Capítulo IIIAl llegar al chalet, el fuego estaria a unos 500 metros, cogimos enseguida las mangueras y empapamos todo en un radio
de 100 metros.Justo cuando fuí a mojar el camino para que no pasara el fuego, pasó una pareja de jabalís con sus crías.
Me di cuenta de que los padres cojeaban, tenian las patas traseras quemadas.
Dejé allí la manguera y cojí a los padres en brazos para llevarlos al chalet,las crías me seguin, parecia como si supieran
que les queria ayudar.
Subí la cuesta, con los jabalís en brazos y, los puse en la cerca del trastero. Los tumbé uno a uno para mojarlos
enteros, se que eso no les gustaba, pero aun así se estuvieron quietos, les dolian mucho las patas.
Ya mojados enteros y desinfectadas las patas, les hice un revolcadero de barro para que se relajaran, y les puse un comedero
de cebada. Cuando iva a salir de la cerca, un jabato empezó a gemir y a olisquearme los pies. Parecia como si quisiera decirme
algo. Abrí la puerta de la cerca para irme, y el jabato salió corriendo hacia el monte. Me vi obligado a salir detrás de él,
no estaba dispuesto a dejar que un jabato muriera después de que sus padres se quemaran las patas traseras para mantenerlos
con vida.
- Ehh! Vuelve aquí!
El jabato se giró y empezó a mover la cabeza de arriba a bajo gimiendo y, empezó a apuntar con el morro a un claro del bosque
que todavia no se habia quemado, y salió corriendo hacia dicho claro.
Lo seguí, y se metió en un matorral,era una zarzamora,llena de pinchos... Se escuchaban otros gemidos que no eran los del
''jabato guía'',así que me vi obligado a liarme las manos con esparto, haciendo como una especie de guante para
la palma de la mano. Aparte lasramas de la zarzamora con mis improvisados guantes y descubrí a un jabato, era más pequeño
de lo normal, aunque ya tenia el pelaje de un escudero. Tenia la pata esganchada en un alambre de espino, y le sangraba mucho
la pata.
Lo saqué de allí y le hize un torniquete en la pata con una manga de la camiseta blanca y vieja que llevaba. Lo cojí en brazos
y mire a mi alrededor, me fuí demasiado lejos, cuando me di cuenta de que el jabato guia fué corriendo hacia una dirección,
supuse que seria la dirección del chalet, asi que lo seguí.
Cuando llegué al chalet y mi padre me vió con el jabato en la mano, me ayudó a terminar de curarle la herida.
Capitulo IVLas llamas no llegaron al chalet gracias a mi padre y a mi, que mojamos todo a 100 metros a la redonda, asi que ya teniamos
tiempo de curar a los padres y a la cria. En total, teniamos cinco jabalís en el chalet: los dos padres,el jabato herido, el jabato
guía, y el preocupado, que estuvo vigilando a los padres mientras yo iva en busca del jabato herido.
Mi padre y yo curamos y desinfectamos a todos los jabatos, y al dia siguiente, ya extinguido el fuego, los dejamos en libertad.
Les abrimos la puerta, y todos corrieron hacia el bosque, todos menos el jabato guia, que se quedo enfrente de mis pies,
con la cabeza en alto, mirandome a los ojos. Queria quedarse conmigo, pero sus padres se estaban yendo, asi que le obligué a irse.
Solté una lagrima al ver como desaparecian los cuatro jabalís..Realmente les habia cogido cariño a aquellos animales..
Volví al cercado donde los tenia, para limpiar el comedero y el revolcadero de barro. Habia un bulto en el revolcadero,un bulto
marron y pequeño, poco menos que un balón de rugby. Fui a cogerlo para ver que era, y empezó a gruñir y gemir, salió del barro y
empezó a restregarse en el suelo para quitarse el barro.¡Era el jabato guia! Me engañó, me hizo pensar que se fue hacia el bosque,
pero entró por la parte de atrás.
Lo cogí en brazos y salí corriendo hacia el bosque, para buscar a su familia y devolverlo con ellos, pero ya era demasiado tarde
no se veian ni huellas, ni excrementos, ni ramas rotas, nada que delatara la ruta de la familia Oing, así era como habia bautizado
a la piara de jabalís.
No sabia si quedarmelo, o seguir buscando a su familia.