Aquella lluviosa tarde de Mayo, de nuevo, tocaba ensayo. Los actores, con edades comprendidas entre ventimuchos y treintaypocos trabajaban como locos en aquel teatro con una notable desgana, algo comprensible, siendo viernes, deseaban recoger y acabar pronto.
- Nada, no me sale bien la escena - María, era lo que decía.
Elena evitó reír, ya que creía, que en esto de actuar, María no es que fuera muy buena.
Miguel, que la obra lideraba, les comunicó:
- Mejor que hagamos el último descanso ahora, ensayamos un poco el punto la escena de la habitación, nos ponemos otra vez en acción y recogemos, que no estamos hoy con muchas ganas, así que, una vez hecho eso, todos fuera. - Dijo él.
Marcos se rió por lo bajo, sabe que a Miguel, en mandar es un experto, pero a la hora de actuar, se escaquea el primero. En la obra tenía un papel prácticamente anecdótico, de hecho.
Durante el descanso, evitaban hablar del trabajo, es importante desconectar, aunque sean unos minutos nada más, es lo que opinaban, ese día, tampoco mucho había de que comentar.
Por efecto del tiempo, el descanso propuesto terminó, y se pusieron de nuevo a ensayar. Quedando poco para terminar y tras haber estado cuatro horas allí, no se les podía exigir más.
Los actores siguieron actuando, excepto Miguel, que a todos, estaba supervisando.
Tras un tiempo, el momento de terminar llegó. Se pusieron todos a recoger (excepto Miguel, que hacía como que observaba y lo evitó hacer, típico en él)
Acordaron en ir de cena todos, el lluvioso tiempo no daba para más, así aprovechaban las ocho y tantas de la noche que eran.
Estaban ya bajando del escenario para partir, cuando Valentina se puso a decir:
- Esperadme, que, al baño he de ir.
Cuando Valentina volvió, parecía muy nerviosa , de una forma escandalosa llamó a los demás, ni que hubiera visto un fantasma, algo importante tenía que anunciar.
En efecto, dirigió a los demás a la macabra escena que al parecer, acababa de ver. Al lado de uno de los baños y próxima la entrada trasera del teatro, estaba tendido en el suelo de la limpieza el encargado. Sangre se podía ver cerca de él. Desde luego, esa situación, sin dudar, no era muy buena.
Empezaron todos a intercambiar miradas. ¿Quién sería el osado en cometer semejante atrocidad? ¿Sería Miguel, experto en mandar? ¿María, la creída que tenía el ego por las nubes? ¿Elena, que a criticar siempre va? ¿Marcos que, de responsabilidades huye? ¿Tomás, el que apenas se hace notar? ¿Valentina, a la cual le había tocado la china?
Podía haber sido cualquiera de ellos, ya que al recoger, cada uno va por su lado, podría haberlo hecho cualquiera con estar un poco envalentonado.
O haber entrado por la entrada trasera y cometerlo. Casi nunca nadie entra por ella, porque la puerta cuesta de abrir, pero para matar, puede servir. Esos baños tampoco se suelen usar, porque con facilidad se averían, pero son los que pillan más cerca, para urgencias son lo más.
Que jodida había quedado a Valentina la situación, sin comerlo ni beberlo, podía haber sido ella la asesina, y después avisar para escurrir el bulto. Insinuar su culpabilidad no seria un insulto.
Respecto al hombre, era muy directo, y nada se callaba. Aunque era simpático y bien trabajaba.
- ¿Y ahora esto quién lo va a limpiar? - Dijo Marcos con sarcasmo.
- Vamos ya de cena, que la noche llega. - Comentó Elena.
Sin más preámbulos, todos salieron del teatro. María mientras reía, escribió con un lápiz en la pared exterior del teatro mientras pensaba “No me lo creo ni yo”:
Continuará...