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Mensajes - IDG

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Anime / Manga / Cine / Televisión / Re:Pokémon Generations
« en: 18 de Septiembre de 2016, 05:16:58 am »
Primero, no tengo ni idea qué tienen que ver figuras de colección con sacar un Pokémon Generations con capítulos de 25 minutos.

Segundo, @ashtom tiene razón en que no hace falta ser tan infantil para atraer a un público nuevo. Como bien ha dicho, Dragon Ball atraía a muchísimo público y tenía escenas de pele bastante bestias. Si bien a mi edad el anime ha perdido todo su encanto original, de pequeño era divertido ver como se daban de leches episodio tras episodio. Detective Conan... nunca me ha llamado demasiado, así que no puedo opinar. Lo único un inciso: si bien la serie está pensada para adolescentes, los niños pueden verla y disfrutarla (al menos hasta que se pone jodida) pero no le pongáis End of Evangelion a un niño. Dejad que crezca puro e inocente...

Creo que mi problema con el anime está en que se toman su mundo demasiado poco en serio y los clichés de la historia son aburridos y repetitivos. Incluso cuando era un niño me aburría que el Team Rocket tuviese un plan porque sabía que iba a fallar al final del episodio (o, en su defecto, en el episodio siguiente) y los únicos momentos que realmente desarrollaban personajes y trataban temas un pelín más profundos estaban en las películas, que yo considero muy superiores al anime.

No obstante, lo que digo es que podrían hacer una serie más adulta aunque fuera para los nostálgicos, no que sustituyan el anime original. Aún así, podrían cambiar de protagonista con cada nueva generación, como hacen con el manga. Así, además de hacer marketing para los juegos (tendrían personajes de los mismos como protagonistas) podrían justificar que los Pokémon sean débiles al empezar una nueva temporada (en vez de que el Pikachu de Ash sea tan poderoso como lo requiera la trama). Cierto, no tendríamos un personaje durante todo el anime, pero creo que todos sabemos lo peñazo que se ha vuelto aguantar al palurdo de Ash una y otra vez, olvidando todo lo que aprende para que los nuevos espectadores no se queden fuera.

Y no quiero encender la mecha de la discordia, pero tengo que decir que el anime original de Digimon es infinitamente superior al de Pokémon. Linchadme en la plaza mayor, no me importa, pero tiene desarrollo de personajes, conflictos internos, personajes entrañables y una historia normalmente muy interesante y bien pensada (salvo un par de cositas por aquí y por allá). Ah, y fue la serie que me enseñó lo que es la muerte de un personaje cuando era pequeño. Y sí, sigue siendo una serie infantil.

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Anime / Manga / Cine / Televisión / Re:Pokémon Generations
« en: 17 de Septiembre de 2016, 10:58:17 pm »
Soy consciente de que eso es el problema, pero supongo que si sacaran una serie más adulta ganarían la audiencia que no tiene la serie de Pokémon original: gente mayor de 12 años con un par de neuronas funcionales.

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Anime / Manga / Cine / Televisión / Re:Anime y Manga de Pokémon
« en: 17 de Septiembre de 2016, 10:05:57 pm »
Justo cuando pensaba que no podían hacer que Ash pareciera menos inteligente.

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Anime / Manga / Cine / Televisión / Re:Pokémon Generations
« en: 17 de Septiembre de 2016, 09:58:06 pm »
Querida Pokémon Company:
Yo entiendo que queráis vender, pero ganáis millones al año, más ahora con Pokémon Go, y creo que podríais arriesgaros un poquito. ¿Qué quiero decir con esto? Que llevamos 20 años aguantando al tontolaba de Ash, un personaje que no aprende, no tiene carisma, no se desarrolla y produce vergüenza ajena. Podríais echarle un poco más de huevos y sacar aunque sea una, una sola temporada de un anime con este estilo pero capítulos de 20 minutos. Pero en vez de eso sacáis cortos de 4 minutos que no solo tienen una buena animación, si no que se toman su propio universo mucho más en serio que el anime que tenemos la vergüenza de llamar "el original".
No sé, a lo mejor podríais experimentar un poquito. No os estoy pidiendo un Cowboy Bebop o un Neon Genesis Evangelion, pero sí algo con un poquito más de profundidad y desarrollo de personajes que las aventuras de un niño con el síndrome de Bart Simpson y su rata eléctrica cuyo nivel de poder depende de la conveniencia de la trama.
Lo peor es que, cuando parecía que XYZ avanzaba un poco de los clichés de la serie original, salís con Sun & Moon, que parece mucho más infantil, cringy y con una animación pésima.

Pokémon Generations es genial, pero es vergonzoso que sean capítulos tan cortos. Shame on you, Pokémon Company. Shame on you.

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Literatura y Fan Fiction / Re:libro para leer en el curso
« en: 12 de Septiembre de 2016, 12:12:58 am »
Puestos a poner libros hilarantes, creo que The Hitchhiker's Guide to the Galaxy (La Guía del Autoestopista Galáctico) de Douglas Adams también es divertido y fácil de leer. Además, no es demasiado largo.

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Literatura y Fan Fiction / Re:libro para quemar en el curso
« en: 11 de Septiembre de 2016, 10:19:27 pm »
Fugitivos en el tiempo. :ook:
(?)

Espero que esto sea sarcasmo, porque está tan mal escrito que con solo echarle un vistazo a la primera página me entraron ganas de ir a comer algo para poder vomitarlo luego. El libro es un cash-in de un youtuber desesperado por sacar dinero y llamar la atención y que no es literatura de calidad de ninguna manera.

Anyway, el comentario de 10 Negritos de arriba me parece una buena idea (casi todo de Agatha Christie es una delicia) pero también te recomiendo "Los Años de Peregrinación del Chico Sin Color" de Haruki Murakami, que no sé si cuenta como juvenil pero yo personalmente lo leí en el instituto para lo mismo que tú.

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Literatura y Fan Fiction / Re:[Comentarios] Lazos de Sangre
« en: 09 de Septiembre de 2016, 11:47:45 am »
Lo que llevas escrito está bien.
No obstante, siempre hay algo que mejorar, y en tu caso tengo que decir unas cuantas cosas que harían la historia mejor.
Para empezar, creo que lo de decir quién es el narrador es totalmente innecesario. Si te tomas un par de frases para ubicar al lector sobre qué punto de vista estamos siguiendo, no será necesario usar esto. Queda un poco antiestético, y ante todo es una mentira, ya que el personaje que estamos viendo no es el narrador. Estamos viendo su punto de vista, sí, pero la narración está en tercera persona. Sugiero eliminar el inciso del "narrador" al principio.

En segundo lugar, no es necesario poner el guión de nuevo si el personaje no continúa hablando. Por ejemplo:
"– Sir Frío –lo apeló una voz seria y grave que lo distrajo de sus pensamientos. No comprendía por qué, pero todavía le sonaba raro cuando lo llamaban por su título de caballero–. "
Ese guión y punto al final sobran, ya que el personaje no continua hablando. En el caso de que dijera algo más, el texto iría a continuación, pero no lo hace por lo que no  debes escribirlo así.

Te diré que el tono me gusta mucho, tiene un aquel a Canción de Hielo y Fuego que se me hace muy apetecible. No he visto muchos fics que usan Pokémon como protagonistas que tomen esta perspectiva. Sigue así, y espero que la trama acabe siendo digna del principio.

Y mira, sin ofender a nadie, pero como has dicho resulta agradable encontrar este tipo de fics cuando el 90% son "shippings". Sin referirme a ningún ejemplo concreto de este foro (básicamente porque no he leído ninguno), los fics románticos pastelosos y que sacan a los personajes de su carácter habitual son el motivo por el que el hecho de decir "estoy escribiendo un fic" hace que mucha gente te mire raro.

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Literatura y Fan Fiction / Re:[Fanfic] Pokémon Mundo Misterioso: Sons of Freedom
« en: 09 de Septiembre de 2016, 02:59:14 am »
Capítulo 14:

REVELACIÓN


—•—

Marvin comenzaba a sentirse incómodo caminando al lado de Rawkan. A medida que avanzaban, el Pokémon hablaba menos y se centraba más en eliminar inmediatamente a cada enemigo que encontraban. Treecko, Seedot, Spinarak… incluso los enemigos evolucionados, como Kadabra o Ariados, caían ante una ráfaga de golpes del poderoso Marowak.

—Dentro de cuatro pisos más —dijo después de tumbar a un Nuzleaf con un puñetazo ardiente— encontraremos un descanso. Si tus compañeros han llegado hasta allí, harán bien en esperarnos. Me estoy cansando de tener que enfrentarme a todos estos enemigos por mi cuenta.

—Bueno, yo podría ayudarte —respondió Marvin—. Al fin y al cabo, no he hecho mucho desde que perdimos a Cynder y Kroven ¿no te parece?

—No, Marvin —contestó cortante Rawkan—. Tú eres demasiado valioso como para arriesgarte a luchar contra enemigos que te superan, tanto en fuerza como en poderes elementales. Confía en mí y deja que te guíe hasta el final

Marvin no contestó. Dejó que su mentor siguiera derribando a los enemigos que se encontraban, cuyo poder nunca igualaba al del Heracross que les había causado tantos problemas hacía aproximadamente un cuarto de hora. El Mudkip empezaba a preguntarse hasta qué momento Rawkan dejaría de actuar de aquella forma, ya que comenzaba a volverse algo siniestro.

"Ha dicho que soy valioso…" pensó Marvin. "¿No se les está subiendo un poquito a la cabeza todo este cuento del Don de Sazira? Actúan como si fuera un salvador divino…"

De repente, notó algo. Una sensación semejante a la que había sentido cuando Miasma la Gardevoir lo teletransportó. Sus alrededores se difuminaron en un instante y, de repente, se encontraba en una zona totalmente diferente del territorio. Agitó la cabeza con desconcierto. Aunque el territorio que los rodeaba había cambiado, Rawkan continuaba a su lado, casi tan desconcertado como él.

—Es bueno ver que todavía seguís en el mismo piso —dijo una voz familiar.

Marvin se giró para encontrarse con Cynder y Kroven, que no tardaron en acercarse. Marvin dio un amistoso cabezazo a Cynder, que le pasó una mano por la cabeza cariñosamente en respuesta.

—Me alegro de veros, chicos—dijo el Mudkip con júbilo— ¿Cómo habéis hecho eso?

—Hemos usado una llamadasfera —explicó Kroven—. Encontramos una por el suelo, y al llegar al arco decidimos probar suerte para ver si podíamos invocaros a nuestro lado.

—Bien pensado —dijo Rawkan en un tono difícil de determinar—. Ha sido un golpe de suerte haber encontrado eso en el suelo ¿verdad?

Kroven simplemente asintió con una media sonrisa.

"¿Soy yo o hay algo de tensión entre esos dos?" se preguntó Marvin. "No sería capaz de decir por qué, pero… no sé, actúan raro cuando hablan entre ellos."

—Bien, parece que ya habéis hecho el trabajo de localizar el arco —dijo Rawkan, sacando al Mudkip de sus pensamientos—. Será mejor que lo atravesemos antes de que aparezca algún otro Pokémon salvaje.

Los tres siguientes sectores resultaron algo más fáciles de superar dados los esfuerzos combinados de Cynder, Kroven y Rawkan. Incluso Marvin pudo ayudar en varias ocasaiones, debilitando a los Pokémon salvajes con sus ráfagas de viento helado. La compañía de sus amigos había hecho que se olvidara del comportamiento de Rawkan, y volvía a disfrutar de su estancia en el territorio.

Cuando los cuatro Pokémon atravesaban el último sector, Rawkan volvió a anunciar algo.

—Cuando lleguemos al descanso después de este sector, pararemos a comer algo. Luego continuaremos atravesando los cinco restasntes lo más rápido que podamos. Es esencial que lleguemos al final del bosque…

—¿Qué hay exactamente al final? —preguntó Kroven entonces, frunciendo el ceño— Quiero decir, entiendo que no nos cuentes lo que es, pero supongo que podrás decirnos de que tipo de descubrimiento se trata ¿no?

Rawkan no respondió inmediatamente. Se giró hacia Kroven lentamente.

—No puedo deciros nada sobre esto —explicó—. Prometí que no lo haría.

"¿Prometió?" se preguntó Marvin. "¿A quién le prometió eso?"

—Cuando lleguemos, lo veréis con vuestros propios ojos —dijo el Marowak—. Dejad de hacer preguntas, porque solo dificultáis la tarea.

Parecía que Kroven iba a responder, pero un sonido atrajo la mirada de todos ellos hacia su izquierda. De entre el espeso follaje del bosque surgió la figura esbelta y larga de un verde Pokémon serpiente que mantenía su vista puesta en ellos.

Rawkan dio un paso al frente, levantando su hueso hacia el Pokémon en señal de amenaza.

—¡Vuelve a tu escondite, Serperior! —comandó en un tono autoritario. Para reforzar su orden, cargó en su puño izquierdo un poco de energía elemental de fuego.

No obstante, el Serperior salvaje no se mostró intimidado en lo más mínimo. Marvin tensó sus extremidades y agachó la cabeza, preparándose para atacar.

La serpiente de planta saltó de entre la maleza a la velocidad del rayo justo cuando nadie pensaba que se fuera a mover. Evitó a Rawkan y lo golpeó con la cola al pasar, aterrizando al otro lado del camino. Soltó un siseo y comenzó su siguiente ataque. Invocando su energía elemental, comenzó a arrojar una tormenta de hojas contra sus desprevenidos enemigos.

Marvin sintió el impacto contra su cuerpo. Aquellas no eran hojas afiladas como cuchillas, pero dolían incluso más al golpearlo. Estaban cargadas de energía elemental. Sin embargo, Rawkan no tardó en ponerse en frente de él con su escudo de energía en alto.

Kroven y Cynder no recibieron demasiado daño, ya que eran resistentes a los ataques del Pokémon salvaje. Cuando la tormenta de hojas cesó, Rawkan bajó su protección y comenzó a cargar un puñetazo de fuego.

—Cada vez que use un ataque como ese —dijo— su poder se debilitará. Esa táctica consume energía y lo vuelve vulnerable…

El Serperior no parecía preocupado lo más mínimo por su disminución de poder. De hecho, en lugar de cesar su ataque, decidió golpearlos una vez más con su ráfaga de hojas y, a pesar de lo que Rawkan había dicho, esta vez el ataque dolió incluso más. Marvin oyó a Rawkan maldecir mientras el Marowak daba un salto hacia la cabeza de su enemigo y le propinaba un potente puñetazo ardiente en la cara.

La lluvia de hojas cesó, pero Marvin podía sentir como el ataque le había dejado moratones. No obstante, comenzó a cargar una ráfaga helada y cargó hacia su enemigo, que todavía se estaba recuperando.

—¡No lo ataques con hielo! —clamó Rawkan— ¡Su habilidad le permite invertir los efectos de los movimientos! ¡Lo harás todavía más rápido!

Marvin abrió mucho los ojos y rápidamente derritió el hielo en el interior de su boca, preparándose en su lugar para placar a su enemigo. Golpeó al Serperior de lleno en el vientre, pero el Pokémon planta era más rápido de lo que parecía y no tardó en reaccionar, rodeando a Marvin con su cola y apretándolo con fuerza.

El Mudkip sintió el poderoso agarrón del Serperior. No le dolía demasiado, pero podía sentir como su fuerza se iba incrementando poco a poco.

—¡Suéltalo, bestia! —aulló Kroven, lanzándose en picado contra el Serperior y picoteando su cabeza.

Cynder, por su lado, envolvió su cuerpo en llamas y cargó contra el Pokémon salvaje, que siseó con furia al recibir el golpe. Marvin cayó al suelo junto con el Serperior, que todavía lo aferraba con fuerza. Sin embargo, los constantes ataques habían hecho que el agarre se debilitara un poco.

Entonces, el Mudkip decidió invocar de nuevo el poder de la tierra, esta vez tratando de crear la energía directamente en su cuerpo. Concentrándose, logró formar una bola de lodo en su boca mientras el Serperior estaba distraído combatiendo a sus compañeros y la lanzó contra su rostro.

El Serperior gritó al sentir el ataque cegándolo, y Rawkan no tardó en aprovechar la debilidad de su enemigo. Una vez más, saltó en el aire y usó un golpe aéreo con su hueso, cortando de cuajo la cola del Serperior y liberando a Marvin. El Pokémon salvaje aulló de dolor, pero no tuvo tiempo para contraatacar ya que el Marowak reaccionó rápido y lo golpeó en el pecho con su hueso, cortando su respiración. Su enemigo cayó entre los arbustos, gimiendo de dolor.

—Formidable Pokémon, Serperior —dijo Rawkan—. Lástima que todo este potencial sea desperdiciado en un Pokémon salvaje, incapaz de crear una estrategia real. Esa habilidad para revertir los efectos de los movimientos no se encuentra todos los días.

Los tres aprendices rodearon al Pokémon planta, que se retorcía en el suelo.

—No va a volver a atacarnos —anunció Rawkan—. Aunque haya aumentado su poder gracias a su habilidad, le he enseñado que no somos fáciles de vencer. En este estado, no se atreverá a venir a por nosotros de nuevo.

Siguiendo las indicaciones del Marowak, el equipo dejó atrás al Serperior y continuó avanzando por el siniestro bosque. Cynder se acercó poco a poco a Marvin y le habló.

—Oye, Marvin —dijo con timidez—, ¿qué crees que nos espera al final del territorio?

Marvin lo miró, extrañado por aquella pregunta repentina.

—No lo sé, sinceramente —contestó—. Sea lo que sea, Rawkan no parece dispuesto a decirnos nada sobre ello.

Se paró a mirar a Rawkan unos instantes. El Marowak era ahora tan diferente al Pokémon que había conocido durante su primer día en la Resistencia…

Antes de que los dos Pokémon pudieran continuar conversando, Rawkan detuvo la marcha. Habían llegado a un pequeño claro en el que, desde la entrada, se podía ver el arco de entrada al descanso.

—Bueno, por fin estamos aquí —dijo Rawkan con solemnidad, adentrándose en el claro e indicando a los otros que lo siguieran.

Sin embargo, antes de que el Marowak pudiera decir nada más, una semilla pasó volando por encima de Marvin. En un abrir y cerrar de ojos, Rawkan se había dado la vuelta y estaba sujetando la semilla entre sus manos. La había pillado al vuelo.

Marvin sintió como Cynder se lanzaba hacia él a toda velocidad, solo para ser interceptado por un lanzamiento del hueso de Rawkan y lanzado varios metros en la dirección contraria al último arco.

—¡Cynder! —gritó Marvin. Sin embargo, cuando hizo amago de acercarse a su compañero caído, Rawkan volvió a lanzar el hueso hacia él, esta vez como advertencia.

—Déjale ahí si no quieres que sufra más daño —dijo con un amenazante tono de voz.

"¿Qué… qué está pasando?" se preguntó, demasiado sorprendido como para hacer algo. Aquello no le gustaba un pelo.

—Una semilla susto —dijo Rawkan después de que su hueso volviera a él—. Muy hábil, Kroven, pero vas a necesitar algo más que eso para tumbarme.

"¿Kroven?" se preguntó Marvin, girándose para mirar a su amigo. El Murkrow se encontraba casi petrificado en el sitio, mirando fijamente Rawkan.

—Chicos… —dijo Marvin, casi temiendo preguntar— ¿Qué está ocurriendo aquí?

El Marowak sonrió, ignorando la pregunta de Marvin.

—Bueno, ya que te has tomado la molestia de dar el primer paso, supongo que puedo adelantar mis planes un poco.

Con un salto, llegó hasta el lugar en el que yacía Cynder y recogió de su lado una esfera de color azul cian. Aunque Kroven voló hacia él para detenerlo, el Marowak arrojó la esfera a través del arco, haciendo que se perdiera para siempre.

—Y una fugasfera… veo que lo teníais todo preparado —dijo en tono socarrón—. ¿Desde cuándo lo has sabido, Kroven?

Marvin miró al Murkrow que, a pesar de mantener su expresión estoica de siempre, parecía estar comenzando a sudar.

—Ese… ese no es Rawkan, Marvin… —dijo—. Ese Pokémon de ahí no es Rawkan.

Un escalofrío recorrió la espina del Mudkip.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, aterrado— ¡Por supuesto que es Rawkan!

Rawkan soltó una ligera risita.

—Adelante, Kroven —dijo—. Ilumínanos.

—Cuando… cuando dijiste que tu habilidad no era "armadura de batalla" —dijo Kroven— supe que no eras él. Ningún Pokémon se olvida de qué habilidad tiene, y yo sé que Rawkan tiene esa habilidad.

—Muy perspicaz —asintió el falso Marowak—. Es lo que ocurre cuando acepto un contrato con tan poca antelación: no tengo tiempo para adaptarme al sujeto. Y supongo que cuando os separasteis del grupo no fue por una trampa en el suelo ¿verdad? Lo hiciste para poder trazar un plan con Cynder.

Kroven tragó saliva. No era necesario aclararle nada a aquel Pokémon.

—Como sospechaba —continuó el impostor—. Habéis demostrado ser un peligro mayor para mis planes de lo que nunca podría haber predicho. Así que, sintiéndolo mucho, voy a tener que librarme de vosotros ahora mismo.

—Seas quien seas… aléjate de Marvin —dijo Cynder, levantándose del suelo y poniéndose en posición de combate, el fuego de su espalda destellando con fuerza.

El falso Marowak negó lentamente con la cabeza.

—Lo lamento, pero no puedo hacer eso —contestó—. Tengo un contrato, y no sería honorable por mi parte incumplirlo. Habéis decidido obligarme a llevar a cabo mis planes antes de lo deseado, pero no pasa nada.

El cuerpo del Pokémon desconocido comenzó a convulsionar, y una extraña materia rosácea y gelatinosa comenzó a manifestarse a través de su cuerpo. La materia creció hasta cubrir toda su silueta, convirtiéndolo en una figura indefinida y amorfa. No obstante, no tardó en adoptar una nueva forma, y en pocos segundos los tres cadetes tuvieron ante ellos a un poderoso y corpulento Pokémon dinosaurio de color rojo. Su enorme mandíbula blanca parecía retorcerse en una desagradable sonrisa, y sus ojos oscuros miraban fijamente a los tres miembros de la resistencia. Se trataba de un Tyrantrum. Se situó directamente delante del arco, bloqueándoles el paso a los tres aprendices.

—Es un Ditto… —dijo Kroven.

—Os doy la oportunidad de retroceder ahora —dijo con una voz grave e intimidante—. En esta forma soy resistente a vuestros ataques elementales, así que lo tendréis difícil para derrotarme. Si os vais, no resultaréis heridos, pero Marvin se queda aquí conmigo.

—Te ha enviado… la Corporación ¿verdad? —preguntó Marvin sintiendo como le hervía la sangre.

—No doy información sobre mis clientes —bufó el Pokémon dragón—. Ahora, diles a tus amigos que se vayan. Solo te necesito a ti.

—Chicos… —dijo Marvin, temiendo poner en riesgo a sus amigos. No quería que salieran malheridos por aquel combate si podían pensar en otra forma de escapar.

—Ni lo pienses —respondió Cynder, el pelaje su espalda echando chispas—. No vamos a dejarte atrás.

Ninguno de los tres aprendices dijo nada más. Lo que Cynder dijo había hecho que Marvin estuviera dispuesto a luchar hasta el final. No iba a permitir que aquel impostor se saliera con la suya con tanta facilidad.

—Bien —dijo simplemente el Tyrantrum—. Si vuestro deseo es forzarme a haceros daño, no tendré más remedio que cumplirlo.

El Tyrantrum envistió contra el grupo, bufando como una bestia salvaje e invocando la fuerza de los poderosos dragones para asistirlo en su carga.

Kroven alzó el vuelo lo más rápido que pudo, Cynder saltó hacia la derecha y Marvin evitó el golpe rodando por el suelo, aunque sintió un ligero impacto en su costado derecho al caer. Sin darle importancia, trató de levantarse para atacar al Haxorus, pero su cuerpo no reaccionaba.

"¿Qué?" se preguntó "¿Qué ocurre?"

Aterrorizado, pudo ver el objeto con el que había sido golpeado, que ahora yacía a su lado en el suelo.

Era la semilla susto.

—No intentes moverte —dijo el Tyrantrum—. Esto será mucho más sencillo si no tengo que enfrentarme a ti, Mudkip. Te necesito vivo.

Se giró hacia Kroven y Cynder con una sonrisa socarrona.

—Muchas gracias por la semilla, Kroven —dijo—. Me has facilitado mucho el trabajo.

En un arranque de furia, Cynder se arrojó contra el Haxorus envuelto en llamas. El gigantesco Pokémon tan solo tuvo que agitar su cola para derribar a Cynder y mandarlo volando unos metros.

—No podéis ganar —declaró el Tyrantrum—. No sabéis quién soy. No tenéis ni la más mínima idea de los años de combate contra Pokémon mucho más poderosos que vosotros que yacen a mis espaldas.

Kroven, sabiendo que no podría dañar al dragón con un ataque volador, cargó energía oscura en su pico. El Tyrantrum entrecerró los ojos

—¿Todavía crees que puedes vencerme? —preguntó—. He terminado con tu amigo de un solo coletazo, y ni siquiera he usado mi máximo potencial. ¿Qué te hace pensar que contigo será diferente?

—¡Cállate ya! —gritó Kroven, genuinamente enfadado por primera vez desde que Marvin lo conocía.

El Murkrow liberó con toda su fuerza el ataque oscuro, que se expandió como una onda a su alrededor a toda velocidad, colisionando con el cuerpo del enorme Pokémon dragón. Sin embargo, éste invocó un escudo de protección antes de que el ataque llegase a darle, bloqueando los efectos del ataque de Kroven.

Mientras Marvin veía, desesperado, como sus amigos eran repelidos una y otra vez por el gigantesco Pokémon sin poder siquiera hablar, decidió probar algo.

"Si pudiera… si pudiera usar el Don ahora mismo…" pensó "Podría obligarle a rendirse. Pero necesito… concentrarme."

Recordó las únicas dos veces que su poder se había activado. La primera, en la Cueva Caliza, se activó cuando aquella Aggron estaba a punto de matarlos, mientras que en la segunda ocasión estaba en una posición muy similar a la actual. Sin embargo, recordó el momento exacto en el que el poder tuvo efecto: cuando se enfadó con Nysel.

"El poder… se activa cuando mis sentimientos son fuertes" pensó.

"Solo tengo que enfadarme. Tengo que enfadarme mucho."

Comenzó a pensar en aquel impostor. Aquel Pokémon que se había hecho pasar por uno de los Pokémon a los que más apreciaba en su nueva vida.

Vio como el Tyrantrum invocaba desde el suelo debajo de Kroven una larga y fina espina de piedra, que atravesó una de las alas del Murkrow en un instante, sin darle tiempo a reaccionar siquiera. El Pokémon volador cayó al suelo, todavía tratando de ponerse en pie.

—Eres resistente, eso es cierto —dijo el Tyrantrum—. Pero no te confíes; no podrás aguantar muchos más golpes. En el suelo, eres tan débil como tu amigo el Cyndaquil.

Cynder. Marvin lo vio caer hacia uno de los lados del claro, pero perdió contacto visual con él al no poder girar la cabeza. Su posición, tumbado en el suelo sin poder siquiera mover la cabeza para mirar a su mejor amigo, todavía le hizo enfadar más.

Y entonces, ocurrió.

Volvió a sentir el poder fluyendo por sus venas, el escalofrío en su espina. Sintió como su mente se lanzaba como una bala hacia la del Pokémon dragón, igual las últimas dos veces. Sus mentes se fusionarían y Marvin podría manipularle para dejar de golpear a sus amigos. Pero algo no iba bien. El Tyrantrum no se detenía.

"Ah, sí" dijo la voz del Tyrantrum en su mente. "También me advirtieron sobre esto. No creas que puedes entrar en mi mente con tanta facilidad, Mudkip, pues he entrenado mi mente durante años. Si haces esto, solo saldrás más perjudicado."

Marvin no le escuchó. En su lugar, continuó enviando sus ondas cerebrales, intentando convencerlo de abandonar la lucha.

"No va a funcionar" habló de nuevo el Pokémon dragón. "Tus trucos mentales no funcionarán conmigo."

Marvin comenzó a notar como su poder perdía fuerza. Se estaba agotando intentando penetrar las defensas mentales del Tyrantrum, que ni siquiera parecía molesto por la situación. De hecho, no parecía que siquiera estuviera preocupándose por Marvin, pues seguía repeliendo los constantes ataques de Kroven.

"No…" pensó mientras se desconectaba por completo de la mente de su enemigo. Kroven, mientras tanto, trataba inútilmente de hacerle daños significativos al Tyrantrum. Éste ni siquiera se inmutaba cuando el Pokémon siniestro acertaba un ataque. Por cada golpe que Kroven intentaba acertar, recibía uno el doble de fuerte, pero continuaba luchando a pesar de todo.

"Kroven…" pensó Marvin. "¡Déjalo ya! ¡Vas a conseguir que te maten!"

Entonces, Marvin pudo ver a Cynder pasar a su lado, caminando con dificultades y dirigiéndose de nuevo al Pokémon dragón.

"¡No lo hagas!" quiso gritar Marvin "¡No puedes vencerle, Cynder!"

Cynder, por supuesto, no podía oírle. Mientras el Tyrantrum se centraba en Kroven, el pequeño Pokémon de fuego cargó un nuevo ataque, bañando su pelaje en llamas de nuevo.

"Va a matarlos…" se dijo Marvin. "¡Va a matarlos por mi culpa! ¡Dejad de luchar!"

Y, de repente, se le ocurrió algo. Era una idea desesperada, pero era la única forma de salvar a sus amigos.

"Aunque eso signifique que ese Pokémon me lleve…"

Concentró toda su energía de nuevo, intentando canalizar su frustración hacia el Don de Sazira. Era algo que no había intentado nunca, pero tenía que hacerlo. Tenía que evitar que sus amigos muriesen por su culpa. Cargó sus ondas mentales de nuevo, proyectando su dolor. Sin embargo, esta vez tanto el mensaje como el destinatario eran diferentes.

"¡Dejad de luchar!" les pidió a sus compañeros "¡Por favor, dejad de luchar! ¡No os dejéis matar por mí!"

Cynder se detuvo y miró a su amigo, sabiendo perfectamente de dónde provenía aquel mensaje. Kroven, a su vez, dejó de resistirse.

El Tyrantrum sonrió.

—Has tomado la decisión correcta, Mudkip —dijo—. Aun así, no puedo permitir que tus amigos me sigan. El territorio misterioso se encargará del resto.

Con un coletazo cargado de energía, lanzó a Kroven por los aires, dejándolo inconsciente en el suelo. A continuación, avanzó lentamente hacia Cynder para hacer lo mismo con él. Mientras el gigantesco Pokémon se acercaba, Marvin podría jurar que su amigo mascullaba su nombre, como pidiéndole ayuda.

"Lo siento, Cynder…" pensó el Mudkip.

Entonces, con un golpe seco por parte del Tyrantrum, Cynder también cayó inconsciente.

—•—
—Esta noche… —anunció Meruclus mientras miraba por la ventana de su despacho— Esta noche salvaremos el mundo, Zipher. Cuando Armis llegue con nuestro querido Mudkip… todo habrá terminado.

Zipher permaneció en silencio. Se quedó mirando por la misma ventana, observando como la

—Me resulta interesante tu reacción a todo este plan ¿sabes? —dijo el Hypno— Cualquier otro habría fallado en entender los complejos mecanismos de los que te he hablado. Cualquier otro ya me habría traicionado, teniendo en cuenta lo peligroso de mis actos. Afortunadamente, tú tienes una mente mucho más abierta. Comprendes a la perfección lo problemático que resulta el Mudkip para nosotros.

—¿Por qué yo, señor? —cuestionó Zipher—. No puede leer mi mente, como podría con casi cualquier otro comandante. ¿Por qué me ha elegido a mí? Podría traicionarle en cualquier momento.

El Hypno sonrió. Se dio la vuelta y miró a Zipher a los ojos.

—Eso, amigo mío —explicó—, es algo que todavía no estás autorizado a saber. Pero quiero que sepas que confío en ti, y sé que me ayudarás a llevar a cabo mi plan. Al contrario que mis marionetas favoritas, tú eres un Pokémon consciente de tus actos. Me serás mucho más útil.

Zipher no contestó.

—Se avecina tormenta, Zipher —volvió a hablar Meruclus—. Espero que estés listo para afrontar lo que sea que vaya a ocurrir esta noche. La Corporación ya no es tu aliada pero, si el plan no sale como pensábamos, sabrás lo que debes hacer.

—Sí, señor —respondió Zipher.

Meruclus no pudo evitar soltar una de sus incómodas y escalofriantes risas. De repente, alzó los brazos en el aire y golpeó la mesa de su despacho con su bastón de metal, formando una pequeña grieta en la madera.

—¡Mañana Pellaria amanecerá bajo el yugo de un nuevo poder! —exclamó— ¡Un poder que nadie, en la historia de nuestro país, ha visto nunca! ¡Moldearemos el mundo a nuestra manera!

Volvió a girarse hacia la ventana, esta vez en un tono de voz tan bajo que casi parecía estar hablando para sí. Extendió el brazo con la mano abierta, como si intentara cogre un objeto imaginario en el aire.

—Todo lo que necesito es a ese Mudkip. El poder de Arceus… al alcance de mi mano… después de todos estos años en el norte.

Dejó escapar una nueva risotada, todavía más siniestra y exagerada que la anterior.

—¡Y ni siquiera el Alto Mando podrá detenerme!

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Literatura y Fan Fiction / Re:[Fanfic] Pokémon Mundo Misterioso: Sons of Freedom
« en: 09 de Septiembre de 2016, 02:56:52 am »
Capítulo 13:

EL BOSQUE DE HAAL


—•—
El sol se alzaba radiante ante los determinados miembros del Equipo Tormenta, que se paraban en la puerta de una de las salidas secretas. Llevaban esperando unos cinco minutos casi totalmente en silencio, pues ninguno de ellos se atrevía a abrir la boca. Cada uno estaba inmerso en su propio dilema interno.

"Bueno, aquí estamos" pensó Marvin, mirando de reojo a sus compañeros. "Hoy mismo voy a tener la primera pista sobre mi pasado. No sé si estoy listo..."

El pequeño Mudkip, visiblemente nervioso, daba vueltas por la zona mientras él y su equipo esperaban a Rawkan. Sus compañeros sabían que intentar calmarlo a estas alturas era totalmente inútil, por lo que no lo molestaron mientras lo veían moverse frenéticamente alrededor de la entrada.

No pasó mucho tiempo hasta que escucharon un golpe en la puerta oculta. Se giraron para ver como Rawkan salía de ella de un salto, aterrizando a su lado.

—Buenos días —saludó. Conservaba su tono serio y relajada compostura del día anterior. Las pocas esperanzas de que el viejo Rawkan estuviera de vuelta que Marvin albergaba se disiparon rápidamente.

—Espero que estéis listos para ponernos en marcha —dijo el Marowak—. Nuesto destino está a una hora de camino y no tenemos mucho tiempo.

—¿Qué no tenemos mucho tiempo? —inquirió Kroven— ¿A qué te refieres?

El Marowak cerró los ojos y respiró hondo antes de responder.

—Todo a su debido tiempo —contestó tranquilamente—. No es beneficioso para vosotros saber más de lo que deberíais en este momento.

Marvin notó la respuesta un tanto fría. Si bien Rawkan estaba comportándose raro, aquella frase había sido especialmente intrigante. Era como si el Pokémon de tierra estuviera intentando crear expectación en los miembros del Equipo Tormenta.

—Si no hay más preguntas —habló de nuevo— creo que deberíamos ponernos en marcha. No hay tiempo que perder.

Con un movimiento de brazo, alzó el fémur que portaba y señaló con él el camino de tierra que yacía frente a ellos y comenzó a andar sin esperarlos

La hora de caminata que les llevó hasta el territorio fue de lo más incómodo que Marvin había experimentado en su tiempo como Pokémon. Rawkan actuaba de una manera totalmente anómala en él, hablando solo para dar órdenes y jamás dejando de andar. Tan solo giraba la cabeza de vez en cuando para comprobar que todos sus protegidos siguieran detrás de él y ni siquiera se preocupaba en escuchar lo que estaban diciendo, o al menos no lo parecía. Sus tres pupilos lo seguían con diligencia.

—Hay algo en su comportamiento que no me gusta —sentenció Kroven en voz baja—. De la noche a la mañana ha cambiado radicalmente de personalidad, y eso no suele ser bueno…

—¿Crees que es por lo que ha descubierto? —preguntó Marvin.

—No sabría decírtelo con certeza —respondió el Murkrow—. Pero, si lo que dice es cierto, es lo más probable.

—Yo espero que no, sinceramente —comentó Cynder, un atisbo de preocupación dejándose notar en su voz—. Porque si es por eso, no sé si podré aguantar lo que sea que vaya a enseñarnos dentro de ese territorio…

—Cabe la posibilidad —dijo Kroven— de que solo esté fingiendo. Por lo que me han contado, Rawkan es un buen actor, aunque solo he estado en una exploración con él y no sabría confirmároslo. Podría estar fingiendo ser duro para que no nos distraigamos y lleguemos enteros a nuestro destino. No sé, pero en cualquier caso yo os aconsejaría no desobedecerlo. Parece que sabe lo que hace.

Marvin le echó un vistazo al Marowak, que caminaba a buen ritmo un metro enfrente de ellos, con su fémur al hombro.

"Espero que sea eso" pensó. "No quiero pensar que Rawkan haya sufrido una transformación tan radical por culpa de… lo que sea que haya encontrado."

El camino se hizo largo y tedioso a causa de la ausencia de comunicación entre el Equipo Tormenta y su guía, pero el Marowak acabó deteniéndose cuando llegaron a las landas de un bosque. Aquel lugar no era como nada que Marvin hubiera visto nunca, pues la vegetación que se veía desde su posición era inmensamente espesa e impedía la entrada.

—Hemos llegado —dijo Rawkan sin más, girándose para mirar a sus pupilos a los ojos—. Esto es el Bosque de Haal, un territorio inmensamente más peligroso que cualquier territorio en el que hayáis podido poner pie hasta ahora, así que quiero que permanezcáis cerca de mí en todo momento. Especialmente tú, Marvin. Nos enfrentaremos a especies de Pokémon potencialmente letales, como Scyther, Nuzleaf o Trevenant.

Marvin tragó saliva. No le gustaban los territorios misteriosos basados en bosques.

—Vosotros dos —dijo, señalando a Cynder y Kroven—. Tenéis ventaja elemental contra la mayoría de enemigos de este territorio, si no todos, así que quiero que luchéis conmigo. Marvin, tú te quedarás atrás y no lucharás a menos que te lo diga ¿de acuerdo?

El Mudkip asintió sutilmente.

—Me alegro de que hayáis venido con nosotros —añadió Rawkan refiriéndose a Cynder y Kroven de nuevo—. Será mucho más fácil atravesar el territorio con vuestros ataques, siempre y cuando no hagáis ninguna estupidez. Adelante, entremos.

Tardaron unos buenos cinco minutos en encontrar alguna abertura entre la espesa maleza, pero cuando lo hicieron pudieron atravesarla y entrar en el territorio.

La sensación de desorientación típica de los territorios misteriosos vino acompañada de un casi inmediato sentimiento de claustrofobia. Y no era para menos, pues al alzar la vista para reconocer su nuevo entorno Marvin pudo ver como las ramas de los exageradamente altos árboles se entrelazaban hasta donde alcanzaba la vista, limitando la iluminación y dibujando motas de luz en el suelo del bosque. Los troncos de los árboles se disponían de forma que delimitaban irregulares pero amplios caminos, cuyo suelo se llenaba de las primeras hojas caídas del otoño.

Era una vista agradable, pensó Marvin, aunque algo perturbadora. El bosque emanaba una extraña aura de misterio y terror que le resultaba bastante incómoda. Rawkan, no obstante, no tardó en ponerse en marcha y sacarlo de sus pensamientos dándole un golpecito en el hombro con el hueso que portaba para instarle a caminar.

El equipo comenzó el avance por el territorio, con Rawkan a la cabeza una vez más. Kroven, que llevaba esta vez la bolsa al llevar ésta menos objetos, alzó el vuelo para vigilar al grupo desde arriba antes de que nadie se lo tuviera que pedir. Los árboles, gigantescos y de un aspecto antiquísimo, proyectaban sus intimidantes sombras sobre las cabezas de los miembros del Equipo Tormenta mientras cruzaban los claros interconectados, y los sutiles sonidos que hacían sus troncos y ramas al moverse por el viento parecían hacer eco por largos períodos de tiempo.

—Este bosque… —dijo Kroven, aterrizando cerca del grupo— es muy viejo ¿verdad, Rawkan?

—Lo es —respondió llanamente el Marowak—. Y los Pokémon de su interior han tenido siglos para crecer y hacerse más fuertes a lo largo de las generaciones, protegidos por la maldición del territorio misterioso. Apenas entran forasteros, así que tampoco esperéis encontrar muchos objetos.

Marvin ya había notado la ausencia de objetos en la mayor parte del sector, pero no lo había comentado al no considerarlo como algo especialmente relevante.

De pronto, mientras caminaban a través de un estrecho pasillo, Rawkan detuvo al equipo alzando su brazo derecho a un lado, cortando el camino con su hueso.

—Quietos —ordenó en un tono tranquilo pero firme—. He oído algo.

El grupo se quedó totalmente en silencio. Marvin miró hacia todos lados con cuidado, suponiendo que algún Pokémon los estaría vigilando desde la distancia. No obstante, no pudo diferenciar ninguna figura escondida en las sombras. Y antes de que pudiera encontrarla, escuchó una especie de crujido. Lo que ocurrió a continuación fue tan rápido que su mente no tuvo tiempo de procesarlo. Fue golpeado en un costado a gran velocidad, pero sin recibir mucho daño. A continuación, escuchó una serie de golpes que se asemejaban al de dos aceros chocando entre ellos.

Rawkan acababa de apartarlo del radio de ataque de un Scyther que ahora mantenía sus cuchillas apretadas contra el hueso del Marowak, tratando de golpearlo con sus letales filos.

—¡No os quedéis mirando! —rugió el Pokémon de tierra— ¡Atacad!

Cynder no tardó en reaccionar, dando un paso hacia delante y lanzando una serie de proyectiles de fuego hacia el Scyther, que retrocedió a tiempo para evitar la mayoría de ellos. Sin embargo, unos pocos llegaron a tocarlo, quemando parte de su ala izquierda. El Scyhter aulló de ira y se lanzó a toda velocidad a por Cynder de nuevo, tan solo para ser interceptado por Kroven de nuevo, esta vez con un escudo de energía que parecía estar creando desde su mano.

—¡Tenemos que ralentizarlo de alguna forma! —gritó— ¡Es demasiado rápido para contenerlo por mucho tiempo!

Marvin no perdió tiempo en contestar. En su lugar, cargó una ráfaga de viento helado en su boca y corrió contra el escudo para saltar sobre él en el último momento, descargando su poderoso ataque helado contra el enemigo y aterrizando a sus espaldas. El Pokémon insecto, aunque herido, se lanzó una vez más contra Marvin, que todavía se estaba recuperando de su salto. El impacto fue directo.

Marvin perdió la respiración durante el instante en el que el Scyhter le acuchilló el costado. Soltó un grito ahogado al notar cómo la caliente sangre comenzaba a salir de la herida y el dolor comenzaba a manifestarse en su cuerpo. No obstante, contraatacó con una nueva ráfaga de viento helado que tomó al Scyther por sorpresa y Rawkan se acercó a la espalda de su enemigo para propinarle un puñetazo cargado con energía de fuego en el cuello. El Scyther aulló de dolor y se desequilibró, dándole a Rawkan una oportunidad perfecta para golpearlo en el punto débil de su nuca con la parte más afilada del mango de su hueso.

Marvin comenzó a perder fuerzas. Se dejó caer en el suelo mientras presenciaba como el Scyther gritaba de dolor y se retiraba a la profundidad del bosque para tratar sus heridas. Kroven corrió hacia él para ponerle una baya aranja en la boca, que el Mudkip mordió con poca fuerza. Instantes después de tragarla, pudo empezar a notar como recuperaba poco a poco la energía a la vez que la sangre dejaba de brotar de su herida abierta.

—Has sufrido un golpe crítico —explicó Rawkan, arrodillándose a su lado y tapando la herida con lo que parecía un parche—. Tienes suerte de que hayamos podido acabar con ese Scyther a tiempo o podrías haberte desmayado en el primer sector del territorio.

—No me esperaba… que fuera tan fuerte —murmuró Marvin—. Casi me tumba de un solo golpe.

—No lo es —sentenció Rawkan—. Un golpe crítico es un ataque con fuerza aumentada porque golpea de una forma especialmente peligrosa en un punto débil del cuerpo. Algunos Marowak, ahora que lo pienso, son inmunes a ese tipo de ataques, aunque se trata de una habilidad poco común en los de nuestra especie.

—Espera —intervino Kroven— ¿Quieres decir que tú no posees esa habilidad?

—Más quisiera —rió Rawkan—. No obstante, es una de esas habilidades que muy pocos Pokémon heredan, y yo no he tenido esa suerte. Ahora, si Marvin puede levantarse, deberíamos continuar.

—•—

Los primeros tres sectores del territorio habían quedado atrás cuando los cuatro Pokémon se encontraron con su siguiente enemigo. Un grupo de Nuzleaf saltó de entre las sombras para tratar de tomarlos por sorpresa, pero fueron neutralizados rápidamente por los ataques combinados de Cynder y Kroven.

—Lo estáis haciendo muy bien —dijo Rawkan una vez los Nuzleaf hubieron caído—. Tal vez lleguemos al final de este territorio antes incluso de lo que pensaba.

Cynder sonrió ante el halago del Marowak, que retomó rápidamente la marcha.

—Tal vez es cierto que Rawkan solo está haciéndose el serio —le comentó a Marvin en voz baja—. Parece que el viejo Rawkan sigue aquí con nosotros ¿no crees, Kroven?

Kroven parecía algo distraído y no contestó inmediatamente.

—Es posible —contestó simplemente antes de emprender el vuelo de nuevo.

Cynder se quedó mirándolo unos instantes.

—Ahora parece que el que está cambiado es Kroven —dijo—. No ha hablado mucho en todo el camino.

—Bueno, Kroven siempre ha sido un poco distante —contestó Marvin—. Quiero decir, nunca habla mucho si no le preguntan.

—Supongo que tienes razón —respondió Cynder pensativo—. Pero no sé, parece que algo le preocupa. Quizás es este bosque. Da la impresión de que nos esté vigilando.

Marvin asintió. El Bosque de Haal era un sitio siniestro, en efecto, y la sensación de estar siendo observado era continua y se incrementaba a medida que avanzaban por los sectores. No obstante, el mismo Kroven había dejado claro que los lugares y situaciones oscuras no le molestaban especialmente.

—Tal vez simplemente está alerta —respondió el Mudkip—. Si lo piensas, empezó a ponerse más tenso cuando el Scyther nos atacó, así que puede que tan solo esté preocupado por nosotros.

—Pues que equipo tan alegre llevamos hoy —contestó Cynder frunciendo el ceño.

Marvin no lo notaba contento. Era obvio que aquella incómoda situación estaba empezando a molestar a su amigo, pues rara vez levantaba la cabeza del suelo mientras avanzaban por el ancestral bosque.

Las sendas entre los árboles parecían estrecharse poco a poco, de forma casi imperceptible. Marvin se había dado cuenta de ello al intentar caminar al lado de Cynder, mientras sentía como una considerable cantidad de invisibles ojos se fijaban en su cuerpo, como intentando intimidarlo para que abandonara aquel lugar.

Escuchó el crujido de las ramas de los árboles. Al alzar la vista pudo ver como varias de ellas se movían. Algo se estaba moviendo allí arriba. El Mudkip corrió hacia Rawkan para avisarlo antes de que algo ocurriera.

—Rawkan —dijo, algo tenso—. Hay algo ahí arriba.

Rawkan no tardó en mirar hacia las copas de los árboles, entrecerrando los ojos para enfocar su mirada en lo que Marvin decía haber visto.

—Probablemente sea un Grovyle u otro habitante de las alturas —sentenció el Marowak—. Me mantendré atento por si nos ataca de repente, pero por si acaso me gustaría que el Murkrow…

No terminó la frase. Marvin lo miró extrañado, pero al darse la vuelta se dio cuenta de por qué.

Cynder y Kroven habían desaparecido.

—¡Maldita sea! —gruñó Rawkan —Probablemente hayan pisado una trampa teletransportadora.

—¿Trampa teletransportadora? —preguntó Marvin confuso.

—En efecto —contestó su protector mientras inspeccionaba el terreno bajo sus pies en busca de marcas—. Normalmente aparecen escritas en forma de runas en el suelo, pero… no logro encontrarla. Tal vez ésta haya desaparecido después de activarse.

Marvin frunció el ceño. Ya tenían suficientes problemas en aquel territorio como para que ahora los abandonaran los únicos dos Pokémon con ventaja elemental sobre sus enemigos.

—Lo lamento, Marvin —dijo Rawkan con tono preocupado—. Si no encontramos a tus compañeros antes de llegar al próximo sector, me temo que tendremos que dejarlos atrás.

—¿Cómo? —saltó Marvin inmediatamente, incapaz de creerse las palabras del Marowak— ¡No podemos dejarlos atrás, Rawkan! ¡Son mis amigos!

El Pokémon de tierra le dedicó una larga e indescifrable mirada, como si sintise una fría lástima por él. Marvin mantuvo su posición, mirándolo fijamente con expresión desafiante. No iba a dejar que aquella nueva faceta de Rawkan se llevara a sus amigos.

Sin embargo, algo que sonaba como el chasquido de las hojas interrumpió su escena. Los dos Pokémon giraron instintivamente la cabeza para mirar hacia el origen del sonido, un intimidante Pokémon insecto de color azul oscuro. Un enorme cuerno ramificado surgía de entre sus ojos, haciéndolo parecer mucho más grande y peligroso. El Pokémon alzó los brazos, extendió las alas y soltó un chillido.

—Es un Heracross —dijo Rawkan mientras se ponía en posición de combate—. Son extremadamente peligrosos, Marvin. Ponte detrás de mí.

Mientras el Heracross se preparaba para cargar, su cuerno comenzó a emanar una energía verdosa. Casi inmediatamente después, se lanzó a toda velocidad contra Rawkan y Marvin con su cuerno al frente, agitando las alas para ganar impulso.

El Pokémon bicho colisionó con el movimiento de protección de Rawkan, que retrocedió unos centímetros a causa del poderoso golpe. Después de que su escudo de energía se desvaneciera y aprovechando el momento de debilidad de su enemigo, el poderoso Marowak cargó un puñetazo de fuego en su puño izquierdo y lo descargó con todas sus fuerzas sobre él. El Heracross soltó un gruñido, pero se levantó rápidamente para agarrar el brazo de su oponente y evitar que volviera a realizar el ataque. No obstante, Rawkan estaba preparado para eso y no tardó en clavar la parte punzante de su hueso en el ojo derecho de su adversario, que dejó escapar un nuevo gruñido de dolor y liberó su brazo.

—Debiste quedarte en los árboles, bicho —soltó con desprecio Rawkan.

Acto seguido dio un energético salto en el aire, cargando su hueso de energía azulada. El Heracross, sin embargo, reaccionó rápido y golpeó a Rawkan en el estómago con uno de sus brazos antes de que pudiera liberar su ataque, arrojándolo al suelo.

Marvin vio horrorizado como su mentor caía al suelo a unos metros de él y como el Pokémon insecto se incorporaba para, pensó Marvin, atacarlo a él. Ante su atenta mirada, no obstante, el Pokémon lo ignoró por completo y se lanzó salvajemente contra Rawkan.

Marvin ni siquiera pensó. De un salto, cargó hacia la ruta de su enemigo y consiguió apartarlo de un golpe gracias a que estaba desprevenido.

—¡Aléjate de él! —gritó Marvin levantándose.

El Heracross se levantó a su vez para mirarlo, su ojo sano destellando con furia.

—¿Te molesta, bicho? —preguntó Marvin con bravuconería.

No obstante, en su interior estaba asustado. Muy asustado. Aquel Pokémon insecto era al menos el doble de rápido que él, y no sabía si podría mantener aquel combate por mucho tiempo. Mientras su enemigo cargaba la energía de su cuerno, Marvin buscó algo en el ambiente que pudiera ayudarlo a sobrevivir. Y entonces, sintió como sus instintos básicos lo golpeaban.

Sabía lo que tenía que hacer. Hundió su pata delantera derecha en el suelo tan fuerte como pudo, sintiendo como la misma dejaba escapar una pequeña fracción de energía elemental de agua. El Heracross se lanzó entonces hacia él, y Marvin esperó a tenerlo prácticamente encima para realizar su ataque. Cuando estuvo a meros centímetros de golpearlo, el Mudkip arrojó una espesa bola de lodo contra la cara de su enemigo, que falló el golpe por una distancia ridícula. Lo golpeó, sí, pero al menos no fue de forma directa con su poderoso cuerno.

Mientras que Marvin no tardó en levantarse, el Heracross cayó sobre su cara en el suelo, anonadado por el golpe de lodo de Marvin. Rawkan, que había logrado ponerse en pie de nuevo, cargó contra él y dio un salto con su hueso en alto para ejecutar un golpe aéreo que dio de lleno en el cuerno del insecto, cercenándolo por la mitad. Ahora totalmente calmado, el Marowak aterrizó y agarró el trozo cortado de cuerno.

—Te he derrotado —le escupió a su oponente—. Vete. Ahora.

El Heracross, con su ojo bueno lloroso a causa del barro, levantó el vuelo tan pronto como se dio cuenta de que su cuerno estaba roto y se perdió entre la espesura, no sin darse unos cuantos golpes al intentar maniobrar entre los árboles. Rawkan sonrió y se giró para mirar a su protegido.

—Buen trabajo, Marvin —dijo—. Le has dado lo suyo a ese bicho.

Marvin sonrió a su vez, algo debilitado por el combate.

—Tan solo usé lo primero que se me ocurrió —respondió—. Sentí como la tierra me obedecía.

—Sí, eso es normal en tu especie —contestó el Marowak, dándole vueltas al trozo cortado de cuerno—. Hasta que evoluciones no tendrás control total sobre el elemento, pero sentirás como se manifiesta de diversas formas en tus alrededores.

El Pokémon de tierra se acercó y dejó que Marvin tocara el trozo de cuerno.

—Los Heracross, como muchos Pokémon luchadores, son muy orgullosos —explicó—. Incluso cuando son salvajes tienen un punto débil. Lo importante es saber cuál es en cada especie y saber aprovecharlo. Una técnica aérea es más que suficiente para destrozar el cuerpo de un Heracross, por muy resistentes que sea su coraza.

Marvin sintió el tacto quitinoso del enorme fragmento, pasando los dedos por la parte en la que se cortaba de forma limpia y perfecta.

—Lamento lo que dije antes —añadió el Marowak—. Iremos a buscar a tus amigos.

Marvin lo miró con una sonrisa.

—Sé que estás intentando estar serio para que no bajemos la guardia —dijo—. Lo aprecio mucho.

Rawkan pareció sorprendido al principio, pero no tardó en ponerle la pata en el hombro.

—No te preocupes por eso —dijo—. Venga, tenemos que ir a buscar a los demás.

Marvin comenzó a preocuparse acerca de la naturaleza del territorio misterioso. ¿Permanecerían demasiado tiempo dentro de él? Desde luego era un lugar enorme, y los caminos parecían hacerse cada vez más largos y enrevesados, obligándolos a recorrer el mismo camino dos veces al encontrarse con un callejón sin salida. Marvin no quería tener que sentir lo mismo que aquellos exploradores que habían tenido la mala fortuna de ser expulsados por la energía misteriosa de los territorios misteriosos.

—Si tan solo hubiera empacado una llamadasfera… —murmuró Rawkan para sí mismo, sacándolo de sus cavilaciones.

—Rawkan —dijo el pequeño Mudkip— ¿Alguna vez te han expulsado de un territorio misterioso a la fuerza?

El Marowak no se detuvo, pero pareció sopesar su pregunta, como si estuviera evocando recuerdos de su pasado acerca de los que no estaba seguro del todo.

—Una vez, sí —respondió—. Hace ya bastante tiempo. No recuerdo los detalles.

—¿Y qué se siente? —preguntó Marvin.

—Es… extraño —contestó Rawkan—. Cuando la energía misteriosa se acerca sientes un viento antinatural y extraño que no parece de este mundo. Es incómodo, pero la expulsión en sí no resulta en absoluto dolorosa. De hecho, podría decirse que es casi reconfortante. Sientes como si tu cuerpo flotara y… no recuerdo mucho más. Lamento no poder resolver tu duda con demasiada precisión, pero es lo que hay.

Los dos compañeros se cruzaron en su camino con algunos Pokémon planta de poco poder que fueron rápidamente neutralizados por las ráfagas de ataques rápidos de Rawkan. No obstante, Marvin podía notar como el Marowak intentaba ahorrar fuerzas. No utilizaba su máximo potencial, probablemente para no quedarse sin energía en el peor momento y no poder protegerlo mientras no encontraban a sus compañeros.

—No me gusta cómo se está poniendo esto —comentó Rawkan—. El territorio se hace más enrevesado a medida que avanzamos. Temo que no podamos alcanzar a tus amigos antes de pasar al siguiente piso.

Marvin se detuvo para mirarlo.

—Si sientes algo extraño, Marvin —dijo el Marowak— será mejor que me avises. Sería desafortunado caer derrotados a estas alturas del territorio.

—Pero… no podemos dejar atrás a Cynder y Kroven —contestó Marvin—. No podemos dejarlos aquí tirados como si nada.

Rawkan suspiró.

—Entiendo lo que significan para ti, pero no podemos arriesgar la misión por ellos —explicó—. Lo que te voy a enseñar es demasiado valioso como para que desperdiciarlo de cualquier forma. No te preocupes. Si no los encontramos y el territorio los expulsa, nos encontraremos con ellos al salir.

Marvin suspiró. "Así van a ser las cosas entonces ¿no?" se preguntó. "Van a empezar a ponerme a mí por delante de los demás. Debí haber supuesto que pasaría tarde o temprano; al fin y al cabo soy la última esperanza de estos Pokémon."

El Mudkip asintió y retomó la marcha. Él y Rawkan no volvieron a entablar conversación.

—•—

Los miembros del Alto Mando se sentaban en su habitual mesa rectangular, cada uno en su asiento asignado. Uno de ellos, Voha, se aclaró la garganta para hablar.

—El plan progresa según lo adecuado, hermanos. En relativamente poco tiempo, todos estarán en sus puestos —dijo Voha.

—Así es —corroboró Parozus, apoyando las manos sobre la mesa de reuniones—. Pronto nuestros esfuerzos se verán recompensados. No obstante, y muy a mi pesar, tengo que deciros que queda algo por corregir.

—¿Y de qué se trata, hermano? —preguntó Wumnus.

—El general Krell Meruclus —aclaró Parozus—. Sus actos están entrometiéndose con nuestro plan. Mi propuesta es enviar a Rackam.

—¿Tan pronto? —se sorprendió Voha— ¿No sería más inteligente enviar a alguien inmune a los poderes psíquicos de Meruclus? Ya sabes cómo trata a aquellos que puede manipular.

—Voha tiene razón —intervino Eleson—, pero también estoy de acuerdo con Parozus. Rackam es la mejor opción ahora mismo, dadas las circunstancias. Dudo que siquiera Meruclus pueda penetrar las barreras psíquicas que le hemos proporcionado. Una vez haya corregido el problema, le pondremos al mando de la Torre Negra, pues podemos estar seguros de que seguirá nuestras órdenes.

—¿Alguna objeción, entonces? —preguntó Voha a sus hermanos.

Silencio.

—De acuerdo —asintió—. Rackam será enviado al terminar la reunión con prioridad máxima. Aun así, podría tardar todo el día de mañana en llegar. No podemos teletransportar a toda su guardia.

—No importa —dijo el Líder con su grave voz, hablando por primera vez en toda la reunión—. Meruclus ya no escucha órdenes. Nuestra única opción es que Rackam se encargue de él lo más rápido posible. Ya hemos perdido bastante tiempo con él.

—Sí, señor —respondió Voha.

—Se cierra la sesión —sentenció entonces el Líder.

Silencio.

10
Literatura y Fan Fiction / Re:[Fanfic] Pokémon Mundo Misterioso: Sons of Freedom
« en: 09 de Septiembre de 2016, 02:48:50 am »
Capítulo 12:

DETERMINACIÓN

—•—

Marvin se sentía como en casa en aquel momento. Debajo de él, la enorme extensión de agua le proporcionaba un maravilloso entorno en el que el Mudkip podía sentirse no solo cómodo, sino mucho mejor de lo que había estado en mucho tiempo.

Se sumergió de nuevo para sentir aquella hermosa sensación recorrer su cuerpo. La sensación de que había nacido para estar allí. De que aquel era su lugar en el mundo y nadie jamás podría arrebatárselo.

Bajo la superficie del extenso cuerpo de agua, Marvin pudo visualizar a bellos y extraños Pokémon acompañarlo en su camino por las profundidades. Pokémon que jamás en su vida había visto, como un extraño pez con forma de corazón o una especie de foca blanca.

Aquellos Pokémon lo aceptaban entre ellos, y Marvin pudo notar como cada vez se arremolinaban más a su alrededor. Peces, mamíferos marinos y criaturas acuáticas de todos los tamaños, formas y colores aparecían alrededor del Mudkip para unirse a su travesía submarina.

Y entonces, lo vio.

Un Pokémon enorme, mucho más que cualquiera de los demás que había podido ver nunca, apareció en su campo de visión. Su aspecto era el de una especie de cetáceo gigantesco, con dos enormes aletas laterales que se asemejaban a extrañas manos. El vientre de aquel Pokémon era transparente, y semejaba que su interior estuviera repleto de una extraña e hipnótica luz amarilla.

No obstante, en un abrir y cerrar de ojos, todo aquello desapareció. Marvin se encontró a sí mismo nadando en un intimidante vacío negro.

"No" fue lo único que pensó cuando todo lo que lo rodeaba se desvaneció.

"¡No! ¡Quiero volver allí!" gritó internamente, nadando más rápido por el interminable vacío como si eso fuera a ayudarle a llegar a alguna parte.

Pero el pequeño Pokémon de agua no parecía moverse siquiera de su sitio por mucho que forcejeara. Sin embargo, no quería dejar de intentarlo. Algo le decía que, si nadaba lo suficientemente fuerte, podría volver a aquel idílico paisaje.

"¿Por qué no puedo volver allí?" se preguntó, desesperado. Por mucho que lo intentaba, era incapaz de sentir que estaba avanzando.

Entonces, algo apareció en medio del vacío. Un diminuto punto de luz se había materializado en la lejanía, mientras Marvin se rendía en su esmero de recuperar su santuario acuático.

Instintivamente, trató de alcanzar esta nueva esperanza luminosa forcejeando más fuerte. No sabía si era él el que se movía o la luz la que se acercaba, pero la distancia entre ellos se estaba acortando. El Mudkip pudo notar como aquella luz se hacía más y más grande y comenzaba a envolver todo el oscuro vacío. Finalmente, la luz lo alcanzó y lo rodeó por todas partes, haciéndole sentir una extraña sensación.

Era incapaz de ver nada más que la cegadora luz. Le era incluso imposible ver su propio cuerpo. Y no solo eso, tampoco sentía ninguna parte de él. Era como si él mismo fuera un ser incorpóreo. La sensación que lo invadió era, sin embargo, todavía más incómoda que la incapacidad de ver su propio cuerpo.

Sentía como si fuera ajeno a su propio ser. Como si le faltase una parte vital de sí mismo, aunque no fuera consciente de cuál.

Quería gritar, pero no tenía boca.

Quería llorar, pero no sentía sus ojos.

Marvin solo quería desaparecer, dejar de existir en aquel mismo instante para no sentir más aquella horrible sensación. Pero, por algún motivo, sentía que aquello era imposible. Sentía que su ser intentaba encontrarse a sí mismo, haciéndolo pasar por un torrente de sensaciones diferentes, pero no hacía más que equivocarse en sus cálculos.

Cada nueva sensación que lo invadía era más cómoda que la original, pero no podía evitar sentir que le faltaba algo. Intentaba conectar su memoria a cualquier cosa, a cualquier recuerdo, pero era incapaz de sentirse él mismo. La desesperación lo invadió, creyendo que jamás podría recuperar su integridad.

Y entonces, todo cesó. Marvin abrió los ojos.

Y pudo encontrarse cara a cara con un extraño Pokémon verde devolviéndole la mirada.

—¡Por Arceus! —exclamó el Pokémon con una voz masculina que sonaba amable— ¡Por fin has despertado!

Marvin se incorporó, confundido y todavía asimilando que tenía cuerpo de nuevo. Girando la cabeza, pudo ver que se encontraba en una habitación de losa blanca, tumbado sobre una cómoda cama situada enfrente de una especie de cortina blanca. El Pokémon que le había hablado era verde y cuadrúpedo, y mostraba un largo cuello rodeado de una extraña gola con forma de flor rosa. Era un Meganium.

—¿Dónde… estoy? —preguntó lentamente Marvin, con los ojos muy abiertos.

—Estás bien, tranquilo —le dijo el Meganium desconocido en tono reconfortante—. Estás en la enfermería de la Atalaya, y yo soy el médico a tu cargo.

—¿P-por qué? —preguntó Marvin, que se sentía más confuso a cada momento.

—Tus compañeros notaron que no te despertabas por mucho que lo intentaban —explicó el médico—, así que te bajaron aquí. Has estado en una especie de coma durante casi cuatro horas.

Marvin abrió los ojos como platos. "Pero… ese sueño… era raro, sí, pero ¡no es posible que haya durado tanto! ¿Cómo ha ocurrido esto?"

—Mis compañeros y yo hemos hecho turnos para vigilarte —continuó el Meganium—. Mi nombre es Dofrus.

—P-pero… —balbuceó Marvin, todavía incapaz de asimilar lo que había ocurrido— ¿Y mis compañeros? ¿Se han ido a la misión sin mí?

—Me temo que sí —dijo entonces una voz familiar desde detrás de la cortina.

La tela pareció levantarse sola, pero cuando lo hizo Marvin pudo ver que era Elina quien estaba moviéndola psíquicamente.

—Cuando me notificaron que estabas en la enfermería, bajé inmediatamente —explicó la Espeon—. Me alegra saber que ya estás bien.

Sin embargo, Marvin no se sentía bien. El sentimiento de agobio que lo había acosado durante su sueño todavía reverberaba en su cabeza, haciendo que se estremeciera cada vez que las sensaciones que lo habían acosado en su sueño hacían notar su reminiscencia en él.

—He… he tenido un sueño horrible, Elina —dijo simplemente a la Espeon—. N-no me siento bien… en absoluto.

La Espeon lo miró con una de sus indescifrables miradas. Luego, girándose hacia Dofrus, dijo:

—Puedes retirarte, Dofrus. A partir de ahora puedo encargarme yo de esto.

El Meganium asintió con la cabeza y desapareció detrás de la cortina blanca. Elina se sentó al lado de la cama en la que Marvin reposaba y lo miró de nuevo.

"Si no te importa, vamos a hablar telepáticamente" escuchó el Mudkip en su mente. "Me siento más segura así".

"Vale…" respondió sencillamente Marvin.

"Estás muy agobiado, Marvin" notó la Espeon. "¿Me dejas echar un vistazo a ese sueño tuyo?"

"Sí" contestó el Mudkip.

La mente de Marvin estuvo en completo silencio durante un rato, mientras la Pokémon psíquica leía sus pensamientos para vivir en carne propia aquel sueño. Después de un tiempo, Marvin notó como las voces volvían a su cabeza.

"Esto es muy raro, Marvin" dijo la Espeon. "El sueño en sí ya es extraño. Te ha causado sentimientos muy complejos y concretos, y eso no suele ocurrir en sueños. No obstante, lo más raro está en que…"

Marvin dejó de escuchar la voz de Elina en su cabeza unos instantes. Luego, la Espeon retomó su veredicto.

"No es posible que hayas visto a ninguno de los Pokémon que aparecen en él" sentenció. "Los sueños se basan en cosas que ya has vivido. Es prácticamente imposible que tu mente haya creado a tantos seres que, de hecho, existen en la realidad".

"¿Y eso qué quiere decir?" preguntó Marvin, sintiendo como lo recorría un nuevo escalorío.

"Significa" explicó Elina "que ese sueño no ha podido ser fruto de tu subconsciente, Marivn. Alguien ha manipulado tu mente para que tuvieras ese sueño".

—¿¡Qué!? —exclamó Marvin, rompiendo la confidencialidad de su conversación con la Espeon.

"¡Marvin!" lo reprendió ésta rápidamente. "¡No hables tan alto o podrías molestar a otros pacientes!"

"Lo siento" se retractó Marvin. "¿Por qué estamos hablando así, por cierto?"

"Porque creo que esto puede tener algo que ver con Cresselia" contestó Elina. "No quiero que nadie más que nosotros sepa acerca de esto".

"¿Cresselia?" se sorprendió el Mudkip, recordando su primer sueño extraño concerniente a aquel Pokémon. "¿Por qué crees que esto tiene que ver con ella?"

"No estoy del todo segura" explicó Elina. "Pero es una Pokémon con la capacidad de entrar en los sueños de los demás, aunque no suele causar sueños tan… perturbadores como el que has tenido. De todas formas, no es la primera vez que un Pokémon que no conoces aparece en tus sueños. Es algo muy extraño".

Marvin se quedó pensando sin dirigirse a Elina directamente. No sabía si era cosa de Cresselia, pero realmente no le importaba. Aquel sentimiento tan incómodo de no pertenecerse a sí mismo ya se había desvanecido, pero seguía intrigándolo mucho.

"¿Y si intentaba decirme algo?" preguntó.

"Es posible" respondió la Espeon casi inmediatamente. "Hablaré con un amigo mío que sabe interpretar sueños y te contaré lo que descubra. Ahora mismo es mejor que subas".

—Tendrás cosas que hacer, imagino —dijo Elina entonces, cortando la comunicación con la mente de Marvin—. Si ya te sientes bien como para salir, deberías aprovechar el día.

—¿Y qué voy a hacer? —preguntó el Mudkip— Mis compañeros se han ido de misión sin mí.

La Espeon simplemente se encogió de hombros. Con una sutil reverencia, abandonó la cámara, dejando a Marvin solo.

Marvin se sentía bastante molesto. Llevaba casi una hora caminando por toda la base, intentando inútilmente localizar una cara familiar. Todos los Pokémon que conocía estaban en una misión, así que se encontraba totalmente solo.

Se dejó caer sobre uno de los bancos del gran comedor, ahora casi totalmente vacío. Los pocos Pokémon que se dejaban caer por allí estaban leyendo o hablando entre ellos, ya que todavía no era la hora de comer y los cocineros no se habían puesto a trabajar. Echando una visual rápida, Marvin pudo ver a un Barbaracle, un Wigglytuff, un Darumaka y un Hippopotas, estos dos últimos hablando entre ellos.

Marvin decidió no entrometerse en su conversación. No se sentía cómodo hablando con desconocidos, al menos no mientras no hubiera nadie que los presentara. No obstante, descubrió que la soledad no le incomodaba. Tenía tiempo para pensar en sus cosas.

"Esto de los sueños es algo muy raro" se dijo a sí mismo. "A lo mejor Cresselia tiene algún tipo de relación con mi pasado y está intentando decirme algo…".

Entonces, algo llamó su atención, apartándolo de sus cavilaciones. Por delante de él pasó una figura conocida.

—¡Winona! —llamó el Mudkip saliendo de sus pensamientos.

La Buizel se giró hacia él con un gesto histriónico y lo saludó con una sonrisa. Marvin se levantó del banco en el que estaba sentado y se acercó a su amiga.

—¿Qué haces tú por aquí, cabeza loca? —preguntó la Buizel— ¿Es tu día libre?

—En realidad no —contestó Marvin—. Pero he tenido un percance y mis compañeros se han tenido que ir sin mí a la misión.

—Vaya, que rabia —dijo Winona—. Yo tengo mi día libre hoy, así que he estado haciendo básicamente nada desde que salió el sol. Si quieres podemos dar una vuelta juntos.

Marvin accedió felizmente a acompañar a su amiga en un paseo.

Los dos Pokémon salieron al Valle Gris y dieron una vuelta alrededor del enorme lago que había en su centro. Estaban pasando un buen rato juntos, conversando sin preocupaciones y hablando de sus últimas misiones.

—Me gusta pensar que Flass lo está llevando bien en el Bastión de las Tormentas —comentó Winona—. Me dijo que me mandaría un correo cuando pudiera, y la verdad es que si él está bien yo estoy bien. Me siento orgullosa de que lo hayan llevado a entrenar allí.

Marvin sonrió, recordando al tímido Weedle. Él también esperaba que el joven se encontrara bien en su nuevo entorno. No conocía a Sygna, pero tenía pinta de ser una buena entrenadora.

—Estoy seguro de que estará bien —dijo Marvin.

—He oído que el Bastión es un sitio muy diferente a este —explicó Winona—. Me han contado que no está tan escondido por estar en territorio aliado, y que además es un sitio bastante más grande que la Atalaya.

Marvin se imaginó cómo sería aquel lugar. No le molestaba en absoluto vivir en la Atalaya, pero a veces todo aquel sistema de puertas y salidas secretas se le hacía un poco tedioso. No obstante, no cambiaría aquel lugar por nada del mundo. Se sentía bien con sus superiores y con el ambiente de compañerismo que siempre había por allí.

—A propósito ¿qué misión ibais a hacer hoy? — lo interrogó Wionona.

—Ah, pues era una misión de escolta —contestó Marvin—. Un Kricketune tenía que cruzar un par de sitios peligrosos, así que pedía a alguien que lo ayudara a trasladarse. Creo recordar que ni siquiera había que cruzar un territorio misterioso, así que supongo que estarán de vuelta relativamente temprano.

—Podrán hacerlo sin ti, imagino —dijo la Buizel en tono relajado—. Me he enterado de que Kroven se ha unido a vuestro equipo.

—Sí —dijo Marvin orgullosamente—. Es de gran ayuda para vigilar el territorio desde arriba.

—He —rió Winona—. Yo lo conocí cuando estaba en nuestro equipo, hace casi un mes. Habéis tenido suerte con él. Salió del equipo de entrenamiento antes que ningún otro Pokémon que yo conozca.

Marvin no se esperaba aquello. Sabía que Kroven era muy maduro y sabio para su edad, aunque le llevaba algunos años, pero nunca se esperó tal nivel de maestría.

—Es increíble cómo cambian las cosas —comentó Winona, como hablando para sí misma.

Lo era, en verdad. Marvin sentía que podría llevar aquella rutina de misiones durante mucho tiempo. Era divertido, estimulante, hasta maravilloso a veces. Claro, había que luchar en los territorios misteriosos, pero eso no era un problema. Ahora que era un Pokémon, aprender a luchar se había convertido en parte de su educación.

—Marvin —dijo entonces Winona, hablando de repente—. ¿Nunca te has preguntado qué tal estará tu familia?

La pregunta pilló al Mudkip totalmente desprevenido. La posibilidad de su familia, un tema en el que jamás había pensado desde que era un Pokémon, lo asaltó.

—Es complicado —contestó—. Según me han contado, no ha habido humanos en Pellaria desde hace casi cien años, así que no había llegado nunca a considerar aquello una posibilidad.

Winona asintió lentamente mientras continuaban en silencio su vuelta alrededor del lago. Marvin todavía tenía en mente aquel sueño tan abrumador que supuestamente le había causado el Don de Sazira.

Entonces, Marvin escuchó una voz llamándolo. Giró su cabeza hacia todos lados, buscando el origen de aquella voz conocida, hasta que pudo ver a un Marowak en el otro lado del lago, indicándole que se acercara con el brazo.

Los dos amigos aceleraron el paso para llegar a donde estaba Rawkan, cuyo aspecto había mejorado considerablemente desde la última vez que Marvin lo había visto. Los vendajes que recorrían algunas partes de su cuerpo habían desaparecido, y llevaba un casco nuevo con la forma de la cabeza de un Haxorus.

—Buenos días, Marvin —dijo, con un tono serio no muy propio de él—. ¿Puedo hablar contigo un momento?

Marvin asintió con la cabeza y miró a Winona, que agitó la mano indicándole que fuera. Rawkan y él se alejaron unos pasos de la Buizel antes de comenzar a hablar.

—Quiero que me escuches atentamente —dijo el Marowak, la gravedad haciéndose notar en su voz—. He desertado de una misión del Equipo Esmeralda hoy mismo porque había algo que me estaba devorando por dentro, Marvin. He descubierto algo sobre tu pasado.

A Marvin le dio un vuelco el corazón.

"¿Tan rápido?" se preguntó, sin asimilar todavía las palabras de su mentor. Ya había asimilado que encontrar pistas sobre su pasado no iba a ser tarea fácil.

—Antes de que digas nada —continuó Rawkan—, te diré que es algo de lo que no te puedo hablar. Por motivos de seguridad, es algo que tienes que ver con tus propios ojos, así que mañana mismo partiremos a ir a verlo ¿de acuerdo?

Marvin asintió anonadado, aún con fuso por la repentina revelación.

—Mañana a las cuatro de la tarde quiero que estés listo para salir, porque tendremos que atravesar un territorio misterioso. Y te agradecería que no le dijeras nada a nadie sobre esto, porque puede ser peligroso —explicó.

—¿Puedo llevar a mi equipo? —fue la primera pregunta que se le pasó por la cabeza a Marvin.

Al principio, el Marowak le dedicó una mirada confusa, como si no se esperara la pregunta, pero finalmente reaccionó y le respondió.

—Claro. Supongo que será buena idea que ellos también lo vean. Como sea, nos vemos mañana. Que pases una buena tarde.

Dicho esto, Rawkan lo dejó allí, dirigiéndose con cierta prisa hacia los puestos de mercaderes que permitían el acceso a la base.

Marvin permaneció unos instantes mirando hacia la dirección en la que el Marowak había desaparecido. Había algo muy raro en la forma de comportarse de su mentor, pero era incapaz de definir qué era. Fuera lo que fuera lo que había encontrado, no tenía aspecto de ser algo muy bueno o esperanzador.

Tardó un tiempo en volver caminando a donde estaba Winona.

—•—

Gerrick se inclinó hacia adelante en una reverencia.

—Muchísimas gracias por vuestra ayuda —dijo, con su aguda pero elegante voz—. No solo habéis sido una escolta de lujo, sino también una agradable compañía.

—Solo hacemos nuestro trabajo, señor —dijo Cynder orgulloso.

—Como sea —respondió el Kricketune—. Si en algún momento necesitáis mi ayuda para cualquier cosa ¡ya sabéis dónde vivo!

Los dos miembros del Equipo Tormenta se despidieron del Pokémon insecto y abandonaron el porche de su casa. Habían recibido un jugoso pago de doscientos cincuenta pokés.

—¿"Solo hacemos nuestro trabajo, señor"? —preguntó Kroven, conteniendo la risa.

—¿Qué pasa? Me gusta decirlo —contestó Cynder—. Suena muy profesional ¿no te parece?

—Puede —respondió Kroven—. Aunque espero que Marvin no vuelva a fallarnos en la próxima misión. Ha sido un horror tener que cargar con todos los trastos de ese bicho nosotros solos…

—Hablando de Marvin —dijo Cynder, pensativo— me pregunto si habrán conseguido que se despierte. Me tiene algo preocupado ese problema de sueño suyo.

—No será nada —respondió Kroven quitándole importancia—. Los problemas de sueño son más comunes de lo que te imaginas. Puede que tenga fiebre o algo y por eso no se despertaba. En cualquier caso, no te preocupes, porque podría ser cualquier chorrada.

Cynder no se sentía del todo cómodo con la explicación de su amigo. Sabía que Marvin era fuerte, pero también tenía miedo del Don de Sazira. Tenía la impresión de que aquel poder, fuera lo que fuera, le estaba causando a Marvin muchas más preocupaciones de las que querría. No expresó sus pensamientos en voz alta, sin embargo, porque no le apetecía hablar de aquello con Kroven.

Los dos miembros del Equipo Tormenta no tardaron en ponerse en camino para regresar lo antes posible a la base. Por el camino, no volvieron a tocar el tema de Marvin, aunque Cynder pudo notar que el aparentemente despreocupado Murkrow también estaba preocupado por la situación de su compañero.

Tomaron una comida improvisada mientras avanzaban por el camino de tierra que los llevaría de vuelta a la Atalaya.

A la hora y cuarto de camino, habían llegado a la entrada de la base y atravesaban una de las puertas ocultas para dirigirse a las oficinas centrales a entregar su misión. No tardaron en cruzarse con Marvin, que se había quedado dando vueltas en las oficinas para encontrarse con ellos cuando llegaran.

—¡Marvin! —exclamó Cynder, lanzándose hacia su amigo para darle un abrazo.

Aquel abrazo le sentó excepcionalmente bien al Mudkip, que llevaba toda la mañana sin ver a su mejor amiro.

—Estás bien ¿verdad? —preguntó nervioso el Cyndaquil— ¿No te ha pasado nada malo?

Marvin lo apartó con suavidad de encima de él.

—Sí, Cynder —contestó simplemente—. Estoy perfectamente.

Su amigo soltó un exagerado suspiro. Kroven, a su vez, esbozó una leve sonrisa.

—¿Te han dicho qué fue lo que te pasó? —preguntó el Murkrow.

Marvin se quedó en silencio un instante, pensando. No había nadie escuchándolos, así que decidió proceder con su explicación.

—No estoy seguro, pero Elina me ha dicho que puede tener que ver con el Don de Sazira —contó—. No sabe de qué forma se podría relacionar con ello, pero es lo único que ha podido decirme.

—Pues es raro —dijo Cynder, frunciendo el ceño—. Por lo que nos están contando, el Don parece hacer muchas cosas más de las que te dijo Paldus.

Era verdad. El Don de Sazira se le había expuesto a Marvin como una forma de comunicación psíquica hacia otros Pokémon, pero la cantidad de poderes y consecuencias que traía consigo parecía aumentar cada día. Tal vez aquel misterio sería resuelto cuando Rawkan le enseñara su hallazgo.

—Por cierto —dijo Marvin—. Rawkan ha hablado conmigo hoy. Me ha dicho que ha descubierto algo sobre mi pasado en un territorio misterioso, pero que no me lo puede contar. Tiene que enseñármelo.

Cynder lo miró extrañado.

—¿Ah, sí? —inquirió, con un inesperado tono de escepticismo en su voz.

—Sí —contestó Marvin—. Estaba algo raro, la verdad. Sea lo que sea lo que ha descubierto, puede que no sea demasiado agradable. Tiene que ser algo muy fuerte para que Rawkan se comporte de forma tan seria.

Cynder le dedicó a Kroven la misma mirada que le había echado a su mejor amigo hacía unos instantes. No obstante, fue Kroven el que habló.

—Eso es interesante —dijo algo taciturno—, porque antes de salir de misión nos lo encontramos y parecía estar actuando de lo más normal. Además, dijo que se iba a una misión a la Colina Embrujada… se me hace raro que haya vuelto tan rápido, teniendo en cuenta lo lejos que queda ese lugar.

Marvin frunció el ceño. Sin embargo, recordó rápidamente lo que el Marowak le había dicho acerca de su "deserción" de una misión del Equipo Esmeralda.

—Me dijo que había abandonado una misión —les dijo a sus amigos—. También me dijo que no se lo contara a nadie, así que supongo que lo hizo contra la voluntad de Paldus y Astrid.

—Tiene sentido, la verdad —comentó Cynder—. Dijo que la misión era algo importante, así que dudo que le dejaran abandonarla así como así. Ha debido de hacerlo a escondidas.

Al temor que Marvin ya sentía hacia el extraño comportamiento de Rawkan se le sumó el hecho de que hubiera abandonado una misión importante para ir a decírselo.

—Sea lo que sea lo que nos quiere contar —dijo Marvin en tono serio— tiene que ser algo muy importante, pero al mismo tiempo perturbador…

Se detuvo. No sabía si quería exponer a sus compañeros a una averiguación que probablemente les causaría, como mínimo, un pequeño trauma. Decidió asegurarse de que era lo que realmente querían.

—No tenéis que acompañarme —dijo repentinamente—. Lo que Rawkan nos quiere enseñar puede ser algo muy oscuro. Si no queréis venir conmigo, lo entenderé.

Cynder lo miró en silencio un momento. Sonrió.

—Marvin —le dijo, poniéndole una pata sobre el hombro—. Cuando prometí ayudarte a desvelar tu pasado, asumí que tendría que hacer cosas que podrían no gustarme. Pase lo que pase, quiero estar a tu lado. Además, sigue siendo un territorio misterioso, y me necesitas a tu lado ¿no?

Marvin apretó los labios. Aunque no quiso admitirlo en voz alta, el gesto de su amigo le había tocado una fibra sensible.

—Eres… muy amable, Cynder —le dijo con una media sonrisa—. Te lo agradezco… de verdad.

Cynder le devolvió la sonrisa rápidamente. Kroven soltó una tos seca.

—En cuanto a mí —intervino— dudo que me afecte demasiado. Al fin y al cabo, soy un tipo Siniestro. Nunca sufrimos demasiado con ese tipo de cosas.

—Tiene sentido —comentó Marvin—. Nunca has parecido demasiado afectado por nada desde que te conozco.

El Murkrow se encogió de hombros con una relajada sonrisa.

—Así somos los Pokémon, Marvin —dijo—. Todos tenemos nuestra pequeña extravagancia, y eso es algo a lo que vas a tener que acostumbrarte. Así como los tipo Siniestro aceptamos más ciertas cosas que para otros resultarían aterradoras o traumatizantes, los Pokémon con el elemento de Tierra se sienten incómodos al estar en el aire, y los de tipo Planta están de mejor humor cuando reciben luz solar. Cada tipo tiene sus pequeñas rarezas.

Marvin asintió. Recordó el momento en el que cayó en el lago subterráneo de la Cueva Caliza. Nunca se había sentido tan cómodo y seguro de sí mismo como en su líquido elemento, y asumió que a todos los Pokémon de Agua les ocurría eso. No obstante, quería seguir informándose sobre las características de su raza, así que se propuso preguntarle a alguien con más experiencia que él. Preferiblemente Paldus, aunque suponía que estaría demasiado ocupado incluso al regresar de la Colina Embrujada.

—Entonces decidido —dijo Cynder con determinación—. Mañana iremos a ese territorio misterioso. ¿Dijo Rawkan a dónde íbamos a ir?

Marvin negó con la cabeza.

—Tampoco se me ocurrió preguntárselo —contestó—. Habría sido útil, la verdad.

—Eso es cierto —interrumpió Kroven—. Aunque de todas formas dudo que Rawkan nos llevara a un territorio que creyera que no podemos atravesar. Además, lo tenemos a él para ayudarnos. No creo que nada salga mal.

—Kroven tiene razón —lo apoyó Cynder—. Rawkan tiene mucha experiencia y es muy habilidoso. No dejaría que nada malo nos pasara, ni siquiera en ese estado de preocupación.

Mientras el equipo se dirigía al almacén de Ultron a recoger sus objetos para el viaje del día siguiente, Cynder y Kroven le hicieron a su líder una pequeña crónica de su misión. Pese a que el viaje no había sido nada especial, sí que les habría gustado tener un poco de ayuda para llevar las pertenencias de su cliente. Marvin, a su vez, les narró a sus compañeros su extraño sueño y las conclusiones a las que Elina había llegado cuando se lo contó.

El equipo se mantuvo entretenido durante el mediodía y parte de la tarde charlando acerca de sus respectivas mañanas, aunque no tardaron en retomar el tema del misterioso descubrimiento de Rawkan tras la hora de la comida.

—Estoy muy intrigado por saber qué clase de cosa habrá encontrado Rawkan —dijo Cynder, una vez que estuvieron en la seguridad de su habitación.

"Pues yo ni te cuento" se dijo a sí mismo Marvin, que era incapaz de quitarse el pensamiento de la cabeza.

—No te hagas demasiadas ilusiones —lo cortó Kroven—. Es posible que sea algo que solo Marvin comprenda. Puede ser cualquier cosa, así que a lo mejor nos quedamos sin saber exactamente de qué se trata.

Todos se quedaron callados ante la repentina idea de Kroven.

—¿Y si es el lugar en el que tienen mis recuerdos? —propuso entonces Marvin— Eso haría las cosas mucho más fáciles para nosotros.

Los tres se quedaron en silencio de nuevo. La mera idea de que su aventura juntos iba a terminar tan rápido les resultaba algo triste a todos.

—•—

—¿No creéis que esto es un poco excesivo? —preguntó Gatram, rascándose la cabeza—. Q-quiero decir, no me parece mal, claro, pero ¿de verdad era necesario que vinierais los dos?

—Sí —respondió Astrid.

—No —contestó la ronca voz de Paldus casi simultáneamente.

La Ninetales plateada le dirigió una momentánea mirada asesina antes de volver a hablar con Gatram.

—De cualquier forma, aquí estamos —dijo—.Traemos víveres y recursos para los habitantes de la Colina Embrujada.

Gatram llamó a otros Pokémon para que le ayudaran a descargar las incontables bolsas de alimentos en el suelo de la plaza. El Dusclops que lo acompañaba se acercó a los líderes del Equipo Esmeralda.

—En nombre de mi pueblo, os doy las gracias por esta nueva entrega de provisiones —dijo con una ligera reverencia—. La Corporación parece decidida a forzar una alianza con nosotros.

—Quieren aprovecharse de vosotros, Mork —contestó Paldus, devolviendo la reverencia—. No permitiremos que os utilicen, como ya ha ocurrido con tantos otros poblados.

—Lamento que nuestro pueblo os esté causando tantos problemas —dijo el Dusclops—. Debes saber que moriría antes de aceptar un pacto con la Corporación de Inteligencia, Paldus.

Paldus le dedicó una sonrisa triste a Mork

—Si supieras a cuántos Pokémon he oído decir eso en mi vida… —dijo sencillamente, echando la vista al horizonte.

—No dudo que serían muchos —respondió Mork—. No obstante, debes saber que mi pueblo se siente en deuda con vosotros, y os compensaremos todas estas ayudas cuando nos llaméis a la batalla.

—Esperemos que esa batalla nunca llegue —dijo a su vez Paldus—. Soy un estratega, pero lamentaría tener que enfrentarme a la Corporación en campo abierto. Dudo que una batalla así saliera bien para nosotros.

—No obstante, sabes que ocurrirá —dijo Mork—. No podéis ayudar a los pueblos libres indefinidamente sin esperar algún roce tarde o temprano.

—Lo sé, Mork —contestó Paldus con un suspiro—. Lo sé.

Miro hacia sus compañeros de equipo, que descargaban despreocupadamente los víveres y los llevaban hacia el foro del pueblo. Aquellos que eran sus amigos, confidentes y compañeros podrían entrar en batalla en cualquier momento. Y la responsabilidad de sus vidas, como las de sus muertes, estaba totalmente en sus manos.

—Llegado el momento —dijo finalmente— estaremos preparados. Hemos tenido mucha suerte estos últimos días…

—•—

Marvin abrió los ojos otra vez. No tenía ni la más mínima idea de qué hora era, pero tampoco era que le importase. Solo sabía que llevaba un buen rato intentado dormir sin éxito. Decidió dejar de dar inútiles vueltas en su cama y se decidió a abandonar su habitáculo para simplemente sentarse en la sala común. Cuando abrió la puerta, se encontró que Cynder ya estaba allí, sentado en una de las sillas y mirando fijamente la tenue luz de la piedra solar que yacía en el centro de la mesa.

—Tú tampoco puedes dormir, ¿eh? —preguntó el Mudkip en voz baja para no sobresaltar a su amigo.

—Ah, hola, Marvin —contestó Cynder—. No, realmente no. No dejo de darle vueltas a las cosas.

Marvin asintió. Creía saber qué pensamiento le rondaba a su amigo por la cabeza.

—No sé si quiero recuperar mis recuerdos todavía —dijo para comprobar que no se equivocaba.

Cynder se quedó callado un momento, mirando hacia la piedra solar.

—Yo... yo tampoco —confirmó su amigo—. Tengo miedo de que, si lo recuerdas todo, te vayas a hacer lo que quiera que estabas haciendo cuando eras humano.

Marvin tenía muchas preguntas sobre sus recuerdos. Si volvían a su mente ¿se borrarían los que había ido acumulando cuando era un Mudkip?

No estaba seguro de ser lo suficientemente fuerte para hacer aquella elección. Cynder, y ahora también Kroven, le estaban cogiendo cariño demasiado rápido, y tenía que reconocer que él a ellos también. No quería dejar a sus amigos atrás en el caso de descubrir demasiadas cosas sobre su pasado, y más aún cuando Paldus creía que el Don de Sazira era una especie de salvación para la Resistencia. No quería tener que dejar todo aquello atrás.

Los dos Pokémon se quedaron mirando a la piedra solar durante un buen rato antes de volver a sus respectivas camas.

11
Bueno, tranquilos todos que ya estoy aquí. Y os traigo tres capítulos.
La historia no se detiene, no pienso dejarla atrás en ningún momento. Sin embargo, he empezado a revisarla y a escribirla también en inglés para que llegue a más público en FanFiction. Por eso ando un poquito liado. A todo esto, que si alguien me quiere echar un cable con la traducción, toda ayuda es bienvenida.
 
PD: SJMistery, lamento decepcionarte pero en el remotísimo caso de que deje de publicar, avisaré con tiempo. Y en tal caso, lo lamento pero no quiero que nadie se apropie del fic. Todos los personajes, sus historias y sus características están en mi cabeza, y con toda modestia creo que solo yo debería decidir como terminan (si es que no lo he hecho ya...)

12
Capítulo 11: TESOROS

Marvin se tumbó en el fresco suelo de la pradera, dejando caer su cuerpo sobre la tierra como si de un trozo de plomo se tratase. Llevaba toda la mañana caminando bajo un despiadado y tórrido sol, poco habitual en otoño, y se sentía como si hubiera atravesado Pellaria de cabo a rabo.

—Bueno, me tomaré eso como una orden de parar a descansar —dijo Kroven, que acababa de aterrizar cerca de él.

Cynder, un poco más allá, olisqueaba el aire de la zona. Él apenas estaba cansado; el sol abrasador, más que un problema, era un beneficio para él debido a su naturaleza. Marvin, por otro lado, era un Pokémon de agua, y el calor le afectaba especialmente en situaciones como aquellas.

Mientras el líder del equipo sacaba un pequeño recipiente con agua de la bolsa de viaje para hidratarse, Kroven dispuso el mapa sobre el suelo de la pradera, calculando cuánto tiempo de viaje les quedaba para llegar a su destino.

—Estamos a menos de media hora de camino de la Cueva Añil —anunció orgullosamente el Murkrow—. Si somos rápidos, estaremos en la base alrededor de las ocho de la tarde.

Marvin se levantó tras haber bebido un pertinente trago de agua. Cynder se acercó a él y le ayudó a ponerse en pie.

—¿Vas a estar bien? —preguntó el Cyndaquil, al que se le notaba preocupado por su amigo.

—Sí, no te preocupes —respondió el Mudkip con una sonrisa de oreja a oreja, a pesar de que ni él mismo tenía la más remota idea de si iba a aguantar sin tener que pararse a descansar de nuevo.

Se tranquilizó a sí mismo diciéndose que al salir de la mazmorra ya sería tarde, y no haría tanto calor como en aquel momento. Al mediodía, la brillante esfera de Solgaleo era mucho más intensa e inmisericorde.

El equipo retomó la marcha a través de la pradera, hasta que finalmente y antes de lo que habrían esperado se toparon con una cantosa elevación del terreno, tras la cual suponían que la pradera continuaba. No obstante, poco les importaba, ya que su destino se abría precisamente en aquella elevación.

—Bueno, aquí estamos —dijo Kroven al reconocer la cueva—. Este sitio no debería ser un problema. De hecho, Marvin, estoy seguro de que te vas a encontrar mucho mejor ahí dentro. Es un lugar húmedo y con alguna que otra laguna si tenemos suerte.

—¿Tenemos que ir hasta el piso seis? —preguntó Cynder.

—No tendríamos por qué —intervino Marvin—. Creo que deberíamos intentar conseguir todas las piedras que podamos, pero marcharnos si no somos capaces de llegar hasta el final. Tenemos una fugasfera, de todas formas.

Kroven asintió. Marvin recogió la bolsa del suelo usando su boca y se la colocó alrededor del hombro. Se estaba empezando a acostumbrar a recoger objetos con la boca, algo que curiosamente no le resultaba del todo molesto. Kroven sacó de la bolsa un collar con una piedra solar y se la puso alrededor del cuello.

—¿Vamos allá? —preguntó, deseando entrar en la fresca caverna lo antes posible.

Los tres compañeros avanzaron a través de la gruesa ranura en la roca, sintiendo el leve mareo que acompañaba la entrada en un territorio misterioso. Tras unos instantes, pudieron comenzar a ver el lugar en el que se encontraban gracias a la luminosidad de la piedra solar que Kroven llevaba al cuello: parecía bastante más acogedora y orgánica que la Cueva Caliza, ya que de sus sólidas paredes brotaban pequeños riachuelos, y se podía ver algún que otro musgo creciendo por el suelo.

Marvin soltó un suspiro de alivio; la claustrofobia que normalmente imbuía un territorio misterioso se hacía mucho más llevadera cuando mostraba elementos en movimiento. Daba la impresión de que el lugar era más normal.

—Intentaremos explorar todo lo que podamos —dijo el Mudkip—. Si veis cualquier indicio de una de esas gemas, acercaos para cogerla.

Avanzaron un trecho sin problema alguno. Apenas tuvieron que enfrentarse a unos pequeños Rattata cuando encontraron la primera gema. Se trataba de una piedra azul claro del tamaño de un puño incrustada entre las rocas de una de las paredes de la cueva.

—Vaya —comentó Cynder al acercarse—, ha sido más rápido de lo que me esperaba.

Marvin le echó un vistazo a la piedra, tratando de encontrar un ángulo por el que arrancarla. No obstante, no lo encontró. Estaba bien incrustada entre las otras rocas.

—¿Cómo vamos a sacarla de ahí? —preguntó, frunciendo el ceño— No parece ser fácil de sacar.

Kroven carraspeó, apartando a Marvin de la piedra con su ala.

—Apartaos, por favor —pidió acercándose a la roca—. Lo haré lo más rápido posible.

—¿Hacer qué? —preguntó Marvin, algo confuso.

El Murkrow no respondió. En su lugar, alzó su ala derecha, cargando en ella una extraña energía plateada y golpeó con ella la roca alrededor de la gema, con dos tajos que normalmente habrían roto su ala.

Sin embargo, lo que se rompió en su lugar fue la roca de la pared, dejando caer la gema al suelo, todavía cubierta de algunas piedras comunes.

—¡Guau! —exclamó Cynder— ¡Eso ha sido una pasada! ¿Cómo lo haces?

—Es un movimiento que aprendí con una máquina técnica —dijo el Murkrow, orgulloso—. La llaman ala de acero.

Acto seguido, recogió la gema del suelo y la metió en la bolsa de viaje que Marvin llevaba a la espalda. Marvin continuó guiando al equipo a través de la cueva, siempre manteniéndose dentro del rango de la piedra solar de Kroven, que caminaba justo detrás de él.

Mientras caminaban, Marvin sintió un curioso sonido al dar un paso. Levantó su pata delantera derecha, ahora con la planta manchada de una pasta gelatinosa rosácea y desconocida.

—Has pisado una baya meloc —dijo Cynder con tono divertido—. Deberías tener cuidado con los objetos que hay por el suelo.

Marvin miró a sus compañeros, algo confuso, mientras se limpiaba la pata en la pared del territorio.

—¿Qué hace aquí esta baya? —preguntó, entre confuso y molesto— Es imposible que crezcan arbustos aquí ¿no?

—No es nativa de aquí —explicó Kroven—. En los territorios misteriosos siempre vas a encontrarte objetos fuera de lugar. Nadie sabe exactamente por qué, pero cuando un Pokémon cae debilitado aquí dentro, es muy probable que pierda gran parte de sus objetos, que se dispersan por la mazmorra. Lo más probable es que esta baya perteneciera a otro explorador.

Marvin asintió, algo asqueado al comprender que había pisado una baya que muy probablemente ya estaba medio podrida.

—Lo tendré en cuenta a partir de ahora —prometió.

"Desde luego, estos sitios son rarísimos" pensó mientras retomaba la marcha. "Lo siguiente será encontrarnos con un cofre repleto de oro o algo parecido. Sería más útil que una baya pocha, eso seguro".

El grupo alcanzó las escaleras descendientes para pasar al piso inferior relativamente rápido. No parecía que los Pokémon salvajes estuvieran muy por la labor de ponérselo difícil en aquel viaje.

Esto cambió, sin embargo, nada más alcanzar el segundo piso. Un curioso Pokémon azul, de forma ovalada y con unos extraños apéndices en forma de pies, los recibió con una extraña expresión en su rostro. A apenas un metro tras él, podían visualizar su único camino

Los tres compañeros se quedaron quietos al ver al Pokémon, esperando a que este los atacara. No obstante, esto no ocurrió. Aquel curioso ser no parecía tener la más mínima intención de moverse de su sitio. Marvin no podía evitar pensar que había algo malo en ese Pokémon.

Marvin miró a Cynder, preguntándole qué hacer con la mirada. Su amigo se encogió de hombros. Kroven, mientras tanto, no levantaba la vista del desconocido.

—Es un Wobbufett —dijo—. Sus ataques se basan en la energía de otros Pokémon, así que es totalmente incapaz de hacernos daño. Será mejor rodearlo. Pero no dejéis de mirarlo, puede que intente algo.

Los tres Pokémon comenzaron a avanzar sin que el Wobbufett mostrara signos de querer seguirlos. Lo rodearon con cuidado, girando la cabeza mientras se movían para que no los pillara con la guardia baja. Todo iba bien hasta que, de repente, Marvin se vio incapaz de continuar avanzando. Su cuerpo se veía incapaz de continuar andando hacia la salida.

Sorprendido, el líder del equipo echó un ojo a sus compañeros, que parecían estar sufriendo su mismo mal. Kroven soltó una maldición por lo bajo.

—Se me olvidó… —dijo, sabiendo que el Wobbufett era incapaz de entenderlos—. Los Wobbuffett tienen una habilidad especial que… bueno, en términos sencillos, nos impide alejarnos de él mientras esté consciente.

Marvin volvió a mirar al Wobbufett, que parecía tener una burlona sonrisa en su rostro.

—Así que esa es su estrategia —concluyó Cynder—. Se queda esperando hasta que intenten tumbarlo porque los Pokémon no pueden escapar de él.

—¿Y qué hacemos? —preguntó entonces Marvin.

—Afortunadamente no tenemos por qué atacarlo —contestó Kroven—. Cynder, saca una semilla teletransportadora de la bolsa y tírasela. Eso debería bastar.

Cynder se acercó cautelosamente a Marvin para buscar en la bolsa. Marvin notó como su compañero rebuscaba en ella hasta sacar una pequeña semilla, marcada con un símbolo concreto que indicaba que se trataba, en efecto, de una semilla teletransportadora.

Según les había contado Kroven, las habían empezado a marcar después de unos cuantos accidentes. Era difícil diferenciar entre algunos tipos de semillas, por lo que habían empezado a grabarles unos símbolos característicos para evitar problemas.

Con un movimiento rápido, lanzó la semilla contra el imperturbable Pokémon psíquico. Al golpearlo, la semilla produjo un momentáneo destello. Al segundo siguiente, el Wobbufett ya no estaba allí.

Los tres compañeros soltaron un unánime suspiro de alivio.

—Ha estado cerca —dijo Kroven—. Intentaremos… no acercarnos a uno la próxima vez ¿de acuerdo?

Marvin respondió con una leve sonrisa mientras se disponían a abandonar la sala y continuar buscando los preciados cristales.

El territorio era bastante tranquilo, al menos para Marvin. Era oscuro, frío y húmedo: todo lo que un Pokémon acuático necesitaba para estar cómodo. El Mudkip se encontraba como en casa en aquel lugar.

La cueva, además, emanaba un aire de misterio y magia que los anteriores territorios en los que el equipo había estado no parecían poseer. Aquello le daba cierto encanto, pero también hacía que Marvin se sintiera algo preocupado por el ambiente desconocido del territorio.

No tardaron en encontrarse otras dos piedras que Kroven cercenó efectivamente de las paredes de la cueva.

—A este paso acabaremos con la bolsa llena antes de poder salir del territorio —bromeó Cynder mientras guardaba las gemas en un bolsillo interior de la bolsa de viaje.

—No cantemos victoria tan pronto —contestó Marvin—. No sabemos lo que puede pasar en un sitio como este.

Entonces, Marvin se dio cuenta de que Kroven estaba totalmente quieto, mirando a algún punto lejano del túnel en el que estaban. Se acercó a él y le dio un codazo suave.

—Kroven ¿estás bien? —le preguntó.

El Murkrow respondió sin dejar de mirar hacia la oscuridad.

—He oído algo —dijo—. Es posible que haya algún Pokémon volador por esa zona, probablemente un Zubat.

Antes siquiera de que Kroven hubiera terminado de hablar, un enorme Pokémon alado entró en su campo de visión, pasando a toda velocidad por encima de sus cabezas.

—Eso… eso no era un Zubat —susurró Cynder, tragando saliva.

—Quedaos quietos —ordenó Marvin, tomando rápidamente las riendas de la situación—. Es probable que vuelva atacar.

Los tres compañeros fijaron su vista en la zona de oscuridad en la que el Pokémon había desaparecido. Tal y como Marvin predijo, no tardó en volver a pasar, esta vez atacándolos directamente.

Marvin evitó el ataque del Pokémon volador, que poseía dos enormes pares de alas azules. El siniestro atacante volvió a tomar altura dando una pirueta en el aire para intentar un nuevo ataque.

—¡Es un Crobat! —gritó Kroven mientras alzaba el vuelo para hacerle frente.

No obstante, el Pokémon murciélago era mucho más rápido de lo que esperaba y envistió velozmente contra él, derribándolo rápidamente. Marvin aprovechó aquel momento para arrojarle una ráfaga de viento helado, que no pareció gustarle a su enemigo. El Crobat se tambaleó en el aire al recibir el golpe.

"Así que no te gusta el hielo ¿eh, grandullón?" pensó Marvin, esbozando una sonrisa.

—¡Bien pensado, Marvin! —dijo Kroven, que había vuelto a echarse a volar— ¡El hielo lo ralentizará!

Cynder comenzó a provocar chispas desde el pelaje de su espalda con el fin de atraer al Crobat. El Pokémon venenoso se percató de ello y se dispuso a seguirlo, pero recibió un rápido ataque aéreo de parte de Kroven, que se enganchó con sus garras en la espalda del enemigo, haciendo que éste soltara un bramido de dolor.

Marvin lo golpeó de nuevo con su viento helado, esta vez de forma más contundente. Kroven se protegió usando al cuerpo del Crobat para evitar recibir daños del ataque de su compañero. Cuando el ataque cesó, el Murkrow aprovechó la fuerza de su propio enemigo para lanzarlo contra el suelo.

El Pokémon volador aterrizó cerca de Cynder, que le arrojó una potente llamarada desde la punta de su hocico. El Crobat se retorció en el sitio soltando quejumbrosos chillidos hasta que su pelaje quedó totalmente chamuscado.

—¿Está… muerto? —preguntó Marvin al acercarse.

—Supongo que solo está inconsciente —comentó Kroven, aterrizando a su lado—. Haría falta mucho más que eso para matar a un Pokémon salvaje.

—Ha estado cerca —dijo Cynder, contemplando el cuerpo chamuscado de su rival—. Si no llegamos a estar listos, podría habernos hecho mucho daño…

—Y tenemos suerte de que no ha usado un ataque supersónico —contestó Kroven—. Esos ataques pueden hacer que seas incapaz de discernir entre aliados y enemigos. Son muy poderosos.

El equipo permaneció unos instantes en silencio, contemplando al inconsciente Crobat antes de continuar su marcha.

Los siguientes dos pisos del territorio transcurrieron de forma bastante habitual. Algún que otro Pokémon salvaje los atacó, pero ninguno de ellos supuso un problema. Las gemas se habían hecho más comunes a medida que avanzaban, y habían podido recoger otras cinco.

Sin embargo, el equipo empezaba a encontrarse incómodo en aquel lugar. El hecho de no poder ver nada más allá del pequeño radio de alcance de su piedra solar los estaba volviendo progresivamente más paranoicos.

—¿Queda mucho para salir de aquí? —preguntó eventualmente Cynder mientras masticaba una manzana.

—Todavía quedan otros tres pisos —contestó Marvin, tratando de sonar alentador—. ¡No os desaniméis, chicos! Tenemos ya ocho gemas, y quién sabe cuánto nos dará Nackar a cambio de ellas.

Entonces, el grupo se quedó totalmente paralizado al percatarse de la presencia de un Pokémon en su camino. Los tres se quedaron mirando al extraño ser, que parecía alguna clase de insecto volador que emergía de la oscuridad.

Adoptaron una posición defensiva mientras el Pokémon se acercaba poco a poco. Al acercarse a la luz, pudieron ver que no estaba volando. Estaba levitando. El extraño Pokémon no movía ni un solo músculo de su cuerpo. De hecho, parecía más la carcasa vacía de algún otro insecto que un Pokémon en sí mismo.

El grupo se quedó mirándolo mientras pasaba de largo, ignorándolos por completo. Tan pronto como abandonó la zona iluminada, los tres miembros del Equipo Tormenta se miraron entre ellos, confusos.

—¿Qué era eso? —preguntó Cynder.

—No estoy seguro —respondió Kroven rascándose la cabeza—. Había oído hablar de una especie muy rara de Pokémon que nunca atacaban a los viajantes, pero no recuerdo su nombre ni había llegado a ver uno nunca. Es… extraño, por decir algo.

El equipo continuó avanzando, sin mencionar el extraño suceso de nuevo. Pronto llegaron a una amplia sala con varias salidas. Como llevaban haciendo desde hacía un buen rato, tomaron el camino justo en frente de ellos. Estaban tratando de cubrir todos los pisos poco a poco y calculando bien sus pasos, para evitar acabar caminando en círculos.

—Oye, Kroven —dijo de repente Cynder—. Tú sabes bastante más que nosotros acerca de los territorios misteriosos ¿puedo hacerte una pregunta?

—Dispara —contestó el Murkrow—. Aunque no soy muy versado en esto, si es algo básico podré contestarte.

—¿Los Pokémon que viven aquí… no se ven afectados de ninguna forma por los cambios en el territorio? —preguntó entonces el Cyndquil.

—Es una buena pregunta —respondió Kroven—. Tan buena que nadie tiene respuesta para ella todavía. Como es imposible que un Pokémon civilizado se quede dentro de un piso cuando éste se reconfigura, nadie sabe cómo funcionan los cambios. Lo más cercano a una respuesta que puedo darte es mi suposición: ni siquiera se dan cuenta de los cambios. Dudo que sus cerebros estén lo bastante desarrollados como para darse cuenta de la reconfiguración total del piso, sobre todo teniendo en cuenta que ocurre prácticamente cada vez que entra un nuevo Pokémon.

—Espera un momento —intervino Marvin—. ¿Acabas de decir que un Pokémon no se puede quedar en un piso cuando se reconfigura? ¿Nadie lo ha intentado nunca?

—Oh, claro que lo han intentado —rió Kroven—. El problema es que el propio territorio te expulsa si permaneces demasiado tiempo en un piso.

Marvin se sorprendió notablemente al escuchar aquel dato. Todos los datos que le habían dado hasta ahora acerca de los territorios misteriosos hacían pensar a uno que el lugar en sí era inteligente y totalmente consciente de sus acciones.

—Lo sé, los territorios misteriosos son muy… misteriosos —comentó Kroven al ver la expresión de asombro de Marvin—. Y hay muchas más cosas sobre ellos que no tienen sentido. Por ejemplo, hay veces que recuperar el objeto perdido de algún Pokémon resulta imposible, porque el territorio ya se ha reconfigurado y enviado el objeto a algún otro piso, o incluso destruído por completo. Nadie sabe cómo funcionan los territorios cuando no hay Pokémon intrusos dentro, la verdad.

—Eso es todavía más raro —contestó Cynder—. Tuvimos suerte encontrándonos aquella lanzosfera durante nuestra primera misión.

Marvin permaneció en silencio, escuchando a sus compañeros. En aquel mundo, nadie comprendía con certeza el funcionamiento de los territorios misteriosos, y aun así aceptaban su existencia como si nada. Tal vez, pensó, llevaban demasiado tiempo conviviendo con ellos como para hacerse aquellas preguntas. Simplemente habían adaptado su vida a aquellos misteriosos lugares que se esparcían por el mundo.

Antes de darse cuenta, no obstante, encontraron el siguiente yacimiento de gemas. Junto a él, además, había tirado un pequeño cofre casi enterrado entre las piedras que se habían desprendido de la pared.

—¡Vaya! —exclamó Kroven al ver aquel objeto, no más grande que su cabeza— Esto tiene pinta de ser valioso. Cynder ¿crees que podrías llevarlo?

—Claro —contestó el Cyndaquil, retirando la grava de encima del recipiente y sujetándolo con las dos manos—. Pesa menos de lo que parece.

—Podremos llevárselo a Phill para que lo abra luego —comentó Kroven mientras sacaba las gemas de la pared con su ala de acero—. Puede tener algún objeto interesante dentro.

—¿Quién es Phill? —preguntó Marvin inocentemente.

—Phill —respondió Kroven— es un Klefki. Puede abrir prácticamente cualquier tipo de cofre que se encuentre en una mazmorra. Tiene un puesto en el mercado del submundo.

Los tres amigos guardaron las gemas y se dispusieron a continuar su búsqueda.

—•—

—Voy a ser franco: a Meruclus no le gustas —sentenció sencillamente Zipher mientras permanecía de pie sobre el suelo de piedra—. No te ve cualificado para tener un trabajo como este.

El Bisharp había aprovechado su tiempo libre para encontrarse a solas con su compañero en la cámara estratégica.

Gront respondió con su gruñido de desdén habitual, casi tirado encima de la enorme mesa cuadrada sobre la cual reposaba el detallado y preciso mapa de Pellaria que utilizaban para planear sus estrategias.

—Esto es importante, Gront —dijo Zipher, apoyando las manos sobre la mesa de estrategias—. Meruclus podría mandar que te trasladen, o incluso algo peor. Creo que deberías empezar a reconsiderar tu situación.

—No me interesa lo más mínimo caerle bien a ese psicópata —gruñó el Garchomp—. Hago lo que me manda y ya está. Creo que nunca se nos ha exigido caerle bien a nuestro superior ¿verdad?

Zipher lo miró directamente con ojos amenazantes.

—El problema es que este superior sabe lo que estás pensando —dijo, vocalizando lentamente la frase para que calara en su compañero—. Diablos, yo mismo me he dado cuenta de tu inseguridad últimamente, y ni siquiera soy un psíquico. Imagínate lo que ha podido ver él.

Gront apartó la mirada de la de su compañero con un nuevo y profundo gruñido. Se quedó en silencio.

—Ya no estoy hablando de caerle bien o no a Meruclus —aclaró Zipher, decidido a continuar—. Estoy hablando de que si tiene la más mínima duda de que ya no confías en la Corporación, hará que te eliminen inmediatamente.

Gront se levantó súbitamente de la mesa, encarando a su compañero.

—¿Y qué demonios esperas que haga? —preguntó alzando la voz— ¡Sí, estoy perdiendo la fe en esta maldita organización! ¿Quieres que ahora, porque tú lo digas, recupere la seguridad en lo que hacemos? ¿Quieres que…?

Gront no pudo terminar la frase, ya que Zipher le propinó un inesperado tortazo en la mejilla, haciendo que el Garchomp se tambalease. La piel metalizada del Bisharp hizo que el golpe fuera más doloroso de lo habitual. Gront se quedó mirando a su compañero, perplejo.

—¡Me da igual lo que tengas que hacer, Gront! —le gritó Zipher sin perder la compostura— ¡Llevo casi cuarenta años metido en esta empresa, y no voy a dejar que tú arruines mi reputación solo porque tienes dudas! ¡Nos entrenamos juntos, por el amor de Arceus! ¿A dónde ha ido el Garchomp que conocía?

Gront se quedó en silencio, mirando a su compañero con una extraña mezcla de lástima y furia.

—El Garchomp que conocías murió aquella noche en Villa Plata —contestó simplemente en voz baja.

Por primera vez en mucho tiempo, Gront pudo ver desconcierto en el rostro de Zipher. Aquella respuesta lo había tomado completamente por sorpresa.

—Lo de Villa Plata fue para asegurarnos de que los traidores no escapaban —respondió el Bisharp casi mecánicamente—. Sabíamos por un chivatazo que había aliados rebeldes viviendo allí y no podíamos arriesgarnos a…

—¡Por las tablas arcanas, Zipher, fue una masacre! —lo interrumpió Gront— ¡No me puedo creer que intentes justificar un derramamiento de sangre tan gratuito como ese!

El Bisharp iba a contestar, pero fue rápidamente cortado de nuevo por Gront.

—¡Y no me vengas con esa mierda de que hacemos lo que nos mandan porque es lo mejor para Pellaria! ¡Fuera lo que fuera por lo que me encargaron esa misión, era cualquier cosa menos por el bien de Pellaria!¿Es que no lo ves? ¡Te crees todo lo que viene de arriba como si fuera la verdad única y absoluta!

—¡Lo que decide el Alto Mando no es cuestionable, Gront! —explotó Zipher— Y más te vale que nadie te oiga decir eso aquí dentro. ¡Por Arceus, y yo que creía que eras alguien racional!

El Garchomp retrocedió, como si las palabras de su amigo le hubieran dolido físicamente. Zipher se acercó a él y lo miró a los ojos de nuevo.

—Si Meruclus decide que eres un traidor, Gront —dijo muy lentamente—, enviará a alguien a matarte. Teniendo en cuenta lo sádico que es, no me extrañaría que me mandase a mí mismo. Y no pienses que voy a tener piedad contigo, Gront. Somos amigos, pero si traicionas a nuestra causa no tendré reparo en sacarte de en medio.

Gront miró al Bisharp con expresión lastimera, esforzándose por no perder el control de nuevo. Su único amigo, aquel Pokémon con el que había compartido tantas experiencias desde que eran apenas unos adolescentes, acababa de amenazarlo de muerte.

—Pero… nuestra amistad es más que eso, Zipher —dijo, trató de hacerle entrar en razón—. No puedes… matarme porque sí.

—No lo haré porque sí, Gront —contestó su amigo fríamente—. Lo haré una vez me lo ordenen. No puedo poner mis asuntos personales por encima de mi misión para con la Corporación de Inteligencia.

Gront asintió lentamente, sin responder. Su compañero retrocedió unos cuantos pasos, dirigiéndose hacia la puerta, y suspiró.

—Escucha —dijo finalmente—. Reflexiona sobre esto. Estás… estás muy confundido. Te aconsejo que pienses largo y tendido acerca de este tema antes de cometer una estupidez. No me obligues a matarte, Gront. No quiero hacerlo.

Y, tras decir estas palabras, abandonó la cámara.

Gront se dejó caer contra la pared, donde apoyó su espalda mientras se sentaba en el suelo. Se repitió a sí mismo que Zipher no podía estar hablando en serio, que solo intentaba asustarle. Aunque su siniestro compañero nunca había visto su amistad del mismo modo que lo hacía él, sabía que no podía llegar a aquellos extremos.

O, al menos, rezaba para que no lo hiciera.

—•—

—Quince gemas —dijo Kroven orgulloso tras terminar su recuento de las preciadas piedras preciosas que habían ido recolectando.

—¡A saber cuánto dinero nos darán por ellas! —exclamó excitado Marvin, mirando con ojos brillantes las valiosas gemas.

Cynder, por otro lado, parecía más interesado en el cofre que habían encontrado en el territorio misterioso. No lo había soltado desde que lo cogió en aquella cámara de la cueva, y ahora que tenía luz solar no hacía sino darle vueltas y mirarlo desde todos los ángulos posibles. Al agitarlo, se dio cuenta de que tenía algo pesado dentro.

—Tengo unas ganas enormes de saber qué hay dentro de este cofre —comentó a sus amigos—. ¿Cómo habrá acabado allí?

—Territorios misteriosos, Cynder —dijo simplemente Kroven encogiéndose de hombros.

Para alivio de Marvin, el sol golpeaba ahora con mucha menos intensidad, al ser ya pasado el mediodía. El Mudkip respiró hondo el aire fresco y natural del exterior, lo que le sentó maravillosamente tras pasar casi dos horas metido en aquel territorio misterioso.

—Podemos ponernos en marcha cuando queráis —comentó, con energías renovadas—. Si salimos ahora, llegaremos antes del anochecer.

Sus compañeros asintieron y se prepararon para partir de nuevo, esta vez hacia lo que se había convertido en su hogar. El equipo comenzó la caminata hacia la Atalaya con un ánimo excelente.

Pasó casi una hora hasta que el equipo entró en la ruta 205, ya que habían tenido que salirse del camino para llegar a la Cueva Añil. Como era habitual a aquella hora de la tarde, había algunos Pokémon transitándola, caminando entre pueblos cercanos.

Marvin y Cynder conversaban despreocupadamente mientras Kroven sobrevolaba el área, ya que como él mismo había dicho prefería estar en el aire.

El camino estaba rodeado de amplios campos y terrenos privados, y en ocasiones podían ver a algún granjero trabajando la tierra. Aquella zona de Pellaria, lejos de la influencia más concentrada de la Corporación, permitía a los Pokémon vivir relativamente en paz, aunque de vez en cuando se producía alguna que otra pelea por motivos políticos.

Eran aproximadamente las siete de la tarde cuando los miembros del Equipo Tormenta llegaron al Valle Gris y pudieron finalmente descansar.

La base parecía mucho más grande de lo que era (y eso era decir algo) cuando las oficinas centrales estaban tan vacías. Casi ningún Pokémon las transitaba cuando no estaban haciendo papeleo, y a aquella hora nadie estaba haciéndolo.

Los tres amigos se dividieron como habían acordado, y así, mientras Kroven entregaba el certificado de la misión completada, Marvin depositó sus objetos y dinero en el almacén de Ultron y Cynder bajó al mercado a entregarle a Verris los objetos para su hermano. Al terminar, los tres se reunieron ante el establecimiento de Phill. A petición de Kroven, llevaron una cantidad de dinero considerable para asegurarse de que el Klefki abría su cofre.

—¡Bienvenidos, amigos! —los saludó fervientemente el Pokémon de acero— ¿Queréis que abra un cofre por vosotros?

Cynder asintió y depositó el cofre que habían encontrado sobre el mostrador. El Klefki flotó a su alrededor y lo miró desde todos los ángulos antes de emitir un sonido pensativo.

—Vaya —comentó—. Habéis tenido suerte, chicos. ¡Esto es lo que yo llamo un cofre de lujo, sí señor!

Cynder se incorporó sobre el mostrador, emocionado.

—¿Eso quiere decir que tiene algo valioso dentro? —preguntó.

—Quiere decir que es muy probable —lo corrigió el Pokémon candado—. Ahora ¿estáis seguros de que queréis abrirlo? Tendréis que pagarme ciento cincuenta pokés una vez esté abierto, ¡y no se admiten devoluciones!

Cynder y Kroven miraron a Marvin, que meditó unos instantes la oferta. No era caro, pero corrían el riesgo de que hubiera algo poco útil dentro. No obstante, el Mudkip apoyó la pata derecha en el mostrador, dejando el dinero sobre él.

Phill soltó una risita y se dispuso a abrir el cofre. De repente, una de las llaves que colgaban de su cuerpo en forma de llavero comenzó a brillar, y la introdujo en el interior de la cerradura del cofre. Con un pequeño movimiento hacia la derecha y un tirón, el cofre se abrió y los cuatro Pokémon pudieron ver lo que había allí dentro.

Phill abrió mucho los ojos y murmuró algo. Los miembros del Equipo Tormenta se inclinaron hacia delante cuando el Klefki le dio la vuelta al cofre y pudieron ver su interior.

Dentro del cofre había un extraño objeto piramidal que parecía hecho de algún extraño material semitransparente de un tono dorado. Cualquiera diría que se trataba de ámbar, pero era demasiado brillante y opaco como para serlo.

—¿Qué es eso? —preguntó Kroven.

—Esto, amigos míos —contestó el Klefki— es una pieza enigma. Es uno de los objetos más raros y valiosos del mundo.

Marvin dejó escapar un silbido de incredulidad.

—¿Qué hace? —preguntó casi inmediatamente.

—Según las leyendas, sirve para atraer a los Pokémon legendarios al encuentro del usuario —explicó Phill—. Pero eso son solo leyendas. La realidad es que probablemente pertenezca a una sociedad antigua y no tenga ningún poder en absoluto.

Cynder la cogió para examinarla, y Marvin se inclinó hacia él para echarle un vistazo. Si era antigua, se había conservado perfectamente en aquel cofre, porque no tenía muestra alguna que denotara el paso del tiempo.

—Podéis venderla —propuso Phill entonces—. Este tipo de antigüedades pueden alcanzar un precio muy alto, o… podéis quedároslo.

El Klefki soltó una risita.

—Soy un supersticioso, si os digo la verdad —dijo—. Así que si fuera vosotros me lo quedaría solo por descubrir si tiene algún poder.

Cynder habló entonces, inesperadamente.

—Quiero que nos lo quedemos —dijo en voz alta—. Es posible que tenga algún poder especial ¿no creéis?

Marvin sonrió. Aunque no le habría importado descubrir cuánto dinero podrían ganar vendiendo aquel objeto, no se sentía con fuerzas para decirle que no a un Pokémon que había perdido a su padre hacía apenas dos días.

—¿Algo que objetar, Kroven? —preguntó entonces el líder del equipo.

Kroven se encogió de hombros. Marvin supuso que había pensado lo mismo que él.

—Entonces no lo venderemos —contestó finalmente—. Gracias, Phill.

—No hay de qué —contestó el Klefki con un canturreo—. Una última cosa: no dejéis que un Kecleon se dé cuenta de que tenéis eso, o no os dejará en paz hasta conseguirlo.

Marvin lo miró sorprendido.

—¿Quieres decir… que nos lo robaría? —preguntó entonces Cynder.

—No, en absoluto —respondió Phill—. Los miembros del mercado Kecleon son moralmente incapaces de robar. Pero no dejaría de daros la lata hasta que se lo vendierais, así que os recomiendo guardarlo en el almacén y no sacarlo de allí muy a menudo.

—Seguiremos tu consejo, Phill —contestó Marvin con una sonrisa—. Gracias de nuevo.

El Klefki se llevó una de las llaves a la cabeza en señal de saludo, cogió el cofre vacío y lo llevó al interior de su puesto, desapareciendo de la vista. Los miembros del Equipo Tormenta abandonaron el Mercado lo más rápido posible, intentando que ningún Kecleon viera su preciada carga.

Tenían que preparar su misión del día siguiente.

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Literatura y Fan Fiction / Re:[FANFIC]Cronicas Pokémon: Historias de Johto.
« en: 03 de Junio de 2016, 11:57:03 pm »
Te recomiendo leerte las normas de la sección de fanfics. Necesitas crear un tema para el fic con la etiqueta [Comentarios] para que la gente comente en él. Además, no puedes crear un tema para cada parte de la historia, tienes que ponerlos todos en el mismo tema.

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Chicos, tal vez tarde un poco más de lo habitual en sacar el nuevo capítulo. Lo tendréis a principios de este mes igualmente, pero a lo mejor todavía tardo un par de días más, porque estoy ocupado y todavía nrecesito revisar el capítulo antes de publicarlo.

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Literatura y Fan Fiction / Re:[Comentarios] Reinos Primigenios
« en: 12 de Mayo de 2016, 04:36:11 am »
Para empezar diré que me parece que empiezas de forma muy interesante, y eso siempre es importante. Explicar las cosas poco a poco para que el lector se quede con ganas de más.

Peero ahora vamos con lo malo. Las conversaciones son un lío, deberías usar los guiones para acotar quién está diciendo cada cosa, porque en las conversaciones con más de 2 personajes es imposible saber quién está hablando. Por lo demás, no tengo nada que decir, pero piensa en pulir ese aspecto porque es muy importante.

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Capítulo Especial: CAMINOS CRUZADOS


—Buenos días, Nysel —dijo la grave y amenazadora voz desde el otro extremo de la sala.

El joven Sneasel se quedó totalmente paralizado en el umbral de la puerta. En la mesa del recibidor, justo en frente de él, se sentaba un Pokémon. No era normal que alguien lo estuviera esperando en uno de sus pisos francos.

—Cierra la puerta, por favor —dijo el Pokémon, un delgado y taciturno Bisharp, alzando el brazo—. Tenemos que hablar a solas.

Nysel cerró la puerta con cuidado, sin dejar de mirar al extraño. La bufanda negra que llevaba alrededor del cuello, adornada con un broche de plata, le decía que era un miembro de la Corporación de Inteligencia. Aquello no tenía buena pinta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, tratando de sonar lo más amenazador posible.

El Pokémon de acero no contestó inmediatamente. Carraspeó.

—No voy a hacerte daño. Al menos, no por ahora —respondió—. Tenemos que hacerte una oferta especial, y creemos que tú eres el perfecto candidato para echarnos una mano.

Nysel dio un paso al frente, apretando los dientes con furia. Sabía que si las cosas se ponían feas no tendría una sola oportunidad. Aquel Bisharp parecía un veterano, y además tenía ventaja elemental sobre él.

—No tenéis jurisdicción aquí —dijo, casi gritando—. Lárgate ahora mismo.

El Bisharp ignoró su petición sin inmutarse. Sabía que el Sneasel no tenía nada que negociar en aquel momento.

—Precisamente por eso necesitamos tu ayuda —contestó simplemente—. Sabemos que tienes un control relativamente amplio en los bajos fondos de esta ciudad. Si nos ayudas, recibirás una jugosa recompensa. Si no quieres… bueno, tenemos otras formas de convencerte, pero dudo que resulten agradables.

El Sneasel relajó sus músculos y entrecerró los ojos. Trató de controlar la ira y la humillación de ser chantajeado.

—¿Qué queréis de mí? —preguntó en un tono de voz mucho más bajo.

—Eso ya me gusta más —dijo con una falsa risa el Bisharp, levantándose de la mesa—. Resulta que nuestro superior tiene un plan entre manos, y necesita a un Pokémon concreto para llevarlo a cabo. Necesito que lo captures y nos lo traigas a la Torre Negra mañana antes de las seis de la tarde.

El Sneasel no contestó, esperando a que el agente de la Corporación continuara hablando.

—Le hemos tendido una oportuna trampa para atraerlo a Villa Latón —prosiguió—. Pero, como sabes, no tenemos jurisdicción aquí, así que necesitamos que los tuyos lo capturen.

—¿Y por qué no lo lleváis a otro sitio? —preguntó Nysel sin bajar la guardia— Hay cientos de lugares en los que podríais tenderle una emboscada.

El Bisharp bajó la cabeza y soltó una corta risa. Caminó hacia él, con las manos en la espalda y sin dejar de mirarlo a los ojos. Cuando lo tuvo cerca, Nysel pudo sentir, de alguna forma, que aquel Pokémon tenía sangre de muchos inocentes manchando sus manos. Sintió el desagradable sonido del metal de su cuerpo al inclinarse hacia él y decirle en el oído:

—Eso es información clasificada que no te incumbe.

El Sneasel no se atrevió a devolverle la mirada. Aquel Pokémon era peligroso. El agente de la Corporación retomó su posición erguida.

—Mañana por la mañana estate listo. Irá a la dirección que te he dejado anotada sobre la mesa. Acorrálalo y captúralo. Llévate a tantos Pokémon de los tuyos como necesites por si quieres rastrearlo a fondo.

—Tengo que llevar a mi socio—soltó repentinamente el Sneasel—. Me ayudará a vencerlo.

El agente se quedó en silencio unos instantes.

—Está bien —contestó finalmente—. Pero te acompañaré a recogerlo. No quiero que te pierdas por el camino.

El Bisharp comenzó a andar de nuevo y, cuando por fin se disponía a salir, se detuvo ante la puerta y volvió a hablar.

—Ah, y… asegúrate de que se enfade con quien quiera que lo capture. Es un… expermiento. Al entregarlo en la Torre Negra, reportarás todo el proceso de captura. Te espero fuera. Haz lo que tengas que hacer.

Nysel ni siquiera se giró. Con la mirada fija todavía en la mesa del recibidor, escuchó como el amenazador Pokémon abría la puerta y abandonaba la casa.

La puerta se cerró lenta y suavemente. Nysel, soltando un aullido, golpeó la mesa con sus zarpas hasta casi partirla en dos.

—•—

Nysel no escuchaba a nadie. A pesar del habitual jaleo de la taberna, era incapaz de escuchar nada más que sus propios pensamientos. No había conseguido capturar al Mudkip. Ni siquiera sabía qué hacía todavía en Villa Latón cuando lo mejor que podía hacer en aquel momento era desaparecer sin dejar rastro de Pellaria.

A su lado, Burgull conversaba tímiamente con el Garchomp que se sentaba al otro lado de la mesa. No lo sabía. No había tenido agallas para contarle cómo le habían chantajeado.

Pudo notar los ojos del Garchomp puestos en él. Era de la Corporación, aunque no lo pareciese en absoluto. Desde el principio se había presentado por su nombre, Gront, y le había ayudado a recuperarse de la paliza que le habían dado. Conocía su misión, pero no parecía especialmente enfadado por el fallo de la misma.

—Si te soy sincero —dijo dirigiéndose al Sneasel— deberías ir a la Torre Negra y hablar con Meruclus. Yo podría intentar que te den otra oportunidad ¿sabes?

Nysel levantó la cabeza para mirar al agente a los ojos. Durante unos segundos, no dijo nada, pero sus ojos expresaban una profunda confusión.

—¿Por qué te preocupas por mí? —preguntó simplemente.

El Garchomp irguió la cabeza. Por su reacción, Nysel supuso que no se esperaba aquella pregunta. Volvió a agacharla para responder.

—No estoy muy de acuerdo con las medidas que toma mi superior —contestó—. Eso es todo.

El Sneasel negó con la cabeza rápidamente.

—No tiene sentido —dijo—. Si voy a la Torre Negra me matarán en el acto.

Burgull los miraba extrañado, sin saber de qué hablaban. Era habitual que su jefe le ocultara cosas, y estaba acostumbrado a tragarse sus preguntas. No obstante, Nysel notaba su curiosidad.

Gront soltó un suspiro.

—Oye —dijo en voz baja—. Sé el miedo que estás pasando ahora mismo. Créeme, yo también lo he sentido. Y si yo estuviera en tu pellejo, le echaría agallas y hablaría con Meruclus. Si no lo haces, te perseguirá hasta los confines del mundo, y puede que más allá. Es un psicópata.

El Sneasel le dedicó una mirada condescendiente.

—Dudo que tu líder apruebe que hables así de él.

Gront reaccionó de una forma inesperadamente violenta. Inclinándose hacia delante, golpeó con fuerza la mesa de madera con sus poderosas cuchillas, dejando dos marcas simétricas en el centro de la misma. Nysel se echó hacia atrás de pura sorpresa.

—Mis negocios no te incumben —dijo apretando los dientes—. Hago lo que tengo que hacer. Y esto se trata de ti, no de mí. Estoy intentando ayudarte y tú no haces más que dudar de mis palabras.

Retomando la calma, el Garchomp se incorporó de nuevo.

—La Corporación no me representa —soltó con más tranquilidad.

Nysel, todavía alterado por la violenta reacción del dragón, no le respondió. Volvió a apoyar los brazos sobre la mesa cautelosamente.

—Te acompañaré a la Torre Negra si es que vas —dijo este último, levantándose de la mesa—. Te esperaré fuera, pero tengo que estar allí antes de las seis de la tarde, así que hazme un favor y no tardes.

El Garchomp abandonó el local con una sutileza extraordinaria teniendo en cuenta su tamaño.

Burgull no decía ni una palabra. Bebía de su cerveza, con cara de saber por dónde iban los tiros, pero de nuevo no dijo nada. Tampoco es que Nysel pensara decirle algo: nunca fue un compañero especialmente brillante y dudaba severamente que pudiera aportar algo a la conversación.

—Burgull —dijo finalmente Nysel—. Quiero que te vayas al piso franco de la Calle Zreza y me esperes allí. Si no vuelvo antes del anochecer, coge lo que necesites de allí y abandona la ciudad.

El Electabuzz lo miró estupefacto unos instantes, pero finalmente asintió. Sabía que no valía la pena hacer preguntas para tratar de averiguar qué estaba pasando. Nysel lo miró apenado. Aunque era un buen compañero, solo ahora se daba cuenta de que jamás había tenido ocasión de conocer a aquel Pokémon en profundidad.

"Lo dejaré para la otra vida, supongo" dijo para sus adentros mientras se levantaba de la mesa y se disponía a seguir al Garchomp.

Gront estaba mirando hacia el cielo cuando Nysel abandonó el garito. La posición del sol le indicaba que la hora en la que debía entregar su reporte se acercaba.

—Más nos vale apresurarnos —dijo el Garchomp—. A Meruclus no le gusta la impuntualidad.

"Dudo que a ese ser le guste algo a parte de torturar y matar" pensó Nysel. Aunque Gront había demostrado ser de fiar, no se atrevía a decir las palabras en voz alta.

Tras atravesar unas cuantas callejuelas poco transitadas, se encontraron con un callejón sin salida. En él, un esbelto Gallade los esperaba apoyado en la pared de piedra de uno de los edificios.

—¿Ha terminado, señor? —preguntó el Gallade, cuya bufanda roja indicaba que era un subordinado de Gront.

—Sí, Yordis —contestó su superior—. Espero que estés disponible para teletransportarnos.

Yordis asintió con la cabeza y le dirigió una fría mirada a Nysel. Como el Sneasel sabía por experiencia, a los psíquicos no les solía gustar tener tratos con Pokémon de tipo siniestro, especialmente a la hora de teletransportarlos.

—¿Viene con nosotros? —preguntó el Gallade, señalando al criminal con la cabeza.

—Me temo que sí —respondió Gront.

Yordis no dijo nada, pero Nysel notó que no estaba contento con la situación. A pesar de su hostilidad, el Gallade lo agarró de la mano y comenzó a concentrarse para efectuar el teletransporte.

No era la primera vez que Nysel se teletransportaba y sabía que si cerraba los ojos se marearía menos por el cambio de lugar repentino. No obstante, el efecto de desorientación sí que le afectó cuando se encontró en una cámara de hierro cilíndrica alumbrada por una piedra solar de tenue luz grisácea.

Gront salió primero y le indicó que lo siguiera.

—Vas a atravesar lugares que Pokémon ajenos a nuestra organización solo pueden soñar con pisar —dijo en un tono monótono y algo siniestro—. Considérate afortunado.

Nysel dejó escapar un amago de risa sarcástica que fue totalmente ignorado por el comandante de la Corporación. Cruzaron un laberíntico entramado de pasillos fabricados en roca oscura y metal, con apenas algún que otro Pokémon cruzándolas. No había ventanas; toda la luz de la que disponían, que no era mucha, provenía de las escasas piedras luz dispuestas en las paredes y techos de la construcción.

Cuando finalmente llegaron a unas escaleras, Gront se detuvo, casi al mismo tiempo que el corazón de Nysel.

—Escúchame —dijo, dirigiéndose al Pokémon siniestro—. Cuando atravesemos esta puerta, estarás solo. Tendrás que hablar tú y yo no podré entrometerme en la conversación. Aunque Meruclus no pueda leer tu mente, sigue siendo un Pokémon muy peligroso, así que ándate con ojo con lo que dices. ¿Queda claro?

Nysel asintió. No haría falta que Meruclus leyera su mente para averiguar lo nervioso que estaba en aquel momento.

Gront llamó a la puerta y, tras esperar unos segundos, la abrió. La cámara a la que daba tenía el mismo aspecto que el resto de la base salvo por una cosa: una escueta ventana dejaba entrar la luz del sol vespertino. Meruclus estaba sentado en una silla de piedra en frente de su mesa de operaciones. Cuando los vio entrar, levantó la cabeza de sus papeles y les dedicó una desagradable sonrisa.

—Buenas tardes, caballeros —dijo. Ladeando la cabeza, añadió con fingida sorpresa—. ¡Nysel, por todos los Dioses! ¡No me digas que no me traes al Mudkip!

Nysel abrió la boca para contestar, pero el Hypno lo detuvo con un gesto.

—Piensa en lo que vas a decir —sentenció sin dejar de sonreír—. ¿Por qué no tienes al Mudkip?

El Sneasel tragó saliva. No obstante, tras respirar hondo, dio su respuesta.

—Alguien intervino en la misión, señor —contestó—. Alguien ajeno a ella. Supongo que se trataba de un agente de la Resistencia.

El Hypno se quedó callado, como esperando que el criminal siguiera hablando. Bajó la cabeza y giró la mano con la palma abierta, instándolo a seguir contando.

—Eso… eso es todo, señor —finalizó Nysel—. Tardamos demasiado en debilitarlo y…

De repente, Meruclus golpeó el reposabrazos de su silla con una fuerza totalmente inesperada en un Pokémon de su condición.

—¡Ahí está la clave, Nyssi! —gritó eufórico, señalando al Sneasel con el dedo— ¡Tardasteis demasiado y la Resistencia tuvo oportunidad de mover ficha! Bien, ahora contéstame a esto: tienes a la mitad de los bajos fondos de Villa Latón a tu servicio ¿por qué tardasteis en derrotar a un pequeño, patético e insignificante Mudkip y sus amigos de pacotilla?

El Sneasel pudo notar que aquel sádico Pokémon disfrutaba cada segundo de su conversación. Lo notaba en sus ojos. Puede que estuviera enfadado por el fallo de la misión, pero torturarlo psicológicamente lo estaba compensando de alguna manera.

—Solo estuvimos mi socio y yo —explicó—. Alguien debió advertirlos de nuestra presencia y entraron en el callejón en el que estábamos escondidos. No tuve tiempo de llamar a nadie.

Tras volver a acomodarse en su silla, el Hypno asintió. Se llevó una mano a la boca y miró al Sneasel con desdén durante unos segundos que parecieron hacerse eternos.

—Gront —dijo finalmente—, mátalo.

A Nysel lo tomó totalmente por sorpresa. Antes de que pudiera reaccionar, las garras del Garchomp lo aprisionaron desde la espalda, impidiéndole realizar ningún movimiento.

—¿No tienes nada más que reportar? —cuestionó en voz alta Meruclus.

Nysel pataleaba en un vano intento por liberarse de las garras de quien hacía apenas unos minutos había sido tan extrañamente amable con él. Sin embargo, de repente se le ocurrió algo.

Sí. Sí que tenía algo más que reportar.

—¡Una última cosa! —gritó, tratando de no tartamudear— El Mudkip… ¡el Mudkip no era normal!

Meruclus levantó la mano para indicarle a Gront que cesara su agarre. Soltó una asquerosa risita mientras negaba con la cabeza. Nysel cayó jadeando al suelo tras sentir como el Garchomp lo soltaba.

—Me encanta —dijo simplemente—. La amenaza de muerte siempre hace que los Pokémon se acuerden de algo. Nunca falla. Muy bien, oigamos lo que tienes que decirme y veamos si ello puede salvarte de la muerte.

—Cuando mi socio lo paralizó —explicó Nysel, levantándose del suelo lo más rápido posible— ¡se recuperó delante de mis ojos! ¡Como si nada! ¡Me golpeó con una fuerza inaudita para alguien de su tamaño y luego volvió a caer paralizado!

Meruclus levantó su dedo índice, como si se acabara de acordar de algo.

—Oh, muy cierto —dijo, como si estuviera hablando consigo mismo—. Zipher te dijo que lo enfadaras ¿no es así?

Nysel asintió rápidamente con la cabeza, aún sin comprender qué relación tenía eso con lo que acababa de declarar.

—Y lo hiciste ¿verdad? —inquirió el Hypno.

El Senasel volvió a asentir.

Meruclus dio una palmada y se frotó las manos, dejando escapar una sonora carcajada.

—Está bien, pequeño Sneasel, está bien… —dijo—. Puedes irte, aunque no te llevarás ninguna recompensa. Creo que, para ti, es suficiente premio salir vivo de esta torre. Gront, devuélvelo a la alcantarilla de la que ha salido, haz favor.

Nysel hizo una sutil reverencia y abrió la puerta para marcharse. Gront, algo confundido, lo siguió a través del marco de la puerta, dispuesto a mostrarle el camino de regreso.

Meruclus cerró la puerta con sus poderes psíquicos. Se quedó unos instantes mirándola, sin decir nada, apoyando las manos sobre su estómago.

—Bueno —dijo para sí—. Creo que esto requiere una celebración ¿no es así?

Con una nueva carcajada, abrió uno de los cajones de la mesa de planificaciones y se sirvió una copa de vino uvav.

—Desde luego que sí —se contestó a si mismo antes de tomar un largo sorbo de su copa de plata.

—•—

Nysel y Gront no mediaron palabra hasta haber llegado a Villa Latón. Ambos estaban totalmente desconcertados por lo que había ocurrido en el despacho de Meruclus.

—Bueno —dijo Gront una vez se encontraron en el callejón que habían abandonado mediante teletransporte hacía apenas una hora antes—. Te has salvado. No entiendo lo que ha pasado ahí, y creo que no quiero saberlo. Pero el caso es que estás aquí.

Nysel casi no podía hablar, pero se las arregló para decir:

—Estar en presencia de ese Pokémon… ese monstruo… ha sido terrible.

—Lo sé —contestó Gront—. Es un ser despreciable. Pero es mi jefe y tengo que hacer lo que me ordena. Ya nos veremos, Nysel.

El Garchomp se giró hacia Yordis para que lo teletransportara de nuevo.

Nysel salió de su desconcierto repentinamente y se giró para despedirse del Garchomp.

—Gracias por… —comenzó a hablar.

No obstante, se detuvo al encontrarse con una fría pared de piedra. Gront y Yordis ya se habían teletransportado.

"No es como los demás" se dijo para sí al recordar como el Garchomp lo había tratado durante todo el viaje. Había sido el único agente de la Corporación que alguna vez había mostrado algún tipo de preocupación hacia él. Quizá aquel Pokémon no era tan malo, después de todo.

Agitó la cabeza. Por supuesto que lo era. Recordó la escena en el despacho de Meruclus. Si se lo hubiera pedido, le habría cortado la cabeza allí mismo. En el fondo era como todos los demás, solo que se había portado con un poco más de educación que los demás agentes que había conocido el Sneasel. Soltando un bufido para relajarse, se dispuso a abandonar el callejón y dirigirse a su piso franco. Ahora que lo habían dejado finalmente en paz, tenía que organizar sus asuntos.

"Y vaya si tengo asuntos que organizar" pensó mientras comenzaba a caminar.



Lamento la tardanza (esto de tener el canon pensado a trozos me hace ir a tumbos), pero aquí tenéis finalmente el primer Capítulo Especial. Como algunos muy perspicazmente habíais supuesto, trata sobre Nysel, aunque los que decíais que hablaría de Gront y Zipher no andabais de l todo desencaminados. En cuanto a la longitud del capítulo. Sí, sé que es más corto que los demás, pero así van a ser los Capítulos Especiales: escribiré lo que haga falta escribir sobre cada personaje, y, si este ha sido más corto, en un futuro recibiréis algunos incluso más largos que los capítulos regulares. Un abrazo y gracias por leer.

17
Bueno chicos,  ¿sobre quién creéis que hablará el capítulo especial de esta semana?

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Capítulo 10: CONVERSACIONES NOCTURNAS

—¿El Don de Sazira? —repitió Kroven, incrédulo— Tienes que estar de broma.

En el fondo, Marvin casi deseaba estarlo. Sin embargo, no era el caso, y acababa de narrarle al Murkrow la historia completa sobre su estancia en Pellaria.

—Solo se ha activado una vez —comentó Cynder—, cuando estuvimos en la cueva con aquella Aggron. Pero sí, lo más probable es que Marvin tenga ese poder.

Entonces, Marvin recordó el momento en el callejón, hacía más de una hora. Su cuerpo, totalmente paralizado, recuperó la movilidad durante unos instantes. ¿Sería eso una consecuencia del Don de Sazira?

—Y ¿cómo se supone que puedes usarlo para derrocar a la Corporación? —inquirió Kroven, algo conmocionado por la noticia.

—Paldus dice que hay una piedra que puede canalizar mi poder en un radio grande —explicó Marvin—, pero solo es una leyenda. Supongo que encontrará algún método más fiable.

Kroven atendía estupefacto a las explicaciones de su líder. Todavía no podía creer que se tratara de un humano convertido en Pokémon.

—Jamás había conocido a un humano —expuso—. Es realmente fascinante.

—Por favor, Kroven —pidió Marvin, algo hastiado—, no quiero que me trates de forma diferente ahora ¿de acuerdo? Sigo siendo Marvin y quiero que me trates como a un Pokémon más ¿de acuerdo?

El Murkrow asintió en señal de aprobación.

—¿Paldus sabe que eres un humano? —preguntó inesperadamente.

—Er… no —respondió Marvin—. ¿Por qué lo preguntas?

—Verás, tengo entendido que Paldus no se lleva bien con los humanos —explicó el Murkrow—. He oído un cotilleo acerca de él. Parece ser que, cuando era pequeño, la familia de humanos que lo había adoptado lo abandonó para irse de Pellaria junto con los demás humanos, y desde entonces está resentido hacia todos ellos. Yo que tú no le diría nada a corto plazo.

Marvin tragó saliva. No podía imaginarse la cara de decepción del Swampert al enterarse de que era un humano.

Cynder, en el otro lado de la habitación, hacía recuento de objetos para la misión del día siguiente. De pronto, exclamó:

—¡Vaya! La carta de Nackar.

Los otros dos miembros del Equipo Tormenta se giraron para mirar al Cyndaquil, que sostenía la carta de misión que les había entregado el Kecleon.

—Tenemos que llevársela a Haku para que la archive con el resto —dijo Marvin—. Propongo hacerlo ahora y quitárnolos de encima.

—Ya puestos —añadió Kroven— podemos echarle un ojo a las misiones que haya por ahí colgadas. Tal vez encontremos algo interesante.

El equipo salió de la habitación y se dirigió al despacho de clasificación, accesible solo mediante unas escaleras en las oficinas centrales. Normalmente podía verse a una cantidad ingente de Pokémon haciendo cola enfrente del acceso, pero a aquella hora del día todas las misiones habían sido archivadas y enviadas a las oficinas centrales, por lo que el acceso estaba totalmente despejado.

El despacho era un lugar bastante claustrofóbico, ya que los pocos Pokémon que trabajaban allí estaban continuamente rodeados de cartas, sobres, pergaminos y diversos utensilios de escritura. El escritorio de Haku, situado en la esquina más alejada de la puerta, era el que más cartas tenía, y de vez en cuando un Ambipom pasaba por allí para recoger alguna y llevarla a los tablones.

—Buenos días, Haku —saludó Marvin, colocando la carta sobre su escritorio.

El Beartic, sin levantar la mirada de lo que estaba escribiendo, soltó un "hola" entre dientes, apenas vocalizado a causa de la concentración del Pokémon de hielo en su labor.

—Teníamos una misión para archivar —dijo Kroven.

Haku levantó inmediatamente la vista, dejó la pluma sobre la mesa y les dedicó una fría mirada. Se notaba que no estaba de buen humor, y Marvin supuso que tenía algo que ver con el problema que habían tenido por la mañana.

—De acuerdo —dijo finalmente— Equipo Tormenta ¿verdad? —preguntó, rebuscando entre sus archivos— La misión de escolta en el Risco Colmena. ¿La habéis completado?

Cynder sacó de la bolsa la carta firmada por Acrell, y el Beartic la revisó, acercándola a su cabeza para poder leerla correctamente.

—Muy bien —concluyó. Guardó la carta en otro de sus archivadores, a los que accedía tremendamente rápido y los miró de nuevo— ¿Algo más?

—De hecho sí —contestó Marvin. Cynder puso la carta de Nackar sobre la mesa para que el Beartic la abriera y ojeara—. Es una carta de parte de un Kecleon. No ha podido traerla él mismo o enviarla aquí, así que nos ha pedido que la trajéramos.

Haku revisó la carta unos instantes. Tras ojearla, escribió algo en ella y la colocó en la pila de cartas con destino a los tablones.

—Gracias por vuestra contribución —dijo, con un tono de voz que hacía pensar que repetía esta consigna a cada equipo que lo visitaba—. Será colocada en el tablero en seguida. Es mi deber recordaros, además, que vuestra misión de mañana será la última que tengáis que hacer antes de vuestro día de descanso, en el caso de que la completéis con éxito.

—¿Día de descanso? —repitió Marvin, sorprendido.

El Beartic soltó un suspiro de resignación. Con el mismo tono de voz aburrido y monótono, explicó:

—Todos los equipos de resistencia disponen de un día libre por cada cinco misiones completadas exitosamente. ¿Requerís algún otro tipo de información?

Los miembros del equipo se miraron entre ellos un momento.

—No, gracias —contestó finalmente Marvin—. Está bien.

—Pasad una buena tarde —se despidió el Beartic, cogiendo su pluma y disponiéndose a seguir escribiendo.

Mientras el Ambipom se acercaba para recoger la pila de cartas, el Equipo Tormenta abandonó la estancia. A Marvin no le caía mal Haku, pero parecía que su vida era extremadamente aburrida. "Está demasiado ocupado para ser educado, supongo" pensó Marvin mientras se dirigían a los tablones de anuncios.

Los tablones, llenos de cartas de misión como de costumbre, apenas estaban siendo revisados por algún que otro Pokémon. Los equipos no acostumbraban a elegir sus misiones tan temprano, pero Rawkan les había enseñado que era el mejor método para tener más opciones entre las que elegir.

Cynder abrió la bolsa y desplegó el mapa de Pellaria que les habían entregado al unirse a la Resistencia. Debía asegurarse de que elegían una misión dentro de la jurisdicción de la Atalaya.

—Solo podemos coger misiones de este tablón —señaló Kroven—. Las misiones van del rango E al D, que es lo aconsejable para un equipo recién formado.

Marvin ojeó las notas de misión situadas en la parte inferior del corcho, deseando encontrar una allí abajo y no tener que usar la escalera para buscar en las filas superiores. No obstante, ninguna misión parecía llamar su atención, ya que todas tenían una recompensa demasiado baja.

—Procurad no coger las misiones de rescate o recuperación de objetos que lleven más de un día aquí —advirtió Kroven—. Cuanto más tiempo pasa, más difícil es encontrar a objetos o Pokémon perdidos en una mazmorra. Creedme, os lo digo por experiencia.

Dicho esto, el Pokémon volador saltó en el aire y emprendió su primer vuelo en casi una semana, agitando las alas para mantenerse en el aire y poder analizar de cerca las cartas colocadas en la parte superior del tablón.

El Equipo Tormenta pasó más tiempo del que habrían querido buscando una misión para el día siguiente. No obstante, cuando iban a darse por vencidos y elegir una misión de poca monta, el Ambipom salió corriendo del despacho de Haku con un montón de cartas, y sin siquiera mirarlos comenzó a asegurarlas al tablón usando sus dos colas, agarrándose a la escalera con sus extremidades comunes.

Marvin y compañía observaron al Pokémon deslizarse ágilmente entre tablones, colocando las misiones en uno u otro dependiendo de su dificultad.

—No había visto a nadie moverse tan deprisa —dijo Cynder en voz baja.

El Ambipom terminó rápidamente y se fue sin decir palabra, bajando de la escalera de un salto. El Equipo Tormenta se aproximó de nuevo a los tablones, ahora cubiertos de un considerablemente mayor número de misiones.

Marvin echó un vistazo a las que se situaban en la parte inferior, de nuevo esperando no tener que subirse a la escalera. No obstante, eso no sucedió, ya que una misión en concreto llamó su atención casi inmediatamente.

—Chicos, mirad esto —llamó a sus compañeros.

Éstos se colocaron a ambos lados de su líder y leyeron la carta por encima.

—Es… es la misión de Nackar —dijo finalmente Kroven—. Creía que sería un encargo de rango más alto, pero… es relativamente sencillo ¿no creéis?

La petición requería encontrar unos objetos concretos en un lugar llamado Cueva Añil. Se trataba de un tipo de gemas que solo aparecían en ese territorio misterioso.

—Es sencillo —dijo Marvin— pero no podemos volver a Villa Latón. Está justo en terreno neutral, y además ya nos han tendido una trampa allí antes.

—Siempre podemos hablar con Verris, el Kecleon que lleva la tienda en el bajo de la base —explicó Kroven—. Le preguntaremos si puede hacerle llegar a su compañero los objetos mediante sus conexiones, y ya de paso recoger nuestra recompensa.

El equipo se detuvo a sopesar la proposición. La recompensa era de doscientos pokés por gema, y aquello no era algo fácil de rechazar.

—¿Cuántos pisos dices que tiene esa cueva, Cynder? —preguntó Marvin.

Tras buscar el lugar en el mapa, Cynder revisó sus datos y contestó:

—Seis. En el bajo siete hay una puerta que, según parece, te devuelve a la salida del territorio. No creo que tengamos nada que perder ¿verdad?

Marvin miró a Kroven.

—Supongo que no hace falta votar nada ¿verdad? —preguntó con una media sonrisa.

—•—

Los tres compañeros bajaron al comedor, ya que el hambre había atenazado a Cynder después de hacer los preparativos para su misión.

En el comedor había un número de Pokémon considerable, ya que la mayoría de ellos acababan de volver de una misión y estaban tomándose un tentempié.

Entre la multitud de Pokémon recogiendo comida en la barra, Marvin pudo distinguir la figura familiar de una Buizel.

—¡Winona! —llamó. La Buizel se giró rápidamente para mirarlo.

—Oh, hola Marvin —saludó, algo desganada—. Buenas tardes.

Kroven y Cynder comían despreocupadamente en la barra, así que el Mudkip tenía vía libre para hablar con su amiga.

—¿Qué tal tu misión de hoy? —preguntó.

La Buizel hizo una mueca de malestar.

—Bueno —contestó—. Mis nuevos compañeros no están mal. No hemos tardado mucho en completar el encargo, pero el camino ha sido largo y me da a mí que voy a tener agujetas mañana. ¿Qué tal tú?

—Dentro de lo que cabe, bien —contestó Marvin con una risa nerviosa—. Casi nos capturan los agentes de la Corporación, pero al final no ha pasado nada.

La Buizel abrió mucho los ojos.

—¿Estás de broma? —preguntó sorprendida— Escapar de la Corporación es algo que no hacen todos los Pokémon. Deberías estar orgulloso.

—En realidad nos salvó Miasma, un miembro del equipo de Paldus —contestó el Mudkip con modestia—. No he tenido mucho mérito, la verdad…

"Excepto por la parte en la que me salvé de la parálisis por mi cuenta" pensó para sus adentros. No consideraba oportuno hablarle a cualquiera de los poderes que (al menos según él creía) le otorgaba el Don de Sazira.

—De todas formas —concluyó Winona— es interesante. Supongo que era cuestión de tiempo que te descubrieran.

Aquella frase activó algún tipo de resorte en la cabeza de Marvin. La Corporación era consciente de su presencia, sí. Eso ya lo tenía asumido. La pregunta ahora era ¿cómo habían adquirido esa información? Paldus mencionó que sus compañeros de equipo estaban protegidos contra ataques psíquicos, pero eso no garantizaba que no podían haberlo sabido por ellos.

¿Tenían un espía en la base?

—Mañana vamos a buscar unas gemas raras —dijo Marvin, cambiando de tema—. Vamos a un sitio llamado Cueva Añil.

—Vaya, pues os deseo suerte —dijo la Buizel mientras mordisqueaba una baya—. He ido a ese sitio un par de veces y no es difícil. Para vosotros no será un problema.

La conversación fue bastante banal a partir de aquel punto. El Equipo Tormenta abandonó pronto el comedor, habiendo sus miembros saciado su hambre, y se dirigieron a su habitación para descansar un rato.

—Pinta bien eso del día libre —comentó Cynder una vez estuvieron dentro de su cuarto—. Podremos dormir hasta tarde por una vez.

—Sí, pero recuerda que el desayuno es a las ocho —dijo Marvin con una sonrisa—. No querrás perdértelo ¿verdad?

Cynder soltó un gruñido en voz baja.

—Pues cuando me acabe el desayuno me vuelvo a dormir —contestó.

—En mi primer día libre —dijo Kroven— me quedé dormido hasta las doce. El día anterior nos habíamos enfrentado a un grupo enorme de enemigos y estaba exhausto.

Marvin recordó la pérdida del equipo de Kroven, y le pareció un buen momento para preguntarle sobre ellos.

—¿Echas de menos a tu antiguo equipo? —preguntó.

El Murkrow se encogió de hombros.

—Siempre se echa un poco de menos —respondió—, pero nunca me llegué a llevar demasiado bien con ellos. Fueron una pérdida para la Resistencia, sí, pero no puedo decir que me afecte en un nivel emocional.

—¿Cómo fue? —le preguntó Cynder entonces— El ataque a Villa Plata, quiero decir.

Kroven dejó escapar un suspiro.

—Fue aterrador, a decir verdad —contestó—. Nunca había visto un incendio tan grande en mi vida, y sinceramente espero no volver a verlo jamás. Nos pilló llevando a unos Sentret a casa de su madre… estábamos en su casa cuando sucedió.

—¿Ellos escaparon? —preguntó Cynder.

—No lo sé, la verdad —respondió el Murkrow—. No llegamos a detenernos para eso. Nuestro líder nos ordenó escapar de cualquier forma que pudiéramos, y yo me fugué por la ventana después de que comenzaran a atacarnos unos agentes de la Corporación.

Los tres compañeros se mantuvieron silenciosos un rato.

—Al menos —concluyó Kroven— mi ala está casi perfecta. Mañana podré hacer trabajos de reconocimiento desde el aire.

—Oh ¿harás eso? —inquirió Marvin.

—Por supuesto —respondió el Murkrow—. Es importante saber qué hay delante de ti cuando no estás dentro de un territorio misterioso. Aun así, dentro de la cueva no podré hacer nada.

—No te preocupes —dijo Cynder, quitándole importancia—. Es más que suficiente. Por cierto ¿qué hora es?

Kroven echó un vistazo a las piedras solares, cuya luz se hacía más intensa cuando era de noche.

—Calculo que serán las seis, como mínimo —dijo—. En cualquier caso, aún quedan unas horas hasta la hora de dormir. ¿Os parece si vamos a hablar ya con Verril? Podríamos incluso parar a comprar algo interesante.

No tuvo que preguntarlo dos veces, ya que sus compañeros, tras recoger la bolsa de viaje, se levantaron de sus respectivos asientos y se dispusieron a salir.

La base estaba bastante vacía en su mayoría. Muchos de los equipos estaban descansando o todavía no habían vuelto de sus respectivas misiones. Atravesaron las áreas de entrenamiento y descanso de la Atalaya, situadas muy por debajo del nivel del mar, hasta llegar a lo que era comúnmente llamado "mercado del submundo" a causa de su localización.

Allí abajo era donde se tramitaba la compraventa de objetos, según Kroven les explicó a sus compañeros de equipo. Marvin y Cynder jamás habían pisado aquella zona de la base, lo cual podría deberse al hecho de que Rawkan, según les contó Kroven, debía bastante dinero a la red de comercio de los hermanos Kecleon.

—Este lugar es curioso —comentó Cynder, pasando la vista por el lugar. Se trataba de una inmensa cueva, con apenas algún vestigio de civilización en ella más allá de los Pokémon que la habitaban, pues no había señales de edificación en ella más allá de los soportes de las piedras solares, que brillaban con su máxima intensidad.

En la amplia caverna, varios Kecleon estaban dispuestos en diferentes mostradores, cada uno asignado a una sección. Las estanterías estaban repletas de objetos bien etiquetados con su nombre y precio correspondiente. El equipo atravesó los pasillos de la sección de esferas mágicas y se encontró con Verril el Kecleon, sentado tranquilamente tras su mostrador mientras ojeaba un panfleto.

—Buenas tardes —saludó alegremente al percatarse de su presencia— ¿Puedo ayudarles en algo?

—Buenas —saludó Marvin—. Antes de comprar nada, querríamos pedirle un favor.

Verril frunció el ceño y se inclinó un poco sobre el mostrador.

—Si planean dejar dinero a deber, quítenselo de la cabeza —respondió sin perder la educación—. Lo lamento, pero hemos tenido una serie de problemas a ese respecto y no deseamos que ocurra más.

—¡No no, en absoluto! —contestó Marvin rápidamente— Se trata de una misión para su hermano Nackar. No podemos ir a Ciudad Latón a darle los objetos que nos pidió para mañana, así que tal vez usted podría encargarse de que le lleguen y traernos la recompensa.

El Kecleon relajó su cara, sentándose de nuevo en su posición original.

—No será un problema —dijo finalmente—. Nuestra red de intercambio de objetos es rápida y efectiva. Él no ha sido capaz de comunicarse con nosotros desde hace unos días, presumiblemente a causa de la presencia de la Corporación en Villa Latón. No obstante, haremos lo que esté en nuestras patas para llevarle los objetos y recibir su recompensa.

—Muchas gracias —contestó Marvin—. Ahora nos gustaría comprar algo.

A Verril se le iluminó el rostro. Con una sonrisa, se bajó de su banqueta y los analizó desde detrás del mostrador.

—Si no me equivoco, ustedes son nuevos aquí ¿verdad? —preguntó, rascándose la barbilla— Conozco a Kroven, pero nunca los había visto a ustedes dos por aquí.

—Es verdad, hoy es nuestro cuarto día aquí —dijo Cynder, antes de añadir orgulloso—. ¡Somos el Equipo Tormenta!

—Pues, teniendo en cuenta que no suelo tener clientes a esta hora —dijo el Kecleon—, podría darles un tour por el establecimiento ¿qué les parece?

El equipo accedió encantado, y el tendero salió de su puesto para comenzar a mostrarles la mercancía.

Los miembros del Equipo Tormenta fueron llevados a través de numerosas estanterías, con el Kecleon indicándoles la utilidad de cada uno de ellos. Esferas mágicas, lazos, semillas y demás objetos pasaban por sus maravilladas vistas, cada uno más interesante que el anterior.

—¿Qué son estas cosas? —preguntó Marvin tras girar una esquina. Se encontraban en un pasillo cuyas estanterías circundantes estaban llenas de unos curiosos discos de metal de diversos colores.

—Oh, eso son máquinas técnicas —dijo Cynder—. Son objetos que permiten aprender un movimiento instantáneamente.

—Correcto —dijo el Kecleon—. Son muy útiles para poder enfrentarse a los tipos de Pokémon que normalmente les resultarían un problema. Aunque dudo que se las puedan permitir, pues la más barata ahora mismo ronda los dos mil poké.

Marvin no se preocupaba por eso, pues estaba apoyado sobre la estantería con sus patas delanteras, echando un vistazo a todas las máquinas técnicas que allí se encontraban y viendo su nombre, escrito en lenguaje Unown en sus respectivas etiquetas. Algunos, como "Energibola" o "Afilagarras" no sonaban nada fuera de lo común, pero otras como "Hiperrayo", "Ventisca" y "Electrocañón" parecían contener movimientos realmente poderosos.

—¿Cómo funcionan? —preguntó curioso el Mudkip.

—Cuando la rompes, libera el conocimiento y te permite aprender el ataque que contienen —explicó Kroven—. Yo usé una hace tiempo, y es una experiencia… curiosa, por decir algo. De repente, conoces el movimiento como si supieras usarlo desde pequeño.

Marvin soltó un soplido de asombro. "Tal vez deberíamos comprarnos unas pocas cuando tengamos dinero" pensó fascinado. "Podríamos librarnos de muchos problemas con ellas".

Continuaron el paseo, no sin que Kroven fuera recogiendo algún objeto que según su criterio les pudiera resultar útil. Al final del trayecto, el Murkrow había acumulado un total de dos esferas, tres bayas aranja y unas pocas semillas. Verril los fue pasando uno a uno por el mostrador, calculando mentalmente su precio a una velocidad asombrosa.

—Serán quinientos quince pokés —dijo el Kecleon tras hacer recuento.

Cynder sacó el dinero de la bolsa. Era una buena tajada a su cartera, pero necesitarían estar bien aprovisionados para las misiones venideras. Tras colocar las monedas sobre el mostrador, el vendedor las recogió y les entregó los objetos con una sonrisa.

—Muchas gracias por su compra —dijo felizmente—. Ojalá sean tan buenos compradores en el futuro.

Los miembros del Equipo Tormenta soltaron una carcajada. Marvin supuso que, en el futuro, podrían permitirse una máquina técnica. Quería ser lo más fuerte posible para los eventos que le depararía el destino.

El grupo abandonó la tienda y subió varios pisos hasta llegar a las oficinas centrales, donde Marvin les pidió detenerse un momento.

—¿Qué ocurre, Marvin? —preguntó Cnyder.

—Estaba pensando… —dijo el Mudkip— Quizás deberíamos repartirnos el trabajo en el equipo de forma más específica. Así nos resultaría más fácil y rápido estar listos para el día siguiente ¿qué os parece?

Sus dos amigos lo miraron un momento, y Kroven fue el primero en hablar.

—Yo podría ser el encargado de elegir las misiones ¿no crees? —preguntó— Tengo un poco más de experiencia y conozco el terreno.

Cynder, emocionado, se apuntó al nuevo plan.

—Y yo podría encargarme de los objetos y el dinero —propuso—. Soy rápido calculando y conozco bastantes objetos. Aunque, si hace falta, podéis hacerme una lista antes de ir a la consigna de Ultron para saber lo que tengo que coger.

Los tres acordaron repartirse el trabajo de aquella forma. Marvin, ya que no conocía demasiado el mundo en el que estaba, se limitaría a ser el líder en las misiones y organizar al equipo durante las mismas.

Tras depositar sus nuevas adquisiciones en el almacén, el equipo regresó a su habitación. Los tres compañeros, hartos de recorrer la base de arriba abajo, se dejaron caer sobre las butacas de la mesita central.

Marvin, aprovechando uno de los pocos momentos que tenían para descansar en su cuarto sin llegar a dormirse, expuso a sus compañeros una duda que llevaba un tiempo bulléndole en la cabeza.

—Chicos… —comenzó— Os va a parecer una estupidez, pero tengo que preguntaros una cosa.

—Adelante —lo instó Cynder—. A estas alturas, no creo que me sorprenda nada de lo que me preguntes.

—¿Quién es Arceus? —preguntó directamente Marvin— Todo el mundo habla de él como si fuera una especie de deidad… ¿es el líder de la Resistencia, o algo por el estilo?

Cynder se quedó en blanco. En su cabeza no cabía que alguien (y menos un Pokémon) no supiera quién era Arceus. No obstante, respondió casi al instante.

—No, Marvin —dijo—. Arceus es… bueno, es el creador de todo. La leyenda cuenta que creó a los dragones legendarios del espacio y el tiempo como un experimento, y a partir de ahí comenzó a dar forma al mundo y los Pokémon que lo habitan con sus mil brazos.

—Vaya —respondió Marvin—. ¡Eso es increíble! Pero, si es tan poderoso ¿por qué no detiene a la Corporación? ¿Por qué se queda mirando todo esto?

—Los dioses Pokémon —intervino Kroven— no pueden entrometerse en los asuntos mortales. Arceus lo estableció así después de que ocurriera lo que aquí llamamos "cisma terrenal".

Ante la mirada de confusión de Marvin, Kroven decidió explicárselo todo desde el principio.

—A ver —comenzó, soltando un suspiro—. Supongo que tarde o temprano tendríamos que hablarte de estas cosas. Al principio, Arceus apareció de la nada, cuando en la realidad no existía ningún otro ser, y decidió usar sus colosales poderes para crear un mundo. Nuestro mundo.

—Y los primeros Pokémon creados —interrumpió Cynder— fueron Dialga, Palkia y Giratina, los dragones legendarios…

Kroven lo detuvo alzando el ala.

—Cynder, antes de ellos hubo otro Pokémon —dijo— ¿no te han hablado de él?

Cynder, confuso, negó con la cabeza.

—Tal vez deberías dejarme explicar a mí toda la historia, entonces —dijo Kroven. El Pokémon pájaro se relajó en su asiento, dispuesto a relatar—. Aunque la creencia común es que Dialga, Palkia y Giratina fueron los primeros Pokémon creados, existió uno antes que ellos. Su nombre es Darkrai, y es considerado el primogénito de Arceus. El mismo Darkrai tenía un fragmento de su poder en él, por lo que podía crear vida, sentimientos y emociones como su padre.

Marvin y Cynder escucharon atentos esta vez, sin interrumpir. Era la primera vez que Marvin se planteaba la creación del mundo Pokémon, ya que, si sabía algo cuando era un humano, aquel conocimiento había sido totalmente borrado de su memoria.

—Dialga fue concebido entonces como el dios del tiempo —continuó Kroven— y Palkia como el del espacio. También creó a otros dioses, pero esos no nos incumben. Giratina fue creado como el guardián de las puertas del plano astral en el que estos dioses vivían, por lo que se quedó en el mundo físico que conocemos nosotros para evitar que los Pokémon mortales, que nacerían a partir de los primeros Mew, fueran a molestar a los dioses.

»Pero entonces, Darkrai lo corrompió. El primogénito de Arceus estaba celoso de sus otros hijos, así que plantó una semilla de locura en la cabeza de Giratina, con la intención de que este Pokémon, al volverse loco, causara brechas en la realidad y rompiera las propias barreras. Lo logró, pero Arceus bajó a tiempo para evitar que el mundo quedara totalmente destruido. Desterró a Giratina y le quitó a Darkrai sus poderes, dejándolo como un Pokémon normal y condenándolo a vivir para siempre entre los mortales.

»Tras este accidente, Arceus declaró que los dioses podían quedarse en el mundo mortal adoptando avatares físicos para encargarse de protegerlo y reconstruir lo que Darkrai había arruinado. Después, se fue de este mundo. Se cree que duerme en alguna parte de su plano astral, ajeno a los problemas de los mortales.

La historia los dejó a todos en silencio. Marvin, sorprendido por la intensa leyenda, le pidió a Kroven aprender más sobre el mundo Pokémon y sus deidades. Durante las horas siguientes, sus dos compañeros le hablaron de los dioses Pokémon, contándole increíbles leyendas de héroes antiguos y grandes batallas. El tiempo se les pasó volando hasta que fue hora de meterse en la cama.

—•—

Paldus se despertó en medio de la noche. Sabía que iba a despertarse. Siempre ocurría. Con cuidado, se levantó de la ancha cama, recogió su bolsa de viaje, todavía tirada sobre la moqueta, y abandonó la habitación silenciosamente. Cerró la puerta con cautela y se giró para dirigirse a su habitación.

No.

No, no quería ir a su habitación.

Ladeó la cabeza. Tal vez la sala de reuniones… sí. Era una buena idea. Tenía todavía la llave en su bolsa, así que podría entrar sin problema. Las piedras solares del pasillo brillaban tenuemente, sujetas al control de los Pokémon psíquicos que las controlaban a metros bajo tierra.

Sin hacer ruido, se dirigió hacia el final del pasillo, donde la puerta de la sala de reuniones lo esperaba como siempre.

Sin embargo, algo era diferente. Veía luz debajo de la puerta. Alguien estaba allí.

Suspiró. Solo quería sentarse un rato en una de las sillas y dejar de pensar en todo. Le daba absolutamente igual quién estuviera allí a esa hora. Abrió la puerta con un ligero empujón, preparándose para encontrarse con algún miembro de su equipo haciendo planes…

Y en su lugar, se encontró con un extraño Pokémon roedor sentado en la mesa circular que caracterizaba la sala de reuniones. El Pokémon, de hocico largo y ojos reptilianos, no parecía sorprendido con su entrada.

—Buenas noches —dijo—. Parece que hay otro más que no puede dormir ¿me equivoco?

Paldus soltó una risa cansada.

—Buenas noches —respondió, cerrando la puerta—. Estás horrible. Parece que no te has lavado la cara en varios días.

El Pokémon solo rió entre dientes.

—Es lo que tiene pasar toda tu vida debajo de un cráneo —contestó—. Tienes poco tiempo para lavarte la cara.

Paldus sonrió y se sentó al lado del Marowak sin casco, que bebía de un vaso de cerveza.

—Tú y tus incursiones nocturnas —dijo Rawkan—. ¿Cuánto tiempo vas a estar haciendo esto?

Paldus se encogió de hombros.

—El suficiente —contestó simplemente—. Creo que no le hacemos daño a nadie con esto.

El Marowak lo miró fijamente con unos ojos que Paldus rara vez veía totalmente descubiertos.

—A nadie más que a vosotros mismos —dijo, con su despreocupada voz tomando un tono más severo—. No puede ser bueno para el equipo que tengáis… ya sabes, tanto apego el uno por el otro. Acabaréis haciéndoos daño.

—No es…—comenzó Paldus, pero dejó la frase en el aire.

Rawkan no dijo nada. Estaba esperando a que su jefe tratara de explicarse.

—Ya lo hemos hablado —dijo finalmente—. Es algo más allá de la lógica ¿de acuerdo? Por Arceus, dudo que sea tan grave.

—Le estás haciendo daño —contestó Rawkan tajante—. Sabes que hace todo lo posible para no apegarse a ti. No quiere porque sabe que es arriesgado, que puede comprometer la misión… y lo entiendo perfectamente. Sé cómo eres, te conozco desde hace años, y no te paras a pensar en las intenciones de los demás.

—¿De qué hablas? —preguntó Paldus— Si no quisiera… bueno, me lo diría. O eso creo yo.

Rawkan suspiró. Dio otro trago a su cerveza y se quedó en silencio unos instantes.

—Bueno, piénsalo —dijo— El día de mañana podrías estar intentando desmentir rumores que destruirían tu reputación… o podrías estar aguantando a miles de pequeños Vulpix correteando por la base.

—Sabes que eso es imposible, Rawkan —dijo el Swampert—. Es incompatible con nuestra naturaleza.

Rawkan soltó una risa pícara.

—Lo sé —contestó—. Pero me ha hecho gracia imaginarme la estampa. Lugnos sería un buen niñero ¿no crees?

Los dos rieron. Se quedaron mirando hacia la pared, en silencio, durante unos segundos.

—Tengo más cosas en la cabeza ahora mismo —dijo Paldus entonces—. Marvin, el espía, la llegada de Raegis… todo ha empezado a avanzar de forma frenética desde que el Mudkip llegó a la base.

Rawkan asintió lentamente.

—Y está el tema de la Colina Embrujada —contestó—. Habrá que enviar más soldados allí tarde o temprano. Espero que no te moleste la sugerencia.

—En absoluto —respondió Paldus—. Yo mismo estaba pensando en preguntaros mañana por la mañana. Astrid me ha dicho que uno de los dos debería ir a hacer una revisión, al menos. Necesitamos mantener esa fortaleza bajo nuestro poder.

—Siempre y cuando no vayáis los dos —dijo Rawkan, conteniendo la risa—. La última vez que nos dejasteis solos en la base, casi causamos la segunda avenida de Arceus con el alboroto que se montó.

Paldus dejó escapar una carcajada.

—Fue… fue gracioso, sí —concluyo, recomponiéndose—. Lugnos estuvo con los nervios alterados dos días seguidos, y le tuvimos que dar otro día libre. Sigo preguntándome cómo os arreglasteis para inundar la base, sin embargo.

—Créeme, no quieres saberlo —respondió Rawkan tras dar otro sorbo a su bebida—. Fue muy desagradable. Especialmente la bronca que nos echó Elina. Nunca entendí por qué no la dejáis a ella al mando, porque en mi opinión es mucho más lista y está más preparada que Lugnos y yo juntos.

Paldus emitió uno de sus característicos gruñidos pensativos.

—Porque… a veces no me fío de Elina —comentó—. Quiero decir, es una gran guerrera y una psíquica excepcional, pero a veces le falta un poco de corazón. En ocasiones, cuando hablo con ella, me da la impresión de estar hablando con una máquina que se mueve por impulsos. Además, Lugnos y tú hacéis buena pareja.

—Jaja, muy gracioso —contestó el Marowak en tono burlón. Con un último sorbo, se terminó su cerveza y se levantó de la silla. Hizo un par de estiramientos y miró a su jefe—. Me voy a intentar dormir. Que pases una buena noche. Y… por favor, piensa en lo que te he dicho.

Paldus asintió simplemente. Ni siquiera le deseó las buenas noches a su subordinado, que abrió la puerta y se marchó sin hacer mucho ruído. El Swampert se quedó sentado en la habitación, sin moverse un ápice.

—•—

El sombrío y alto Pokémon se acarició la barbilla, todavía confuso. No sabía qué pensar acerca de su situación actual.

—Está vivo —dijo, con una profunda e intimidante voz— Está… está vivo. No puedo creerlo. Todos estos años… creí haber estado luchando por una causa perdida.

Un gruñido de aprobación le llegó desde el otro lado de la cabaña. El extraño Pokémon pájaro que se hallaba de pie allí asintió con la cabeza.

—Lamento no habértelo dicho —dijo éste—. El tiempo es algo delicado y no debe ser perturbado de ninguna forma. Ahora puedes retomar tu misión original.

—¿Debo encontrarlo, maestro? ¿Debo traerlo ante ti? —preguntó el primero, dudoso.

—No —contestó el pájaro rotundamente— Todavía no. Pero vigílalo, pues se avecina tormenta. En el momento en el que todo colapse sobre él… debes estar allí.

—Debo encontrar al guardián primero, maestro —dijo el Pokémon oscuro—. Necesito conocer el plan a la perfección.

—Soy consciente —admitió su maestro—. Aprovecha el regalo del tiempo. Ve y encuéntralos. A los dos. Son necesarios para completar el plan.

—Sí, maestro. Tras tantos años, mi cometido finalmente tiene sentido.

El Pokémon oscuro abandonó la habitación. El cielo nocturno era el único techo que necesitaba. La luna llena resplandecía en el cielo, apenas cubierta por las nubes.

Era el momento de comenzar a trabajar.

Y había mucho que hacer.



Nota del autor (2-IV-2016): Aunque estoy intentando subir un capítulo mensual, he decidido subir éste pronto, pues el siguiente capítulo será un "capítulo especial" y no hablará de los personajes protagonistas, sino que, al estilo de Pokémon Mundo Misterioso: Exploradores del Cielo, se centrará en un personaje secundario o recurrente para expandir su personalidad y el mundo que lo rodea. Gracias por leer, y un saludo.

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De hecho, es un Budew, pero siempre confundo a esos dos Pokémon. Gracias por puntualizar el error, ya está corregido.

20
Capítulo 9: LA TRAMPA

—… y entonces, de entre las sombras ¡salió un enorme y amenazador Golurk de más de tres metros! —narraba Kroven, entusiasmado— Por supuesto, yo no tenía miedo, pero el resto de mi equipo estaba paralizado de puro terror. El Golurk alzó los brazos al cielo ¡unos brazos enormes!

Nary soltó una exclamación de asombro. El pequeño Budew se encogió un poco cuando el Murkrow levantó las alas hacia el cielo, evocando el pensamiento del enorme Pokémon golem.

—¿Y… y qué pasó entonces? —preguntó, curioso.

Unos pasos más adelante, Marvin y Cynder charlaban acaloradamente, vigilando el frente. Aunque el territorio misterioso no era excesivamente grande o peligroso, su pequeño protegido era extremadamente susceptible a los ataques venenosos de los Pokémon Bicho que habitualmente habitaban el Risco Colmena.

—Se lo está pasando bomba con Kroven —dijo Cynder, echándole una mirada de reojo a su nuevo compañero de equipo—. Y menos mal, porque soy muy malo con los niños.

Marvin sonrió, sin contestar. El territorio, un pedregoso descenso con incontables madrigueras de Pokémon salvajes entre sus hendiduras, le resultaba mucho más placentero que cualquier otro en el que había estado. Aunque el aire pesado y agobiante típico de los territorios misteriosos seguía vigente, resultaba mucho más placentero estar allí que en un claustrofóbico bosque o una oscura cueva.

El pasaje se hacía más estrecho con cada sector que atravesaban, aunque nunca les interrumpía la visibilidad. Aunque el camino había sido un agradable paseo comparado con el infierno que habían sufrido en los Jardines Meloc, podían notar las miradas de los Pokémon salvajes, que los vigilaban desde sus escondrijos.

—Y no estamos teniendo muchos problemas con los insectos —comentó Marvin despreocupadamente.

—Sí, salvo aquel Scyther que salió de la nada y casi me decapita de un sablazo —añadió Cynder arqueando una ceja.

Marvin, ignorando totalmente el comentario de su amigo, lo golpeó con el hombro.

—¡Deja de quejarte y mira! —exclamó— Ya hemos llegado al final del territorio.

—¿Hemos llegado? —canturreó Nary. El Budew correteó hacia donde estaban Marvin y Cynder, contento.

—Sí, Nary —contestó Cynder, sonriendo—. Ya hemos llegado al final del territorio.

—Menos mal —suspiró Kroven, que se había unido al grupo—. Me estaba volviendo paranoico con tantos ojos mirándonos.

El equipo salió rápidamente del territorio, dejando que el aire fresco del exterior llenara sus pulmones. En la distancia, tras una cuesta repleta de rocas y algún que otro árbol, se podía ver Villa Latón, donde el padre de Nary los esperaba para darles la recompensa.

—Ya queda poco, Nary —dijo Kroven, quien se había ganado la confianza del Budew—. En un poco podrás ver a tu padre.

La madre del pequeño Pokémon Planta, que se había quedado en casa recogiendo las cosas, les había explicado que se mudaban a una nueva casa en Villa Latón por miedo a que la Corporación fuese a arrestarlos por colaborar con la Resistencia. La villa era territorio neutral, y no serían asociados con la Resistencia si permanecían allí.

Mientras comenzaban su descenso, Marvin se paró a pensar en su Don. Aunque era consciente de su presencia en todo momento, no había tenido oportunidad de volver a usarla.

"¿Funcionará solo bajo determinadas circunstancias?" se preguntaba, mientras se preocupaba de no tropezarse con alguna piedra del terreno. "A lo mejor no funciona contra determinado tipo de enemigos".

Estuvo inmerso en sus pensamientos durante toda la bajada, que se le hizo muy corta. Al llegar abajo, Cynder y Marvin tuvieron que aguardar un momento a que Kroven terminara de descender. El Murkrow no se separaba de Nary, temeroso de que su pequeño cliente pudiera hacerse daño. No obstante, ambos llegaron abajo sin problema.

Villa Latón era algo diferente al resto de poblaciones en las que Marvin había estado. Para empezar, estaba amurallada, dejando solo una entrada para el paso de los Pokémon. Además, la ciudad parecía considerablemente más vigilada, al estar en territorio neutral. Un regio Fraxure guardaba la entrada que quedaba justo enfrente de ellos.

El equipo atravesó la puerta y entró en la ciudad. Tras poner un pie en su interior, pudieron apreciar la cantidad de Pokémon que caminaban por el lugar en el que estaban, que parecía ser una plaza.

—Esto es más grande de lo que me esperaba —comentó Marvin—. Nary ¿sabes llegar a casa de tu padre desde aquí?

El Budew echó una rápida mirada por el lugar, ubicándose unos instantes.

—Creo que sí —dijo tímidamente—. Solo he estado un par de veces en la casa nueva, pero creo que sé llegar desde aquí.

El equipo siguió al pequeño Budew por las amplias calles de la ciudad, por las que se podían observar caminando todo tipo de Pokémon de distintos tipos y tamaños. Las casas, la mayoría de ellas de piedra y madera, reflejaban esto, al ser también increíblemente variadas en cuanto a forma y diseño, dada la cantidad de Pokémon distintos que debían habitarlas.

—¡Caray, este sitio está muy animado! —exclamó Cynder— Y parece que hay algunas tiendas interesantes. Marvin ¿crees que podríamos parar en alguna?

—Claro, por qué no —respondió Marvin algo ausente, todavía dándole vueltas al asunto del Don.

Las calles pavimentadas con piedra eran anchas y bastante similares entre ellas, lo que hacía que Marvin se preguntara si serían capaces de encontrar el camino de vuelta. Antes de que pudiera preocuparse por eso, sin embargo, Nary se detuvo en frente de una casa de madera con un pequeño jardín. Kroven abrió la vaya de la casa, notando la asuencia de brazos del Budew, y le dejó pasar.

—Quédense aquí, señores exploradores —dijo el pequeño Pokémon antes de dirigirse a la puerta.

Con sus torpes pero firmes movimientos, el Budew llegó hasta la puerta de la casa, que era como mínimo dos veces más grande que él. La golpeó dos veces valiéndose del capullo que sobresalía de la parte superior de su cabeza.

Tras unos instantes, un Breloom abrió la puerta y lo saludó cordialmente.

—Veo que has llegado sin problemas, cariño —dijo el Breloom, pasándole una pata por la espalda. Luego, levantando la cabeza y viendo al Equipo Tormenta, añadió—. ¿Son esos los que te han traído?

El Budew asintió y su padre se acercó al equipo, saludando a sus miembros con una moderada reverencia.

—Muchas gracias por traer a mi pequeño a su nueva casa —dijo finalmente—. Mi nombre es Acrell.

—Encantados de conocerle, señor —respondió Marvin—. Yo me llamo Marvin, y estos son Cynder y Kroven. Somos el Equipo Tormenta.

—Su hijo se ha portado muy bien —añadió Kroven—. Es muy valiente.

—No lo dudo —contestó Acrell—. ¿Queréis pasar? Tengo la recompensa lista. Y también una ensalada de bayas, por si os apetece llenaros el estómago. Va a ser la hora de comer.

Sin pensarlo dos veces, el equipo siguió al Breloom al interior de la casa.



—¿Quién se ha muerto? —preguntó Lugnos a la multitud que se detenía en la sala comunal del Equipo Esmeralda.

La respuesta del grupo fue un silencio acusador e incómodo. Elina y Astrid, ambas sentadas en la misma posición alrededor de la mesa de estrategias, le echaron una mirada de desdén. En uno de los bancos, Rawkan se apoyaba con ambas manos sobre el mango de su nuevo sable de hueso. Lugnos suspiró.

—Ya veo que no estáis para bromas —dijo, resignado—. En fin ¿qué ha pasado aquí? Vi a Paldus bajando a toda velocidad y no me ha querido ni contestar.

Elina le señaló con la cabeza uno de los bancos, el más alejado de la mesa. En él, un Timburr de aspecto afligido se sentaba solitario, con la mirada fija en el suelo. Ni siquiera se había inmutado ante la entrada del Ampharos.

—Nigru —dijo Elina, refiriéndose al Timburr— acaba de contarnos algo muy preocupante. Ayer por la tarde, cuando volvió de su exploración, un Pokémon de nuestra organización le entregó una carta con una misión.

—¿Una carta? —Lugnos frunció el ceño— ¿Y qué problema hay con eso?

—Era una misión para el Equipo Tormenta —respondió la Espeon—. Concretamente una con destino en Villa Latón. El problema es que creemos que intentan tenderles una trampa.

Lugnos abrió mucho los ojos.

—Ahora entiendo por qué Paldus salió corriendo a toda velocidad —comentó—. ¿Cómo descubristeis eso?

—Fue a hablar con Paldus cuando se dio cuenta—contestó Elina—. Al parecer, Haku le entregó la carta diciéndole que se trataba de una "misión especial" para el equipo, pero la mente del propio Haku dice lo contrario. Alguien quería que el Equipo Tormenta estuviera en Villa Latón hoy por la mañana. Nigru se dio cuenta de que era falsa cuando subió a registrar su propia misión y le preguntó a Haku sobre la carta.

—¿No puede estar confundido? —inquirió Lugnos, confuso— Podría haber sido otro Beartic.

Elina negó rotundamente con la cabeza.

—He leído sus recuerdos —sentenció—. Era él. Lo único que tiene sentido es que, quien quiera que sea el infiltrado, haya modificado los recuerdos de este Pokémon para que tendiera la trampa…

—Tal vez estás presuponiendo —dijo Lugnos—. ¿Y si no era algo malintencionado?

—¿Por qué si no habría entregado una carta a espaldas del consejo y del propio Haku un Pokémon? —preguntó retóricamente Rawkan, que no había abierto la boca desde la entrada de Lugnos.

El Ampharos se lo pensó un momento, dándole vueltas a la historia en su cabeza. Era cierto, no tenía sentido.

—Supongo que dudar de Haku está fuera de lugar ¿verdad? —preguntó— Nadie podría haber modificado sus recuerdos a causa de su entrenamiento contra ataques psíquicos. Lo que realmente me preocupa es que estos sucesos revelan que alguien sabe que Marvin tiene el Don.

Elina asintió.

—Además, tenemos que tener en cuenta que la capacidad de modificar recuerdos quiere decir que nos enfrentamos a un psíquico de rango cinco o mayor —explicó Elina, con un sutil cambio de tono en su voz—. Eso iguala o supera mis capacidades, lo cual es bastante preocupante.

Rawkan dejó su sable sobre el banco y comenzó a hablar de nuevo.

—Metagross, Slowking, Alakazam, los dragones del eón… —dijo— La mayoría de los Pokémon de ese rango son demasiado poco discretos como para infiltrarlos aquí. Tendría sentido que hubiera sido algo más pequeño. Como un Hypno, por ejemplo.

La estancia se quedó en silencio tras las palabras del Marowak.



El Equipo Tormenta había degustado una deliciosa comida por cortesía de Acrell, y ahora se paseaba por la feria de Villa Latón, sus miembros fascinados por la cantidad de artículos interesantes que se exponían en los numerosos puestos repletos de Pokémon que anunciaban sus gangas en voz alta para atraer clientes.

—¿Crees que podríamos comprar algo de por aquí, Marvin? —preguntó Cynder—. No he visto muchos de los objetos que se venden aquí en mi vida.

—Pues si no los has visto, podrían ser un timo —respondió Marvin, asomando la cabeza entre la multitud tanto como su posición cuadrúpeda se lo permitía—. Además, no podemos gastar mucho dinero por el momento. Quiero ahorrar.

Cynder asintió en silencio sin dejar de mirar los variados objetos que adornaban los puestos.

De repente, una voz se alzó entre el resto.

—¡Eh, ustedes! ¡Kroven y compañía! —gritó una voz.

Marvin se giró inmediatamente hacia el origen de la voz, al igual que sus compañeros. La llamada provenía de un tenderete en el que se sentaba un Kecleon de color púrpura. El Pokémon les hizo señales para que se acercaran.

El grupo se aproximó al puesto del Pokémon con discreción. El Kecleon miró a ambos lados antes de dirigirse a ellos.

—Parecen ustedes unos jóvenes exploradores —dijo—. ¿Saben quién soy yo?

Los miembros del Equipo Tormenta miraron a Kroven, que parecía conocer al Pokémon.

—Eres uno de los hermanos Kecleon —respondió, algo sorprendido—. Nackar, si no me equivoco. Nos conocimos en la Atalaya.

—¡En carne y hueso! —respondió Nackar—. Quería preguntarles una cosa, aprovechando que me encuentro a una cara conocida por aquí…

El Kecleon rebuscó un poco entre las cajas de su puesto, cambiándolas de sitio hasta encontrar un sobre bajo una de ellas.

—Esto —explicó, levantándolo en el aire— es una carta de misión. La Corporación de Inteligencia nos tiene fichados, así que no podemos enviarla a la Atalaya de ninguna forma. Si pudieran asegurarse de que llegue a los tablones de la oficina central, les estaría muy agradecido.

Cynder recogió el sobre y comprobó que tenía la firma del Kecleon en el exterior.

—No se preocupe, señor —dijo Marvin—. Le daremos la carta directamente a Haku.

—¡Excelente! —exclamó Nackar—. Pueden llevarse esto como agradecimiento por sus servicios.

El Kecleon cogió un par de bayas aranja de una de las cajas y las colocó delicadamente sobre la mesa.

—Gracias, señor Kecleon —respondió Cynder, recogiéndolas y guardándolas en la bolsa—. Estoy seguro de que nos vendrán bien en nuestras aventuras.

Nackar sonrió despreocupadamente.

—No hay de qué, pequeño —contestó—. Es un alivio ver que la Atalaya sigue reclutando a Pokémon tan…

El vendedor se quedó en total silencio. Se inclinó hacia delante para decirles algo en voz baja.

—No se giren —indicó en un susurro—. Con cuidado y en silencio, escóndanse detrás del puesto. Ocúltense lo mejor que puedan entre las cajas.

A Marvin le recorrió un escalofrío. Solo podía haber un motivo para una reacción así: la Corporación andaba cerca. Más de lo que creían, de hecho.

Liderados por Marvin, los miembros del Equipo Tormenta se agacharon y rodearon el puesto, abriendo la pequeña puerta de madera para poder colarse en su interior.

Con todo el sigilo que pudieron, se acomodaron entre las cajas que el Kecleon mantenía tras de sí. Luego, Cynder arrastró otras dos por el suelo para taparlos desde todos los ángulos, dejando tan solo un punto desde el cual alguien los podría ver: desde arriba.

—Buenos días, excelentísimo señor Gront —oyeron decir al Kecleon—. ¿Qué desea comprar hoy?

—No me hagas la pelota —dijo una voz rasposa y desagradable—. Hace un momento había un Mudkip aquí en tu puesto. ¿A dónde ha ido?

Marvin se quedó de piedra. Lo sabían. La Corporación lo sabía. Conocían su don.

—No me gusta dar información sobre mis clientes —dijo Nackar, manteniendo la compostura de una manera impresionante—. Lamento no poder ayudarle.

Sintieron el temblor del golpe que Gront había dado contra el puesto.

—No estás en la mejor posición para ocultarme cosas, Nackar —gruñó—. Te recuerdo que puedo enviarte a las prisiones de Obsidia en cualquier momento. Sabiendo esto, te lo preguntaré otra vez ¿a dónde ha ido el Mudkip?

Marvin contuvo el aliento. El mundo se paralizó a su alrededor mientras aguardaba la respuesta de Nackar. El Kecleon parecía estar titubeando, pues no respondió inmediatamente.

—Er… se han ido hacia allí —respondió finalmente—. Me preguntaron si tenía petreosferas, así que asumo que habrán ido a buscar alguna de esas.

Gront soltó un prolongado gruñido.

—Bien —contestó—. Mientas o digas la verdad, más te vale que encontremos a ese Mudkip antes del anochecer, o te vas a meter en serios problemas. Tengo una patrulla aquí, así que espero que no pienses en largarte.

Marvin soltó un silencioso suspiro al oír al Pokémon alejarse del puesto. Unos segundos más tarde, la cabeza de Nackar asomó por el hueco entre las cajas y los miró preocupadamente.

—Parece que están buscándole específicamente a usted —le dijo a Marvin, frunciendo el ceño—. Yo no me quedaría mucho tiempo en este pueblo si fuera usted. ¿Qué ha hecho para que lo busquen con tanto ahínco, de todas formas?

Marvin miró a sus compañeros antes de devolverle la mirada al Kecleon.

—Es… una larga historia, señor —dijo finalmente—. No creo que sea buena idea ponernos a hablar de eso ahora.

El Kecleon asintió. Tras comprobar que no había ningún agente de la Corporación en las inmediaciones, apartó una de las cajas, dejando salir a los tres Pokémon.

—Más les vale ir con cuidado —advirtió—. Es probable que tengan un número grande de agentes buscándoles.

Marvin asintió con la cabeza.

—Muchas gracias por ayudarnos a escondernos —dijo Kroven, saliendo de entre las cajas—. No sé qué habríamos hecho sin su ayuda.

Nackar les sonrió algo afligido.

—No es un problema —contestó—. Apoyo a la Resistencia en todo lo que puedo. Ahora deben centrarse en salir de aquí sigilosamente y sin ser detectados. Aléjense de la plaza y caminen solo por los callejones.

—¿Qué va a pasar con usted cuando se den cuenta de que hemos escapado? —preguntó Cynder, preocupado por el Kecleon.

—Gront habla mucho —respondió este— pero no va a hacerme nada. Le conozco desde hace años: amenaza a todo el mundo, pero rara vez hace daño a un Pokémon. Ustedes preocúpense por salir de aquí, anda.

Tras una breve despedida, los tres Pokémon se alejaron del puesto, tratando de camuflarse entre el gentío.

—Lo peor de todo esto —comentó Cynder— es que no tenemos ni idea de cuales de estos Pokémon pueden estar buscando a Marvin. Estamos escapando de un enemigo invisible.

Marvin ignoró casi totalmente el comentario. Estaba demasiado ocupado intentando concentrarse en huir hacia un callejón sin mirar hacia los lados o darse la vuelta. El corazón le latía como si fuera a salir disparado de su pecho en cualquier momento, y pudo notar una pesada gota de sudor deslizándose lentamente por su mejilla. Tenía miedo. Mucho miedo.

"No puedes perder los nervios ahora" se dijo a sí mismo, en un inesperado intento de calmarse por parte de su cerebro. "Tienes mucho que hacer. No puedes flaquear ahora, porque eso solo logrará que te capturen". Estas palabras lo ayudaron a tranquilizarse. El miedo seguía ahí, pero había pasado a un segundo plano para dar paso a la determinación de sobrevivir.

Sus compañeros, ajenos al ataque de pánico que Marvin estaba a punto de sufrir, miraban de reojo a los Pokémon con los que se cruzaban, con los músculos tensados en todo momento. Cualquiera podía ser un agente, y debían estar preparados para enfrentarse a ellos.

Al doblar la esquina en un callejón, los tres se apoyaron contra la pared. Kroven se aseguró de que nadie los estaba siguiendo.

—Eso ha sido intenso —dijo Cynder—. Todavía siento una llama danzando en mi estómago de la tensión…

Kroven, sin embargo, no dijo nada. Tras su vistazo preventivo, se acercó a Marvin y lo miró arqueando una ceja.

—Antes de continuar —dijo, curiosamente relajado— necesito preguntarte algo, Marvin. ¿Hay algo que deba saber y de lo que no se me haya informado? Porque no me parece normal que la Corporación ande buscándote precisamente a ti con tanto brío.

Se hizo el silencio en el pequeño calejón. Marvin miró a Cynder inmediatamente. Su amigo se encogió de hombros, sin decir una sola palabra.

—Supongo que… he sido un poco prepotente —respondió Marvin—. Sí, Kroven. Te hemos ocultado algo. Pero tienes que confiar en mí un rato más, porque ahora no es el mejor momento para ponernos a hablar de ello.

Kroven miró a un lado, pensativo.

—Supongo que tienes razón —concordó—. Pero para eso tenemos que salir de aquí sin ser capturados. La puerta de la ciudad no está lejos, pero tendremos que ponernos un poco más a la vista si queremos escapar.

—Un poco tarde para eso, diría yo —dijo una voz.

Los miembros del Equipo Tormenta se pusieron en posición de combate casi al instante.

En la esquina del callejón, un Sneasel dibujaba en su rostro una socarrona sonrisa.

—Es un placer —dijo—. Me alegra haberos encontrado antes que esos brutos de la Corporación. Así podré divertirme un poco antes de llevarme al Mudkip.

Cynder se puso delante de Marvin, con su espalda soltando enormes chispas llameantes.

—¡Tendrás que pasar por encima de mí para llevártelo! —gritó.

El Sneasel, rápido como un rayo, asestó un potente arañazo a Cynder, que no vio venir el golpe hasta que fue demasiado tarde. El Cyndaquil cayó derribado a un lado del callejón.

—No os humilléis intentando defenderlo, por favor —dijo—. Solo quiero enfrentarme a él. No necesito meterme con otro par de inútiles.

Nada más acabar la frase, recibió un repentino disparo de humo negro en la cara. Cynder, que ahora se levantaba a duras penas a causa del golpe, estaba produciendo una pantalla de humo desde la punta de su nariz.

Marvin aprovechó la distracción para arrojar un proyectil de agua hacia el Sneasel, que cayó contra una de las paredes del callejón.

—¡Me estáis enfadando! —gruñó, levantándose—. No quería tener que hacer esto, pero voy a tener que jugar sucio. ¡Burgull, sal de ahí!

Antes incluso de poder reaccionar, Marvin recibió un potente puñetazo eléctrico en un costado, siendo lanzado hacia la misma pared que su adversario.

—Hola, enano ¿te acuerdas de mí? —rió el Electabuzz que salió de entre las sombras—. Vamos a ver si eres tan valiente esta vez.

Marvin trató de levantarse, pero notó que su cuerpo no reaccionaba. Estaba paralizado. Aterrorizado, vio como Burgull se le acercaba entre risas. Kroven trató de detener su avance, pero el Pokémon eléctrico lo derribó con un rayo, tendiéndolo en el suelo.

—¿Q-qué hacéis vosotros aquí? —preguntó Marvin, confuso y asutado. Le costaba articular las palabras a causa de su estado de parálisis.

—La Corporación nos ha encargado encontrarte —respondió el Sneasel, riendo entre dientes—. Bueno, a nosotros y a otros muchos. Pero eso no viene al caso ahora.

Con maestría y apenas sin inmutarse, el Pokémon siniestro esquivó una llama que Cynder había lanzado como medida desesperada.

—Encárgate del Cyndaquil —ordenó el Sneasel a Burgull—. Quiero hablar con el Mudkip.

Burgull asintió y se dirigió corriendo hacia el Pokémon de fuego. Marvin lo perdió de vista, pues al no poder girar la cabeza, era incapaz de ver qué estaba ocurriendo entre su amigo y el Electabuzz.

—No sé qué tienen contra ti los miembros de la Corporación —dijo—, pero la verdad es que esto reconforta. Sé que fuiste tú el que detuvo nuestra operación en las Ruinas Virmis. Así que esto no es solo un encargo… es algo más personal. ¿Y sabes qué? Que es delicioso. Vas a aprender qué pasa si te metes con Nysel. Después de entregarte a la Corporación, tus amigos van a recibir un tratamiento especial…

La desagradable sonrisa en el rostro de Nysel le puso a Marvin la carne de gallina. La ira se apoderó de su cuerpo. Quería moverse, quería levantarse y destrozar los dientes perfectos de aquel Sneasel. Y entonces, lo sintió.

"Despierta".

"Despierta, Marvin".

Un poderosísimo flujo de energía comenzó a recorrer su cuerpo. Marvin dejó de escuchar la voz del Sneasel, aunque veía sus labios moverse. Sintió cómo la ira ardía en su interior… y cómo su cuerpo reaccionaba de nuevo. Con un movimiento súbito, lanzó un puñetazo a la cara de Nysel, lanzándolo en la dirección contraria. El Pokémon, que no se había visto venir el golpe, se tambaleó.

—O puedes callarte la boca y enfrentarte a mí —dijo Marvin, furioso aunque impresionado por su espontánea demostración de resistencia.

Nysel, tras unos instantes de comprensión, se arrojó contra Marvin cargando una energía negra de aspecto peligroso en sus garras.

Y entonces, un destello blanco pasó a toda velocidad entre ambos, y el Senasel acabó arrojado contra uno de los muros del callejón. Marvin, completamente ignorante de lo que acababa de ocurrir, se echó para atrás. ¿Era acaso éste un miembro de la Corporación?

El destello volvió a aparecer, pero esta vez para derribar a Burgull, que combatía fieramente contra Cynder. El Pokémon de fuego mostró la misma expresión de sorpresa que Marvin puso cuando le ocurrió a él.

De pronto, Marvin sintió el efecto del puñetazo eléctrico de nuevo. Se quedó tieso en el sitio, justo como lo había estado segundos antes. Su inusual resistencia a la parálisis se había desvanecido por completo. Cynder se acercó a él, mirando hacia todos lados y esperando que su nuevo y desconocido enemigo tratara de ejecutar otro ataque.

No recibieron ataque alguno, sin embargo, pues una extraña y alta Pokémon blanca se materializó frente a ellos. Presentaba una extraña cuchilla triangular en su pecho, y sus brazos y cabeza eran de color verde. La parte superior de su esbelta figura estaba cubierta por lo que parecía ser un ligero vestido que se fundía con su cuerpo.

—No os preocupéis —dijo, con una monótona y tranquila voz—. No os haré daño.

La Pokémon se dirigió hacia Marvin y se arrodilló en frente de él, pasándole un brazo por el cuerpo. Una curiosa luz rosa pasó por su brazo y recorrió todo el cuerpo del Mudkip, que sintió cómo la parálisis iba desapareciendo poco a poco.

—¿Quién eres? —balbuceó Marvin, todavía recuperando la movilidad en sus labios.

—Mi nombre es Miasma —dijo con un dulce tono de voz, sin apartar la vista de Marvin—. Soy una Gardevoir, y vuestra aliada. Paldus me ha enviado a rescataros.

Sin mediar palabra, la Pokémon se levantó y se dispuso a hacer lo mismo con Kroven, que yacía a unos pasos de ellos.

—Vuestro compañero… se pondrá bien —explicó tras examinarlo y sondearlo con la misma luz rosa que había usado con Marvin—. Ha recibido un voltaje enorme para ser un Pokémon volador, pero es fuerte. Sobrevivirá.

El Murkrow abrió los ojos, recibiendo el poder curativo de la Pokémon psíquica.

—Pero… —inquirió entonces Cynder— ¿cómo sabía Paldus que estábamos en peligro?

La Gardevoir lo miró a los ojos unos instantes antes de responder.

—No lo sé —contestó simplemente—. Vino en busca de mi ayuda a toda velocidad, y apenas recibí explicaciones acerca de las causas de mi misión. Os detecté usando mis poderes psíquicos y vine lo antes posible. Lamento no haber llegado un poco antes.

—No pasa nada —dijo Marvin—. Estamos muy agradecidos de que hayas aparecido, de veras… No me siento en posición de reprocharte no haber llegado antes.

Misama sonrió. Se levantó, invitando a Kroven a hacer lo mismo. El Murkrow, aunque despacio, logró incorporarse y ponerse en pie.

—No he llegado tarde, después de todo —dijo.

—¿Y qué pasa con ellos? —preguntó Cynder, señalando al debilitado Nysel— ¿No deberíamos llevárnoslos a la Resistencia.

La Gardevoir negó con la cabeza.

—No he recibido órdenes de llevármelos —explicó—. Mi prioridad es sacaros de aquí, y eso pienso hacer. Preparaos, vamos a teletransportarnos.

Cynder cogió rápidamente a Marvin del hombro. El Mudkip lo miró extrañado.

—Para poder teletransportarnos todos juntos, tenemos que estar en contacto —explicó brevemente.

El Mudkip asintió en señal de comprensión. Miasma, cogiendo a Kroven con una mano y a Cynder con la otra, comenzó a cargar su poder psíquico. Un blanco destello lo envolvió todo, y Marvin sintió como si su cuerpo flotase durante unos instantes. Cuando la sensación desapareció, se encontraban en una acogedora estancia de madera y piedra, reminiscente a su habitación en la Atalaya. Lo primero que pudieron ver en la habitación fue a Paldus, que parecía bastante impaciente. A su alrededor se congregaban Elina, Astrid, Rawkan y Lugnos.

El Swampert notó inmediatamente la presencia de los recién llegados, pues el resplandor los había acompañado.

—¡Gracias a Arceus que estáis bien! —exclamó, acercándose a ellos— Muchas gracias por tu aporte, Miasma.

—No hay de qué, Paluds —contestó ella con modestia—. Es mi trabajo.

El Swampert dirigió su atención hacia los miembros del Equipo Tormenta.

—¿Os han atacado? —interrogó al ver el aspecto maltrecho de los tres.

—Nos atacaron unos criminales —dijo Marvin—. Al parecer estaban colaborando con la Corporación.

Paldus se llevó una mano al mentón, pensativo.

—Parece que ya lo tenían planeado de antemano… —murmuró.

A Marvin, no obstante, le picaba la curiosidad.

—¿Cómo sabíais que estábamos en peligro? —preguntó inmediatamente.

—Os tendieron una trampa —intervino Elina—. Filtraron una carta de misión para que la cogierais específicamente vosotros. La carta en sí era auténtica, pero la Corporación quería pillaros en Villa Latón hoy. Se aprovecharon de la inocente petición de alguien para intentar capturaros.

—A todo esto ¿quién recogió la misión? —interrumpió abruptamente Astrid.

Cynder y Marvin miraron a Kroven. El Murkrow se encogió en su sitio, algo cabizbajo.

—Er… fui yo —respondió—. Me la dio un Timburr… me dijo que era una misión especial para nosotros, pero que no podía contárselo a nadie hasta que estuviera cumplida.

Marvin lo miró afligido. El Murkrow había sido manipulado para tenderles aquella trampa. Paldus asintió, todavía algo perdido en sus pensamientos.

—Tiene sentido —dijo—. El Timburr fue el que nos ayudó a averiguar que se trataba de una trampa. Procurad… procurad no volver a aceptar ese tipo de misiones a menos que os la de un miembro oficial del Consejo ¿de acuerdo?

Los tres asintieron casi al unísono. No dudarían un instante en tomar precauciones tras el enorme peligro al que se habían enfrentado aquel mediodía.

—Ahora el problema es otro —dijo Elina—. Nos enfrentamos a un psíquico de alto nivel. Ha modificado los recuerdos de la mente débil del Timburr para hacerle creer que Haku le dio la misión.

—Sea quien sea nuestro psíquico —intervino Lugnos—, no atacará de nuevo a corto plazo. No cuando su primer plan ha fallado. Tenemos tiempo para intentar descubrirlo mientras no trata de tender una nueva trampa. De todas formas, este personaje conoce a Marvin. No os recomendaría volver al territorio neutral, ni mucho menos adentraros en el enemigo.

—Será mejor que solo hagáis misiones en territorio aliado, chicos —dijo Paluds, dirigiéndose de nuevo al equipo de Marvin—. Y ahora, si no es molestia, registrad la misión y haced lo que tengáis que hacer. Tenemos mucho que planear.

Los tres chicos abandonaron la estancia. Cynder la reconoció como la cámara de teletransporte y les indicó la salida a sus compañeros.

—Bueno —dijo Kroven mientras subían las escaleras—. Creo que os merecéis una disculpa. He sido un ingenuo con el tema de la carta… no volverá a suceder.

—No te culpes, Kroven —contestó Cynder detrás de él—. No tenías forma de descubrir que se trataba de una trampa.

—Además —añadió Marvin, que lideraba la marcha—, yo te debo unas cuantas explicaciones. Vamos a registrar la misión y guardar los objetos. Tenemos que hablar largo y tendido sobre… bueno, ya te lo explicaré cuando lleguemos.



—No sé qué decir, Elina… —murmuró Astrid mientras caminaba por uno de los pasillos del piso superior de la Atalaya, al lado de su confidente. Tras abandonar la cámara de teletransportes, las dos se dirigían al despacho de la Espeon para recoger unos libros—. Lleva unos días muy raro. Sabes que no me gusta llegar a estos extremos, pero… tengo la sensación de que me oculta algo.

—No voy a leer su mente, si es lo que estás insinuando —contestó tajante la Espeon, bajando la voz—. Confío en que, sea lo que sea lo que está pasando por su cabeza, no nos resulte un problema. A decir verdad, yo creo que está emocionado a causa del asunto del Don de Sazira. Apenas habla de otra cosa conmigo.

La Ninetales plateada soltó un sonido de hastío, pero no respondió. Elina, alejándose de su frialdad matemática, añadió:

—Sabes que te quiere mucho. No te ocultaría algo si no fuera estrictamente necesario, y hasta entonces tendría buenas razones para hacerlo. Creo en su buen juicio.

Astrid se detuvo. Elina paró unos pasos más dalenate, girándose para mirar a su vieja compañera a los ojos.

—Sabes algo ¿verdad? —preguntó simplemente Astrid.

La Espeon inclinó la cabeza.

—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó a su vez con una inquisitiva mirada— Jamás he leído la mente de alguien del equipo y tú lo sabes.

—No te hace falta leer su mente —contestó Astrid—. Él pudo habértelo contado. Últimamente no hacéis más que hablar.

Elina dio unos pasos, acercándose a su compañera.

—Si me lo hubiera contado —dijo lentamente— tú ya lo sabrías. Al fin y al cabo, siempre te lo cuenta todo ¿no es así?

Astrid no pudo evitar notar algo de molestia en la voz de la Espeon. Tras decir estas palabras, su amiga se giró y continuó andando por el pasillo, sin esperarla. Abrió la puerta de su despacho y entró en él, dejando la puerta abierta para su compañera.

—Supongo que sí… —contestó finalmente en voz baja, sabiendo que nadie podía oírla en la soledad del pasillo.

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