Capítulo 1
¿Nombre? Fran. Paco para los amigos. ¿Edad? 17 años. ¿Residencia? Xpertia, Zona Este 2. ¿Aspecto físico? Piel blanca, pelo oscuro, en ocasiones vello facial. Ojos medio marrones, medio amarillos, medio vedes. Estatura media… bueno, media-baja. Eso es lo único que alguien debe saber de mí. Así me presento siempre, y creo que es lo primero que hay que hacer en todo tipo de situaciones desconocidas, para poder crear una pequeña imagen de mí. Pero tal vez en esta ocasión hagan falta más datos, porque entre todas las presentaciones y explicaciones que una persona puede dar, probablemente esta sea la más difícil. Cualquier ser humano que se pusiese en mi lugar, debería empezar de alguna manera, y dar datos que nos acerquen a comprender un poco más el contexto general. Por ejemplo, que soy huérfano desde los 2 años sería algo a tener en cuenta si hablamos de madurez. Que soy la persona más sentimental y sensible del mundo también tiene su importancia para que entiendas cómo veo todo lo que ocurre y puede llegar a pasar. Que soy estudiante de Geología y Arqueología es fundamental si quieres saber cuál es mi objetivo en la vida y cuál puede ser mi papel en este mundo. Que mi infancia fue una mierda como el 99% de las de mis compañeros y de toda la gente de mi edad que sigue con vida es algo obvio. Y sobre todo debo decir, que día a día me dedico a ver cenizas cayendo del cielo.
Probablemente más de una cosa de este monólogo llame la atención. Si lo piensas, mi manera de hablar, de presentarme, las expresiones que utilizo, son bastante extrañas. Todo es muy extraño en este mundo estos días. Para aclarar las cosas, me gusta ir directo al grano, para así evitar confusiones. Esta vida ya es lo suficientemente confusa de por sí para que aún encima venga alguien como yo a contarte algo dando más rodeos de los que debería. Algo que también quiero destacar antes de continuar es que soy una persona bastante privilegiada por poder estudiar lo que estudio, pues mi clase de Geología es la única que existe en nuestra ciudad-estado, y por consiguiente, la única en el mundo. Por ser, soy un afortunado por seguir con vida, llegar a mi edad, superar todos los problemas que han ido apareciendo, y poder comer varias veces al día. ¿Por qué hablo de todo esto? ¿Por qué hablo de la única escuela en el mundo? ¿Por qué hablo de la gente que sigue con vida o de cenizas?
Tiene una explicación lógica: la raza humana, la humanidad, como la quieras llamar… está prácticamente extinta, al igual que la mayoría de seres vivos, y de la misma forma que gran parte de la superficie terrestre se encuentra quemada, sumergida en lava solidificada, desértica, o hay un jodido volcán en el lugar donde antes había una ciudad de 10 millones de habitantes. ¿Bastante razonable, no? La verdad es que es una putada importante. Pero una vez te acostumbras no está tan mal, excepto cuando llegan cenizas de cualquier parte gracias a una tormenta, aparece algún temblor suelto que destruye alguna zona, se abren unas grietas de magma al azar por las cuales se pierden vidas humanas o animales, o surgen nuevos volcanes y alguna erupción espontánea altera nuestra ya de por sí lamentable rutina. La actividad terrestre, sobre todo la volcánica, lleva unos cuantos años bastante inestable. 15 para ser exactos.
Fue todo muy rápido. E impredecible. Un día, la vida era normal. Al día siguiente, la vida era una lucha de supervivencia. Vivíamos felices en aquel lugar que llamábamos “Tierra”. Ahora la llamo infierno. Si antes era el “Planeta azul”, ahora es rojo, marrón, o negro. Tienes varios tonos en la paleta de colores para escoger. Todo se tiñó de esos colores tan solo unas horas después de que comenzara la catástrofe.
Personalmente, yo no lo recuerdo muy bien. Apenas tenía 2 años, no era más que un criajo sin pelo aún en la cara y con el cuerpo a medio desarrollar. Pocas cosas recuerdo de ese día, salvo los rostros de mis padres. Los recuerdo luminosos y alegres, pero también horrorizados ante la catástrofe. Es de las pocas cosas que recuerdo de esa etapa de mi vida: las caras de mis padres. El resto, lo sé todo de oídas…
Ni los mejores vulcanólogos, geólogos, sismógrafos, y a saber cuántos expertos más, fueron capaces de verlo. Dicen los pocos que quedan vivos, que fue lo más extraño que vieron en su vida. En pocos segundos se pasó de la calma a la tempestad. No fueron sólo los terremotos, lo que en un principio más se temía, y lo que más rápido se vio venir. Pobres ilusos.
Las erupciones. Los volcanes emergentes. Los ríos y las columnas de lava. Todo salido de ninguna parte, y a la vez, de todos los terrenos existentes. La actividad magmática descontrolada totalmente. Un infierno de fuego, rocas ardiendo, barrancos hirvientes, nubes tóxicas y mortales, humo y ceniza por los cielos. Un cóctel perfecto. Parece un escenario sacado del centro de la Tierra, pero se vivió en el mismo suelo que pisamos. Podría no haber sido para tanto, podría haber afectado solo a los puntos calientes, a los límites de las placas… eso hubiera sido lo normal. La actividad de ese tipo es habitual en ese tipo de zonas, y algún movimiento extraño de las placas podría haber creado alguna situación anómala… pero no tuvimos esa suerte. Fue mucho más allá de lo que antes llamaríamos zonas inestables. No hubo parte del planeta que se librara.
Los volcanes aparecieron en todas partes. En el interior, en zonas de costa, en áreas polares, entre los sistemas montañosos, en los desiertos. Ciudades enteras sumergidas en lava. Campos masacrados por la lluvia de cenizas y los continuos incendios. Mares enteros y regiones oceánicas evaporadas. Montañas y selvas engullidas entre temblores bajo tierra. Explosiones y ríos ardientes en toda la superficie terrestre. Miles de millones de vidas humanas perdidas. Millones de especies animales extintas. El planeta se había consumido con las llamas. En un principio, se pensó que al igual que nosotros, podían existir otros supervivientes, otras zonas habitables donde poder expandirnos de nuevo, donde poder comenzar nuevas vidas. Negativo. Tras 5 años utilizando los pocos transportes que quedaban, rastreando el globo de arriba abajo, se comprobó que no quedaba absolutamente nada. Solo destrucción, algunos grupos muy pequeños de supervivientes y algún animal intentando adaptarse. El resto, un rastro de muerte y olor a quemado. La nuestra es la única población importante en el que llamábamos “Planeta Azul”. Y por si fuera poco, los volcanes siguieron apareciendo. Sigue el descontrol en la Tierra y, de momento, no parece que vaya a parar ni que nosotros podamos hacer algo para evitarlo.
Nadie conoce el origen de la catástrofe, el cómo y el porqué de todo esto. Nadie se atreve a proponer una teoría, pues todas irían en contra de la comprensión humana y de la lógica. Todas esas ideas propondrían algo sobrenatural, algo que escapa al entendimiento humano. Y nadie quiere que esa sea la realidad. Si no podemos siquiera entender el origen, no hablemos siquiera de predecir qué pasará o cómo lo podremos evitar. Pero la verdad, es que no hay muchas más opciones. No hay precedentes históricos, no hay nadie con vida o sin ella que haya visto algo así, desafía todo lo que sabemos de nuestro planeta, y esa información es algo irrefutable. Tuvo que haber algo más, algo que se obviamos y que aún no entendemos, que originó el cataclismo que acabó con nuestras vidas.
Por eso mismo estoy estudiando Geología y le doy tanta importancia al hecho de que aún exista en este mundo gente dispuesta a estudiarla. Quiero comprender que está pasando, ayudar a descubrir cómo ocurrió todo esto, cómo se pudo perder todo en un solo día. Cómo me quedé sin familia, sin un pasado que recordar felizmente, y sin un futuro que ahora mismo parece una utopía. Por qué la Tierra nos hizo esto.
La verdad es que, como dije antes, soy un privilegiado. Tengo muchísima suerte de poder estar donde estoy, y más teniendo en cuenta de dónde vengo. Afronto cada día de clase con una sonrisa, hasta que algún imbécil intenta borrármela. Supongo que a pesar de la situación en la que vivimos, los adolescentes siguen comportándose como tal. No quiero ni imaginar cómo serán los institutos de secundaria del Norte y del Centro. Allí es a dónde van a formarse todos los jóvenes de más de 12 años de Xpertia, para luego cursar estudios superiores y acceder a puestos de trabajo de mayor o menos importancia. Al fin y al cabo, si hay algo bueno de esta situación, es que ahora todos y cada uno de nosotros somos importantes por algún motivo. Aquellos que enseñan, que limpian nuestras calles, que investigan, que imparten justicia, y sobre todo, nuestros médicos… todos tienen una función importante y sin la cual la vida sería terriblemente difícil. La destrucción nos ha unido y nos ha enseñado a valorar lo que tenemos en nuestras manos: el futuro de la raza humana. Aun así, y como humanos que somos, sigue habiendo errores en nuestros comportamientos. Algunos más importantes que otros. Por ejemplo, los comportamientos adolescentes pueden considerarse un error si lo vemos objetivamente. La chulería, el ‘ser mejor que los demás’, y todas esas chorradas hormonales por las que pasamos. Pero sigue siendo algo totalmente humano. Otro error sería mi pereza. A veces, me quedo divagando, pensando en chorradas sin importancia cuando debería prestar atención a otras. De hecho, ahora mismo en clas…
- A ver bello durmiente, que teoría filosófica quieres compartir hoy con nosotros.
Mierda. Si hay algo peor que las jodidas erupciones, es la vergüenza que se puede llegar a sentir en estos momentos. Y más si tu profesora es tu madre adoptiva, por así decirlo.
Supongo que… a pesar de que casi todo el mundo está muerto, todavía nos queda algo de humanidad, vergüenza que sentir… y sentimientos. Esperemos que eso nunca muera.