Foros Pokexperto

General => Literatura y Fan Fiction => Mensaje iniciado por: Gñé en 12 de Abril de 2011, 04:30:52 am

Título: [Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 12 de Abril de 2011, 04:30:52 am
Ars Longa, vita horribilis.

Comentarios en otro tema: http://www.pokexperto.net/foros/index.php?topic=15467.0 (http://www.pokexperto.net/foros/index.php?topic=15467.0)

I

Señores míos, esta vez no vengo a platicar con ustedes sobre banalidades. He venido aquí, a la taberna más pútrida de cuantas he visitado en mi vida, a hacer un examen de conciencia, con cuitas que ni aún ante el gran Obispo me atrevería a afirmar. 

No temo al destierro o al cadalso. No puedo temerles más de lo que he llegado a temerme a mí mismo. ¿Acaso un simplón puede seguir callando? No señores, no puedo.  Bien sé que el licor nubla el juicio y que muy pocos me prestan atención.  No me importa, no quisiera ofender al Padre Celestial con mis impertinencias, así que acudo ante gentuza tan baja como yo para confesar mis pecados sin esperar la salvación o la perdición.

Apuro el trago, aspiro el rapé, y comienzo a dar cuenta de mis miserias.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 14 de Abril de 2011, 06:17:51 am
II

Mi viejo conocido, Mikhail Vasilevich Bezuhov, una de las pocas personas en las que tontamente confiaba, acudió a mi modesto estudio adyacente a mi paupérrima morada, cercana al canal Catalina, con una invitación de un acaudalado comerciante, Yevgeni Davinovich Alov, a un festín por la boda de su hija mayor.

Esas cosas le chiflaban. Siempre buscaba una oportunidad de acercarse a la gente adinerada a fuerza de engaño.  En parte le ayudaba su físico imponente y su conocimiento en algunas palabras de otros idiomas para hacerse pasar por algún miembro de la nobleza de San Marino o cualquier cosa que se le ocurriera. Siempre fue de reflejos rápidos para contestar preguntas. Era un bocazas.

El muy sinvergüenza quería involucrarme en alguna de sus trastadas con el pretexto de ayudarme a dar a conocer mi arte ante uno de estos “nuevos ricos”, de eso no tenía ninguna duda siendo Mishka uno de los pocos que me conocieron cuando abandonaba un camino, ¡Ay!, para entrar en otro. ¡Oh, destino, te maldigo!
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 16 de Abril de 2011, 11:45:39 am
III

Yo aún estaba sin terminar un cuadro, Las isbas de Tula, y me rehusaba a abandonar el estudio en por lo menos otros diez meses. Pero Mishka no desistía. Me decía que era una labor de caridad, para ayudarme.  A cada instante abría su bocaza para dejar salir peroratas como “Si el arte no es visto, no existe. Podrías ganar el patronazgo del Sr. Alov y las puertas al reconocimiento se te abrirán. Sólo mírate: este estudio es una cuadra, tu ropa tiene más agujeros que pelos un gato y le debes a casi todos los usureros. ¿Esto es lo que enseñan en la Academia Imperial de las Artes? ¿Prefieres seguir desperdiciando tus dones en cuadros simplones que nadie ve? Si sabes ganártelo tendrás todo. Serás inmortal y tu alma…”

Lo interrumpí:  —Mishka, Mejor no me involucres en tus fechorías. No creas que no tengo memoria de lo que ocurrió a Piotr.
-Veo que como todo buen artista eres bastante avinagrado, ¿Qué hay de malo en decirlo? ¿Es que no tienes visión de grandeza? Y lo de Piotr sólo fue un accidente, una imprudencia de su parte. ¿No creerás que yo sea capaz de traicionar a un amigo?

Respondí con un gruñido. Como respuesta llegó un soliloquio acerca de los monjes, el zar, los pintores, los escultores, las vacas, los mujiks, los sollos y el ferrocarril. Sin prestar atención sólo me limité a sacudir la cabeza y decir monosílabos mientras seguía buscando una esponja.

Cuando se percató que no le hacía ni caso elevó la voz hasta alcanzar un tono agudo como el graznido de una urraca, sorprendiéndome  y haciéndome derramar color carmín por el suelo.
De nuevo iba a abrir su bocaza para pedir disculpas y de un tajo le arrebaté la invitación, pensando en que así se largaría de una vez por todas.
¡Ése fue el inicio de mi penuria! ¡Dichoso aquél que no carga con el mal de la estulticia!
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 20 de Abril de 2011, 12:40:38 am
IV

No tenía ninguna intención de ir. En mi vida jamás había estado con alguno de esos mercaderes avaros que esquilman y exprimen, y no concitaba mi atención hacerlo.

Eso, y el hecho de que el que me invitaba era un Bezuhov, era suficiente razón para mantenerse alerta. Tiré la nota de invitación con desdén en el último arrebato de lucidez, tal vez el último del que puedo acordarme.

Pasó una semana en la que tranquilamente seguía pintando Las isbas de Tula a partir de estudios y bocetos que había acumulado a lo largo de mi breve estadía en citada región.  Esta debía de ser mi mejor obra. Ya tenía mucho tiempo instalado en ese estudio, era el tiempo de hacer algo bueno al fin, entre tanto bodegón torcido y tanto retrato infamante.

Llegó el mal día. Me despertó un golpeteo en la puerta. Me vestí lo más rápido que pude pensando que sería el prestamista al que le debía mi peso en kopeks o el pago de la hipoteca, que apunto estaba de terminar su plazo y no había pagado, como todo buen bohemio.

Abrí la puerta y estaba ahí otra vez el innoble, con una camisa ridícula y un sobretodo viejo, haciendo el tonto.
-¿Qué no estás listo? — Fue su especie de saludo.
—¿Listo para qué? — Respondí molesto.
—Para ir a la celebración.  ¿Tienes listo tu traje y la invitación?
—Ya te he dicho que no voy a perder mi tiempo en tus estafas. Tengo que pagar la hipoteca y seguir pintando mi cuadro que…
— ¿Pero será que todo lo que tienes en la cabeza son piojos? Estás desaprovechando una oportunidad única en nimiedades. ¡Pfff! “Hipoteca”, “Seguir pintando mi cuadro que nadie va a comprar”, ya deja de fracasar y gana por una vez en tu vida unos cuantos rublos. Esto no lo hago si no es por ti, soy tu amigo después de todo.
— ¿Además, no era ésa ridiculez en la noche? ¿Para qué diablos me llamas si es de día? — respondí
— ¡Ay! No tienes remedio, cómo sé de sobra que no tienes ni para un par de polainas nuevas te presto un traje que...

Le cerré la puerta en las narices. ¡Dios!, no saben lo que es tener poca gente en quien confiar y que la persona más cercana en ese momento sea alguien así.
Siguió tocando por casi medio día y me negué a abrir. Preferí ver como trascurría el tiempo y la hipoteca se vencía y me quedaba sin comer de nuevo que salir y encontrarme con un ese animal.

Sin nada que perder abrí la puerta para gritarle algunas cosas. Tan pronto los goznes rechinaron me apresó  las muñecas y me arrastró en medio de refunfuños al coche tirado por rocines famélicos.  ¿Cómo no pensé en que usaría la fuerza? Cuando nos rompíamos mutuamente las narices siempre terminaba yo mal parado.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 23 de Abril de 2011, 12:10:41 am
V

Seguía y seguía mareándome con la importancia de darme a conocer en la alta sociedad. Que Fabergé haría lo mismo, que pasaría al olvido si no sabía ganarme el patronazgo de alguien con dinero, que como sólo era un inocente artista seguramente había descartado la invitación y tenía guardada otra. 

Me dejé convencer, por una ambición ciega e infame. El pintar en sí no le daría de comer más que a mi alma, la cual era mofletuda si la comparábamos con mi físico, enjuto y magro por temporadas de ayuno que nada tenían que ver con las de un anacoreta. De cualquier forma se acabaría la hipoteca y el pedir de rodillas préstamos para terminar pagando interés tras interés.

Sí, había decidido ceder por una grave debilidad de carácter, cambiar la necesidad por ambición. Ya no soñaba con mudarme de aquel chiribitil o adquirir mejores lienzos y óleos, ahora me imaginaba en interminables noches de juerga apostando a los dados y con la mejor bebida y comida posibles. Siempre deseé vivir en una eterna noche de placeres mundanos.

El cochero “real” era al parecer un cómplice, de los muchos que tenía y que abandonaba en el último momento. Kolia, Iván, Piotr… la lista era interminable. Todos acabaron muertos o abandonados a su suerte cuando sus anfitriones decidían aporrear al “Conde Juan III de Padua” o “El visir Slejuk de Samarcanda del Norte” al percatarse de que su “excelencia” era un bellaco tan plebeyo como cualquiera en este lúgubre tugurio. Tal vez el recuerdo de aquellas desventuras era el tufo de pantano que siempre seguía a las ropas del timador. Ahora que habíamos hecho una escala en uno de los barrios más míseros  me había prestado un capote de “marta”. Una marta con vocación de erizo por sus cerdas duras en lugar de suave pelaje. Intentamos peinarnos a la inglesa con resultados lamentables, semejando más una barba de chivo o una cola de arenque.
Matamos la tarde vagabundeando por las callejuelas hasta que calló la noche, la hora de ganar el patronazgo había llegado.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 26 de Abril de 2011, 04:34:28 am
VI

Esa mansión había sido construida por un tal Pável Abazy, ya la conocía desde hacia tiempo, como diez años atrás. Recuerdo que en mis días en la academia de que terminara tan empobrecido solía pasar por ahí, cuando el tiempo era bueno. Siempre miraba largamente los jardines detrás del enrejado, llenos de robles y setas.  Las paredes estaban cubiertas de hiedra casi todo el año y los pajarillos cantaban alegremente todos los días… ¡Qué cosas tan vacuas me parecían ahora que estaba a punto de cruzar al fin el portón que siempre permaneció cerrado en tiempos mejores!

El guarda era un jorobado de Tiflis, incapaz de decir otra cosa que “Su invitación” e incapaz de hacer otra cosa que estirar la zarpa con el mismo tacto y elegancia que una vaca lame la sal.

Esa fiesta era una verdadera reunión de sierpes. En todas las esquinas se veían zalameros oportunistas rascando espaldas a los acaudalados que se pavoneaban ante la fuente llena de cisnes. Muy probablemente aquellas aves eran primas de las que servían asadas con nabos a los comensales.

—Vamos a saludar a los desposados y al señor Alov. No creas que esto de saludar es una bagatela, no. De esto depende todo. -susurró mi "amigo".

Mientras nos abríamos paso vi a una criada un tanto peculiar. Tenía la cara regordeta y los ojos almendrados, además de verdes. No es inusual ver gente así, lo sé mejor que muchos, pero esta criada tenía una cabeza de forma muy diferente a la de cualquier mongol, chino, tártaro, huno o lo que sea que tuviera ojos oblicuos en las cercanías del Volga… ¡Qué disparate! Regresando a mi desventura, decía que nos abrimos paso para saludar a los novios.  De eso dependían mis noches de juerga interminable.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 29 de Abril de 2011, 02:40:26 am
VII

Como decía, nos presentamos ante los esposos. Mikhail dijo ser “el Conde Johannes Van Diemen” y yo, sólo un pintor. Los vapores del oporto que servían se le habían subido a la cabeza al yerno del comerciante, si sospechó algo por mi peinado contrahecho y la presencia de fracasado que me seguía a todas partes lo ocultó y prefirió rematar con un sonoro “Aceptad mis humildes saludos, su excelentíiiiisimaaa,  ¡Laaarga viiida al zaaar!”.

El señor Alov se había retirado para tratar algo sobre una empresa importante y tendría que esperar por tiempo indefinido. ¡Qué fastidio!  De la comida no puedo quejarme, muy bueno el cisne. Y la bebida era la mejor que había probado en toda mi inane vida, de buen cuerpo.

El peor de mis amigos me había abandonado para seguir con sus planes: ir con cualquier inocente o borracho para embaucarlo. Ahora había ido donde una viudita se aburría a la luz de un candelabro .

Algo decepcionado por la espera, me divertí viéndole los defectos físicos a los presentes. Ahí había un gordo cuya cabeza parecía acebo de tan ruborizada que estaba. Otro tenía tantas arrugas que no se podía decir que tuviera ojos. Y había una señora que sin ser un esperpento lucía tan llena de afeites y enjuagues que recordaba un monote de los que llaman mandriles.

En una de tantas miradas descubrí una cabeza familiar. No era nada halagüeño y fui a alertar a Misha con la noticia de que había “polaco a la vista”.
Se disculpó torpemente y me acompañó a la sombra de unos arbustos de morera, lejos de la vista de los comensales.

—Mientras no se trate de Mateusz o su hermano, Andrzej Blownski. -masculló nerviosamente-
—Creo que es Mateusz Blownski. Es seguro que sus hermano está aquí, como has de saber.
—¡Maldición! Si te ven hablando conmigo, esto se acabó.
—¿Qué haremos?
—Tú espera. Voy por un arma. Mientras tanto haz algo para no parecer sospechoso. Alguna pantomima de pintor o yo que sé, pero no te alejes.

Puso los pies en polvorosa para saltar el muro en un santiamén. ¡Maldito canalla! Intenté seguirlo para terminar con el saco ensartado en un arbusto y tirando de él hasta que otro guarda, también de Tiflis por la vestimenta, me sacó del predicamento y me escoltó de nuevo al interior. ¡Qué inoportuno! 
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 03 de Mayo de 2011, 04:32:59 am
VII

Lo mejor que podía hacer en ese momento era comer y beber, poco importaba si los hermanos Blownski sabían que yo era “amigo” de Mishka Bezuhov, su eterno rival. Seguramente darían aviso de que yo era cómplice de un timador y el hado tramaría algo perverso, como había hecho desde que fui arrojado a este frívolo mundo.

Al menos no me echarían a la calle con el estómago vacío. ¡No me aporrearían con la garganta seca! Sí, ya me despedía de los músicos con sus trompetas, de los comensales, del cisne asado, de la bebida, de mi oportunidad de ganar dinero y pagar las deudas. Justo como  el día en que me marché de la Academia Imperial.

¡Ay! La herencia que dejara  mi padre al morir se había esfumado en doce noches, justamente, a casi un año del inicio de mis desventuras. Incapaz de hacer algo, sólo salía para pedir préstamos que muchas veces terminaba no pagando al mudarme sin aviso. No recuerdo cuántos ni cuáles cuadros vendí, pero siempre los malbarataba.  Y pasaba semanas enteras sin acercarme siquiera a un lienzo.

Fue en esos grises meses de abulia casi total que conocí a una joven llamada Ania, proclive a dar bofetones cada vez que le hablaba del matrimonio.  Sí, ésa Ania sólo pensaba en merendar a costillas mías.

No lloré ni lamenté nada cuando me abandonó. Lo primero que hice en esa noche fue ir a preguntar al vino. Cuando un mal amigo me abandonaba en una situación peligrosa con un par de espantables y veleidosos polacos enemigos suyos, la única compañía que tenía era el vino. Siempre me seguía el vino a donde fuera.

“¿A dónde me llevan? ¿Qué será de mí?, vino tinto.” pregunté en voz baja antes de quedarme profundamente dormido.

Un mayordomo me despertó con un señorial y refinado varazo en las costillas para decirme, en lo que parecía armenio salpicado de francés, que demosielle Mariam
Yevgenova me mandaba a llamar.

¿Se imaginan, señores, cuán patidifuso estaba al ver que la “dama mandril” que había mentado antes era nada menos que la otra hija, aún soltera, del entonces ausente señor Alov?

Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 07 de Mayo de 2011, 11:52:03 pm
VIII

Necesito un trago más. Ahora, prosigo.  Mariam era la mayor de las hijas del comerciante. Era bastante explicable el hecho de que permaneciera aún soltera a su edad si obviamos su aspecto, aceptable sin tal cantidad de mejunjes. Lo que mantenía alejados a sus potenciales pretendientes era su carácter tan pueril y esa risa suya, capaz de incomodar incluso al penitente más fiel.
¡Tabernero! ¡Deprisa, que es para hoy!

Y ¿qué decir de sus acciones? Ninguna era volición. Aquella mujer era el puro impulso visceral.

― ¿Usted es el amigo de su excelentísima, el conde Johannes Van Diemen? Oh, pero no pensé que fuera tan buen mozo.  ¡Vamos, siéntese a mi lado!  -Maulló antes de sacudir nerviosamente su flabelo de marfil.

― Oh, perdóneme, demosuelle, es que mi amigo ha tenido que partir a Beberia.. Baviera. Sí, fue a atender algo urgente.

― ¿Qué negocio urgente obliga a un noble señor a marcharse tan presurosamente? –musitó antes de lanzar otra de sus abominables sonrisas y darme un golpecito en la nariz con las plumas del flabelo

― Se trata de un primo enfermo suyo, creo que tiene tisis y morirá pronto. Va a asegurarse se cumpla su última voluntad.

― ¡Tisis! ¡Qué desgracia! ¿Cómo se llama ése primo enfermo suyo?

―No lo sé. El conde es muy reservado cuando de su familia se trata ¿sabe? Hay veneno y balas por todas partes.  –Respondí tan aprisa como pude. No se me ocurría otra cosa-

―¿No confía en usted, acaso? No puede ser que desconfíe de un gentilhombre tan bien plantado como usted. Con ese porte, esa alcurnia, esa lozanía, ese...

Me sentía helado de escuchar todo eso. ¡Brrrr! No me faltaban ánimos para gritar “!Sí, soy amigo de un pillastre! Por piedad, sacadme de aquí.” Conforme pasaba más tiempo respirando su vaho de licor más repulsiva me parecía. 

Llegó a la mesa el polaco, Mateusz, el mayor de los hermanos Blownski. Lucía como un perro sarnoso.  Nada más verme rechinó los dientes.

¿Había dicho que Mariam era como chiquilla? Pues quedó demostrado cuando saltaba como un conejo con tan sólo ver llegar a ese timador. Lo presentó como un magnate llamado “Amadeus”. ¡Los nuevos ricos no destacan por sus alcances!

Nos presentamos y llevamos un diálogo anómalo. Tratábamos de hacer ver al otro como un fantoche. A cada momento surgía la pregunta “¿Y a que casa real pertenece el conde Van Diemen?”. Lo único que se me ocurrió fue decir “No puedo decirlo, hay veneno y balas por todas partes.” No sabía que tal título era honorífico.  ¿Cómo podría saberlo?

Al final logré hacerlo callar con “Sí, veneno y balas. Últimamente se ha visto un par de criminales polacos, uno se llama Mateusz y el otro Andrzej. La última vez escuché que tramaban algo contra un comerciante, espero que no sea el señor Yevgeni Alov. Un primo mío que es alguacil, me lo contó.  La justicia les busca y ofrece una crecida recompensa, ya tienen correrías en los lugares más insospechados. Se hacen pasar por gente importante. Incluso podrían tramar algo contra usted, mi querido señor Amadeus.”

― ¡Qué malvados! -Interrumpió bruscamente la vulgar dama- Deberían colgarlos ya mismo.

Mi interlocutor polaco sólo atinó a repetir “Deberían colgarlos”. Dejó de preguntarme cosas para permanecer en silencio hasta que llegó el mismísimo señor Alov. Se despidió apresuradamente y se marchó corriendo, gritando que debía partir a Chudovo.

―!Ay, padre mío! –Gimoteó Mariam- mejor habría hecho Rosa en casarse otro día. ¡Hoy todos tienen negocios que atender!
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 16 de Mayo de 2011, 12:41:59 am
IX

Esa larga noche conocí lo que era estar en una encrucijada.  No, no hablo ya del peligro de los hermanos Blownski, que quedó conjurado con el cuento de mi primo el alguacil. Hablo de otro, mucho más cruel.

Yevgeni Alov, hombre prepotente y parco, aceptó que le mostrara unos cuantos cuadros míos al día siguiente. ¡Era lo que deseaba! Por fin tendría abierto el sendero del dinero. ¡No habría más usureros! ¡No más hipotecas! ¡Vino, dados y la mejor comida!

Ahora permanecí para celebrar. Esa mujer antropoide me era cada vez menos grata a la vista y al oído, pero no podía quejarme. Hasta acepté ser su pareja en el improvisado baile que se organizó ahí mismo.

Terminó todo y regresé a casa, caminando. Quiso la mala fortuna que mis pasos se desviaran y en lugar de ir al Canal Catalina terminé en una calleja sin salida visible. 

Todo me parecía caliginoso como nunca,  ni aún en invierno. Las luces a lo lejos no alumbraban mi camino, entorpecían mi visión, como pilares sólidos y blanquecinos que danzaban frenéticamente. Me pareció extraño, pero me limité a pensar “Diablo, bebí demasiado.”

Lo mismo pensé al distinguir algo diminuto entre aquellos "pilares". Avanzaba con pasos presurosos, y a cada paso suyo se oían otros tres de algo más pesado. Aquello se reveló ante mí como una muchacha de estraño aspecto.

¿Por qué el Señor, que apostó la flamígera espada en el Edén, no me cegó en ese momento? Bueno, dejadme tomar otro trago. Ya está. Sí. Tenía cierto cariz similar al de aquella criada de los Alov, pero mucho más suave. En el cabello llevaba un simple atavío de extraña forma. Claro, lo del cabello no fue lo primero que capturó mi atención, sino otros aspectos, que sería una pena que alguien así se uniera a los Skoptsi. Saben a lo que me refiero, descastados.

Se detuvo por unos instantes ante mí como si yo fuera un muro. Me miró suplicante por un par de segundos y mientras aún abismaba en sus extraños ojos –Y en otras cosas- un golpeteó rápido se hizo más fuerte. Era un viejo de nariz aquilina que la venia siguiendo, con cara de pocos amigos.

Me interpuse entre los dos con aire desafiante y altivo, sin más arma que mi actitud.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 19 de Mayo de 2011, 12:56:20 am
X


¿Ilia Muromets? ¿Parzival? No, sólo un amante del mosto con aires de héroe. Y mi rival no era más que un viejo imberbe que farfullaba rabiosamente en un idioma incomprensible mientras blandía su bastón de empuñadura de oro con la zurda.

En mi insensatez recibí unos golpes de bastón raudos y certeros. De no haberme embriagado seguramente me hubiera retirado. Pero no estaba sobrio, no lo había estado en mucho tiempo, y era de esperar que respondiera con rabia y nula precisión, propinando golpes sin dar nunca en el objetivo. Dejó los bastonazos por un breve instante para seguir con su extraño discurso. Yo no comprendía una sola palabra suya, sólo podía lucubrar que me interrogaba por el tono de su voz. 

No había ni un solo cabello en su cabeza. Ni siquiera en donde debería haber cejas.
Pidió disculpas con palabras perfectamente articuladas , se santiguó y se marchó sin más.

Pensé que aquella rara joven había escapado. No fue así. Permaneció detrás de mi todo el tiempo.

Nada había de inusual en su peinado –si excluímos el extraño adorno- ni su vestido, en todo  similares al de cualquier soltera.

El rostro suyo era ¿Cómo decirlo? Al igual que aquella criada, en cierta manera recordaba al de algo tan bajo como un tártaro, pero desprovisto de la maldad y de la fealdad inherentes a los súbditos de los kanatos. No presté demasiada atención a ello en ese momento, como he dicho. Había permanecido sin decir palabra, y sin darme tiempo a preguntarle por lo que había visto saltó alegremente y gritó “¡Ulët!”.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 23 de Mayo de 2011, 10:45:17 am
XI

“Anomalía arquetípica”. Encuentro ambas palabras no como las más exactas, pero sí como las menos odiosas para describir aquel peculiar encuentro.

—Lamento, buen hombre, que recibiera por mí aquellos bastonazos. –Dijo en un tono compungido, casi incongruente con su anterior alegría- Es que mi padre se molestó conmigo por regresar tarde.

Yo estaba demasiado borracho –y distraído con lo que no debía- como para responder. La única cosa que acudió a mi cabeza fue un desvarío indigno y a mi lengua sólo llegó un ladrido con la palabra “Skoptsi”. Respondió con un cortés e ingenuo “¿Qué?”.

—Oh, nada, sólo un ruido gutural.  -Respondí-

— Ah, ya veo.  ¿Se siente mal? ¿Le duele algo?

—No, no, no.  –Por vez primera la miré a los ojos, elegantes y extraños, aún más que los de aquella joven criada- Sólo me siento un poco aturdido. Y la condenada calle es tan oscura que no veo la salida.

—Puedo ayudarle a salir.

—Bueno, gracias, pero creo que tu padre puede encolerizarse aún más si no te vas pronto a casa.  Lo mejor será que me retire ya al Canal Catalina.

—¡No! Déjeme ayudarle a salir de aquí. Mi padre es bilioso, pero cuando golpea algo entra en razón. Es lo menos que puedo hacer por usted. Permítame.
Con una seguridad que en otro tiempo y en otro lugar hubiera tomado por insolencia me tomó del brazo y me arrastró por el largo camino de aquel lugar al canal. No resistí la curiosidad –ni la tentación de mirar de nuevo a donde no debía- y le hice una serie de preguntas toscas.

— ¿Cuál es tu nombre? -Fue la primera-

—Ekaterina. –Respondió entre risas-

—¿Cómo es que no te pareces a tu padre? -O algo similar, no recuerdo con exactitud que se me ocurrió-

—De toda mi familia, yo soy la más parecida a mi madre.

—¿Qué era lo que decía tu padre antes de aporrarme? -La más legítima.

—Nada, sólo eran ruidos guturales. –Sonrió maliciosamente.

Me dejó en un sitio no muy lejano a mi casa. Se despidió y salió corriendo con diligencia y soltura que jamás había visto ni aún en una liebre.

Antes de dormir, me quedé muy pensativo. No sabía que cuadros serían los indicados para enseñar a mi nuevo patrón. Mucho menos tenía alguna certeza sobre lo que había visto en aquella Ekaterina, en particular cuando reía y hablaba.

Creí ver que su lengua era negruzca, brillante y parecida en su consistencia al caviar.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 26 de Mayo de 2011, 08:38:50 am
XII

— ¡Retratos! ¡Marinas! ¡Bodegones! Muchacho, esto está pasado. No vale ni para quemarse en el fogón. Todo esto es grandilocuente, pretencioso y fatuo.

Eso, o algo parecido, fue la reacción de Yevgeni Alov al ver tres de los cinco cuadros que decidí llevarle al día siguiente. Ignoraba sí tendría razón en juzgarlos como simple basura o si algo tenía que ver el hedor de humedad que impregnaba la ropa de Misha –la cual aún traía encima- junto con mi peinado a la Queue de hareng, como lo llamarían los insoportables pretenciosos que abundan.

—Bueno, hijo, creo que ya he visto todo y ahora mismo ya puedes ir… ¡Pero que veo! ¡Toda una apoteosis!  Este sí que es un cuadro con carácter y libertad.  –Gritó de pronto al ver un cuadro que ni siquiera había terminado. Era sólo un estudio en el que aparecía la escena de un par de vagabundos peleaban por un mendrugo en las afueras de un lugar de dudosa reputación.

— ¡Debo tenerlo! ¡Lo compro de inmediato!  ¿Cuánto pides por él?
No tengo la menor idea de lo que había dicho, pero fue una fuerte suma de rublos. El hombre no lo pensó dos veces y me pagó la cantidad acordada.

—Bien, bien –Maulló mientras enrollaba su larga barba- Veo que a los artistas de hoy les encanta bromear. Pero para la próxima vez no tendré tanto tiempo. No lo olvides: mañana trae contigo más obras así y podremos hablar.

—Muchas gracias, señor Alov. Ahora, adiós y…

— ¡Oh! Espera un minuto. No es cortés dejar ir a los visitantes con el estómago vacío. Vamos a comer.  –Sacudió una campanilla y al momento se presentaron dos criadas. Una era vieja y parecía de Armenia. La otra, era la misma de la noche anterior.

No podía negarme. No cuando había dormido tanto tiempo con el estómago vacío y la cabeza dolorida.

¿Qué serían esas cosas pringosas y repelentes que me miraban desde el fondo del plato? Parecían pelmeni o gasterópodos deformes, según se decidiera. Probé uno y fue la peor cosa que había engullido en mi vida. Sentía que entregaba el alma con cada dentellada que le daba.

“¿No es acaso un gran manjar? Mi hija mayor los preparó. Lástima que está ausente.” Exclamó mi interlocutor para después devorar uno tras otro.

A la salida pensé que bien había valido la pena, ahora podría pagar la hipoteca del chiribitil en el que mal vivía.

No obstante, aún tenía preguntas en la cabeza sobre el incidente de la noche anterior. Nada podía hacer para evitarlo y busqué afanosamente la calle donde había visto a Ekaterina.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 29 de Mayo de 2011, 12:00:17 am
XIII


¿Qué decís, hato de víboras? No, nada de lo que he dicho es fantasía mía. ¡Bienaventurado sería si así fuera!

Prosigo con mi confesión. No daba con la calle por más que probaba a “extraviarme” de un lado a otro. Todo cuanto vi era sólo la miseria de unas cuantas familias de mujiks, de siervos manumitidos y  algunos otros indeseables como sarracenos y los omnipresentes polacos. ¿Sería posible que ella viviera en medio de aquella inmundicia sin tener roces siquiera con la depravación que imperaba? ¿Me estaban engañando mis ojos?

Mis escasos efectos personales habían sido lanzados a la calle. De ello no me cabía duda. Con una hipoteca vencida, de poco me servía el dinero para pagarla.  Debí pensar en donde pasar la noche, pero tal preocupación me parecía demasiado vulgar. No podía si no pensar, de nuevo, en las cosas que había visto la noche anterior.

Finalmente di con la endiablada calle, reconociéndola por su estrechez. Sin pensar de otra cosa me tumbé a esperar que pasara, bien ella o su presunto padre.

Estaba bastante desesperado y sediento. Dejé mi vigía y marché a comprar vodka. Y ahí mismo me encontré con el innoble de mi “amigo”.

— ¡Viejo colega! ¡Estás bien! Cuéntame cómo te ha ido con los Alov. Ahora me devolverás mi ropa, ¿No?  –Fue su hipócrita saludo-

— ¡Aparta, cerdo! –Gruñí- Eres un cobarde despreciable. ¡Lárgate de aquí antes que…

— ¡Uy! El señorito tiene agallas. –Me interrumpió entre risas- ¿Cuánto bebiste en la fiesta?

— ¡Largo! ¡Largo! –Grité-

— Me lo agradecerás cuando conozcan tu nombre en toda Europa. –Gritó burlonamente antes de irse con pasos lentos-
Suspiré derrotado. Tenía fuente de dinero, sí, pero ninguna respuesta a mis preguntas. Y como es sabido, de un trago viene otro y otro y otro y otro.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 31 de Mayo de 2011, 04:28:13 am
XIV

Acabé consumiendo casi todo el dinero en una bacanal que concluyó con un fenómeno muy habitual en mí: el soponcio.

Me lamentaba largamente por los años desperdiciados en una profesión que sólo me había traído pena. La calle, llena de piedras sueltas y manchas de humedad que carcomía lentamente paredes hastíadas de existir, no me ayudaba a apartar de mí tales ideas.

Sin llegar al sueño febril al que tantas veces he acudido cuando el Cielo opta por callar ante mis súplicas, claro; permanecí vegetando soñoliento mirando a los habitantes de aquél barrio, cuando, como arañas, surgían de su escondrijo.
¡Quién diría que una harapienta mendiga pudiera tener tal mirada! No estaba tan borracho como usteden creen. Sé de lo que hablo.

¿Cuánto tiempo habrá transcurrido desde que compré vodka? Jamás lo sabré. No oscurecía aún, pero el sol daba sus últimos rayos cuando un par de niños me espiaron largamente. Creí que esperaban a un descuido mío para desvalijarme.

No fue así. Aún sin confiar de las intenciones de los mocosos me fui de ahí, aparentando que abandonaba la calle.

Al poco rato de que me marché de ahí llegó una verdadera muchedumbre de mujiks, de vagabundos y de otras cosas peores. Todos partían al barrio, cargando enormes valijas. Incluso creí ver a un par de ricos, cientos de sarracenos y hasta un hieromonje de espesa barba.

No tenía la menor idea de que estaba ocurriendo. Pensé en observar de reojo por la entrada y me topé con un inmenso tablón en el que no había oquedad alguna.

En las casas cercanas habían cerrado presurosamente puertas y ventanas. Y.. ¡Necesito otro trago!

La curiosidad que despertó la repentina reunión se disipó rápidamente al saber que no tenía ningún lugar donde pasar la noche. Me resigné a dormitar ahí mismo.

Una voz familiar me saludó y me incorporé para regresarle el saludo. ¿Tengo qué describir cuán mayúscula fue mi sorpresa?
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 05 de Junio de 2011, 02:24:52 am
XV

Se trataba de un viejo conocido de mis días en la academia, Oleg Ivanovich Vysotski. No esperaba ver de nuevo su nariz por Moscú desde que se había marchado para pintar íconos en Novodevíchi. Siempre me pareció un libertino como ninguno, aún más amante del vino que yo. Ya le daba por exiliado o asesinado por tantos años que dejé de verlo.

— ¡Pero si es Oleg! ¿Qué te trae por aquí, perillán? –Respondí, sorprendido-

—La mala vida –respondió mientras hacía crujir sus nudillos y aspiraba profundamente- ¿Y ése aroma tan desapacible? ¿Caíste en un cenagal o está por aquí el ladrón de Mikhail Bezuhov?

— ¡Ah! Si supieras.

—No me cuentes. ¿Qué haces aquí?

—Pues no lo diré.

— ¿No has visto pasar por aquí a una comitiva?
Señalé con el pulgar la entrada bloqueada por el tablón.

—Vamos a ver de qué se trata. No es normal que impidan pasar. A buen seguro que se trata de una fiesta privada.

— ¿Tú crees?

—Es lógico suponer que la única cosa que hacen bien en barrios tan paupérrimos como éste es embrutecerse. Vamos a acercarnos.
Seguí sus pasos y apoyamos el oído en la vieja madera que impedía el paso. Una astilla punzó mi lóbulo. Salté hacia atrás gimiendo a lo que obtuve por respuesta un apretón de carrillos y una sacudida frenética seguida de un reproche: “Van a pillarnos, estúpido”

—Bien hecho, ahora jamás sabremos qué hay del otro lado. –Siguió increpándome-

—No hay ningún sonido. Deben de estar bajo techo. –Contesté-

—Sólo hay una manera de saberlo. Alguien tendrá que asomarse.

—Lo haré yo, aúpame.

— ¡Ignaro! Eres demasiado mofletudo.

— ¿Qué dices?

—Voy a subir yo.

Oleg siempre sospechó de tener prosapia tártara. No era algo que se pudiera decir con sólo mirarlo. Nada había de bárbaro en su aspecto. Lo único que parecía confirmar su hipotético linaje mongoloide eran sus modales hoscos, demasiado hoscos, como debieron haberlos tenido Atila o Gengis Kan cuando tomaron a fuego y sangre ciudades de sus hermanos civilizados en Oriente.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 07 de Junio de 2011, 02:09:41 pm
XVI

¿Qué decía? ¡Ah, sí! Asomó la nariz y los ojos. No paraba de saltar y sacudir toda la madera.

— ¿Qué hacen ahí? ¿Ya te puedes bajar? –Pregunté en voz baja-

—Parece que descargan botellas. Todos están cerca de una casa grande y añosa, debe de ser de los años de Pedro el grande… ¿Y esos cirios? Creo que es una boda. ¿Ahí viene la novia?

— ¿Novia?

—Bueno, no sé a quién más le pongan un velo.  Claro, no es un vestido de novia como los que he visto… No, no es la novia... ¡Santo Cielo!

Había enmudecido repentinamente. Repetí varias veces “ ¿Qué, qué?” sin obtener respuesta.

Un largo silbido seguido de una voz grave que profería algo terrible que será mejor que no diga rompió el silencio, casi absoluto. Siguió el vuelo de un pequeño objeto metálico con trayectoria hacia donde estaba Oleg, sin dar en el blanco por una distancia menor a la que hay entre los ojos de cualquiera.

Bajó de un salto y echamos a correr a toda prisa. ¡Una verdadera manada animal bramaba furiosa detrás de la barrera!  De las cosas que hubieran ocurrido de haber permanecido un segundo más ahí no quiero ni especular. Escuché como se desplomaba el tablón violentamente y una ominosa estampida desataba su furor.

Sin voltear ni un instante nos alejamos no sé cuantas verstás. Habían desistido, según parecía, cuando pasamos por una vieja ermita. Huelga decir que seguíamos sin voltear atrás, aún desde el precario refugio de una pared, recuerdo de alguna otra morada, a punto de ceder al paso de los años.

Mi compañero estaba pálido como una vela. Tenía la mirada fija hacia el horizonte y temblaba como una hoja. Torpemente trataba de repetir, una y otra vez, oraciones que en su voz parecían juegos de palabras. Cuando le pregunté por lo que había visto se limitó a gritar, enojado, “¡Nada!”.

Miré de soslayo pasados varios minutos. No había nadie en la calle. Las pocas casas que aún tenían humo en sus chimeneas estaban cerradas a piedra y lodo. No, no hay analogía en decir “A piedra y lodo”. ¡Todas las ventanas estaban tapiadas con piedra y lodo!





Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 12 de Junio de 2011, 12:22:42 am
XVII

Oleshka salió de su estupor, sudoroso y aún incrédulo.  Rió nerviosamente cuando comprobó que la persecución había terminado.

— ¿Fue exactamente como en la academia, no? –Murmuró sonriente-
Contagiado de una inexplicable alegría, reí de forma sardónica e incontrolada, para responder “Sí, canalla”.

— ¿Tienes dinero? Creo que la hazaña de llegar intactos hasta aquí merece un trago.

—Tengo algo. –Respondí mostrando el sobrante de la paga que no había ido a parar en mi garganta-

— ¿Estás bromeando? ¡Esto es bonanza pura! ¿A quién robaste?

— No creerás, precisamente ha sido por el perro de Bezuhov.

— ¡Ah, no! ¿Ahora también engañas a los pardillos con dinero? ¿Te ha pegado algo más que su hedor?

— ¡De eso nada!

Narré todo lo que había visto en la fiesta. Absolutamente todos los detalles, salvo por el de que alguien de aspecto extraño trabajaba en la mansión.  Preferí no decir absolutamente nada acerca de Ekaterina.

— ¡Los hermanos Blonwski! Ésa sí que es buena, hombre. El pasado te persigue. -Vociferó antes de dejar salir una sonora carcajada.-  No me digas que también Ania está aquí. Bueno, basta de recordar cosas tristes. –Gritó- ¿Vas a dejar enmohecer ese dinero o lo invertirás en buen licor?

— ¡Imbécil! –Le grité antes de propinarle una cabezada- ¿Sería yo si no pudiera hacer lo que puedo hacer? ¿Crees que no quiero beber?
 
— ¡Eres el mismo de siempre! Vamos a celebrar.

—Espera, antes voy a ver cuánto han dejado los vagabundos de mis pertenencias.

— ¿Vives en la calle?

—Ahora sí.  Debía una hipoteca y dejé pasar el plazo. Es lógico que todo esté en la calle ahora.

—Bien, pero ahora, ¿Cómo llegaremos a donde solías vivir? ¡No quiero poner un solo pie en esa maldita…

—Calma, hay un puente no  muy lejos de aqúi, ahí. ¿Lo has visto? Lo cruzamos y ya está. Encontraremos el camino.

El viaje fue largo. Nos detuvimos ante la puerta de lo que hubiera sido durante largo tiempo mi refugio y mi estudio. Se había cerrado para siempre.

Todo lo que había sido arrojado sin ningún miramiento a la calle, mis cuadros, mi caballete, mis escasos muebles, todo había sido antes sujeto a escrutinio y robado o simplemente pisoteado. Sólo un par de cuadros se habían salvado de la destrucción: uno, de un baño turco y otro, todavía inacabado, de unas miserables Isbas de Tula.

Todo cuanto poseía en aquel momento era sólo un par de lienzos y algunos rublos, insuficientes para siquiera alquilar un cobertizo, pero demasiados para derrocharlos en otros menesteres.
Título: Capítulo "especial": Trance-formación.
Publicado por: Gñé en 15 de Junio de 2011, 06:16:18 am
XVIII

i- El pintor hereje

Dichos menesteres no eran más que beber en donde laboraba un tabernero siempre de mal humor, el viejo Grigori. Nada más vernos entrar  masculló: “Pero si es el dúo brocha gorda. ¿Esta vez no viene el maldito mentiroso con ustedes? Os diré que no acepto otro de sus patéticas y demenciales pinturas como pago, así que largo”. Había dicho eso en recuerdo de una ocasión en la que pagamos con una obra irrisoria, una de las casi cien versiones de El rapto de las sabinas  que había pintado el canalla Oleshka. ¡Dios! Jamás conocí alguien más obsesionado con el tema.

— ¡Calla, abuelo!  –Contestó desafiante el libertino- Mi amigo y yo venimos de muy lejos y tenemos la garganta seca.

— ¿Con qué piensan pagarme ahora? –contestó el viejo mientras frotaba su arrugada frente con una estaca nudosa que solía usar para aporrearme cuando bebía y no pagaba o cuando ocurrían cosas- ¿No será con eso, verdad? –Señaló con la misma estaca los cuadros que llevaba bajo el brazo.

Sin proferir maldición alguna de las incontables que se agolpaban en mi mente le di más de diez rublos. Al poco rato estábamos henchidos de licor hablando con perfectos desconocidos.

—¡ Novodevíchi!  ¡Vaya broma! Esos clérigos sólo usan su imagen de piadosos para ganar dinero gratis. –Vociferó el libertino.- ¡Y piden demasiado para un ícono: no beber en el trabajo, no dormirse en el trabajo, no estornudar, no gritar improperios! ¡Yo hago lo que quiero cuando quiero!

— ¿Y qué harás ahora? –Pregunté- ¿Vas a pintar otro rapto de las sabinas?  A buena hora los romanos decidieron dar fuente a los desvaríos de un artista borracho y hereje.

—Sí, ¿Qué harás ahora, pintor borracho y hereje? –Repitió al unísono un grupo de bebedores que estaban justo detrás de nosotros.

—¿Yo? ¿Borracho? ¿Hereje? ¡No! Soy tan seguidor de la Iglesia Ortodoxa como cualquiera de ustedes. Y sólo bebo cuando mis heridas del espíritu no sanan. Además ¿Qué pecado existe en inmortalizar el Rapto de las sabinas? ¿Soy su enemigo por decir la verdad sobre Novodevích? No me gusta hablar de mí ante otras almas ¿No va a descollar entre todos los presentes el nuevo artista de los Alov? –Reviró.

— ¿Demostrar qué? –Respondió el coro.

— ¡Si no me dan una bebida, no lo haré! –Exclamé visceralmente.

—Aquí está, ahora sí, ¿Qué es? ¡Hip!

— ¡Prestad todos atención! Mi amigo va a hacer lo que ningún hombre en la tierra ha hecho jamás. Va a beber todo el vodka que se les ocurra ¡Hip! y lo va hacer boca abajo apoyado en ambas manos.
Fue penoso. Sí, podía hacer bastante bien eso. De hecho, era de las pocas cosas que sabía hacer bien. Para amenizar más el acto, se me ocurrió hacerlo al momento de dar una voltereta. ¡Claro que podía hacerlo, incluso cuando el alcohol se me subía a la cabeza!

ii- Cara de torta

Habíamos montado una especie de circo en ese lugar decadente. Unos sabían burdos trucos de prestigitación, otros podían comerse su capote y su sombrero, otros más eran volatineros y mil curiosidades más. Sólo había tres borrachos, apartados de todo, con la expresión más triste que pudiera imaginar. Creo que le llamaban Iván Chirkoff.  Le acompañaban otros dos, mucho más serenos.
Me aparté del grupúsculo. Y me arrastré como un nefando roedor junto al trío, inquiriendo sobre la causa de la notable abulia de uno de ellos.

—Tiene un hijo, un niño de casi nueve años. –Susurró uno de los del trío- Y el pequeño no ha regresado a casa desde hace tres días.

—Está muy encolerizado, aunque no lo aparente. –Interrumpió otro– No tiene la menor idea de que pudo ocurrir con su hijo -¡Hip!-.

–¿Tendrá algo que ver con –¡Hip! – las huestes de extranjeros de pronto nos invaden? –Se unió a la conversación uno de los saltimbanquis. Pronto el improvisado espectáculo se desmoronó y todos sus penosos participantes se arremolinaron en torno de Iván Chirkoff.

—¡Sí, es verdad! –Vociferó un jovenzuelo- ¡últimamente se ven muchos sarracenos y tártaros por aquí! ¿Vendrán a enrolarse en el ejército? ¡Hip!

—No, ¡Hip! Yo les he visto y digo que no todos son de Tartaria. –Contestó alguien- Hay muchos que me parecen del Tíbet, de Manchuria, de ¡Hip!..

—¡Para mí todos son -¡Hip!-  iguales, con esa cara de torta que tienen!  -Respondí- ¡Que les envíen a Kazán!

—Sí, ¡Hip!, el pintor tiene razón. ¡Cara de torta!  -Respondieron todos a coro.

—¿Serán hijos de matrimonios mixtos? –Preguntaban algunos-

—No, estoy seguro que al menos no son hijos de los amarillos de siempre. Podrían ser de Sajalín, sospecho.  –Añadió algún borracho más-

—¡Qué tontería! –Aulló alguien- ¡Más me inquieta el jaleo que hacen por la noche que sean de algún lugar en el culo del Oriente! -¡Hip!-

—¡No olviden a los -¡Hip!-  polacos!–Alguien gritó.

—¡Lo que faltaba! ¿Y qué de los miserables franceses? –Añadió una voz.

—No, no he visto ni un solo -¡Hip!- francés –Respondí.

—Yo les he visto en compañía de -¡Hip!- unos sarracenos y otros que parecen de -¡Hip!- Karelia.

iii- La Rusalka


—El otro día yo vi una -¡Hip!-

—¿Una “¡Hip!”?  -Preguntamos todos a coro-

—Sí, una -¡Hip!- una -¡Hip!-..una -¡Hip!-

—¡Habla -¡Hip!- ya de una buen vez, hombre! –Seguimos reclamando-

—Una -¡Hip!- una -¡Hip!- una -¡Hip!- una …Rrrrussssssaaaaaalkaaaaaa -¡Hip!-

—¿Una Rusalka?  ¡Vaya tontería! –Todos estallaron en risas-

—¿No habrás visto también algún -¡Hip!-  gnomo con bigotes muy largos? –le pregunté burlonamente.

—¡Afortunado! -¡Hip!- yo lo único que veo cuando bebo es la cara de mi -¡Hip!- esposa enfadada. -Añadió uno de los acompañantes de Chirkoff.

—¿Y cómo era -¡Hip!- -¡Hip!- -¡Hip!- la -¡Hip!- rusalka que has visto?

No tengo memoria de que fue exactamente lo que dijo el desconocido, pero justo en ese momento más de una cara burlona se trocó por una expresión de angustia. Se intercambiaron algunos chasquidos de incredulidad seguidos de risas nerviosas y la palabra “Tonterías” pronunciada  entre dientes.

Yo no entendía qué pasaba ahí. Volteé donde estaba Oleg y me encontré con un hombre pálido como la cera, meditabundo y tembloroso.

Iván Chirkoff, que hasta el momento había permanecido sin pronunciar palabra, gritó encolerizado “¡Os burláis de mi desgracia!”  Y se puso a propinar golpes y puntapiés a cuanto infeliz se cruzara en su camino a la salida. Salió sollozando a la calle.

iv- Trance-formación

—¿Qué es eso en el suelo? –Graznó un individuo de estatura extremadamente baja-

—Parece un líquido - contestaron todos a coro.

—¡De nuevo! –Pensé al darme cuenta que una inexplicable sensación de frío en las piernas y un goteo con procedencia de una gran mancha en mi ropa. Era otro curioso fenómeno, producto de beber más de lo habitual. Y que me había costado muchos golpes con una estaca.

Esa noche no fue la excepción y tanto Oleshka como yo terminamos con las costillas medidas.  El viejo Grigori al menos fue lo bastante gentil como para lanzarme mis dos cuadros a la cara.

—¡Siento lo de esta noche! –Se disculó Oleg- Para demostrar que soy un amigo verdadero y no como ese Mishka podrás pasar esta noche en la cocina de mi casa. Es un lugar muy tranquilo y cálido, ya lo verás. -¡Hip!-

—Pero ¿Qué.. es lo que has visto, en la calle, esta tarde? –Respondí tratando de no vomitar-

—Sólo te diré que mejor será para ti renegar de todos los tratos que hayan sido mediados por Mishka.  En cambio yo ¡Hip! Soy tu hermano, somos del mismo gremio -¡Hip!- ¡Hip!- ¡Hip! -¡Hip!- Los dos pintores brocha gorda.

Marchamos abrazados y entonando una desentonada melodía de mi invención: El kolobok hace chu-chu-chú. El kolobok hace chu-chu-chú.. Sí, soy mal pintor y peor músico.

—Tienes una casa muy buena, -¡Hip!- ¡No te pagaban mal por los íconos! –Ladré al ver la supuesta casa de mi viejo compañero.

—Sí, -¡Hip!- lo que digas. ¿No, -¡Hip! me ayudas a abrir? Es que no encuentro la -¡Hip!- llave y la cerradura no deja -¡Hip!- de moverse.

—No seas bruto -¡Hip!- la cerradura no se mueve. Es la condenada puerta la que no deja de -¡Hip! bailar –Sobra decir que estaba bastante embrutecido. ¡Duden de mi veracidad si así lo desean! Pero no sólo recuerdo aquello, sé que es la verdad, la dolorosa verdad!
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 18 de Junio de 2011, 07:46:59 am
XIX

¡Qué infausta ha sido mi vida! Confiado, ayudé al borracho libertino a hacer ceder la cerradura con una barra de metal que por ventura habíamos encontrado cerca.

Me despedí, y sin decir nada más, me desplomé, exhausto y lleno de alcohol, en un lugar cercano a la cocina.
¡Maldito sueño el que acudió a mi testa! Había visto la misma muchedumbre de la sucia y paupérrima calle mirándome fjamente, como lo había hecho ese vieja. Incluso de entre todos distinguía perfectamente la figura de mi nuevo patrón, a quién no había visto esa tarde.

El siniestro tropel acudía a una especie de peregrinación de la que no se distinguía inicio ni fin, prolongándose hasta el horizonte.

Un ruido insoportable me arrebató de aquel mal sueño, similar a un relámpago. Me incorporé, tambaleante y adolorido. El estruendo prontó se transformó en la voz de una señora que gritaba "¡Al ladrón, que se ha dormido en mi casa! ¡Ayuda!"

Una verdadera tormenta de objetos domésticos, entre majaderos, escobas, una silla y demás, se abatió sobre mí, al igual que horribles palabras nada propias de una dama.

Apenas logré ponerme a salvo, usando mis cuadros a modo de escudo. Cuando logré alejarme lo suficiente de ahí llegué a la conclusión de que si el mal amigo que era Oleg me había metido en una casa era porqué ésa casa no era la suya. ¡El muy sinvergüenza me había invitado a una casa que recién terminaba de saquear!

No me cabía ninguna duda: era un tártaro cualquiera. ¡Cómo era de esperar! "¡Mal amigo! ¡Ladrón! ¡Embustero! ¡Tártaro!" grité por no sé cuantas horas antes de tropezar en un charco pestilente y pegajoso. Mi pintura del baño turco había quedado arruinada y bien pudo cambiar su título por el de "La garita turca", por la execrable ilusión que creaban las manchas sobre el óleo.

"¿Qué haré?" Pensaba. "Ya está. Otro préstamo. ¡No! ¿A quién no le debo? mmm... ¡No! ¿Y si vendo Las isbas de Tula al señor Alov? Seguramente no pague como por el otro cuadro. Si no bebo hoy, tal vez pase la noche en algún sitio barato y aún me quede para conseguir material para otro cuadro. ¿Y si no compra el cuadro? ¿Y si me echa por mi aspecto desaliñado? ¿Se secó ya la mancha en mi ropa?"




Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 27 de Junio de 2011, 10:48:43 pm
XX

—¡Basta! Déjate de bromas, pierdo mi tiempo. –me reprochó mi mecenas al mostrarle la aún  inconclusa pintura en la que las isbas todavía no habían sido agregadas- Muéstrame el otro de una vez.

—¿Cuál? ¿Éste? No,  está en blanco, no hay óleo aplicado, es un lienzo vacío. –me disculpé-

—¡Silenció! –rugió- Aquí el que dice si algo está vacío o no soy yo. Y bulliendo de irritación me arrebató el malhadado baño turco.
Con falso aire doctoral lo contempló largamente. Siempre había sido un cuadro penoso que lejos de inspirar grandeza o exotismo, evocaba sólo lúgubre y trivial vanidad. Y las manchas, ahora prendidas inexorablemente del óleo en patrones indignantes, terminaban por hacerlo ver  repugnante.

—¡Éste cuadro si que es toda una obra! –repondió mi patrón- Pero, ¡Dios!, dejad de hacerme perder mi tiempo en niñerías. ¡Tú serás el nuevo Miguel Ángel! Todo el mundo reconocerá tu nombre. Y tu obra será seminal para las nuevas generaciones. ¡Yo pondré todo lo posible de mi lado para ello!

No daba crédito a semejantes palabras. Ni aún a los groseramente ampulosos gestos que hacía quién las decía. Los ojos azules del señor Alov parecían salir de su sitio y su cabeza parecía el badajo de una campana. Si agregamos al cuadro la manía de contraer y extender sus huesudos y casi traslúcidos dedos podemos hablar de un individuo mermado por los peores vicios y lleno de la más abyecta soberbia.  ¡Y él era el dirigente de mis acciones!

—¡Dios, hijo! Veo que has tenido una noche muy -¡Hum!- larga. ¿Nos permitirías el honor de tu compañía en la mesa?

La voz de mi patrón sonaba muy misteriosa al emitir la palabra “mesa”.  Mis ojos estaban inyectados en sangre y me dolía terriblemente la cabeza. La sed me abrasaba y no podía contenerme más. Acepté la invitación, ahora acuciado por la necesidad.


Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 02 de Julio de 2011, 04:59:41 am
XXI

Yevgeni alov era un despojo que estaba enfermo de alma y cuerpo. A cada respiración suya una especie de crepitación tenue seguía. ¿Han escuchado ello aguna vez? ¿Lo han sufrido bajo los efectos de la resaca? A mis pobres oídos ello parecía un espectro rogando misericordia.

Cuando hablaba era para dejar salir alguna barbaridad sin gracia, impúdica y monótona. No paraba de hablar de fisionomía femenina de la servidumbre, por explicarlo. Si usara las palabras de mi mecenas incluso ustedes se indignarían.

La cantidad que pagó por una salpicadura hubiera sido gravosa, incluso para un manirroto consumado. No puse reparos al momento de recibir mi pago. Tampoco los puse en la mesa.

De nuevo servían pelmeni. Ahora parecían acecharme desde el plato para saltar sobre mí y morderme. El hambre, no obstante, fue mucho más fuerte que cualquier repudio connatural y los mastiqué antes que ellos tomaran delantera.

Me despedí de mi nuevo mecenas y marché a la calle. No podía dejar de pensar en que el patrón era un perfecto obseso. ¡Pero qué importaba! Tenía al fin, una venturosa y feliz ocasión en varios años después de la academia.

Lo primero era conseguir un nuevo albergue. No costó mucho llegar a una casa vieja que ostentaba a la entrada "Se alquilan habitaciones". ¡Qué severidad la de la Providencia, por llevarme ahí!

El portero lucía increíblemente indolente. Apenas y movía los dedos de la mano en la que apoyaba su quijada para aplicar una cerilla a su cigarrillo.

— ¿Viene el caballero a alquilar una habitación? - Dijo sin mirarme.
— Sí, exacto, señor.
— Yegor Afonich Zolotov, soy el propietario de esta casa y sólo queda una habitación vacante, incluye muebles. Son seis rublos al mes, más un pago inicial de diez rublos.

Incluso un lego sabría que seis rublos al mes era un alquiler muy módico. Gastaba el doble y hasta el quíntuple en bebida y apuestas. Me dejé conducir a la cavidad oscura y húmeda que sería mi nuevo refugio del mundo.

No había espacio para muchas cosas. Los muebles estaban destartalados; las paredes, llenas de lama y pelusa; el piso, de restos de cascote; la puerta, era graciosamente cóncava en su porción externa y la cerradura apenas y encajaba.

Por seis rublos estaba dispuesto a dormir incluso en un pajar. Acepté gustoso el trato y firmé.

—¿Usted es pintor? -Preguntó mientras guardaba el contrato en un cartapacio de cuero sucio y lleno de remiendos por todas partes-

Me sorprendió que lograra atisbar el cuadro que tenía bajo el brazo. No sé como lo había hecho. Un ojo suyo daba la impresión de salir de su cuenca y el otro estaba hundido.

—Sí- Respondí tajantemente.

¡Otro trago!








Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 06 de Julio de 2011, 12:58:38 am
XXII

El resto de los inquilinos eran en su mayoría extranjeros: unos cuantos alemanes dados al beber, un par de franceses y un polaco. Sólo había otro ruso, un mujik que había marchado del campo para probar fortuna en Moscú. Sorprendentemente ninguno, ni aún el polaco, tenía malicia alguna en la mirada, a diferencia de la horda que me había perseguido. Era obvio que tenían una forma honesta de vivir. O en todo caso, al menos ocultaban con gran habilidad sus fechorías.

Todos eran muy sociables y muy cordiales entre sí. Cuando me disponía a salir en busca de más material para pintar un alemán rechoncho y de lentes enormes me saludó y me hizo la invitación de un juego de backgammon. Acepté, aunque muy desanimado por la ausencia de apuestas de por medio.

Horas y horas permanecí ahí. La charla, aunque en un imperfecto ruso, era muy animada. ¡Era cosa de portento ver a un polaco y a un francés hablando con un mujik y un alemán!

Llegó el momento de salir a comprar el material y marché, despidiéndome del todos.
Sólo cuando llevaba un largo trecho me percaté de que aún tenía mi cuadro bajo el brazo. ¡Qué cosa más imperdonable! Ya pensaba en retornar a mi refugio cuando algo me hizo anhelar pasar a beber unos cuantos tragos de coñac y apostar una suma en el juego.
Entré en la taberna y mayúsculo fue mi estupor al encontrarme de nuevo al innoble Mishka Bezuhov, ahora cubierto con un caftán negro y un sombrero anchísimo. ¡El truhán se estaba metiendo, sin saberlo, en terreno peligroso! ¡Al igual que yo!

Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 09 de Julio de 2011, 05:05:36 am
XXIII


El perillán no volteó siquiera a verme. “¡Mejor así! “ –Pensé-  “No he venido a saludar a un mal amigo, he venido a disfrutar de la vida.”

Placeres, misérrimos entre misérrimos :, apostar contra un cristiano cualquiera para verlE retorcerse y sudar al momento en que sus monedas son apresadas por dedos cubiertos de costras mientras el coñac de mala calidad cae por la garganta. Pero por aquellos días los veía como bendiciones del paraíso. Sentir el éxtasis de los dados danzando y sentenciando al rival a su ruina mientras bebía era uno de los pocos refugios que había tenido hasta entonces. No encontraba las palabras para describir el gozo y el horror que había sentido en unas cuantas horas de juego y bebida.  Toda una hacienda se había evaporado ante mis ojos en una partida, y a la siguiente retornaba, incólume.  El desfile de ganancias y pérdidas siguió hasta hartarme. Las usuales protestas del rival, que ahora había sido un calvo, no se hicieron esperar. “¡Dados cargados!”, “¡Mentiroso!”  Y demás. Nadie prestó atención. Mucho menos yo.

Unos cuantos pasos de camino descubrí que la palabra más detestable y más hermosa que he escuchado en toda mi vida es ulët.  Sí, no hay otra. ¿Cómo he de describir la carga que sentía en mi pecho cada vez que ella, que decía llamarse Ekaterina, movía los labios para dejarla salir? Ahora tenía un vestido al estilo de las muchachas alemanas, o eso creo. No puedo recordar mucho. Y además traía encima un paletó ancho bajo el cual se adivinaba algo que…

—¡Pero sí es usted!¡Me alegra ver que esté bien! ¡Ulët! ¿Se ha perdido de nuevo? ¿Quiere ir a su casa?

—No, gracias. No me he perdido ni quiero ir a casa.

— ¿Por qué no?

—Aumm.. mejor tú te vas a casa, que tus padres deben estar muy preocupados por ti. Además no quiero que el señor  ¿ah? Esto.. el señor ..

—¡Eroshenko! –Respondió dando un salto-

—Bueno, no quiero que el Sr. Eroshenko me dé con un bastón.  Me duelen todos mis huesos y no puedo soportar un golpe más.

—¡Pero si ya se le ha pasado el enojo de la otra noche! ¿Y qué huele así?

Descaradamente se puso de puntillas para oler con ahínco mi cara. No obstante, extendió la diestra de esta forma, hacia el frente y con la zurda pareció protegerse justo por abajo del cuello.  La suspicacia que guardaba hacia mi persona se dejaba vislumbrar en esto y en el hecho de que en su mirada, increíblemente torva, pero teñida de rara inocencia, constantemente se dirigía a mis manos y al cuadro que sostenía bajo el brazo.

El aliento de otras personas en el rostro propio es de lo más desagradable, eso lo sabrá cualquiera. Pero ¿Por qué no sentí en ese momento repugnancia, sino inextricable y morbosa fascinación? Jamás encontré respuesta coherente.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 12 de Julio de 2011, 01:28:43 pm
XXIV


—¡Uy! Necesita un baño urgentemente. –Retrocedió con un gesto de tenue ira.

—¡Es esta condenada ropa!  -Respondí lentamente mientras levantaba de nuevo la vista, primero a su cuello, delgado y de un tono pálido, nada inusual;  luego a el mentón, que no daba la impresión de ser del todo sólido; la nariz era respingada, corta y fina;  Finalmente detuve la mirada en sus ojos, brillantes como si estuvieran perpetuamente húmedos, desprovistos del menor atisbo de lágrimas y con carúnculas diminutas, casi invisibles. El verlos me hacía pensar en viejas epopeyas redactadas en la Ruta de la seda, aunque algo no era familiar en absoluto, algo difuso e imposible de precisar.

—¿Por qué no se la cambia, si es lo que causa tal pestilencia? –dijo mientras fruncía el ceño

Rápidamente mi mirada se apeó de nuevo. Ahora a mis zapatos, viejos y manchados.  Los suyos parecían nuevos en comparación, aunque la oblonga hebilla del lado izquierdo no era igual a la del derecho, que era cuadrada.

 Mis indiscretos exámenes parecían irritarla, pero jamás manifestó deseos de retirarse o siquiera alargar la distancia entre ambos. No dudaba que también sentía curiosidad por mí, por la forma en que miraba de soslayo lo que tenía bajo el brazo, pero su desconfianza y desagrado permanecían en el aire.

—Ah, es que más bien yo.. no tengo más que… -Me limité a recitar-

Una malevolente y crispada sonrisa se dibujó en su rostro, aún ceñudo. Y sin decir nada más que “¡Mío!”  Se hizo en una sola arremetida con mi cuadro inconcluso y echó a correr.

Arrobado todavía por los movimientos de lo que se adivinaba bajo el paletó que la cubría, permanecí sin decir nada -¡Canalla he sido!-, viendo como desaparecía rápidamente a grande zancadas. 

En otros momentos hubiera dicho simplemente “¡Al diablo!” y me hubiera marchado resignado.  Como no eran otros momentos decidí correr tras ella. Me repetía constantemente a mí mismo la idea de que el cuadro era el motivo de mi carrera. De todas formas, le tenía apego a un trabajo que yo consideraba sería el mejor de toda mi carrera.  ¿Pero, por qué no daba por perdida la causa? Ella me aventajaba por bastante distancia, sin apenas dar muestra de cansancio y yo, en contraste, al poco rato no podía seguir y además había perdido un zapato. No me había percatado de ello hasta el momento en que pisé algo rugoso y con un berrido salté sobre un solo pie, para terminar por resbalar y caer en otro charco marrón y fétido como en el que había terminado el baño turco.

Me olvidé brevemente del asunto, mal limpié el traje y mejor me dediqué a buscar el calzado extraviado. “¡Señor, dame la paciencia de la que habló San Pablo a los corintios!”  Pensaba mientras me golpeaba el pecho.
No había encontrado nada. Ni cuando sumergí la mano en el fondo del charco.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 19 de Julio de 2011, 11:36:34 pm
XXV

Cinco dedos, largos y finos, me ayudaron a levantarme del suelo. Eran los de su mano. La presión que ejercían era algo excesiva: podía sentir la punta de sus uñas blancas hundiéndose parcialmente en mi piel. 

— ¡Vaya vergüenza!  -me reprochó con un gesto amable- No puede permanecer en pie ni por un abrir y cerrar de ojos.

—¡Mi zapato! –Lancé un quejido-  No encuentro mi zapato ¡Y no puedo más!

Como si con ello resolviera mi predicamento, me devolvió la pintura con una solemne, pero digna inclinación.

—¿Qué bosque es el que aparece en esa pintura? –preguntó-

—Es uno que está en las orillas de Tula. –Contesté, olvidando el zapato perdido-

—¿Tiene algo de especial?

—No. En realidad no. Y ¿Qué es eso? El adorno en tu cabello es curioso. –atajé-

—¿Esto? –Dijo mientras lo retiraba- Es sólo una cosa vetusta. Tome, véalo si le divierte.

En verdad no parecía nada de especial en ello. Una pieza tallada en lo que tomé por nácar. Los arabescos que surcaban su superficie carecían de forma discernible, pero eran armoniosos y perfectamente regulares. Mientras recorría aquello con los pulpejos creí leer, con el tacto, dos palabras extrañas.

Mientras alargaba el brazo para devolver el adorno a su propietaria, de nuevo permanecí embelesado. Ahora parecía no molestarle el escrutinio.

Nos despedimos, con la promesa de conversar a más detalle “un día próximo”, y marché, descalzo de un solo pie, a comprar más lienzos y algunas pinturas. Logré mi cometido y aún regresé donde el señor Zolotov. Todos los extranjeros que se hospedaban no dejaban de soltar risitas y comentarios al verme pasar en el gris y carcomido pasillo principal.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 21 de Julio de 2011, 12:52:16 am
XXVI

Llegó una semana rancia y ajetreada. Los primeros días permanecí sin salir de mi cuarto más que para comprar pan y vino, por temor a toparme con alguno de los usureros a los que debía pagar interés tras interés. 
Horas interminables de total ausencia de inspiración me atormentaron por días enteros. Días sin nuncio alguno de encontrar la pintura adecuada para el señor Alov.

Miré el saco de Mishka, lleno de marcas, evidencia de su periplo marcado con el luir y el salpicar. El olor era insoportable, aún vivo y palpitante.  “¿Debo pintarte?” Le susurré al saco medio en broma cuando estaba por dar el último trago a una botella de vodka.
Mi corazón se sobresaltó cuando me pareció descubrir una mirada incisiva en aquella putrefacta tela, cuando bien sabía que los sacos no tienen ojos.  Un pequeño rastro de líquido aún goteaba, después de días enteros, como si fuera transpiración. El saco, a mis ojos, tenía vida propia.

Terminada la bebida,  la ocurrencia de retratar una descosida prenda se convirtió en decisión y procedí a plasmar en el lienzo el saco de la mirada mordaz.
A menos de cinco días fue que decidí hacer caso de Ekaterina y fui al baño público. Por ahora decliné del masaje con ramas de abedul. La última vez que pedí uno terminé con la espalda sangrante y amoratada. “Nada como un masaje con ramas de abedul para mejorar la circulación” me decían todos.
—¡No puedo creerlo! ¿A qué han venido tantos forasteros a Moscú? –Preguntaba un tuerto a un viejo-
—Deben ser asuntos de negocios.  Mi primo, Lioñka, hace muchos negocios con franceses. No hay nada extraño en ello.
—Pero ocurre qué… El ruido de alguien tropezando con una palangana no me permitió escuchar todo, pero remató la frase con un “y lo hacen siempre. ¡Todas las noches!”.
El viejo no dijo palabra. Escondió media cara entre las manos y suspiraba largamente.
—Sújarev ya está lleno de ellos. –Siguió el tuerto- Parecen gente buena, pero me pregunto si vendrán de Kazán o de Kandalaksha.
—¿Kandalaksha?
—Yo diría, por la fisionomía de algunos asistentes a esas reuniones.

La conversación me indicó que las reuniones en los barrios más embebidos de pobreza eran un acontecimiento cada vez más común. Chismosos de todas partes, en todas las tabernas visitadas por mí cuando dejé mi encierro, seguían conversando de las masas de desagradables que acudían puntualmente a lugares poco concurridos y hacían escándalo, como si fuera una fiesta, por horas y horas.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 22 de Julio de 2011, 03:03:59 am
XXVII

Terminé en unos cuantos días mi "obra". Y fue voluntad del destino que en el camino a casa de mi mecenas me encontrara con uno de lo usureros a los que debía más.

—¡Al fin le encuentro! No crea que escapará de su adeudo. Venga, pague de inmediato los rublos que le presté en un arranque de obsequiosidad inmerecida.

—Pero, Sr. Lopatin, yo sólo...

—No venga con otro de sus cuentos. Conozco a los de su clase y sé que son amantes del derroche y la juerga. ¡Deme mis cuatrocientos rublos más los intereses correspondientes! O lo haré arrestar.

Y para mi mala fortuna, traía conmigo cincuenta rublos en aquel momento. Al revoltoso prestamista le pareció que también debía entregarle mi abrigo nuevo de piel de marta y mi sombrero estilo alemán, una de las pocas cosas germanoides que veía con buenos ojos.

Marchó muy contento con mi abrigo puesto y el sombrero alemán bajo el suyo. Amenazó con buscarme para terminar de cobrar la deuda. ¡Mal día en que nació el granuja Loparin Dodónov!

Seguí mi marcha a la mansión de los Alov. La rutina fue la misma de mis anteriores visitas. No podía quejarme de que Mariam Alov era la peor cocinera de Rusia, tampoco que Yevgeni Alov era un individuo envilecido, decrépito y zafio. Un rublo, o un kopek no conoce rostros ni palabras, más que las que tienen labradas.

El granuja Alov se había afeitado. No soporté la curiosidad y me atreví a preguntar como es que su larga y crespa barba había sido cortada. Sólo se encogió de hombros y frotó la punta de su nariz mientras bramaba secamente "Moda".

Sirvieron ahora un vino espumoso y de gusto afrutado. ¡Muy bueno! Jamás había probado en mi vida cosa semejante. Daba sorbos prolongados y me sentía mejor que nunca.

—¿Le ha gustado el vino? Preguntó con una sonrisa crispada.

—Sí, señor. Muy buen vino. Es el vino de los vinos. -Respondí.

—¿Sabe? Esta noche podrá beber todo el que quiera. Voy a organizar una velada y usted, mi querido pintor, está más que invitado. ¡No falte! -Añadió con un tono ligeramente amenazador.-

Compré otro abrigo, ahora forrado de piel de gato y un sombrero ordinario. Me preparé para la reunión lo mejor que pude. Podía estar seguro que las apuestas y la bebida estarían presentes. ¡El mejor sino había llamado a mis puertas! Sí, tenía que soportar a un loco acaudalado, pero no había bien mayor que la bebida y el juego.

Al salir de mi oquedad casi saltó mi corazón de espanto al ver un malevolente desfile de sarracenos, asiáticos, nórdicos y otros, justamente como los que había avistado en la calle miserable. Al final de la comitiva venía una muchacha, de nuevo con el extraño aspecto de Ekaterina Eroshenko, y vestida a la usanza de las mujeres sarracenas. Mi vista, nublada por el alcohol, tal vez me engañaba. Creí ver que tras ella seguía un hombre barbado y gigantesco que la conducía con una vara como si fuera una vaca.




¡Otro trago, por piedad!







 
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 23 de Julio de 2011, 09:36:41 am
XXVIII

La familia despreciable Alov estaba reunida de nuevo. Algunas visitas, llegadas de Riga y Odesa, también hicieron acto de presencia.
Todos los invitados se maravillaron cuando trabajadores del hermano de Yevgeni, Simeón Alov, mostraron unos tejidos de púrpura y seda. ¡Maravilloso trabajo! todos estaban tachonados con hilos de plata y perlas naturales.
La profana estimación de cuál hubiera sido la augusta mano tras la modernista, aún prístina, labor tras los tejidos arrancaba suspiros de admiración entre casi todos, sobre todo en Mariam, quién no podía contener sus gritos.

El estilo, sin embargo, era desconcertante. Jamás había visto algo parecido, aún en cargamentos provenientes de Tashkent. O en las alfombras persas.

—Serán un buen regalo para su majestad, el justo zar. -Susurró un hombre escuálido y sin garbo en absoluto. Se trataba de -¡El Cielo me ampare!- El hermano mayor de mi patrón, Simeón Alov.

—Ya lo creo, hermano. -Respondió discretamente el mecenas- ¿No has tenido que usar de nuevo aquello?

—No, no. Todo va bien. Parecen haberse acostumbrado ya. No hay necesidad de ello.

—Me alegro, pero no bajes la guardia. Aún puede haber sorpresas. ¿No necesitas otra copia? ¿Algún otro volumen que pueda ser útil? Me parece que había algo extraño ahí.

—No hay necesidad alguna. Pero mejor callar. Lo discutiremos en otra ocasión.

El señor Simeón calló de súbito al percatarse que estaba escuchando. Me explicó con un aire doctoral la peculiar conversación: Hablaba de un grupo de gusanos de seda a los que había logrado educar para nutrirse de otras cosas que hojas de morera. "El volumen" era un palabra que usaban algunos comerciantes de perlas en aquellos días. "Y lo extraño de ahí -reveló- es que algunos gusanos parecen estar enfermos. Yo no puedo arriesgarme a perder mi mercancía, muchacho."

No podía contestar a tamaña afirmación y me retiré a un lugar poco concurrido, para observar de reojo a los trabajadores de Simeón. Absolutamente ninguno tenía barba, al igual que su patrón.
Eran casi todos alemanes, sólo un par de ellos hablaba ruso. Doblaban cuidadosamente los tejidos antes de envolverlos en un lienzo níveo que una figura jorobada, casi oculta en un tosco sayal, anudaba de forma tan exacta y mecánica que me causó pavor.

Los empleados se retiraron presurosamente. Me pareció ver que la persona jorobada era arrastrada con violencia de los hombros por un empleado.

Dejé de observar para beber. Al poco tiempo recorrí el lugar buscando alguien para apostar.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 24 de Julio de 2011, 12:04:55 pm
XXIX

¿Qué aposté? Dinero y un par de tragos. Usualmente podía apostar incluso los contratos de mis sitios de alquiler, o el permiso para abofetear al otro tahúr.

Los sucios dados gastados y sospechosos en extremo me arrancaron una decena de rublos y una copa. Todo era observado por un primo lejano de la insoportable Mariam.

No estaba siendo nada dadivosa la noche conmigo. El vino perdió su gusto y el juego, me pareció de pronto una nimiedad. "¿Qué estoy haciendo?" Me pregunté en voz baja.

De forma prodigiosa logré evadir a la hija soltera del señor Alov para salir a dar una vuelta, alejado del bullicio de la reunión.

La visión de los hermanos Blownski en el primer encuentro con mi patrón, mi mal amigo Oleshka, mi peor amigo Mishka, Ekaterina, la figura que envolvía los tejidos, mis pinturas, todo, todo se agolpaba en una vorágine dentro de mi cerebro, aún lleno de los vapores del vino.
No estaba seguro de nada, aún del número de dedos de aquella mano que sujetaba el lienzo. O del nombre que tengo. Hoy todavía dudo que mi nombre. ¿Será... ¡Bah! ¡Qué importa ello!

No era tarde, pero no sabía que hacer. Por vez primera, la apuesta y el vino no lograron arrancarme del marasmo. "¡Qué tontería! Debo estar enloqueciendo. ¿Otra cosa he de hacer hoy?" Pensaba.

Regresé a mi cuarto en poco tiempo y permanecí largo rato ante la puerta cóncava. Cuando me animé a tocar la cerradura, una discusión en polaco, audible desde un piso superior, desterró la idea de entrar en el momento.

Sin entender absolutamente ninguna palabra, las modulaciones de voz indicaban que era una verdadera pelea. El sonido parecido a unas monedas cayendo me aterró.

El chirrido, seguido de algunas malas palabras en ruso, indicó el final de la discusión. Salió corriendo, totalmente ebrio, el dueño de la casa, el mismo Zolotov.

Cuando se alejó lo suficiente gritó con furia "Seph... Su... Seph...Su..."





Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 26 de Julio de 2011, 09:48:59 am
XXX

Otras incontables horas transcurrieron, de nuevo, sin inspiración alguna. Ahora me sentía como un simple diletante.

"¿A cosas así me han llevado los años de academia?" Me decía siempre que permanecía de pie ante mi caballete nuevo. "¿Qué ha pasado aquí?".

Tomar vino era algo que había dejado de entretenerme desde hacia mucho tiempo. Lo mismo el juego de los dados. Seguía, sin embargo, anclado al vodka y el coñac. Los bebía simultáneamente por las mañanas y las tardes.

Las noches eran como nunca las había imaginado. Acudí al pequeño mercado que me había señalado Ekaterina en la misma oportunidad de mi persecución por mi cuadro aún sin terminar.

No recordaba haber visto nunca las pequeñas puertas pintadas de amarillo cadmio ni sus cristales rotos. La tentación de ver por el más deteriorado me venció y descubrí que había en el interior cientos de libros viejos abarrotados en cajas de madera vieja. Algunos eran rollos muy incompletos. Otros parecían ser muy recientes.

Una gran angustia se apoderó de mi corazón cuando la luz de un candil surgió desde el suelo. Y peor fue al descubrir que la misma anciana que me miraba con tal fijeza en la calle de la persecución estaba presente, de nuevo con sus ojos opacos y nublados.

Me alejé de ahí tambaleante y sudoroso. Sentí todavía la mirada de la vieja al apoyarme en una pared.

Al colocar el oído en la pared me pareció escuchar un leve rumor. La voz recitaba de forma uniforme, con más énfasis en las dos últimas palabras. No entendía nada.

Pasaron varias horas aquella noche. Aburrido, abrumado y decepcionado salí de ahí. En el camino me topé con un par de beodos que lamían con voracidad su propio vómito. No podían parar de hacer ello.

Suspendieron su extraño banquete cuando pasó por ahí la figura curiosa de lo que tomé por otra vieja, o una niña pequeña. Lo único visible a detalle eran sus zapatos, similares a un par de botas de mujik, pero sin el desgaste típico.

El par de viciosos insultaron y amenazaron con una botella rota a la supuesta anciana, que salió corriendo con una prontitud aún mayor de la que mi "amiga" había mostrado.

Regresé a mi habitación, para realizar un pequeño estudio de los dos borrachos. No pensé en detallar los rostros, incapaz de olvidar que la silueta de la pobre "vieja", gibosa y torcida, parecía sostenerse con dificultad.

¡Vino! ¡Necesito vino!
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 27 de Julio de 2011, 01:05:19 am
XXXI

El sr. Zolotov seguía sin aparecer. Faltaba poco para la fecha de vencimiento del primer mes de alquiler y no había seña a la cual acudir para el pago de los seis rublos.

—¿Dónde se fabrá igo Zolotov? –Me preguntó el rechoncho alemán.  “¿No lo fabreís visto?”

—No. -Respondí- Hace algunas noches discutía con alguien, al parecer polaco. Salió furioso a la calle mientras decía “Sephsuc” o algo parecido.

—Como sea, festo no puede seguir fasí. Vamos a reunirnos todos los inquilinos para fablar al respecto.

Se convocó una reunión general fuera de la casa. Pasando lista estaban todos, menos el polaco.

“Esto me parece un fraude. No me extrañaría que Zolotov y el polaco sean cómplices. No le quites el ojo de encima a ese alemán.” Le susurré al oído al mujik, quién, como todos los mujiks del mundo, era muy corto de alcances y se limitó a agitar su cabeza sin mediar palabra.

“No fes posible que Zolotov no cumple su contrato… inició el sujeto germano para interrumpir su ponencia. Fue el polaco, que se marchaba con un paquete de notas y una valija. El rostro lo tenía demacrado y plomizo. No quería decir nada.

El temperamento alemán siempre es pragmático y rudo. Ello quedó demostrado cuando el líder de la junta lo sacudió al grito de “¡Fombre! ¿Qué le pasa? ¡Fable ya!”
Lucía pronto al paroxismo. No podía si no sentir pena por él, aunque fuese un simple polaco.  A la brusquedad del líder sólo acertó a gesticular con pesados gestos azogados para rechazar por la fuerza a su interrogador.

En el forcejeo calló un pequeño libro de sus bártulos. Nadie pareció notar aquel incidente.

Siguió la junta sin llegar a resolución alguna. Todos terminaron marchando y cuando ocurrió ello, me apoderé del pequeño libro.

Mi primera reacción fue hojearlo sin interés. Algunos pasajes tenían letras latinas, otros cirílico, en algunos parecía escritura árabe. “¿Qué libro es este?” Pregunté en voz baja. Al leer a detalle un pasaje escrito en ruso lo cerré apresuradamente y lo arrojé tan lejos como pude. ¡Jamás había leído libro más repulsivo y enfermizo!


Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 08 de Septiembre de 2011, 01:33:39 am
XXXII

El libro del polaco fue objeto de todo tipo de cábalas de mi parte durante días enteros. No había lucubrado en torno a lo que había ocurrido con Zolotov, y siempre terminaba en lo mismo: perdió la razón y no regresaría jamás.

La aversión que causaba el mínimo recuerdo de los parágrafos en ruso y otras lenguas del mismo tomo políglota no me tranquilizaban cuando pensaba que unos inorodtsi me habían perseguido días atrás. Habían llegado en legiones, sin caballo ni saeta, pero igual de bárbaros, igual de sanguinarios e igual de brutales que cuando marcharon para conquistar Novgorod.

En casi todas las conversaciones casuales salía a flote la observación de que Moscú parecía ser asediada por hordas de piel oscura o amarillenta, particularmente en el tabernucho que frecuentaba por varias semanas tratando de olvidarme de todo el maldito tema del libro.
Ahogar recuerdos en vino era la única razón por la que regresé a la bebida. El juego seguía siendo algo monótono y sin gracia para mí durante esos días.

La última noche de olvido, un zapatero que estaba al lado mío no dejaba de lamentar que lo que antes era la Tercera Roma ahora parecía ser campo feraz de suciedad de La Meca, Jerusalén, Tashkent, Breslau,algún campamento de nómadas en Siberia : otro lugar donde los bárbaros medran libres sin ley ni mandato que conduzca sus primitivas pasiones.

Lo más inquietante de dichos rumores era, sin embargo, cuando más de un ebrio no había regresado a casa despúes de  ser visto por última vez en los barrios más infestados. Los deshonestos alemanes cerraban más temprano  sus pastelerías y salían por las noches para regresar hasta el mediodía;  Los polacos, siempre vaganbundeando hasta horas de la noche en la que se congregaban en sótanos y cobertizos junto a sarracenos; los franceses dejaban sus habituales prevaricaciones y chantajes para ir a las mismas reuniones.  Todos sospechaban de ellos pero nadie podía afirmar que relación había en una cosa y la otra.  No se podía afirmar, siquiera, de los malhadados amantes del vodka hubieran nacido y caminado por la tierra.

“No sabe usted, tampoco, el estruendo que hacen cuando vienen por aquí.”-Siguió detallando el zapatero- “Las calles estrechas y mal iluminadas parecen atraerles. ¿Tendrá algo que ver con lo que ocurrió a ese … ¡Aleksei! ¿Recuerdas como se llamaba el infeliz que se arrojó desde un tejado hace dos días?

―¡Iván Chirkoff! –Respondió una voz por detrás de un tonel.

―¡Eso! Iván Chirkoff. Era un escultor que…

―¡No! –Lo interrumpieron- Era pintor, no escultor.  Se suicidó por la desesperación de haber perdido a su hijo. O eso cuentan todos sus vecinos.

―Ah, sí. Lo recuerdo bien ahora. Ya empiezo a olvidarme de todo, no sé cuantas suelas debía remendar por hoy. Pero qué importancia tiene.  Era un pintor de los más grandes que han vivido, pero siempre vivió en la pobreza. ¿Qué hará ahora su esposa con los otros cuatro hijos?

La impresión de saberme testigo de una de las últimas noches de bebida del desdichado, y unos cuantos tragos de un licor barato, me habían hecho perder las reservas y narré, imprudentemente, que había visto gente que parecía tener algún lazo de sangre con los mongólicos que ahora salían por millares en las noches, pero que no eran del todo de la misma catadura.

Nadie supo decir nada. Todos decían lo mismo acerca de la concatenación de polacos entre franceses, alemanes, búlgaros, uno que otro obrero o mujik, lo que llamaron “turcos” y más gentes de pómulos altos con gran disparidad en su semblante y vestimenta.  La Tercera Roma cada noche estaba más abandonada a los inorodtsi.

Insistí que entre tanta sangre de Asia había llegado algo que era en cierta forma intimidante y maligno, pero también melifluo y fascinante, aparentemente capaz de incrustarse en la vida rusa sin mayores dificultades. Absolutamente nadie sabía de qué estaba hablando, y me ignoraron ignominosamente. Por suerte, no se escuchó el goteo: había tenido otro momento de los que suelen pasarme cuando he bebido demasiado.

Terminé por recordar que había mirado con ciertos impulsos justamente a quien no debía hacerme pensar en ello…

Me sentí ungido en inmundicia ahora que miraba todo desde esa perspectiva.  El simple recuerdo de sus ojos, de su aliento, de lo que había bajo el paletó que portaba cuando pensaba que los skoptsi eran una desgracia, me llenó de amarga pesadumbre. “¿Qué se supone debo hacer, si lo que conozco contradice a lo que yo he sentido y vivido?”  pensé.

Y me sigo preguntando lo mismo. Lo haré hasta cuando entregue el alma.. o logre apartar de mí este cáliz.  ¡Otro trago!
Título: Otro capítulo "especial" y clave.
Publicado por: Gñé en 03 de Diciembre de 2011, 01:53:53 am
XXXIII

i El valor del arte.


Y todo el mundo se preguntará qué es el arte. ¿Es algo tan elevado y tan glorioso? ¿Vale la pena gastar en una cosa tan nimia como una pintura? ¿O es el entretenimiento de unos viciosos sin mayor oficio e incapaces de hacer algo verdaderamente provechoso?  La función de los publicanos es algo totalmente reconocido por cualquiera. Y los zapateros también. Virtualmente cualquier oficio, incluso los que tienen los mujiks, tiene mayor valía que  ¿O es en verdad cosa tan mayúscula, tan untuosa, como suele decirse dentro de las reuniones y las festividades? Dadme otro trago, por piedad.

Pues he aquí la verdad. ¡El arte es el engaño! Así es. Es la virtud de hacer parecer magnífico lo que es insignificante, de alimentar la vanidad del mundo con simples ornamentos, caros y refinados, pero sin nada más que dar. Es complacer a los sentidos de cualquier simplón que pueda pagar por ello. Y no hay más. Es poca cosa, sí, minúscula, inútil, e incluso, peligrosa. Es la sarna del alma, la disentería del intelecto, es la tisis del corazón. Eso es el arte. Y no hay más arte que la depravación.

La intelligentsia está al servicio del pecado. ¡El vicio y la suciedad son el arte más elevado!  Abrir la puerta a la viscosa y blasfema negrura que acecha pacientemente a los incautos… ¡Eso es arte! Ornamentos del pecado… ¡Eso son las obras de arte! El estipendio es la medida de toda apreciación artística.

De todas las costras purulentas que -¡Ay!- han sido, son y serán “artistas” ocasionalmente hay alguna capaz de sobresalir del resto. Nombre no falta para estas, finalmente, simples costras. Pero pocas han supurado de la misma forma que el desdichado Iván Chirkoff. No me pareció la gran cosa cuando vivía, habiéndole conocido por esa charla en el tabernucho del viejo Grigori, pero cuando pude contemplar su obra, que por ventura tenía presencia en casa del sujeto más execrable, Simeón Alov cambié por completo mi juicio. Había acudido a una reunión por mediación de su hermano.  La mansión de Simeón era aún más grande que la de mi mecenas. Y estaba llena de todo tipo de pinturas, vanos engaños. Debo confesar que asistí sólo por la oportunidad de beber gratis y poder olvidarme por un momento de todo lo que había visto y de ése maldito libro.

ii Salmodia.



¡Grande fue mi desdicha! La casa estaba llena de todo género de asiáticos y armenios y otras gentes, si es que se podían llamar gentes, que no hablaban en absoluto el ruso. Ladraban, mugían, rebuznaban, cacareaban sus groseros idiomas tan cercanos al chillido de las ratas. Podredumbre que rodeaba todo. Inorodtsi  en todas partes. Pero también reconocí que tenían un porte muy especial algunos.

En el mismo edificio había cantidad de pinturas. Jamás en mi vida había visto tantas en un mismo lugar. Las paredes parecían no tener ya más espacio para una más.
Había gran cantidad de estilos y tiempos. Pero imperaban las más burdas y simples.

Un sujeto rechoncho y de corta estatura me abordó muy cortésmente. No recuerdo el nombre del mismo, pero me pareció muy afable en ese momento. No entendía el porqué de su familiaridad en el trato. Señaló los cuadros de una pared y preguntó “¿Reconoce algunas?” mientras  criadas de aspecto inquietante cargaban con bultos informes y de tamaño impresionante. La una, con esos odiosos ojos. La otra, de rostro macilento y salpicado por máculas sanguinolentas.
Y en efecto, algunos eran de autores cuya obra conocía bien. Ahí estaba El atardecer en Novgorod, de Stepánish Dubobenko, El Dniéper, de Babin, obras reconocidas por algunos. Reconocí uno de Oleshka, Otro Rapto de las sabinas. Sí, tal vez el más logrado de toda la serie. A fuerza de recrear por tantas ocasiones el suceso podía proyectar en su mente todo lo relacionado con romanos y sabinas desde cualquier ángulo.

“Es bonito, ¿Verdad?” – Profirió el sujeto señalando un cuadro de tamaño mediano- Es una pintura muy pobre, en realidad. El pobre Chirkoff sólo podía repetir lo que vino antes de él. Sólo mire esto, justamente lo que el impresionismo ya ha hecho."

Pero ¡Era un ciego e idiota! Ese cuadro era incalificable. Tenía vida propia. Algo verdaderamente indecible sin caer en contradicciones. Era el testamento de la capacidad de Chirkoff. Era una pintura capaz de diseminarse en la mente del espectador. Un retrato… ¡No! La imagen misma de una dama, de aspecto perfectamente ruso, pero con una mirada llena de crueldad que hacía sobrecogerse a cualquiera. La técnica era casi imposible de determinar, era notable en sí misma.

Pero lo verdaderamente implacable era la temática y la proyección del mismo. ¡Cualquier zar tendría esa imagen y le rendiría honores casi religiosos, motivado por algo más que el temor o el fervor, algo más primitivo y básico! Eso era una salmodia. Y era irritante ver que no tenía el mismo lugar destacado que las imitaciones monstruosas y contrahechas que colgaban cerca de eso, quedando como simples manchas en un lienzo.

La impresión cesó cuando un golpe en la espalda siguió a la invitación a beber por parte del mismo individuo. Acepté, todavía intimidado por ello.

No hay pintor vivo más grande que él.  Todos los pintores, siervos del dinero y del favor, deberían estar avergonzados. Él ha sido el más grande.  La palabra pintor no lo abarca. ¡Es un creador! Todos los que han llegado antes de él, son diletantes.  Y todos los que hemos estado después de él, somos insignificantes. -Pensé en voz alta. Ni siquiera Loparin Dódonov, que también estaba presente, logró arrancarme ese pensamiento.

Días más tarde me enteré del título de aquella salmodia a lo perverso. Y era Subyugando la razón al...

¡Rápido! Más vino. Más vino.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: Gñé en 03 de Diciembre de 2011, 10:25:46 pm
XXXIV


¿Existe gente más insidiosa que los mongólicos y los sarracenos? Cierto, el mujik, siendo el animal de granja que es, no tiene nada que envidiar a la maldad asiática. Lo mismo puede decirse del polaco y su hermano el alemán. Y el francés es siempre el maestro del engaño y la soberbia. Pero peor que todas estas miasmas semi humanas es el ruso de buena sangre que se rebaja a su nivel, como sabrá más de uno de vosotros.

Mishka Bezuhov.... ¡Desgraciado Mishka Bezuhov! Amante de subterfugios poco ingeniosos a falta de un oficio, valías todavía menos que cualquier sastre. Cuando no tenías ni un solo rublo eras igual de miserable que cuando tenías los bolsillos abultados. Y siempre con esa fetidez. ¡Tan despreciable! Un mujik medio tártaro tendría aún más alcurnia de la que tuvo lo que alguna vez fuiste.

Otra vez le había visto. Zanjamos la rencilla del traje y el incidente de esa noche y fuímos a beber.  Tenía puesto el mismo caftán y una peculiar chechia, enorme como chimenea. Y los bolsillos abultados.

En un alarde de falsa generosidad pagó mis tragos en un lugar bastante mejor que los ue solía frecuentar. Gracias a sus dotes para el engaño logró pasar desapercibido, en cambio yo era visto con cierto desprecio por parte de todos.

Había descuidado mucho mi aspecto desde que estaba sintiendo una obsesión impía por todo cuanto había visto desde que acepté poner mi talento al servicio de los Alov.

La voz del licor es siempre dudosa. Hace niños a los hombres y necios a los sabios. Pero algunas veces es mejor ser necio a ser sabio. Y olvidarse de todo. Lamentablemente, hace ya mucho tiempo que ha dejado de servir así conmigo. Ahora todo ello me sigue a todas partes. Se arrastra y prolonga. Las noches son un verdadero calvario cuando estoy sobrio. ¡Todo se escucha tan claro! No debo pensar en ello como algo real. ¡Estaba borracho! ¡Todo fue un delirio! ¡Nada pasó!

Sí, nada pasó.

Pero no puedo evitar que toda esta fantasía sea tan nítida.  No puedo convencerme de que no fue real. No puedo librarme. ¡Eso, Dios mío! ¡Haced callar a eso de una vez! Más vino. Sí, más vino.

Ah, perdonadme. No puedo evitarlo. Todo esto es enervante en extremo. ¡Pero sólo es una fantasía mía! Yo lo repito. Es una fantasía mía. No existe. Nada existió. No me reuní con Bezuhov en una taberna de categoría. Tampoco perdí el control de nuevo ahí por no poder olvidarme de una joven a la que no había visto ni por unos inorodtsi que no estaban llenando Moscú poco a poco. No escuché tantas charlas al respecto y no leí ningún libro de ningún sucio polaco. Y tampoco…

¡No puedo evitarlo! Parece tan real todo. Creo que cuando perdí el control en esa taberna en compañía de ése perro, empecé a decir cosa sobre todos estos incidentes con asiáticos y polacos. Mishka, según creo recordar, parecía bastante alterado y me rogó en voz baja que callara. Pero ignoré sus advertencias. Y seguí despotricando contra todo lo que me perseguía e infestaba. No podía callar, todo salía de mi interior como si fuera prisionero. No, no era así realmente. ¡Pero así me lo dice algo que no puedo suprimir! Yo jamás vi a esa anciana ni a…

El engañoso recuerdo me dice que una mano grande me asió del hombro y cuando volteé furioso a ver de que se trataba estaba ahí un alemán acompañado del turcomano más fornido que había visto en toda mi vida.
Y luego sobrevino una paliza fenomenal de la que me cuesta trabajo convencerme de que no pasó. Nadie intervino, todos parecían ver en ambos sujetos algo digno de temor. Todos miraban en otras direcciones y susurraban en voz baja cosas. Los dientes que he perdido, seguramente fueron en otras peleas. O tal vez no.

Lastimosamente me puse en pie, ayudado por un miserable mujik. Mujik al que apartir de ahora llamaré “Mujik” No sé si ése sea su nombre, no sé si tenía nombre. No sé si estaba ahí. Pero era un Mujik, simple hombre barbado y lerdo incapaz de hacer otra cosa además de la siembra. Mujik era uno de los inquilinos del desaparecido Zolotov.

No estaba ahí ningún Mateusz Blownski mirándome con desdén y con sonrisa nada disimulada mientras un simplón me sacaba de ahí, Mujik parecía mirar de soslayo a los alrededores, siempre alerta.

Nada pasó. Debo convencerme de que nada pasó. Nada existió. Nada para todo, todo para nada.
Título: Re:[Pésima historia] Ars longa,vita horribilis
Publicado por: CPU en 09 de Febrero de 2012, 02:51:26 am
XXXV




Mujik era un ser despreciable. Solo he odiado a unas docenas de personas más que a él, si bien ninguna era tan despreciable como él. Un campesino simplón, de manos duras y cabeza reblandecida, de vida tan feliz como insulsa. Pero lo peor era que me sacó del único sitio en el que podría cicatrizar mis encías sangrantes. Porque un buen vaso de vodka es mejor medicina que todo amor que una familia de lerdos de la estepa te puedan proporcionar. El amor es lo más alejado a la belleza que he podido encontrar nunca, es algo más horrible que un artista que no se prostituye. ¡Que llenen mi copa!

A la mañana siguiente de aquella nadería, desperté en un callejón a unos pasos del lugar donde Mujik no me recogió tras no recibir una paliza. Por suerte, mi odiado Bezuhov había decidido aligerar un poco la terrible carga de sus bolsillos para mostrar que aprecia mi compañía, y tenía suficientes rublos para pudrirme una tarde más en la taberna.

Cosa que debería haber hecho. El dulce sopor de mi cabeza ocultaba algún deleznable pensamiento positivo que me alejó de ella. Quizá, con un poco de suerte, habría llegado y habría ahogado mi miseria, mi continua prostitución y vanidad y mi estómago en alcohol. Quizá Dios se hubiera apiadado de mí y me habría llevado a un lugar en el que la bebida no costase un solo rublo y la gente apreciase los cuadros cuando están completos.

Pero no lo hice, y maldigo la bondad que habita en mí por momentos desde ese día. Lo bueno nunca trae nada bueno.

Menos la buena bebida. ¡Quiero ver mi jarra llena, ilusos compañeros!