• Capítulo XX – Alegoría de la Caverna: El Hada del LagoLa piel le picaba por el calor y el aire apestaba a humo. Un dolor de cabeza y un malestar general le impedía pensar claramente. Sentía como su cuerpo intentaba respirar, pero un dolor punzante le impidió inspirar más hondo, tocio y sintió un sabor férrico que salía de su boca. Tocia sangre.
Había estado despierto desde quien sabia cuanto. Mas solo en ese instante noto que el cielo era negro y flamígero. “¿dónde estoy?” pensó, al tiempo que retomaba conciencia de sí.
Sin querer, su cabeza ladeo y miro hacia los alrededores. Había un muro enrojecido por el calor de la llamas. Las mismas que alumbraban las profundidades de la tierra como la boca del infierno alumbra su entrada. Había vigas y pilares de concreto roto a un costado, el falso cielo y el techo habían desaparecido, como si un gigante hubiera tomado y arrancado de un solo golpe la construcción, dejando el verdadero cielo a descubierto, aunque el humo impedía verlo con claridad. Había tuberías rotas y destrozadas, que desprendían vapores y llamas por doquier, cables cortados y aparatos destrozados que alguna vez sirvieron con propósitos diferentes, pero ahora solo eran alimentos de las llamas.
El permanecía caído en el suelo, solo mirando sin querer la situación.
“¿Qué paso aquí?... ¿Dónde estoy?” se preguntaba en su mente, mas su boca hablaba cosas completamente diferentes.
“AUXILIO, AUXILIO…”
Gritaba fuertemente, lo más fuerte que podía. Nadie parecía escucharlo entre los estruendos de explosiones y chispas que iluminaban la negrura con colores vivos.
Un dolor punzante le indico que tenía fracturada la pierna, mientras que otro dolor le llego desde el costado y el hombro. “que es este dolor” pensó mientras su boca seguía gritando sin saber por qué. De inmediato, y sin orden alguna, su mano se movió hacia la zona lesionada de su costado. Un calor y viscosidad inusual fue lo primero que noto, cuando retiro la mano y la puso en frente, sintió algo de miedo y espanto. “¿es mi sangre?... ¿estoy sangrando?” peno, mientras el rojo intenso y viscoso se esparcía en su mano, cayendo gota por gota, atraída por la gravedad.
Una mancha negra en el suelo, se alimentaba con las gotas que se desprendían de su costado. De este se desprendía un pequeño arroyo rojo que zigzagueaba por el desnivelado suelo hasta llegar a la rejilla del piso y caer hacia las profundidades del infierno.
Su pecho latió con fuerza, sintió la angustia, pero como si esta no fuera suya, pero la viviera en carne propia. Sin pensarlo o desearlo, sus piernas y brazos intentaron ponerlo de pie, pero no aguantaron su propio peso y dejaron que el cuerpo callera sobre el muro y el piso.
El mundo comenzaba a ser borroso. Pensamientos que él no controlaba comenzaron a brotar en su mente. “Regina” era un nombre que se repetía varias veces entre balbuceos y lo que parecía ser lágrimas que brotaron sin razón aparente.
“¡AYÚDENME!”
Fue el grito ahogado que dejo escapar de su boca, mientras sentía como todo iba desvaneciéndose. Una luz apareció y luego todo desapareció.
…
El cielo estaba increíblemente azulado, manchado por pompones de nubes gordas y esponjosas, como ovejas sin esquilar. Gabriel miraba aquel cielo pintoresco. Sentía que lo había estado mirando desde una eternidad. Cuando recién se dio cuenta, no pudo recordar cuanto tiempo había estado mirando aquellas nubes ir y venir en aquel cielo azulado.
- pero… ¿Qué hago aquí?... – dijo, luego de sentir que había despertado de un sueño con los ojos abiertos.
Levanto el torso y quedo sentado sobre el césped, cerró los ojos fuertemente, mientras se los frotaba con sus manos, en un intento de despertar definitivamente, ya que se sentía aun dormido. Cuando miro su alrededor, lo que vio lo desconcertó aun más de lo que estaba.
- pero… ¿qué es este lugar? – se pregunto a sí mismo en voz alta.
En frente de él se extendía un suave y fresco césped, algo crecido y que el viento mecía con suavidad e hipnótica calma. Entre el pasto, había matorrales de hierba más alta y flores que manchaban con sus tonos amarillos, violetas y blancos, la alfombra verde de aquel lugar.
En los alrededores, una línea verde oscuro, parecía limitar aquel mundo. Era una muralla verdosa de hierba y arboles que lo rodeaba en todas direcciones. “estoy en un claro de bosque” fue lo que pensó al ver todo aquello junto.
Miro hacia arriba y contemplo nuevamente aquel cielo azulado y brillante. En lo alto tenía un azul profundo que era tenido de celeste en los horizontes lejanos que asomaban sobre la bóveda de los arboles. Había nubes esponjosas que parecían formarse del aire y que desaparecían diluidas en el mismo elemento. Lo extraño, fue que por más que busco la fuente de la luz, de la claridad de aquel lugar, nunca vio el sol. Era como si el mismo cielo iluminara aquel mundo.
Cuando su vista bajo, pudo observar una laguna en el centro del claro. No era ni muy grande ni muy pequeña y reflejaba el azul de aquel misterioso y extraño cielo. Sus aguas parecían tan quietas y profundas, que las imágenes del cielo y la tierra se reflejaba con gran nitidez en su superficie. Por alguna razón, Gabriel sintió que aquel lugar le era familiar, aunque no recordaba nada de él.
Se levanto, pero en cuanto quiso caminar, sus piernas temblaron. Hizo el esfuerzo, pero estas cedieron, haciéndolo caer de rodillas al césped. Se sentía nervioso, aunque no sabía porque exactamente. Respiro hondo y espero que aquella sensación desapareciera lentamente. Cuando se sintió más calmado, se levanto nuevamente y camino hacia la orilla de la laguna, aunque sus piernas aun parecían causarle algún grado de molestia, estas obedecían como podían la orden de su mente. “que extraño” pensó, pero no le dio más atención a aquello.
Tenía la garganta seca. En la orilla de la laguna, se arrodillo y usando sus manos, comenzó a beber agua. Era fresca, como recién descongelada de un glacial y de una gran pureza. Se sintió revitalizado con solo mirarla. Tomo con sus manos un poco de aquella agua y la bebió. Una sensación de tranquilidad le inundo el corazón.
“lo primero que debo hacer es averiguar dónde estoy” fue lo primero que pensó en cuanto se sintió mejor.
Sin notarlo, una gota de agua cayó de su mentón a la superficie del agua, creando una onda que se extendió hasta desaparecer de la vista. Pronto las aguas se calmaron, mostrando la imagen reflejada de un sujeto que le miraba atentamente, con ojos dorados como el sol y cabello blanco, plateado como la luna.
- ¡¿PERO QUE DIABLOS?! – grito fuerte en cuento noto que aquella imagen era su reflejo. Aquello lo hizo caer de espalda.
Sorprendido se acerco nuevamente a las aguas quietas. Se asomo lentamente sobre la superficie del agua y se miro detenidamente cada parte de su rostro reflejado. Sus cabellos blanquecinos y sus ojos misteriosamente cambiados le eran completamente extraños.
Recién allí noto que traía apuesta una ropa diferente. Llevaba puesto una camisa negra con una corbata roja. Unos pantalones blancos y unos zapatos negros le hacían el juego de complemento. Tenía una pulsera en la mano izquierda que no recordaba haberla tenido antes.
- ¿pero y mi ropa?... ¿mi cabello y mis ojos?… ¿qué significa esto? – se dijo, mientras miraba la pulsera plateada que tenia inscrito el nombre de “Regina”. Su mano derecha presentaba una mara inusual, un tatuaje negro en el dorso de la mano con la forma de un triangulo equilátero y un circulo inscrito en su interior. “pero que significa esto”.
Intento recordar lo que había pasado, pero sus recuerdos eran algo confusos. “Susan” era un nombre que en reiteradas ocasiones recordaba, mas su imagen no aparecía en ningún lado. Luego vio imágenes y nombres, Jonathan, Max y Gisela, a los que recordaba siendo perseguidos por un grupo de Golem. También recordó su llegada y huida de Levante y como había intentado escapar, sindo interceptado por una imagen borrosa. Más adelante en su mente, su llegada a la ciudad amurallada, su encuentro con Karaid y al temible Destroir.
- ¿esos eran sueños?… ¿Qué es este lugar?
Miro a todos lados, intentando encontrar alguna pista que le indicara donde estaba. Recordaba los alrededores de los caminos que había recorrido entre la metrópolis del amar abandonada y la cuidad amurallada, pero nada de sus recuerdos se parecía a aquel lugar.
Después de un rato de silencio. Se levanto y camino hacia los arboles, esperando encontrar algún camino que lo sacara de allí.se puso de pie y comenzó a caminar hacia el muro de arboles, con la esperanza de encontrar algún indicio o una salida de aquel lugar.
La vegetación era muy densa, tanto que cuando Gabriel llego a la primera fila, noto que le sería imposible llegar muy lejos. Todo aquello era un conjunto de ramas enredadas las que se levantaban hasta alcanzar unos 5 metros de altura. Más que los bordes de un bosque, parecían los muros de Nueva Edimburgo.
Intentando mover algunas ramas para hacerse de un espacio para entrar, rompió una de estas. Como si el viento las meciera violentamente, las ramas se agitaron con vigor, como estremecidas por une escalofrió de una dirección a otra del claro. Luego, como una ola, que se extendía en ambas direcciones, comenzaron a soltar las hojas dejando los troncos pelados y enredados de un lado y otro del muro de bosque.
Gabriel se atemorizo y dio 2 pasos hacia atrás. Luego de unos segundos, se acerco y toco la rama herida. En ese momento, las ramas se estremecieron nuevamente y se soltaron de las ataduras y nudos en que estaban. Como tentáculos de un gigantesco pulpo, se mecían en el aire y luego daban golpes y azotes contra el suelo de los límites del claro.
Gabriel se echo a correr unos metros, alejándose del peligro lo más que pudo. Las ramas azotaron el suelo por varios segundos, hasta que se calmaron y regresaron a su posición, enredándose las unas con las otras y quedando quietas y clamas como antes.
“esto debe ser un sueño… un simple e increíble sueño” pensó, dando media vuelta y procurando no acercarse nuevamente a los arboles.
Cuando caminaba hacia una roca que emergía del césped que esperaba le sirviera de silla, un destello le segó un lado de la vista. Miro hacia la fuente y noto un brillante punto que iluminaba el centro de la superficie de la laguna. “el reflejo del sol” pensó pero en cuanto intento encontrar el astro solar en el cielo, solo vio un azul que se extendía infinitamente en todas direcciones, ningún sol iluminaba aquel cielo brillante.
“¿qué será?” pensó. Lo tentó la curiosidad y antes que se diera cuenta, ya estaba en la orilla de la laguna, con las aguas hasta la rodilla.
La imagen brillaba en varios colores y con las ondas que generaba su cuerpo mientras se introducía en las aguas, esta tomaba formas irreales y fantásticas.
“VEN… VEN”
Escucho fuertemente. Miro en todas direcciones, esperando ver la fuente de aquel fuerte llamado. No vio a nadie.
“VEN… AQUÍ ABAJO, VEN”
Volvió a escuchar. Nado hasta donde la luz parecía estar y noto que esta era emitida desde la profundidad. Sumergió la cabeza para poder ver mejor la fuente y una brillante estrella parecía permanecer en el fondo de la laguna, iluminado sus aguas cristalinas y frías. “¿será eso lo que me habla?” pensó primeramente, pero luego pensó que era muy estúpido aun sugerirse semejante cosa. Mas la voz volvió a llamarlo, solo que con más fuerza y claridad.
“AQUÍ BAJO… VEN… VEN…”
Se quedo nadando unos segundo en la superficie, pensando en la misteriosa voz. Realmente aquella parecía ser la fuente de las palabras, pero no sabía que o quien era aquello. Se sentía inseguro y temeroso.
“VEN… VEN…”
Repetía la voz, con fuerza. Fue tanta la insistencia que Gabriel decidió hacerle caso. Inspiro todo el aire que pudo y luego se sumergió. La primera vez, no logro acercarse demasiado, pero logro ver que aquello en el fondo parecía ser una especie de esfera, de un tamaño no superior al de un balón de básquetbol.
Subió a la superficie y allí descanso unos 30 segundos, para luego inspirar aun más aire y poder llegar hasta la esfera de luz. Abajo, en el seno del líquido, sentía como el aire se le acababa y sus pulmones intentaban desesperadamente tragar. Estaba cerca, muy cerca, y no quiso perder la oportunidad por lo que se sumergió más y extendió su mano lo más que pudo para alcanzar su objetivo.
“VEN… AQUÍ ABAJO… VEN…”
Escucho. Sus dedos tocaron el balón y un destello lo encegueció.
¡PUMPPPPPPP…!
Escucho el estruendo. Cuando la luz paso, miro a su alrededor y vio muros de agua que ascendían hacia el cielo hasta unirse con él. Era tan claro y nítido que podía ver su reflejo en el agua, que flotaba en el aire.
Miro hacia abajo y pudo ver el fondo de la laguna y unos buenos metros de distancia entre este y el. Sitio algo de vértigo y quiso sostenerse de algo, pero noto que no había nada de que sostenerse. Flotaba sin más ayuda que la del “aire”.
Cuando se hubo calmado, noto que en frente de él había una criatura. Esta parecía mirarlo tranquilamente sin hacer ruido ni movimiento alguno. Tenía un fino pelaje celeste que le cubría un pequeño cuerpo desproporcionado. Tenía una larga cola se mecía de un lado para otro, mientras sus pequeñas manitos se veían extrañas en frente de sus piernas alargadas. Sus ojos eran azules como el cielo y claros como un espejo, tanto que pudo notar su reflejo en ellos. Aquella criatura tenía un aura familiar y conocido.
- tú eres... – intento decir Gabriel. Mas no logro completar la oración cuando aquella voz regreso de la nada.
“¿Tú fuiste quien me libero de mi prisión?”
Miro nuevamente para todos los lados, pero no había fuente más que la criatura que tenía en frente. “debe estar hablando con telepatía” pensó, al recordar un caso anterior.
“¿Fuiste tú quien me libero de ese sueño?”
- ¿yo?… ¿supongo que sí?… si te moleste, lo siento… pero es que creí que me pedias ayudarte.
“así es, te lo pedí y te lo agradezco, había permanecido en esa burbuja de sueño desde hacía mucho tiempo… aunque aún sigo teniendo sueño y me siento muy cansado…”
La criatura ascendió en el aire y con ella arrastro a Gabriel, quien quedo fascinado con la capacidad de volar por sí mismo. Debajo de sus pies, las aguas del lago parecían explotar como un geiser que abría su boca como vomitándolos a él y a la criatura. En cuanto salieron del espacio aéreo del lago, las aguas de este volvieron violentamente a llenar el espacio vacío, convirtiéndose en un mar violento que no duro mucho tiempo.
Ambos, Gabriel y la criatura que lo guiaba, volaron sobre la orilla de la laguna y fueron a dar hacia un solitario y frondoso árbol que crecía apartado de los demás, en medio del claro. Al otro lado de la laguna.
La criatura dejo a Gabriel descender suavemente al suelo. Cuando Gabriel piso el suelo, la criatura se poso en la cabeza blanquecina del humano, donde se recostó.
“te agradezco el haberme despertado, pero creo que necesito dormir un poco mas… tengo mucho sueño…”
- ¡espera, mi cabeza no es una cama! – le grito Gabriel. En cuanto noto que la criatura se acurrucaba en su cabeza y le jalaba el cabello en el proceso, causándole dolor.
“A mí no me parece cómoda… pero podría ser un buen lugar para descansar”
- Espera ni siquiera nos conocemos muy bien para que te permita eso… ¡BÁJATE! – le ordeno, al tiempo que se lo quitaba de encima, cual quitarse un gorro o sombrero. En cuanto la criatura abrió sus ojos, este le clavo su mirada relámpago.
La criatura ni caso le hizo, emitió un brillo misterios en torno a su cuerpo y las manos de Gabriel lo soltaron enseguida. Gabriel sintió por un instante que no controlaba su cuerpo y este permanecía quieto. Como si una fuerza invisible lo retuviera.
La criatura, en libertad, voló hacia su cabeza donde se poso y acurruco, cual nido en un árbol. Luego el brillo desapareció y Gabriel se sintió libre. Su enojo fue evidente, lo volvió a tomar y la criatura volvió a zafarse de sus manos, volviendo en el acto a anidar en su cabeza. Esto ocurrió unas 5 veces, hasta que Gabriel, suspirando profundamente, se dio por vencido.
- está bien… si quieres quedarte a dormir en mi cabeza, quédate… yo por otro lado intentare de salir de este lugar y volver a mi lugar.
“si quieres salir de aquí, no podrás solo… yo te ayudo, pero solo si me dejas descansar… ¿está bien?”
- ¿En serio? ¿Me ayudarías?
“claro… pero ahora tengo mucho sueño y tu cabeza es algo… dura”
- bueno si te parece algo dura, mejor será esto.
Tomo a la criatura suavemente y la acurruco entre sus brazos, como a un bebe. La criatura brillo nuevamente, pero esta vez solo fue el brillo y no una reacción corporal involuntaria. Pronto el brillo se apago.
“Esto está mejor… te prometo que te ayudare… te lo prometo…”
Su voz se fue apagando. Gabriel lo quedo mirando un poco. Parecía que se había quedado dormido rápidamente, y sin notarlo, a él también le entro un poco de sueño. Se acerco hasta el árbol solitario y allí se recostó contra el tronco. El árbol no tembló como los demás.
Lentamente dejo a la criatura recostada entre sus piernas. Sin notarlo, sus manos comenzaron acariciar el fino pelaje de la criatura, mientras sus ojos notaban el único defecto que tenía esta con respecto a la imagen que tenia de ella en su mente. En la frente de la criatura, un triangulo equilátero dorado con un circulo inscrito en el interior. La misma mara que la de él. “¿qué raro?” pensó.
- Duerme pequeño Mew… – dijo, sin querer preguntar por la marca y agotado por lo que había vivido. El sopor le nublo el juicio y la mente, y al final todo se desvaneció.
...
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