Segundo capítulo
Beluh
- Ya me acaffé el defayuno, effplícame la pruefa ¡No fuedo efpedad máf! –dijo Duaid con la boca llena de comida, ansioso por escuchar de que se trataba la Igtibar Aknosh.
- Mira qui eres impasiente Duaid –dijo exasperado su padre-. Ti dije qui cuando ti acabaras il disayuno. No hase falta qui ti mitas tal cantidad di comida in la boca. Prista atensión a lo qui ti voy a disir, ti sirá muy útil una ves haya impesado la
Igtibar:
Cada cuatrio anios, selebramos iste gran acontesimiento: todo il clan si junta con todos los dimás clanes in la capital di
Baraia,
Adir.
Adir is una siudad impresionanti, no tiene nada qui vir con nuestra pequenia y precaria aldea. Al igual qui yo, cuando fui por primera ves allí, estoy siguro qui ti asombrará su grandesa. In Adir si encuentran los cuatro grandis representantis de los tris clanes:
Eltuur, il giganti y valiroso guirrero
Ath’aur qui nunca ha perdido un combati;
Berush Al’hambl la representanti de los
Belgum: sabia y ansiana por partis iguales; finalmenti, los mellisos
D’Yaussan por il clan
Haruf, los más jóvenes del cuarteto, también los más ágiles de todos los
Bakra y orgullo de nuestro clan. Elios cuatrio sirán los jueses di la prueba final. Pues la
Igtibar Aknosh consisti in rialidad in dos pruibas: una intre los miembros dil clan y otra final intre los tris clanes
Bakra.
La primiera prueba is distinta para cada clan. Cada jues va al asentamiento sentral de su clan, dondi dibirán istar riunidos todos los aspirantis a la
Igtibar. Allí darán un discurso aserca del cometido di la
Igtibar, explicarán las riglas y anunsiarán la prueba qui si realisará ese año. Dibes saber qui tus compañeros no serán todos de tu idad puis a la
Igtibar si puede ir disde los diesiséis a los diecinuive, habrá partisipantes qui lleven muchos años practicando para iste momento, aunqui al fin y al cabo, para ellos también será su primera
Igtibar. El año pasado crio ricordar qui…
- ¡Que rollo! –se quejó Duaid, aburrido de tanta palabrería- ¿En qué parte entran los
Biwaki’mun? ¿Cuándo podré escoger el mío? ¿Qué aspecto tendrá? ¿Será rápido? ¿Será fuerte?...
- ¡Duaid! No seas tan impasiente -seguidamente suspiró y se rascó la cabeza-. Reconosco qui me iba a ir por las ramas, pero díjame acabar de explicarte la
Igtibar y pronto empesaremos con los
Biwaki’mun. Sabis, in cierto modo mi recuerdas a mí, cuando ira pequeño, yo solo quería mi
Biwaki…
- ¡
Harufad!-gruñó Duaid al ver que su padre se iba a ensoñar de nuevo.
- Vale, vale, pirdón. Ya continúo con la
Igtibar, ¿por dónde iba?... Ah sí.
“Al final di las dos pruebas los jueses deliberan a partir de los risultados obtenidos por cada partisipante, desidiendo así el destino del nuevo formado adulto. Hay una clasificasión di cada clan y una gineral in la qui se muestra qui clan ha conseguido mejores calificaciones. In base a eso, podrán ilegir la temática di la prueba final qui se rialise in la
Igtibar siguienti. Por ijemplo el primero y el segundo puesto di los clanes, siempre tienen destino fijo. Il primero tindrá el honor de servir a los cuatro jueses como ayudante pirsonal in la gran ciudad de
Adir, qui in tu caso al ser
Haruf, serías casador/explorador privado dil consejo. In caso dil segundo puisto, pasarías a ser casador/explorador di los
Moajgen, algo no tan bien visto pero necesario sin duda.”
- ¿
Moajgen? Que nombre más raro –dijo Duaid, con una mueca extraña, aunque mostrando interés-, nunca había oído nada acerca de ellos.
- Normal qui no hayas oído nada di ellos puis hablar di ellos en público es tabú. Son fruto del cruce de los
Ath’aur y los
Belgum con nuestro clan. Los
Ath’aur son en su mayoría machos, a rasón di tres di cada cuatro individuos y con los
Belgum pasa algo similar, pero al rivés. La solusión fácil, es qui se relasionaran intre ellos pinsarás, pero fruto di su cruce solo salen
Haruf. Intrar in detalles di eso, sería adentrarme en la historia del clan, piro creo que solo conseguiría aburrirte.
“Lo qui tienes qui saber is qui los
Moajgen son
Haruf distintos a los demás, qui desentonan in cualquier clan. Un
Moajgen con padre
Ath’aur, is más fuerte qui un
Haruf normal, pero minos qui un
Ath’aur y aunqui is más ágil qui istos, no lo es tanto como un
Haruf. Como no encajan dintro de ningún clan, viven en
Baid, una ciudad apartada de las zonas de los tris clanes, dondi solo habitan
Moajgen. La vida di los
Moajgen is dura, pues ellos saben que sus cuerpos nunca ingendrarán vida. Aunqui illos también pueden rialisar las tareas normales, su número is muy escaso, así como su isperanza di vida, por ello cada cuatro años si manda a los tres sigundos puistos para qui ayuden con su trabajo y les hagan la vida más fácil.”
Duaid intentaba prestar atención, pero el levantarse tan temprano, y con tanta información de repente, le estaba saturando la cabeza y pudo contener un bostezo.
- Tienes que tiner claro una cosa Duaid –le anunció su padre al verle tan amodorrado-, isto is muy serio. La
Igtibar solo si puede rialisar una ves in la vida y aunqui cualquier risultado puede pareser qui tiene trabajo asegurado, si los jueses consideran que no eres apto para ningún trabajo y por lo tanto no sirves di utilidad in el clan, ti desterrarán. Si fallaras… –se apenó su padre- no podría volver a verti, ni istablecer contacto ninguno contigo. Para los
Bakra no habrías existido jamás.”
Duaid cambió su cara al instante y se entristeció al pensar en tener que dejar todo lo que tanto le había costado conseguir. Aparte de su reputación, también había trabajado muy duro con sus piernas aunque sabía que no llegarían a tener nunca la forma de sus compañeros. Hacía tiempo que había dejado atrás los hierros (pues no veía mejora ninguna, e incluso le entorpecían al caminar) e incluso a veces le gustaba hacer carreras con algún que otro
Haruf, para medir su nivel. Obviamente nunca les ganaba, pero siempre apuraba un segundo más que le hacía sentirse mejor al final del día. Perder todo eso sería horrible, serían años y años de esfuerzo tirados a la basura, no se podía permitir eso.
- Tranquilo
Harufad –dijo Duaid con aire decidido-. Haré todo lo posible para que te sientas orgulloso de mí. Sea la prueba que sea, daré el 100% de mi. Ya verás.
- Mi alegra mucho oír eso –dijo su padre con una sonrisa en la cara-. Aunqui quiero qui sepas qui tanto tu madre como yo ya estamos orgullosos di ti, por todos los esfuersos qui has hecho para seguir adelante y mejorar cada día.
Al fondo se oyó la puerta y un escándalo de ladridos y gruñidos.
- Hablando del rey de Roma -dijo el padre de Duaid con una sonrisa al oír el jaleo que venía de unas habitaciones más allá.
Primero como no, aparecieron
Yajuk con el lomo erizado, dando botes por todos los muebles de la casa seguido de
Haruha que como no podía ser de otra forma, iba soltando trozos de tierra, plantas y cualquier cosa que se le pegara al pelo, por toda la casa.
Yajuk es un Persian macho, el
Biwaki’mun de su madre, arisco con todo ser viviente, menos con su madre a la que quería con locura y por la que demostraba una lealtad implacable. Vivía con ellos dentro de la casa, era sumamente inteligente y un maestro del engaño, pues siempre se salí con la suya. La otra que ladra estrepitosamente y llena todo de barro y plantas mientras intenta atrapar a
Yajuk, es
Haruha, una Stoutland hembra, que es el
Biwaki’mun de su padre, vive fuera de su casa, porque no se lleva bien con
Yajuk y cada vez que se cuela dentro, deja todo hecho un desastre intentando cogerlo. De normal es muy tranquila y pacífica, a Duaid le encanta jugar con ella, cada vez que vuelve a casa, siempre se le tira encima y le deja la cara llena de babas.
- ¡Lo siento! Me despisté un momento y entró como una loca- dijo su madre que acababa de entrar en la sala-.
- No te priocupes cariño –dijo su padre-, ya la controlo yo ¡
Haruha, discanso!
Haruha se fue adormilando poco a poco hasta que se quedó tumbada en el suelo completamente relajada y en un profundo sueño.
- Ves, mucho mijor –sonrió su padre-.
- Sabis qui no mi gusta qui hagas eso, así no aprendi a comportarse, simplemente se duerme y cuando despierta ha olvidado qui istaba haciendo. En fin, lo siento Duaid, no ti saludé, in un momento todo si convirtió in un caos di barro, hierba, pelos y ruido.
- No pasa nada
Harufam, ¿qué tal te fue fuera?
- Bien, conseguí dos Pidove, por lo que hoy comeremos el istofado qui tanto li gusta a tu
Harufad -dijo su madre con una mirada cómplice a su padre-. Y tú qui tal muchachito, ¿hoy es tu gran día no?, tienes qui tiner ganas de tiner tu propio
Biwaki’mun ¿no?
- Sí –respondió efusivo Duaid-. Llevo toda la mañana esperando, pero
Harufad solo me aburre con historias largas.
- Eh! Simplemente intento añadirti un poco de cultura a esa cabesota impasiente-dijo su padre, haciéndose el indignado, mientras le pasaba la mano por la cabeza-.
- Vaya par di dos que estáis hechos –dijo riéndose su madre-. Bueno Duaid, creo qui tu espera ha meresido la pina, ahora qui estas dos bestias si han calmado, ¿quí ti parese si nos vamos los tres afuera para qui obtengas tu propio
Biwaki’mun?
- Perfecto, no sabes las ganas que tengo de ello –dijo Duaid levantándose de un salto de la silla.
- Piro antes dibes saber una cosa -le anunció su padre-. Y es qui tú no eliges a tu
Biwaki’mun, sino que él o ella, ti elige a ti.
-
Haruha hase poco tuvo una camada de seis cachorros –le informó su madre-, todos son unos Lillipup estupendos y ya deberían estar destetados, por lo que vamos a ver si uno de esos pequeñines quiere compartir un vínculo espesial contigo.
Duaid no pudo contenerse de la emoción y salió corriendo hacia la puerta, sus padres lo siguieron y le llevaron a donde estaban los cachorros. La verdad es que eran todos muy parecidos, cambiaban ligeramente de color o de tamaño y todos eran adorables y perfectos como compañero.
- Ahora tienes qui isperar aquí -le advirtió su madre-. Pues si alguno tiene un vínculo espesial contigo, lo notarás enseguida. No si puede expresar, puis cada uno lo siente di forma distinta. Tú solo ten pasiensia y quídate quieto aquí.
Paciencia, el peor enemigo de Duaid, aunque esta vez se guardó las ganas de lanzarse a por uno de esos cachorros, pues así debía ser, con espera y paciencia.
El tiempo pasaba y ningún cachorro mostraba el más mínimo interés en él, hasta que de detrás de un arbusto salió uno que hasta entonces no había visto y entonces se dio cuenta de que con la emoción del momento, no había caído en que faltaba un cachorro. Tenía el pelaje mucho más rubio de lo normal y unos ojos azules muy claros. Parecía que se movía con dificultad y torpeza, respecto a sus hermanos, pero e cuanto fijó esos enormes ojos en Duaid, una sensación cálida se apoderó de su cuerpo y sintió como si el tiempo y su cuerpo se relajara. Esa debía ser la señal, pues el pequeño Lillipup salió corriendo hasta él y le recorrió la cara a lametones.
-¡Quí bien! –dijo alegre su madre, mientras abrazaba a su padre-.Ya tienes tu
Biwaki’mun. ¿tienes pensado il nombre qui le vas a dar?
Duaid miro a los ojos al pequeño Lillipup y al devolverle la mirada, supo al instante que nombre le daría:
-Se llamará
Beluh.- dijo Duaid, a lo que el pequeño Lillipup respondió con un agudo ladrido y una cara de jadeante, rebosante de felicidad.[/spoiler]