Antes de nada, quiero decir que el relato va a ser muy malo, ya que es el primero que escribo, más que nada por probar. Es muy corto D: . Si lo queréis poner a parir os dejo, pero siempre que me critiquéis para mejorar. Si me decís que os gusta, sed sinceros, no por alegrarme. Pero espero que os guste.
Los recuerdos se desvanecen
-¡Se ha despertado!
Allí estaba yo, tumbado en una camilla. Creo que estaba en un hospital. Solo veía por un ojo, sentía una gran hinchazón en la zona donde debía estar situado mi otro ojo, por el que descendía un pequeño reguero de sangre. Apenas conseguía percibir diversas figuras que parecían mujeres.
No puedo mover ningún miembro, ninguna parte de mi cuerpo. Difícilmente puedo respirar, veo de forma pobre, lo que deben ser unas enfermeras. Tampoco oigo demasiado, sospecho que no llevo puesto mi aparato para oír.
Lo último que recuerdo fue un mareo, y desplomarme fuertemente sobre un pasaje de piedra. Ese día, era el día de mi 90º cumpleaños. Me había levantado, aseado y vestido, todo esto con la rapidez a la que mi cuerpo podía responder. Era el día perfecto para salir a dar un paseo, así que no dudé en hacerlo. A mitad del camino, fue cuando me ocurrió ese desmayo; quizás producto del calor, quizás estaba marcado por el destino.
Ahora estoy en el hospital, moribundo, sin poder apenas ver, sin ser capaz de mover un solo músculo que no sea el de mi párpado. Creo que está llegando mi hora.
Empiezo a ver pasar mi vida por delante de mi ojo. Todos esos momentos felices que he vivido a lo largo de mis noventa años. Veo pasar cumpleaños, disfrutar de mis viejos amigos, también veo el día en que conocí a la que sería mi futura esposa; todos los años vividos con ella, los nacimientos de mis hijos, los de mis nietos, todo lo estaba viendo a una gran velocidad. Por supuesto, también he visto los momentos tristes. La muerte de mis abuelos, padres, amigos…
De mi ojo maltrecho se escapa una lágrima. Y creo, que este es el momento de mi hora, la hora de decir adiós.
Ya puedo sentir una muestra de la oscuridad fría que es la muerte.
Mis recuerdos se desvanecen, y yo, con ellos.