Tengo una rara sensación en el pecho. El dolor penetra hasta mis espalda, haciéndose cada vez más agudo; es como si algo se hubiera incrustado en él, cavando un espacio en mi carne. No es algo de gran tamaño. En realidad, creo que es de un tamaño mínimo. Pero... ¿por qué me estoy cayendo? ¿No estaba caminando en el jardín de mi primo? Y, por cierto, ¿la luna no era llena? Esa figura cortando su luz por la mitad... Esa sombra negra, cuya silueta causa terror, no estaba ahí antes. Pensándolo bien, antes de todo esto hubo un sonido estremecedor, pero no le hice caso.
No sentí el impacto al caer, mas aún tengo ese dolor en el pecho. La nieve cae en mi rostro, y no la siento. Ese frío de los primeros días de invierno me encanta, me pregunto por qué no puedo sentirlo. Esa criatura sigue frente a mí... y no deja de mirarme. Intento levantar los brazos, sin resultados. No me puedo levantar, ni hablar, o tan siquiera mantener los ojos abiertos. Hasta eso se me dificulta. El brillo de la luna volvió a ser el mismo, tan plateado como siempre. Ya no puedo oír el viento soplar a través de los rosales.
El dolor desaparece. Eso sólo me preocupa más. Respirar es una tarea casi imposible. Los pulmones se van llenando de un líquido espeso... y en mi boca se siente lo mismo. Sabe horrible, y cada poco escupo una pequeña cantidad. Su olor... es un olor característico. Es como el olor del óxido, o del hierro. En efecto, estoy escupiendo sangre. ¿Cómo logro describir todo esto? Creo que no es importante, el punto es que la sensación se ha desvanecido... y con ella mis ideas se salvarme.
La luna ya no es plateada, sino rosada. Lentamente, cambia de color. Ahora es más rojiza, y con el tiempo, asumo que terminará siendo negra. Cierro los ojos lentamente, y prefiero huir de este martirio. Me relajo, y dejo que la sensación de vacío se apodere de mí. Eso que sientes cuando te detienes a ver el mundo desde otra perspectiva, donde sientes que no tiene sentido. Eso que te hace dudar sobre lo que sabes. Eso que te atormenta, y que sabes que nunca se irá. Aquella sensación de muerte interna.
Mis sentidos han muerto por completo, y ya sólo queda el recuerdo de la luna. Aquella luna hermosa y brillante que me acompañó desde el momento en que me dispararon. Ese color plateado, constante, que me calmó en mi desesperación. Su inalterable forma, el respeto que impone; los recuerdos que me trae, y las memorias que se lleva con ella. Todo esto es lo que representa la luna para mí. Lo ha sido desde incluso antes, y no dejará de serlo. No hasta que pierda esta lucha contra la muerte.
Relato que hice para el cumpleaños de Anthony, aunque dudo que le guste.
Happy drillday, Anthony!