Autor Tema: [Cuento] La vida de Eslend German.  (Leído 1036 veces)

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Mustal

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[Cuento] La vida de Eslend German.
« en: 07 de Enero de 2013, 03:23:51 am »
¡Yo quería hacer una parodia, no un cuento! ;_; Sin embargo, visto el final, parece más una peli de Disney, con moraleja y todo si te lo piensas T____T

Aún así: Disfrutad el relato :D


Había una vez, un niño que nació sin cara.

El niño, que se llamaba Eslend German, no podía soportar las burlas de los niños de su clase. Todos los días, intentaba aparentar felicidad y ganas de aprender, se optimizaba al máximo pensando que ese era un día nuevo, pero al haber nacido sin cara y midiendo dos metros veinte, no era fácil hacer amigos en ese colegio.

Un día, cogió un rotulador permanente, e intentó dibujarse una cara. Claro, que como había nacido sin ojos, el resultado no fue muy bien. El pobre Eslend German no le echó buena cara a lo sucedido (no le echó buena cara…. ¿Lo pilláis? JASJASJASJASJASJAS matadme)

Spoiler: mostrar


Total, que tras cien lavados y un fregado, Eslend volvió a ser el mismo niño sin cara de siempre.

A los diecisiete años, Eslend se enamoró locamente de una mujer. La mujer, en cuestión, era ciega, pero le quería igualmente a pesar de no tener cara. Se amaban mutuamente, tanto tanto, tanto, que un día tuvieron un hijo.

El niño creció y creció, y Eslend por fin tuvo una vida feliz con su mujer. Tuvieron problemas, pero al final logró encontrar trabajo en un kiosko de la ONCE, aunque no vendía muchos boletos.

Pero las cosas fueron mal para el matrimonio German. Su mujer, un día, falleció, y su hijo se fue de casa. Además, la crisis venía, y no podía pagar su casa con el poco dinero que le daba la gente, así que Eslend partió de cero y creó una nueva vida. Se fue a un bosquecillo de los Alpes, y se cambió el nombre a “Slender Man” (Hombre Esbelto…. Jojojojo… y tan esbelto, si mide dos metros veinte)

Pero allí no tenía amigos. Siempre que un alpinista encontraba su refugio en medio del bosque, y llamaba amablemente, él aparecía y preguntaba quién era. Ningún alpinista le quería, todos salían corriendo y gritando. El pobre Slender se ponía triste.

Un día, recibió una carta. Slender la puso a la luz de las velas, e intentó leerla con las manos. Tenía un tacto increíble, pues sus dedos eran larguísimos. Podría haber aprendido a tocar el piano y todo. Notaba una y cada una de las fibras del papel cambiadas por la tinta. Comenzó a leer.

“Querido papá. Estoy de vacaciones en los Alpes con mi novia. He abierto una exposición de arte, y algunos de mis cuadros se me han caído por el camino, por desgracia. Aun así, solo son ocho cuadros de treinta, así que no importa mucho. Estoy deseando verte, ¿quedamos mañana por la noche a las dos de la mañana? Es cuando termina la exposición de arte, para tener unos momentos privados contigo. Sé que vives en los Alpes.”

No se lo podía creer, su hijo le quería. Slender quería llorar de la emoción, aunque no pudiese. Se levantó de su silla, y volvió a darse en el techo una vez más. Odiaba darse en el techo de su casa, era tan bajo…

Salió dando saltitos de su casa, y cerró la puerta. Slender estaba muy feliz, ¡al fin iba a verse con su hijo! Era medianoche cuando decidió salir.

Dando saltitos en medio del bosque, un monstruo sin cara y que medía dos metros veinte se adentraba por la maleza. Iba trajeado, para que su hijo pensase que no estaba en la miseria y era un hombre honorable.

-“Pero voy a recoger primero los cuadros que se le han caído a mi hijo. Seguro que no pueden estar muy lejos, y yo me conozco este bosque como la palma de mi mano.” –Pensó, alegre.


***


La Luna ya relucía en medio del claro cielo. La noche era muy oscura, y apenas podía ver más de lo que alcanzaba la linterna. La joven alpinista estaba totalmente sola, abrigada con tres capas de abrigo, y buscando el camino al siguiente refugio.

-Oh, ¿qué es eso que hay ahí? –Dijo enfocando la linterna.

Era un cuadro. Muy bien pintado, reflejando la puesta de sol del mar. Los colores eran sobre todo azules y naranjas, contrastando entre cielo y mar.

-Oh… qué bonito… ¿Qué hará aquí? Debe ser del chico ese que montaba una exposición de arte por aquí, se le habrá caído…

La firma dio en el clavo sus intuiciones. Ponía “Jack German”.

-Quizá se refugie en algún lado de este bosque, le buscaré… -Dijo la inocente chica cogiendo el cuadro con la mano.

Precisamente, en aquel momento, Slender avistó a aquella inocente chica llevándose el cuadro de su hijo. Pensó, que tal belleza no podía decorar una pared, el cuadro era de su hijo. Decidió seguir a la chica, para decirla inocentemente que es todo un malentendido, y que le deje el cuadro para su hijo.

La joven se volvió, y soltó un grito desgarrador al ver al hombre sin cara. Éste lo interpretó como siempre lo interpretaba: Miedo. La chica se puso a correr en medio del bosque, armada con la linterna, la mochila, y el cuadro. Slender no quería perder aquel cuadro, y tenía que hacer saber a aquella chica que todo era un malentendido, así que decidió perseguirla.

-¡¡¡AAAAAAAAH!!! ¡Ayuda, por favor! –Gritaba la chica en medio del bosque a oscuras, llorando. - ¡Ayuda, me persigue un monstruo! AAAh, por Dios, Sally, no le mires, no le mires… Si no le miras no sientes miedo, relájate. –La joven pareció serenizarse- ¡Oh! ¡Otro cuadro!

Lo que faltaba. Robando cuadros, huyendo de él, y además le llama monstruo. Estaba decidido a decirle…

-¡AH! –Chilló- No me toques. –Dijo con las lágrimas en los ojos, dispuesta a correr de nuevo.-No me mates, por favor…

Slender solo buscaba amigos, no quería matar a nadie. (Claro, que en un bosque a media noche, que te persiga un engendro sin cara de dos metros veinte…). Le tendió la carta de su hijo a la chica, quien temblaba como si su vida fuese a desvanecer. Con uno de sus larguísimos dedos, señaló que la leyese.
La alpinista intentó tranquilizarse, e intentó leerla.
-Oh… tú hijo es Jack German…

Slender asintió.

-Siento el malentendido. ¿Buscas la exposición? –Slender volvió a asentir- Es todo recto, hasta que se acaben los árboles. Yo también iba allí, ¿sabes? La exposición era hace bastante tiempo, me perdí, y buscaba el refugio donde debía alojarse su hijo, señor German. ¿Me acompaña?

Slender volvió a asentir, feliz. Al fin creía que había hecho una amiga de verdad.



PD-Edit: Lo mío es otra manera de ver las cosas. Cuando juego a Slender, me imagino un amable monstruo que quiere hacer amigos y me persigue por el bosque con ganas de jugar  :ph43r:
« Última modificación: 07 de Enero de 2013, 03:29:53 am por Acid Citric »


haber si me muero

Garm

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Re:[Cuento] La vida de Eslend German.
« Respuesta #1 en: 07 de Enero de 2013, 03:41:25 am »


Cuento bonito y tal.

100% Peli de disney
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Re:[Cuento] La vida de Eslend German.
« Respuesta #2 en: 08 de Enero de 2013, 01:51:11 am »
Historia bella y eso.
100% film disney.

(?)
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Re:[Cuento] La vida de Eslend German.
« Respuesta #3 en: 08 de Enero de 2013, 01:58:03 am »
Omg, LOL con la forma en la que te imaginas a Slender.

C'mon. Que es Kraft disfrazado.

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