CAPÍTULO 2. INICIO DE LA AVENTURA, ¡SOBRADO DE ENERGÍAS
Justo después de su desencuentro y seguida reconciliación con su padre, Chinpo ha salido del laboratorio en dirección al siguiente destino: Villa Amarantis. Según ha leído, es un tranquilo pueblo campestre en el que hay una especie de escuela donde se enseña a los pokémon nuevos movimientos que de otra manera no podrían conseguir. El profesor Abeto, que le ha dado un Pokégear con función Mapa, Radio y Teléfono hasta que recupere su propio Videomisor, que realmente no tenía demasiada función más que los juegos que el propio videomisor traía incorporados, lo que seguramente hizo que Chinpo se olvidase rápidamente del artilugio... Y que este acabase en la parte más alta de la estantería.
Según el profesor Abeto y su propio padre, para ir a Villa Amarantis tiene que cruzar un ancho camino de unos cinco kilómetros de largo. Algo que no parece demasiado complejo si no fuera porque ese camino está plagado de pokémon salvajes. Pero no es eso lo que preocupa a Chinpo: los humanos son más peligrosos que cualquier tipo de Pokémon, y una persoa peligrosa se vuelve más amenazadora si tiene pokémon que respalden sus fechorías.
Así pues, y por fin con idea de dónde ir y con cinco pociones de regalo cortesía de Kanako, la dueña de la pequeña tienda de Pueblo Mármol, se encamina hacia esa ruta, llamada "Ruta 403"
-
¿Quién demonios les pone nombre a las rutas? - se pregunta. Prefiriendo no pensar demasiado en quién demonios en esto, pone la radio -.
¡Si, La Marcha Pokémon!- siempre le ha gustado esta tonada, que también parece aliviar un poco de tensión en el siempre alerta Mienfoo.
Siendo pleno día, parece que el camino está despejado. Así que simplemente se echa a caminar en línea recta con Mienfoo a su derecha, sabiendo que si alguna amenaza (y parece que el pequeño pero avispado pokémon las ve por todas partes, porque mira suspicaz a todos sitios), lo que hace que su entrenador no pueda evitar esbozar una cariñosa sonrisa al pokémon. No en vano es, por así decirlo, su único amigo; lleva con él más de la mitad de su vida y siempre han estado juntos.
Escena tierna cortada. Aparece un pokémon suelto en medio del camino, mirando a la pareja furiosamente, irrumpe abruptamente en ella. ¿Por qué? ¡Ni siquiera ha dado tiempo a poner un flashback! Da igual, esta escena de combate va a ser bastante buena. ¡Y empieza la batalla!
El Lillipup, que parece bastante furioso, se lanza contra Chinpo con su ataque Placaje, pero Mienfoo se interpone y bloquea el golpe con la maestría propia de un pokémon de tipo Lucha. El chico se echa hacia atrás de un salto, sobresaltado por el repentino empuje del Lillipup, pero sigue atento.
-¡Bien, Sekhmet! - exclama. alentado por la rápida actuación de su pokémon -. ¡Salta y déjalo pasar! - el chico de otra cosa no, pero de combates pokémon sabe un rato; no en vano, ha estado toda la vida viendo a su padre y ha estudiado estrategia y táctica. Y creedme cuando os digo que Takeshi Shimazawa es de los seres más estrictos que uno puede encontrarse. Parece que en su primera pelea de verdad se encuentra en su salsa. Pero centrémonos en el combate: Mienfoo se ha echado a un lado, dejando que el Lillipup trastabille y caiga al suelo -. ¡Muy bien, ahora usa Meditación! - le ordena. Quiere aprovechar el descuido del Lillipup salvaje para potenciar los futuros ataques de su propio pokémon.
El Lillipup se levanta furioso y arremete contra Mienfoo empleando Mordisco. Por haber estado meditando, no ha tenido tiempo a prepararse y no ha podido esquivar ese mordisco, que le ha dejado una herida no demasiado seria en el brazo izquierdo. Por suerte, no es nada contra lo que no se pueda pelear. Además, puede tomar ventaja de una cosa: el pokémon salvaje se ha quedado agarrado al brazo de Mienfoo intentando arrancar la carne de su brazo.
-¡Sekhmet, usa Vendetta antes de que te debilite más! - pero no le hace falta darle ninguna orden; Sekhmet ya estaba preparando Vendetta antes de que su entrenador se lo ordenase, y el golpe ha sido demoledor; ha golpeado al Lillipup de lleno en la cabeza y lo ha dejado medio grogui, incapaz de seguir atacando -. ¡Bien, Sekhmet! ¡Vuelve aquí! - no es que tema las represalias del Lillipup, es que le cuesta apuntar cuando tiene un pokémon entorpeciendo un tiro limpio, y ha sacado una de las pokéball que llevaba desde la escapada de su casa preparada. Cuando Sekhmet vuelve a su lado, lanza la cápsula, que da de lleno al todavía despistado pokémon en su maltratada cabeza.
Después de unos momentos de tensión, el color rojo del botón de la Pokéball se torna blanco de nuevo y el bamboleo de la propia Ball cesa. Chinpo se acerca a y alarga su enguantada mano para agarrarla.
-
¡Sal, Lillipup! - exclama, lanzándola al cielo para que se abra. El pokémon, bastante grogui aún y con una herida en la cabeza causada por el Vendetta de Mienfoo, se coloca nuevamente en una penosa posición defensiva, esperando seguramente un nuevo ataque por parte de Sekhmet. El chico, dejando antes el huevo a cargo de su primer compañero, se acerca mostrando las palmas de sus manos desnudas para intentar ganarse la confianza del recién capturado pokémon -.
¡No voy a hacerte nada malo! ¿Confías en mí? Quiero curarte... - habla en tono conciliador, esperando que el pequeño perro relaje su semblante. Y, para su grata sorpresa, eso es lo que sucede. Es entonces cuando el chico saca una de las cinco pociones que le dio la señora Kanako y se la aplica al pequeño. La poción empieza a cerrarle la herida, que al menos ha dejado de sangrar. No se preocupa de Mienfoo porque sabe de la extraordinaria rapidez a la que sanan sus heridas -.
¿Ves? Así está mucho mejor... - susurra, esperando a que se ponga en pie. Un suave ladrido, quizá de agradecimiento, sale de la boca de Lillipup, que se levanta para saludar a Sekhmet, pero no recibe tanta amabilidad por su parte.
Chinpo sigue su camino, con su primera (espera que de muchas) captura a su izquierda y su fiel Sekhmet, ya recuperado de sus heridas, a la derecha. Entonces, una persona extraña, vestida con pantalones cortos y gorro de paja y una red de cazar insectos en una mano se le cruza.
-
¡Una buena captura, sí señor! ¡Y tu Mienfoo parece estar en una forma excelente! Me pregunto si podrá combatir una vez más... - ante esta evidente provocación, Mienfoo salta a la palestra, encarando al chico que se ha atrevido a vertir tales acusaciones contra él. Con gesto de aprobación, el chico, que tiene toda la pinta de ser un cazabichos, esparece un poco de miel en el suelo.
Y un Heracross sale de entre los árboles dispuesto a enfrentar al Mienfoo. ¡Y empieza la batalla!
Con ambos entrenadores de acuerdo, el combate da comienzo. Se alejan a una distancia prudencial para que sus pokémon puedan pelear tranquilos. Una mañana completa: pokémon salvaje y entrenador salvaje aparecieron.
-¡Sekhmet, Meditación! - exclama. El Heracross está a bastante distancia y a Mienfoo le da tiempo de sobra cargar su propio ataque físico antes de que éste llegue.
-Así que intentando ganar la batalla antes de empezar... ¡Heracross, usa Placaje! - el Heracross se lanza directamente al encuentro de Sekhmet, pero no consigue golpearle, pues Mienfoo ha cortado su Meditación justo a tiempo para medir fuerzas con el Heracross de su retador. Ambos pokémon se agarran de las manos y se empujan el uno al otro, pero parece que Mienfoo va perdiendo la batalla territorial, así que Chinpo reacciona rápido.
-¡Sekhmet, déjate caer hacia atrás y proyéctalo! - sin esperar más, su pokémon se echa de espaldas al suelo y, alzando una de sus piernas, lanza despedido al Heracross cerca de donde está Chinpo. Aún así, lejos de caer, el Heracross alza el vuelo usando las alas de su espalda -. ¡Claro que sí, sus alas le protegen de este tipo de golpes! - exclama en un susurro para sí mismo -. ¡Sekhmet, vuelve a usar Meditación! - lo que será más que suficiente para igualar sus fuerzas con las de ese Pokémon bicho tan poderoso.
¡Rápido, Heracross, usa Cornada! - esta vez no ha habido tanta suerte, y el golpe de Heracross ha golpeado de lleno en el pecho de Mienfoo, que se levanta en seguida dispuesto a recibir nuevas órdenes.
¡Sekhmet, ataca! ¡Usa Destructor con todas tus fuerzas! - Sekhmet, siempre manteniendo las distancias, finta a un lado esperando a que el Heracross se mueva para intentar esquivarlo y al volver a su posición engancha un golpe con su garra derecha que más bien ha parecido un Megapuño, porque ha enviado al Heracross directamente contra una roca.
El Heracross se levanta del suelo, dispuesto a seguir peleando, pero esto sólo ha sido durante un breve momento, porque acto seguido se ha desplomado totalmente debilitado.
-
Creo que he ganado - dice Chinpo, que se acerca a Sekhmet para abrazarlo como premio a haber ganado el combate. Nuevamente, parte de las heridas que tenía (por no decir todas) han sanado y parece estar listo para otro combate -.
Perdona, chico... Parece que tu Heracross está muy débil. ¿Por qué no vamos juntos hasta Villa Amarantis y lo curas allí? - porque a Chinpo también le parece que necesita un descanso. Ha sido una mañana llena de eventualidades y sobresaltos.
-
Está bien. Solo que... Ese Heracross no era mío - responde, negando con la cabeza -.
Soy un cazabichos, pero jamás he usado una Pokéball. Tengo una relación especial con los Pokémon de tipo bicho, hasta tal punto que puedo emplearlos en combate sin necesidad de capturarlos. Así que técnicamente... Ese Heracross es salvaje- asegura, confirmando las sospechas de Chinpo -.
Puedes capturarlo si quieres; no voy a quitarte ese derecho.-
Está bien... - una nueva captura nunca estará mal. Aunque no sea uno de sus pokémon favoritos, siempre podrá sacarle partido, pues es un pokémon bastante poderoso. El caso es que el chico lanza la Pokéball para capturar al segundo pokémon del día... Y no pasa nada. Entonces, el chico empieza a reírse.
-
¡Era una broma! - exclama el chico. Chinpo lo mira incrédulo, incapaz de entender cómo alguien puede bromear así con su propio pokémon -.
¡Relaja esa cara larga, chico, que no ha pasado nada! ¡Tu Pokéball sigue intacta! Vamos, te acompañaré a Pueblo Amarantis y descansaremos un rato. Parece que has madrugado tanto como yo.Chinpo sigue aún indignado, pero relaja un poco el gesto.
-
Está bien, pero no vuelvas a decir ese tipo de cosas, ¿vale? - le pide, volviendo a recoger la Pokéball -.
Por cierto, ya que vamos a ser compañeros de viaje podríamos presentarnos. Bien, yo me llamo Ryusuke Shimazawa - no cree necesario inclinar la cabeza, así que no lo hace.
-
Shimazawa, ese apellido me suena... ¿Eres familia de Kyuusai, el ex-campeón? - mientras la curiosidad del hombre va en aumento, el deseo de Chinpo de nunca haber sugerido a ese chico acompaña va en aumento. No es nada malo, pero prefiere que no se le asocie demasiado a su padre -.
De todos modos, yo me llamo Saki, Noburu Saki. Encantado - el Cazabichos alarga el brazo para estrechar la mano con Chinpo, y ante ese gesto de cortesía, el chico no puede negarse. Al menos las cosas se encauzan bien dado lo mal que han empezado.
-
Sí, algo así, pero... Sigamos caminando- la incomodidad es visible en Chinpo, que se agarra al huevo con un poco más de fuerza. Sabe que tarde o temprano algún conocido de su padre va a acabar por encontrarlo, y esto quiere hacerlo solo; no quiere ayudas de nadie.
Finalmente, ambos siguen caminando hacia el final de la Ruta 403, llegando finalmente a Pueblo Amarantis.
Justo antes de entrar en el pueblo, Chinpo cae en la cuenta de que Lillipup lleva algo en la boca.
-
¿Qué has encontrado, Lillipup? - pregunta, agachándose para cogerlo. El pequeño Pokémon, aún no entrenado, se resiste en un principio pero cede finalmente, dejando que Chinpo coja un objeto bastante raro... ¡Un carameloraro! -.
¡Gracias, Lillipup! - dicho esto, lo guarda en su bolsa. Tiene que decidir a qué pokémon se lo da, pero eso lo meditará más tranquilamente en algún lugar donde pueda descansar.
FIN DEL CAPÍTULO.
Para comentarios sobre el fic, seguir
este enlace