Ya habían pasado dos semanas, y todo el mundo había disfrutado de los Carnavales. Las carrozas pasaban entre pasarelas de confeti y color, todo el mundo parecía contento, entre aquel mar de colores. Aquel era la última semana del Carnaval en aquel remoto lugar, y todos gozaban de sus últimos días de diversión antes de volver a la desesperante rutina.
En la plaza principal, donde antes yacía un cartel, ahora se encontraba montado un escenario de madera, con un telón carmesí. Sobresalía entre toda la plaza, y todo podía verse desde allí. Actualmente, solo había un poco de público, pero poco a poco, se iba acumulando más.
Pasados unos minutos más, la plaza contemplaba expectante aquel telón rojo, ¿qué podría pasar allí?
Al fin, el telón se abrió.
Tres gemelos, vestidos con capa y máscara, y de pieles pálidas y oscuras. Sonreían maliciosamente. Tonos blancos, negros, y azulados eran sus ropas. Solo la máscara les identificaban de ser distintos a los demás: Un sol, una luna, y unas estrellas en sus respectivas máscaras.
El del centro, el de la máscara del sol, se adentró un par de pasos, y comenzó a hablar. Su voz era clara y aguda, como la de cualquier persona joven, pero algo le distinguía del resto, tenía algo... Carismático, sobrenatural. Su voz parecía llegar a los rincones más recónditos y oscuros, podía llegar al corazón de las personas.-¡Bienvenidos al Concurso de Relatos de estos Carnavales! -Dijo el enmascarado.
Se sacó un pergamino, de color beis, entre los pliegues internos de la capa, y lo leyó lentamente.
-¡El señor de los libros ha mandado a tres mensajeros en su nombre! ¡Un concurso debemos celebrar, y, como todo aquel hombre, todos podrán votar! A continuación, les leeremos las normas, así pues, escuchen con atención, pues para tener voz en esta votación, antes de eso nos tendrán que escuchar! -Abrió el pergamino, y comenzó a leer.
-Reglas de votación-
-¡Primera norma! -dijo el primero- Dieciséis relatos mandados, y dieciséis atrevidos a participar, pero... ¿Quién podrá el concurso ganar? ¡Vosotros decidís! Dos votos podréis emitir, a dos relatos que creáis que puedan triunfar!
-¡Segunda norma! -Tomó el pergamino el enmascarado lunar- ¡En caso de votar, una buena razón deberéis de dar! Votos sin sentido no son admitidos. Todos los participantes obligados estarán, no desaparezcáis. Da igual el número de votos que hayáis logrado, si no hay voto, quedaréis fuera descalificados.
-¡Tercera norma! -Dijo el tercero- ¡Las votaciones, por norma popular, una quincena podrán durar! Así pues, marcando fechas, las votaciones finalizarán el día diez de Marzo, a la hora del anochecer. [OoC: 10 de Marzo a las 23:59, no me extiendo]
-¡Cuarta norma! -Dijo uno de los gemelos- ¡Tened un poco de cuidado! ¡Todo voto por amiguismo o contacto será sancionado! Todos los relatos permanecerán en el anonimato.
-¡Y una última norma! -Finalizaron al unísono los tres, juntando sus voces- La valorada Cinta Historia solo la porta quien la merece, en caso de tener menos de cinco votos, a nadie le pertenece. Así pues, si el ganador con escasos votos gana, ¡la cinta no será otorgada!-Y ahora...-Dijo el de la Luna.
-¡Demos paso...-Dijo el estrellado.
-¡...A los relatos! -Finalizó el enmascarado del Sol.
Los gemelos tomaron dieciséis pergaminos cada uno, y los comenzaron a dictar por toda la plaza.
[OoC: Cualquier modificación puede afectar durante las votaciones. No estoy metido en las reglas, por lo que es posible que se me haya olvidado algo entre tanto teatro.~1~
~//El misterioso baile de las máscaras\\~
Por estos lares creo que se desconoce lo que es realmente un ''Baile de Máscaras'', así que antes de comenzar con la historia, os relato un poco de que trata.
Prácticamente es un evento en el cual los invitados se disfrazan con máscaras para así ocultar su identidad.. Dicho eso, comencemos con la historia.Rondábamos allá sobre el siglo XV, y faltaban unas horas para el Baile al cual me habían invitado, eran fechas de Carnaval y estaba ansiosa por participar en eventos anónimos y más viniendo de parte de mi hermana la Duquesa de la Corte Real. Nunca había podido entrar en un evento de ésta categoría porque hasta este año no llegaba a la edad necesaria para entrar (16). Eran las seis de la tarde, estaba a tan solo veinte minutos de comenzar aquello... Mis nervios se subieron a la cabeza y me preguntaba, ''¿conoceré allí a algún noble caballero que me sepa conquistar?''. Yo ya estaba con todo preparado, las vestimentas de gala, los adornos del disfraz y por supuesto la susodicha 'máscara del anonimato' para cumplir a todo detalle en la ceremonia..
Como todos sabemos, los bailes de éste tipo los solía hacer la Corte de cada Reino, por el cual a él solo podían, en teoría, asistir nobles y caballeros de sangre 'azul'...Para mi suerte, el tiempo pasó rápido y fue entonces cuando llegó el momento del baile, cogí mis zapatos y bajé al lugar del evento.. Allí todo el mundo estaba ya bailando, personas que posiblemente ni se conocían entablaban muy fácilmente amistad con otras, mientras que yo vi a un 'hombre', supongo, en un rincón apartado.. Me acerqué a él y justamente desapareció, como si nunca hubiese estado allí.. Confusa me fui al apartado donde estaba mi hermana y le comenté el suceso, ella muy orgullosa se rió de mi y lo alzó a los vientos, para así hacer que me sintiera mal..
Corriendo me fui del baile, no salí del recinto, pero sí me quedé en una esquina llorando, nadie me creyó cuando lo vi y pensé.. ''¿Fueron imaginaciones mías o fue real..?'' En aquel mismo instante el 'hombre' apareció de nuevo, pero ésta vez en el medio de la pista.. Todo el mundo se le quedó mirando, ''¿quién era y de dónde había salido?'' Fue entonces cuando aquel 'hombre' se levantó la máscara y para la sorpresa de cualquiera, aquel 'hombre' no tenía rostro.. La gente salió corriendo y muy asustada del lugar, pero en cambio mi hermana no se podía mover.. Aquel ser, se acercó a ella, no pude evitar correr e ir a salvarla pero, fue demasiado tarde, le colocó su máscara encima de la que ya llevaba puesta y tras quitársela.. Había dejado a mi hermana sin rostro. Lloré y lloré por lo que estaba pasando, ya que no podía hacer nada al respecto, fue entonces cuando aquel ser, se acercó a mi.. Temblando e intentando huir me susurró al oído, ''no es cuan queremos que sea, sino cual ser nos aferra..'' No entendí ni una palabra, pero fue cuando desapareció sin dejar rastro...
A la mañana siguiente, me levanté y nadie recordaba nada de lo que había pasado, es más.. Eran exactamente las seis de la tarde y el baile todavía no había comenzado, pensé, ''¿fue real o tan solo un sueño?'' Entonces una nota cayó sobre mis manos, en la cual ponía ''Hermosa dama, eres la única que va a recordarme por lo que le hice a vuestra hermana, guardad vuestros recuerdos..''
Bueno.. ¿Qué tal? ¿Pensabais que sería una historia feliz y animada? Je, je,.. Os queda mucho por saber acerca de las 'máscaras' y sus secretos.. Decidme ahora bondadoso caballero o noble dama, ¿os pondríais una máscara sin antes saber de donde ha venido?~2~
Escribir relato sobre carnavales quiero. Mas labor en abundancia tengo y mucho trabajar debo. ¿Escribiré en prosa o en verso? No sé qué narrar, ¿tal vez algunos cuentos? Tengo en mente varios ejemplos, pero ninguno es relato verdadero. Disculpas de autor ofrezco, por este relato, que ni es prosa, ni es verso. Un joven encuentró un día, en su morada a la puerta, una siniestra caja sombría, por una tela encubierta. Preguntose qué contendría, pues no esperaba esa oferta; dentro un paño envolvía, una máscara tuerta. Su origen desconocía, y bien su procedencia era incierta, mas la máscara lucía una boca entreabierta. El joven sintió una gran alegría, pues carnaval estaba cerca.
Se puso la máscara en su ignorancia, salió a la calle con elegancia, y lo que parecía no tener importancia, era en realidad oscura nigromancia. Negra alma negra salió con repugnancia, de máscara tallada con templanza, atormentando a aquel que la portaba.
Obligó la máscara hacer cosas horribles a su portador, sembrando el pánico a su alrededor. Huyendo cuál veloz corredor la gente gritaba con pavor, pidiendo clemencia al dios creador. Todos huían de tan macabro agresor, excepto un valeroso cazador que de la ciudad prometió ser protector.
Luchando con valor en la ciudad arrasada, logró el cazador alzar su acero sobre la criatura despiadada, lanzándose en feroz estocada la partió en dos con su blanca espada, dejando la bestia mutilada. Podrá olvidar el pueblo tal hazaña, pero dejará legada tradición de usar máscaras en la fecha señalada.
Narrar gran relato no puedo, mas olvidar no puedo la hazaña de tan gran guerrero, sólo os pido como trobador inexperto, que perdonéis las faltas de este poeta muerto.
~3~
Circo
¡El carrusel fantasma llegó! Permítanme presentarlo: una atracción diseñada para permitir la entrada de las almas a través del cementerio, con la música que duerme la vida, enfriándola hasta que termina de moverse. Los caballos, decorados con un hermoso estilo gótico, brillan con el pasar de los invitados. Sus relinchidos estremecerían a cualquier ser vivo que los escuchara, ¡pero eso no ocurre en el carrusel que se lleva las almas en pena! Recorriendo el mundo entero en busca de ánimas en infortunio, recoge la más exquisita variedad que te puedas imaginar. ¡Cuerpos etéreos de mil y un colores! Verde de la pereza por aquí, ¡y rojo de la ira! Acércate y verás de lo que hablo.
¿Aún no te convence? Déjame introducirte el resto de las atracciones. Mira, aquí tenemos la carpa de los payasos trágicos. Mira sus hermosos rostros, sollozando para hacerte reír. ¿No te apiadas de tan miserables criaturas? Son el resultado de tratar de burlar el campamento del horror. Se maquillan con los colores más extravagantes, con el propósito de hacerte reír. Las lágrimas que decoran sus rostros son reales, ¿quieres tocar? Fíjate, todavía siguen vivas las heridas que nos dicen que todavía siguen vivos.
Veo que sigues sin emocionarte. Sólo para tu deleite, hemos traído el domador de cuerpos inertes. Con un látigo proporcionado por los demonios del purgatorio, es capaz de reanimar y, en consecuencia, controlar todo aquello que alguna vez permaneció al mundo humano. ¡Pero eso no es todo! Su mente vuelve con ellos, y el sufrimiento, la vergüenza, y las risas del público siguen ahí. Es un espectáculo digno de ver, en mi opinión. No fue fácil encontrarlo, tuvimos que buscar entre los círculos infernales. Creo que estaba en eso del cuarto o quinto, aunque no sé decirte con exactitud.
La emoción se ve en tu rostro, cómo me encanta cuando se ponen así. ¿Eh? ¿Miedo? ¡Patrañas! Ven conmigo, te mostraré un poco más.
¿Qué me dices de la montaña rusa? Está hecha con huesos. No, tranquilo, no son humanos. Son huesos de perro, para que no resulte tan extraño. La cabina es de metal, diría que cobre, o incluso oro, pero ya está desgastada. Miles y miles de niños se han montado en ella, y todos han vuelto, así que puedes estar tranquilo. Allá va uno de ellos, con la cara desfigurada. Calma, se irá en unas semanas.
¡Ven y disfruta del espectáculo infernal, con dulce de ultratumba!
~4~
Hoy es carnaval.
Me encantan esos disfraces coloridos que la gente se pone hoy.
Es decir, hay quien se disfraza de cualquier cosa. Pero esos disfraces, coloridos, brillantes y ornamentosos, llenos de plumas, lentejuelas y demás adornos estrafalarios. ¿No son bonitos?
Me recuerdan a ese lugar. Nunca podré volver. Pero estas fiestas me permiten estar un poco más cerca de él. No físicamente, claro. Y tampoco es te tenga alguna posibilidad de volver por la celebración de esta fiesta. Pero es todo tan familiar...
Por eso, me dispongo a quitarme mi disfraz y salir a la calle, a esta estupenda fiesta.
~5~
-Bajo la máscara-
Los primeros rayos de sol que se cuelan con timidez por la ventana me despiertan. Busco taparme con las mantas cuando oigo el sonido de la fiesta comenzando a lo lejos y caigo en la cuenta, la época de Carnaval acaba de comenzar. Salto de la cama con velocidad vertiginosa y me pongo mi traje de forma nerviosa. Decido no desayunar mientras busco mi máscara en el armario. Cuando me miro al espejo soy incapaz de reconocerme, preparado para integrarme en el tumulto veneciano.
Llego a la Plaza de San Marcos y esta abarrotada de gente. Navego por la muchedumbre esquivando plumas y complementos, pidiendo disculpas a máscaras que podrían ser un conocido, o un enemigo. Tras mucho andar, vislumbro a mi pareja junto al Puente de los Suspiros. He esperado un año para volver a ver esa máscara, ese vestido, esa sonrisa angelical. Un año ha pasado de la última vez que pudimos estar juntos.
Decido coger de la mano a tan preciosa compañía y comenzamos a caminar entre el tumulto lentamente. Nos rodea un aura de timidez, no sabemos bien que decirnos, permaneciendo mudos durante nuestro paseo mientras contemplamos los espectáculos que nos depara la fiesta. Durante un segundo nos miramos a la vez, me sumerjo en sus ojos, inundados de esperanza, de amor, de libertad. Cuando nos damos cuenta miramos para otro lado y me sonrojo mientras noto como aprieta mi mano con fuerza.
Nos sentamos en un banco apartado a comer la comida que ha traído en una pequeña cesta de mimbre. El viento mueve susurrante las plumas de su atuendo y no puedo evitar fijarme en la poca piel que lleva expuesta. Sus labios delicados me hipnotizan, y por un segundo quiero dejarme llevar por el deseo, solo para recuperar la cordura a tiempo y suspirar por lo imposible de nuestra relación. Tras el tentempié nos abrazamos con dulzura y dejamos el tiempo volar.
Es ya pleno atardecer y continuamos abrazados. Poder dejar que duerma con la cabeza apoyada en mi es algo que siempre he deseado hacer, como una pareja normal, pero que nunca pensé que nos atreveríamos a lograr. Siento como se va despertando poco a poco, e intento no sobresaltarla. Un vendedor se acerca despacio, intentando no perturbar nuestra tranquilidad, y me susurra:
-Señorito, ¿no crees que tu novia se merece la mejor de las flores? -Dice mientras me tiende una rosa.
-Se merece eso y mucho más. -Contesto, entre divertido y orgulloso.
Pero mientras recogía la flor, dejo de sentir el cálido abrazo que hasta entonces me había acompañado y veo como huye de mí. Sabía que esto pasaría, que era inevitable, que no podríamos continuar así para siempre, pero aún así no podía evitar que doliera. Una relación que hay que ocultar a toda costa no puede acabar bien. Pero entonces decido correr. Decido perseguir mis sueños y olvidar todo los demás, decido luchar por la persona a la que amo, y no dejar que nada nos impida estar juntos.
Ha llegado a su casa. Intenta cerrarme la puerta, pero consigo entrar. Nos miramos y el tiempo se detiene, pasa una eternidad sin que ninguno haga nada, sin respirar.
-Te quiero. -Rompo el silencio.- Te quiero, quiero estar contigo para siempre, quiero formar parte de tu vida, quiero abrazarte y no soltarte nunca. No voy a dejar que nada nos separe.
Recorro la distancia y le quito la máscara. Lo veo tal como es, sin mentira ni disfraz. Y entonces lo atraigo y le beso, mientras lo abrazo con fuerza. Es el hombre al que amo y no pienso soltarlo nunca. Ni siquiera cuando termine Carnaval.
~6~
El Carnaval de Gran CanariaLos Carnavales de Gran Canaria pueden que sea de los mejores junto a los Carnavales de Cádiz y Brasil. Como cada año por el mes de Febrero, se celebra el Carnaval de Gran Canaria. Pero un día antes, se celebra la gran gala Drag Queen, donde participaron este año hasta un total de 16 Drag Queens. La última actuación, para sorpresa de todos, era una chica. Al finalizar la Gala y nombrar al ganador, este solo puede reinar por un día. Al día siguiente, la gran Cabalgata de Gran Canaria, donde este año unos dicen que habrá un total de 64 carrozas, otros hablan de un total de 120 carrozas, menuda barbaridad. Este año, las carrozas salen del Parque San Termo y finalizan su recorrido en el Parque Santa Catalina. Otros años el recorrido era al contrario, del Parque Santa Catalina al Parque San Termo. En su recorrido no falta las risas, el brillo, la alegría y el color del Carnaval, además de la buena música. En este Carnaval no existe la crisis. En cuanto al tema de los Disfraces, este año muy bien. Uno iba de hada madrina y decía que le iba a dar trabajo al hermano de Chona, jaja. Otros iban en grupos disfrazados de Pit Stop y se ponían a parar todos los coches que pasaban cerca a cambiar neumáticos en plan coña. Este Carnaval ha estado muy bien, se va superando.~7~
Tenía las manos frías, heladas. Me había llamado Carlos esta misma tarde, hace ya unas horas.
-Sabes que día es hoy, ¿no?
-Por supuesto
-Entonces...¿al final te vas a disfrazar? Vamos a ir de enfermeras cachondas-. rió él
-No, no voy a disfrazarme-. Solté una leve carcajada
-Como veas. Hemos quedado a las once en frente de mi casa. Lleva algo de dinero.
-Vale, luego te veo
-Venga chao
Lo cierto es que nunca me había disfrazado para estas fiestas. Aunque me encantase actuar y vestirme de diferentes personajes para obras de teatro, no me parecía lógico ir disfrazado por la calle, no me parecía lógico romper el equilibrio humano, la homeostasis entre cordura y locura. La gente sale a la calle, carente de razón, despojados de sus personalidades, imaginando que son otra persona, quizá para huir de la rutina o quizá para alejarse por un día de su espantosa realidad. Todos, como un rebaño de ovejas descarriadas, que siguen a la Luz Bella.
Estaba nervioso, sentía que este día iba a ser especial, un día para recordar y jamás olvidar. Las manecillas del reloj de la cocina parecían no avanzar, cada tic-tac se alargaba durante horas, cada minuto, una eternidad.
Llegó la hora de empezar a prepararme y el pulso aún me temblaba. Todos mis movimientos eran torpes e imprecisos. Salí de casa con el corazón a punto de salirse de mi pecho.
En cuanto ví a mis amigos, pensé “Qué idiota soy. No tengo por qué estar nervioso. Solo es un día normal”
No pude evitar reirme de ellos al ver como iban vestidos: relleno de pecho, camisetas blancas escotadas y una especie de faldas cortas que sacaban a relucir sus peludas piernas. Carlos se adelantó a saludarme y me dijo “No podrías haber tardado más, ¿no?”, se rió y fuimos a coger el autobús que llevaba al centro. Pasamos la noche de bar en bar, riendo, bailando y bebiendo.
Ya de madrugada, apenas sabía por donde andaba ni dónde estaba y me marché a casa.
A apenas dos manzanas de mi portal, dos chavales de unos dieciséis años que aunque llevaban unas ropas harapientas, intuía que no iban disfrazados, me cortaron el paso. A pesar su estatura poco privilegiada, el menos bajo de los dos se atrevió a preguntar.
-¿Tienes dinero?
-Para ti no, niñato-. contesté sin pensarlo
-¡Que me des el puto dinero!-. Gritó el poco agraciado chaval
-Lo que te voy a dar va a ser una paliza
El más bajo de los dos me hizo un placaje y, debido a mi pobre estado, perdí el equilibrio. Me levanté rápidamente y le solté un puñetazo al “alto”, pero de repente sentí como un frío filo me atravesaba la carne y se introducía en mi cuerpo. Observé cómo aquel diablo enano reía y escuchaba a mis espaldas cómo el otro gritaba “¡Corre!¡Corre!”. Sin dudarlo un instante, le agarré... y le estampé la cara contra una pared. La sangre emanaba abundantemente por su cabeza y su cara mostraba una mueca de horror que se desvaneció en canto cayó al suelo, inerte. Empecé a correr, sin mirar atrás. Ahora, volvía a estar nervioso, ahora, mis movimientos volvían a ser torpes e imprecisos. Ahora soy incapaz de pensar en algo, el alcohol ha anulado mi raciocinio. Al fin he llegado a mi portal. Ahora vuelvo a tener las manos frías, pero la sangre que tengo en ellas me las quema, como si fuesen a derretirse.
Lo que hace unas horas quería recordar, ahora lo quiero olvidar. No, hoy no es un día normal.
~8~
Aquel privilegio era imposible de conceder para mí. El baile de máscaras anual que celebraba la condesa del pueblo era un acto solo para privilegiados, y no para sucios pobres como mi persona, pero la carta lo decía.
Estimado lector.
Ha sido usted invitado al baile de máscaras anual, celebrado por la Condesa De Los Valles y su hija mayor, el día dieciséis de Febrero. Es recomendable llevar ropa de gala, y, como su título dice, una máscara. Las puertas estarán abiertas a la hora de las siete de la tarde, al crepúsculo del día.
Solo hay una condición. Precisamente, usted ha sido elegido por alguien de gran importancia en la gala, pero, para saber quién es, deberá encontrarla. ¿Por qué si no iba a estar aquí? Cerré la carta y pensé de inmediato quién sería, y por qué me invitarían, ¿Por qué iba a querer la señora Condesa invitarme? No lo sabía. Decidí coger lo más refinado posible, pero mi vestuario era escaso. Aquel día, tuve que salir a gastarme el dinero en una máscara: ¿Y dónde se compran máscaras de baile? También encontré una camisa blanca junto a unos pantalones marrones era lo único decente que conseguí. A la hora correspondiente, salí de mi casa, hacia la gran mansión que lucía en la cima de la colina. Las calles, conforme me acercaba a la mansión, eran menos estrechas y más limpias.
Llegué a la mansión en momentos justos. La gente, vestida con elegantes vestimentas, me miraba como si fuese un inferior de las tierras bajas. Entré por el portón, mientras que un sirviente reverenciaba mi presencia, al igual que todos los que entraban. El comité de bienvenida se trataba de una larga mesa llena de platos de aperitivo, de todo tipo. Pescados, carnes, pastas… Picoteé delicadamente y sin pasarme entre los platos, un poquito de esto… otro trozo de lo otro…
Pasada una hora, entre ligeras charlas predominadas por la falsa cortesía y el tema del reciente frío en las calles, al fin la noche se despejó: La condesa hizo tintinear una copa de champán ante los presentes.
-Debo agradecerles a todos por venir a mi fiesta, siempre es un placer pasar un buen rato con ustedes. –Dijo con cortesía- Así pues, debo decir, que cojan sus parejas, y se dé comenzado el baile.
La música, ligera, y compuesta por tres violines y un violonchelo, dio a sonar un vals entre la sala. La gente se cogió de las manos, y comenzó a bailar al ritmo de tres compases. Yo me quedé apoyado en la mesa, ¿pareja? La condesa solo dijo en su carta que debía encontrarla.
Así pues, me moví entre las parejas, pisando empujando sin querer, buscando una mano que no estuviese agarrada a otra persona. Evalué las máscaras y sus caras, pero nadie me dijo nada, solo miradas extrañas y acosadoras mientras continuaba el baile.
Se dio un intercambio de parejas, lo que me lió aún más. Una mujer, cuyo vestido dorado parecía dos pares de sábanas de largo, se cruzó ante mí, dando un giro. Me paré, y miré a mi alrededor, confuso.
Vi una sombra discordante en la música, alguien sin pareja. Ella me miró, y noté como aquella mirada no era de superioridad. La joven, de pelo negro y liso, totalmente largo, iba ataviada con un vestido de gala azul marino de pedrería beis. Su máscara era una media luna blanca sobre la noche oscura entre estrellas. Miré a la condesa, entre el vaivén de vestidos y vueltas, pero no la vi, había desaparecido.
Supongo que, a partir de ahora, debería creer en el destino.
~9~
Shinji era un chico muy tímido que nunca se atrevía a hablar con ninguna chica, pues se ponía realmente nervioso cuando lo hacía. En más de una ocasión se puso tan nervioso al hablar con una chica que tenía que huir corriendo avergonzado, algo que iba a ser diferente esta vez, pues San Valentín coincidía con los carnavales y tenía pensado aprovechar dicha coincidencia para declararse tras una máscara a la chica que tanto le gustaba. Debía ser un disfraz muy elegante para que llamase su atención, así que se hizo con un traje blanco que iba acompañado de una preciosa pajarita y de un sombrero de copa que disimulaba que no era un chico precisamente sobrado en altura. La máscara que ocultaba su rostro era una plateada que recordaba a la forma de un pájaro.
Llegó el gran día de la fiesta de carnaval en la que se declararía a la chica de sus sueños, Yoko. Shinji no paraba de morderse las uñas pensando en si todo aquello iba a ir según sus planes. Yoko estaba preciosa, con un vestido color turquesa con una cola que le impedía moverse con facilidad. Shinji se alegró mucho de aquello, ya que pensó que sería más fácil acercarse a ella y que así no tendría que bailar con ella llegada la ocasión.
No se lo pensó más y estuvo dando vueltas por la zona esperando a que Yoko estuviese sola, algo que no parecía fácil. Ella se encontraba junto a la mesa en la que estaban los aperitivos, por lo que siempre había alguien en la zona, alguien con quien siempre conversaba.
Cansado de esperar, Shinji decidió acercarse a coger un bizcocho de la mesa. En cuanto tomó el bizcocho que estaba al lado de Yoko, ésta le habló.
- ¿Nos conocemos? – dijo Yoko.
- Creo que no. – dijo Shinji mientras su voz temblaba de los nervios.
- ¿Has venido a acompañar a algún amigo? – preguntó Yoko para sacar conversación.
- No, verás… Es que… Yo… – balbució Shinji intentando decir algo coherente.
En ese momento un apuesto chico se acercó a ellos y Yoko avanzó un paso para poder besar sus labios. Cuando sus labios se separaron, el chico los empleó para hablar:
- ¿Quién es tu amiguito? – le preguntó a Yoko mientras miraba a Shinji.
- Pues no tengo ni idea, nos estábamos conociendo. – respondió Yoko.
- No os preocupéis por mí, yo sólo vine a por un poco de bizcocho. – dijo Shinji mientras señalaba su mano y se marchaba.
Shinji se marchó fuera, al jardín, consolado únicamente por aquel trozo de bizcocho. No dejaba de llorar y de llamarse estúpido a sí mismo por no haber sospechado que Yoko ya tendría que tener en su vida a un chico que estuviese a su altura.
De pronto unos brazos rodearon a Shinji, era una chica que pasaba por la zona y le había visto llorar y se había acercado para ver qué sucedía:
- No deberías llorar en un día de celebración como es hoy. – dijo la desconocida chica.
- Es que soy un estúpido, siempre lo he sido y nunca dejaré de serlo. – dijo Shinji mientras seguía llorando.
- A mí no me pareces ningún estúpido. Mi nombre es Dula, y soy tu vecina desde hace un par de meses. – se presentó la chica.
- Yo soy Shinji.
- Lo sé, sé muchas cosas sobre ti. Desde que me mudé llevo teniendo mucho interés en conocerte, pero nunca encontraba la ocasión. – explicaba la chica mientras limpiaba las lágrimas de Shinji con sus manos – ¿Sabes? Me pareces un chico realmente especial.
~10~
Bella sonrisa la tuya
Que la miro desde lejos
En una fiesta muy viva
De bailes y bamboleos
Desfiles de disfraces
Una canción de flamenco
No se comparan en mi alma
Con mi amor bien en secreto
Ya quisiera yo poder
Vivir carnavales estos
Ahora y en un futuro
A tu lado con tus besos
¡Mira! Que ya viene pasando
Todo mundo de juergueo
Pretendo que me contemples
Pero tu mirada no la veo
Tú has desaparecido ya
En la multitud de nuevo
Intento no entristecerme
Me mantengo en silencio
La siguiente primavera
Romperán cáscaras de huevo
Confetti recordará
Mi búsqueda en secreto
Ciudad Águilas de Murcia
Carnaval es el evento
Veré tu rostro entre calles
De bailes y bamboleos
~11~
El salón brillaba, regado por las luces que desprendían las arañas de cristal del techo. Cortinas de seda purísima recibían aquella luz y la convertían en parte de su propia belleza, mientras que un suelo esmerilado reflejaba la magnífica escena que el lugar ofrecía. Nada que ver con la penosa escena que daban los lastimeros criados que lo pulieron horas ha, pensó Bufón, mientras esbozaba una sonrisa salvaje que rozaba las comisuras de los propios labios de su máscara de arlequín.
Pero al poco rato, y como signo de respeto, acalló su mente, que enturbiaba el acompasado sonido de la música de baile. Cuando volvió a alzar la vista del suelo, se vio inmerso entre una serie de parejas que bailaban bajo el amparo de máscaras o antifaces. Haciendo gala de un sigilo impecable, dio unos pasos para salir del círculo de parejas. Sin duda un baile perfecto, se dijo a sí mismo, tal y como todos esperaban. Aún con su sonrisa casi desquiciada, soltó un suspiro de aburrimiento. El mismo baile que año tras año se celebraba, los mismos enmascarados infieles que año tras año ejecutaban un mismo baile, sabiendo que sus parejas no habían cambiado. La pompa y el juego de corte siempre habían aburrido a Bufón, y aun así había asistido a todas aquellas fiestas, fascinado por un mundo tan complejo, y a la vez tan simplón.
Por ello, aquel año había decidido cambiar la tradición. Cortar la etiqueta. Lo preparó todo para que lo que viniera a continuación marcara al salón y a los invitados. Ni la criada con las rodillas más resistentes podría limpiar lo suficiente el suelo como para borrar el recuerdo que allí quedaría.
Se llevó la mano al interior de la chaqueta. La sonrisa de la máscara se le había clavado en la cara, la cordura escabulléndose entre los huecos de los dientes. ¿Estaba loco? Es posible, pensó Bufón, pero no había que confundir a un loco con un imbécil. Él era un genio, de mente enferma pero heroica.
Por fin dio con su objetivo. Agarró la empuñadura del arma, y echó un último vistazo a la gente. Le dio un poco de asco que tantas almas impuras mancharan un salón tan impecable. De repente, pasó del asco a la incomprensión, y de ahí a la risa. Como si de vómito se tratara, las carcajadas brotaban de su cuerpo, salvajes y poderosas. Se rio intensamente, como si tuviera miedo de dejar algo nocivo en su cuerpo al no vaciar sus pulmones. Entonces se dio cuenta de que la banda había parado, y de que todos le miraban. Esperarían un recital. No les puedo defraudar ahora, dijo Bufón. Sacó entonces el arma, y comenzó a frotar las cuerdas vocales del aristócrata más cercano, como si de un violín se tratara. Las estocadas se sucedieron, y la gente chillaba horrorizada al ver cómo un suelo tan perfecto era manchado por sucia sangre humana. Pero Bufón estaba demasiado concentrado en componer la pieza maestra, y nada oía a su alrededor.
Un rato después, Bufón dio por terminada su obra. Perfecto, se dijo a sí mismo. Espero que la disfruten. El rojo pegaba con el brillo aúreo de los candelabros, y las ondas de las cortinas contrastaban con los cuerpos quebrados. Bufón sintió una imperiosa necesidad de unirse a su propia obra maestra.
Y entonces dedujo que ese era un buen momento para suicidarse.
~12~
Otra vez llega el Carnaval, que rollazo. No puedo entender como a la gente le gusta eso, ¿Qué se creen, que tenemos 5 años? ¿A qué juegan? Es que incluso cuando yo tenía 5 años era así de crítica, ¿Porqué querían que nos vistiéramos con ropa cutre? ¿Qué buscan? ¿Ridiculizarnos? ¿Vestirnos de tonterías como elefantes, monos, brujas, piratas...? No tiene sentido ¿Acaso somos elefantes o brujas?
¿A qué juegan con nosotros?
Puedo entender otras fiestas, la Navidad, por ejemplo, aunque tenga una base religiosa, pues bueno... sirve para reunirte con familiares y amigos, algunos de los cuales solo puedes ver en esas fechas por motivos de trabajo, que viven lejos... Semana Santa si no eres religioso, pues, unos cuantos días sin ir a clase o al trabajo, nadie te dice que no los quiere. ¿Pero Carnaval? ¿A qué juegan con ello?
Como venía pensando... ¿Qué sentido tiene disfrazarse? ¿Adoptar otra cara, otro aspecto, otro rol? Es decir, ¿Ser lo que no eres? Ser un falso, por tanto. ¿Eso buscan, que renunciemos a nuestra identidad para sentirnos aceptados? Que gran ironía, luego nos dicen que seamos nosotros mismos...
Ya veo como la sociedad está llena de contradicciones, por una más...
Acepto que los actores adopten otro rol cuando actúan porque... son actores profesionales, lo suyo es un arte reconocido y sin ellos no tendríamos ni películas ni series ni obras de teatro y un largo etcétera.
Amigos y familiares me preguntan de que me voy a disfrazar. ¿Pero qué se creen? ¿Qué voy a sucumbir a tal burda tradición sinsentido?
Por favor, que tengo 20 años, tengo una edad...
Incluso mis amigos, que tienen edades parecidas a la mía, participan en esta pantomima, los creía más sensatos. Críticos para unas cosas, pero sucumben a esto. Además me dicen que esto de disfrazarse es un juego, ¿Juego para quién?
Todo esto fueron reflexiones mías mientras volvía a casa de camino de la Universidad. Ya era de noche, ya que anochece pronto aún en Febrero aunque fueran las 7 y 30 de la tarde.
Cuando llegué a casa, hice lo de siempre, abrir el Facebook y el Tuenti, a ver qué contaban.
A los pocos minutos me habló una amiga por el chat del Facebook:
- Jessica, recuerda que hemos quedado a las 9 en casa de Antón para la fiesta de disfraces de este Carnaval.
Antón era uno de nuestros amigos.
Le respondí:
- Qué ganas tengo de que lleguen las 9, iré encantada – Le contesté.
~13~
-Por fin.
El viento azotaba las hebras de pelo escapadas de la cinta de seda que las retenía en lo alto de la cabeza de la joven. Ésta alzó la mano y las apartó abstraídamente de su cara, sus ojos fijos en la marmórea ciudad que se alzaba delante de ella.
Jadeando, su compañero de viaje se puso a su lado, las manos apoyadas sobre las rodillas para recuperar el aliento.
-Espero que tengas una muy buena razón para arrastrarnos por medio país a este paso, Syrene -refunfuñó-. ¿Me quieres explicar por qué demonios teníamos que llegar hoy a la capital?
La respuesta fue apenas un murmullo, perdida entre los trinos de los pájaros.
-Porque hoy es la fiesta de la Bajada.
La Bajada. En Pyresse, era sin duda alguna una de las mayores celebraciones de cada ciclo de estaciones. Mientras que en los pueblos más alejados las principales ocasiones festivas tenían que ver con la cosecha, las primeras heladas o la caída de las hojas; en su capital el Rey mantenía las antiguas tradiciones, aquellas que se remontaban al comienzo del mundo. La Bajada conmemoraba el descenso de las almas desde los pisos inferiores de la morada de los dioses, dirigidos por la diosa Lienne, al mundo, colonizando las formas de los diversos animales, plantas y seres humanos que había creado su hermano antes de partir. Peregrinos de los templos de las montañas, como el de Syera en Sorondera, se dirigían año tras año a Pyresse llevando trajes de distintos seres vivos, para celebrar el nacimiento de la vida inteligente.
Y esa era la ocasión perfecta para Syrene.
--¿La fiesta de la... ? Con mayor razón, entonces. La ciudad estará hasta arriba de gente, será imposible encontrar alojamiento y, si querías visitarla, podrías haber escogido cualquier otro día. Ni que se fuera a mover de ahí.
-No... pero hoy es el único día en el que podría entrar ocultando quién soy.
Rebuscando en su morral, Syrene sacó las pieles de zorro que había comprado a un vendedor ambulante apenas una semana antes. Quedándose tres de ellas, lanzó las otras a su amigo.
-Ponte esto -al mismo tiempo, colocó una de ellas sobre su cara, haciendo dos pequeños agujeros con la daga que llevaba en el cinto para poder ver a través de ellos. Mientras Wil se peleaba con los trozos, ató otra de las pieles alrededor de su cintura, y la tercera sobre su pecho.
-Siempre tienes que salirte con la tuya... -protestó él, colocándose el improvisado disfraz de mala manera.
-Deja de protestar y vamos.
Las columnas que flanqueaban la entrada norte de la ciudad estaban engalanadas con ramilletes de muérdago y flores de primavera Syrene y Wil pasaron entre un grupo de novicias cubiertas con velos grises y pardos que reían alegremente. Pese a todo, el corazón de la joven se encogió mientras los guardias pasaban la mirada por encima del grupo, antes de continuar tomando su bebida de grosella fermentada. pero no se viaja con alguien cinco años sin que esa persona te conozca un poco, y Wil advirtió su turbación.
-¿Sucede algo?
-No...
La mente de la joven se desplazó a diez años atrás, cuando apenas tenía siete años, y Pyresse era toda su vida. por su cabeza volvieron a pasar las escenas que habían dado al traste con el mundo que había conocido hasta entonces: el fuego, la sangre, los asesinos, los gritos de "traición"... y el terrible conocimiento de que ella había sido la que había propiciado la tragedia.
Se limpió una Lágrima, apretó la mano de Wil, y sonrió. Al menos, entre la alegría general y el anonimato de un disfraz, podía volver... una vez cada ciclo de estaciones.
[Nota: Dado a una petición personal del autor, el relato ha sido autorizado a pesar de exceder el límite de palabras]~14~
Asesino de carnaval
Ah, el carnaval. Qué festejo más oportuno. Con sus máscaras. Con sus capas. Con sus disfraces y ruidos. ¿Qué sería de nuestra profesión sin el carnaval? Una época en la que hacer tu trabajo, con tranquilidad, sin ocultarse. A plena luz del día. Y de la noche.
Oscuros pensamientos ocupaban la mente de Xylon. La profesión se estaba haciendo cada vez más complicada. Demasiada vigilancia. Tecnología. Seguridad. Por eso, para él, para los suyos, el carnaval representaba una gran oportunidad. De pasar desapercibido.
Xylon avanzaba entre las multitudes con la destreza propia de los suyos. El objetivo había sido marcado y lo seguía a cierta distancia. Éste no llevaba más disfraz que su maletín y el miedo reflejado en su rostro. Que un sudor frío recorriendo el cuerpo de quien se sabe seguido. Qué fácil era su profesión en el carnaval.
Por las ramblas, por las calles, Xylon seguía a su objetivo. La noche se adentraba en las horas de la madrugada, pero la fiesta continuaba frenética. Los olores de las calles lo embargaban todo.
Un instante. Una distracción. El objetivo no estaba. ¿Sabría que le seguían? Lo sospechaba. ¡Ahí está! Se había puesto una máscara y trataba de confundirse entre las gentes. Confusión. Ruido. ¡Lo he vuelto a perder!
Gajes del oficio. Del carnaval. Perder a un objetivo es tan fácil como pasar desapercibido. Xylon avanzaba entre las multitudes abriéndose paso a empujones. Los ruidos y los reproches se hacían cada vez más evidentes. Demasiada gente. Demasiadas máscaras. Pasaron varios minutos hasta que Xylon se dio por vencido. El objetivo había escapado.
De repente, un disparo. El objetivo era Xylon. Su corazón.
Xylon cayó fulminado entre las muchedumbres. Pero nadie le prestó atención. El ruido, la muchedumbre. Pasaba por un borracho más durmiendo el sueño de los justos.
Ah, el carnaval. Qué festejo más oportuno. Una época en la que hacer tu trabajo, con tranquilidad, sin ocultarse. A plena luz del día. Y de la noche.
Bowler guardó su rifle de francotirador en su maletín. Qué fácil había sido.
~15~
Un gran carnaval
Unos días después del carnaval, dos grandes amigos empezaron a pensar que seria divertido hacer una competencia para el próximo carnaval.
-yo Hare la mejor carroza d Pokemon jamás vista- dijo eufóricamente uno de los amigos
Decidieron que durante todo el año Iván a preparar cada uno, una carroza de Pokemon para presentarla en el desfile de carnaval del año próximo para que las personas decidieran cual era mejor.
Al pasar de un año, ya los niños habían terminado sus carrozas. Trabajaron tan duro que hasta descuidaron la escuela y sus relaciones con otras personas, pero ambas carrozas eran espectaculares, tanto, que parecían Pokemon de verdad encima de una plataforma mostrando sus mejores atributos a las personas.
El gran día por fin había llegado los amigos se dirigieron al desfile y mostraron sus carrozas. Una era un arcanine que estaba parado cual rey de la selva mostrando sus afilados colmillos pero al mismo tiempo con la expresión de confianza que poseen estos Pokemon. El otro era un quagsire con cara de tonto que no es rara de ver en esta especie y una sonrisa muy graciosa pero que transmitía tranquilidad.
Las carrozas eran tan hermosas que ambas ganaron el premio del pueblo a la mejor carroza del carnaval, lo que significo un empate pero también una gran desilusión en ambos niños, porque los dos querían ganar.
Al llegar a su casa uno de los niños vio una piedra de un brillante color rojo encima de su cama , el niño tomó la piedra pero se dio cuenta que estaba muy caliente , se dirigió al teléfono para llamar a su amigo cunado de pronto – Rin Rin- sonó el teléfono , ¡era su amigo quien llamaba!, el niño le dijo que el también había encontrado una piedra y también afirmo que esta piedra era especial y le dijo a su amigo que la alzara en frente de su carroza, ya que esto haría que se transformara en un Pokemon verdadero, el niño hizo caso y obtuvo un arcanine que fue su compañero durante toda su vida.
Durante todo el tiempo que vivió después de ese suceso les decía a todas las personas que conocía que se esforzaran ya que tendrían una recompensa, a veces no seria la que se espera , pero será la mejor que puedas tener…
~16~
LA MÁSCARA DE HELIOSEra un día luminoso pese a ser de noche cerrada. La razón era clara, la gente estaba celebrando las fiestas del pueblo, unos carnavales en honor al Dios Helios. Los aldeanos estaban disfrazados y bailando, sus caras ocultas con máscaras.
De repente, todas las luces se apagaron. El pueblo quedó a oscuras. Los habitantes, sorprendidos, no sabían que pasaba. Y de repente una gran luz emanó.
De la plataforma central apareció un espectro. O esa era la impresión que daba. Un encapuchado cuya máscara dorada brillaba cegadoramente. Entonces los habitantes se aterrorizaron.
Durante siglos, los carnavales se celebraban como tributo al dios Helios, pero esa no era toda la verdad. Había en el pueblo un santuario secreto que albergaba una máscara sagrada que se decía tenía el poder de conferir la inmortalidad a su portador; de convertirle en un ser perfecto. Esa máscara era una leyenda, ¿cómo es que alguien la había logrado obtener? ¿Quién era ese sujeto?
De repente unos doce hombres disfrazados y enmascarados se abalanzaron sobre el hombre, pero el brillo de la máscara les impedía alcanzar al hombre...o tal vez era otra cosa.
En la alquimia, el oro está asociado con el sol. La legendaria piedra filosofal que muchos alquimistas buscaron confería la inmortalidad...y el poder transmutar cualquier elemento a oro.
Las estatuas de oro de lo que antaño eran policías cayeron sobre el hombre, quien con una fugaz mirada a su alrededor a todos los aldeanos convirtió todo el pueblo en oro.
El misterioso hombre desapareció con la máscara y no se le volvió a ver nunca más. El pueblo dorado y sus habitantes sumergidos en una siesta eterna desaparecieron del mapa ya que misteriosamente pocas horas después del suceso el pueblo desapareció como si no hubiese existido nunca.
Unos días después, un hombre alto y de una edad aproximada de unos 70 años que vestía de traje apareció en el valle desierto.
''
Los carnavales traen alegría y felicidad. Gracias a ellos ahora tengo el poder eterno que una vez creé; gracias a ellos la felicidad está en mis manos. Pero este poder es muy peligroso, así que debo destruirlo. Al igual que hice con el pueblo del Sol para que nadie nunca sepa la verdad'' comentó el hombre en voz baja, marchándose enseguida del lugar. ''
Yo, Nicolas Flamel, nunca dejaré que estos tontos humanos osen sobrepasar sus límites''.
Los gemelos, tras dictar uno y cada uno de los relatos a sus oyentes, colgaron una enorme pancarta con uno y cada uno de los escritos, junto a el número de votos de cada uno de los relatos participantes. #1
#2 XXXX
#3 XX
#4 X
#5
#6
#7
#8
#9 XX
#10 XXXX
#11 XXXXX
#12 X
#13 XX
#14 XXXX
#15
#16 X
