No dejamos de ser animales, pero en ese tipo de circunstancias veo muy descarado justificarlo alegando que somos como los perros.
Al contrario que los perros, tenemos la suficiente inteligencia como para recordar que existen ciertas normas sin que nadie tenga que pegarnos con un periódico enrollado en el hocico.
Hemos regularizado la vida: hemos puesto normas y límites que, nos gusten o no, debemos respetar. Y no es coherente no respetarlas para lo que nos interesa. Si alguien es lo suficientemente perro como para mearme en el pie, que sea lo suficientemente perro como para no chivarse a su mamá si le muerdo la pata, ¿no?
En toda ciudad hay un baño cada diez metros. Deberíamos ser capaces de aguantarnos un ratito.