Autor Tema: [Relato] Voluntad y razón.  (Leído 1142 veces)

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Mustal

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[Relato] Voluntad y razón.
« en: 12 de Febrero de 2014, 07:19:02 am »
Relato en un principio dedicado a alguien. Procedo a publicar por aquí con su permiso. :B

Uh, los relatos reflexivos nunca se me han dado bien. Le he decidido dar un toque fantasioso.


¡Disfrutad de la lectura!


Voluntad y razón.


Al pie de la calle sobre los adoquines de piedra caliza se hallaba de rodillas su figura. La sonrisa de su rostro sumado a los ojos enjuagados en lágrimas denotaban un claro sentimiento de placer y de júbilo combinado y envuelto en un manto de deseo. Deseo por al fin abrir la caja que depararía su futuro. Una cajita de tamaño menor al de un puño, negra y delicada como una pluma, cuyo significado a primera vista ya daba a saber lo que sucedía en aquel sitio.

La luna se situaba en cuarto creciente, plenamente luminosa, brillando como la mayor de cientos de sus hermanas visualizando desde la bóveda nocturna la simple escena. Delante del joven, quien por cierto no debía haber alcanzado mucho más de la veintena de años, se hallaba una mujer de su semejante edad y estatura. Era joven y agraciada, sin exceso alguno de maquillaje con el que ocultar su natural rostro. En aquellos momentos, su cara mostraba una clara expresión de asombro, sin ver esperar la proposición de su pareja. Dio un paso hacia atrás, posando su mano en el pecho, mientras que soltaba palabras cuyo significado no iba más allá de sus sentimientos. Respiraba con fuerza e intensidad. Su pulso se había intensificado. El nerviosismo al ver la pequeña cajita abrirse poco a poco aumentaba conforme los segundos pasaban. ¿Cómo era posible que algo tan pequeño pudiese causar una reacción tan grande?

Y en aquel momento, el tiempo se congeló.

Nada se movía. Todo se había sumido en un monótono color gris, donde todo transeúnte por la calle se encontraba parado como una estatua, sin siquiera tener conocimiento alguno de que él mismo se encontrase en dicha situación. Los coches. Los objetos arrastrados con el viento. Toda la manzana había sido paralizada en un manto gris, decolorando hasta el iris de cada ojo.

De la nada, detrás del arrodillado, aparecieron dos figuras.



La primera figura se trataba de un hombre. Facciones y cuerpos típicos de un adolescente. Vestía de tonos muy pobres, casi se confundían con el color de fondo que él mismo había congelado. No tenía apariencia usual de ver. Tanto el pelo como la piel eran tan blancos como la nieve. El primero estaba grasiento y despeinado, habiéndose creado mechones separados e independientes a la masa de pelo, la cual llegaba hasta un punto medio en el cuello. Sólo harapos vestía: Una chaqueta raída y descosida, de un tono apagado que hacía ver el claro desgaste, así como unos pantalones cortos con un parche en el muslo derecho de un tono verdoso. De sus espinillas para abajo, no había si quiera zapatos. Iba descalzo por la calle, a pesar de que las facciones de su rostro no dijesen nada al respecto. La austeridad predominaba en su apariencia. Una austeridad extrema.

La segunda figura apareció en frente de él. Una mujer. Treinta años. Todo lo contrario al joven de los harapos: Lo que más llamaba la atención era su voluminoso vestido, asemejado a los de la época del barroco, tintado completamente de un rojo oscuro que, a su vez viendo los pliegues y volantes que se extendían a su alrededor, daban el aspecto de una enorme rosa oscura situada boca abajo. Del cuello colgaban diez collares de diversas longitudes, tanto de piedras como de metales preciosos, destacando una enorme piedra roja en el centro de su pecho, orientado levemente hacia la izquierda, coincidiendo con la situación del corazón. Los brazos, rojos como su vestido, terminaban en dos guantes blancos que alcanzaban hasta los codos, bordados con la más exquisita y cómoda tela. Su cara estaba maquillada y pintada de tal forma que asemejase un bonito color natural, a su vez artificial, donde sus labios rojos y sus amplias pestañas expresaban una vida de lujo y caprichos. Su pelo no era una excepción, puesto a que, coronado con una chistera en miniatura roja, caía en tirabuzones dorados y anaranjados por sus hombros, dejando sitio para unos pendientes escarlata.

“¿Para qué me has llamado?” –Preguntó la mujer, con su imponente voz- “¿Otra vez con tus absurdos dilemas?”

“Es un motivo de clara importancia. Me gustaría que lo revisases, si acaso no es ninguna molestia para ti. ¿Qué ves ahí?”

La dama miró el rostro de la mente a la que pertenecía. La misma chica, ahora detenida en la nada, había puesto sus manos de forma que su amplia sonrisa no pudiese verse, a pesar de ser un claro gesto de felicidad pura.

“Se le ve muy… contenta.” –Admitió la voluntad, perpleja.- ¡Oh, claro! ¡Por supuesto que se le ve contenta! ¡Se va a casar! -Se llevó los brazos al pecho, y miró al cielo nocturno.- “¿No es maravilloso?”

“Ciertamente lo es.” –Dijo el joven, a diferencia de ella sin sonreír- “Pero precisamente, ahora debe tomar una decisión muy importante en su vida, ¿no crees? Piensa en el futuro de nuestra persona, ¿qué será de ella si acaso acepta?” –La razón le señaló con una mano, y una sonrisa tenue y fría como el invierno se asomó en su rostro- “¿Crees que sería acaso maravilloso? Examina la pareja aunque sólo sea por un momento.”

“Bueno…” –La voluntad se llevó la mano a la barbilla, y dudó por un momento.- “Claramente, ¿qué tiene de malo? Llevan saliendo durante un tiempo. Se aman mutuamente. El chico es agradable, gentil, y es bastante guapo… Seguro que formaría una pareja ideal.-Por un momento, la dama soltó una pícara risa- ¿Y tú, por qué dudas tanto de la pareja?”

“No llevan saliendo suficiente tiempo. Año y medio no es suficiente como para casarse, más conociendo su forma de pensar. La domina como si se tratase de un perro, intercambiando con ella caricias y besos, a cambio de su propio provecho. ¿Crees que en eso se basa la pareja ideal para nuestra persona? ¿Crees que esos labios que piden el matrimonio saben acaso lo que dicen? “

“¡No me acoses con esas preguntas! Odio pensar…” –Protestó la voluntad- “Sigo pensando que no hay nada malo en ello. Es una pareja: Si resulta que estalla más amor del acumulado en ello, perfecto. Nuestra chica obtendrá regalos, atención, y seguridad por una persona que cientos de muchachas en este mundo envidiarían con todas sus fuerzas tener. Y sobre su cara… Estoy segura de que se le ve muy feliz. Está tan ilusionado… ¿No crees que se lo merece? Se porta estupendamente.”

“Eres demasiado optimista.” –Dijo la razón.

“Y tú demasiado pesimista” –Replicó la voluntad.

“¿Es que acaso no lo ves? Ella se merece mucho más. Estoy seguro que sólo la emplea para el sexo y para tener una pareja de la que presumir. ¿No crees que todo ese amor que ahora circula entre la pareja se habrá esfumado dentro de unos diez años? Muchos matrimonios al fin y al cabo lo acaban pasando, posiblemente porque, en el fondo, quizá pudo ser una mala elección. Son muy jóvenes, además. Aún tiene tiempo de disfrutar la vida ella sola.” –La indignación del chico sólo hizo arrancar una maligna sonrisa de la caprichosa voluntad.

“Siempre pones pegas. Una tras otra. ¡Que haga lo que ella quiera! Es su destino, y es ella la que decide sus actos. Siempre tu voz y tu presencia hacen que se abstenga de las cosas más coloridas de la vida. Las más vivas y excitantes. Tú siempre las rompes con tus consejos. ¿Por qué no puedes dejar que se divierta un poco más? ¿Acaso no has pensado en lo que pasaría si ella dijese que no? Piensa en la relación que están manteniendo. Es muy sensible, ¿recuerdas?”

La razón se estremeció por el punto de la voluntad.

“Su relación se iría a pique.” –Dijo secamente, con el mismo tono monótono de voz.

“Exacto. Y las dos partes quedarían sumidas en la soledad. ¿No crees que sería un tanto doloroso? Lo importante al fin y al cabo es hacerla feliz.”

“El dolor y la soledad a veces son mucho mejores que una vida encadenada en un amor infructuoso. Insisto aun así en que debe decir que no.”

“El amor, infructuoso o no, sigue siendo amor. Realmente, no tienes ni idea de si acaso lo es, así que no entiendo el por qué tus ganas de discutirlo tanto. El amor es placer y a la vez desesperación. El amor es compañía y seguridad, pero a su vez problemático. Esa cajita simboliza un acuerdo de amor para toda la vida, y por un sí no pasa nada. ¿Quieres con tus dudas y dilemas acaso dejarla solterona para toda la vida?”

“¿Quieres tú acaso por una mala decisión que se arriesgue a vivir una vida inadecuada, maniatada con lazos de seda?”

“Sin embargo, el futuro no se puede prevenir, y no sabemos lo que se esconde en él a no ser que decidamos verlo. ¿Qué me dices, nos arriesgamos entonces?”

“No sabría decirte.”

El mundo se quedó más congelado aún tras el silencio de los dos.

“Detesto discutir contigo.”

“Lo mismo digo.”

Y los dos desaparecieron, cada uno por su camino.


haber si me muero

Hermes

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Re:[Relato] Voluntad y razón.
« Respuesta #1 en: 12 de Febrero de 2014, 08:38:48 am »
Qué decir. Está bien.

...

Bueno, ¡empecemos!

La idea general me gusta muchísimo, y no me decepciona para nada cómo se desenvuelve en el relato. Genial.

En cuanto a gramática, hay algo de leísmo. "Se le ve muy… contenta" tendría que ser "Se la ve". Lo demás muy bien redactado todo.

El estilo de los dos primeros párrafos me desentona un poco con el resto, una introducción un poquitín excesivamente barroca. Sólo pasa ahí, así que de lo demás no tengo pegas.
El estilo de la parte dialogada me encanta. Es complicado hacer diálogos largos y que sean gran parte del cuerpo narrativo mientras dices todo lo que quieres decir, y eso está llevado perfectamente.

Sólo tengo una pega conceptual. Me imagino a la Razón como un hombre adulto y trajeado, serio e infranqueable. La voz de la razón es precavida pero objetiva, guía de entre todas las posibilidades por el camino más seguro, con las pruebas en la mano y perspectiva. Esta, en cambio, me ha parecido que elucubraba sobre que algo pudiera pasar, con miedo. El personaje presente, austero hasta un extremo que ya no es confortable, precavido hasta un extremo en que se puedan perder buenas oportunidades, me parece más bien la Precaución. Afortunadamente eso no altera el relato así que, el balance, realmente bueno. ^^
Hi.