Capítulo 29: Rabia endemoniada.Seguía donde me dejaron la última vez. En aquella celda, rodeado con otros Ludroths dentro, y con Fal delante de mi celda. Ese enano se estaba divirtiendo conmigo disparándome proyectiles con su ballesta ligera. Empezó disparándome disparos normales, los cuales no eran muy efectivos que digamos, pues seguía llevando la armadura de Hermitaur. Cuando el pequeño genio se dio cuenta empezó a dispararme disparos perforantes, los cuales si que hacían más daño. Pero pronto se les acabaron y tuvo que volver a los normales. Se suponía que me estaba interrogando, pero lejos de hacerme sufrir, no hacía más que provocarme risa. Era tan patán que tardaba media vida en recargar su arma tras cada número de disparos. Y no es porque fuese el diseño de la ballesta (¿he dicho que es ligera?), sino porque se le resbala de las manos cada dos por tres y los cartuchos se salían de ella.
Intenté sacarle información yo a él. Lo cierto es que no era muy inteligente, y precisamente por eso no me dijo nada. Ni siquiera él sabía que era el proyecto Alpha. Cinco minutos después intenté sacarle información sobre su organización.
- Ey Fal. Aparte de ser una organización de monstruitos que cazan otros monstruos, ¿tenéis más hobbys interesantes?
- Emm... - Empezaba Fal, que se le había vuelto a caer la ballesta - Te lo diré si me dices donde está su compañero - Insistía.
- Bueno... de acuerdo, te lo diré. Ahora, dime eso.
- No no no, tú primero - Parece que Fal me seguía el juego.
- Está... está en... Congalalandia - Improvisé - Mi compañero ha ido a Congalalandia y me iba a esperar allí...
- ¿Eing? No me mientas.
- ¿Mentirte? Los malos sois vosotros. ¿No crees que, por eso, yo que soy de los "buenos", debería decirte la verdad?
- Em... um... bueno...
No podía creerme que se creyera algo así.
- De acuerdo... em... Total, poco va a importar, Reina me dijo que no ibas a durar mucho, jiji. Nosotros somos...
- Somos la organización Génesis, y vamos a ser el futuro de este mundo - dijo una voz femenina que había entrado de pronto en la sala. - Fal, retírate. Eres tan inútil como aparentas. A llegado la hora del proyecto Alpha.
Aquella persona entró en la sala junto con dos soldados. Uno de ellos empujó a Fal mientras el otro abría mi celda. Ya no tenía la red ni estaba paralizado, pero si me ataron las manos detrás de mi espalda y me obligaban a caminar pinchándome con sus lanzas. Entonces, pasé al lado de aquella chica que había hablado. No podía verle la cara porque llevaba una máscara.
Me empezaron a llevar por varios pasillos. Aquella chica iba al frente, y yo la seguía mientras los dos guardias me llevaban agarrados de mis brazos. No podía escapar...
Llegamos a lo que parecía un vestuario... o una herrería. Una mezcla de ambas. La chica ordenó que me quitase mi armadura. Fue un momento embarazoso, pues estaba casi desnudo delante de esa chica. Tras eso, otro guardia se llevó mi armadura de Hermitaur. A saber si la volvería a ver.
El hecho de que se la llevasen me puso de muy mal humor, pues ya la había cogido cierto cariño. Me empezaba a doler la cabeza...
Finalmente, me llevaron (aún en paños menores) hasta una gran sala. Tenía paredes circulares y grisáceas, y tenía el tamaño de un gran salón. En el centro había un asiento clavado en el suelo en el que me sentaron. La estancia estaba iluminada por una gran ventana, que daba a algún lugar del escarpado precipicio. Caerse por ahí era señal de darse un buen leñazo.
Tuve que esperar un buen rato ahí sentado. Los guardias seguían allí vigilándome, y la chica hacía un buen rato que se había ido. Seguía casi desnudo.
Eso también me cabreó bastante. Me estaba poniendo malísimo. Me dolía la cabeza y el estómago se revolvía.
Hasta que por fin, la puerta se abrió y entró el mismo rarito de antes. Gombal, si mal no recuerdo. Llevaba consigo unas prendas negras... era una armadura. También entró otra persona. Por su bata y su cuaderno, parecía una especie de científico.
- Um... buenas... ¿Ansioso por probar el nuevo juguete, um...? Bien... Dime chico. ¿Cómo debería dirigirme a usted, señor cazador?... Yo soy Gombal, aunque creo que ya lo sabes...
- ... Baruman... - Dije a duras penas. Antes estaba un poco asustado y temía por Camper, pero cada vez eso me importaba menos. Sólo quería salir de allí. Mi cabeza estaba a punto de estallar, estaba realmente enfadado.
- Baruman... Un nombre bastante vulgar, sin duda... Pero no lo olvidaré... Ahora, ponte esto. Pero deja el casco... para el final.
Extrañado, empecé a ponerme aquella armadura. Tenía un diseño bastante peculiar, realmente muy parecido con el diseño de una armadura de Nargacuga. Pero era diferente. Parecía más... impotente. Más chula y más eficaz que cualquiera que hubiese visto antes.
Como él dijo, me puse todas las partes menos el casco. No estaba tan enfadado como antes. No entendía que significaba esa armadura, pero la verdad es que me intrigaba.
- Bien... y ahora, con cuidado, ponte el casco... - Dijo Gombal, mientras él, el científico y los guardias se alejaban ligeramente del centro de la sala, donde estaba yo.
Y entonces, me puse el casco.
En un momento no sentí nada. Pero entonces sentí un terrible dolor. Como si la armadura tuviese vida propia, empezó a aferrarse a mi y a apretarse muy fuerte. Casi parecía que...
... que se iba a fusionar con mi piel.
Desesperado, intenté quitármela. Pero cada vez se aferraba más y más. No sentía mucho dolor, pero me estaba asustando muchísimo. Monté en cólera. Busqué ayuda con la mirada, pero Gombal sólo sonreía, y el científico tomaba apuntes con cara de satisfacción.
" ¿!Por qué... YO !? "
" No quiero... ser el conejillo de nadie... "
" Mi cabeza... !Va a estallar! "
" Hermana... ¿por qué los humanos buscamos siempre el poder?"
" ¿Somos tan débiles que debemos depender de los demás? "
" Hermana... ¿dónde están papá y mamá...?"
" ¿Por qué me lo ocultas? Hermana, tengo miedo..."
" !!HERMANA... SOCORRO....¡¡ "
" AGGGGGG..."
"..."
"NO..."
" ... NADIE... VA... A... CONTROLARME... NUNCA..."
"El miedo que sentía se mezcló con desesperación. Esta mezcla se mezcló con tristeza. Y esta, con furia. Pude sentir estos sentimientos dentro de mi. Se juntaron hasta que surgió un nuevo sentimiento. Uno que nunca había experimentado antes. "
"La tristeza se juntó con la furia. Y nació la rabia."
- Gombal, algo está fallando. - Dijo el científico, que empezaba a sudar.
- Emm... ¿Qué...?
- El traje se desprende solo...
- Um... Eso no es posible. Debería fusionarse con las células de un humano y formar el prototipo de armadura perfecta... No puede haber fallos... Lo único que activaría una situación como esta... es...
- ...¿Que sea otra quimera...?
- !Im... imposible! ¡Génesis jamás a permitido la existencia de quimeras fuera de la organización...! - Exclamó Gombal, sudando a mares.
Mientras Gombal salía corriendo de la habitación junto con aquel misterioso científico, yo empezaba a perder el juicio. No me sentía igual... Tenía tal cabreo que no pensé que fuera posible sentir tanto odio. Me quité fácilmente la armadura, que parecía intacta. Estaba tan alterado que simplemente cogí todas las partes y la tiré por la ventana.
Cuando hice eso, pude verme en el reflejo de aquella ventana. Estaba, literalmente, rojo. Mi piel tenía el color de la sangre. Aparte de eso, me habían salido dos modestos cuernos en la frente. Además, tenía dos alas en mi espalda...
Ahora mismo, era un demonio.
Seguía enfadado. Todo me daba miedo... y tenía que matar todo aquello que pudiese hacerme daño. Al girarme, vi a los dos soldados, temblando como hojas.
Eran una molestia. Toda esa organización era un problema. Experimentaban con vidas humanas, asustaban y cazaban a los monstruos ilegalmente, atrapan a los otros cazadores... y me quitaron mi armadura y mi lanza-pistola.
Sin pensármelo dos veces, fuera de lugar, no había lugar para la súplica. Todo debía morir. Todo.
Empecé a lanzar una especie de polvillo por la piel. Mandé este polvo hacia los soldados moviendo mis alas rítmicamente.
Finalmente, lo hice. Abrí mucho la boca y la cerré de golpe, provocando unas pequeñas chispas que detonaron el polvo.
Una enorme explosión acabó con los soldados y rompió la pared entera. Dispuesto a matar a todo el que se interpusiese, me empecé a adentrar en los pasillos y a causar el caos.
Es evidente que no era yo.
Ahora era un demonio.