incesante maullar del arma. No tardaron en caer inconscientes.
-Otoño: ¡Eso os pasa por echarle hielo al Colacao! ¡Tal herejía no debe ser permitida!
Y tras ésto, Otoño saltó hacia los cielos, lugar del que provenía. Ascendía mientras interpretaba una pieza de Ballet. Era todo un espectáculo que podría enamorar hasta al corazón más frío.
FIN