Capítulo 2Salieron los cuatro a la vez del portón de la Iglesia. Ya había atardecido, y el cielo se había transformado en un mar de color naranja.
-Joder, no me gusta nada este cura. Solo sabe decir “Bienvenido a la iglesia de Pedranía, ¿qué quieres hacer?” –Dijo Bast imitando al cura con un acento exagerado.
-No sé vosotros, pero yo no estoy muerta, ¿por qué me ha ofrecido resucitar a alguien? –Blaina tenía los ojos como platos- Y luego nos ofrece volver a no se qué menú principal… Ese tío es un rarito.
-Dejale en paz, será su manera de dar el sermón… -Se limitó a decir Lark mientras caminaba.
-Ya ha atardecido, ¿no creéis que sería mejor ir a la posada? –Preguntó Quimia- No sabemos ni donde está precisamente la cueva…
-…Yo sí lo sé. –Interrumpió Blaina.
Quimia la miró con una mirada fulminante.
-Bueno, la cueva está lejos, es posible que haya anochecido en cuanto llegásemos. Mejor salimos mañana por la mañana.
Sus tres compañeros asintieron y se dirigieron a la posada.
El edificio era enorme y sencillo. Un bloque de dos pisos se extendía junto a la calle principal de Pedranía. Macetas de plantas adornaban los dos pisos, en cada ventana y borde, haciendo el sitio una imagen más alegre. Los cuatro entraron por la puerta.
-¡Larky! –Gritó Sada desde el mostrador- ¡Qué alegría que hayas venido… con tus amigos! –El rostro de alegría se desvaneció.
-¿”Larky”? –Musitó Bast.
-Hola Sada, veníamos a pedir una noche. –Le dijo alegremente el paladín del grupo mientras que se acercaba al mostrador.
-Contigo estaría todas las noches… Digo… ¡Ah, serán ciento veintiocho monedas de oro entre los cuatro!
Bast sacó una bolsa de oro y se la tendió con firmeza a la posadera. A pesar de tener ya veinte años, la chica tenía cara de niña. Unos ojos azules e inocentes les miraron a los cuatro.
-Bien, vuestra habitación es la 2-C.
-Gracias como siempre, Sada… -Le dijo Lark mientras se iba.
Subieron los cuatro al ascensor que les llevaría al segundo piso. Blaina bostezó y se quitó su Somprero Mágico que habitualmente llevab,- cuando realmente era una mezcla entre los sombreros de una bruja y de un bufón- Dejando ver mejor una cabellera rubia, corta y lisa. Blaina le miró con sus ojos verdes.
-Entre la princesa Yolie, el sermón, y el pasarse el día entero de un lado a otro, estoy deseando tumbarme…
A Lark le parecía muy curioso el ver que Blaina, una joven de pelo rubio, ojos verdes, y piel cetrina, era nacida en Sheba, la isla desértica donde todo el mundo era moreno y de pelo negro. Iba vestida con unos pantalones de brujo –Unos bombachos violetas atados con una cinta rojiza y remaches dorados- Y un traje de retrasanegación, cuando realmente era una camisa que dejaba descubierta todo el vientre, violeta y de remaches dorados. Al igual que sus pantalones, le ayudaba bastante frente a conjuros mágicos, ofreciendo ligereza, poder mágico y velocidad de movimiento.
Llegaron a su habitación. Un modesto espacio de dos salas con dos camas cada una y una chimenea. Las paredes estaban pintadas de un desgastado tono beis, y el suelo y los tablones eran de madera marrón oscura. Las camas rezumaban polvo en sus grises sábanas.
-Nosotros dos dormimos en la primera sala. –Dijo Bast tumbándose.
El gladiador dejó el mandoble en un lado y se comenzó a quitar la armadura. Lark le imitó, y sacó dejó el martillo reposando en la cama, mientras que se quitaba las botas.
-No sé por qué… -Dijo Blaina observando a Lark desde la otra sala- Pero a Sada le entran los calores al verle. –Blaina comenzó a quitarse los bombachos y la camisa de retrasanegación.
-Bueno… -Dijo Quimia quitándose la Túnica Etérea- …Es normal. Es un paladín, modesto, inteligente, maneja armas…
-Deja de soñar, que no es un protagonista de Corpúsculo…
-¿Corpúsculo?
-Ah, unas obras literarias que ha salido hace tiempo en Sheba. –Dijo Blaina dejando el sombrero en la percha- La princesa Daena está chiflada por ellos, ¿te lo puedes creer? Si sus protagonistas son un hombre-lagarto y un ogro del desierto, que luchan por una ninfa humana y además los describen fatal…
-Bah, seguro que son una tontería, no me digas esos cuentos de Sheba. –Quimia dejó en la mesita el tocado anticonjuros y apoyado en la pared su báculo megamágico.
Blaina continuó hablando, mientras se ponía la vestimenta normal, para dormir.
-Bueno, ¿mañana salimos al amanecer?
-Exacto. –Dijo Quimia sin interés- Extiende el brazo, hoy te han herido un poco.
-Bah, se me pasará durmiendo. Era solo un arañazo de nada… ¡ASSFF…! QUIMIA, NO TOQUES AHÍ.
-Es una cuchillada. Sigue sangrando. –Dijo tocando el brazo. –A ver… Pásame mi rosario de oro.
Blaina lo cogió de la mesita con la mano que le quedaba y se lo pasó a Quimia. Esta lo cogió, cerró los ojos, y comenzó a recitar una oración.
-Oh, Todopoderoso que nos contemplas en los cielos. Te doy esta oración para que cures nuestras heridas y nos des tu bendición…. –El rosario tocó la piel de Blaina- Semicuración…
Un destello verde desde el rosario iluminó el brazo entero. La herida comenzó a cerrarse poco a poco, hasta que la única sangre que había era la que se había desprendido anterior a eso. La herida ya no existía.
-Ya va siendo hora de dormirnos. Apagad las velas. –Dijo Lark al fondo de la sala.
-Mañana partimos al amanecer.-Gritó Bast con entusiasmo- ¡Cincuenta mil monedas, por el Todopoderoso, qué recompensa!
Sí,
Corpúsculo