Comercializados a lo bestia.
Oigo decir mucho eso, demasiado.
Y es curioso, porque no es así. Al menos, no con todos. El que más cumple con ello es el quinto, donde Rowling sufrió un bloqueo y recibió grandes presiones para terminarlo. Cualquier escritor que haya intentado escribir bajo bloqueo y se lea ese libro (en idioma original, la traducción lo disimula), reconocerá rápidamente los "efectos" y los "síntomas", tanto en estilo como en argumento y pauta argumental (y eso se ve en todos los idiomas).
El primero no es nada comercial. De hecho, es bastante bueno, y yo sigo manteniendo que el comienzo de ese libro es uno de los mejores que he leído. Si no te has tragado la versión española antes, mejor. Salamandra siempre ha tenido malos traductores (otros ejemplos son la trilogía Los Guardianes del Tiempo o La Esmeralda de Kazán), y Harry Potter no tuvo más suerte que otros. Tendría que haber sido editado por Siruela, y otro gallo nos habría cantado.
Dos ejemplos.
Puedo comentar libro por libro, pero no me apetece. Y, además, si vais a leer la versión traducida, muchas de las cosas que pueda sacar a la luz (mismo uso de verbos en dos situaciones diferentes, uso de palabras con doble sentido...) con la traducción se pierden, así que, al leerlo, os las habéis perdido, os parece un libro mucho más mediocre y, además, tenéis que, o bien hacer acto de fe y creeros lo que yo os diga, o bien ir a una tienda donde tengan las versiones inglesas a comprobarlo. Y comprendo que es un poco absurdo. Pero eso no es culpa de la autora, ni de la historia.