Autor Tema: [Fic] Tu el dardo, yo la diana  (Leído 1215 veces)

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Gibb

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[Fic] Tu el dardo, yo la diana
« en: 10 de Junio de 2012, 04:36:20 pm »
-Tres hermanos y un cerdo-


-¿Es eso un cerdo?
-¡Si lo es!
-Al menos lo que queda de él…
Pedro se acercó al demacrado cuerpo del animal y lo olisqueó-¡Puaj, la carne esta pasada!- exclamó, volviendo a olerlo una vez más-¡Deja eso!-gritó Bill, alejando a Pedro del cadáver. Alonso observó detenidamente el lastimoso animal: le faltaban dos patas que parecían haber sido arrancadas de cuajo, solo un ojo de dos tenía, todo él ensangrentado y arañado por toda su anatomía. Así era como lo habían encontrado los hermanos, detrás de su casa, en su colina-¿Qué ha podido hacer esto?-preguntaba Alonso-Quien sabe… puede que haya tenido un encontronazo con un lobo, últimamente se han visto muchos. Yo mismo, ayer, vi a unos cuantos aullando entorno a la luna
-Un lobo no podría haber hecho esto-Negó Alonso, señalando la ausencia del ojo izquierdo del animal- Tengo sueño. Hasta mañana.
-¡Espera, Pedro!
-No, tiene razón, lo mejor será dejar aquí el cadáver y pensar en ello mañana
-Supongo…-Alonso y Bill entraron en casa, y se acostaron cuando Pedro ya babeaba en las sábanas.

Bill dio vueltas en la cama durante mucho tiempo. No hacía más que preguntarse por el cerdo. Lo molestaba, sabía que no había animales tan feroces por allí, porque ni una manada de los dóciles lobos de esas tierras podría haber hecho eso. Finalmente se levantó despacio y se calzó las zapatillas para salir afuera. El frío viento de la noche lo refrescó un poco, lo suficiente para calmar sus temores. Se estremeció con el aullar de los lobos cercanos. Buscó con la mirada el sonido, y lo encontró en una de las colinas detrás de su casa: cinco de ellos. Comenzaron a descender la colina, acercándose a la de los hermanos, pero sin llegar a ella. Después de un tiempo, los animales clavaron su mirada en el chico, luego se alejaron y desaparecieron en niebla. La inquietud y el miedo le invadieron. Se acercó al arroyo y observó detenidamente su reflejo en las aguas. La noche era apacible, la luna iluminaba todo el cielo nocturno, moteado por infinidad de estrellas formando constelaciones y unos conjuntos parpadeantes llenos de artificio.

I
« Última modificación: 13 de Junio de 2012, 05:31:42 am por Gibb »



Gibb

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Re:[Fic] Tu el dardo, yo la diana
« Respuesta #1 en: 11 de Junio de 2012, 12:26:47 am »
-Tu sonrisa, mi cordura-

El silencio se rompió con un chirrido mecánico, proveniente del camino de piedras que conectaba la colina con la aldea. Una chica sentada en una silla de ruedas trataba de subir a lo alto de la elevación por una zona sin camino alguno, algo elevada, solo lo justo para que cayese de su silla por la pendiente. Bill corrió a ayudarla. La agarró de una mano y tiró de ella hacia una zona llana. Una vez a salvo, la chica señaló la silla que caía cuesta hacia abajo. Se lanzó a por ella, pero Bill no lo logró y comenzó a rodar por la hierba. Tanto rodó que adelantó al aparato y acabó él antes en el suelo que la silla. La silla de ruedas cayó sobre el. Afortunadamente no sufrió heridas graves, sin embargo, un fuerte dolor de cabeza lo atacaba. Subió de vuelta, ayudado de una rama que encontró por el lugar a modo de bastón, por el empedrado sendero con la silla a los hombros. Se reunió con ella arriba y le hizo entrega de su “aparatejo” como lo llamó él
- Y bien… ¿Qué haces por aquí? ¿Vienes en busca del legendario príncipe azul que frecuenta ésta colina?-Dijo, señalando con el pulgar su pecho. La brecha en su frente se abrió más y la sangre comenzó a bajar por su cara. La chica se subió como pudo a la silla sin decir palabra y anduvo con ella hacia el arroyo, allí humedeció un pañuelo en el agua y volvió con Bill para ofrecérselo. Éste lo aceptó desconcertado. Pero entonces recuperó su orgullo y habló de nuevo- ¿Qué te pareció mi actuación? ¿Tan atónita que no sabes que decir?-Sacó una libreta de notas del bolsillo de su falda y un bolígrafo y escribió-Un idiota sospechoso-luego se lo enseñó a Bill-¿Qué?-Bufó entre dientes al oírlo, aunque sin tomarlo muy en serio. Ella cogió su mano con el pañuelo y la colocó de nuevo en la frente. Retiró su mano y dejó escapara una risita. Bill era el atónito aquí, y como no sabía qué decir, solo le dio las gracias. La chica señaló al cielo y le enseñó de nuevo una página de la libreta- Es bonito-Los dos miraron al cielo y Bill lo afirmó- Si, es precioso-La aurora se levantaba tiñendo los oscuros azules de la noche en tonos naranjas y sonrosados-Me llaman Bill y… tu eres… lo siento, nunca antes te había visto por el pueblo
-Crisálida
-¿De verdad? Quiero decir… ¿Es un nombre o un apodo?-Asintió ella con la cabeza-¿De verdad?-Volvió a afirmar-¿De verdad de la buena?
-De verdad de la buena
-¿Me lo juras?
-Lo juro por el niñito Jesús- Bill sonrió, algo que hacía tiempo que no ocurría

II
« Última modificación: 13 de Junio de 2012, 05:32:00 am por Gibb »

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Re:[Fic] Tu el dardo, yo la diana
« Respuesta #2 en: 12 de Junio de 2012, 07:56:10 am »
-Mi flor valiente-

- Pues te llamaré Cris
-Vale
-¿Ha que has venido hasta aquí? No deberías subir aquí a estas horas, frecuentemente a los lobos se les está yendo la cabeza-Regañó Bill- He venido por eso
-¿Los lobos?
-No- Cris apuntó con el bolígrafo a la más alta de las colinas, donde se podía ver la estatua protectora del pueblo. Unos hombres parecían estar excavando. Habían venido con unas palas y un camión-¿Qué es lo que hacen? ¿La están robando?
-No lo sé, vine aquí para averiguarlo
-Creo que no deberíamos subir, el camino está muy extraviado y deteriorado por el paso de los años. Además tu silla es muy pesada-Dijo Bill, tocando su cabeza aún dolorida-No importa la silla. Llévame a mí y estaré satisfecha
-Como ya dije… el camino está destrozado, sería casi como una escalada, es imposible
-Por favor
-Es un suicidio-Bill se rehusaba a hacerlo. Era, como él decía, un suicidio. Había partes del sendero que estaban cortadas, y otras que eran solo hierba resbaladiza. Entonces, Cris, escribió algo en un papel, hizo de él un avión y le dio un beso, lanzándolo hacia Bill, que como estaba cerca, recibió el impacto en la cabeza “Súbeme y tendrás tu premio” ponía la nota. Se sonrojó un poco y volvió a negarse-Por favor
-Está bien…-Tomo aire y suspiró-Pero no vuelvas a pedirme algo tan peligroso-Cris pegó un salto de alegría y se arrastró hasta su espalda-Espera, yo te ayudo
-No. Quiero hacerlo sin ayuda-Insistió Cris, que finalmente subió a los hombros-Pues allá vamos…-Dijo, mirando a la sorprendente pendiente.

Bill tuvo que caminar durante un largo tiempo a una velocidad reducida para asegurar a Cris. No obstante, estaba acostumbrado a llevar los sacos de harina de un lugar para otro de la aldea, y Cris pesaba algo similar. El único problema que se le planteaba de vez en cuando era el terreno: musgos, grietas en el suelo enormes, y guijarros traicioneros. Llegaron a la cima y Bill ya estaba exhausto. Se dejó caer sobre el prado. El terreno llano significaba su victoria-Ya puedes bajarte-Ella lo intentó, pero vio que se estaba resbalando y se precipitaría cuesta abajo. La bajó con cuidado y la dejó recostada junto a un arbusto-Tu quédate aquí. Yo iré a ver
-Yo también quiero ir
-¿Y destrozarme la columna? No. Esos hombres no parecen de la villa. No quiero que te pase nada-Cris comenzó a escribir. Bill la ignoró y fue a ver que se cocía al otro lado de la poca vegetación que los ocultaba. Entonces recibe un golpe en la espada. Se voltea y encuentra una bola de papel, luego la abre “Ten cuidado” estaba escrito.

III
« Última modificación: 13 de Junio de 2012, 05:32:24 am por Gibb »

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Re:[Fic] Tu el dardo, yo la diana
« Respuesta #3 en: 13 de Junio de 2012, 05:36:02 am »
-¡Ouch, en la cabeza!-


Observó, agazapado detrás de la densa maleza, a los hombres de las armas. Eran ocho de ellos, cinco cavaban y tres vigilaban. En el silencio de aquel lugar se escuchaba todo- Ya amanece. Tenemos que irnos
-No, casi lo tenemos-Dijo uno pala en mano. Cavaban solo los alrededores de la estatua, lo justo para que quedase libre-¡Ya está, ya lo tenemos! Venir y ayudar a levantarla-Todos se juntaron y la alzaron un poco, moviéndola hacia un lado. Luego volvieron a juntarse para sacar otra más del agujero. Era exactamente igual que la diosa de la protección, solo que toda ella era mármol negro en un inusitado perfecto estado. La cogieron entre todos y la subieron al remolque del vehículo-Los dos hermanos se separarán, y el mundo enfermará. No habrá más cordura que la locura, en la que los borrachos vivirán y beberán ¡Yojojojou!-La voz cantarina se acercó  a Bill por detrás y lo levantó-¿Muchacho? ¡Hip!-Los hombres apuntaron al viejo y a Bill-¡Chico! ¿Tienes gafas de sol?-Preguntó, lanzando su putrefacto aliento contra su cara-¿Bailar? Te advierto que soy un maestro del breakdance-Los ladrones quedaron boquiabiertos. En verdad había ejecutado todos los pasos correctamente, con un verdadero ritmo y sin ninguna música. No obstante, los hombres no bajaron sus armas. No se habían tomado muy bien aquel baile. Como el suspiro del viento, dejando una brisa tras de sí, una manada entera de lobos saltó sobre los hombres. Desgarrando el cuello de sus oponentes, clavando sus colmillos hasta alcanzar el hueso, arrancando extremidades y destrozando las caras de aquellos pobres diablos. La colina se tiñó de rojo. Tres de ellos escaparon en la camioneta junto a la estatua. Los lobos habían asesinado ya a los restantes y persiguieron el camión. Bill se giró y persiguió al vehículo con su mirada, que  pasaría por su colina de seguir así su rumbo. Ve además, que Pedro se había levantado temprano y estaba regando algunas de las flores en el jardín. Pedro ve lo que le viene encima y se exalta, casi eufórico. Entró en la casa y salió con un arco y una flecha tensados. Apuntó rápidamente. La flecha salió disparada como una bala. Atravesó el cristal y ensartó la cabeza del copiloto-¡Ouch, en la cabeza!-Pedro soltó una carcajada y sonrió de manera extraña. El camión se escapó, los lobos volvieron a sus madrigueras y todo volvió a ser silencio-¿Qué pasó?
-Te lo explicaré abajo
-Dímelo ahora-Exigió Cris, malhumorada de haberse mantenido al margen de la situación-Está bien-Y lo relató todo: la estatua que apareció debajo de la otra, los lobos y la huida-¿Y ese anciano?
-¿Anciano?-Preguntó al suelo el borracho-Ni idea. De momento informaremos a la alcaldesa-Cris se subió a sus hombros y bajaron con poca dificultad. Bill la posó de nuevo en su silla y entraron en la casa.

IV
« Última modificación: 15 de Junio de 2012, 01:22:13 am por Gibb »

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Re:[Fic] Tu el dardo, yo la diana
« Respuesta #4 en: 15 de Junio de 2012, 01:21:41 am »
-Tu dolor, mi cordura-


-¡Hijo!-El anciano se acercó a Pedro y lo abrazó, le dio besos y lo acarició-¿Padre?
-¡Y sabe mi nombre! Oh, dios, gracias por tu regalo-Dio un suspiro y cayó sobre Pedro, dormido o inconsciente, consumido por alcohol-¿Lo conoces, Pedro?-Preguntó Alonso-Es un cura. El del pueblo. No, mejor dicho ¡Quitármelo de encima!-Bill y Alonso levantaron al viejo y lo tumbaron en una de las camas, y cuando Bill, no miraba, Alonso tiró al borracho de su cama-Por cierto, Pedro ¿A qué ha venido aquél flechazo?
-¡En la cabeza!-Pareció que la tierra misma suspiró al oír la respuesta-¿Y ella?-Preguntó Alonso, mirando detrás de Bill-Oh, si, ella es Cris. Me avisó de lo que ocurría durante la noche
-Yo Alonso, y él Pedro
-Hola-Escribió Cris, ya sin esconderse-Lo más sensato sería hablar con la alcaldesa-añadió la cortante voz de Alonso-Creo que atiende a visitas antes de la comida
-Yo voy con vosotros
-¿Y Pedro?-Cris lo buscaba con la mirada, inquieta-Ya se ha ido a cazar. Vámonos pronto para no espera colas-Dijo eso y subió al piso de arriba a cambiarse-Esperaremos a que se arregle y luego bajaremos a la villa ¿Quieres algo para pasar el rato? ¿Algo de agua?
-Bill ¿Me dejarías vivir aquí, con vosotros?
-¿Eh? ¿Por qué dices eso?
-¿Está mal?
-No, no, me parece perfecto, pero ya sabes… tus familiares y amigos podrían preocuparse, además habría que traer tus cosas, y no creo que tus padres lo acepten
-No tengo nada de eso. Solo me tengo a mi misma-La mueca de su rostro sugería dolor, odio contenido y mucha tristeza, algo que dolía más a Bill que a la propia chica-Si. Puedes quedarte cuando lo quieras-Su rostro se iluminó, y en un impulso por abrazarlo fue a caerse contra la madera antes de que Bill la sostuviese. Finalmente lo abrazó-Quiero que estés ahí para cuando me caiga
-Hecho
-¿Interrumpo algo?-Susurró Alonso desde la escaleras. Los dos saltaron, Cris saltó y Bill quedó recto militar.

Los tres caminaron por el pueblo con inusitada tranquilidad pueblerina. De calles limpias y sin ningún tipo de obra en construcción. Muros impolutos; plazas repletas de armonía; casas de poca altura y de todos unos diseños similares. Apenas se conocía la palabra coche por allí, pues poca gente lo usaba, acaso algún extranjero, que pocos había, de los que venían por paz y buen aire para la traquea.
Entraron al ayuntamiento. Y a la primera que recibieron fue a Cris. Una de las sirvientas la vio y se acercó-¡Crisálida, su madre la ha estado buscando sin cesar! ¿Dónde ha estado? Apúrese y retornemos con ella, que pronto sus nervios romperán-Rápidamente, como el mismo tigre de por allá las estepas, la mujer agarró los mangos de la silla y la llevó consigo a la misma velocidad-¡Espere!-Gritó Bill, seguido de su hermano.

V