Autor Tema: [Relato] Luz de luna.  (Leído 1088 veces)

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Mustal

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[Relato] Luz de luna.
« en: 09 de Junio de 2013, 08:39:37 am »
Abran el Spoiler y disfruten el relato.

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   Ah… Qué buena noche hacía, no había una sola nube en el cielo. Era una perfecta noche de luna llena, blanca y reluciente, majestuosa. Las puertas del palacio estaban abiertas ante un incesante vaivén de gente, invitada a la fiesta. Trajes de galas y vestidos de distintos colores, acompañados de relucientes piedras preciosas y largos encajes circulaban como si de un brillante torbellino de sedas fuese. Se trataba de un evento de gala, clarísimo era. ¿Cómo no iba a serlo, si la duquesa de Monterfaire lo había organizado? Todos los nobles de la ciudad habían sido invitados para el gran anuncio de su futura boda.

   Me adentré como un inquilino más en la fiesta. La puerta simplemente estaba custodiada por un mayordomo y una sirvienta, ambos dando la bienvenida a uno y cada uno de los presentes. El hombre me dio un saludo gentilmente, y yo se lo devolví de manera cortés.  Entré en la puerta, pisando el suelo de mármol pulido, de baldosas negras y blancas. Se trataba de un enorme pasillo, alegremente iluminado. Todos los presentes, tanto solos como emparejados, caminaban hacia la puerta del final, la cual embocaba al enorme salón de baile. Antes del banquete, todos los invitados debían estar presentes allí, para celebrar aquel suceso. La señora, viuda del antiguo duque de Monterfaire, era heredera del legado dorado que le había dejado su difunto marido. Ahora, dos años después, sus riquezas volvían a sumarse y aumentar junto a otro gran señor. 

   Entré al salón de baile. Era gigantesco. Una estancia cuadrangular, rodeada de ventanales con cortinas, y el techo a una exagerada distancia. Se había dejado un gran espacio para el baile, y la ópera de cámara ya estaba en su puesto. Al otro lado de la habitación, decoraban la estancia pequeñas mesas con entremeses y aperitivos, junto a diversas sillas y sofás apoyados en la pared, de modo que los invitados, en caso de estar cansados, pudiesen disfrutar de una copa de champán, sentados en aquellos mullidos sofás, bajo la luz de una gigantesca lámpara de cristal que adornaba el techo, y  daba una luz dorada a todo el salón, junto con otras cuatro de menor tamaño repartidas en cada esquina. Aprovechando la altura del techo, también había un pequeño palco a los lados de la habitación, ligeramente sumido en las sombras, donde poca gente se atrevía a subir, puesto a que no se lo podía dar mayor uso que ver el baile desde otro plano.

   Me ajusté y alisé el frac. Odio llevar frac.

   Debían de ser las diez de la noche cuando la música comenzó. Las parejas, poco a poco, se unieron al vals. La orquesta de cámara comenzó a tocar en un ritmo de ternario, y los pasos se ajustaban en una lírica coordinación, dando vueltas alrededor de la sala.



   Me fijé en la duquesa. Hablaba sonriente con su nuevo esposo. Era demasiado viejo para una mujer tan, aparentemente, joven. El escaso pelo cano delataba unas pronunciadas entradas en su cabeza, y sus rasgos, arrugados y desgastados por el paso de los años, marcaban debilidad y vejez. Aquel hombre estaba aparentemente gordo, o al menos, eso parecía a primera vista. Pero, a pesar de todo, no dejaba de ser un anciano rico recién casado. Me pregunté si aquel reciente matrimonio era por amor… Seguramente que no.

 La duquesa, era de piel perlina, ojos grises, y una  larga melena pelirroja suelta por la espalda. Llevaba un vestido de seda blanco, reluciente, combinado con un collar de perlas. Era un vestido austero, y perfecto, aparentaba juventud y elegancia a la vez, el cual le daba el aspecto de una joven doncella. Tras aquellas apariencias, a pesar de todo, Marie de Monterfaire era una de las mujeres más adineradas del país. En cierto modo, su expresión aparentaba felicidad, pero enseguida, con solo percibir su sonrisa, se pudo denotar lo falsa que era. Meras cortesías, sonriendo ante los invitados y riendo ante sus gracias.

   Las parejas bailaban en torno a la sala, al compás de la música. Me fijé en los largos vestidos, los trajes negros, y en los aspectos de todos aquellos invitados. Todos bailando en el son de la música, todos siguiendo unos mismos pasos, un mismo camino, y un mismo fin.

   Decidí subir al palco superior. Literalmente, estaba deshabitado, puesto a que toda la fiesta se encontraba abajo, en el vals. La penumbra era mi única acompañante, la luz de aquellas enormes lámparas no llegaba del todo bien hacia aquí. En aquel momento, la música se había hecho más intensa, y el baile, más pronunciado.

   Y en aquel momento, saqué discretamente de mi bolsillo un pequeño revolver del 22.

   Me agaché junto a la barra del palco, y apunté delicadamente hacia la duquesa. Aquel aspecto de juventud… de inocencia… Parecía tan… Bella. Ah, una parte de mí se arrepentía de lo que iba a hacer en aquel momento. Apreté el gatillo, mientras que por mi mente se pasaban miles de recuerdos, pero ningún sentimiento de maldad o crueldad.

   Y disparé. Una, dos, y tres veces.

   Entre la música, se escuchó los chasquidos de la pistola, mientras que el cuerpo de la duquesa caía al suelo en sus últimos latidos de vida. El vestido de Marie se había teñido de rojo a través de un río de sangre en su cuerpo. La gente corría, despavorida, reinando el caos en el salón de baile. La música había parado: Ahora, los gritos desesperados por la duquesa y el sufrimiento ante ver su muerte. A su suerte, una de las balas le había perforado el cráneo, por lo que moriría rápido, sin mucha agonía. Pero estaba muerta. No volvería a ver aquella falsa sonrisa en mi vida, ni yo, ni nadie.   

Pero yo solo me podía fijar en aquel cuerpo rojo, aquel rostro inocente, con la mirada inerte al vacío. No me siento cruel por lo que he hecho, pero tampoco feliz. Rápidamente, guardé el revólver, y desaparecí del palco, y no fui a ser visto nunca más. Mi encargo había cumplido. Yo no tenía ningún objetivo más que ejercer mi deber.  Se me puede considerar asesino, se me puede insultar de mil maneras, pero un trabajo, es un trabajo, y la muerte era el mío.

      En una noche de luna llena, de luz blanca y perlina, la duquesa Marie de Monterfaire descansaba sin agonía.




Nope, poner títulos no se me da bien, y escribir relatos tampoco.


Espero que les haya gustado.
« Última modificación: 13 de Junio de 2013, 08:47:53 am por Acid Citric »


haber si me muero

Graveyard

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Re:[Relato] Luz de luna.
« Respuesta #1 en: 09 de Junio de 2013, 08:48:13 am »
Es... bastante corto. Al principio parecía más extenso, pero me llevé un fiasco. El efecto que querías darle al relato -de indiferencia, algo así como que le da igual... creo- no lo hiciste muy bien precisamente por eso, que no dura lo suficiente como para que se desarrolle mejor el personaje del asesino. El de la duquesa tampoco está bien plasmado, no dices nada de ella más que cómo luce. Es como un par de seres que no razonan. Es algo seco en general. D:

Mustal

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Re:[Relato] Luz de luna.
« Respuesta #2 en: 09 de Junio de 2013, 10:50:38 pm »
Gracias, Graveyard~

Hm... No tengo ni idea de desarrollar sentimientos y puntos de vista, lo sé D: Igualmente, el asesino en un principio, a pesar de ser el protagonista, no es más que un anónimo más. Creí que con lo puesto era suficiente para narrar la escena.~ Y la duquesa, al ser un relato en primera persona, el asesino no puede narrar más de lo que ve a través de sus ojos, es decir, lo que luce y un poco su apariencia subjetivamente.

PD: He editado ligeramente el relato. No se puede apreciar mayor diferencia que un par de palabras... Es que no sabía por dónde editar D:
haber si me muero