Capítulo 4: Las galletas de la victoria
- Ya casi estamos en Puerto Gris.
Dijo Hitmonchan, de repente, se frenó de bruces. Frente a el había un Combusken con traje de boy scout sosteniendo un cartel de Pare, y detrás de este, un cruce muy concurrido. Primero cruzó una manada de Tauros a toda velocidad, luego, un rebaño de Mareeps a paso lento, y finalmente, unas veinte docenas de torchics en fila, cruzando de uno en uno con pasitos torpes, cuando estaban por cruzar los últimos, ya había pasado una media hora desde que terminaron los Mareep. Esto acabó con la paciencia de Braixen, la cual, entre abnegada y enfadada, se bajó del carrito de acompañantes de la moto, tomó a todos los torchics que quedaban en brazos y los cruzó al otro lado en un santiamén.
- Listo, ya podemos seguir.
Dijo mientras se subía a la moto. El Combusken les hizo el saludo militar a todos y les permitió proseguir. Tras esto, pasaron veinte minutos y, finalmente, llegaron a Puerto Gris.
El humo viciado del aire y las constantes visitas no amistosas de Muks y Garbodors eran un pequeño precio en comparación con las ventajas de esta gran ciudad. Docenas de grandes edificios, hoteles y centros comerciales eran el principal atractivo de la ciudad. Aunque los turistas más jovenes preferían el ferry que los llevaba a la isla conocida como Parque Carracosta. Otros lugares populares eran el Candy Store de Slurpuff, El Hawlucha Lucha, la Torre V, El museo del ferry, El restaurante Kabu Top´s, Cinco sucursales del Burger Kingler y el Club de Té de Madame Purugly. Las calles están sobrepobladas de vehículos pero a pie no se está tan mal, de día sobre todo. El mayor problema es el nivel de delincuencia que se eleva por las noches: Dibujantes de Graffitis, traficantes de Pociones falsas, ladrones de bayas, son solo el pan de cada día para el departamento de policía de la ciudad y sus valerosos Furrets y Sentrets, siempre listos para ayudar, proteger, y en algunas ocasiones, meter la pata.
- Bien, diganme ¿Donde se alojan?
Dijo el Hitmonchan.
- Vamos a hospedarnos en la Torre V.
Dijo Braixen. Al escuchar esto, Hitonchan frenó de bruces por segunda vez en el día.
- ¡¿Como pueden pagar eso?!
Dijo mientras poco a poco se quedaba a cuadros.
- Mi mamá conoce al dueño, y yo también.
Se apresuró a aclarar Braixen.
- ¡WOOOW!.
Dijo Hitmonchan antes de casi desmayarse. Pero se incorporó de repente y continuó la conversación.
- Bien, si mal no recuerdo la Torre V se encontraba a unas cuadras de aquí, llegaremos en menos de lo que canta un Chatot.
Y, unos minutos después estaban en la puerta de la torre.
- Bien, aquí los dejo. ¿Quieren que los pase a buscar antes de que vaya a retar a Hawlucha?
- ¡Por supuesto!
Dijeron los cuatro al unísono. Tras lo cual saludaron a Hitmonchan y cruzaron la puerta, tras lo cual se oyó un sonoro y agudo...
- ¡Braixen!
- ¡Victini! Te presento a mis nuevos amigos. Ella es Eevee, y ellos son Axew y Riolu.
- ¡Mucho gusto! ¿Que les parece si los llevo a su cuarto y luego le digo a Delphox que ya llegaron y que están bien?
- Bien, gracias.
Mientras tanto, Hitmonchan conducía hasta el Hawlucha Lucha para anotarse en una lista de retadores cuando, de repente, un Seismitoad se le cruzó por delante
haciendolo frenar bruscamente.
- Oye, ¡Mira por donde vas!
- Y tu aprende a cruzar la calle.
- No estoy cruzando la calle, solo te estoy distrayendo.
Entonces Hitmonchan giró su cabeza y alcanzó a ver un Toxicroak. Y fué debilitado por un ataque Puya Nociva.
Mientras tanto, en la Torre V, obra maestra de la firma Conkeldurr S.A., nuestros jovenes heroes entran a su habitación y dan comienzo a una animada conversación.
- Bien, llegamos ¿Y ahora que hacemos?
Preguntó Riolu.
- Como llegamos con tiempo de sobra, podemos esperar a Hitmonchan mientras revisamos el itinerario que preparó mamá, a ver...
Braixen sacó un cuaderno tamaño enciclopedia con cientos de cosas por hacer.
- Lo primero, esta noche aquí en la torre V habrá un simulacro de incendios al cual nos comprometimos a asistir. Mañana a la mañana tenemos tiempo libre, si ganamos
los boletos podemos ir a Parque Carracosta, a las cinco de la tarde podemos ir a... ¡No puede ser! ¡Meloetta! ¡Cena Show en el Kabu Top´s! ¡Y tenemos reservaciones!
¡Gracias mamá!
Braixen cerró los ojos.
- Ejem... Braixen.
Interrumpió Eevee. No hubo respuesta.
- ¡Braaaixeeeen!
- ¡Chitón, Eevee!
Susurró Axew.
- ¡Pero me está ignorando!
- No, está agradeciendo a su madre telepáticamente. ¿No eras hija de una Espeon? Deberías saberlo.
- Mi mami no hacía eso, o al menos, no frente a mi.
- Eso no quiere decir que tengas que interrumpirlas ¿No te parece descortez?
- Bueno... si.
Pasaron unos segundos en silencio y luego Braixen abrió los ojos.
- Lo siento si te molesté.
Se disculpó Eevee.
- No hay por qué disculparse, además no sabías lo que hacías. Por cierto ¿Donde esta Riolu?
- ¡¡¡En la cocina!!!
Gritó Riolu al escuchar que preguntaban por el. Entonces, todos fueron a la cocina. Cuando entraron, vieron a Riolu dando pequeños salton en frente de una nevera de
casi dos metros.
- ¿Que estas haciendo?
- Hay galletas encima de la nevera ¡Y tengo hambre!
- Yo también, pero ¿Por que no abres la nevera?
- Ya lo hice, solo hay bayas Algama. ¿Quien en su sano juicio come eso? Son ácidas, amargas y muy secas.
- Pues son las favoritas de Axew.
Dijo Braixen.
- Es cierto ¡Dame!¡Dame!¡Dame!
- Calma Axew, toma, aquí están tus bayas. Los demás, ayudenme a bajar las galletas.
- ¿Y como exactamente piensas hacer eso?
- ¡Fácil!
Diez minutos después, aún no habían logrado bajar las galletas. Eevee estaba bajo los pies de Riolu, que a su vez estaba levantando a Braixen, quien intenaba estirarse
para alcanzar las galletas.
- ¡Ya no voy a aguantarlos mucho más!
Gritó Eevee.
- Resiste, ya casi llego.
Dijo Braixen. Justo en ese momento pasaron dos cosas, una, Braixen alcanzó la lata de galletas, dos, Eevee se desplomó en el suelo. Riolu cayó sobre ella y Braixen
sobre Riolu.
- ¿No hay heridos?
Preguntó Riolu tras el accidente.
- Chocaron dos cohetes en el espacio, hay algunos heridos, pero nada de gravedad.
Aprovechó para hacer el chiste Eevee.
- ¿Y las galletas?
- ¡Las salvé!
Dijo Braixen contenta. Luego olfateó las galletas.
- Oh no, chicos, tengo malas noticias.
- No me digas que...
- Si, son... ¡Puaj! ¡Bayas Algama!
- ¡Noooo!