Por fin, llegando al claro, lo vi. Un lobo. Azul, macho. Más joven que yo. Era el. Estaba sentado en la roca que está al borde del lago. Intente llamar su atención y me miro.
-¿Quién eres?
-¿Tu qué crees?
Me acerque hasta ponerme a su lado, en la roca, sentada.
-Supongo que a la loba que he estado buscando desde hace tiempo…Pero ¿Cómo sé que eres tú y no eres una impostora?
-Tendrás que fiarte de mí -le conteste con una sonrisa siniestra-.
-¿Y si no quiero?
-Eso es decisión tuya, ya veo que eres tan desconfiado como yo.
-Se supone que somos hermanos ¿no? Deberíamos ser iguales.
-Sí, así debería…
En ese momento me di cuenta de que alguien estaba espiando. ¿Un lobo del clan? No…Les había pedido que me dejaran estar sola…
-Así que tu rival es tu hermano. Al menos, eso parece, ¿Eh, Sadame?
-Cállate si no quieres que te destroce aquí mismo –respondí gruñendo-.
-Tú no eres la líder y no tienes derecho para decir eso, querida.
-Que yo sepa tú tampoco.
El lobo que estaba a mi lado se giró hacia mí.
-Sadame…Si, eres mi hermana. Recuerdo que nuestra madre me dijo tu nombre para que lo recordara si volvía a verte…
-Eso no importa ahora, ¿podrías echarme una pata, hermanito?
-Está bien, si no me vuelves a llamar así, sabes perfectamente mi nombre.
-Vale, vale, pero no te enfades.
El recién llegado se dio cuenta de a que nos referíamos…demasiado tarde. Me lance directamente contra él, dispuesta a clavarle los colmillos en la garganta. Así fue, el lobo quedo atrapado debajo mío y mi hermano lo remató. El cadáver de aquel lobo, a la luz de la luna llena, en un charco de sangre…A pesar de que fuera de mi clan no sentía remordimientos por haberlo matado. Había estado espiando a escondidas algo que no debía.
-Por cierto, si no me equivoco tus eres Sakiro –me dirigí a mi hermano-
-Cierto, no lo olvides –respondió sonriendo-.
-Deberías volver con tu grupo antes de que vengan más lobos a buscarnos, a pesar de que necesitamos hablar, no quiero peligros innecesarios.
Dicho esto, volví al interior del bosque a reunirme con el clan. Todos estaban de cacería, como imaginaba. Yo tampoco había comido nada desde hace tiempo, ya que había escasez de alimento. Di un pequeño paseo y conseguí atrapar a un cervatillo. Lo suficiente para satisfacer el hambre. Cuando termine me volví al punto de reunión del clan, todos estaban de vuelta, satisfechos. El jefe, Shinseki, se volvió a mí.
-Un grupo de la manada ha descubierto el cadáver de un lobo de nuestro clan. ¿Sabes algo al respecto? Recuerdo que dijiste que querías estar sola en el lago, que es el lugar neutro de reunión de los clanes.
-No, es cierto que fui al lago, pero no lo vi –intente parecer lo más sincera posible, no quería meter a Sakiro en líos-.
-Está bien…te creo. Ahora puedes irte.
Una vez dicho esto, volví a mi cueva a descansar y recordar todo lo que había pasado esta noche. Por fin había podido contactar con mi hermano, después de 17 largos años. Yo ahora tenía 21 años, y él 18. Somos hermanos, fuimos separados cuando aún éramos jóvenes. La historia, resumiendo, es que nuestra madre tuvo que buscar una manada en la que nos pudiéramos unir, ya que ella pertenecía a otra en la que no nos aceptaban. El actual jefe, que por aquellos tiempos aún era el lobo encargado de buscar nuevos cachorros para unir al grupo, nos encontró y decidió que quería llevarme con él. Nuestra madre quería que fuéramos juntos, pero Shinseki no estaba seguro de que eso fuera posible. El problema surgió cuando él me llevo a la manada y prometió que preguntaría al líder si podía llevarse también a Sakiro, pero antes de que volviera, el jefe del clan rival llego a la cueva y se llevó a Sakiro casi a la fuerza. Cuando Shinseki volvió vio que Sakiro no estaba, y se temió lo peor. Es horrible pensar que dos hermanos tengan que vivir en manadas diferentes…si además son rivales. El caso es que ya han pasado 17 años desde aquel día, y por fin nos volvimos a encontrar. Se, al menos, que poder ver a mi hermano a pesar de que si nos descubren seremos eliminados del grupo. Nuestros clanes son rivales. Los clanes de Shinseki y Daiseki. Los que ocupan el norte del bosque, Shinseki, a la que yo pertenezco, y los que ocupan el sur del bosque, Daiseki, al que mi hermano pertenece. No se cómo será para el vivir así, pero desde luego, a mí no me afecta siempre y cuando pueda verle…
-Sadame.
Una voz. Desconocida. No es alguien del clan. O será… ¿Mi imaginación? No…es real, alguien me ha llamado. Aun no tengo demasiado sueño así que…no pasara nada por salir un poco.
-Sadame.
De nuevo la voz. De Sakiro no es. No la conozco, aun así, estoy dispuesta a seguirla. Con un aullido salgo en su búsqueda…Y por fin la encuentro. Un sitio muy conocido, el lago. Lugar neutro para los clanes. Es un bello lago, no demasiado grande, pero tampoco pequeño, que separa el norte y el sur de este bosque, por ello es el lugar de encuentro entre la banda Shin’en del Norte, de Shinseki, y la banda Daiya del Sur, de Daiseki. A ambos lados del lago hay unas rocas elevadas en la que los jefes de las bandas se sientan para poder hablar. Aunque también son usadas por los demás miembros del grupo. Hoy está especialmente hermoso, ya que las luciérnagas han decidido salir y con sus luces dan un toque misterioso al lugar. La superficie del agua es lisa y te puedes ver reflejado en ella.
-Sadame.
Esta vez si hoy la voz claramente, y vi de donde provenía. Un lobo desconocido sentado en la roca sur del lago, llamándome y mirándome. Me llamó la atención, no tenía las típicas marcas de ninguno de los dos clanes. Supongo que lo de las marcas merece una explicación. Los lobos del clan Shin’en del Norte suelen tener rayas en las orejas y en las patas, mientras que los de Daiya del Sur las tienen en la espalda, como gatos. En cambio, este animal no tenía ninguna marca particular. Me senté tranquilamente en la roca norte del lago, ya que por lo visto ese lobo quería hablar conmigo sobre algo.
-Sadame ¿Cierto?
-Sí, y tú eres…
-Llámame Sky. Ahora mismo no puedo decirte quien soy realmente, ni cuál es mi trabajo. Tan solo necesito charlar contigo.
-¿Sobre qué? No debes pertenecer a ninguna banda, así que no sé porque debería hablar contigo.
-Sobre tu hermano, y sobre los clanes.
-¿Qué sabes tú de nosotros?
-Lo básico. Vuestra historia, vuestros nombres, vuestra pertenencia. Sé también que ambos queréis reuniros sin que las bandas os echen. A eso venia, necesitaba hablar de esto. ¿Sabes cuál es el origen de los clanes Shin’en y Daiya?
-No del todo, aunque he oído parte de ella -Me tumbe, ya que parecía que iba a ser un relato largo-.
-Veo que ya te has puesto cómoda, entonces empiezo. Los clanes rivales surgieron hace muchos años. Aunque los líderes actuales son Shinseki y Daiseki, también hubo varios jefes anteriores. Todo esto empezó con una simple pelea por una comida. Luego fue por el territorio. A partir de una pelea entre dos simples lobos se creó una guerra interminable entre bandas, y que, ahora mismo solo tiene un destino, la destrucción mutua. Nikuseki y Aiseki. Una pareja de lobos, vivían tranquilos hasta que se separaron y empezaron a vivir solos. Una vez se olvidaron el uno del otro, sus destinos se encontraron de nuevo. Nikuseki había conseguido matar a una presa, pero Aiseki, mas lista, intento arrebatársela. Ninguno de los dos acabo bien, y empezaron a odiarse profundamente. Más tarde empezaron a pelearse por el territorio, dejando así al macho, Nikuseki, en la zona sur, y a la hembra, Aiseki, en la zona norte. Antes de que ambos murieran de viejos, consiguieron reclutar nuevos lobos jóvenes para continuar la lucha que ellos empezaron. Así continúo todo, nuevos lobos se incorporaban cuando morían los viejos, hasta convertir pequeños grupos en dos grandes clanes enemigos. Los jefes realmente no cambiaron, ya que fueron, y siguen siendo, los descendientes de Nikuseki y Aiseki…
-¿De forma que Shinseki es el sucesor y nieto de Aiseki, mientras que Daiseki es el sucesor y nieto de Nikuseki?
-No son nietos, han pasado más generaciones, pero sí, así es.
-A este paso solo se destruirán a sí mismos, tiene que haber alguna solución para parar esta guerra sin sentido.
-Hay una, por el momento. Solo los dos hermanos separados, Sadame y Sakiro, podrían hacer algo al respecto.
-Si no me equivoco, quieres que nos hagamos líderes de alguna forma para poder mandar sobre los demás lobos y detener esto.
-Cierto, muy aguda. Aunque supongo que a ninguno de los dos os hará gracia tener que matar al líder de vuestro clan…
-¿Matar a Shinseki? No puedo. No por fuerza, no por inteligencia, no por poder…Simplemente le respeto, no sería capaz de hacerlo. Podría llegar a humillarlo, derrotarlo. Pero no matarlo.
-Lo suponía, nadie sería capaz de hacerle algo así a su jefe. No te preocupes por eso, ya llegara algún momento en el que te veas capaz de ocupar su puesto…Una última cosa. Dentro de poco tendréis que dar a conocer lo que sois. Hasta entonces, pequeña.
Dicho esto, Sky salto al interior del lago y desapareció. No me moví lo mas mínimo, me quede quieta, reflexionando acerca de lo que me había contado. Era extraño, sí, pero tenía razón. Estos clanes estaban condenados a destrozarse mutuamente. Si mi hermano y yo teníamos que ocupar el puesto de líderes, lo haríamos. También dijo que tendríamos que darnos a conocer… ¿Se refería a mostrar a los clanes que éramos hermanos?...En fin, no vale más la pena pensarlo. Lo que ocurra, ocurrirá. Se supone que el destino está fijado ¿No?...Eso significa mi nombre. Sadame significa destino. Ya estaba amaneciendo, debía retirarme a mi hogar.
A la noche siguiente me desperté un poco más tarde, todos mis compañeros ya habían salido a cazar, excepto Shinseki, que se había quedado a la salida de mi cueva, sentado mirando la luna. Parecía estar esperándome.
-¿Qué ocurre, jefe? -me senté cerca suyo-
-Que eres la más dormilona, deberías levantarte como todos -parecía estar regañándome, pero no lo hacía. Siempre tenía un tono tranquilo de voz-. Pero lo que necesitaba era decirte que la próxima noche va a haber reunión de clanes, y es posible que haya una pelea, así que vete preparándote por si acaso.
-Entendido, gracias por esperarme.
Una vez dicho esto, se retiró y fue a cazar junto a los demás. Lo que yo no imaginaba era lo que iba a pasar justo en el otro clan…y para cuando me enterara, sería demasiado tarde…
No me había pasado nada extraño, excepto mi encuentro con mi hermana, en los últimos días…Todo estaba demasiado tranquilo. Aunque recuerdo que también hable con un extraño lobo llamado Sky, que me conto la misma historia que a mi hermana, según me había dicho. Yo siempre he querido ser jefe de un clan, pero también le tengo demasiado respeto a Daiseki. A la noche siguiente de haber hablado con Sky, vi al clan reunido en el punto de encuentro. Supuse que no sería algo demasiado importante…hasta que vi llegar a Daiseki. Me llamo la atención y salí de mi cueva para encontrarme con ellos.
-…el punto fijado es en el lago, como de costumbre –dijo este-.
-Perdonad que interrumpa así, pero… ¿De que estáis hablando?
-No me había dado cuenta de que no estabas aquí, Sakiro. Va a haber una reunión en el lago, y es posible que surja alguna pelea, así que estate preparado por si te toca salir. Ya sabes que tú eres uno de nuestros mejores lobos.
-Entendido jefe, no le decepcionare –sonreí siniestramente-.
Me pase esa noche cazando junto a mi mejor amigo del clan, Saikyo. Más tarde me retire a mi cueva y me pase el día durmiendo. En cuanto me desperté, vi a Daiseki esperando al clan. Me aproxime a él.
-¿Se han ido todos?
-No, aun no se han despertado, pero yo no puedo moverme de aquí hasta que todos estén reunidos.
Entonces aulló. Despertó al resto de lobos y nos preparamos para partir.
-Sadame, despierta.
Vi a Shinseki junto a mí, dándome golpecitos con las patas y el hocico. Otra vez me desperté tarde…
-Vamos, eres la última. No es normal en ti dormir tanto, algo te ronda en la cabeza ¿Cierto?
-No, no es…-bostece-…nada importante.
-Vamos, pues.
Fuimos corriendo al lago a reunirnos con los demás. El Clan Daiya del Sur ya estaba esperando. Su líder, Daiseki, esperaba en lo alto de la roca, sentado. Shinseki, que venía detrás mío, se adelantó y se colocó en su puesto. La reunión había comenzado. Al principio hablaron tranquilamente y debatieron que debería haber menos pelea sobre territorios y más paz entre los miembros. Todo parecía ideal, pero como me temía, no duro mucho. Un lobo de nuestro clan no pudo evitarlo y gruño.
-¿Y te crees que vamos a tragarnos eso? Esta separación ocurrió hace muchos años, no se puede juntar así como así.
Era nuestro segundo mejor lobo luchador. Era un fuerte macho, de color negro, con rayas grises en las patas, ojos amarillos brillantes y que le faltaba un trozo de cola. Una vez que dijo esto, algún lobo del Clan Daiya gruño también. Luego empezaron a quejarse todos, e incluso los jefes decidieron que tenían razón, que no se podían detener ahora. Y sucedió lo que imaginaba. Pelea. Típica reunión entre clanes que acaba en pelea. Nos movimos a un claro de un bosque, algo alejado del lago. Al menos somos lo suficiente tranquilos como para no atacarnos a lo bestia. Se decide un lobo de un clan y de otro. Ellos nos representan y luchan hasta que uno se rinde…o muere. No les gusta matar, pero si ganar de forma aplastante, así que la mayoría no se retiran. De nuestro clan eligieron al lobo que gruñó por primera vez, el segundo más fuerte del clan. Zenku. Y lo que paso en el otro clan…eso sí que jamás lo habría imaginado. Sakiro salió elegido. Mi hermano, en el que confió, pero que sé que no es tan fuerte como yo o su rival, iba a luchar contra el lobo más fuerte del mi clan…exceptuando a Shinseki, claro. Al principio intente parecer relajada, no me alteré, pero…tenía miedo…
Una reunión con pelea. Me parecía divertido si hubiera sido contra un lobo de mi fuerza, pero mi rival era Zenku. Daiseki confiaba en mí, él sabía que yo era de los mejores lobos del grupo…pero en rango de luchador estaba el sexto. No, no iba a poder con Zenku…Aun así, cuando un lobo sale elegido para luchar, jamás debe rechazar. Normas de clanes. Me coloque en mi posición, listo para luchar…
Zenku también se preparó. Ambos luchadores se colocaron y aullaron. Con esto dio comienzo al combate. Estaba muy nerviosa, pero tenía que evitar que se notara. No podía demostrar mi preocupación por un “rival”. Empezó el combate. Zenku se lanzó a por mi hermano, pero él consiguió esquivarlo y consiguió hacerle un pequeño mordisco en una pata, aunque Zenku no pareció notarlo. Estaba muy acostumbrado a las peleas y casi no le dolían las heridas. Al principio todo fue más o menos bien. Se mordían en diferentes puntos, pero nunca cerca del cuello. No parecía que hubiera una clara ventaja, ambos luchaban perfectamente…
Conseguí alcanzar a mi rival en varias ocasiones, pero Zenku era implacable. El cansancio no existía para él, seguía luchando como al principio de la pelea…en cambio, yo estaba empezando a cansarme, mientras el correteaba alrededor mío. Creo que su intención era agotarme, no atacar. Llego un momento en el que casi no sabía dónde estaba…No aguantaba más, estaba agotado y las heridas estaban empezando a molestarme…No pude más, empezaba a ver borroso, quizá por la pérdida de sangre sumada con el agotamiento…y me desplome en el suelo semi-inconsciente…
Casi grito. Ver a Sakiro caer, tumbado en el suelo, derrotado, me hizo reaccionar. Era mi hermano, no iba a permitir que siguiera a más, no podía permitir que le hicieran más daño. Zenku se iba a lanzar a su cuello para acabar con el…Salte y me interpuse entre mi hermano y su rival, dándole un empujón a Zenku para que parase. Todos los lobos, de ambos clanes, me miraron. Un lobo del clan Shin’en protegiendo a uno del clan Daiya. Jamás había ocurrido algo así. Claro que ellos no entendían mi razón. No quería hacer esto, pero tuve que hacerlo. Me volví y mire fijamente a Zenku a los ojos…y le gruñí. Él se quedó extrañado, intento rodearme para acercarse a Sakiro, pero no lo permití. Cuando se acercó más de la cuenta con intención de matar a mi hermano, le mordí fuertemente cerca del cuello. Él retrocedió, medio asustado por mi reacción y medio enfadado conmigo. Shinseki se acercó e intento hablar conmigo.
-¿Qué crees que estás haciendo, Sadame?
-Algo que tú jamás harías, y algo que nadie de aquí entenderá nunca.
Después de responderle, varios lobos me miraron mal, pero a mí no me importaba. Me agache y me fije en el estado de Sakiro. Tenía varias heridas que sangraban por todo el cuerpo y estaba inconsciente. Estaba muy débil, temía por él. Me acerque a su oreja y le susurre sin que nadie me oyera.
-Sakiro…tranquilo, ya estas a salvo.
Luego volví a mirar, furiosa, a Zenku, Shinseki y el resto de lobos que me miraban de mala manera. Intente cargar a mi hermano y me fui de allí hacia el lago. Sé que no existen los milagros, pero quizá ocurriera algo que ayudara a Sakiro. Llegue a la orilla del lago y lo deje allí. Seguía respirando, pero muy lentamente. Me tumbe junto a él, lamiéndole las heridas, intentando hacer algo, pero era inútil. Me sentía impotente. Llore un poco junto al…hasta que vi una sombra detrás mío. Sky.
-Que… ¿Qué haces tú aquí?...
-Ayudarte.
-Pero que puedes hacer tú por…
-Silencio.
Traía algo en la boca, una especie de saquito, con líquido dentro. Lo dejó en el suelo, al lado de mi hermano.
-Échale esto en las heridas. No producirá un milagro instantáneo, pero es muy probable que con este líquido se recupere más rápidamente.
-Pero como…
Me quede con la pregunta en el aire. Sky había desaparecido otra vez misteriosamente. Aun así, me fie de él y le aplique el líquido en las heridas a mi hermano. Estas lo absorbían rápidamente y dejaron de sangrar. Le limpie la sangre del cuerpo y lo deje descansar. Estaba amaneciendo y yo tenía sueño. No quería dormir, había peligro de que nos descubrieran, aun así, poco a poco, me fui quedando dormida. Aunque justo antes de echarme la siesta, entendí el significado de las palabras de Sky…” Dentro de poco tendréis que dar a conocer lo que sois”…Se refería a que saldría a la luz la verdad de que somos familia. Por ahora yo no podía hacer nada más…Me dormí profundamente y me desperté a la noche siguiente en el mismo lugar. Sakiro ya solo tenía cicatrices y respiraba regularmente. Le di toques con una pata intentando despertarlo…Abrió lentamente los ojos y me miro.
-¿Hermana?...Que… ¿Qué pasó?
Yo no pude llegar a responderle, me junte a él y empecé a lamerle la carita y llorar. Estaba muy feliz. Había sobrevivido a una batalla contra Zenku. Era…increíble…
-Luego te lo cuento… ¿Qué tal estas ahora?
-Dolorido, pero puedo levantarme y…
Su frase quedo cortada por otra voz. Daiseki, junto con la loba más sabia del clan de Daiya, Chieshiru.
-¿Por qué hiciste lo de anoche?
-Jamás lo entenderías, Daiseki. Ni mi jefe, Shinseki.
-Entonces supongo que yo debería retirarme y dejar que Chieshiru os ayudase.
El líder se marchó por donde vino y la loba se acercó a nosotros tranquilamente. Era de color blanco, sin ninguna marca, tan solo una raya gris clarita que le atravesaba el lomo, desde la cabeza hasta la cola y tenía unos ojos azules clarito, como los de Sakiro.
-No os preocupéis porque yo pertenezca a un clan u otro. Si tenéis algún secreto, podéis contármelo. Jamás he traicionado a ningún lobo, sea amigo o enemigo.
Sakiro se incorporó, aunque no podía aguantar de pie, se quedó sentado junto a mí.
-Cierto, siempre que alguien habla contigo, tu nunca dices nada. Sabes muchos secretos, y sabes guardarlos…
-Sí. Pero tu aun deberías dormir un poco y descansar, deja que Sadame hable.
-Está bien, gracias. Lo diré en una frase: Somos hermanos.
-Entiendo, de ahí viene tu reacción ayer. Al ser tu hermano, y supongo que el único familiar cercano que tienes, no podías permitir que nadie le atacara. Realmente eres protectora.
-No puedo evitarlo, pero es algo normal. Si tuvieras alguien muy querido en peligro… ¿te quedarías sin hacer nada?
-Claro que no. ¿Algo más?
-No, por el momento. Gracias.
Chieshiru se volvió lentamente y volvió tras los pasos de Daiseki. Ella realmente no iba a decir nada sobre nosotros. El secreto quedaría entre nosotros…y Sky…Hasta que hubiera que dar el golpe definitivo y liderar los clanes…Hasta entonces, nos entrenaremos y seguiremos charlando a escondidas…Jamás te separes de mí, hermano.