Aqui os dejo un avance de mi novela de Zombies que pretendo publicar. Aun está pendiente de correccion.
Indicios
1
Día 3 de Marzo de 2013
Domingo…
Me encontraba en un mugriento baño de un bar de carretera en algún lugar de Jaca a Valencia donde cogería un tren para ir hasta Puzol, mi pueblo, no sabía donde exactamente. Me miré en el espejo y entre la suciedad y las pintadas hechas por adolescentes apenas me dejaban reflejarme. Aun así podía ver mi rostro cansado, no había dormido nada desde que había salido del cuartel militar. Había tenido problemas y me habían echado, no tuve un consejo de guerra de puro milagro, más concretamente había tenido una pelea con un compañero, me había peleado con el por que andaba malmetiendo entre mi pareja y yo, no aguanté más y me peleé con Enzo, así se llamaba el. Eso me había costado el trabajo en el que llevaba más de dos años, donde había conocido a buenos amigos e incluso a la que hasta ese momento era mi chica.
La chica en cuestión se llamaba Sara, aunque no quería la dejé justo antes de abandonar el cuartel, no quería que mis problemas la salpicaran y opté por el camino fácil ¿y por que no decirlo? También el más cobarde. Lo último que tuve de ella fue un sonoro tortazo que por otro lado me tenía bien merecido.
Me lavé la cara y las manos, el agua del grifo estaba fría, tanto que me quedé sin sensibilidad en las manos y la cara por unos momentos. Justo en ese momento noté la vibración de mi móvil y seguidamente la melodía polifónica de este, metí mi mano dentro de la chaqueta de pana de color marrón, saqué el móvil y en la pantalla de este vi el nombre: “Mamá”. Descolgué.
—Hola mamá… Dime— dije con tono cansado. Hacía horas que no dormía, la vibración del autobús que había cogido para volver a casa no me lo había permitido.
—Hola cariño ¿Cómo estás?— preguntó mi madre con tono alegre, estaba deseando que volviera a casa, nunca le hizo gracia que me alistase en el ejercito español y mi anuncio de regreso le había alegrado más de lo que me esperaba.
—Bien… Estoy de camino. El autobús ha parado para hacer un descanso— me miré el reloj y vi que eran las seis de la tarde, aun nos quedaban bastantes horas de camino. –Supongo que llegaré por la noche.
—¿Entonces no te preparo la cena?
—No— respondí –No me esperéis hoy. Cenad e iros a dormir. Yo iré directo a mi casa y ya mañana nos veremos, iré a comer.
—Supongo que llevarás dinero para la cena ¿No?— la pregunta de mi madre me cogió por sorpresa, así que rápidamente me cambie el móvil de mano y me llevé la mano a la cartera, al abrirla me encontré una foto mía con Sara. Había sido tan idiota que no la había sacado de ahí, al verla sentí como si me arrancaran el corazón. Rápidamente dejé de mirar la foto y abrí la billetera, ahí había un billete de cincuenta euros, cerré rápidamente la cartera y respondí a mi madre.
—Si, tengo dinero. Me compraré algo en el bar y comeré durante el viaje. Bueno mamá, te tengo que dejar, mañana nos vemos, un beso, te quiero.
—¿Te has enterado de…?— pero mi madre no llegó a terminar de decir la frase. Yo ya había colgado antes.
Salí del baño y me dirigí a la barra del bar donde pedí un bocadillo de jamón serrano. El dueño asintió con la cabeza y entró en la cocina para prepararlo. Mientras esperaba miré hacia la televisión, la cual no tenía voz, en ella se veía a un hombre hablando en lo que parecía una rueda de prensa, detrás de el se veía una pantalla donde se veía una especie de incendio en lo que parecía una aldea en una zona tropical, quizás alguna tribu del Amazonas. Me encaminé hacia el televisor con intención de subir el volumen, pero justo en ese momento el dueño del bar salió con mi bocadillo envuelto en papel de aluminio.
—Su bocadillo joven. Son tres euros.
—Gracias— respondí. —¿Me puedes poner un bote de coca cola?
—Será un Euro y veinte céntimos más— respondió el hombre mientras miraba la televisión. Se quedó un rato en silencio y luego me miró a mí. –Yo no haría mucho caso. Habrá sido obra de algún señor de la guerra con ganas de pasárselo en grande masacrando a pobres negritos. El mundo está cada día peor, ojala nos vayamos algún día todos a la mierda. Somos la manzana podrida dentro del barril.
Yo no respondí, me limité a sacar el dinero, pagar y irme de allí, las ideas apocalípticas del dueño del bar no iban conmigo y me estaban poniendo nervioso, sumado a la falta de sueño hacía que aquel tipo me pareciese insoportable. Justo cuando salí del bar vi como el conductor tocaba el claxon para advertirnos que se estaba acabando el tiempo y que era hora de irnos de allí para seguir con el viaje. Corrí hacia el gran vehículo y me subí rápidamente, caminé entre los asientos y me senté al lado de mi compañera de asiento, era la primera vez que la veía despierta desde que había cogido el autobús, la primera vez ya estaba dormida.
—Hola— dijo la chica sentándose correctamente. –No sabía que alguien se había sentado junto a mi, cuando me duermo tengo un sueño muy profundo. Me llamo Andrea, yo me senté a su lado y le estreché la mano.
—Juan Manuel— respondí presentándome al tiempo que la observaba. Era bastante atractiva, atlética, un poco más alta que yo, ojos marrones como los míos y larga cabellera castaña. Podía pasar por modelo. –Pero puedes llamarme Juanma. Es un placer.
—¿Y hacia donde te diriges? ¿Valencia?
Asentí con la cabeza –De un pueblo que se llama Puzol. ¿Te suena?
—Claro que me suena, vivo allí desde hace poco, me alquilé una casa en una urbanización cerca del Caxton collegue. Aun así no me suena de haberte visto por allí— lo que me había dicho sobre donde vivía me sorprendió. Yo vivía por la misma zona actualmente.
—He estado fuera. Soy… —hice una pausa. –Bueno, era. Era militar, pero un problema ha hecho que me echaran de allí, no me han metido en calabozos de milagro, pero lo que hice no me libró de la expulsión directa. Ahora me toca buscar trabajo, pero con lo de la crisis… Ya veremos. Será complicado— miré a Andrea. —¿Tu tienes trabajo?
Andrea asintió con orgullo y una sonrisa. –Si, lo que siempre quise ser de pequeña. Soy actriz y comparto casa con dos chicas, una de ellas hace porno— Yo arqueé las cejas como gesto de sorpresa y Andrea me miró. –Te lo juro que es verdad, pero yo no ¿Eh? Yo hago “Cine convencional”, cortos y esas cosas, Lulú que ese es su nombre artístico de vez en cuando también hace cine convencional, aunque el verdadero nombre de ella es Lucia. La otra chica se llama Carol y está en el paro. Nos apañamos muy bien las tres y nos llevamos genial, aunque a veces discutimos por tonterías, lo normal con compañeros de piso supongo. Si quieres cuando volvamos puedo ayudarte con lo de encontrar trabajo, en los rodajes siempre hace falta gente para aguantar los reflectantes, traer los cafés, hacer recados.
—Vamos… Un chico para todo— añadí con una sonrisa.
—Correcto, eso mismo. ¿Te interesa?
—Si, la verdad es que me vendría bien eso mientras voy buscando trabajo. Gracias—dije con una sonrisa, lo cierto es que me estaba alegrando de ello. Conocer a Andrea estaba siendo como un regalo del cielo.
Andrea y yo estuvimos hablando durante todo el largo trayecto hasta Valencia, nos contamos de todo: Chistes, experiencias en nuestro trabajo, anécdotas graciosas. También le revelé que vivía en la misma urbanización que ella. Sinceramente la muchacha me estaba cayendo especialmente bien y más aun sabiendo que vivía cerca de donde vivía yo. Cuando llegamos a Valencia capital, ella me dijo que había quedado con unos amigos, me preguntó si quería ir con ella y después ir de fiesta junto a sus amigos, pero yo tenía prisa por llegar a casa y descansar. Nos despedimos y nos dimos el número de teléfono y el facebook para estar en contacto.
Llegué a la estación del Norte de Valencia y tomé el tren que me llevaría hasta Puzol, estaba deseando llegar a casa y acostarme. Me fui comiendo el bocadillo por el camino mientras veía pasar las poblaciones de una en una, entonces escuché unos gritos en el tren, alguien estaba insultando a un hombre que estaba allí de pie.
—Lárgate jodido cura. No nos interesa tu maldito discurso del fin de los tiempos.
Presté atención y vi como unos jóvenes muchachos insultaban y empujaban a un sacerdote, este los dio por imposible y siguió caminando hasta que se paró frente a mí. Alcé la vista y lo vi sonreírme, entonces me dio un folleto.
—La fe en dios podrá salvarte el día del juicio final.
Después de aquello el sacerdote se marchó y yo me quedé con el folleto en la mano, lo leí y vi que había varias oraciones religiosas, seguidamente murmuré. –Tonterías— Arrugué el papel y lo tiré a una de las papeleras del vagón. No me interesaba para nada lo que ponía ahí.
2
Día 4 de Marzo de 2013
Lunes… 7:00 de la mañana.
Puzol…
“Son las siente de la mañana”
El despertador me despertó con el sonido de una voz de mujer seguido por el típico sonido de los despertadores. Me incorporé poco a poco y me froté los ojos, miré al televisor y vi que estaban haciendo las noticias de la mañana. Llegué tan cansado que me tumbé vestido en la cama y encendí la televisión hasta que me quedé completamente dormido con esta encendida.
La casa la había comprado hacia tiempo gracias a los ahorros y lo que había ido ganando en el ejército. Esta estaba en una urbanización a las afueras del pueblo, pero no demasiado lejos de este, solo a unos cien metros estaban las primeras casas del pueblo y a otros tantos metros estaba el polígono industrial, una gasolinera BP, el colegio Caxton Collegue y la autopista para ir hacia Sagunto. Cuando yo no estaba era mi madre la que se ocupaba de la limpieza y demás, mis hermanos incluso algunas veces también acudían allí con amigos y amigas para pasarlo bien. Me incorporé en la cama y mientras me desperezaba, luego volví a mirar la televisión y vi que unos tipos cargados con un lanzallamas estaban quemando algo que habían censurado, al fin y al cabo era una hora donde podría haber algún niño mirando la televisión y la política de la televisión era proteger a los menores. Tanta censura me hacía imaginarme que lo que estaban quemando eran cuerpos humanos. Los que los quemaban vestían trajes de aislamiento.
Subí el volumen de la televisión y vi al presentador hablando, no sabía quien era, pero aun así escuché con atención lo que estaba diciendo.
“…Los turistas han sido puestos a salvo y muy pronto serán enviados a sus países de origen. La situación en el amazonas está controlada y no hay nada de que preocuparse…”
—No hay nada de que preocuparse…— repetí. Entonces apagué el televisor y dejé el mando sobre la mesita de noche justo al lado de una foto mía con Sara. La misma que nos hicimos el verano anterior en Benidorm. Fue un día perfecto, fue la primera vez que pensé en formar una vida con ella, pero en esos momentos todo se había ido al cuerno por culpa mía, y Sara no era nada fácil. Lo mío con ella se había terminado para siempre.
Me levanté de la cama y salí de mi habitación, bajé las escaleras hacia el primer piso y caminé hacia la cocina. Abrí la nevera y saqué una caja de leche entera. Tenía pensado prepararme un vaso de leche caliente con un poco de Cola— cao. Cuando abrí el armario donde debía estar el bote de chocolate en polvo vi que no había, seguramente mis hermanos habían acabado con el, iba a tener que comprar más, eso entre otras cosas que pudiesen hacerme falta, quería hacerlo antes de que mi madre se empeñara en gastarse el dinero ella.
Necesitaba darme una ducha, así que fui al baño, me desnudé y comencé a dejar caer sobre mí el agua caliente. Cuando acabase quería ir a buscar trabajo, aunque en plena crisis iba a ser bastante complicado, no daban trabajo así como así. Cuando terminé de darme la ducha me vestí y me senté delante del ordenador, me metí en mi Facebook y busqué a Andrea, fue fácil encontrarla, le mandé la solicitud de amistad y me puse a mirar las notificaciones y el correo, tenía varios mensajes privados y unas doscientas notificaciones, me iba a llevar tiempo ojearlas todas. También estuve mirando posts de la gente que tenía agregada, muchos habían colgado una imagen, la misma que había visto en las noticias, pero sin censura alguna, realmente era lo que había pensado: “Cuerpos humanos siendo calcinados”. Las respuestas eran todas de asombro y no parecía que entendieran lo que había pasado, seguí ojeando noticias y vi que muchos hablaban de lo mismo, volvió a sonar el reloj y me di cuenta de que era hora de salir a buscar trabajo, luego iría a casa de mis padres y luego más tarde iría a buscar a mis amigos para ir a tomar algo.
Salí de casa y atravesé el pequeño jardín mientras pensaba que quizás era buen momento para conseguir un cachorro, era una idea que me rondaba por la cabeza antes de alistarme en el ejercito, en esos momentos la idea volvía a mi mente, siempre me habían gustado los perros y me moría de ganas de tener un pastor Alemán.
3
Puzol… 13:45…
Me fui a comer a casa de mis padres, hacía bastante que no los veía ni a ellos ni a mis hermanos Carlos, Sergio y Patricia. Al entrar por la puerta me recibió Iván, el novio de mi hermana, al que conocía relativamente de hacía poco, mi hermana me lo había presentado durante una visita que me hicieron durante un fin de semana en Jaca, ambos se quedaron hospedados en un hotel por aquel entonces.
Iván me estrechó la mano cuando entré. El cerró la puerta y me encontré a mi hermana en la cocina con mi madre terminando de preparar la comida. Mi hermana Patricia tenía su melena rubia recogida y al verme dejó de hacer lo que estaba haciendo, se dio la vuelta y vino a abrazarme. Yo me fijé en ese momento en el anillo que llevaba en uno de sus dedos, ella se percató de mi descubrimiento y sonrió.
—Si, es justo lo que estás pensando— comenzó a decir Patricia.
—Si, le hice la gran petición y tu hermana aceptó sin pensárselo dos veces. Nos casamos dentro de dos meses— Iván me dio una palmada en la espalda. –Vamos a ser cuñados oficiales tío.
La cercana boda de mi hermana me cogió por sorpresa la verdad, era lo único que no me esperaba a mi regreso, me sorprendió también por que ambos eran bastante jóvenes. Veinte años ella y veinte tres el, aun así tenían las cosas bastante claras. Me separé de mi hermana y fui a abrazar a mi madre.
—¿Dónde están Carlos, Sergio y papá?
—Estarán al caer. Tus hermanos están trabajando con tu padre en una construcción— una nueva revelación, parecía que todo el mundo tenía trabajo menos yo. Aunque esperaba encontrarlo pronto.
Mi padre y mis hermanos llegaron a las dos en punto de la tarde, justo cuando mi hermana y mi madre habían terminado de hacer la comida. Les saludé a mi llegada, intercambiamos batallitas y enseguida nos pusimos a comer mientras veíamos la televisión. Volvió a salir lo del amazonas, esta vez se referían a los que habían sacado de allí como a miembros de ayuda humanitaria, justo cuando por la mañana se habían referido a ellos como turistas. No se aclaraban los medios de comunicación.
Volvieron a emitir las imágenes del poblado indígena y por lo que decían, parecía ser que había habido un brote de ebola y que había pillado por allí a lo que según ellos se referían como miembros de alguna ONG, a los cuales habían estado haciendo pruebas medicas y no habían presentado signos de contagio, por lo tanto los mandarían de vuelta a casa en pocas horas.
—Falsa alarma. Ya me estaba oliendo algo parecido a lo de la gripe A o la gripe aviar. Solo hacen que alarmar a la gente para luego nada. Putos medios de comunicación y sus ansias de dar la exclusiva. Eso les llevaba a meter la pata de forma vergonzosa. Tantos parados y tantos otros con un trabajo que ni merecen ni están preparados para el— decía Iván. Y razón no le faltaba.
Las noticias siguieron ya olvidándose del tema del Amazonas. Mi padre me ofreció unirme a el y a mis hermanos en la construcción. Algo que le prometí pensarme bastante, no quería cerrarme todavía puertas y quería seguir buscando, aun así le dije que si en un mes no había encontrado nada que contara conmigo.
Durante la comida mi madre me contó que había visto varias veces a David, Toni y Leandro y que le habían preguntado por mi, ella les había contado que iba a volver y le habían dado el recado de que los llamara. Ellos tres y yo habíamos sido amigos desde la infancia, luego se nos había unido Alicia, la cual había comenzado a salir con Toni, y un tiempo más tarde habíamos conocido a Ana y a Peter. Ana era de Puzol, pero Peter era de Estados Unidos, había conocido a Ana mientras estaba aquí de Erasmus y la chispa había saltado entre los dos durante el verano de dos mil once. Aunque Peter tuvo que irse no tardó en regresar, pero esta vez para quedarse. Se habían comprado un dúplex en el que llevaban viviendo desde verano de dos mil doce, pensar en ellos me hacía pensar en que Sara y yo podríamos estar así también en esos mismos momentos, tuve que apartarla de mis pensamientos para no venirme abajo delante de todos.
Después de comer y despedirme de mis padres y hermanos, salí de casa y decidí llamar a David para quedar aquella misma tarde, me apetecía bastante verlos a todos y si era posible salir a dar una vuelta por el pueblo y así ponerme al día de todo. Con mi reciente ruptura no me apetecía quedarme en casa todo el día, necesitaba despejarme y relajarme.
—¿Cómo va eso tío?— pregunté cuando escuché la voz de David al otro lado del teléfono. Este rápidamente comenzó a hablar.
—¿Cuándo has vuelto?
—Ayer por la noche. No te llamé por que estaba muy cansado y necesitaba dormir— respondí mientras cruzaba la carretera, estaba regresando a mi casa. —¿Qué harás esta tarde?
—Pues he quedado con Toni y Leandro para ir ver el futbol a casa de Alicia. Si no pasa nada vendrán también Peter y Ana— lo del futbol me estaba echando para atrás, nunca me había gustado, no me entretenía ni le veía la gracia, aunque había gritado y aplaudido como un loco cuando Iniesta marcó el gol que le dio la victoria a la selección española en el mundial de futbol. En esos momentos iba a tener que hacer de tripas corazón y aguantar el partido hasta el final por estar con ellos.
—Muy bien. Allí nos vemos. ¿A que hora es el partido? ¿Y quien juega?
—El partido es a las nueve de la noche y sobre quien juega… Basta con que te diga que es el clásico para que sepas que juegan Barcelona y Madrid.
Hubiese preferido que jugara el Valencia, pero aun así acepté y me despedí de el hasta la noche, seguramente para cenar comeríamos Pizza. Entonces se me ocurrió que quizás podría llamar a Andrea por si le apetecía venir.
