Autor Tema: [Fanfic] Endless  (Leído 1723 veces)

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[Fanfic] Endless
« en: 28 de Febrero de 2013, 06:43:22 am »
Pequeño prólogo.

Cualquier comentario, por favor, postearlo en éste tema.

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Año 2000. Un magnate decidió construir una mansión para relajarse, en las afueras de King's Abott. Quería huir del estrés que le generaba la oficina donde trabajaba, y junto a su familia y sus más fieles sirvientes, irían al hermoso y frondoso retiro que ofrece la comunidad inglesa. La casa estaría inspirada en el estilo isabelino: esos castillos majestuosos, en colores secos, iluminados en la torres. Verdaderas obras de arte esculpidas con delicadeza por los más finos arquitectos de la época y, por muy poco modesto que suene, los mejores que había para ese entonces. Sin embargo, el edificio ofrecería cosas un poco raras, como una decoración más gótica que isabelina, o incluso salones modernos.

Sin embargo, una semana antes de poder ir a su hermoso retiro, desapareció.

La familia terminó mudándose. La vida en la casa no fue tranquila. Los sirvientes siempre comentaban ver el cuerpo de una mujer flotar por los pasillos en la noche, y en donde debería ir la cabeza, había una soga. Sus lamentos eran los nombres de las piezas de ajedrez: peón, alfil, caballo, torre, rey, siempre en ese orden. Algunos huían al día siguiente, y los demás creían que era una especie de ángel guardián que los protegía en su turno nocturno.

Las cosas empeoraron unos meses después: dos cabezas flotantes volaban por el jardín, del cual se ocupaban las dos hijas del señor. A las chicas, ya mayores, no les importó ver los cuerpos, pues pasaban por sus cultivos, repitiendo peón, torre, rey, creyendo que era un conjuro para que sus plantas no murieran. Y en efecto, sus plantas eran longevas y daban una enorme cantidad de frutos. Sus manzanos fueron la sensación de King's Abott, con los que "se hacían los mejores crumbles."

Como si fuera poco, una muchacha de la limpieza y un mayordomo aparecían cada vez que alguien fregaba el piso o limpiaba las ventanas, en el reflejo del agua que usaban. Las personas se fueron cansando de estos molestos espíritus, que no repetían nada más que rey. Muchos se negaban a limpiar en lo absoluto, pues la presencia de estos seres espectrales era perturbadora, más que nada por el hecho de que con ellos venía una sensación de cansancio repentina y una brisa helada.

Ya al cabo de tres años, en 2005, las hijas amanecieron muertas en su amado jardín, sonriéndose entre sí. Estaban enterradas hasta la cabeza, y su piel era pálida. Lo más curioso era que nadie recordaba que las rosas fueran rojas; todos creían que eran blancas. Tras esto, la madre entró en pánico. Le buscaron tantos calmantes, tantas tazas de té, tanto medicamento, que cayó rendida en su cama. No salió de ese cuarto. Jamás.

Cuando vieron qué pasaba, y tras forzar la puerta, su ama y señora estaba desaparecida. La buscaron el toda la casa: el jardín, el recibidor, la entrada, las afueras, la sala del té, las demás habitaciones, todo. Sólo en el último intento dieron con ella, en el ático. Un candelabro humano, ¿quién lo diría?

Y, pensándolo un poco, ¿dónde estaba la única mujer que jamás gritó por los fantasmas, o el fiel mayordomo de la señora?

Ah, sí, en la casa de los sirvientes con las manos cosidas a los bolsillos.
« Última modificación: 26 de Marzo de 2013, 07:33:33 am por Graveyard »



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Re:[Fanfic] Endless
« Respuesta #1 en: 02 de Marzo de 2013, 06:50:53 am »
Primer capítulo.

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Un minuto eterno.

Entraron cuidadosamente en la sala de la mansión. La madera crujía con cada paso que daban, siendo el único sonido audible en toda la casa. El viento era fuerte afuera, pero tras cerrar la puerta no se pudo escuchar más. Las ventanas estaban cerradas a la perfección, lo que evitaba que entrara el frío polar que había en el exterior. Estaba oscura, sin ninguna clase de iluminación. Las seis personas que se adentraron no poseían una linterna para iluminar su camino, idea bastante estúpida. En sus mochilas tenían suministros suficientes como para pasar una noche: barritas energéticas, agua, algunas galletas, y una cobija para cada uno. Escucharon que la casa todavía tenía los muebles antiguos porque nadie se atrevía a entrar en semejante lugar, que se decía estaba encantado.

—Si te descuidas, puede que un espíritu te despeine— dijo un chico, de cabello rubio y peinado hacia arriba. Frente a él, una chica un poco más baja de tez morena.

—Cállate— y se siguió arreglando el cabello.

Se detuvieron a ver el salón: las paredes eran demasiado oscuras como para determinar su color. Los muebles tenían ornamentos exagerados que terminaban en espiral, y la alfombra tenía un diseño de mal gusto con un ángel negro en él. El candelabro que colgaba en el techo era simplemente horrible, con un diseño similar al de los muebles. Las ventanas tenían marcos de metal pesado, y otra vez, diseño con espirales y rejillas. John le dio una mirada a la puerta que conectaba el salón con el comedor, que estaba abierta. Se fijó en que el salón tenía una decoración distinta, más isabelina, lo que desentonaba.

—Qué gusto tan... excéntrico. Parece sacado de la imaginación de Will— rió un poco. Al joven no le hizo gracia alguna —Ay, no te amargues— le dio unas palmadas en la espalda. Sonrió y siguió caminando.

Se sentaron en los sillones a descansar un poco, pues la mansión está lejos del pueblo. Sacaron sus cobijas para abrigarse un poco. La morena sacó una barra energética de su mochila, y se dispuso a comérsela. Soltó un bufido al tragar el primer mordisco, y miró con mala cara al que se sentó junto a ella. Volteó, molesta, y dijo casi entre dientes que se fuera.

—Vamos, Mary, no puedes seguir molesta. No estabas obligada a venir.

Pensó en dirigirle otro mal de ojo, pero prefirió no hacerlo para no parecer tan infantil. Se acomodó en su asiento, aún sin mirar a su acompañante. Abrió los labios para hablar, pero estas palabras no eran para el fornido castaño.

—Ah, cómo desearía una taza de café. Hace tanto frío que me tomaría un vaso de agua hirviendo si es necesario.

—Tú sigue soñando, Mary.

Todos cerraron los ojos un momento y pensaron en qué hacían en esa casa tan horrible: John quería hacer un documental nocturno para practicar sus habilidades con la cámara, manejando sombras. Convenció a sus amigos, Will, Mary, Jesse, Roxie y Michelle, para que fueran sus modelos. Tratarían de documentar lo que ocurría en la mansión Wentworth, usando velas que trajeron y no se podían desperdiciar, para darle un toque más dramático. La idea no entusiasmo a Mary, pero su novio la obligó a venir. Los demás accedieron porque les pareció divertido, salvo Will, que quería ver la famosa casa encantada de la que tanto se hablaba en el pueblo.

—Oh, permítaseme servirle una taza de té, señorita— Roxie se levantó y se puso a actuar como un mayordomo —¿Con o sin leche?— e hizo una reverencia muy exagerada. Todos empezaron a reírse mientras caminaba como estirada hacia la cocina, cuando se topó con el pecho de un hombre bastante alto.

—¿Y a mí, se me permite?

El hombre vestía un traje negro, bien planchado y almidonado. Medía un metro ochenta, como mínimo, altura que Jesse superó hace un tiempo. Tenía guantes negros, y una pose servicial. Su mirada era un poco arrogante, y su voz era clara al hablar. Traía consigo una bandeja de plata que relucía con la luz de la cocina.

Pensándolo bien, parece que hay mucha actividad en la misma. Se escucha el sonido del cuchillo cortando algo en la tabla de madera, y el humo saliendo disparado de una olla hirviendo. La tetera empezó a chillar, indicando que ya estaba listo para servirse. El hombre le dedicó una mirada a Mary, quien todavía estaba sorprendida al ver que había alguien el la casa y que, además, estaba preparado para su llegada.

—Lo lamento señorita,— dijo, aún viendo a Mary —pero a la señora no le gusta el café. ¿Le parece bien una taza de té?

Ella seguía impactada, al igual que el resto.

—Tomaré eso como un "sí", por lo que me retiro. Y, por favor, enciendan la luz.

Y tocó un interruptor al lado de la puerta. Ya con la luz alumbrando la sala, pudieron comprobar que las paredes eran moradas. Sí, un color horrible, pero al señor le gustaba la decoración de este estilo. Vieron que la fogata estaba encendida, con el sonido de la madera quemándose, el cual era tan familiar que se sentía bien. Mary decidió relajarse y esperar su taza de té, aunque no dijo cómo la quería, pero estaba bien. Suspiró, y rompió la quietud.

—Pues, parece que nos recibirán como merecemos que nos traten— soltó una risita —Bueno, como merezco que me traten.

Mary siempre ha sido esa clase de persona que se adora a sí misma, en cualquier momento. Le encanta presumir sus logros a todos, pero sabe cuando es molesto. Disfruta ser mimada, más que cualquiera. Cuida su imagen como si su vida dependiera de ella.

—Pero... ¿no te parece un poco extraño?

—Ay, por favor, hemos caminado kilómetros para venir a esta casucha, lo menos que pueden hacer es darme atención.

—Como prefieras...— John se levantó y fue a investigar el comedor, que le pareció la sala mejor decorada hasta ahora, pues la cocina era de tonos verdes que siempre odió.

En él, vio a una mujer con un abrigo elegante, bebiendo vino tinto. Estaba sola, y casi ni se percató del joven con una cámara entrando. Le saludó con la mano derecha, fingiendo una sonrisa, y volvió a mirar la mesa con cierta melancolía. Detrás de ella estaban unas ventanas enormes, y se podía ver un hermoso jardín con manzanos y naranjos, diversos rosales y lo que parecía ser un ciruelo en crecimiento. La señora volteó un momento, y un par de jóvenes vestidas de blanco regaban las plantas con cariño.

—¿Le gustan?

—Sí... Sus árboles son hermosos— sonaba tímido.

—No, mis hijas— rió un poco —Tranquilo, es una broma. Toma asiento.

Así lo hizo. El mayordomo le trajo una taza de té, y preguntó si quería un terrón o dos. Detrás, estaba una chica de unos veinticinco años, sosteniendo la bandeja del azúcar y la leche. Estaba sonrojada y nerviosa, sin dejar de ver a John.

—Oh, Esteban, déjalo para después, deben de estar cansado. Despáchalos a sus habitaciones.

—Como ordene, madame.

El mayordomo y John dejaron el salón, con la señora y la chica en él. John pudo escuchar cómo una de las dos, no pudo decir quién, decía entre susurros "¿no es lindo?". Roxie había dejado la habitación y se fue al jardín, pues siempre le encantaron las plantas. La buscarían más tarde. Accedieron a ir, siendo guiados por el hombre de porte elegante a sus cuartos.

Se acostaron, pensando que todo el asunto de la mansión abandonada era sólo un chisme.[/spoiler]
« Última modificación: 26 de Marzo de 2013, 07:35:14 am por Graveyard »

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Re:[Fanfic] Endless
« Respuesta #2 en: 05 de Marzo de 2013, 05:01:49 am »
Segundo capítulo.

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Luna llena.

El peón representa a los soldados rasos que iban al frente de la batalla, siempre usando como única defensa una espada y un escudo. Sus armaduras eran pesadas y se movían con lentitud, por lo que la pieza avanza un espacio por turno. Sin embargo, el movimiento inicial puede ser de dos espacios si así lo desea el jugador. Atacan en diagonal. Su uso es muy reducido: sirven de chivo expiatorio para atraer piezas más grandes y poder deshacerse de ellas. Es muy raro ver una jugada maestra que incluya un peón, mas no es imposible. Algunos jugadores prefieres usarlos como barrera.

John se levantó de la cama a regañadientes. El mayordomo había ido de habitación en habitación despertando a los invitados, invitándolos a tomarse una taza de té y comer una porción de pastel el cual, según decía, estaba hecho por él mismo. Las cortinas cubrían la ventana, pero como eran de seda se podía ver a través de ellas. Sin embargo, el sol no aparecía. De seguro eran las 05.00, o incluso más temprano, por lo que el sol no aparecería hasta dentro de un rato. Se vistió con la ropa de ayer, pues le proporcionaron una bata para que pudiera descansar la noche anterior. Agarró su mochila y comprobó que todo estaba ahí, que tampoco era lo más especial que tenía. Salió de la habitación y caminó por el pasillo hasta las escaleras, para luego bajar al primer piso. En la cocina estaban todos reunidos, salvo Mary, quien todavía se estaba arreglando el cabello en su habitación. Estaban viendo a la sirvienta preparar el té, mientras que el mayordomo sacaba el pastel del horno. John se dijo a sí mismo que la cocina le seguía pareciendo horrible con esos colores.

Ya con el aperitivo listo, se dirigieron al comedor, ansiosos, pues el pastel iba a ser decorado en la mesa cuando se enfriara, para el deleite de los presentes. En el comedor estaban las hijas, vistiendo las mismas ropas blancas y suaves de algodón que llevaban el día anterior, pero sin las manchas de tierra. Debían de tener un cambio de ropa idéntico, que sería normal para familias tan adineradas. Se sentaron a lo largo de la mesa, que recordaba a esas gloriosas mesas usadas en la antigüedad en las conferencias y eventos, pero con un estilo más pulido. Llegó el servicio de té en una bandeja de plata similar a la de ayer, pero con decoraciones en los bordes hechas con sutileza y cuidado. Tras servir las ocho tazas, pues la señora no estaba, se retiró. Debido al tamaño del pastel, tardaría un buen rato, quizás horas en estar listo para decorar, y se instalaron a conversar. Las chicas mencionaron que su jardín las hacía sentir orgullosas.

Roxie se levantó para admirarlo una vez más, y a través de la ventana enorme que daba al mismo, vio los hermosos manzanos, los naranjos, los rosales y el ciruelo. Le dieron ganas de salir corriendo para volver a comer una de esas deliciosas manzanas, pero recordó que se llevaron la mayoría para decorar el postre frente a ellos. Los chicos se levantaron para ir a conocer un poco más la casa: John fue al estudio del señor de la casa, porque quería ver cómo sería la oficina de semejante magnate, con tanto estilos diferentes en una sola casa; Jesse quiso buscar una sala de música o, al menos, un lugar grande con gran acústica. Por su parte, Will quiso investigar y esperaba toparse con una sala decorada como la recepción, y así lo hizo: otras tres habitaciones tenían motivos góticos y sobrecargados, las cuales nombró "sus favoritas".

El estudio del señor era realmente grande, y contaba con un baño propio para que no tuviera que salir al pasillo. El escritorio que estaba en el centro no tenía papeles encima, así que asumió que el hombre estaba de vacaciones. Esta habitación tenía un estilo victoriano: muebles de madera y estampado de colores opacos en las paredes. Cortinas de colores insípidos y lámparas doradas. Era un poco intimidante, pero el tablero de ajedrez que estaba a un lado encajaba perfectamente ahí. Las piezas estaban puestas como si hubiera un juego en curso, pero ambos lados tenía sólo seis: la dama, el rey, un alfil, una torre, un caballero y un peón. El peón blanco estaba aislado, en el lado izquierdo del tablero, mientras que el negro no había salido de su posición inicial. Los reyes estaban juntos, en el lado de las piezas negras, con una casilla de separación, pero el rey blanco no corría ningún peligro, pues no estaba al alcance de ninguna pieza. Sin embargo, el peón blanco estaba en la línea de ataque del alfil negro...

Jesse estaba en un salón completamente vacío. Era enorme, con un gran espacio para poder moverse con libertad. Estaba en el extremo izquierdo de la mansión, y se entraba desde la derecha. No tenía ventanas, y ningún sonido entraba. Al parecer, era un espacio olvidado de la mansión que ni el mismo dueño de la casa debía recordar. Escuchó unos pasos, y abrió la puerta para ver quién era. Le dedicó una sonrisa a la persona que se había encontrado. ¿El pastel ya está listo para decorar?

Entonces, en el tablero, el alfil empezó a moverse solo, listo para atacar al peón blanco.[/spoiler]
« Última modificación: 26 de Marzo de 2013, 07:35:37 am por Graveyard »

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Re:[Fanfic] Endless
« Respuesta #3 en: 09 de Marzo de 2013, 06:33:01 am »
Tercer capítulo.

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Pastel

El alfil es, según varios, una pieza de poco uso. Representa al clero, siempre de la mano con la realeza, y sin embargo también con el pueblo. Preferían moverse entre los rincones, las equinas, siendo una influencia constante pero casi invisible. Debido a esto, se mueven en diagonal, imitado el zigzag de una serpiente sinuosa, cuya presencia no es revelada sino hasta que ataca. A casi todos nos ha ocurrido que dejamos de ver al alfil y, cuando menos lo esperamos, nos ataca. Es una trampa asegurada, que dejándose en un lado del campo puede pasar desapercibido y atacar cuando menos se lo espere el oponente.

Al abrir la puerta, Jesse pudo ver a una de las hijas con una cara sonriente, y su vestido brillando debido a la luz de la vela que traía consigo. Su mirada era pacífica, y examinaba el salón cuidadosamente, a la vez que entraba tras la invitación del joven en la misma. Como no había muebles en los cuales sentarse, la chica se sentó en el piso. Jesse hizo lo mismo, cerca de ella, pero la muchacha se apartó un poco para mantener cierta distancia, pues aún no se conocían. Miraba nerviosamente la puerta, como si esperara salir de ahí lo más rápido posible. Dejó la vela en el suelo.

El alfil estaba a dos puesto de atacar al peón, pero el peón avanzó un espacio, así que tuvo que retroceder. Se movió dos veces, mientras que las piezas blancas cambiaron de posición sin darse cuenta del peligro que sufría la pieza. El alfil volvió a la línea de ataque.

En el salón estaban todos reunidos, incluso John. Ya había pasado alrededor de media hora desde que se había sacado el pastel del horno, pero no estaba lo suficientemente frío. Lo metieron al congelador, para que terminara de estar. Una de las hijas había salido a buscar a Jesse, y la otra se quedó. La menor, quien acompañaba a su madre en el comedor, comentaba junto a la sirvienta cosas que parecían no ser de mucha importancia, mientras señalaban al recién llegado. «De seguro le parezco muy apuesto a esa sirvienta», pensó. «Lástima que no será posible», y rió un poco en sus adentros. Roxie estaba en el jardín, y se podía ver que agarraba la única manzana que quedaba en uno de los árboles, mirándola con recelo, pensando en si debía comérsela o dejarla para cuando llegara a casa.

—Y... ¿el pastel está listo?— dijo Jesse, tratando de romper el silencio.

—En momentos estará. Vine para conversar contigo. ¿Qué te parece la casa?

—Es hermosa, ¿cuándo se construyó?— aunque ya sabía la respuesta.

—Creo que hace tres o cuatro años. Mi padre la mandó a construir, y como verás, tiene bastantes cosas fuera de lo común.

La muchacha se pasó la mano por la parte trasera de su vestido, cosa que su acompañante no notó. Siguieron hablando sobre cosas obvias para entretenerse. Jesse deseaba poder salir de aquella situación tan incómoda para darle un bocado a aquel delicioso postre que prepararon e irse de la casa. Aquella chica, por bella que fuera, estaba haciendo que todo se tornara molesto. Las respuestas se hacían cada vez más cortas, de modo que cambiaban constantemente de tema. Reiteradamente, la joven se pasaba la mano por el vestido. Finalmente, Jesse se dio cuenta de esto, a lo que le preguntó que qué buscaba. No respondió.

Jesse, por un momento, ignoró lo que pasaba. Ella se levantaba con calma, y un pequeño brillo metálico en su mano alumbró su rostro por un momento. La vela se estaba consumiendo, y le quedaba poco antes de desaparecer. Sintió un leve dolor en su frente, como un tajo que apenas rozaba su piel. No reaccionó sino hasta que la persona que hasta hace unos momentos parecía inofensiva alzó la mano para volver a atacar. Rápidamente, dio una vuelta sobre sí mismo, evitando el golpe. Se levantó tan rápido como pudo, y corrió hasta la zona más oscura de la habitación, donde la vela no podía alcanzar a iluminar. La peligrosa mujer corrió hasta donde él estaba, incluso sin ver, y atacaba al aire. Se movían con velocidad, casi bailando, mientras el sonido de los cortes era cada vez más agudo.

El peón se movía cada turno de los blancos, y el alfil trataba de seguirle la pista.

—¿Qué tanto se puede tardar Monique en buscar en toda la casa? Como si no se la supiera de memoria...— la señora parecía molesta —Oh, no importa. ¡Edward, tráenos té, por favor! No podemos dejar a los invitados sin más, hay que atender como es debido.

—Oh, no se preocupe, yo puedo ir a ayudar. Después de todo, es mi novio, lo conozco bien. ¿Sabe si hay algún salón de música por aquí?

—No, lamentablemente no tenemos. Pero hay uno vacío en el ala oeste, y planeábamos hacerlo ahí, pues es un espacio enorme con gran acústica.

—Veré qué puedo hacer.

Mary abandonó el comedor, con una sonrisa falsa. Ocultaba el estrés que le producía la obsesión de su novio por la música, siempre tratando de buscar un lugar para practicar su canto y la guitarra. Lastimosamente para él, no le permitieron traer la guitarra porque "atrae demasiado la atención", ya que resulta extraño irse al campo con un forro de guitarra por ahí. La idea era pasar desapercibido, no que las autoridades llamaran a sus padres. Sacó el estuche del polvo, y se miró en el pequeño espejo. Retocó el maquillaje y siguió caminando, hasta ver una puerta abierta, y una pequeña luz asomándose.

La torre llegó a la línea de ataque del alfil. De igual forma, ya no era necesario, pues el peón logró coronar. El bando blanco sacó una torre.

Los cortes seguían sonando. Jesse vio un tubo tirado en el suelo, cerca de la vela, y corrió a buscarlo. Su contrincante se dio cuenta y fue a atacar antes de que pudiera defenderse. Ya a la luz de la vela, Jesse comprobó que el rostro de la chica había cambiado, teniendo ahora una expresión de sadismo mezclada con ira y locura. Agarró el tubo, y lo agitó lo más rápido que pudo de derecha a izquierda. En ese momento, Mary entró a la habitación tras escuchar quejidos. Estaba furiosa, pero su expresión cambió a horror cuando vio a su novio golpear la costilla de la joven. El sonido del hueso roto fue lo único que pudo escucharse. El cuerpo cayó.

Finalmente, la torre destruyó al alfil.[/spoiler]
« Última modificación: 26 de Marzo de 2013, 07:36:06 am por Graveyard »

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Re:[Fanfic] Endless
« Respuesta #4 en: 21 de Marzo de 2013, 09:25:59 am »
Cuarto capítulo.

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Ajedrez

La torre es una pieza de utilidad infinita. En el tablero de juego representa la artillería pesada y a los ingenieros que la manejaban. Se mueve horizontal y verticalmente, sin moverse en diagonal, tantos pasos como quiera. Tender trampas con la torre es una de las jugadas más básicas y predecibles, pero con una cadena de piezas y sacrificios puede ser suficiente para hacer que tu oponente se vuelva loco. También es fácil hacer un "check mate" con la misma, debido a la casi infinita cantidad de posibilidades que tienen las torres.

El tubo cayó, llenando la habitación con un estridente sonido metálico. La cara de Mary no cambió en los segundos siguientes, y Jesse todavía procesaba la información. Ambos, pasmados, retrocedieron al mismo tiempo. El chico se sentó en el suelo otra vez, junto a la vela. Vio a la mujer junto a él, quien todavía respiraba dificultosamente, y se vio las manos. Estaban rojas de tanto apretar el arma. Mary, por su parte, avanzó lentamente hasta él, levantando las manos como si tratara de mostrar que no está armada. Jesse miró a su novia con lágrimas en los ojos y las manos apoyadas en el suelo.

—Jesse... tú...

—Lo sé, lo hice. Pero no quería... Ella...

El pastel ya se había enfriado lo suficiente como para que se pudiera decorar, así que la muchacha, un poco apresurada, llevó en una bandeja sencilla los utensilios que el mayordomo usaría. Junto a los mismos, crema de mantequilla, frutas varias, almíbar ya frío, perlas de azúcar y pétalos de rosa hechos con fondant rojo, imitando los rosales. Todos los presentes —John, Roxie, Michelle, la hija menor, la señora y Will, quien dejó de investigar la mansión— miraban con recelo el postre a la espera de que terminara. Con la crema de mantequilla cubrió la capa superficial del pastel, vistiendo ahora un tono melocotón; las perlas fueron puestas en la base, rodeando la crema. El almíbar y las frutas arriba, formando una capa traslúcida de extravagantes colores cítricos. El fondant fue puesto a una esquina, formando una única rosa, moldeada a mano.

«¡Es increíble!», «un trabajo digno de usted, mi fiel amigo», «parece un jardín azucarado, ¡de verdad!».

Como es costumbre, todos los invitados y anfitriones tienen que estar presentes para poder comenzar a comer. El sol no había salido, cosa que parecía muy extraña pues parecía que pasaron varias horas esperando. Le restaron importancia y se lo atribuyeron a que se habían aburrido todo este tiempo.

—Pensándolo un poco,— dijo Roxie para sí misma —Jesse parece haberse perdido en las incontables habitaciones y Mary no puede encontrarlos. O quizás están en una infinita búsqueda mientras recorren los largos pasillos. Ese tonto nunca aprende. En algún momento se toparán, pero parece que tomará lo suyo.

Sólo quedaba buscar a los cuatro faltantes: Jesse, Mary, la hija mayor y el señor de la casa.

El cuarto empezaba a perder luz, pues la vela se apagaba lentamente, al mismo tiempo que la respiración de la mujer disminuía. Parecía que la vela había acordado morir junto a su portadora, cuan luz de la vida desfalleciendo ante la falta de un cuerpo para existir. El cuarto no era tan silencioso, pues los gritos de pánico que Mary emitía resonaban en las paredes, pero no salían. El cuarto no dejaba que los demás escucharan lo que ocurría. Jesse no sabía dónde meterse, si escapar o darse un golpe con el tubo. Mary tampoco tenía idea de qué hacer, y en un momento se dio cuenta de que la mujer estaba muerta. No porque su respiración haya cesado, sino porque la luz falleció junto a ella.

En el tablero las piezas no se guardaban en un lugar aparte o en una caja tras ser eliminadas. Eran estrelladas contra el suelo para que no pudieran coronar. A alguien se le olvidó romper la otra torre existente. El alfil negro se rompió en cientos, quizás miles de pedazos, pues la fuerza con la que fue arrojado implicaba rabia e ira.

Al salón llegó corriendo una joven desaliñada, y su imagen sorprendió a todos. Vociferaba, y no se le entendía nada. Decía algo similar a "muerta, muerta, asesinada".



Capítulo hecho casi sin ganas. Es sólo una "transición".

Apuesto a que todavía no saben de qué trata esta historia~[/spoiler]
« Última modificación: 28 de Marzo de 2013, 11:15:32 pm por Graveyard »

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Re:[Fanfic] Endless
« Respuesta #5 en: 05 de Abril de 2013, 07:55:48 am »
Quinto capítulo.

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Early queen move.

La reina es la pieza con mayor cantidad de movimientos posible. Se puede mover en todas las direcciones posibles (ocho) tantos pasos como ella quiera. A diferencia de lo que se cree, la reina no representa a la esposa del rey, sino a la feminidad del mismo. Es una pieza ágil y grácil, dada su naturaleza. En el tablero de juego es la pieza más peligrosa. Sin embargo, moverla antes de tiempo puede salirle caro para el jugador. Una de sus utilidades es "el hacke del loco", donde el jugador aprovecha un pequeño error en la defensa del oponente y ataca, creando un <check mate> en seis turnos de las piezas negras, cinco de las blancas.

Jesse, quien todavía tenía el tubo de hierro en la mano, salió corriendo tras Mary por el pasillo. Se había quedado pasmado unos segundos ante su reacción, así que no logró alcanzarla. Cuando la muchacha llegó al salón asustada, él estaba a medio camino. La veía en la puerta jadeando, sudando. El pánico afectó sus sentidos, pero poco a poco los recobraba. El asustado Jesse seguía corriendo, tratando de pensar en una forma de explicar lo sucedido, cosa que no le resultaría fácil con el aspecto que tenía: la forma en la que sostenía el tubo daba a entender que quería golpear a quien se le apareciera; como era de esperarse, sudaba. La pobre chica ya había recuperado el aliento y empezó a relatar lo ocurrido sin fijarse en el hombre detrás de ella, que se acercaba corriendo. No se le entendía nada porque hablaba muy rápido, pero repetía mucho la palabra "muerta".

—¡Mary, cálmate! Respira profundamente y habla bien.

—Pero... él... ¡Se acerca, se acerca! ¡Lo sé, sólo lo sé!

— ¿Quién?

— ¡Je-Jesse!

Cuando dijo esto se dio la vuelta para tranquilizarse pensando que no la estaban persiguiendo, se topó con el recién nombrado cara a cara. Dado que él era más alto, su figura se dibujaba como un titán negro gracias a la lámpara detrás de él. Su cabello enredado, un poco de saliva que le salpicó encima la difunta y los rasguños que tenía de los cortes con el bisturí no ayudaban. La aterrorizada Mary salió corriendo de espaldas con la mirada fija en él, tropezando con todos los objetos que se encontraba. Finalmente, el mayordomo la detuvo, porque estaba en la pared contraria a la puerta, saliendo de la cocina. Estaba buscando el té para los invitados, pero se le olvidó buscar las cucharillas de plata. Ahora estaban todos reunidos en el comedor. Incluso la sirvienta estaba ahí en una esquina como testigo del horror que la mujer expresaba.

—Tú… T-tú… ¡La mataste! ¡Mataste a la hija de la señora! ¡¡ASESINO!! — gritaba a todo pulmón, a la vez que trataba de liberarse. Agitaba todo su cuerpo violentamente —¿Por qué? ¡Dime! ¡¿Por qué?!

—Yo… ¡me estaba defendiendo! ¡Mira, aquí tengo cortes! —señaló su brazo, donde todavía tenía una herida viva. La sangre salía de ella, pero no era mucha. Algunas gotas resbalaron por su piel y cayeron en la alfombra blanca —Lo lamento…— se disculpó con la señora de la casa.

—No te preocupes, a mí también me gusta manchar la alfombra.

La mujer se levantó con delicadeza. Su vestido marrón encajaba en el estilo de la habitación. Quizás por eso lo eligió. Caminó por el cuarto con sus tacones altos, haciendo ruido con cada paso que daba. La tensión que esto generaba era enorme, tanto así que su otra hija también se paralizó.

—Supongo que ya se van— señaló la puerta —Adelante.

Mary corrió hacia la salida sin pensarlo mucho. Agarró el picaporte y le dio la vuelta, para luego halar violentamente. Sin embargo, no se abría. Repitió el proceso varias veces con la misma puerta enorme, hasta que se fijó en que no había una hendidura para la llave. Al notar esto se detuvo un momento y volteó la cabeza para ver a los presentes. Todos tenían su mirada fija en ella. No le importó y recurrió a las ventanas con marco espiralado. Las rejillas dejaban ver el exterior, y aún así la salida era imposible. Dado que los cuartos tenías distintas decoraciones, fue hasta la ventana gigantesca detrás de la mesa. Saltó hacia ella tratando de romperla, pero lo único que consiguió fue darse un golpe en el hombro. No parecía haber salida.
—Oh, cariño, no te esfuerces demasiado. Terminarás hiriéndote— Mary volteó a donde estaba con furia — ¿Te ayudo?

Sacó un revolver pequeño de su bolso de mano y apuntó a su cabeza.

La reina se había movido casilla por casilla mientras la torre se había ido a su esquina del tablero. Sin embargo, la torre hacía movimientos hacia atrás y adelante, como tratando de salir del tablero. Lastimosamente, eso no se puede en el ajedrez. Todas las piezas vivas deben seguir en juego hasta ser eliminadas. Finalmente, la torre se fue al lado contrario, justo junto a la reina, a una casilla en diagonal de la misma. Semejante oportunidad no fue desaprovechada, y la torre fue atacada sin piedad por la pieza de mayor rango.

El impacto del disparo fue breve, pero resonó en la cabeza de los presentes por un buen rato. Ninguno cambió la expresión de su rostro cuando se jaló el gatillo, estaban muy concentrados en la pequeña mancha roja de la ventana. Estaba puesta de tal forma que recordaba a una de las manzanas del jardín con la diferencia de que esta tenía una figura irregular.  La misma señora estaba admirando su obra cuando apuntó a Roxie, la que se había espantado más por la visión que por la muerte de su amiga. Sin más por hacer, le disparó a ella también, solo que le dio en el estómago. Un segundo cuerpo cayó sin hacer mucho ruido. Sus quejidos sacaron a todos del trance.

—P-pero… ¿Pero qué se supone que hace?

—Esta pregunta tiene una respuesta más que obvia. Los estoy eliminando, por supuesto. ¿Se te ocurre algo más? Porque a mí no.

Escucharon unos pasos que venían de las escaleras. Eran calmados, al igual que los de la señora. Todos le dedicaron una mirada a la estructura de madera. Cada vez se hacían más fuertes.

En el tablero el alfil blanco había sido eliminado. El rey negro se movía lentamente, paso por paso como acostumbra, hasta donde estaban las piezas reunidas.
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Graveyard

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« Respuesta #6 en: 23 de Abril de 2013, 06:11:07 am »
Sexto capítulo.

Spoiler: mostrar
Michelle

En ajedrez los empates son inadmisibles.

Me levanté de la cama con dificultad, estirándome un poco mientras me quejaba. Me fijé en que vestía la pijama rosa con lunares blancos de la hija mayor. Me la habían prestado la noche anterior para quedarme en la casa, puesto que no habíamos traído más ropa que la que traíamos puesta. Revisé mi mochila y me comí una barra de cereal porque quiero apurarme e irme de esta casa; demasiado grande para mi gusto. Aunque estoy segura de que a Mary le encanta, ¡y a Will, porque hay habitaciones góticas! Originalmente íbamos a grabar en la casa para el proyecto de John, en donde se suponía que debíamos pasar la noche en blanco para poder detectar actividad paranormal, aunque entre nosotros sólo él, Roxie y Mary creen en eso. Aún así decidimos venir para pasar un buen rato durante las vacaciones que nos dieron debido a la remodelación de las aulas. Estoy emocionada porque soñé algo de lo más extraño y quiero decírselo a los demás a ver qué opinan. Seguro me tacharán de loca, pero mi pasión es hablar y expresarme. ¡Se hace tarde! Tengo que vestirme más rápido. Péinate rápido, Michelle, que tienes mucho por hacer hoy, como explicarle a tus padres tu salida improvisada.

El pasillo era de lo más lindo, con tonos rojizos y dorados. Caminé por él con cierto aire de gloria con la mochila en mi espalda mientras pensaba en el extraño sueño que tuve: soñé que Mary era asesinada a sangre fría y Roxie era herida en el estómago. No era algo bonito para ver. Es más, me horroricé mucho, y me desperté en medio de la noche tras escuchar unos pasos que venían de las escaleras. ¡Eran horribles! Cada uno de ellos resonaba en todo el comedor principal, y el sonido de los mismo ejercía una especie de hechizo sobre los presentes; o al menos, sobre mí. Me daban ganas de salir corriendo, pero simplemente no podía. Era más de lo que podía soportar. Después de eso, me desperté y me vestí. Todavía está oscuro afuera, pero veo que alguien está despierto y algo huele muy bien en la cocina. Sé que dije que no quería desayunar aquí para salir apurada, ¡pero no hay nada que me atraiga más que el pastel recién horneado! Y me da una sensación de déjà vu, porque en mi sueño también preparaban un pastel delicioso y enorme. Lastimosamente no lo llegamos a probar. ¡Aunque fuera un sueño, al menos, déjenme comer pastel! Al pensar eso solté una risita tonta.

Cuando llegué al comedor comprobé que Will estaba ahí. Roxie estaba en el jardín compartiendo con las hermanas secretos de jardinería antes de irse, porque esos manzanos no son normales. Me senté junto al rubio y comenzamos a hablar. Puede que no lo parezca a simple vista, pero nos llevamos muy bien. Los demás creen que no tiene razón de ser, pero la verdad es que tenemos mucho en común, como el gusto por las historias de las épocas antiguas.

—¡Hola Will! ¿Cómo estás? —la respuesta era obvia: somnoliento.  Se veía en su rostro— ¿Cómo amaneces?

—Pues… —no sonaba muy emocionado. Bostezó antes de seguir hablando —me duele un poco la espalda, y no dormí muy bien que se diga. Tuve una rara pesadilla. Prefiero no hablar de eso.

A Michelle le pareció razonable. Se quedó junto a él esperando al resto.La actitud de su amigo no la había desanimado y aún quería presentarles a los demás su extraño sueño. Claro que a dos personas en particular les parecería un poco cruel, pero sería algo de qué hablar en el camino de regreso.

—¡Qué grosero de mi parte! —Will habló de repente — ¿A ti, cómo te fue en la noche?

—Muy bien, gracias. Tuve un sueño rarísimo—soltó una risa burlona— te lo contaré luego.

—Me has dejado con ganas de saber más.

—¡Es la idea!

La conversación siguió unos minutos. Diez, a lo mucho. S e unieron John y Roxie, quienes tenían mejor ánimo que Wil. Roxie llevaba consigo tres manzanas enormes que agarró con permiso de las chicas. Estaba emocionadísima con los consejos que le habían dado, tanto que no podía dejar de hablar de ellos. El mayordomo les trajo un servicio de té para que terminaran de despertarse. Le sirvió a todos una taza color verde que emanaba un humo claro, casi invisible. Debido a que estaba muy caliente, Michelle se quemó la lengua al intentar beber un poco. Siguieron conversando: Will con su apatía característica; Roxie hablando más rápido que nunca; John sin aportar nada a la conversación. Jesse finalmente se unió, algo molesto porque lo obligaron a levantarse.

En el horno se estaba terminando el pastel para decorar. John se levantó y pidió perdón, tenía que hacer algo. Había dejado su mochila y no se había dado cuenta. Fue caminando tranquilamente por el glorioso pasillo, y se detuvo a ver por una de las puertas que estaba abierta. Era la habitación de Mary. Estaba despeinada y todavía estaba usando la pijama que le prestaron. No se estaba arreglando, ni tan siquiera se había levantado de la cama más que para abrir la puerta. Estaba muy aterrada como para salir. Su amigo se acercó a preguntarle qué pasaba, pero su respuesta no fue precisamente cortés.

—¡A-aléjate! ¡Me vas a hacer daño, sé que me vas a hacer daño! ¡Aléjate, Jesse!

—¿Jesse? Soy yo, John. ¿Qué pasa?

No pudo responder. Se escondió en las sábanas al ver que alguien venía. Era, en efecto, Jesse. Escuchó su nombre y creyó que lo habían llamado.

En el comedor se pudo escuchar un grito muy agudo. Todos salieron corriendo al pasillo donde estaban todas las habitaciones y vieron la puerta del cuarto de Mary abierta. Frente a ella estaban John y Jesse bastante asustados. Tenían las manos extendidas frente a la misma, como si trataran de calmar a alguien. Jesse se veía pálido. Se acercaron corriendo a ver qué pasaba. Ahí pudieron ver que Mary estaba desarreglada en la cama, temblando y señalando a Jesse con horror. Algo la tenía aterrada. Gritaba mucho, pero no se le entendía nada. Le llevaron un té de manzanilla para intentar calmarla, pero no dejaba que nadie entrara a su habitación. Con el tiempo sus balbuceos sonaban como palabras. “Él es un monstruo”, “¡asesino!”, “¡aléjenlo de mí!”, todo refiriéndose a su novio. Al final las hijas de la dueña entraron a la fuerza con el té en la mano, el cual ya estaba frío de tanto esperar, pero los gritos se detuvieron. Reemplazando los horribles sonidos guturales llegaron las carcajadas. Una risa histérica que llenaba el cuarto. Todos estaban atónitos. Ni siquiera dio tiempo de que bebiera algo y… se reía.

Se reía mientras les pedía a los demás que se fueran de la habitación para cambiarse. Se reía mientras lo hacía. De la misma forma que antes, se reía mientras lo hacía y luego bajaba las escaleras. En la cocina todavía tenía la sonrisa plasmada en el rostro, y sin siquiera ver a los demás, se dirigió a la puerta del salón principal para abrirla. Pidió amablemente que le abrieran la puerta, y seguía sonriendo mientras venía el mayordomo con un llavero en la mano. Incluso lo hacía cuando la apartó y le ordenó sentarse en la mesa del comedor, porque todavía era muy temprano.

Así pues, todos estaban reunidos otra vez en el comedor.
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