Autor Tema: [Pésima historia] Ars longa,vita horribilis  (Leído 6039 veces)

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Gñé

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[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« en: 12 de Abril de 2011, 04:30:52 am »
Ars Longa, vita horribilis.

Comentarios en otro tema: http://www.pokexperto.net/foros/index.php?topic=15467.0

I

Señores míos, esta vez no vengo a platicar con ustedes sobre banalidades. He venido aquí, a la taberna más pútrida de cuantas he visitado en mi vida, a hacer un examen de conciencia, con cuitas que ni aún ante el gran Obispo me atrevería a afirmar. 

No temo al destierro o al cadalso. No puedo temerles más de lo que he llegado a temerme a mí mismo. ¿Acaso un simplón puede seguir callando? No señores, no puedo.  Bien sé que el licor nubla el juicio y que muy pocos me prestan atención.  No me importa, no quisiera ofender al Padre Celestial con mis impertinencias, así que acudo ante gentuza tan baja como yo para confesar mis pecados sin esperar la salvación o la perdición.

Apuro el trago, aspiro el rapé, y comienzo a dar cuenta de mis miserias.
« Última modificación: 14 de Abril de 2011, 06:18:45 am por Gñé »



Gñé

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #1 en: 14 de Abril de 2011, 06:17:51 am »
II

Mi viejo conocido, Mikhail Vasilevich Bezuhov, una de las pocas personas en las que tontamente confiaba, acudió a mi modesto estudio adyacente a mi paupérrima morada, cercana al canal Catalina, con una invitación de un acaudalado comerciante, Yevgeni Davinovich Alov, a un festín por la boda de su hija mayor.

Esas cosas le chiflaban. Siempre buscaba una oportunidad de acercarse a la gente adinerada a fuerza de engaño.  En parte le ayudaba su físico imponente y su conocimiento en algunas palabras de otros idiomas para hacerse pasar por algún miembro de la nobleza de San Marino o cualquier cosa que se le ocurriera. Siempre fue de reflejos rápidos para contestar preguntas. Era un bocazas.

El muy sinvergüenza quería involucrarme en alguna de sus trastadas con el pretexto de ayudarme a dar a conocer mi arte ante uno de estos “nuevos ricos”, de eso no tenía ninguna duda siendo Mishka uno de los pocos que me conocieron cuando abandonaba un camino, ¡Ay!, para entrar en otro. ¡Oh, destino, te maldigo!

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #2 en: 16 de Abril de 2011, 11:45:39 am »
III

Yo aún estaba sin terminar un cuadro, Las isbas de Tula, y me rehusaba a abandonar el estudio en por lo menos otros diez meses. Pero Mishka no desistía. Me decía que era una labor de caridad, para ayudarme.  A cada instante abría su bocaza para dejar salir peroratas como “Si el arte no es visto, no existe. Podrías ganar el patronazgo del Sr. Alov y las puertas al reconocimiento se te abrirán. Sólo mírate: este estudio es una cuadra, tu ropa tiene más agujeros que pelos un gato y le debes a casi todos los usureros. ¿Esto es lo que enseñan en la Academia Imperial de las Artes? ¿Prefieres seguir desperdiciando tus dones en cuadros simplones que nadie ve? Si sabes ganártelo tendrás todo. Serás inmortal y tu alma…”

Lo interrumpí:  —Mishka, Mejor no me involucres en tus fechorías. No creas que no tengo memoria de lo que ocurrió a Piotr.
-Veo que como todo buen artista eres bastante avinagrado, ¿Qué hay de malo en decirlo? ¿Es que no tienes visión de grandeza? Y lo de Piotr sólo fue un accidente, una imprudencia de su parte. ¿No creerás que yo sea capaz de traicionar a un amigo?

Respondí con un gruñido. Como respuesta llegó un soliloquio acerca de los monjes, el zar, los pintores, los escultores, las vacas, los mujiks, los sollos y el ferrocarril. Sin prestar atención sólo me limité a sacudir la cabeza y decir monosílabos mientras seguía buscando una esponja.

Cuando se percató que no le hacía ni caso elevó la voz hasta alcanzar un tono agudo como el graznido de una urraca, sorprendiéndome  y haciéndome derramar color carmín por el suelo.
De nuevo iba a abrir su bocaza para pedir disculpas y de un tajo le arrebaté la invitación, pensando en que así se largaría de una vez por todas.
¡Ése fue el inicio de mi penuria! ¡Dichoso aquél que no carga con el mal de la estulticia!

Gñé

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #3 en: 20 de Abril de 2011, 12:40:38 am »
IV

No tenía ninguna intención de ir. En mi vida jamás había estado con alguno de esos mercaderes avaros que esquilman y exprimen, y no concitaba mi atención hacerlo.

Eso, y el hecho de que el que me invitaba era un Bezuhov, era suficiente razón para mantenerse alerta. Tiré la nota de invitación con desdén en el último arrebato de lucidez, tal vez el último del que puedo acordarme.

Pasó una semana en la que tranquilamente seguía pintando Las isbas de Tula a partir de estudios y bocetos que había acumulado a lo largo de mi breve estadía en citada región.  Esta debía de ser mi mejor obra. Ya tenía mucho tiempo instalado en ese estudio, era el tiempo de hacer algo bueno al fin, entre tanto bodegón torcido y tanto retrato infamante.

Llegó el mal día. Me despertó un golpeteo en la puerta. Me vestí lo más rápido que pude pensando que sería el prestamista al que le debía mi peso en kopeks o el pago de la hipoteca, que apunto estaba de terminar su plazo y no había pagado, como todo buen bohemio.

Abrí la puerta y estaba ahí otra vez el innoble, con una camisa ridícula y un sobretodo viejo, haciendo el tonto.
-¿Qué no estás listo? — Fue su especie de saludo.
—¿Listo para qué? — Respondí molesto.
—Para ir a la celebración.  ¿Tienes listo tu traje y la invitación?
—Ya te he dicho que no voy a perder mi tiempo en tus estafas. Tengo que pagar la hipoteca y seguir pintando mi cuadro que…
— ¿Pero será que todo lo que tienes en la cabeza son piojos? Estás desaprovechando una oportunidad única en nimiedades. ¡Pfff! “Hipoteca”, “Seguir pintando mi cuadro que nadie va a comprar”, ya deja de fracasar y gana por una vez en tu vida unos cuantos rublos. Esto no lo hago si no es por ti, soy tu amigo después de todo.
— ¿Además, no era ésa ridiculez en la noche? ¿Para qué diablos me llamas si es de día? — respondí
— ¡Ay! No tienes remedio, cómo sé de sobra que no tienes ni para un par de polainas nuevas te presto un traje que...

Le cerré la puerta en las narices. ¡Dios!, no saben lo que es tener poca gente en quien confiar y que la persona más cercana en ese momento sea alguien así.
Siguió tocando por casi medio día y me negué a abrir. Preferí ver como trascurría el tiempo y la hipoteca se vencía y me quedaba sin comer de nuevo que salir y encontrarme con un ese animal.

Sin nada que perder abrí la puerta para gritarle algunas cosas. Tan pronto los goznes rechinaron me apresó  las muñecas y me arrastró en medio de refunfuños al coche tirado por rocines famélicos.  ¿Cómo no pensé en que usaría la fuerza? Cuando nos rompíamos mutuamente las narices siempre terminaba yo mal parado.

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #4 en: 23 de Abril de 2011, 12:10:41 am »
V

Seguía y seguía mareándome con la importancia de darme a conocer en la alta sociedad. Que Fabergé haría lo mismo, que pasaría al olvido si no sabía ganarme el patronazgo de alguien con dinero, que como sólo era un inocente artista seguramente había descartado la invitación y tenía guardada otra. 

Me dejé convencer, por una ambición ciega e infame. El pintar en sí no le daría de comer más que a mi alma, la cual era mofletuda si la comparábamos con mi físico, enjuto y magro por temporadas de ayuno que nada tenían que ver con las de un anacoreta. De cualquier forma se acabaría la hipoteca y el pedir de rodillas préstamos para terminar pagando interés tras interés.

Sí, había decidido ceder por una grave debilidad de carácter, cambiar la necesidad por ambición. Ya no soñaba con mudarme de aquel chiribitil o adquirir mejores lienzos y óleos, ahora me imaginaba en interminables noches de juerga apostando a los dados y con la mejor bebida y comida posibles. Siempre deseé vivir en una eterna noche de placeres mundanos.

El cochero “real” era al parecer un cómplice, de los muchos que tenía y que abandonaba en el último momento. Kolia, Iván, Piotr… la lista era interminable. Todos acabaron muertos o abandonados a su suerte cuando sus anfitriones decidían aporrear al “Conde Juan III de Padua” o “El visir Slejuk de Samarcanda del Norte” al percatarse de que su “excelencia” era un bellaco tan plebeyo como cualquiera en este lúgubre tugurio. Tal vez el recuerdo de aquellas desventuras era el tufo de pantano que siempre seguía a las ropas del timador. Ahora que habíamos hecho una escala en uno de los barrios más míseros  me había prestado un capote de “marta”. Una marta con vocación de erizo por sus cerdas duras en lugar de suave pelaje. Intentamos peinarnos a la inglesa con resultados lamentables, semejando más una barba de chivo o una cola de arenque.
Matamos la tarde vagabundeando por las callejuelas hasta que calló la noche, la hora de ganar el patronazgo había llegado.

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #5 en: 26 de Abril de 2011, 04:34:28 am »
VI

Esa mansión había sido construida por un tal Pável Abazy, ya la conocía desde hacia tiempo, como diez años atrás. Recuerdo que en mis días en la academia de que terminara tan empobrecido solía pasar por ahí, cuando el tiempo era bueno. Siempre miraba largamente los jardines detrás del enrejado, llenos de robles y setas.  Las paredes estaban cubiertas de hiedra casi todo el año y los pajarillos cantaban alegremente todos los días… ¡Qué cosas tan vacuas me parecían ahora que estaba a punto de cruzar al fin el portón que siempre permaneció cerrado en tiempos mejores!

El guarda era un jorobado de Tiflis, incapaz de decir otra cosa que “Su invitación” e incapaz de hacer otra cosa que estirar la zarpa con el mismo tacto y elegancia que una vaca lame la sal.

Esa fiesta era una verdadera reunión de sierpes. En todas las esquinas se veían zalameros oportunistas rascando espaldas a los acaudalados que se pavoneaban ante la fuente llena de cisnes. Muy probablemente aquellas aves eran primas de las que servían asadas con nabos a los comensales.

—Vamos a saludar a los desposados y al señor Alov. No creas que esto de saludar es una bagatela, no. De esto depende todo. -susurró mi "amigo".

Mientras nos abríamos paso vi a una criada un tanto peculiar. Tenía la cara regordeta y los ojos almendrados, además de verdes. No es inusual ver gente así, lo sé mejor que muchos, pero esta criada tenía una cabeza de forma muy diferente a la de cualquier mongol, chino, tártaro, huno o lo que sea que tuviera ojos oblicuos en las cercanías del Volga… ¡Qué disparate! Regresando a mi desventura, decía que nos abrimos paso para saludar a los novios.  De eso dependían mis noches de juerga interminable.

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #6 en: 29 de Abril de 2011, 02:40:26 am »
VII

Como decía, nos presentamos ante los esposos. Mikhail dijo ser “el Conde Johannes Van Diemen” y yo, sólo un pintor. Los vapores del oporto que servían se le habían subido a la cabeza al yerno del comerciante, si sospechó algo por mi peinado contrahecho y la presencia de fracasado que me seguía a todas partes lo ocultó y prefirió rematar con un sonoro “Aceptad mis humildes saludos, su excelentíiiiisimaaa,  ¡Laaarga viiida al zaaar!”.

El señor Alov se había retirado para tratar algo sobre una empresa importante y tendría que esperar por tiempo indefinido. ¡Qué fastidio!  De la comida no puedo quejarme, muy bueno el cisne. Y la bebida era la mejor que había probado en toda mi inane vida, de buen cuerpo.

El peor de mis amigos me había abandonado para seguir con sus planes: ir con cualquier inocente o borracho para embaucarlo. Ahora había ido donde una viudita se aburría a la luz de un candelabro .

Algo decepcionado por la espera, me divertí viéndole los defectos físicos a los presentes. Ahí había un gordo cuya cabeza parecía acebo de tan ruborizada que estaba. Otro tenía tantas arrugas que no se podía decir que tuviera ojos. Y había una señora que sin ser un esperpento lucía tan llena de afeites y enjuagues que recordaba un monote de los que llaman mandriles.

En una de tantas miradas descubrí una cabeza familiar. No era nada halagüeño y fui a alertar a Misha con la noticia de que había “polaco a la vista”.
Se disculpó torpemente y me acompañó a la sombra de unos arbustos de morera, lejos de la vista de los comensales.

—Mientras no se trate de Mateusz o su hermano, Andrzej Blownski. -masculló nerviosamente-
—Creo que es Mateusz Blownski. Es seguro que sus hermano está aquí, como has de saber.
—¡Maldición! Si te ven hablando conmigo, esto se acabó.
—¿Qué haremos?
—Tú espera. Voy por un arma. Mientras tanto haz algo para no parecer sospechoso. Alguna pantomima de pintor o yo que sé, pero no te alejes.

Puso los pies en polvorosa para saltar el muro en un santiamén. ¡Maldito canalla! Intenté seguirlo para terminar con el saco ensartado en un arbusto y tirando de él hasta que otro guarda, también de Tiflis por la vestimenta, me sacó del predicamento y me escoltó de nuevo al interior. ¡Qué inoportuno! 
« Última modificación: 29 de Abril de 2011, 06:48:48 am por Gñé »

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #7 en: 03 de Mayo de 2011, 04:32:59 am »
VII

Lo mejor que podía hacer en ese momento era comer y beber, poco importaba si los hermanos Blownski sabían que yo era “amigo” de Mishka Bezuhov, su eterno rival. Seguramente darían aviso de que yo era cómplice de un timador y el hado tramaría algo perverso, como había hecho desde que fui arrojado a este frívolo mundo.

Al menos no me echarían a la calle con el estómago vacío. ¡No me aporrearían con la garganta seca! Sí, ya me despedía de los músicos con sus trompetas, de los comensales, del cisne asado, de la bebida, de mi oportunidad de ganar dinero y pagar las deudas. Justo como  el día en que me marché de la Academia Imperial.

¡Ay! La herencia que dejara  mi padre al morir se había esfumado en doce noches, justamente, a casi un año del inicio de mis desventuras. Incapaz de hacer algo, sólo salía para pedir préstamos que muchas veces terminaba no pagando al mudarme sin aviso. No recuerdo cuántos ni cuáles cuadros vendí, pero siempre los malbarataba.  Y pasaba semanas enteras sin acercarme siquiera a un lienzo.

Fue en esos grises meses de abulia casi total que conocí a una joven llamada Ania, proclive a dar bofetones cada vez que le hablaba del matrimonio.  Sí, ésa Ania sólo pensaba en merendar a costillas mías.

No lloré ni lamenté nada cuando me abandonó. Lo primero que hice en esa noche fue ir a preguntar al vino. Cuando un mal amigo me abandonaba en una situación peligrosa con un par de espantables y veleidosos polacos enemigos suyos, la única compañía que tenía era el vino. Siempre me seguía el vino a donde fuera.

“¿A dónde me llevan? ¿Qué será de mí?, vino tinto.” pregunté en voz baja antes de quedarme profundamente dormido.

Un mayordomo me despertó con un señorial y refinado varazo en las costillas para decirme, en lo que parecía armenio salpicado de francés, que demosielle Mariam
Yevgenova me mandaba a llamar.

¿Se imaginan, señores, cuán patidifuso estaba al ver que la “dama mandril” que había mentado antes era nada menos que la otra hija, aún soltera, del entonces ausente señor Alov?


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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #8 en: 07 de Mayo de 2011, 11:52:03 pm »
VIII

Necesito un trago más. Ahora, prosigo.  Mariam era la mayor de las hijas del comerciante. Era bastante explicable el hecho de que permaneciera aún soltera a su edad si obviamos su aspecto, aceptable sin tal cantidad de mejunjes. Lo que mantenía alejados a sus potenciales pretendientes era su carácter tan pueril y esa risa suya, capaz de incomodar incluso al penitente más fiel.
¡Tabernero! ¡Deprisa, que es para hoy!

Y ¿qué decir de sus acciones? Ninguna era volición. Aquella mujer era el puro impulso visceral.

― ¿Usted es el amigo de su excelentísima, el conde Johannes Van Diemen? Oh, pero no pensé que fuera tan buen mozo.  ¡Vamos, siéntese a mi lado!  -Maulló antes de sacudir nerviosamente su flabelo de marfil.

― Oh, perdóneme, demosuelle, es que mi amigo ha tenido que partir a Beberia.. Baviera. Sí, fue a atender algo urgente.

― ¿Qué negocio urgente obliga a un noble señor a marcharse tan presurosamente? –musitó antes de lanzar otra de sus abominables sonrisas y darme un golpecito en la nariz con las plumas del flabelo

― Se trata de un primo enfermo suyo, creo que tiene tisis y morirá pronto. Va a asegurarse se cumpla su última voluntad.

― ¡Tisis! ¡Qué desgracia! ¿Cómo se llama ése primo enfermo suyo?

―No lo sé. El conde es muy reservado cuando de su familia se trata ¿sabe? Hay veneno y balas por todas partes.  –Respondí tan aprisa como pude. No se me ocurría otra cosa-

―¿No confía en usted, acaso? No puede ser que desconfíe de un gentilhombre tan bien plantado como usted. Con ese porte, esa alcurnia, esa lozanía, ese...

Me sentía helado de escuchar todo eso. ¡Brrrr! No me faltaban ánimos para gritar “!Sí, soy amigo de un pillastre! Por piedad, sacadme de aquí.” Conforme pasaba más tiempo respirando su vaho de licor más repulsiva me parecía. 

Llegó a la mesa el polaco, Mateusz, el mayor de los hermanos Blownski. Lucía como un perro sarnoso.  Nada más verme rechinó los dientes.

¿Había dicho que Mariam era como chiquilla? Pues quedó demostrado cuando saltaba como un conejo con tan sólo ver llegar a ese timador. Lo presentó como un magnate llamado “Amadeus”. ¡Los nuevos ricos no destacan por sus alcances!

Nos presentamos y llevamos un diálogo anómalo. Tratábamos de hacer ver al otro como un fantoche. A cada momento surgía la pregunta “¿Y a que casa real pertenece el conde Van Diemen?”. Lo único que se me ocurrió fue decir “No puedo decirlo, hay veneno y balas por todas partes.” No sabía que tal título era honorífico.  ¿Cómo podría saberlo?

Al final logré hacerlo callar con “Sí, veneno y balas. Últimamente se ha visto un par de criminales polacos, uno se llama Mateusz y el otro Andrzej. La última vez escuché que tramaban algo contra un comerciante, espero que no sea el señor Yevgeni Alov. Un primo mío que es alguacil, me lo contó.  La justicia les busca y ofrece una crecida recompensa, ya tienen correrías en los lugares más insospechados. Se hacen pasar por gente importante. Incluso podrían tramar algo contra usted, mi querido señor Amadeus.”

― ¡Qué malvados! -Interrumpió bruscamente la vulgar dama- Deberían colgarlos ya mismo.

Mi interlocutor polaco sólo atinó a repetir “Deberían colgarlos”. Dejó de preguntarme cosas para permanecer en silencio hasta que llegó el mismísimo señor Alov. Se despidió apresuradamente y se marchó corriendo, gritando que debía partir a Chudovo.

―!Ay, padre mío! –Gimoteó Mariam- mejor habría hecho Rosa en casarse otro día. ¡Hoy todos tienen negocios que atender!
« Última modificación: 08 de Mayo de 2011, 05:03:28 am por Gñé »

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #9 en: 16 de Mayo de 2011, 12:41:59 am »
IX

Esa larga noche conocí lo que era estar en una encrucijada.  No, no hablo ya del peligro de los hermanos Blownski, que quedó conjurado con el cuento de mi primo el alguacil. Hablo de otro, mucho más cruel.

Yevgeni Alov, hombre prepotente y parco, aceptó que le mostrara unos cuantos cuadros míos al día siguiente. ¡Era lo que deseaba! Por fin tendría abierto el sendero del dinero. ¡No habría más usureros! ¡No más hipotecas! ¡Vino, dados y la mejor comida!

Ahora permanecí para celebrar. Esa mujer antropoide me era cada vez menos grata a la vista y al oído, pero no podía quejarme. Hasta acepté ser su pareja en el improvisado baile que se organizó ahí mismo.

Terminó todo y regresé a casa, caminando. Quiso la mala fortuna que mis pasos se desviaran y en lugar de ir al Canal Catalina terminé en una calleja sin salida visible. 

Todo me parecía caliginoso como nunca,  ni aún en invierno. Las luces a lo lejos no alumbraban mi camino, entorpecían mi visión, como pilares sólidos y blanquecinos que danzaban frenéticamente. Me pareció extraño, pero me limité a pensar “Diablo, bebí demasiado.”

Lo mismo pensé al distinguir algo diminuto entre aquellos "pilares". Avanzaba con pasos presurosos, y a cada paso suyo se oían otros tres de algo más pesado. Aquello se reveló ante mí como una muchacha de estraño aspecto.

¿Por qué el Señor, que apostó la flamígera espada en el Edén, no me cegó en ese momento? Bueno, dejadme tomar otro trago. Ya está. Sí. Tenía cierto cariz similar al de aquella criada de los Alov, pero mucho más suave. En el cabello llevaba un simple atavío de extraña forma. Claro, lo del cabello no fue lo primero que capturó mi atención, sino otros aspectos, que sería una pena que alguien así se uniera a los Skoptsi. Saben a lo que me refiero, descastados.

Se detuvo por unos instantes ante mí como si yo fuera un muro. Me miró suplicante por un par de segundos y mientras aún abismaba en sus extraños ojos –Y en otras cosas- un golpeteó rápido se hizo más fuerte. Era un viejo de nariz aquilina que la venia siguiendo, con cara de pocos amigos.

Me interpuse entre los dos con aire desafiante y altivo, sin más arma que mi actitud.
« Última modificación: 19 de Mayo de 2011, 12:26:20 pm por Gñé »

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #10 en: 19 de Mayo de 2011, 12:56:20 am »
X


¿Ilia Muromets? ¿Parzival? No, sólo un amante del mosto con aires de héroe. Y mi rival no era más que un viejo imberbe que farfullaba rabiosamente en un idioma incomprensible mientras blandía su bastón de empuñadura de oro con la zurda.

En mi insensatez recibí unos golpes de bastón raudos y certeros. De no haberme embriagado seguramente me hubiera retirado. Pero no estaba sobrio, no lo había estado en mucho tiempo, y era de esperar que respondiera con rabia y nula precisión, propinando golpes sin dar nunca en el objetivo. Dejó los bastonazos por un breve instante para seguir con su extraño discurso. Yo no comprendía una sola palabra suya, sólo podía lucubrar que me interrogaba por el tono de su voz. 

No había ni un solo cabello en su cabeza. Ni siquiera en donde debería haber cejas.
Pidió disculpas con palabras perfectamente articuladas , se santiguó y se marchó sin más.

Pensé que aquella rara joven había escapado. No fue así. Permaneció detrás de mi todo el tiempo.

Nada había de inusual en su peinado –si excluímos el extraño adorno- ni su vestido, en todo  similares al de cualquier soltera.

El rostro suyo era ¿Cómo decirlo? Al igual que aquella criada, en cierta manera recordaba al de algo tan bajo como un tártaro, pero desprovisto de la maldad y de la fealdad inherentes a los súbditos de los kanatos. No presté demasiada atención a ello en ese momento, como he dicho. Había permanecido sin decir palabra, y sin darme tiempo a preguntarle por lo que había visto saltó alegremente y gritó “¡Ulët!”.

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #11 en: 23 de Mayo de 2011, 10:45:17 am »
XI

“Anomalía arquetípica”. Encuentro ambas palabras no como las más exactas, pero sí como las menos odiosas para describir aquel peculiar encuentro.

—Lamento, buen hombre, que recibiera por mí aquellos bastonazos. –Dijo en un tono compungido, casi incongruente con su anterior alegría- Es que mi padre se molestó conmigo por regresar tarde.

Yo estaba demasiado borracho –y distraído con lo que no debía- como para responder. La única cosa que acudió a mi cabeza fue un desvarío indigno y a mi lengua sólo llegó un ladrido con la palabra “Skoptsi”. Respondió con un cortés e ingenuo “¿Qué?”.

—Oh, nada, sólo un ruido gutural.  -Respondí-

— Ah, ya veo.  ¿Se siente mal? ¿Le duele algo?

—No, no, no.  –Por vez primera la miré a los ojos, elegantes y extraños, aún más que los de aquella joven criada- Sólo me siento un poco aturdido. Y la condenada calle es tan oscura que no veo la salida.

—Puedo ayudarle a salir.

—Bueno, gracias, pero creo que tu padre puede encolerizarse aún más si no te vas pronto a casa.  Lo mejor será que me retire ya al Canal Catalina.

—¡No! Déjeme ayudarle a salir de aquí. Mi padre es bilioso, pero cuando golpea algo entra en razón. Es lo menos que puedo hacer por usted. Permítame.
Con una seguridad que en otro tiempo y en otro lugar hubiera tomado por insolencia me tomó del brazo y me arrastró por el largo camino de aquel lugar al canal. No resistí la curiosidad –ni la tentación de mirar de nuevo a donde no debía- y le hice una serie de preguntas toscas.

— ¿Cuál es tu nombre? -Fue la primera-

—Ekaterina. –Respondió entre risas-

—¿Cómo es que no te pareces a tu padre? -O algo similar, no recuerdo con exactitud que se me ocurrió-

—De toda mi familia, yo soy la más parecida a mi madre.

—¿Qué era lo que decía tu padre antes de aporrarme? -La más legítima.

—Nada, sólo eran ruidos guturales. –Sonrió maliciosamente.

Me dejó en un sitio no muy lejano a mi casa. Se despidió y salió corriendo con diligencia y soltura que jamás había visto ni aún en una liebre.

Antes de dormir, me quedé muy pensativo. No sabía que cuadros serían los indicados para enseñar a mi nuevo patrón. Mucho menos tenía alguna certeza sobre lo que había visto en aquella Ekaterina, en particular cuando reía y hablaba.

Creí ver que su lengua era negruzca, brillante y parecida en su consistencia al caviar.

Gñé

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #12 en: 26 de Mayo de 2011, 08:38:50 am »
XII

— ¡Retratos! ¡Marinas! ¡Bodegones! Muchacho, esto está pasado. No vale ni para quemarse en el fogón. Todo esto es grandilocuente, pretencioso y fatuo.

Eso, o algo parecido, fue la reacción de Yevgeni Alov al ver tres de los cinco cuadros que decidí llevarle al día siguiente. Ignoraba sí tendría razón en juzgarlos como simple basura o si algo tenía que ver el hedor de humedad que impregnaba la ropa de Misha –la cual aún traía encima- junto con mi peinado a la Queue de hareng, como lo llamarían los insoportables pretenciosos que abundan.

—Bueno, hijo, creo que ya he visto todo y ahora mismo ya puedes ir… ¡Pero que veo! ¡Toda una apoteosis!  Este sí que es un cuadro con carácter y libertad.  –Gritó de pronto al ver un cuadro que ni siquiera había terminado. Era sólo un estudio en el que aparecía la escena de un par de vagabundos peleaban por un mendrugo en las afueras de un lugar de dudosa reputación.

— ¡Debo tenerlo! ¡Lo compro de inmediato!  ¿Cuánto pides por él?
No tengo la menor idea de lo que había dicho, pero fue una fuerte suma de rublos. El hombre no lo pensó dos veces y me pagó la cantidad acordada.

—Bien, bien –Maulló mientras enrollaba su larga barba- Veo que a los artistas de hoy les encanta bromear. Pero para la próxima vez no tendré tanto tiempo. No lo olvides: mañana trae contigo más obras así y podremos hablar.

—Muchas gracias, señor Alov. Ahora, adiós y…

— ¡Oh! Espera un minuto. No es cortés dejar ir a los visitantes con el estómago vacío. Vamos a comer.  –Sacudió una campanilla y al momento se presentaron dos criadas. Una era vieja y parecía de Armenia. La otra, era la misma de la noche anterior.

No podía negarme. No cuando había dormido tanto tiempo con el estómago vacío y la cabeza dolorida.

¿Qué serían esas cosas pringosas y repelentes que me miraban desde el fondo del plato? Parecían pelmeni o gasterópodos deformes, según se decidiera. Probé uno y fue la peor cosa que había engullido en mi vida. Sentía que entregaba el alma con cada dentellada que le daba.

“¿No es acaso un gran manjar? Mi hija mayor los preparó. Lástima que está ausente.” Exclamó mi interlocutor para después devorar uno tras otro.

A la salida pensé que bien había valido la pena, ahora podría pagar la hipoteca del chiribitil en el que mal vivía.

No obstante, aún tenía preguntas en la cabeza sobre el incidente de la noche anterior. Nada podía hacer para evitarlo y busqué afanosamente la calle donde había visto a Ekaterina.

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #13 en: 29 de Mayo de 2011, 12:00:17 am »
XIII


¿Qué decís, hato de víboras? No, nada de lo que he dicho es fantasía mía. ¡Bienaventurado sería si así fuera!

Prosigo con mi confesión. No daba con la calle por más que probaba a “extraviarme” de un lado a otro. Todo cuanto vi era sólo la miseria de unas cuantas familias de mujiks, de siervos manumitidos y  algunos otros indeseables como sarracenos y los omnipresentes polacos. ¿Sería posible que ella viviera en medio de aquella inmundicia sin tener roces siquiera con la depravación que imperaba? ¿Me estaban engañando mis ojos?

Mis escasos efectos personales habían sido lanzados a la calle. De ello no me cabía duda. Con una hipoteca vencida, de poco me servía el dinero para pagarla.  Debí pensar en donde pasar la noche, pero tal preocupación me parecía demasiado vulgar. No podía si no pensar, de nuevo, en las cosas que había visto la noche anterior.

Finalmente di con la endiablada calle, reconociéndola por su estrechez. Sin pensar de otra cosa me tumbé a esperar que pasara, bien ella o su presunto padre.

Estaba bastante desesperado y sediento. Dejé mi vigía y marché a comprar vodka. Y ahí mismo me encontré con el innoble de mi “amigo”.

— ¡Viejo colega! ¡Estás bien! Cuéntame cómo te ha ido con los Alov. Ahora me devolverás mi ropa, ¿No?  –Fue su hipócrita saludo-

— ¡Aparta, cerdo! –Gruñí- Eres un cobarde despreciable. ¡Lárgate de aquí antes que…

— ¡Uy! El señorito tiene agallas. –Me interrumpió entre risas- ¿Cuánto bebiste en la fiesta?

— ¡Largo! ¡Largo! –Grité-

— Me lo agradecerás cuando conozcan tu nombre en toda Europa. –Gritó burlonamente antes de irse con pasos lentos-
Suspiré derrotado. Tenía fuente de dinero, sí, pero ninguna respuesta a mis preguntas. Y como es sabido, de un trago viene otro y otro y otro y otro.

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #14 en: 31 de Mayo de 2011, 04:28:13 am »
XIV

Acabé consumiendo casi todo el dinero en una bacanal que concluyó con un fenómeno muy habitual en mí: el soponcio.

Me lamentaba largamente por los años desperdiciados en una profesión que sólo me había traído pena. La calle, llena de piedras sueltas y manchas de humedad que carcomía lentamente paredes hastíadas de existir, no me ayudaba a apartar de mí tales ideas.

Sin llegar al sueño febril al que tantas veces he acudido cuando el Cielo opta por callar ante mis súplicas, claro; permanecí vegetando soñoliento mirando a los habitantes de aquél barrio, cuando, como arañas, surgían de su escondrijo.
¡Quién diría que una harapienta mendiga pudiera tener tal mirada! No estaba tan borracho como usteden creen. Sé de lo que hablo.

¿Cuánto tiempo habrá transcurrido desde que compré vodka? Jamás lo sabré. No oscurecía aún, pero el sol daba sus últimos rayos cuando un par de niños me espiaron largamente. Creí que esperaban a un descuido mío para desvalijarme.

No fue así. Aún sin confiar de las intenciones de los mocosos me fui de ahí, aparentando que abandonaba la calle.

Al poco rato de que me marché de ahí llegó una verdadera muchedumbre de mujiks, de vagabundos y de otras cosas peores. Todos partían al barrio, cargando enormes valijas. Incluso creí ver a un par de ricos, cientos de sarracenos y hasta un hieromonje de espesa barba.

No tenía la menor idea de que estaba ocurriendo. Pensé en observar de reojo por la entrada y me topé con un inmenso tablón en el que no había oquedad alguna.

En las casas cercanas habían cerrado presurosamente puertas y ventanas. Y.. ¡Necesito otro trago!

La curiosidad que despertó la repentina reunión se disipó rápidamente al saber que no tenía ningún lugar donde pasar la noche. Me resigné a dormitar ahí mismo.

Una voz familiar me saludó y me incorporé para regresarle el saludo. ¿Tengo qué describir cuán mayúscula fue mi sorpresa?
« Última modificación: 31 de Mayo de 2011, 02:28:19 pm por Gñé »

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #15 en: 05 de Junio de 2011, 02:24:52 am »
XV

Se trataba de un viejo conocido de mis días en la academia, Oleg Ivanovich Vysotski. No esperaba ver de nuevo su nariz por Moscú desde que se había marchado para pintar íconos en Novodevíchi. Siempre me pareció un libertino como ninguno, aún más amante del vino que yo. Ya le daba por exiliado o asesinado por tantos años que dejé de verlo.

— ¡Pero si es Oleg! ¿Qué te trae por aquí, perillán? –Respondí, sorprendido-

—La mala vida –respondió mientras hacía crujir sus nudillos y aspiraba profundamente- ¿Y ése aroma tan desapacible? ¿Caíste en un cenagal o está por aquí el ladrón de Mikhail Bezuhov?

— ¡Ah! Si supieras.

—No me cuentes. ¿Qué haces aquí?

—Pues no lo diré.

— ¿No has visto pasar por aquí a una comitiva?
Señalé con el pulgar la entrada bloqueada por el tablón.

—Vamos a ver de qué se trata. No es normal que impidan pasar. A buen seguro que se trata de una fiesta privada.

— ¿Tú crees?

—Es lógico suponer que la única cosa que hacen bien en barrios tan paupérrimos como éste es embrutecerse. Vamos a acercarnos.
Seguí sus pasos y apoyamos el oído en la vieja madera que impedía el paso. Una astilla punzó mi lóbulo. Salté hacia atrás gimiendo a lo que obtuve por respuesta un apretón de carrillos y una sacudida frenética seguida de un reproche: “Van a pillarnos, estúpido”

—Bien hecho, ahora jamás sabremos qué hay del otro lado. –Siguió increpándome-

—No hay ningún sonido. Deben de estar bajo techo. –Contesté-

—Sólo hay una manera de saberlo. Alguien tendrá que asomarse.

—Lo haré yo, aúpame.

— ¡Ignaro! Eres demasiado mofletudo.

— ¿Qué dices?

—Voy a subir yo.

Oleg siempre sospechó de tener prosapia tártara. No era algo que se pudiera decir con sólo mirarlo. Nada había de bárbaro en su aspecto. Lo único que parecía confirmar su hipotético linaje mongoloide eran sus modales hoscos, demasiado hoscos, como debieron haberlos tenido Atila o Gengis Kan cuando tomaron a fuego y sangre ciudades de sus hermanos civilizados en Oriente.
« Última modificación: 06 de Junio de 2011, 05:00:40 am por Gñé »

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #16 en: 07 de Junio de 2011, 02:09:41 pm »
XVI

¿Qué decía? ¡Ah, sí! Asomó la nariz y los ojos. No paraba de saltar y sacudir toda la madera.

— ¿Qué hacen ahí? ¿Ya te puedes bajar? –Pregunté en voz baja-

—Parece que descargan botellas. Todos están cerca de una casa grande y añosa, debe de ser de los años de Pedro el grande… ¿Y esos cirios? Creo que es una boda. ¿Ahí viene la novia?

— ¿Novia?

—Bueno, no sé a quién más le pongan un velo.  Claro, no es un vestido de novia como los que he visto… No, no es la novia... ¡Santo Cielo!

Había enmudecido repentinamente. Repetí varias veces “ ¿Qué, qué?” sin obtener respuesta.

Un largo silbido seguido de una voz grave que profería algo terrible que será mejor que no diga rompió el silencio, casi absoluto. Siguió el vuelo de un pequeño objeto metálico con trayectoria hacia donde estaba Oleg, sin dar en el blanco por una distancia menor a la que hay entre los ojos de cualquiera.

Bajó de un salto y echamos a correr a toda prisa. ¡Una verdadera manada animal bramaba furiosa detrás de la barrera!  De las cosas que hubieran ocurrido de haber permanecido un segundo más ahí no quiero ni especular. Escuché como se desplomaba el tablón violentamente y una ominosa estampida desataba su furor.

Sin voltear ni un instante nos alejamos no sé cuantas verstás. Habían desistido, según parecía, cuando pasamos por una vieja ermita. Huelga decir que seguíamos sin voltear atrás, aún desde el precario refugio de una pared, recuerdo de alguna otra morada, a punto de ceder al paso de los años.

Mi compañero estaba pálido como una vela. Tenía la mirada fija hacia el horizonte y temblaba como una hoja. Torpemente trataba de repetir, una y otra vez, oraciones que en su voz parecían juegos de palabras. Cuando le pregunté por lo que había visto se limitó a gritar, enojado, “¡Nada!”.

Miré de soslayo pasados varios minutos. No había nadie en la calle. Las pocas casas que aún tenían humo en sus chimeneas estaban cerradas a piedra y lodo. No, no hay analogía en decir “A piedra y lodo”. ¡Todas las ventanas estaban tapiadas con piedra y lodo!






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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #17 en: 12 de Junio de 2011, 12:22:42 am »
XVII

Oleshka salió de su estupor, sudoroso y aún incrédulo.  Rió nerviosamente cuando comprobó que la persecución había terminado.

— ¿Fue exactamente como en la academia, no? –Murmuró sonriente-
Contagiado de una inexplicable alegría, reí de forma sardónica e incontrolada, para responder “Sí, canalla”.

— ¿Tienes dinero? Creo que la hazaña de llegar intactos hasta aquí merece un trago.

—Tengo algo. –Respondí mostrando el sobrante de la paga que no había ido a parar en mi garganta-

— ¿Estás bromeando? ¡Esto es bonanza pura! ¿A quién robaste?

— No creerás, precisamente ha sido por el perro de Bezuhov.

— ¡Ah, no! ¿Ahora también engañas a los pardillos con dinero? ¿Te ha pegado algo más que su hedor?

— ¡De eso nada!

Narré todo lo que había visto en la fiesta. Absolutamente todos los detalles, salvo por el de que alguien de aspecto extraño trabajaba en la mansión.  Preferí no decir absolutamente nada acerca de Ekaterina.

— ¡Los hermanos Blonwski! Ésa sí que es buena, hombre. El pasado te persigue. -Vociferó antes de dejar salir una sonora carcajada.-  No me digas que también Ania está aquí. Bueno, basta de recordar cosas tristes. –Gritó- ¿Vas a dejar enmohecer ese dinero o lo invertirás en buen licor?

— ¡Imbécil! –Le grité antes de propinarle una cabezada- ¿Sería yo si no pudiera hacer lo que puedo hacer? ¿Crees que no quiero beber?
 
— ¡Eres el mismo de siempre! Vamos a celebrar.

—Espera, antes voy a ver cuánto han dejado los vagabundos de mis pertenencias.

— ¿Vives en la calle?

—Ahora sí.  Debía una hipoteca y dejé pasar el plazo. Es lógico que todo esté en la calle ahora.

—Bien, pero ahora, ¿Cómo llegaremos a donde solías vivir? ¡No quiero poner un solo pie en esa maldita…

—Calma, hay un puente no  muy lejos de aqúi, ahí. ¿Lo has visto? Lo cruzamos y ya está. Encontraremos el camino.

El viaje fue largo. Nos detuvimos ante la puerta de lo que hubiera sido durante largo tiempo mi refugio y mi estudio. Se había cerrado para siempre.

Todo lo que había sido arrojado sin ningún miramiento a la calle, mis cuadros, mi caballete, mis escasos muebles, todo había sido antes sujeto a escrutinio y robado o simplemente pisoteado. Sólo un par de cuadros se habían salvado de la destrucción: uno, de un baño turco y otro, todavía inacabado, de unas miserables Isbas de Tula.

Todo cuanto poseía en aquel momento era sólo un par de lienzos y algunos rublos, insuficientes para siquiera alquilar un cobertizo, pero demasiados para derrocharlos en otros menesteres.
« Última modificación: 12 de Junio de 2011, 12:41:16 am por Gñé »

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Capítulo "especial": Trance-formación.
« Respuesta #18 en: 15 de Junio de 2011, 06:16:18 am »
XVIII

i- El pintor hereje

Dichos menesteres no eran más que beber en donde laboraba un tabernero siempre de mal humor, el viejo Grigori. Nada más vernos entrar  masculló: “Pero si es el dúo brocha gorda. ¿Esta vez no viene el maldito mentiroso con ustedes? Os diré que no acepto otro de sus patéticas y demenciales pinturas como pago, así que largo”. Había dicho eso en recuerdo de una ocasión en la que pagamos con una obra irrisoria, una de las casi cien versiones de El rapto de las sabinas  que había pintado el canalla Oleshka. ¡Dios! Jamás conocí alguien más obsesionado con el tema.

— ¡Calla, abuelo!  –Contestó desafiante el libertino- Mi amigo y yo venimos de muy lejos y tenemos la garganta seca.

— ¿Con qué piensan pagarme ahora? –contestó el viejo mientras frotaba su arrugada frente con una estaca nudosa que solía usar para aporrearme cuando bebía y no pagaba o cuando ocurrían cosas- ¿No será con eso, verdad? –Señaló con la misma estaca los cuadros que llevaba bajo el brazo.

Sin proferir maldición alguna de las incontables que se agolpaban en mi mente le di más de diez rublos. Al poco rato estábamos henchidos de licor hablando con perfectos desconocidos.

—¡ Novodevíchi!  ¡Vaya broma! Esos clérigos sólo usan su imagen de piadosos para ganar dinero gratis. –Vociferó el libertino.- ¡Y piden demasiado para un ícono: no beber en el trabajo, no dormirse en el trabajo, no estornudar, no gritar improperios! ¡Yo hago lo que quiero cuando quiero!

— ¿Y qué harás ahora? –Pregunté- ¿Vas a pintar otro rapto de las sabinas?  A buena hora los romanos decidieron dar fuente a los desvaríos de un artista borracho y hereje.

—Sí, ¿Qué harás ahora, pintor borracho y hereje? –Repitió al unísono un grupo de bebedores que estaban justo detrás de nosotros.

—¿Yo? ¿Borracho? ¿Hereje? ¡No! Soy tan seguidor de la Iglesia Ortodoxa como cualquiera de ustedes. Y sólo bebo cuando mis heridas del espíritu no sanan. Además ¿Qué pecado existe en inmortalizar el Rapto de las sabinas? ¿Soy su enemigo por decir la verdad sobre Novodevích? No me gusta hablar de mí ante otras almas ¿No va a descollar entre todos los presentes el nuevo artista de los Alov? –Reviró.

— ¿Demostrar qué? –Respondió el coro.

— ¡Si no me dan una bebida, no lo haré! –Exclamé visceralmente.

—Aquí está, ahora sí, ¿Qué es? ¡Hip!

— ¡Prestad todos atención! Mi amigo va a hacer lo que ningún hombre en la tierra ha hecho jamás. Va a beber todo el vodka que se les ocurra ¡Hip! y lo va hacer boca abajo apoyado en ambas manos.
Fue penoso. Sí, podía hacer bastante bien eso. De hecho, era de las pocas cosas que sabía hacer bien. Para amenizar más el acto, se me ocurrió hacerlo al momento de dar una voltereta. ¡Claro que podía hacerlo, incluso cuando el alcohol se me subía a la cabeza!

ii- Cara de torta

Habíamos montado una especie de circo en ese lugar decadente. Unos sabían burdos trucos de prestigitación, otros podían comerse su capote y su sombrero, otros más eran volatineros y mil curiosidades más. Sólo había tres borrachos, apartados de todo, con la expresión más triste que pudiera imaginar. Creo que le llamaban Iván Chirkoff.  Le acompañaban otros dos, mucho más serenos.
Me aparté del grupúsculo. Y me arrastré como un nefando roedor junto al trío, inquiriendo sobre la causa de la notable abulia de uno de ellos.

—Tiene un hijo, un niño de casi nueve años. –Susurró uno de los del trío- Y el pequeño no ha regresado a casa desde hace tres días.

—Está muy encolerizado, aunque no lo aparente. –Interrumpió otro– No tiene la menor idea de que pudo ocurrir con su hijo -¡Hip!-.

–¿Tendrá algo que ver con –¡Hip! – las huestes de extranjeros de pronto nos invaden? –Se unió a la conversación uno de los saltimbanquis. Pronto el improvisado espectáculo se desmoronó y todos sus penosos participantes se arremolinaron en torno de Iván Chirkoff.

—¡Sí, es verdad! –Vociferó un jovenzuelo- ¡últimamente se ven muchos sarracenos y tártaros por aquí! ¿Vendrán a enrolarse en el ejército? ¡Hip!

—No, ¡Hip! Yo les he visto y digo que no todos son de Tartaria. –Contestó alguien- Hay muchos que me parecen del Tíbet, de Manchuria, de ¡Hip!..

—¡Para mí todos son -¡Hip!-  iguales, con esa cara de torta que tienen!  -Respondí- ¡Que les envíen a Kazán!

—Sí, ¡Hip!, el pintor tiene razón. ¡Cara de torta!  -Respondieron todos a coro.

—¿Serán hijos de matrimonios mixtos? –Preguntaban algunos-

—No, estoy seguro que al menos no son hijos de los amarillos de siempre. Podrían ser de Sajalín, sospecho.  –Añadió algún borracho más-

—¡Qué tontería! –Aulló alguien- ¡Más me inquieta el jaleo que hacen por la noche que sean de algún lugar en el culo del Oriente! -¡Hip!-

—¡No olviden a los -¡Hip!-  polacos!–Alguien gritó.

—¡Lo que faltaba! ¿Y qué de los miserables franceses? –Añadió una voz.

—No, no he visto ni un solo -¡Hip!- francés –Respondí.

—Yo les he visto en compañía de -¡Hip!- unos sarracenos y otros que parecen de -¡Hip!- Karelia.

iii- La Rusalka


—El otro día yo vi una -¡Hip!-

—¿Una “¡Hip!”?  -Preguntamos todos a coro-

—Sí, una -¡Hip!- una -¡Hip!-..una -¡Hip!-

—¡Habla -¡Hip!- ya de una buen vez, hombre! –Seguimos reclamando-

—Una -¡Hip!- una -¡Hip!- una -¡Hip!- una …Rrrrussssssaaaaaalkaaaaaa -¡Hip!-

—¿Una Rusalka?  ¡Vaya tontería! –Todos estallaron en risas-

—¿No habrás visto también algún -¡Hip!-  gnomo con bigotes muy largos? –le pregunté burlonamente.

—¡Afortunado! -¡Hip!- yo lo único que veo cuando bebo es la cara de mi -¡Hip!- esposa enfadada. -Añadió uno de los acompañantes de Chirkoff.

—¿Y cómo era -¡Hip!- -¡Hip!- -¡Hip!- la -¡Hip!- rusalka que has visto?

No tengo memoria de que fue exactamente lo que dijo el desconocido, pero justo en ese momento más de una cara burlona se trocó por una expresión de angustia. Se intercambiaron algunos chasquidos de incredulidad seguidos de risas nerviosas y la palabra “Tonterías” pronunciada  entre dientes.

Yo no entendía qué pasaba ahí. Volteé donde estaba Oleg y me encontré con un hombre pálido como la cera, meditabundo y tembloroso.

Iván Chirkoff, que hasta el momento había permanecido sin pronunciar palabra, gritó encolerizado “¡Os burláis de mi desgracia!”  Y se puso a propinar golpes y puntapiés a cuanto infeliz se cruzara en su camino a la salida. Salió sollozando a la calle.

iv- Trance-formación

—¿Qué es eso en el suelo? –Graznó un individuo de estatura extremadamente baja-

—Parece un líquido - contestaron todos a coro.

—¡De nuevo! –Pensé al darme cuenta que una inexplicable sensación de frío en las piernas y un goteo con procedencia de una gran mancha en mi ropa. Era otro curioso fenómeno, producto de beber más de lo habitual. Y que me había costado muchos golpes con una estaca.

Esa noche no fue la excepción y tanto Oleshka como yo terminamos con las costillas medidas.  El viejo Grigori al menos fue lo bastante gentil como para lanzarme mis dos cuadros a la cara.

—¡Siento lo de esta noche! –Se disculó Oleg- Para demostrar que soy un amigo verdadero y no como ese Mishka podrás pasar esta noche en la cocina de mi casa. Es un lugar muy tranquilo y cálido, ya lo verás. -¡Hip!-

—Pero ¿Qué.. es lo que has visto, en la calle, esta tarde? –Respondí tratando de no vomitar-

—Sólo te diré que mejor será para ti renegar de todos los tratos que hayan sido mediados por Mishka.  En cambio yo ¡Hip! Soy tu hermano, somos del mismo gremio -¡Hip!- ¡Hip!- ¡Hip! -¡Hip!- Los dos pintores brocha gorda.

Marchamos abrazados y entonando una desentonada melodía de mi invención: El kolobok hace chu-chu-chú. El kolobok hace chu-chu-chú.. Sí, soy mal pintor y peor músico.

—Tienes una casa muy buena, -¡Hip!- ¡No te pagaban mal por los íconos! –Ladré al ver la supuesta casa de mi viejo compañero.

—Sí, -¡Hip!- lo que digas. ¿No, -¡Hip! me ayudas a abrir? Es que no encuentro la -¡Hip!- llave y la cerradura no deja -¡Hip!- de moverse.

—No seas bruto -¡Hip!- la cerradura no se mueve. Es la condenada puerta la que no deja de -¡Hip! bailar –Sobra decir que estaba bastante embrutecido. ¡Duden de mi veracidad si así lo desean! Pero no sólo recuerdo aquello, sé que es la verdad, la dolorosa verdad!
« Última modificación: 17 de Junio de 2011, 10:51:19 pm por Gñé »

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Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
« Respuesta #19 en: 18 de Junio de 2011, 07:46:59 am »
XIX

¡Qué infausta ha sido mi vida! Confiado, ayudé al borracho libertino a hacer ceder la cerradura con una barra de metal que por ventura habíamos encontrado cerca.

Me despedí, y sin decir nada más, me desplomé, exhausto y lleno de alcohol, en un lugar cercano a la cocina.
¡Maldito sueño el que acudió a mi testa! Había visto la misma muchedumbre de la sucia y paupérrima calle mirándome fjamente, como lo había hecho ese vieja. Incluso de entre todos distinguía perfectamente la figura de mi nuevo patrón, a quién no había visto esa tarde.

El siniestro tropel acudía a una especie de peregrinación de la que no se distinguía inicio ni fin, prolongándose hasta el horizonte.

Un ruido insoportable me arrebató de aquel mal sueño, similar a un relámpago. Me incorporé, tambaleante y adolorido. El estruendo prontó se transformó en la voz de una señora que gritaba "¡Al ladrón, que se ha dormido en mi casa! ¡Ayuda!"

Una verdadera tormenta de objetos domésticos, entre majaderos, escobas, una silla y demás, se abatió sobre mí, al igual que horribles palabras nada propias de una dama.

Apenas logré ponerme a salvo, usando mis cuadros a modo de escudo. Cuando logré alejarme lo suficiente de ahí llegué a la conclusión de que si el mal amigo que era Oleg me había metido en una casa era porqué ésa casa no era la suya. ¡El muy sinvergüenza me había invitado a una casa que recién terminaba de saquear!

No me cabía ninguna duda: era un tártaro cualquiera. ¡Cómo era de esperar! "¡Mal amigo! ¡Ladrón! ¡Embustero! ¡Tártaro!" grité por no sé cuantas horas antes de tropezar en un charco pestilente y pegajoso. Mi pintura del baño turco había quedado arruinada y bien pudo cambiar su título por el de "La garita turca", por la execrable ilusión que creaban las manchas sobre el óleo.

"¿Qué haré?" Pensaba. "Ya está. Otro préstamo. ¡No! ¿A quién no le debo? mmm... ¡No! ¿Y si vendo Las isbas de Tula al señor Alov? Seguramente no pague como por el otro cuadro. Si no bebo hoy, tal vez pase la noche en algún sitio barato y aún me quede para conseguir material para otro cuadro. ¿Y si no compra el cuadro? ¿Y si me echa por mi aspecto desaliñado? ¿Se secó ya la mancha en mi ropa?"




« Última modificación: 19 de Junio de 2011, 01:30:21 pm por Gñé »