Luna creciente
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Cynthia avanzaba decididamente por los pasillos del cuartel de la policía. “¡Señorita, no puede entrar ahí...!”. Dentro no encontró a nadie. Era una sala de interrogatorio vacía.
-¡Cynthia! -dijo una voz ronca autoritaria.
Cuando se giró, vio a un hombre tosco, de mediana edad, cubierto con una gabardina de cuero marrón, desgastada. Poco a poco fueron acudiendo más policías.
-¡Inspector Handsome! Lo sentimos, entró de repente y...
-¡Calla! -gritó Handsome al policía que intentaba excusarse- Cynthia, ¿que haces aquí? ¿¡Que pretendes con este espectáculo!?
La joven no respondió. Se limitó a mirar fijamente a los ojos de su interlocutor. Para sorpresa de los allí presentes, el inspector pareció entenderla; como si le hubiese mandado un mensaje secreto que sólo el podía entender.
-De acuerdo, tú ganas. Ven a mi despacho y hablaremos tranquilamente. Pero por favor... La próxima vez no montes estos espectáculos. Se supone que eres una civil.
-¡Pero inspector...! -replicó uno de los policias.
-Yo me responsabilizaré de todo, ¿entendido?
El despacho del inspector era como el de las novelas negras: un denso humo de tabaco en el ambiente, informes esparcidos por doquier, un escritorio con varios teléfonos, ventanas con persianas laminadas... La lluvia aún caía lánguidamente mientras las tinieblas de la noche quedaban asoladas por la preciosa luz de la luna. La chica se acercó a la ventana y apartó las laminas de la persiana con la mano para poder observar el paisaje. Mientras, Handsome aprovechó para sentarse en su oficina y encenderse un cigarrillo.
-Dígame, inspector -dijo la joven esbozando una sonrisa pícara sin dejar de observar el paisaje- ¿Qué hace un miembro de la policía internacional asentado en esta comisaría?
-Tienes suerte de tener los contactos que tienes, Cynthia -dijo tomando una larga calada del cigarro- aún no se como has logrado que uno de mis agentes te llevase a la escena del crimen.
-Está pasando algo, ¿verdad? Algo grande...
-Ya sabes como funciona esto... Es información confidencial... -dijo mientras sonreía. Sabía que tenía la sartén por el mango.
-Sabes que para mi no existen los secretos -miró fijamente los ojos de Handsome. Al policía le resultaba difícil aguantarle la mirada: era como si con esos ojos oscuros como la noche pudiese ver en el interior del alma de las personas. Incluso un tipo como él tuvo que apartar la mirada.
-Está bien. Es evidente que mi estancia aquí no pasa desapercibida. Como habrás comprobado ya, no se trata de una muerte normal. Ese pokémon ha sido asesinado. Asesinado por un humano -tragó humo.
-Sí, resulta evidente una vez visto el cadáver. ¿Que tiene que ver la policía internacional con esto?
-Bueno, ya sabes... La policía internacional defiende los derechos fundamentales de los pokémon y persigue este tipo de crímenes...
-¿Enviando a uno de sus mejores inspectores para investigarlo? Por favor... No nací ayer, inspector. La policía local se podía haber encargado de llevar la investigación. Además, ¿por qué prestar atención a un incidente como este? Podría ser obra de un perturbado.
-Je... Eres brillante, muchacha, podrías ser una buena inspectora.
-¡Deja de jugar ya! -dijo con tono imperativo mientras se acercaba a la mesa.
-No se trata de un caso aislado -dijo con la cabeza gacha, sin dejar de fumar.
-¿¡Que!?
Handsome cogió una carpeta marrón y se la pasó a Cynthia. Cuando la abrió pudo ver fotos de otros pokémon muertos en circunstancias similares, todos con su debido informe adjunto.
-Por Dios... -dijo llevándose una mano a la boca.
-Creemos que puede ser algo serio. ¿Y tú, Cynthia? ¿Como te enteraste de esto? ¿Que te llamó la atención?
-Yo... Tuve un sueño.
-¡Venga ya! ¿Me vas a decir que un sueño te dijo qué pasaba?
-Cree lo que quieras.
Tras unos instantes de silencio, Cynthia adoptó una posición pensativa mordiéndose el pulgar.
-Todos los casos son de aquí, de Sinnoh -añadió el inspector.
La chica permaneció callada. Empezó a deliberar. No era un solo caso aislado, así que el entrenador que encontró el cuerpo queda descartado: si hubiese sido él, la policía lo hubiese investigado en las otras ocasiones...
-Antes de que te vayas, que quede claro: yo no te he dicho nada. Es todo cuanto se.
-Está bien, gracias. Te debo una.
-Sobretodo no interfieras más.
-Nos vemos -levantó la mano derecha como despedida mientras se iba. Evidentemente Handsome sabía que interferiría, sin duda. Este caso la había afectado. Y precisamente era lo que quería, que interviniese.
La noche empezaba a desvanecerse y la lluvia había cesado. Después de abandonar la comisaría, el C gear empezó a sonar. Era uno de sus contactos, Lucian, de la Liga. Cuando respondió, pudo ver la pálida cara de Lucian en la pequeña pantalla. “Cynthia, ven inmediatamente. Estoy en Puntavera. Ven lo más rápido posible. Tengo algo”. Colgó antes de que pudiese responder. Un escalofrío recorrió la espalda de la campeona. Era algo malo, lo presentía. Como fuese, debía ponerse en marcha urgentemente. Sacó una pokéball del cinturón y la lanzó. Un gran y fuerte Staraptor salió de ella. Seguidamente, lo montó y le dio un toque con la mano en el lomo. El Staraptor gritó y con sus potentes alas alzó el vuelo. Mientras volaba, el sol comenzaba a despuntar en el horizonte. Los tonos rojizos del sol, reflejados en las nubes, eran el presagio de lo que le aguardaba en la eterna ciudad nívea.