Mortal stampede (http://www.youtube.com/watch?v=qEMLNCTkzdM#ws)
—¿Que ustedes QUÉ?
La voz de Lucifer mostraba cuán molesto estaba. Aunque bueno, un poco de miedo parecía asomarse en su expresión facial, junto a un pequeño trozo de felicidad. Se levantó agitado, todavía asombrado, y caminó frente al par de demonios que sonreía siniestramente, agarradas de las manos.
—Pero... esto no tiene sentido...— Belphegor se levantó también, más calmado que su hermano, eso sí. Como viene siendo normal en él, tenía los ojos cerrados, pero también estaba angustiado. Prefirió no ver al par de criaturas con vestidos coloridos, eso terminaría estresándolo más. —¿Para qué hacerlo? Al fin y al cabo, no podremos recuperar a ese par de guardianes.
Asmodeus empezó a llorar, pero con calma. Estaba triste, pero no debía mostrar debilidad. Aún así, no pudo evitar soltar un grito desesperado.
—Es decir,— Belphegor continuó —¿por qué hacerlo? ¿Querían venganza? ¿Por qué no mandar nuestra horda de demonios menores?
Zepar, quien vestía de azul, dio un paso al frente e hizo una reverencia.
—Permítaseme hablar.— Lucifer asintió —Consideramos que, como guardianas del amor, debíamos vengar a aquellos que eran unidos.
—Permítaseme hablar.— Esta vez era Furfur, y Lucifer asintió otra vez —Aquellos eran amantes potenciales. Hermanos, sí, pero unidos por un lazo más especial. El amor era evidente.
Asmodeus y Beelzebub se miraron entre sí, con cara de asombro. No tenían ni idea de que, entre hermanos, podía haber amor más allá de una relación fraternal. Asmodeus se ruborizó al pensar en esto, y su hermano mayor volteó la cabeza, casi asqueado ante la idea de semejante atrocidad. Aunque claro, es de Asmodeus de quien hablamos.
—Entonces... ustedes... buscaban venganza por un amor perdido...
—En efecto, mi señor.
—Retírense.
El soberano del infierno se sentó en su silla a meditar. Al parecer, el par de seres insensatos decidieron actuar por su cuenta. Sí, magnífico, un par de demonios de alto rango pertenecientes a los setenta y dos pilares, comandantes de más de cuatrocientas legiones de demonios, decidieron vengar un par de amantes incestuosos. ¡Una idiotez!
Parallel (http://www.youtube.com/watch?v=Jv7f2vPCSwI#ws)
Sus hermanos no hacían mucho. Estaban ahí, sentados, haciendo las idioteces propias de ellos. El tablero, donde decidían los pecadores, estaba en reposo; esto significaba que el tiempo en el mundo humano estaba paralizado, por lo que aquí, ellos eran seres atemporales. Podían existir sin necesidad de que el mismo fluyera, y decidir qué hacer con calma. Esto era un beneficio enorme, porque un pecador no es algo con lo que puedas jugar.
Pero así es como lo hacían parecer. Ellos, sus hermanos, no se lo tomaban en serio. Agarraban el dado y, simplemente, escogían a alguien de por ahí, sin estudiarlo, sin saber nada. No se tomaban el tiempo necesario, y eso lo irritaba. Era cuestión de ver a todos los presentes en el área, de estudiar su pasado, y lo que harían con su futuro. Agarrarlo, y comprobar el odio en su corazón. Era un arte menospreciado por ellos mismos, sus creadores, y él debía deshacer esa creencia. ¡Por amor a sí mismos, cómo era posible que no vieran lo que esto significaba!
Incluso si era algo irrelevante para ellos, merecía algo más que las burlas de Satán, o los comentarios ácidos de Belphegor. No, era el destino de seres inferiores, lo que podría decirnos quién ganaría la lucha. Todo merece dedicación, un poco de cariño y cuidado.
¡Pero ese maldito humano, bendecido! Aún con dos guardianes de virtudes fuera, era casi imposible quitárselas. Necesitaban algo potente, algo que hiciera que la gula y la lujuria embriagaran su ser. Pero eso no era prioridad, ese par de mujeres demoníacas convocaron la ira de una criatura aún más potente que él. ¿Qué podía hacer el rey de los demonios contra su propio padre?
Pensó y pensó. Sus hermanos no eran de ayuda. Las risas estúpidas de Satán a modo de burla lo distraían. Soltó un improperio, y todos se callaron. No era precisamente el mejor momento para hacerlo enojar.
Agarró con fuerza su silla. Se detuvo, porque sabía que terminaría rompiéndola, aunque repararla no era un problema. Se sintió más molesto aún cuando sus hermanos siguieron su parloteo. Uno de ellos tiró el dado, y salió el número uno. Sí, era su turno, pero tampoco tenía muchas ganas de hacerlo. Casi soltando fuego, lo que sus hermanos notaron. Agarró una niña pequeña, que estaba sentada en una esquina del tablero. Al parecer, ella había sido molestada por un grupo de personas por ser muy enana, y fue a llorar. Comprobó el odio que llevaba su mente, cosa que hizo aparecer un corazón negro en su cuerpo etéreo; todavía estaba calculando el nivel de maldad, pero era grandísimo. A cada segundo crecía y crecía, y llegó a ocupar todo el espacio de su pecho. Esto le bastó.
Ella seguía en posición fetal, agarrándose las rodillas mientras estaba sentada, y él decidió soplar. Esta vez, no fue como las otras veces, sopló un polvo dorado que pintó al pequeño cuerpecito con más fuerza de la habitual.
Sus hermanos se detuvieron a ver el punto resplandeciente. Se acercaron, asombrados. Por fin, tras mucho tiempo, había encontrado un ser con suficiente odio como para llegar a semejante nivel de soberbia. Seguramente, la niña iría al purgatorio en el momento de su muerte, pero él se encargaría de buscarla. Él, y solo él, tenía control sobre ese cuerpo.
—He encontrado a mi favorita.