[AVISO] Este relato contiene detalles absurdos que escapan de la imaginación humana, si tu mente no está capacitada para éste tipo de lectura, se siente (?)
Taladro Rosado, 20 horas y 42 minutos. Amapolo volvía tras haber estado todo el día comiendo castañas rellenas de anchoa, pues es lo normal en ésta época del año. Para bajar la comida decidió comerse un helado de aceite de motor por el camino.
Mientras lamía su delicioso helado, observó el cielo. El grisáceo del atardecer junto a las nubes arcoiris le generaban un profundo sentimiento de nostalgia. Las teteras hoy volaban especialmente alto. Mientras avanzaba, no pudo evitar fijarse en un señor algo mayor, sentado en un banco. Sus trabajados músculos le fascinaron, así como su traje de colegiala. Amapolo lo observó de reojo mientras pasaba por su lado, suspirando hacia sus adentros.
Cuándo ya se había alejado de tan masculino ser, éste se levantó y se dirigió hacia el joven.
-???: Así que tú eres Amapolo... Había estado buscándote.
El corazón de Amapolo comenzó a latir a gran intensidad. Nervioso con la emoción le contestó.
-Amapolo: S-sí. S-soy yo...
Amapolo casi no podía hablar. Estaba rojo como un tomate.
-???: Al fin te encuentro... Temía no hacerlo antes de que finalizasen mis días...
-Amapolo: ¡E-Es un halago para mí, señor! ¿Si no le importa, puedo preguntarle quién es y que busca en mí?
-???: Mi nombre es Verano. ¡Y he venido a buscarte porque debo castigarte!
El cambio de situación estremeció a Amapolo. A él no le iban los rollos masoquistas.
-Amapolo: ¡¿P-por qué? ¡Yo no he hecho nada malo!
-Verano: Ni siquiera te molestas en reconocer la crueldad de tus actos... ¡Tendré que acabar contigo!
En ese instante el vestido de Verano se rompió en mil pedazos, apareciendo debajo un bañador escolar femenino que realzaba su masculinidad a un nuevo nivel.
Entonces, Verano golpeó el suelo con su puño. Del impacto surgió un gran brillo rosado del cual apareció una maza con un ovillo de lana en la punta. Verano balanceó su maza, golpeando a Amapolo directamente en el estómago. El impacto estuvo a punto de matarle.
-Amapolo (agonizando): Ah... ah... ¿Qué demonios he hecho? ¿Por qué me haces ésto? ¡No soy un criminal ni nada!
-Verano: ¿Eso crees? ¡Yo creo que eres todo lo contrario!
-Amapolo: ¿Cómo?
-Verano: Durante toda la estación, has visto a cientos, quizás miles de hormigas. ¿Me equivoco?
-Amapolo: S-sí, supongo... No me fijo mucho en ellas...
-Verano: ¡Precisamente! ¡Las pobres van desnudas por el mundo, y no te dignas a preocuparte por ellas! ¡Las ignoras cómo si fuesen una especie de ser inferior, sin pensar en sus problemas! ¡Eres despreciable!
Tras tan emotivo discurso, Verano balanceó una vez más su maza, golpeando a Amapolo en la cabeza. El chico fue derribado con ese ataque, e incluso, es posible que muriese. Finalmente Verano le dio la espalda.
-Verano: Mi trabajo aquí ha terminado... Me alegra saber que con ésto el equilibrio entre el bien y el mal ha sido restablecido de nuevo.
Y al fin, Verano se largó volando. Volaba moviendo las piernas y los brazos, como si nadase grácilmente al estilo braza. Una puesta de sol acompañaba la escena.
FIN