Bien es sabido por todos que
Lys era un hombre que gustaba de la perfección formal. A su lado siempre conservaba a su más querido Pokémon, un Pyroar, símbolo de la fiereza encarnada en el escudo de su dinastía, que ya lo era del hermano del antiguo rey, del cual poco se sabía por aquel entonces.
Sin embargo, pobres fueron los Pokémon que cayeron por su aspecto, algunos eran demoníacos, otros tantos hechiceros, y no faltaban los que suministraban armamento para la guerra. Es necesario describir, a grandes rasgos, el dolor que sufrieron todos estos Pokémon, incapaces de convivir con los humanos por ser como son, por haber nacido y muerto siendo horribles, por el simple hecho de tener poderes especiales, o llanamente "porque sí", una excusa que no estaba en las más grandes conferencias del rey Lys, pero sí en su atrofiada y salvaje mentalidad. Solo las más bellas y sutiles palabras iban a los destinatarios, que ya de por sí eran incapaces de leer en una época como lo fue el siglo XIII de la era Pokémon.
Lys poseía un símbolo llamado "Flor de Lis", este está basado en el mundo mitológico, en concreto, un lugar llamado "Francia", descrito en las leyendas de los más grandes pensadores Kalosís. Lys hizo de su capa un sayo (o más bien, se lo hicieron) y lo usó para representar la piedad del
Pokémon Flor, que fue el que recibió todo el apoyo del antiguo rey. La flor de lis brillaba con fulgor junto al escudo de la Dinastía del Fuego, aunque tal vez así no fuese con aquel Pokémon, llamado
Floette, cuyo tallo era seco y cuya flor era enlutada y cerrada, de color negro oscuro, que es más que el propio negro en su pureza.
La caballería de la Dinastía del Fuego sabía la grandeza de este símbolo, luchaba por él, mataba por él, salvaba por él. Los Pokémon que formaban el ejército, más de lo mismo, pero llevados, además, por las manos del cruel ser humano. Los Pokémon pasaron de ser ellos mismos a ser alianza de batalla, a ser otro objeto más. Sin embargo, ustedes deben saber que estos hombres son tan ingenuos como lo fue en su día el antiguo rey de Kalos, porque esa flor no cumple para nada la labor que sus miembros creen. El pobre Floette fue testigo de cómo el antiguo rey, tras su cara de ángel, escondía el amor de un diablo, de aquel que mata sin importarle el dolor con tal de ayudar a su único bien. Miles de Pokémon pedecieron en una antigua guerra de Kalos por culpa del excesivamente bueno rey, hará unos 2200 años, con tal de revivir a su querido Floette.
Los caballeros no comprendían y el rey no sabía, o más bien ocultaba, que el Pokémon flor era quien quería mostrar la fugacidad de la guerra, su sinsentido, los daños que provoca y los pocos beneficios que trae consigo. Pobre fue aquel rey, que mató por amor, que de ángel tenía mucho y de demonio otro tanto. Pobre fue la flor, que vio cómo el rey acribilló a inocentes Pokémon por tal de salvarla a ella. Pobres fueron y serán los Pokémon que murieron, inocentes y humildes, sin culpa de nada. Pero, ante todo, más pobres son el rey y sus siervos, y entre ellos dos, el rey, ignorante, en el cual reside toda la culpa, una culpa que luce sin escrúpulos.
¿Qué puedes sentir tú cuando eres el único que puede percibir el mundo por ti mismo, cuando el resto de la humanidad solo es una imagen creada por tus ojos, y cuando esa forma de vida hace que, ver cómo alguien que te quiere de verdad, mata a todo por tal de salvar una sola vida, la tuya?
Sin embargo, cierto es que en este relato no nos interesa el paradero de la flor, sino más bien el de aquellos Pokémon que murieron, y de los que están a punto de morir. Debemos separar dos mundos, en el que uno, el lector, es víctima de lo que ha ocurrido, y otro, el del objeto o entidad que sufre el dolor, es la razón por la que el lector sufre. No será una experiencia fácil vivir lo que la flor vio por sí misma, pero sí es cierto que la venganza se sirve en un plato muy frío. Es el propio
He´ll, del que nadie esperaría nada por su apariencia, quien no deja de rememorar la furia de los Pokémon que no tuvieron oportunidad de defenderse, de los que, ya de por sí incapaces de hablar, también eran incapaces de interceder en la injusticia. Unos versos recitados por He´ll abren las puertas al origen de esta historia:
"Ahora son inertes: pero algún día tomarán su venganza.
Las estatuas están a punto de actuar.
Para el cruento rey ha acabado la esperanza.
La terrible bestia acaba de despertar."