Autor Tema: [Fic] El Monero  (Leído 876 veces)

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Yawarakai Iku

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[Fic] El Monero
« en: 26 de Octubre de 2015, 03:31:09 pm »
El Monero

Prólogo

Las palomas me parecen unas criaturas tan fascinantes, una opinión contraria a la mayoría de la gente que las odia y que incluso busca como exterminarlas, dichas personas son tan estúpidas como para estacionar su carro bajo un árbol, es justo como si tu mayor temor fuera ir a prisión y fueras directamente a la comisaria después de haber asaltado una tienda de abarrotes, bueno, tal vez exagero mucho, el punto es que me gustan las palomas.

Son unos animales tan sencillos, viven en las grandes y pequeñas ciudades de este gran mundo, alimentándose de las sobras de las personas y de las pestes que son tan desprevenidas como para asomar la cabeza en un mal momento, son como todos los animales, no tienen porque pensar, solo son guiadas por su instinto de supervivencia: comer, beber, reproducirse, cosas simples de animales, no tienen porque preocuparse por estúpidas cuentas de banco o sobre el horrible trabajo que tienen, incluso algunas son juguetonas, de vez en cuando bailan por un cacho de carne cuando me pillan comiendo en la calle.

Incluso me hacen creer que son mas listas de lo que pensamos, que entre ellas se burlan de nuestras estúpidas, aburridas y complicadas vidas, mientras nos observan desde las alturas, a veces me gustaría...


-¿Te vas a tomar eso? ¿O seguirás soñando con palomas? -Me preguntó la muy entrometida Verónica, tratando de quitarme la bebida- Si quieres dámela y sigue con tus fantasías.

-Ya quisieras -Le repliqué, mientras bebía de mi whisky- ¿Cómo sabias que pensaba en palomas?

-La última vez que te quedaste a dormir murmurabas sobre ello entre sueños, jijijiji -Se burló- De hecho bromeaba, ¿En serio estabas pensando en palomas justo ahora?

-Cállate, no indagues más.

-Ooooh, pero que malo eres, lo olvidare si me invitas otra copa.

-Lo olvidaras porque te lo he pedido, ahora mismo no puedo pagarte nada.

-Me lo has ordenado, otra vez estas de mal humor ¿No quisieras ir a bailar un rato? Tal vez te anime.

-No estoy de ánimos para animarme ahora, te hablare mañana.

Me levanto de la silla, es verdad que no tengo ánimos de nada y solo quiero ir a dormir, mañana debo presentar un boceto al editor y ya es tarde. Mientras me dirijo a la puerta de la cantina observo como Verónica corre para bloquearme la puerta.

-Solo usas pleonasmos cuando estas molesto...y no puedo decirles a mis niños que mi novio es un gruñón color verde que utiliza expresiones como "ánimos para animarme" o "salir para afuera"

-Tampoco deberías decirles a tus niños que su maestra de literatura pasa todos los fines de semana metida en una cantina haciendo referencias a superhéroes de historieta.

-¿Ves? ¿Qué te cuesta hacer tus bromas sin gracia?...Me preocupas Arturo, poco a poco estas convirtiéndote en un gruñón, un gruñón feo y deprimido.

-Tal vez me deprimo porque me dices feo, solo estoy cansado, no te preocupes por ello -Dije mientras intentaba quitarla de mi camino.

-No me quitare hasta que me prometas que iremos a cenar como habíamos quedado.

-Ya te lo había prometido, mañana iremos a cenar a ese nuevo restaurante chino, ¿No?

-Si, y no es chino, es japonés, sirven unos sushis empanizados para morirse y unas croquetas de cangrejo que quiero probar.

-Es igual, todos los orientales tienen ojos estirados, además eso ultimo sonó a comida de perro ¿No será que están tratando de engordarte, mi perrita? -Pregunte, fingiendo preocupación.

-Pues esta perrita no va a ladrar hasta que me lo prometas.

-Va, te prometo que iremos a cenar mañana, ahora ladra.

-Wuf -Ladró, para luego hacerse a un lado.

Le doy un beso de despedida y salgo rápidamente por la puerta, a veces quisiera tener un carro para llevarla a su casa, pero ella misma sabe que no tengo el dinero para ello, mientras tanto yo camino directo a mi apartamento, que no esta a mas de 2 cuadras.

El edificio donde se encuentra mi apartamento no abarca ni media cuadra, tiene 2 plantas, 2 apartamentos por cada una, tengo la suerte de que el dueño del lugar es anciano amable, se apiada de las pobres almas desamparadas y les cobra barato, incluso nos perdona rentas atrasadas, aunque no estoy muy seguro de que si las perdona o se les olvida, a veces el pobre anciano no recuerda la dirección del lugar cuando toca venir a cobrar.

Subo las escaleras, mi apartamento esta en la segunda planta, al extremo alejado de las escaleras, llego a mi puerta y utilizo la llave, ya dentro me quito el chaleco y lo tiro sobre el sillón junto con el sombrero, mientras me desabrocho la camisa noto una luz proveniente de mi recamara, me acerco y abro la puerta...diablos, he dejado la lamparilla del escritorio encendida.

No es tan malo, ¿Cuánta luz puede gastar una lámpara de escritorio? Antes de apagarla noto que esta alumbrando el boceto que tengo preparado para el periódico de mañana, le llamo boceto porque no esta remarcado y faltan detalles, en si el dibujo es simple, un político obeso que come frituras mientras defeca dinero, esta parodiando al mismo político que recientemente propuso un incremento en el precio de la comida chatarra.

Apago la lamparilla y me tumbo en la cama, estoy exhausto de hacer nada, literalmente, mi vida en si la vivo por vivirla y me canso de ella misma por ser tan monótona y estúpida, ahora mismo solo quiero dormirme para recuperar esas valiosas horas de sueño que me ha quitado el día.

Y con un poco de suerte, jamás despertare. Cierro los ojos.



« Última modificación: 19 de Enero de 2016, 05:11:29 pm por Angel-ko »



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Re:[Fic] El Monero
« Respuesta #1 en: 19 de Enero de 2016, 06:45:52 pm »
El Monero

Capitulo 1: El Ocaso


Vuelo, siento el viento acariciando mis plumas, el aire impregnando mis pequeños pulmones y por primera vez en muchos años, la dicha de vivir.

Giro levemente la cabeza para cambiar mi trayectoria, me desperté tarde para el desayuno y debo saludar a mis compañeros.

Aterrizo sobre el negro y delgado cable que se sostiene sobre la calle, a mí alrededor un par de docenas de mis blancas compañeras.

- Gurururur –Digo sarcástico, Ricardo se ríe ante mi broma, junto con algunas compañeras, pero las demás están o muy somnolientas o muy concentradas para notarme.

Giro mi cabeza al lejano suelo y miro la calle, está casi desierta, los humanos todavía no circulan al completo por estas horas, solo algunos camioneros y viejos madrugadores, por lo que algunos roedores aun rondan por las calles, buscando sus madrigueras.

Por el rabillo de mi ojo derecho veo algo moviéndose, me giro y me suelto en picada, he sido el primero en verlo y por ello me merezco la presa, la adrenalina me llena y acelero la caída, lo veo claro ahora, un ratón gordo, buen desayuno me estiro mas para asegurar la presa y…

Ding Ding Ding Ding


- Aghh…-Digo somnoliento mientras me giro para apagar el maldito despertador.

¿Otra vez palomas? Está bien que me gusten pero esta tendencia a soñar con ellas me terminara por volver loco.

Me levanto de mala gana, estoy muy cansado y no quiero ir a ningún lado, pero debo terminar los detalles del dibujo y entregarlo al gordo de la editorial. ¿Dónde está mi lápiz?...

Tras pasar un rato finalizando el dibujo me cambio de pantalones, me pongo una chaqueta de cuero café sobre la camisa de ayer y salgo a la calle, la editorial no abre hasta más tarde, pero debo ir caminando, prefiero ahorrarme los gastos del taxi en una buena botella de tequila a la semana.

Tomo la usual ruta por las frías calles de la ciudad, a pesar de llevar bastantes años viviendo aquí debo admitir que no se me ni la mitad de las calles que cruzo, a lo mucho solo tengo memoria para la ruta de mi casa al trabajo y de la misma a la cantina, nunca he tenido la necesidad de aprender otro camino ni el nombre de alguna calle, al menos no en algún tiempo..

Llego temprano, como de costumbre, entro al vacio edificio y al subir a la oficina del gordo me percato de dos detalles: Uno, el gordo no ha llegado, y dos, hay un extraño hombre canucio  de ojos rasgados sentado, debe ser el tonto que se estaciono donde se estaciona el gordo.


“El gordo” es el mote que le di a mi jefe, el Sr. Viqueira, es el encargado de dar forma al periódico en si, como juntar las partes de un rompecabezas,  irónicamente no le llamo el gordo por su peso, Viqueira está en buena forma, le llamo el gordo porque nunca está satisfecho y el mismo se considera un “Pez gordo” en el mundo del periódico, aunque solamente se encargue de la redacción de un periódico decayente.

El hombre de cabellos plateados se percato de mi llegada y con una extraña confianza veo que se acerca para saludarme, mas por confusión que por educación, estiro mi brazo.

-¡Buenos Días! Mucho gusto, soy el señor Wakayama, pero mis amigos de por aquí me dicen “La Guacamaya” –Saludó el hombre con un tono muy animado y jovial

-Amm, buen día, yo soy Arturo Flores, me llaman Sr. Flores y no tengo muchos conocidos que me llamen por otra forma –Conteste.

Bueno, exceptuando a Verónica, que suele llamarme “Mi arturito” cuando me quedo en su casa, pero no es algo que este viejo señor chino deba saber.

-¿Qué? ¿Sigue soñando con palomas? Es cierto que es bastante temprano, de hecho no esperaba encontrarme con nadie más a esta hora.

¿Acaba de decir palomas? ¿Cómo ha?...tal vez lo imagine, ignorare el tema.

-Aun ando un poco somnoliento si, disculpe, si no esperaba encontrarse con nadie ¿Qué hace aquí a esta hora? Le informo que tenemos cuidadores.

Más bien Cuidador, y Homer tiene ese sobrenombre por algo, y no precisamente por tener piel amarilla.

-Ahhh…jajajaja, no he venido a robar joven, fui citado tan temprano por un tal Viqueira, le llame ayer para ver si podía promocionar mi restaurante en su periódico, y me dijo que viniera a discutir los detalles con él a esta hora.

Eso ya tiene sentido, aquí no cobran tanto por un anuncio como los otros periódicos y una cantidad moderada de gente lo lee, aunque bueno, podría ir mejor, como todo.

-Ah, ya veo… ¿Es acaso usted el dueño del restaurante Japonés que acaba de abrir?

-¡Ese mero! El “Sushinome”, ¿Si sabe donde es?

Diablos, Verónica tenía razón, era japonés y no chino, en serio me salvo de la pena de llamar Chino al señor, que a mí me dará mucho igual que sea, pero no hubiera querido que me descubrieran muerto por la mañana por envenenamiento de sushi.

-De hecho si, vera…

-¡Ah, aquí está el honorable señor Wakamaya y junto a mi gran Picasso! –Dijo una figura vestida de traje, luciendo una cara arrugada y un copete negro que no le queda para nada como peinado.

El gordo había llegado, y con una jovialidad que si la finge un poco más seguro se le cae la cara.

-Buen día, y es Wakayama, señor, no Wakamaya. –Dijo el japonés de manera Cortes.

-¡Oohohohoho y tu mi Picasso, me has ganado esta vez! ¿Traes la tira para hoy?

El gordo está actuando de manera tan vomitiva que casi rompo el papel cuando se lo di esbozando una falsa sonrisa de confianza, cuando el gordo vio el dibujo cambio drásticamente su rostro durante un par de segundos al gordo que conozco y odio, al gordo gruñón, de seño fruncido que suele gritarme acerca de lo muy parecidos que son mis dibujos al excremento de vaca, pero esta vez se contuvo y volvió a su falsa sonrisa.

-¡Perfecto! Intrépido, audaz y talentoso como siempre mi estimado señor Artu.

No le gustó, para nada, odio que me llame Artu y lo sabe, seguro lo hizo para despreciarme de manera que el señor Wakayama no se dé cuenta, pero ambos podemos jugar.

-¡Qué bien que le gusto mi estimadísimo señor Viqui! Me alegra mucho de haber cumplido con tan grandes expectativas suyas, bueno, no los detengo más tiempo, señor Wakayama, seguro tienen asuntos importantes que atender, fue un placer.

-El placer fue mío, Sr. Flores, esta noche le recomiendo mucho el pastel de sushi empanizado, llena bien el estomago y es exquisito, tenga buen día.

Salude a ambos y salí del edificio lo más rápido que pude, me había safado de un regaño cojonudo del señor gordo y debo agradecérselo a la presencia del señor japonés, pediré aderezo extra en el pastel de sushi en la noche para agradecer el gesto, y tal vez una propina generosa dentro de mis limites para la camarera…

Entonces me di cuenta, freno en seco en la banqueta.

¿Cuándo le dije que iría a su restaurante esta noche? No termine de comentarle que cenaría ahí hoy. Meto las manos a mis bolsillos mientras pienso en cuando pude habérselo dicho, pero siento algo dentro de estos, algo seco y plano.

“Vale para una comida gratuita con valor total menor a 500 Pesos, restaurante Sushinome”

El vale había sido impreso, tenía el logo del lugar y estaba firmado por el señor Wayamaka, tampoco recuerdo que me lo haya dado…
Primero lo de las palomas, luego lo del sushi y ahora esto… ¿Qué diablos pasa aquí?

« Última modificación: 30 de Enero de 2016, 06:20:19 am por Angel-ko »