Llego tarde al tema pero espero que no demasiado, está bastante interesante. Prometo un post tan largo como interesante ^^
Vengo a rescatar una frase muy polémica que dijo Michael Gove, entonces ministro de justicia británico y uno de los voceros del Brexit en plena campaña: la gente de este país ha tenido ya demasiados expertos. Otra de Donald Trump,
mutatis mutandi: parece que en este país solo puede todos pueden burlarse de los que son blancos, heterosexuales, viven en zonas rurales, conducen camionetas y comen carne. No olvidemos que estos dos triunfaron en sus campañas.
Bueno, Gove luego quiso ser Primer Ministro y su partido lo defenestró en un gesto de cordura, pero esa es otra historia...
Me alegra que se vuelva a debatir sobre la libertad de expresión. Fuera de la alta política, recuerdo una cosa que pasó en mi clase de secundaria cuando tendría 13 años. Chica va a por un chico a decirle que ella es mejor que él y que deje de ser tan feo, parece que para gastarle una broma demasiado pesada. Al chico no le hace ni puñetera gracia, explota (no era la primera vez que los profesores sabían que esta le iba a chinchar demasiado) y le dice que es un adefesio, cuatro ojos, y que si se ha creido mejor que alguien, además de rubia de bote, es una estúpida muerta de hambre que prefiere no comer con tal de comprarse la ropa más cara. El caso llega al consejo escolar y deciden que el chico tiene que ser expulsado un par de días por sus insultos machistas. Lo más grave de todo no es ya que esta decisión fuera tomada por adultos y en frío sino que le pareció mal a muy poca gente.
¿Es bueno o malo ser homosexual? ¿Es bueno o malo ser inmigrante? ¿Es bueno o malo ser mujer? Puede que a mucha gente le parezca obvio que la respuesta a estas tres preguntas debe ser un 'sí' rotundo y sonoro. Yo siempre digo: no, no, no. Ni es bueno ni es malo. Un gilipollas (con perdón) es igual de gilipollas le gusten los chicos, las chicas o respirar ozono; y esto es algo que mucha gente parece no entender. ¿Qué tiene una mujer que no tenga un hombre? Bueno, más caderas, pechos y vagina; típicamente, pelo más largo. Y, bien, ¿da esto mejores dotes de dirección para sentarse en un consejo de dirección? ¿Convierte a una en mejor docente para una plaza en la que se ha empatado en todo menos en el sexo? Si respondes negativamente a estas cuestiones, probablemente pienses que las cuotas en las empresas privadas son un mero adorno cosmético para decir que se hace algo, o tal vez una cosa peor.
Sucede que una dictadura acaba, tarde o temprano, generando el deseo de romperla; máxime cuando todos (bueno, todos los mayores de 24) recordamos cómo eran aquellos tiempos en que se podía gritar 'mujer tenías que ser', contar chistes de mariquitas, marginar a tu sobrino gay solo por ser una drag queen en sus ratos libres o hacer gritos simiescos cada vez que un negro toca el balón en un estadio. Tal vez muchos no los echemos de menos y los veamos como algo que forma parte del pasado y está enterrado para siempre, sobre todo si nos relacionamos con personas que piensan como nosotros y llegamos a creer que todo el mundo piensa igual, tal vez con la excepción de nuestro abuelo el que está chapado a la antigua y Juan, ese vecino nuestro que juega a ser skin head y que nos da un poco de miedo. Pero sucede que la dictadura de lo políticamente correcto llega al extremo de que ya no hay negros en nuestra querida España sino
personas de color... ¿de qué color? Ya no hay moros sino
personas procedentes del Magreb y no tenemos tontos sino
personas con menos capacidades intelectuales, tengan o no una discapacidad real. Con estas paráfrasis tienes la primera etapa de la neolengua, y, sinceramente, temo por lo que pueda quedar del castellano dentro de 50 años.
Tenemos también el lenguaje inclusivo, ese que han fomentado nuestros ministros y ministras. Nuestros presidentes y nuestras presidentas han hablado muy frecuentemente a los miembros (?) y miembras de las asambleas legislativas sobre temáticas diversas. Ha sido muy habitual ver a los presentadores y presentadoras de televisión dar noticias sobre hombres y mujeres que se manifestaban, como profesores y profesoras, a favor de los derechos de sus alumnos y alumnas en las universidades. Los reporteros y las reporteras han aguantado mucha violencia por parte de manifestantes y manifestantas (?) cuando solo habían ido a cubrir una noticia de la asociación de madres y padres. El desdoblamiento de todas estas voces no solo es innecesario sino que, además, es en algunas ocasiones incorrecto aunque se haya llegado a aceptar por el uso tan extendido (e.g. ministro, presidente). Siento decirlo a todos los hombres y mujeres que leen este foro, pero en casi todos los casos me resulta pedante y puedo pasar mi atención a otras cosas. Supongo que mi próxima cruzada lingüística será hacer que a un hombre que es nombrado albacea se le pase a denominar albaceo... Segunda etapa de la neolengua completada.
Luego tenemos las opiniones que se pueden y las que no se pueden manifestar en público. Por ejemplo, tenemos a un grupo de amigos de 30 años y aparece por la tele cualquier noticia sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo (me niego a hablar de matrimonio gay, me suena a algo opuesto al matrimonio hetero cuando en verdad son la misma maldita cosa). Uno dice que sigue sin estar de acuerdo con eso de que los gays se casen, que para él el matrimonio debe ser tal y como dice la Biblia y que esto tiene que ser entre hombre y mujer. Sed sinceros y decidme qué es lo primero que habéis pensado de este señor. ¿Retrógrado, facha, homófobo, intolerante, antiguo, estúpido, idiota, gili**llas, que ha dicho una burrada, que no debería decir eso, que debería estar prohibido pensar así, que su madre tiene un antiguo oficio...? ¿Está vuestra primera impresión en esta lista o es algo parecido? Enhorabuena, habéis caido en el lado de la corrección política. Personalmente, rechazo de plano la idea de que el estado tenga que parecerse en un ápice a una teocracia. Además, estoy totalmente a favor de los matrimonios entre cualesquiera dos adultos que consienten. No obstante, también estoy a favor de su derecho a expresar su opinión (ojo, expresar su opinión, no ir por ahí dando palizas o insultando). Así pues, le hablo sin faltarle el respeto y le doy tantas razones como hagan falta para decirle que el
matrimonio gay no solo no es malo para nuestra sociedad sino que es necesario que una sociedad que se hace llamar libre lo tenga bien regulado, como es el caso de España.
Como veis, con esta presión social para opinar lo que es políticamente correcto ya tenemos algo más poderoso que la neolengua: ya hemos llegado a rechazar visceralmente algunos posibles constructos lingüísticos, adjetivándolos de las más vilipendiantes maneras. Esto, de hecho, oprime a muchas personas que podrían llegar a apoyar activa o tácitamente las políticas que son políticamente correctas, pero elegimos decirles que son los enemigos de la sociedad. Hurra, otro tanto para la sociedad liberal.
De hecho, en Francia, Austria y Alemania, la extrema derecha se ha dejado de estas mariconadas estupideces y son los nuevos campeones de la lucha lgbt. Dicen que los inmigrantes son peligrosos para todo el colectivo y que odian nuestro modo de vida, donde dos hombres o dos mujeres pueden pasear por la calle tranquilamente. Y vaya si les funciona, que tienen serias opciones de tocar poder a corto plazo. Es más, creo que si en España no ha surgido nada parecido al FN es porque tenemos al PP. Parece que o bien han renunciado a su ideario más católico o bien les falta la valentía para llevarlo a la práctica. Pensad que su reforma del aborto se quedó en nada por la presión social, y eso que iba en el programa y tenían mayoría absoluta. Bueno, tenemos a Vox (), que propone más o menos lo mismo que el FN pero solo tienen resultados testimoniales.
Ahora llega el día de las elecciones y tenemos a nuestros electores machistas, homófobos, racistas, etc, que se sienten oprimidos y que le han cogido asco a los partidos de lo políticamente correcto. Están a solas en la cabina electoral y ese partido de extrema derecha les ha caído simpático y parece que están dispuestos a hacer su país grande otra vez, como era cuando estos eran niños. No están en su casa, donde sus hijos los tienen por unos carcamales. No están en el bar, donde sus amigos les dicen que cómo piensan así. No están en la boda de su sobrino, donde su cuñado les dice que son unos anticuados. Están a solas y no se lo piensan dos veces. Llevaban cuatro años deseando este momento de meter el sobre en la urna en el que tienen una sensación erótica con sus propias ideas, de las que nunca dejaron de estar seguros; salen a votar en masa y meten la papeleta en el sobre, salen de la cabina y van a la urna con una sonrisa de oreja a oreja, después esperan impacientes en su cadena de televisión favorita, donde todos son de derechas, el recuento electoral. Se acuestan pensando que es el mejor día de sus vidas y se levantan sabiendo que son mayoría, y pensando que el país les pertenece. Es lo más parecido a salir del armario que van a sentir en sus vidas y ha llegado la hora de enseñar al mundo sus verdaderos yos. Creen que los inmigrantes han perdido ya todos sus derechos y si se les pone uno delante en el bar al que ha ido a tomarse algo con sus amigos, que han descubierto que piensan más o menos igual, la emprenden a golpes y nadie hace nada por evitarlo porque esto sucede 48 horas tarde. Se les pone en ganas tirarle medio cartón de huevos a la casa de sus vecinos Miguel y Ángel, que parecen una pareja estupenda con tres niños monísimos adoptados pero los odiaban en secreto, y lo hacen. Y seguro que más de uno les ríe la gracia. Este es el día en que todos los noticieros abren con sucesos parecidos y nadie se explica cómo esta ola de odio ha surgido de la nada y nos damos cuenta de que nunca habíamos llegado a ser una sociedad libre sino que nos habíamos conformado con ser una sociedad políticamente correcta, y pasarán muchos años hasta que una verdadera sociedad libre pueda emerger de las cenizas de todos los muertos que esta serie de ataques se lleve por delante.
Así que, resumiendo y respondiendo a las preguntas:
No, pero casi. En España no tenemos una dictadura de lo políticamente correcto pero sí una dictablanda. Si te sales del redil, todavía no te linchan ni van a poner tu cabeza en una pica. Pero no puedo estar seguro de que no vaya a ir a peor. Supongo que las próximas elecciones nos pueden dar una idea de qué país somos realmente.
No, no es un simple término para desacreditar ciertas opiniones. No obstante, cada vez se usa más. Estas personas que están deseando tumbar todas las libertades civiles lo usan cada vez más para defender su derecho a hacer lo que les sale de las pelotas, pero creo que suele quedar lo bastante claro en qué caso estamos en cada situación.
No, falta libertad de expresión, y mucha. Tenemos cuarenta millones de censores que nos vigilan y se ofenden por todo lo que hacemos. Pero, por suerte, 38 millones de ellos no nos van a hacer ni puñetero caso y seguirán tomando cañas con nosotros si no les decimos nada directamente.
Bonus: leed 1984 si no lo habéis hecho todavía. Da igual que el martes tengáis el examen más importante de vuestras vidas, corred a la librería más cercana y leedlo.
Bonus 2: ¿cómo podemos llegar a pensar que vivimos en una sociedad libre si tenemos un millar de futbolistas profesionales y
ninguno está fuera del armario?