~Capítulo 29~Kronos pensaba que el desierto de Australia tendría arena, como todo desierto normal. Se equivocaba en parte. La superficie era totalmente seca, sin rastro de vegetación alguna exceptuando los matojos grises de hierbas secas. En ocasiones, podía ver algo de arena, pero todo era, sencillamente, roca y tierra, a pleno sol de la luz del día.
Habían pasado dos días ya, y las reservas eran escasas. Vicky agitaba la cantimplora con un rostro lúgubre.
-No queda mucho más del borde, Kronos. –Dijo, sedienta.
-Tenemos que encontrar al tío ese ya. ¿Qué hay de reservas de comida?
-Solo nos queda algo de queso rancio y pan. –Le contestó Vicky. –Tenemos que encontrar esa aldea cómo sea...
Kronos sabía que la aldea no debía de estar muy lejos. Windersday se quedaba marcada por el GPS en el centro de Australia aproximadamente, y habían aterrizado en la base más cercana. Hasta ahí, fueron a pie.
-Arena nos dijo que fuésemos a por el chico, pero no encontramos ni la aldea. –Vicky estaba roja, a punto de estallar- Kronos, llama a Arena y dile que renunciamos a la misión.
Kronos probó a hacer lo que decía. Marcó el número de la PxP, y esperó a que lo cogiese Maestro Arena.
“Beeeeeep…”-“Beeeeeeep…”-“Beeeeeep…”*Kronos comenzaba a impacientarse*
“Beeeeeep…”-“Beeeeeep…”El número al que ha llamado está apagado o fuera de cobertura. Por favor, deje su mensaje. *Beeeep*Kronos deseó cagarse en todo mientras colgaba el móvil. Vicky calló al suelo y gritó una maldición.
-Bueno, lo primero de todo, será tranquilizarse. Aún queda para el anochecer, así que pasaremos horas frente al sol. Hay que encontrar Windersday. –Dijo Kronos- Pero lo primero, será localizar agua.
Y anduvieron durante horas. Kronos no podía aguantar la sed mucho más, creía que iba a caer. Miró hacia su compañera, ella tampoco aguantaría mucho más.
-¿Has probado a cortar un cactus? –Dijo Kronos.-Los cactus almacenan agua en su interior.
-Mira bien a tu alrededor: No hay cactus. –Le respondió Vicky con un sarcasmo hiriente.
Kronos ignoró esas palabras. Se había quedando mirando atentamente a un punto azulado que surgía a su derecha, tras una enorme depresión.
-¿Eso no es un lago?
-¿Qué? –Dijo Vicky, alterada.
-Sí… lo veo muy bien… ¡Es un lago! –Kronos saltó, eufórico. - ¡Un lago, Vicky! ¡Es enorme!, ¿no lo ves?
Vicky entrecerró los ojos, y volvió a abrirlos con una expresión de euforia.
-¡Un lago! ¡Kronos, estamos salvados! –Gritó.
Debido a la humedad, el terreno se había tornado a una especie de zona pantanosa y a la vez muy seca, con arena, barro, y tierra seca a la vez. Los dos corrieron juntos hacia el lago. Kronos decidió ir más pacientemente, pero Vicky parecía obsesa por un rastro de agua cualquiera. Debía de estar a punto de caer de la sed. Se adelantó, y Kronos decidió perseguirla.
Sin embargo, Vicky calló en algo.
-¡GYAHHH! ¡Kronos! –Chilló.
Kronos la encontró sumergida en un enorme charco de barro. El charco debía de ser muy profundo, y la anchura podía llegar a los dos metros y medio sin problema, pero estaba cubierto por una capa de tierra frágil. Vicky se encontraba hundida de cintura para abajo en el charco de barro, y no dejaba de moverse y chillar, buscando una salida. Sus movimientos hacían su descenso más rápido.
-¡KRONOS! –Chilló de nuevo, girándose- ¡Ayúdame! –Poco a poco, se iba hundiendo cada vez más.
-Vicky, esta tierra es muy poco estable, si diese un paso más podría caer yo también. –Le gritó.
-¡Me estoy hundiendo! –Dijo con el fango ya desde el ombligo. – ¡No puedo salir! –El tono de voz de Vicky se tornó a una súplica.
-¡No sé qué hacer! –Le gritó.
-¡Pues haz algo! –Gritó, enfadada.
-Muy bien… -Kronos decidió tranquilizarse- …De momento, deja de moverte. Solo te hundirá más y más.
-¿Y ahora qué? –Le dijo Vicky insegura. El barro ya le llegaba hasta los pechos.
-¡Cálmate! Voy a… voy a intentar sacarte de ahí. –Dijo dando pasos leves hacia el fango- Voy a ver si puedo acercarme.
Vicky le miró, alterada. Kronos podía escuchar su rápida y arrítmica respiración, la respiración de alguien que piensa que va a morir. Se palpaba el nerviosismo. Kronos se acercó un paso más… Y otro más. Ya solo estaba a un metro de Vicky.
Pero algo rompió a sus pies.
¡KRONOS! –Gritó suplicande Vicky- ¡Espera, me acercaré!
La chica se movió hacia él, dando brazadas ligeras. Kronos intentó salir del fango, pero solo pudo asomar la cabeza y los hombros. Se cogió del brazo de Vicky. Con la otra mano que le quedaba, intentó agarrar un pedazo de tierra del que seguía en pie, pero el terreno arcilloso se dobló, y se quebró, cayendo al fango. El barro ya les llegaba hasta la barbilla, y Kronos comenzó a respirar más entrecortadamente. Cogió a Vicky, y la abrazó con todas sus fuerzas.
Comenzaban a inclinar sus cabezas a modo de respiración, la tensión se iba acumulando. Kronos volvió a coger un pedazo de tierra para poder aguantar, pero todo el terreno de su alrededor era arenoso, disuelto en pedazos.
Sabía que iban a morir. Iban a morir.
Vicky le miró a los ojos. Tenía el rostro repleto de lágrimas, y respiraba a la vez que sollozaba. Kronos también lloraba. Dio unos movimientos más desesperados, en busca de algo sobre lo que sostenerse. El sol les daba en la frente fuertemente, y no podía ver más allá. Su tumba de barro les estaba enterrando vivos, y pronto se ahogarían.
Pero Kronos tocó algo… algo sólido. Era una… cuerda. Kronos pensó que era una salvación. Se agarró a ella lo más fuerte posible, y con ella, a Vicky.
-¡¡AYUDA!! –Gritó, suplicante.
La cuerda tiró con fuerza, con los dos. Una voz española les respondió a su súplica.
-¡Debe soltarse uno de ustedes dos! –Gritó su salvador- Pesan mucho.
-Vicky, cógete de la cuerda. –Le dijo.
-¡No pienso abandonarte!
-¡Luego cogeré a tu acompañante, pero cógete o te hundirás! –Dijo.
Vicky tuvo que aceptar las normas. Se cogió de la cuerda, y Kronos se soltó. La cuerda volvió a tirar, y, poco a poco, Vicky salía del fango con una capa marrón en todo su cuerpo, por el pelo, y la cara. Apoyó un pie en la quebradiza tierra, pero ésta pareció mantenerse firme. Kronos respiró aliviado, mientras Vicky salía poco a poco, cansada, del enorme charco.
Ahora le tocó el turno a Kronos. La cuerda tiró de nuevo, y él se agarró con todas sus fuerzas. El barro estaba resbaladizo, pero el sol había hecho que se secase lo suficiente, ya que debían ser las dos o la una del mediodía. Al fin, Kronos salió del charco. Se arrodilló, cansado en el suelo, mientras gotitas de barro caían por todos los lados de su cuerpo.
-Habéis pasado un mal trago, ¿eh? –Dijo su supuesto salvador.
Era un adulto, de hasta unos treinta y cinco años. Era muy alto, y corpulento. Los brazos eran fuertes y en su cara lucía una barba corta, marrón castaño. El individuo tenía una piel cobriza, e iba vestido con una camiseta de manga corta.
-Mi nombre es Mark, Mark Pérez en concreto. Veo que habláis español... Pues yo nací en España, pero, por cosas de la vida me encuentro en Australia. ¿Y vosotros?
Kronos sabía que sus extraños nombres de la PxP extrañarían a Mark. Decidió presentarse con un nombre falso.
-Mi nombre… Carlos, Carlos Castella. –Dijo, inventándoselo. Vicky le miró a los ojos, y ella misma supo qué había que hacer.
-Y yo María Victoria de la Fuente.
-¿Qué hacían dos chicos como vosotros en medio del desierto? Habéis caído en una trampa de caza: Los animales pisan este terreno, y caen al lodo sin salida alguna.
-Buscábamos rastro de agua, ya que nos habíamos perdido. Íbamos en busca de una aldea llamada Windersday, ¿la conoce? –Le preguntó Vicky.
-¡Por supuesto que la conozco! Vivo allí.
-¡Genial! –Sonrió Vicky- ¿Podría llevarnos allí? Tenemos asuntos pendientes.
-No importa. Me acompañáis a pie, que está cerca. Por cierto, ¿dónde buscabais el agua? –Preguntó Mark mientras andaban hacia la aldea.
-Oh… -Dijo Kronos, recordando la increíble sed que tenía. Se giró en dirección al lago. - Pues en ese lado de ahí…
Sin embargo, Kronos se paró al descubrir que no había ningún lago delante de ellos.
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Y, por incidentes de la vida, he decidido ser generoso con mis lectores: ¡Capítulo Extra!
[Este capítulo no influye en nada en el argumento principal de la historia, de hecho, lo escribí ayer ]~Capítulo Extra~Después de que Kaito les enseñase sus habitaciones, Yuri durmió de golpe aquella noche. A la mañana siguiente, se despertó un poco más tarde de lo normal. Hizo la croqueta entre las sábanas, y dio otras dos vueltas más, medio-adormecido. Al fin, al ver que no podía dormirse de nuevo, miró el reloj de mesa: Las doce de la mañana.
-Bfff… Raruto es capaz de echarme un manguerazo de agua como no me levante… -Se dijo así mismo, mientras que se rascaba su pelirroja cabeza.
Yuri siguió inspeccionando la habitación, aquella lujosa habitación. El colchón era muy suave, y te hundías como si fuese una nube. Las sábanas eran bastante simples, pero a la vez, cómodas y bonitas. La habitación seguía la misma decoración de la casa: Un blanco plano sobre suelo de baldosas blancas y negras, y remaches dorados. Aquella habitación era gigantesca, Yuri nunca había dormido en algo tan grande, ni siquiera cuando fue de vacaciones a un hotel en la playa. La cama era del tamaño de una de matrimonio, y delante de el había una mesa de madera de ébano, como la de los pianos con clase. Al igual que en el recibidor, plantas de tonos verdes vivos reposaban en las esquinas de la habitación y en las paredes, dándole un ambiente menos muerto a la sala. El señor Kaito no tenía mal gusto.
Decidió levantarse, descalzo, y con el pijama que le había proporcionado Kaito –De los cuales estaban recién comprados por su mayordomo aquel día- y decidió ir al comedor. Abrió la puerta negra, y bajó las escaleras. El ambiente estaba tranquilo, y de vez en cuando se cruzaba con algún sirviente por el camino. Vio que Roger salía de la sala del comedor con una bandeja de frutas, por lo que dedujo que Raruto y Daloz estarían desayunando.
Y así era. La mesa blanca era de proporciones similares a todo lo de la casa: Majestuosamente gigantesca. Bandejas de plata y oro corrían entre los platos, y Raruto cogía de cada uno. Daloz mordisqueaba relajadamente un cruasán, mientras que el señor Kaito no debía de estar presente.
-Roger, ¿y el señor Conwaer, y Ángel, y Paco? –Preguntó Yuri.
-El señor Conwaer ha salido a hacer unos pequeños recados junto a sus acompañantes, nada importante. Enseguida volverá. –Dijo mientras cogía una bandeja de cruasanes y la dejaba entre los platos de la mesa.
-¡Hey, Yuri, siéntate! –Daloz percató en su presencia- ¿Quieres un cruasán? Recién hechos están deliciosos, están hechos por un francés y todo.
-¿Qué tiene que ver que estén hechos por un francés? –Preguntó Raruto, pero Daloz no se percató de su pregunta.
Yuri se sentó, y cogió una de las frutas de la bandeja dorada que reposaba en medio. Le pidió a Roger un café, y mordisqueó la fruta vagamente.
-No, paso, luego si eso me tomo uno.
-Por cierto, Yuri, ¿sabes qué día es hoy? –Raruto, sobreactuando, se acercó a Yuri sonriendo y asintiendo.
-Eeeeh… No.
-¡Siete de febrero! –Exclamó Daloz.
Oh, ya sabía a qué se referían. Yuri no se había acordado, entre lo sucedido, la cárcel, los Fallen Leaves, Londres, y la verdad sobre Kaito, se había olvidado al completo de su cumpleaños.
-¡Feliz cumpleaños, tío! –Dijo Daloz, ofreciéndole un cruasán- ¿Creías que no nos íbamos a acordar?
-Pues, la verdad, no. No me he acordado ni yo. –Rió Yuri mientras aceptaba el cruasán.
Era verdad que estaban deliciosos, y crujientes. La masa de hojaldre crujió con delicadeza, y pudo apreciar el sabor a chocolate francés.
-Felicidades, tú. –Le dijo Raruto- Bueno, ¿y cómo vas a celebrarlo? Estás en la casa de un multimillonario londinense, ¿y no vas a hacer nada en tu cumpleaños?
-Pues, la verdad es que no lo…
-¡¿Es tu cumpleaños?! –Dijo Kaito de golpe, entrando por la puerta.- ¡Felicidades! ¡No tenía ni idea! –Dijo Kaito, con cierta teatralidad descubierta cuando tiró por los aires las bolsas de la compra, con complejo de Sombrerero Loco. –Bueno, vale, actúo muy mal. ¡Yo nunca hago la compra! Jujujuju… -Rió- …Roger, recoge eso mientras sigo hablando de Yuri sobre el infarto que le va a dar en breves.
-¿Infarto? Kaito, ¿a qué te refieres? –Dijo Yuri.
-Ya sabes, Se denomina infarto a la necrosis isquémica de un órgano, generalmente por obstrucción de las arterias que lo… ¿Oh, dices que por qué te va a dar un infarto? –Preguntó Kaito.
-Sí.
-Bueno, nunca está de mal hacer un pequeño detallito. Ya puede venir el invitado…
No se lo pudo creer. Un hombre alto, de pelo rubio y de punta, con los ojos rojos, y vestido con una pesada armadura dorada, grabada con dibujos, y brillante ante la luz del sol que entraba por la ventana. Llevaba los guanteletes… los pendientes… E incluso, una espada idéntica a la mismísima Enuma Elish. Hasta los rasgos faciales coincidían, con su angulosa nariz. Era…
-Gilgamesh. –Yuri estaba paralizado en el asiento, con los trozos de hojaldre y chocolate por la boca.
-Exacto. –Dijo Kaito haciéndole señas mientras que Gilgamesh miraba a todos los lados. –Me ha costado muchísimo encontrarlo, la verdad, ¿es que no te gusta?
-Gil… Gil… ¡Me encanta! –Exclamó eufórico Yuri, mientras que saltaba de la silla y corría hacia él.
Yuri notó el contacto de la armadura dorada en la cara, mientras que intentaba abrazarlo, y él lo abrazaba. ¡Su sueño cumplido en la vida real! Ya podía tirar ese estúpido autógrafo de Isco, comparando con el rey dorado.
-Gi-Gi-Gi-Gi-Gil…
-¿Eso es una risa? –Murmuró Daloz a Raruto.
-¡Autógrafo! ¡Ya! –A Yuri se le salían las lágrimas de alegría por las orejas.
Pero aquel Gilgamesh no respondía mucho, solo se dedicó a asentir felizmente.
-Ok, nice to meet you. –Dijo Gilgamesh.
-¿Qué?
-Jhonny… -Murmuró Kaito, mientras hacía gestos de autógrafos.
-Oh, em… Ye-sí, Okey.
Gil cogió un papel, y firmó con ansias. Pero en la firma no ponía “Gilgamesh” ni nada similar.
-¡My name is Jho… Gilgamesh! –Dijo el rubio- I’m the… I’m from Fate and Zero, and I love cookies and Gates of Babylons! –Se notaba su actuación.
-Este no es Gilgamesh… -Dijo Yuri.
-Pues claro que no, tonto. –Dijo Daloz detrás.
-El pobre Jhonny Deep tenía que meterse en el papel en solo dos horas, no te esperes una actuación perfecta. –Dijo Kaito aplaudiendo, falsamente, al Gilgamesh. Gilgamesh continuaba haciendo reverencias como si fuese un rey del siglo XIII – Me ha costado contratarle al decir que era una fiesta de cumpleaños, pero ha valido la pena con solo ver tu cara.
-¿Jhonny Deep? –Preguntó Yuri. Ahora se sentía tonto delante de sus mejores amigos y Kaito.
-Le dijimos a Kaito que amabas a ese personaje. Era eso, o contratar a todo el equipo del Málaga para que viniese a la mansión, así que, dado a la famosa habilidad de los disfraces de nuestro amigo Jhonny, pues… se vino con nosotros. Todo lo dorado es cortesía del señor Kaito.
-No puedo creerme de por qué hayáis hecho esto. He visto a Gilgamesh en persona o a Jhonny Deep en persona, y me ha concedido un autógrafo. Solo pido una cosa… ¡FOTO! ¡YA!
Yuri puso una pose cani junto a Gilgamesh, quien decidió seguirle el rollo e imitó la pose. Kaito hizo la foto, y volvieron a la misma pose normal de siempre.
-Equis Cú, Equis Cú Gilgamesh es Jhonny Deep… -Dijo Daloz antes de partirse el culo con los cruasanes.
-Roger, lleva a nuestro querido Jhonny Deep a la salida. Dile que su trabajo ha terminado ya, y que puede volver a su casa… -Dijo Kaito- Le pago por horas, y no quiero que se me vaya un cuarto de millón más.
Para Yuri, aquel cumpleaños había sido modesto y rápido, pero, con diferencia, el mejor de su vida.
¡Feliz cumpleaños, Pokeshark! He decidido darte este regalito de mi parte, para que lo disfrutes ^^
Aparte, viene otra cosa...