Autor Tema: [Fanfic] Recuerdos de una mentira  (Leído 4224 veces)

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Gibb

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[Fanfic] Recuerdos de una mentira
« en: 25 de Agosto de 2012, 07:00:11 pm »
Críticas y comentarios, muchas críticas, no os cortéis si os parece una bazofia. Se admiten todo tipo de comentarios sobre la trama, que para eso lo publico. Espero les vaya gustando

-Spoiler del primero al noveno-
Spoiler: mostrar
Primer capítulo

Aquí abajo no hay nada más que roca y champiñones, muchos champiñones. Estoy harto de la sopa de champiñones, pero no hay nada más que comer. A algunos les gusta el sabor, aunque no creo que sea muy sano, y, sorprendentemente, la enfermería no ha recibido todavía ni un enfermo por intoxicación de champiñón. Al viejo de al lado no le doy ni dos días hasta que acabe enfermo de angustia. El otro día replicaba a la cocinera que, cuando ellos estaban dos pisos más arriba, comían queso y carne. Yo no lograba imaginar una comida que no fuera alargada y llevase sombrero. Los champiñones no eran un problema primordial. Yo tenía que levantarme cada día a las ocho en punto. Y allí estaba, aún en la cama a las diez de la mañana.
-¡Despierta, gandul!-gritó Magdalena, dándome un empujón fuera del colchón-Perderás tu ración de setas si no te das prisa-¿No se le ocurría nada mejor? Puedo asegurar, ahora y siempre, que no saldría de mi cama a las ocho de la mañana por champiñones  ni aunque mi madre misma despertara de su tumba para ello-¿No vas a decir nada? Un gracias estaría bien-Me vestí con el uniforme negro y me colgué el rosario al cuello. Salí sin hacer ruido de mi habitación. Ningún aire se filtraba del exterior. Estábamos a muchos metros de la superficie. Los conductos de ventilación eran antiguos, y, aunque, según decían los ancianos, estaban conectados a la superficie, parecía que el tiempo los había vuelto viejos a ellos también y los habían dejado inútiles.

Magdalena es mayor que yo, su pelo rubio despierta destellos plateados de cada punta, es la envidia de todas las chicas de nuestro complejo, y sus ojos guardan un estrecho parecido con la roca musgosa. Cuando yo era pequeño, ella me había contado la historia de cómo murió mi madre frente a su mirada de chiquilla. Mi padre también falleció, pero no de una explosión, si no de una enfermedad. Aquí, en nuestro mundo subterráneo, aquellos que no poseen la bendición de buscar en su futuro acaban muertos tarde o temprano. Y yo, como hijo de mi padre, heredé el defecto de no poder ver mi futuro. Aquellos niños que no poseen esta bendición son malditos por orden directa del Papa, y son marcados con el sello de la muerte.

Nuestras habitaciones de estudiantes están unas con otras juntas, y no hay diferencia de género, tanto hombres como mujeres viven unos cerca de otros, hasta comparten camas. Todos aquí somos muy jóvenes porque la mayoría de nuestros padres han muerto, y no hay mucha esperanza de vida, por eso mismo el Papa quiere juntarnos, para procrear y repoblar la especie en cada nivel. Como podéis imaginar, no hay quien duerma por las noches… es horrible.

Salí del corredor de habitaciones y entré en el área de descanso antes del comedor. Es circular, y posee infinidad de libros de todo tipo en sus estanterías. Lo crucé y entré al comedor. Agarré una bandeja y cogí los cubiertos. Yugo servía hoy la comida. El turno de “repartidor de comida” es sorteado al azar entre todos los estudiantes, y ese día le tocó a Yugo. Yugo es compañero mío en la guardia del nivel, aunque suele estar acosado por multitud de chicas y no hablamos mucho, por no hablar que tiene un gran problema con su ego. Al parecer les resulta atractivo su excesiva masa muscular, sin embargo a mi me resulta un poco grotesco-¡Pero si es Alex, vaya, por fin te has dignado a aparecer! Ya veo… no hay forma de  sacarte una sonrisa de esa cara tan rígida ¡Alégrate! El cocinero ha descubierto un nuevo tipo de hongo comestible-Lo que me faltaba…-Mira, toma un poco y luego me dices que tal
-Por la diosa… ¿Qué es esto? ¿De verdad se puede comer?-Murmuré en voz baja. Antes de poder irme, Yugo me colocó una mano en el hombro y me dijo: “Sé lo de Magdalena, pero tranquilo, no le diré a nadie de tu bufanda” Supe de inmediato a qué se refería. Magdalena me la había hecho con lana blanca y me la dio cuando tenía ocho años, ella entonces tenía diez. Servía para tapar mi marca que el Papa mandó estampar sobre mi cuello. Estaba algo asustado cuando me lo dijo Yugo, no quería que se supiese que estaba destinado a morir, a mi me daba igual que la gente conociera a la creadora de la bufanda, tan solo no quería que se me tratase con lástima.

Me senté solo en una mesa en un rincón del comedor. Los nuevos hongos eran iguales que todos, llevaban sombrero y eran marrones, solo que estos tenían motas en el capuchón que delataban su difícil digestión. Recuerdo que entonces comencé a marearme, no lo recuerdo muy bien, y cuando lo intento un dolor de cabeza muy intenso no me deja acordarme de lo sucedido. Recordé algo, un nombre, y una niña, una niñita muy pequeña… María, no lo sabía bien, pero lo recordaba demasiado bien. Recordé ver como a mi padre se le desprendía un brazo, y también su marca, él también estaba marcado. Sentí que mi cabeza ardía, se quemaba por dentro, y luego, mil agujas la destrozaban por fuera. Pronto dejé de recordar y dormí.

Segundo capítulo

.Recientemente me habían nombrado capitana de la cruzada, me habían encargado eliminar Condenados. El Papa había anunciado ya hacía dos años de la necesidad de aliviar su sufrimiento, aunque yo hubiera recibido el puesto de oficial hacía poco tiempo, mientras jugaba entre las sábanas de Su Santidad. Por fin me había ganado el puesto, el Consejo llorón empezaba a impacientarse, de verdad que hacía honor a su sobrenombre. Quedaban todavía cinco recipientes, el Consejo llorón los necesitaba a todos, y ya habíamos encontrado uno. El apodado “Roy tres dados”. Siempre que participaba en juegos de azar donde las reglas especificaban la necesidad de uno o dos dados, de alguna forma, él conseguía que el número de dados aumentara en su beneficio. Ese tal Roy era un mercenario, y no uno cualquiera. Conocemos sobre su trabajo en el Trazo, pero no la ubicación de ese lugar. Al no poder encontrarlo hemos decidido ir a buscar a otro.
-¿Catherine? ¿Qué piensas?-Preguntó Baal, removiéndose en la silla y con el ceño fruncido-Iremos a por el chaval-Dije, removiendo el vino de la copa-¿Lo encontraste?-Volvió a preguntar, inclinándose un poco hacia delante-Nivel siete, la academia
-Tiene dieciséis años ¿Qué piensas hacer?
-Ir a buscarle, claro-Respondí, dando un tímido sorbo a la copa-Tus juegos de cama no funcionarán con el, es solo un crío
-¿Insinúas algo?
-Nada. Solo digo que si no funcionó con el padre, no lo hará con el-Clavé la mirada en sus ojos y fruncí el ceño involuntariamente-Eres bonita ¿Y qué? Ni siquiera es mayor de edad
-¿Bonita? Revisa con cuidado tu vocabulario o te reportaré al Papa por impertinente-Me levanté de mi asiento y salí de la taberna. Afuera, en la entrada del túnel, me esperaban tres guardias, los tres con sus tres estrellas en el pecho, lo que significaba rango A de personal, y eran blancas, que quería decir que pertenecían a la Cruzada. Su uniforme era completamente negro, y de sus cuellos pendía su rosario, la identificación que traía grabada en su cruz sus nombres y su número. Uno de ellos era un enano, era un hombre, pero bien bajito, se llamaba Chow. Aquel enano poseía una barba tan larga que podía perfectamente pisársela. A otro lo conocía, se llamaba Baco, ya había trabajado en otras ocasiones con él… y lo odiaba, no podía haber alguien más feo. Su nariz era como la de las brujas de los cuentos de chiquillos, hasta tenía una gran verruga. No podía creerme que esos tipos fueran mis guardias.

Me acerqué a ellos y los miré de nuevo. Suspiré y les ordené que trajeran la carreta-¿Adonde nos dirigimos, oficial?-Preguntó el enano-No te importa. Tu trabajo es mantenerme a salvo, gritaré si están a punto de devorarme, no te preocupes-Todos entramos en la carreta, Chow y Baco comenzaron a dar a la palanca y nos movimos. Recorrimos durante horas esos oscuros túneles con la única luz de un candelabro, sin problemas, pero casi a ciegas, por suerte el camino hacia el nivel siete era lineal-Lo oigo…-Susurró Chow-Si. Encárgate de ellas-Ordenó Grand. En cuanto las ratas se acercaron más pude verlas, eran cuatro. Las llamábamos así por el parecido que guardaban, pero no eran para nada como una. Medían el doble que la estatura de un hombre normal, su físico no era nada, solo carne decrépita y escuálida, muy fina y sin pizca de músculo, era increíble que unos brazos tan minúsculos sostuvieran unas garras tan enormes. Para ellos era fácil acabar con esas bestias, toda su vida las habían matado, y ahora ya habían dominado como predecir lo que irán a hacer las ratas

 Chow se bajó de la carreta y sostuvo el arma con ambas manos, la derecha por delante de la izquierda, entrecruzando los brazos. La posición era un poco ridícula. En cuanto se acercó una rata lo suficiente para atacar Chow ya había esquivado lo que en el futuro lo habría dejado sin garganta. Desenredó los brazos girando la guadaña entorno al pecho del animal, el monstruo chilló tanto que llegó a desconcentrar a Chow del aquel extraño sonido agudo y metálico-Diosa…-Murmuró Chow, finalizando a la rata con rabia. Eran tres más. Se acercaron y el resultado fue el mismo. El soldado lo esquivaba todo incluso antes de que lo lanzasen, y las ratas, desconcertadas, recibían la guadaña en su fina carne, que las desgarraba en un instante.

Chow volvió al “vehículo” y continuaron la marcha-¿Os habéis fijado en sus hocicos? Todas ellas habían consumido a alguien
-Empieza a ser preocupante
-¿Crees que deberíamos enseñar a los críos a defenderse?-Preguntó Baco, rascando su barbilla-Puede que si, no estoy seguro. En cualquier caso, esa decisión no está en nuestras manos. Concentraros en la palanca-El camino se ensanchó y dio paso a algo de luz.

Tercero capítulo

-¿Una cama? No, solo es un sueño, estoy arriba. Mi realidad es estar junto a mi padre cuidando de la pequeña Michelle, qué chiquilla más dulce… Padre dice que es igualita que su madre, las mismas manos, delicadas, tan finas que tengo miedo de que sostenerlas haga que desaparezcan en bruma. Vivo en un lugar llamado Nelville, de colinas verdes repletas de flores blancas allá donde alcanza la vista. El panadero se para a charlar con mi padre mientras le entrega la barra recién orneada. Yo recibo al cartero en las escaleras de mi casa. Mi madre nos manda cartas desde la parte oeste de la cordillera de Nudillos, en un pueblo situado en la falda de la montaña. Vive muy feliz, aunque dice que nos echa de menos. Yo le envío una o dos cartas cada día y se lo cuento todo. María, la mujer del panadero, es muy conocida de mi madre, y dio a luz a una niña hace tres días, han decidido llamarla… mierda ¿Cuál era su nombre? No me acuerdo… ¿No me acuerdo? ¡No lo recuerdo, maldita sea, yo estuve presente cuando nació! ¿Estuve presente? María… sí, se llama como su madre. No, todo es mentira, nunca existió nada verde ¿De qué hablo? La niña se llama Magdalena, nada más nacer me regaló una bufanda para cubrir mi muerte ¿Una niña puede coser con unas pocas horas de vida? Eso es una locura ¡Jajajaja! ¡Magdalena me visitó y, y, y entonces corrimos y jugamos todo el día! Pero entonces ¡BUM! Fuego por todas partes, Magdalena murió entre llamas y yo enfermé, para luego morir también. Suena como una novela triste. Maldición, me estoy volviendo loco-Una mano fría me acariciaba el pelo, con mucha delicadeza, unas manos tan frágiles que parecían no haber tocado nunca la roca que nos rodeaba-Una camilla…-Susurré, contemplando el nostálgico rostro de Magdalena-Se te ha desecho la trenza-Dijo Magdalena, mientras jugaba con el matojo de pelos que era entonces la trenza-¿Aún recuerdas como la hacía madre?
-Claro-Respondió ella, con una mueca de preocupación en su cara. Yo tenía el pelo corto, si, pero para una pequeña coleta me llegaba. En un instante Magdalena la volvió a hacer-Deberías dejar de llevar una coleta, te confundirán con una chica-Yo fruncí el ceño instintivamente-¿Qué me ha pasado?
-Perdiste el conocimiento en el comedor. Te trajimos aquí, y desde entonces llevas un día y una noche durmiendo. Estaba preocupada…-A la chica se le ensombreció el rostro. Se alejó y se dirigió a la puerta-Que te mejores-La puerta se abrió y golpeó la espalda de Magdalena, que cayó de rodillas, con un gesto de dolor en la cara. Una mujer que no había visto nunca entró. Llevaba un extraño uniforme, no era del nivel siete, eso seguro. Se acercó a mi y me miró detenidamente durante unos segundos-¿Has recordado algo?-Preguntó la mujer, en un extraño tono burlón. No respondí, no estaba de ganas para hablar con extraños, y mucho menos de responder preguntas sin sentido-Yo creo que sí. Es doloroso, seguro, dos siglos de vida en la mente de un niño ¿En qué estaría pensando tu padre…?-El tema empezó a interesarme, cualquier persona que supiera algo de mi padre se merecía mi atención-¿Qué sabes tu de mi padre?
-Sé que no te quería mucho, seguro ¿Qué padre le entrega doscientos años de vida a un niño? O no le importabas lo más mínimo o tenía algo en mente-Miré los ojos de aquella mujer, no me gustaba, vivía una extraña sensación, era como si… como si oliera a flores ¿Flores?-Yo pienso que eran ambas, tu padre no era estúpido. De todas formas, sé que suena patético, pero te necesito
-¿Conoces a esta mujer?-Intervino Magdalena-No-Respondí con voz ronca-¿Y esa quién es? No sirve-Desenvainó una daga que ocultaba bajo el vestido y la lanzó contra Magdalena. El arma se encaminó directo al corazón, por suerte opuso su mano en la dirección y el golpe no fue mortal. Magdalena gritó, apoyándose en el escritorio, mientras trataba de sacar la daga de la palma de la mano-¡Magdalena, lánzame ese cuchillo!-Ella pensó que me refería al que tenía la mano y titubeó un segundo, luego supo que era el que estaba sobre la mesa. Me lo lanzó y me levanté de la cama para cogerlo en el aire. Lancé el arma contra el pecho de la mujer, sin embargo, se zafó moviéndose un poco a la derecha- Déjalo ya, ni tú ni yo somos soldados
-Te equivocas-Intervine yo-Esta habitación y el área circundante en diez metros a ella será derrumbada por la explosión
-¿De qué hablas?-Mi arma clavada en la pared emitió un ruido de alarma-¡Estás loco, tu también morirás!-Corrí y agarré de la mano a Magdalena, que aún se peleaba con el puñal. Se lo saqué de un tirón y le dije que se presionara con la otra mano en el corte. Cargué contra ella, la mujer me esquivó con facilidad, yo mantuve el ritmo y no caí contra el piso. Magdalena me indicó el camino a su habitación y entramos en ella. Alguien me golpeó la nuca con la palma abierta-¡Estás loco, así morirá mucha gente!-Exclamó. Pude ver como se le asomaban las lágrimas involuntariamente, y, por alguna razón, me sentí culpable-No te preocupes por eso
-¿Que no me preocupe?-Murmuró Magdalena, golpeándome con el puño sano en el pecho-¿Has oído alguna explosión?
-No…
-Pues ya está, no van a explotar, es una locura colocar explosivos en un cuchillo de ese tamaño, ambas sois muy crédulas. Ahora, a ver esa mano-Sostuve su mano y, por una vez pensé que eran las de Michelle, no, ella estaba muerta “Mentira… nadie murió, todos vivimos en Nelville, incluso Magdalena. Miento, ella murió de una explosión” Pensé, destrozando todo rastro de cordura que me quedaba-¿Estás bien?-Su voz me despejó un poco la mente-Si
-Jiji-Se rio como una niñita-¿De qué te ríes?
-Llevas un buen rato sosteniendo mi mano sin decir nada y me aseguras que estás bien, mientes muy mal
-No importa-La sangre casi se había coagulado alrededor de la herida, era sorprendente, solo tuve que vendarla y pareció estar como nueva-Oye… ¿Crees que la habrá enviado el Papa? He oído que ha ordenado eliminar a todos los… Condenados-Magdalena se acarició las vendas, con la vista baja y fija en el suelo-Ni idea
-¿Y qué piensas hacer?-Lo medité un momento y respondí rápidamente-Irme con ella. He… visto y sentido algo, ella sabe sobre mi padre, él tenía la misma enfermedad que yo, estoy seguro que sabe algo. Estoy Condenado ¿Recuerdas? Todavía busco alguna forma de vivir
-¡Casi me mata!-Chilló, removiendo su mano por la cara para secar las lágrimas-¿Y qué? Sigues viva-Recibí más puñetazos por eso-Insensible
-Al menos, tu no morirás porque te lo diga una marca

Cuarto capítulo

Alex comenzaba a darme miedo, había mencionado marcharse con esa peligrosa mujer, además parloteaba incoherencias. Estaba muy preocupada, no tenía ni la menor idea de qué le ocurría, él era mi amigo, y parecía estar volviéndose loco. De alguna forma, él era lo único que yo tenía, porque los chicos solo me veían como un trozo de carne, como a todas las chicas en el nivel siete, algo que llevarse a la cama y tener un hijo con eso. Gracias al Papa, las personas mayores les habían lavado el cerebro para que se dedicaran a proteger la Neo y a procrear desde pequeños, Alex ni se atrevería a mencionar algo así conmigo, eso me reconfortaba-¿Estás bien?-Pregunté, algo asustada de su mirada-No lo sé-Era la primera vez que veía a Alex de esta manera, asustado, nunca había sido un chico indeciso, y entonces parecía frágil… Lo abracé con fuerza, como hacía tiempo que no lo hacía. Sus manos era cálidas y seguras, pero entonces temblaban como carámbanos “Tus manos me causan escalofríos” desde el día que me dijo que tenía las manos congeladas he tratado de calentarlas como pude, buscando ayuda en las termas-No te vas a ir ¿Verdad?-En la última vocal la voz me tembló. Alex no respondió, se deshizo de mis brazos y se secó las lágrimas, sin mirarme, dándome la espalda. Luego se volteó y me miró algo distraído-Es la única pista de mi padre
-¿Y si es una trampa?-Respondí rápidamente, casi sin dejarle acabar la frase. Estaba muy nerviosa-Sé… defenderme
-¡Ni siquiera puedes ver lo que te ocurrirá como los demás soldados, por eso tan solo eres un soldado sin importancia! No puedes medirte con ellos… ¡Eres solo un Condenado!-Mi rostro se congestionó al poder escuchar con claridad lo que había dicho, me sentí la persona más miserable sobre el planeta. Me llevé al rostro las manos. Cuando pude terminar de llorar el seguía ahí. Su cara impasible me miraba fijamente, su expresión era regia, pero una sombra de preocupación se reflejaba en sus ojos. El no habló, no movió la boca, no pareció decir nada, y a mi, la idea de que se fuera, me horrorizaba, éramos amigos de infancia, y las consecuencias de que se fuera no me gustaban-Por favor, no te vayas. Si te vas… los chicos… me violarán, luego tendré un hijo y tendré que parirlo contra mi voluntad, sin siquiera un padre que me apoye ¿Quieres eso?-Me pareció que había hablado suficiente y me callé, temiendo su ira, porque tenía motivos para estar enfadado, le había menospreciado y le restregué la palabra “Condenado” por sus oídos, algo que nunca le hacía gracia-Oye… yo quiero quedarme, tengo un trabajo con el que pagar comida, una habitación cómoda y algunos amigos. El problema no es ese. Magdalena, te he visto muerta, no puedo llegar a entender si era un sueño, porque hasta yo, que está en mi mente, no lo entiendo. Por eso busco a mi padre, si es que sigue vivo… pero no lo hago por mi padre. Además de tu muerte también vi el mundo que hay arriba, y estoy más que harto de los champiñones, del Papa y de sus estúpidas reglas, de los Condenados y de las ratas, solo quiero saber si hay algo arriba o es toda una mentira-Alex parecía agotado, derrotado, ya no parecía el niño que era, como si un gran peso lo oprimiera-Pues… me iré contigo-Respondí, sin saber muy bien lo que estaba diciendo en verdad-No, es muy peligroso, me da igual que veas el futuro o esas tonterías, pero no eres un soldado-Alex se acercó a mi, me abrazó y me miró a los ojos sin soltarme-Lo siento-Me había quedado paralizada, él nunca se disculpaba, nunca había llorado, y nunca me había abrazado desde que apenas éramos niños. Entonces Alex me golpeó en la sien, y poco a poco perdí el conocimiento, me dolió más lo que había hecho que el golpe.

Al cabo de un rato dos chicos me despertaron-¿Crees que sigue viva?
-¡Claro que si! Mira ahí arriba ¡Está bien sana!
-No sé… es una chica, todas aquí son muy delicadas, igual está muerta
-¡Agggh, hablas igual que mi madre, cierra el pico!-Aquel hombre que gritaba furiosamente era más parecido a un gigante que a una persona. Era rubio y enorme, y su uniforme le marcaba cada músculo, era como una montaña escarpada de ellos-¡¿Hey, estas viva?!-Gritó el gigante en mi oído-S-si…-Respondí, mientras me incorporaba y bajaba mi falda-¿Qué hacías ahí escondida?-Preguntó el gigante con voz brusca ¿Escondida? ¿Acaso era un chiste? ¿No veían que hasta hacía unos momentos estaba inconsciente?-Alex… ¡Alex! ¿Dónde está Alexander?
-¿Tu lo has visto?-El otro chico negó con la cabeza-No lo hemos visto
-Ha escapado, se ha ido con una sirvienta del Papa
-¿¡Qué!? ¡¿Y se ha ido sin mí?! ¡Maldito Everblue!
-¿Qué piensas hacer?-Preguntó el chico de detrás-¡Ir a buscarle! Es obvio, el Papa no le dará ninguna bienvenida
-Yo… voy
-¡Claro que tú vas! ¡Eres su novieta, sin ti se sentirá triste!-El muchacho que había dado un paso al frente causó una carcajada-¡No soy su nada!-Grité, irritada-Bueno, seguro que algo le tendrás que decir-Por fin lo reconocí, era aquel chico que se entrenaba a veces con Alex, se llamaba Yugo. Yo asentí de mala gana ante la pregunta indirecta-Por cierto, me llamo Adán. Y ahora me voy-Yugo lo detuvo en seco agarrándolo por el brazo, con tanta fuerza que Adán tuvo que contener entre dientes un grito-¡Quieto ahí, no vas a ninguna parte sin nosotros ahora! Si dejásemos irse sola a esta chica, lo más probable es que los bandidos de los túneles la violaran y que las ratas la masacraran-Yugo suspiró y continuó hablando-Creo que se ha ido al palacio del Papa, pero allí, es muy importante que no te reconozcan como mujer, así que se acabaron los vestiditos, vestirás un uniforme masculino y una capa que yo te conseguiré-Lo miré fijamente y el me dedicó una sonrisa, parecía de fiar, al menos, lo poco que me dijo de él Alex era “Su única cualidad, además de pelar patatas, es ser honesto”

Quinto capítulo

Con el uniforme de hombre encima no me sentía muy… femenina, pero si más cómoda y segura de mi misma. Viajábamos caminando, Yugo, Adán y yo. Adán era cuanto menos voluntarioso. Yugo se mantenía amable y honesto, como Alex me había dicho, además, siempre obligaba a Adán, de una forma u otra, a montar el campamento por la noches. Los túneles eran muy fríos para dormir en el suelo, así que dormíamos en una tienda de campaña, bueno, yo dormía en una, Yugo insistió en que me la quedara yo “Porque los hombres tienen que ser duros como rocas” Adán no tuvo otra que asentir ante tal afirmación, ellos dos dormían en simples sacos de dormir. Antes de la noche, cuando los túneles ennegrecían súbitamente, Yugo había dicho que me enseñaría a manejar un arma como es debido, a la misma hora que lo dijo me enseñó una espada. No podía creer lo que estaba viendo, una espada… era el arma que utilizaban nuestros ancestros en sus luchas por honor, de pequeña me habían contado tantas historias caballerescas que aquella espada casi parecía una ilusión-La he forjado yo ¡Es buen material!-Era una espada larga y pesada. La empuñadura era delgada y lisa, fría al tacto, igual que mis manos. Estaba recién hecha y bien afilada, casi parecía como si el viento se cortase al pasar por el filo sin que nadie la blandiera. Su hoja relucía a la luz del candelabro, mostrando destellos azules y brillos en diferentes tonalidades de azul, cambiando el tono en cuanto la movías un poco. En la oscuridad parecía tener brillo propio, era una espada hermosa y reluciente-Les hace el mismo regalo a todas-Se mofó Adán, que recibió un puñetazo en la cabeza-¿Qué te parece? Se llama Brillo-Señaló Yugo, inquieto por saber los resultados de su trabajo-Es preciosa-Respondí, algo distraída mirando todavía la hoja, con ojos incrédulos-¡Jajaja, sabía que te gustaría!
-No me convence… no sé si quiero aprender-Mencioné, sin recibir ni una mirada de disputa por parte de Yugo-Bien. Lo primero es que la sostengas con una mano-La coloqué en la mano derecha, tratando de conseguir que no se cayera, sin embargo, al final, se me resbaló entre los dedos-Pesa mucho para una sola mano-Repliqué, intentando no mostrar debilidad-No. Es una espada larga, no un mandoble, tienes que agarrarla así-Cogió la espada con una mano, con tanta facilidad que sentí vergüenza-¿Ves?-Dijo, sonriendo. Me la entregó por la empuñadura, yo la sostuve, y la cogí con ambas manos para no caerla-Pesa mucho…-Repetí, obstinada en tener la razón. Aun así no quería otra arma, me parecía que esa espada tenía que ser mía-Tranquila, con el tiempo podrás blandirla, princesa. Recuerda que en el nivel cinco la ley se respeta por el día y se viola por la noche. Allí hay gente que se divierte jugando a ser dios con las vidas de otras personas, mismamente, el Papa. Cuando lleguemos allí tendrás que poder defenderte-Me mordí el labio, tenía toda la razón. Yugo se sentó sobre un cajón de madera que habían encontrado, Adán estaba revisando la comida que Yugo había cogido, dentro de la tienda, luego vino y se sentó junto a su amigo, observando como lo hacía-¿Qué tal va el corte?-Añadió Adán-Bien, al menos, no se ha infectado, ya cambié las vendas ayer-Con una sola mano, la sana, claro-Repitió Yugo. Yo lo intenté, utilizando toda mi fuerza del brazo derecho para mantenerla en el aire-¡Bien, así, ahora corta en vertical!-Alcé la espada lo que pude y Brillo tiró de mis brazos hacia abajo hasta que no pude más y la solté-Dejémoslo, en cuanto la sostengas mejor podré enseñarte a moverte con ella-Los tres nos fuimos a dormir. La mano me palpitó toda la noche.

Pasaron los días. Cada vez caminábamos más y más, para luego refugiarnos contra la pared del túnel, lejos del alcance de los raíles. Cada noche Yugo y Adán se turnaban para hacer guardia, mientras uno dormitaba el otro vigilaba que no vinieran ratas. Y también, cada noche, antes de ir a dormir, Yugo me enseñaba como usar la espada mientras Adán dormía lo que podía para hacer guardia luego. Cada vez que volvía tocar la espada me parecía que pesaba menos, también notaba que mis manos se habían vuelto algo más rudas e insensibles por el peso del arma y la costumbre de sostenerla durante una semana entera. Por un momento pensé en que a Alex le desagradaría el estado de mis manos, y eso me hizo sentir triste por un momento, luego me di una bofetada y saqué aquella tontería de mi cabeza
-Por la diosa, no me puedo creer que te muevas así, hace una semana ni la levantabas un palmo del suelo. Pero no te ha salido ni una pizca de músculo… será cosa de mujeres-Por fin podía moverme con ella, lo hacía con gracilidad sublime, aunque trataba de corregir mi manera de moverme para que no se notara mi sexo y se pareciera más a la de un hombre-Oye, Yugo ¿Cuánto queda hasta el nivel seis?-Preguntó Adán, impaciente por salir de aquellos tenebrosos túneles, por los que siempre teníamos que andar con el aceitoso candelabro encendido-Espero que poco ¡Me estoy poniendo enfermo! Espera… escucha-Un ruido de algo parecido a dientes y uñas resonaba por todo el túnel en un susurro-Coge a Brillo-Me ordenó Yugo, moviéndose lentamente y sacando su mandoble del equipaje. Adán se dio la vuelta y cogió su guadaña- ¿Qué es eso?-Pregunté-Son ratas, monstruos salidos de los cuentos de hadas-Respondió Adán, con el ceño fruncido. Y era cierto, algo parecido a una rata se acercó salvajemente entre la oscuridad. El animal golpeó con sus dos garras, una y otra vez, mientras rugía. Yugo lo frenó todo con el filo plano de la gigantesca espada, golpeó las patas del animal con su pie, ésta cayó indefensa al suelo. Cuando Yugo la iría a matar, dos ratas más se acercaron y saltaron en el aire alzando sus cuchillas, esquivó torpemente, no debía ser fácil moverse siendo tan grande. Yo estaba quieta, en guardia, pero paralizada por las habilidades de los muchachos, parecía como si solo hicieran deporte. Una de ellas saltó sobre mí, yo me aparté con torpeza, tropezando con una de las piedras del túnel y resbalando hacia atrás. El monstruo ya levantaba el brazo, rápidamente clavé la espada en el asfalto, me empujé sobre el pomo y giré el torso para que la garra solo me rozara. Arranqué la espada y golpeé la espalda desnuda del animal, Brillo la cortó con tanta facilidad que casi me pareció partirlo en dos. La sangre me había salpicado la cara, y por un momento perdí visibilidad, lo justo para que una de las garras salida de la oscuridad desgarrara de arriba abajo, desde mi cara hasta el pecho. Me desmoroné en el suelo, gimiendo y sollozando, viendo como la sangre bajaba de mi frente hasta mi barbilla. Yo había cerrado los ojos de dolor, y ya no quería pelear, ni estaba en condición de hacerlo-¡Ayuda!-Gritó la voz de Adán detrás mía-¡Son demasiados!-Señaló Yugo-¡Ahora no puedo moverme!-Yugo golpeaba y esquivaba, bloqueaba y recibía varios golpes de garra cerca de la cara, ya que las ratas medían el doble que él. En ello pareció pensar en algo-¡Magdalena, coge a Brillo rápido!
-No puedo…-Murmuré, asustada. De alguna forma, ahora que blandía una espada sentía la responsabilidad de respetar el honor, aunque fuera una tontería y los caballeros no lucharan contra monstruos. Ese pensamiento de aliento y esperanza se esfumó en temor y horror rojo-¡Todos los esquivamos, prueba tu también!-Gritó Yugo. Ya tenía cuatro más encima, apreté los dientes e hice lo que me dijo Yugo. Rodé por el suelo hacia la derecha, y eso bastó para que no me diera nada, era sorprendente, apenas me había movido unos centímetros, así resultaba algo más fácil. Busqué a Brillo con la mirada, la encontré y la sujeté con la mano sana, esperando el ataque del enemigo, preparé la espada, la dejé caer para que tocara la roca, al moverme la arrastré por el suelo, causando un sonido que a las ratas las dejó algo desconcertadas. Aun así ya me habían atacado, yo había golpeado en barrido de abajo a arriba a un monstruo, girando mis muñecas y adoptando posición de perfil, esperé hasta que la rata estuviera frente a mí, atacando a donde yo debería estar, partí su espalda en dos. Me tambaleé un momento, estaba exhausta y la sangre brotaba de mi cabeza como un auténtico volcán. Descendí bruscamente al suelo, dejando caer la espada. En ese segundo de respiración observé que una rata desbocada se acercaba de frente, como un borracho loco, moviendo sus brazos de aquí a allá. Una guadaña se le clavó en el torso, aunque no pareció que le doliera mucho, y luego se la sacó y se acercó lentamente hacia mí. Se acercó y luego se agachó. Nuestras narices se rozaron, y la suya se movió mientras me olfateaba. Me dio un buen lametón en la cara, poniéndome perdida de babas y fluidos raros, su aliento casi me mata. Se alejó y todas ellas desaparecieron. Me hice un auténtico ovillo sobre mi misma, abrazando mis piernas dobladas. Tan solo quería dormir… un poco.

Sexto capítulo

Dos guardias movían la palanca. Uno miraba como la movían, y Catherine ni se dignaba a mirarlos para comprobar su estado. Uno de los guardias me llamó mucho la atención, era enano, aparentaba cuarenta y muchos años, y aun así me llegaba un poco más por encima de la cadera. No había hablado con ninguno de ellos, ni con Catherine desde que partimos del nivel siete. El cabello de Catherine era rubio, muy descolorido, las raíces de cada pelo eran plateadas, casi como la melena, pero con menos fuerza, era parecido a mi pelo, solo que el mío era plata en esencia. No lo llevaba recogido, y el viento que la velocidad de la carreta levantaba sobre nosotros hizo que su pelo me chocara en la cara-¿Sabes lo que es una coleta?-Dije, al ver que aun me ignoraba. No me respondió, solo se limitó a seguir mirando hacia otro lado-No te preocupes, tan solo está celosa por que aquella amiguita tuya era más joven que ella y más bella a su edad. Se le pasará-Mencionó el que parecía el jefe de los soldados, el que se había sentado en frente de mi. Asentí levemente mientras podía observar como Catherine giraba la cabeza-¿Ahora mis guardias me sermonean? Mandaré al Papa que te seccione el cuello, dicen que los perros salvajes comen cualquier cosa…-Señaló, mirando pausada y fijamente a su guardia-Prefiero que me llamen “Cruzado”
-¿Te parece mejor “perro”?-Replicó Catherine. Y así, iniciaron una discusión que se me hizo interminable. No hacían más que lanzarse puyas, sin llegar a los insultos, ella siempre mantenía su porte. El enano me hizo un gesto para que me acercara. Me aburría, y decidí prestarle mi atención-No te preocupes, no te matará, aunque no lo parezca, está de buen humor. Cuando viajábamos con ella por el nivel cuatro, mató a un chiquillo solo por mancharle su vestido. Eres un Condenado ¿Verdad?-Asentí después de pensarlo-No le tengas miedo a ella. Al Papa es al que debes tener miedo. Dicen que es al único al que el Consejo llorón ha llegado a temer-Yo conocía al Consejo llorón, realmente no, pero había leído mucho sobre ellos en el nivel siete durante toda mi infancia, y en ello me sabía defender. Eran los verdaderos soberanos de todos y cada uno de los niveles desde tiempos inmemoriales, ningún escrito constata sobre aquella época cuando el Consejo se fundó, y desconocemos el nombre del fundador. Solo sabemos que pertenecía a una familia que pereció por falta de descendencia. El Consejo contaba con diez miembros originales, o, mejor dicho, los diez miembros originales que ya fueron recordados en libros. Las diez familias en las que ahora el Papa había delegado parte del poder, repartiendo un nivel por cada familia originaria del Consejo. En el nivel siete nos hacían tragarnos aquella frase regia y casi interminable “Casa Redguilt, te concedo la gracia de nuestra diosa, y mi bendición, sobre Las minas, el nivel diez” Y así hasta el nivel uno (diferenciando los territorios y sus nombres) ahora extinto. Los diez miembros del Consejo no podían comprometerse con nadie, pero si tener hijos, para que alguien ocupara su puesto. Las sucesiones se llevaban a cabo sin problemas, sin embargo, una vez, hace dos siglos, uno de los hermanos del consejo perteneciente a la honorífica familia Forjaoscura, le cedió su puesto como soberano de toda Regilia a un hacha de guerra. “La lluvia” lo llamaban, porque él era la única lluvia que asoló territorio bárbaro de sangre inacabable. La lluvia tenía por apellido Forr, y su hijo tomó su mando en el Consejo cuando él murió, ya que su verdadero propietario, Phill Forjasombra, también había fallecido un año antes. Los Forr no eran dados a las batallas, ninguno de sus hijos tuvo el valor de sujetar un puñal jamás, no obstante, las hijas sí, y más que eso. Las leyendas narran la muerte de Juno Lokkin como un envenenamiento. Nadie supo a ciencia cierta quién había podido haber dejado caer algo de su “Susurro de muerto” sobre la jarra de cerveza del viejo Juno, que, irónicamente, era el más anciano y sabio, y a la vez el más saludable, tanto física como mentalmente (Un autor anónimo añadió una frase más al viejo Juno para recordarle “Gran viveza en el lecho” sugiriendo que a sus noventa y dos años aún se mantenía sano) Estaba claro que no había muerto por la edad, y, claro, los miembros del Consejo no podían casarse, solo podían tener hijos sin comprometerse, por lo tanto no podría haber sido su esposa. La mujer más cercana a él era Enriqueta Forr Gianna, con quien había tenido un hijo. Se creyó que había sido ella, pero nadie pudo demostrarlo, y, cuando se habían dado cuenta de que ya eran solo seis miembros de los diez originarios, ya era demasiado tarde para culpar a nadie, pues el hijo mayor de la familia Forr alcanzó la mayoría de edad y heredó el lugar que le correspondía como “Lluvia”, se llamaba Will. Los Forr ya tenían sobre el Consejo dos miembros de su familia, William Forr, hermano de Enriqueta, y también el hijo de ella, Will Lokkin Forr. Los años pasaron, y algunos de los miembros del Consejo llorón murieron sin descendencia, reduciendo su número a cuatro. Enriqueta y William ya eran viejos, y  el último hijo que Enriqueta tuvo se hizo mayor de edad. Ese hijo es conocido por todos como el Papa. Cuando William murió, Enriqueta también. El Papa ocupó su lugar, pero nadie estuvo de acuerdo, dado el gran número de descendientes que la familia Lokkin había generado sobre el Consejo. Se decidió al azar que matarían a Will, y así se hizo. Ya solo quedaban tres miembros en el Consejo llorón, Thinn Redguilt, Frey Bogh, y el Papa. El Papa se independizó del Consejo, regalando un nivel a cada familia originaria, excluyendo a los Bogh y a los Redguilt, por supuesto, y exigiendo a cada familia rendirle culto y vasallaje. Fueron tantos los seguidores del Papa que estuvieron de acuerdo con la idea que ni Thinn ni Frey fueron capaces de frenarle, gobernando ellos lo que antes había sido Regilia, que se mantenía al margen de los asuntos de Neo y sus diez niveles. El Papa estableció su religión, también llamada Neo, o Neo Caesár. Todos los diez niveles juraron proteger a su soberano el Papa, y acatar sus órdenes religiosas, rezando únicamente a él y a su Diosa. Pero entonces, una mujer valiente pensó, pensó que tal vez no siempre habíamos vivido bajo tierra, que tal vez, aquella Diosa celestial tenía algo que ver con lo que los Altos llamaban “Cielo”. Muchos renombrados escritores como Balerión Fradd, pensaron que esta mujer era capaz de ver el pasado, ya que la mayoría podía ver su futuro ¿Por qué no el pasado? Dicha mujer hizo público su pensamiento. Esto llegó a oídos del Papa, y este decidió quemarla en la hoguera, en el nivel uno, también públicamente, para que todos los que podían vieran lo que sucedía a los que iban contra la religión que él imponía: comerciantes, tenderos, religiosos, caballeros, herreros, panaderos, niños… todos en el nivel uno pudieron ver una muestra de la caridad divina del Papa. Por supuesto, aquella mujer tenía seguidores, y estos, armados con garrotes, palos y piedras, iniciaron una guerra civil. Este hecho también está censurado en muchos libros, pero no en los de mi padre. La guerra apenas duró un instante. Fue un exterminio de población “Limpiarlos” ordenó el Papa. Hachas se hundieron en las cabezas de hombres inocentes, mujeres murieron apaleadas, y hasta niños fallecieron en la desequilibrada batalla. Habían pasado ya cien años de aquello, y yo podía imaginarme la escena cada vez que cerraba mis ojos. Los miembros del Consejo llorón seguían siendo los mismos después de aquello, de la misma edad que el Papa, unos ciento veinte años de edad. Regilia ya no era nombrada por nadie, pero el Consejo si, se decía que podían estar preparando un ejercito para acabar con Neo y sus gobernantes.

.Llegamos por fin a nuestra primera parada, el nivel seis. Me bajé de la carreta y Catherine me miró durante un momento-Tengo un trabajo para ti-Me dijo, con un gesto tan serio y aburrido como el de una roca

Séptimo capítulo

-¿Eres nueva? No solemos tener a nadie nuevo por aquí, el rey últimamente ha estado… crispado-Dijo la criada-Eh ¿Te pasa algo? ¿Por qué no dices nada? Ya entiendo, eres tímida, vale, no te molesto más. La cocina está por allí-Señaló hacia debajo de las escaleras-Gracias…-Murmuré, ataviado con el pomposo vestido de seda negra y cuello blanco, por suerte las medias me ocultaban las peludas piernas, por lo demás parecía una auténtica doncella, con aquella coleta y la carencia de bigote. Bajé a donde dijo la criada. Allí estaba abarrotado de gente, eran todo cacerolas y criadas preparando mejunjes en ellas, así, la cocina se había convertido en un cruce de olores irreconocibles hasta para la mejor nariz. Todas estaban muy atareadas y concentradas, y nadie me vio entrar. Me colé entré ellas y sacó con mucho cuidado el frasco de la falda-Eh, tu-Vi que una chica se dirigía a mi y guardé el frasco en el bolsillo del pecho, esperaba que no lo hubiera visto-Acompáñame un momento-La chica me llevó a una esquina de la cocina, donde nadie parecía tener parados sus ojos-Oye ¿Qué haces aquí? Se reconocer a un hombre cuando lo veo. Si te pilla la reina por aquí sus guardias te darán una patada en el culo, date prisa y vete
-El rey me contrató-Mintió Alex, desviando la mirada, sintiéndose el hombre más humillado de la Tierra-Ya ¿Y te obligó a vestirte de doncella? El rey no tiene esos fetiches
-¿Y tu que sabes?
-Lo sé bien, el rey Gareón no es hombre de una única mujer, incluso se ha llevado a la cama a más de una criada, donde me incluyo
-Tengo cosas que hacer, no tengo tiempo para esto-Dije, moviéndome hacia otro lado. Ella se interpuso-¿Y que es eso que tienes que hacer?-La mujer se acercó tanto que casi rozamos nuestras narices-Por cierto, es mona la trenza ¿Me enseñas a hacerla?-Señaló, mientras jugueteaba con mi pelo con ojos traviesos-¡Basta ya!-Le espeté, librándome de su mano-¡Un hombre, es un hom…!-Tapé la boca de la chica al instante. Todas las miradas se apartaron de nosotros, aunque alguna se rezagó-Vale, vale, pero cállate de una vez-Dije al final-¿Qué quieres?-Preguntó Alex
-Vamos a jugar. Yo afirmaré sobre tu pasado, y si acierto, tú me dirás a qué has venido
-¿Y si lo hago yo?
-Te ofreceré mis servicios de criada durante toda mi vida-Dijo la chica, solemne-No sé… suena a que te pegarás a mi como un mono
-Qué más da. Empiezo yo-No pude retener el suspiro mientras la criada hablaba-Tu madre era una puta-Dijo, sonriente-¡Claro que no!-Grité,  llevando mi mano a la daga oculta, sin llegar s mostrarla-Vale, vale, esta era de prueba, ahora será en serio-Casi irremediablemente volví a suspirar-Perdiste a tu padre hace mucho tiempo, él buscaba un lugar mejor que junto a tu fallecida madre, y él te dejó al cuidado de los Asdalár, en el nivel escuela. Esa bufanda oculta tu marca de condenado, que te habrá hecho una chica… o tu hermana
-¿Cómo…?
-Lo sabía-Me quedé boquiabierto, me sentí como un paleto con la palabra “idiota” dibujada en la frente-Fue fácil
-No lo entiendo…
-Eres transparente ¿Y bien? ¿A qué has venido, mi querido travesti?-Medité un momento, sin hacer caso de la puya-Debo envenenar a aquella criada de allí, la gordita
-¿Por qué?-Volví a pensar en algo ¡Y ya lo tenía!-Dicen que bajo sus lonchas guarda un gran tesoro… de oro
-Ya, ahora la verdadera razón-La verdad era que se me daba fatal mentir, y aquella había sido, por mucho, la peor de mis mentiras, no era de extrañar que aquella sirvienta me lo descubriera todo. Entonces comencé a pensar en la verdadera razón. Recordé las palabras de Catherine, exactamente como las había pronunciado “Necesito que envenenes a un Rey, el Rey Gareón, regente del nivel seis, Dulcean. Sé que se te da bien moverte entre la gente, al menos, mejor que a estos patanes, y es necesario que esta noche el Rey caiga sobre la mesa muerto a ojos de su mujer. No quiero preguntas, si no haces lo que te digo le cortaré la cabeza ¿Me has entendido bien?” No me importaban sus amenazas, de todas formas, no conocía a la pequeña, aunque alguna vez la hubiera conocido, no le daba importancia. Solo sabía, que si mi madre o mi padre me vieran siendo tan frío se les partiría el corazón, aunque eso tampoco me importaba mucho… realmente no quería que Catherine matara a nadie mientras yo estuviera cerca de ella, después de todo, era un Condenado, y ella lo sabía, si ella mataba a alguien conmigo cerca yo podría fácilmente llevar la culpa de todo, y seguido, de la perdida de la garganta, como Catherine acostumbraba a decir-Vengo a envenenar al rey-Murmuré entre dientes-Ah, pues yo estaba primero
-¿Eh?
-Si, una de las familias reales me ha contratado para acabar con él, por eso estoy aquí revoloteando entre las criadas. Mato por dinero, pero tú no pareces ni un asesino ni un mercenario ¿Por qué lo haces?
-Como si te importara quien soy-Terminó Alex. La chica se acercó más y observó la identificación que aún llevaba al cuello-¡Hey, chicas, un Everblue!-Mil ojos se clavaron en el, hasta la regordeta le miró con desprecio e ira. Cada una de ellas comenzó a alzar sartenes, rodillos de amasar y todo tipo de aparatos de cocina, hubo algunas que esgrimían cuchillos carniceros. No tenía idea de qué hacer, eran demasiadas para esquivarlas, y no podía desenfundar sus dagas contra aquellas chicas, no pensó que el truco del cuchillo bomba funcionara, por alguna razón, sabía que aquella criada a su lado era demasiado lista para tragarse un truco tan barato. De pronto, la chica a su lado lo inmovilizó-¿¡Qué haces!?
-¡Vamos, yo lo sujeto!-Todo lo que se oían eran gritos como “¡Tu padre nos debe dinero!” y “¡Me debe mi virginidad!” Toda la cocina se me acercó entre gritos y golpes “Mierda ¿Qué se supone que era mi padre?” pensé. Empujé la cabeza hacia delante y luego hacia atrás, derribando a mi captora, iba a sacar mis armas del bolsillo, pero me di cuenta que lo había dejado en mis ropas, en el cuarto de limpieza. La puerta a mis espaldas daba a un gran salón de cenas, atravesé la puerta y seguí corriendo, se sentía muy incómodo correr con ese vestido vaporoso. Al seguir recto di con una gran puerta que daba al patio trasero, ya estaba fuera, pero había vallas que no permitían salir de la residencia por allí, entonces vi las escaleras que daban al piso de arriba. Las subí y noté como una sartén me golpeaba en la cabeza, me tambaleé, pero, por suerte, la sartén había sido lanzada, ellas todavía me seguían por las escaleras. Continué por un pasillo, me metí en el cuarto de limpieza y recogí mi ropa. Cuando salí casi las tenía encima, tuve que esquivar el cuchillo de cocina para no perder la garganta. Vi la ventana abierta, y decidí volar. Las chicas me observaron caer, hasta que me agarré a una hendidura de la roca para luego volver a caer desde menor altura con la cara contra la hierba. Las criadas se retiraron y parecieron tranquilizarse, gritando improperios y maldiciones.

-¿Qué tal te ha ido, Alex?-Preguntó Brand, sonriente, casi al punto de estallar en carcajada junto a su grupo de hombres-Que te den

Octavo capítulo

-Oswald Asdalár me informó que los niveles ocho y nueve se acercan con sus ejércitos
-No te preocupes, Catha, mis hombres me han informado ya-Pronunció el Rey, revolviéndose entre las sábanas para apoyar su cabeza en el codo y mirarme. Yo había fruncido el ceño instintivamente, como Gareón recordaba que lo hacía de pequeña, o, al menos, esperaba que lo recordara, como símbolo de que alguna vez fuimos amigos-Me habían dicho que te habías casado ¿Es eso cierto?
-Eso no funcionaría nunca, pero sí es cierto que cerca estuve de pisar un altar. Como ves, no soy mujer de un solo hombre-Respondí, permitiéndome un gran suspiro
-No me malentiendas, amo a mi Reina con todo mi cuerpo y alma, pero ella es tan pura e inocente… un hombre tiene sus necesidades
-¿Cómo está la Reina?
-Bueno, ahora mismo no está aquí, tenía que ver a un viejo amigo en la parte antigua de la ciudad. Mandé a mis dos mejores guadañas para escoltarla-Quedé pensativa un momento ¿De verdad la Reina sabía algo? Era tan gentil y amable que no era capaz de ver a tres palmos de ella. Lo descarté ¿Pero qué otro motivo haría que la Reina se separase de su Rey? Yo conocía bien a los dos, y eran tan enamoradizos que llegaban a lo insoportable. El Rey se incorporó y dejó de jugar con mi pecho-Catha, hace una semana que enterramos a nuestro hijo Eddie, desde entonces mi querida esposa ha estado inconsolable. Por favor, Catha, por el amor que profesas a mi Reina, tráela de vuelta, los suburbios no son un lugar adecuado para ella-Suspiró profundamente, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo en aquel suspiro-No creas que no me he dado cuenta-Por un momento, se me formó un nudo en la garganta ¿Sabía el Rey de mis intenciones?-Han mandado asesinos para acabar con nosotros, no puede haber mejor momento para acabar con la vida de Lina que este. Cuando acabemos la comida, te pido que vayas a buscarla
-Claro, Alteza
-Ah, y deja de llamarme “Alteza” o haré que te corten la cabeza
-Como quieras, Al… Gareón

Lujosos platos adornaban la mesa. La aromática comida llegó en seguida, traída por unas cuantas sirvientas. La cubertería era de plata y traía el crisol tallado en ella, que era la flor preferida de Lina, el Rey había mandado que se grabara en cada copa, bonita y disimulada, como ella. Hice llamar a mis hombres, justo antes de comenzar el banquete-¿Qué plato envenenaste?-Alex se encogió de hombros al ver que me dirigía a él-Ninguno
-¿Y el veneno?
-Lo tengo por a… maldita sea…-Lo miré, impaciente por recibir el Susurro de muerto que le había prestado, era un veneno muy caro. El chico se encogió de hombros, mirando durante un buen rato donde yo hice lo mismo. Aparté mi mirada de la suya y les hice un gesto para que se marcharan. Alguien me agarró del brazo cuando me giré-No la toques, no te acerques a ella-Siseó Alex, buscando el centro de mis ojos y observándolo con desprecio, ira y miedo. Tenía miedo, claro que lo tenía, y eso hacía a los hombres más peligrosos aun. Apretó de mi brazo hasta que pudo llegar a retorcer el propio hueso-No te preocupes, me encargaré de que reciba lo que tu te mereces. Cuando ya no te necesite no vuelvas a buscarme, porque tendré su cadáver en mis brazos-Dije, zafándome de la mano y apresurándome a sentarme junto a Gareón. No sabía que hacer ahora, no se me ocurría manera mejor de asesinar al Rey, porque, era imposible desenfundar un arma en aquella sala, aunque todo presente parecía llevar algo escondido bajo los pantalones. Muchos de aquellos hombres sentados alrededor de la mesa eran conocidos del Rey, yo apenas atisbaba a figurar sus nombres. Las ciudades que, en su esencia, constituían un nivel entero, eran más bien pequeñas, y lo único que un Rey podía hacer por sus amigos era entregarle una bonita residencia. Se sirvió un pavo bien grande, bañado en salsas que no pude reconocer, condimentado con especias verdes y llamativas. Trajeron el vino, uno muy bueno, en  cuanto lo probé supe de donde procedía, del Papa. El Papa llevaba su vino a cualquier ciudad de Neo, pero no gratis. Cualquier vino comparado con el suyo era basura fácil de vomitar. Luego se sirvieron más platos, desde carnes tostadas e irreconocibles hasta quesos apestosos, la verdad era que no tenía hambre. Cuando todos comenzaron a comer apenas pude dar un sorbo al vino del Papa, no probé bocado, aunque el pavo olía verdaderamente bien.
-Pues si, el muy idiota se enamoró de una mercenaria
-¡El muy imbécil!-Gritó un hombre, por encima de todas las demás voces, aunque nada de eso parecía perturbar a que los demás siguieran hablando de sus vidas
-Y claro, luego, a la mercenaria le dieron un poco de plata a cambio de la cabeza de ese idiota ¿Y qué hizo? ¡Le abrió el intestino y se lo llevó moribundo frente a su recaudador! ¡Menuda puta!
-¿De qué hablas? ¡La culpa es suya por fiarse de alguien del Trazo!-Añadió el Rey, más ebrio que cualquiera de sus amigos. La conversación continuó. Yo estaba sola, no tenía verdaderas ganas de nada, después de haberle fallado al Consejo no podría saber que me ocurriría a continuación cuando volviera a Regilia-¡Nadie lo echará de menos!-Pudo gritar el Rey, antes de suspirar y caer sobre su sopa.

Noveno capítulo

Estaba herida y fatigada. Todavía me costaba recuperar el aliento. Me había sentado junto a una roca después de que acabara la batalla. De mis cortes manaban aún riachuelos de sangre, que me caían por la frente y terminaban en el suelo. Adán estaba mucho peor, unas cuantas ratas le habían arrinconado, Adán se distrajo clavando las flechas en el pecho de mis atacantes, y recibió el peso de la garra de una en la espalda, cayó al suelo y su arco se partió. Yugo se encargó de las restantes y vertió un poco de agua del pellejo en mi frente y en el ojo derecho, luego me vendó parte de la cabeza y el ojo. Tenía miedo, mucho miedo, yo había matado a aquellas bestias que yacían inertes en el suelo, tenía las manos manchadas de sangre, era una asesina. Pensé que eran ellos o yo, si no los hubiera matado ellos habrían acabado conmigo, no hubo opción. Me encogí y rodeé mis piernas con los brazos, hundiendo la cabeza en mis rodillas. Si un grupo de ratas aparecía estaríamos todos muertos, no quería pensarlo, pero la imagen de la escandalosa sangre de aquellos monstruos se había grabado en mis retinas, y con solo cerrar los ojos podía verla. Yugo consiguió levantarme y acostarme en la tienda que tuvo que montar el solo. Metió también a Adán dentro, que ya estaba dormido. Le pedí a Yugo que me trajera mi espada, tener el peso de Brillo sobre mis brazos me hacía sentir más osada y valiente, y la tenue luz que despedía el arma me tranquilizaba en aquella oscuridad sin fin.

Por la mañana las agujetas me atacaban al cuerpo, aunque por suerte no se abrieron mis heridas, algo que no se puede decir de Adán, Yugo tuvo que cambiarle el vendaje y volver a desinfectarlo. Mis manos temblaban, todavía las olía, al acecho, en las sombras del túnel laberinto, aquellos monstruos ¿Por qué existían? Ninguna leyenda habla de ellas, se habla de sirenas, gigantes y hasta semi-dioses, pero nada de ratas enormes ¿Habrían mutado de alguna forma? En los relatos de los escritores antiguos se habla de ellas, pero eran pequeñas y podías pisarlas con un pie-Tenemos que atravesar las minas-Dijo Yugo, llevándose a Adán a los hombros-No… no puedo, no quiero
-¿Y qué quieres que hagamos, princesa? ¿Dejar que nos coman las ratas? Si no llevamos a Adán a un médico acabará muerto, dentro de poco morirá, hay que darse prisa, y necesito tu ayuda, princesa-Tenía toda la razón, estaba de acuerdo, era solo… que tenía miedo, nos jugábamos nuestras vidas, y yo le tenía mucho aprecio a la mía-Lo sé…-Miré a otro lado, no me atrevía a mirar a Yugo como estaba-¡Si lo sabes haz algo! ¡Acabarás entre sus dientes si no te decides!
-¡Déjame en paz! ¡Nunca antes había luchado contra nada! ¡Soy una chica, no un soldado!-Yugo hizo un gesto de asco y caminó por una de las bifurcaciones del túnel con Adán a cuestas. Había dejado la tienda y algo de agua, eso no me calmó, estaba demasiado enfadada para entender nada. Recogí la tienda y todo lo demás y caminé todo recto, siguiendo las vías de la carreta. Aquel lugar era aterrador, había cadáveres en descomposición en cada esquina y las respectivas manchas de sangre que las personas habían dejado por el suelo antes de llegar al lugar de su muerte, todos ellos se habían arrastrado por el suelo, pidiendo clemencia a los monstruos y rezando a su Diosa. Por un momento pude recrear la imagen: una carreta de suministros se alejaba espantada por los monstruos, unos cuantos se llevaron a uno de los hombres de la guadaña y lo arrastraron consigo fuera del camino, para luego disfrutar de carne humana.

Caminé horas, o eso me pareció, hasta dar con un pasaje que conducía a unas minas. Aun quedaban manchas rojas en la roca y el suelo del hierro que no había sido extraído. Había carretas con materiales, hasta carbón, pero en mayoría hierro sin fundir. Las paredes había pintadas extrañas y garabatos. Mientras caminaba arropada en oscuridad a la luz de mi candelabro encontré una hoja manchada de sangre y polvo de color amarillento en el suelo
“ 3-25-2027
-Rick Tacklirr-
¡Maldita sea! ¿¡Quién ha sacado a esa zorra del cuarto de mantenimiento!? Mis hombres dicen haberla visto vagar por los túneles de nuevo. Todos ellos parecen haberse vuelto locos, no dicen más que tonterías como que es hermosa y bella, me sé esas empalagosas y estúpidas frases de memoria ¡Imbéciles, esa tipa tiene ahora los explosivos, a saber qué hará con ellos! Están majaras, han querido ayudarla a conectarlos, pero yo me he encerrado con ella en el cuarto de mantenimiento con la llave en mi posesión y ahora ninguno puede salir ¡Por la diosa, día y noche aporrean la puerta y no me dejan dormir! Por si fuera poco la condenada mujer apenas está tapada con unos trapos, no sé cuanto tardaré en perder la cabeza ¡No puedo describir lo que tiene ahí, esta chica no es natural! He visto muchas mujeres, pero ninguna así.
Con cariño, Rick” La nota era cuanto menos perturbadora. Tenía miedo de que los explosivos siguieran por allí, o que la mujer esa apareciera de la nada y me mordiera. Me cerré más la túnica al cuello, por suerte el uniforme masculino era mucho más cálido que el femenino. Pensé en Yugo y Adán mientras seguía un camino de gravilla que parecía llevar a la ciudad, al menos parecía seguir el camino hacia el nivel seis, giraba y luego se volvía recto, esperaba con todas mis fuerzas encontrar alguien en la ciudad y poder dormir un poco. Me pregunté si Yugo y Adán estarían bien ¿Y Alex? No sabía nada de él desde que se fue con esa mujer, maldita sea ¿Por qué había accedido a irse con ella al nivel dos? Por un momento deseé que estuviera aquí. Las palabras de Alex nunca habían sido cariñosas conmigo, sin embargo, sus actos y gestos si. Siempre había estado allí para escucharme, aunque a veces me ignorase. Siempre que me acercaba a el sentía su calor, como entonces con aquel uniforme, sentía como si él fuera la chaqueta negra que llevaba ajustada, dándome un apoyo mudo y regio. Era estúpido, entonces me sentí mejor, tenía algo menos de miedo. Me dije a mi misma que patearía el trasero de Alex hasta que me cansara por haberme dejado allí tirada, entre muertos.

Me agaché para pasar por un pequeño puente de rocas, construido para mover de un lado a otro la carreta. Noté un pequeño resplandor a lo lejos y decidí acercarme. Cuando me acerqué más pude verlo con claridad: era un habitáculo excavado en la roca, con una puerta grande de metal en medio, abierta. Entré y busqué la luz. Para mi sorpresa, el resplandor procedía de una roca, era casi imperceptible, pero en esa oscuridad cualquier luz, por pequeña que fuera, era visible. Vi que de la pared colgaba una nota clavada con un puñal, arranqué el cuchillo y la leí “ATENCIÓN: NO TOCAR EL MATERIAL EXPLOSIVO, ES MUY INESTABLE. SI LA ROCA COMIENZA A BRILLAR NO OS ACERQUÉIS, DEJARÁ DE BRILLAR EN CUANTO ELLA QUIERA” Comprendí en seguida el mensaje, y caí en la cuenta de donde había colocado mi mano. Corrí y corrí en dirección a donde suponía que continuaba el camino. Sentí que el brillo a mi espalda aumentaba. Oí la explosión y el aire me golpeó la espalda como un látigo de espinas. Di contra el suelo con la frente y la mandíbula, y sentí el sabor de la sangre en la boca. Entonces pensé “Un momento… ¿Una piedra explosiva?” Recordé el puñal de Alex y decidí que le daría una buena patada en cuanto lo viera.[/spoiler]
« Última modificación: 27 de Septiembre de 2012, 07:00:43 am por Gibb »



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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #1 en: 25 de Agosto de 2012, 07:36:29 pm »
Me gustó mucho, sigue así  ^__^
El último párrafo me parece un poco grotesco, pero (supongo) que el hongo es alucinógeno (espero no chaar nada).
Es muy interesante y entretenido, me gusta como va ^-^
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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #2 en: 25 de Agosto de 2012, 09:21:35 pm »
A mi también me gustó. Espero ver como sigue.

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #3 en: 26 de Agosto de 2012, 10:48:25 pm »
Este nuevo cap también está genial, presentando a 'los malos' (aunque siempre me gusta más seguir la historia del protagonista)

Estero el siguiente, muy bueno!  :ook:
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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #4 en: 27 de Agosto de 2012, 09:45:54 pm »
Otro muy buen cap, aunque el prota está como una cabra (tendrá que ver con esos 200 años...)
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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #5 en: 29 de Agosto de 2012, 01:50:00 am »
Me gustó mucho, sigue así  ^__^
El último párrafo me parece un poco grotesco, pero (supongo) que el hongo es alucinógeno (espero no chaar nada).
Es muy interesante y entretenido, me gusta como va ^-^
Gracias por comentar, es reconfortante que critiquen tu trabajo, y más si es positivamente, muchas gracias ^.^

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #6 en: 29 de Agosto de 2012, 08:39:55 pm »
¡Bien! ¡Ya se termina la introducción para comenzar con el plato fuerte!

Me gusta bastante el rumbo que está tomando, aunque la forma que tienes de narrar los diálogos se me hace un poco confusa. Suerte! Espero el siguiente!
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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #7 en: 30 de Agosto de 2012, 06:55:25 am »
Wow, cada vez se pone más interesante, ¡me gusta mucho! ('las chicas son guerreras~' (?))

Pues eso, tienes talento tanto en crear el contenido de la historia como en narrarla.
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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #8 en: 30 de Agosto de 2012, 07:45:00 pm »
He estado pensando... que, aquí en el foro, has seguido el fic y me has dejado algunas palabras que me han ayudado ¿Qué te parecería si uso tu nick, Nsuprem, para que aparezcas en el?

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #9 en: 30 de Agosto de 2012, 08:28:53 pm »
He estado pensando... que, aquí en el foro, has seguido el fic y me has dejado algunas palabras que me han ayudado ¿Qué te parecería si uso tu nick, Nsuprem, para que aparezcas en el?
La verdad, no me gusta mezclar los fics que tienen una historia propia e interesante con esos que sobre todo se leen porque sales tú, si me dejas elegir, prefiero que siga tal y como está, pero claro, tu tienes la última palabra xD

¿A parte de aquí lo publicas en algún otro sitio?
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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #10 en: 31 de Agosto de 2012, 03:19:26 am »
La verdad, no me gusta mezclar los fics que tienen una historia propia e interesante con esos que sobre todo se leen porque sales tú, si me dejas elegir, prefiero que siga tal y como está, pero claro, tu tienes la última palabra xD

¿A parte de aquí lo publicas en algún otro sitio?

Yo pensé lo mismo, pero quería agradecerte que comentará cada capítulo, seguro que resulta un poco tedioso.

No, no lo publico en ningún otro lugar, no conozco muchos foros y Emudesc me parece muy serio

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #11 en: 04 de Septiembre de 2012, 06:15:22 am »
He terminado de leerme todos los capitulos, la historia a ido mejorando mucho, me he quedado con la intriga, ¿qué tendrá de especial el everblue ese..???

Pero si que ha sido un poco dificil de leer, los diálogos son un poco confusos, a veces en la misma linea hablan más de una persona, pero bueno se intuye quien habla cada vez.

Y entonces ¿Quien es el verdadero protagonista?, se supone que es el chico (Alex, si no me equivoco), pero esque como tambien usas narrador en 1ª persona cuando cuentas la historia de la chica pues confunde un poco.

Por lo demás bastante bien.

Gibb

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #12 en: 04 de Septiembre de 2012, 07:29:06 am »
He terminado de leerme todos los capitulos, la historia a ido mejorando mucho, me he quedado con la intriga, ¿qué tendrá de especial el everblue ese..???

Pero si que ha sido un poco dificil de leer, los diálogos son un poco confusos, a veces en la misma linea hablan más de una persona, pero bueno se intuye quien habla cada vez.

Y entonces ¿Quien es el verdadero protagonista?, se supone que es el chico (Alex, si no me equivoco), pero esque como tambien usas narrador en 1ª persona cuando cuentas la historia de la chica pues confunde un poco.

Por lo demás bastante bien.
Me flipa que alguien tenga los cojones tan cuadrados para leer todo eso xD (Perdona la expresión) Si, los diálogos ya me lo habían comentado, puede ser confuso leerlos si no eres el que los escribe.
No hay protagonista, hay protagonistas, unos cuantos que no han intervenido y algunos que si y todavía no narré.

Pues eso, gracias por comentar y has demostrado que eres un hombre :ph43r:

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #13 en: 04 de Septiembre de 2012, 07:42:51 am »
Muy buena historio y muy interesante, ya me he leído los 3 primeros capítulos y es bastante entretenido xD.

Shruikan

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Re:[Fanfic] Cruzada subterránea
« Respuesta #14 en: 04 de Septiembre de 2012, 08:40:09 pm »
Me flipa que alguien tenga los cojones tan cuadrados para leer todo eso xD (Perdona la expresión) Si, los diálogos ya me lo habían comentado, puede ser confuso leerlos si no eres el que los escribe.
No hay protagonista, hay protagonistas, unos cuantos que no han intervenido y algunos que si y todavía no narré.

Pues eso, gracias por comentar y has demostrado que eres un hombre :ph43r:

La verdad es que me tomó varios días leermelo entero. xD

Gibb

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Re:[Fanfic] Recuerdos de una mentira
« Respuesta #15 en: 11 de Septiembre de 2012, 11:37:53 pm »
Comento para decir que no existe tema de comentarios para este Fic (Por si alguien dudaba) y que, a la larga, no recibir comentarios hará que no lo siga posteando, en todo caso me iría a otro foro.

Saludos

AllenKaito

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Re:[Fanfic] Recuerdos de una mentira
« Respuesta #16 en: 12 de Septiembre de 2012, 12:31:39 am »
Me a gustado mucho el cap espero el siguiente :D

Gibb

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Re:[Fanfic] Recuerdos de una mentira
« Respuesta #17 en: 27 de Septiembre de 2012, 07:13:20 am »
He ordenado los capítulos en el primer post y en este para que se puedan leer mejor. He hecho cambios en la narración y trama, no muy graves pero detectables. El proximo capítulo estará listo pronto.

Spoiler del décimo al decimosexto
Spoiler: mostrar

Décimo capítulo

Se sentía demasiada tranquilidad en los túneles. Las carretas no corrían de un lado a otro, las ratas parecían haber desaparecido, y no habían vuelto a mandar a nadie más a explorar, supuse que se debería a que Skye y yo aniquilábamos a cada grupo de exploradores y mineros que se atrevía a adentrarse en las minas en busca de algo de hierro o carbón. Todo ese silencio me gustaba, y Skye demostraba lo mismo lamiendo mi brazo. Pensé que podría comer alguna seta si tenía suerte, la carne de las ratas no era apetitosa, y tampoco aportaba muchos nutrientes. Por un largo rato me limité a observar la roca mientras acariciaba a Skye, eso hasta que mi estómago reclamó su comida. Skye siempre me acompañaba a todas partes, excepto cuando decidía cazar alguna alimaña, o cuando olía ratas cerca, siempre volvía con el hocico ensangrentado y traía entre sus colmillos unas piezas de carne irreconocibles, esa carne era para mí, nunca me había fallado a la hora del alimento, era como si ella lo oliera en mi “Será por los terribles rugidos de mi estómago… seré humano, pero mi barriga es como la de un animal” me decía siempre en mis conversaciones conmigo mismo.

Un gran estruendo puso en pie a Skye y me desgarró los sensibles oídos. El suelo se alzó con un ligero temblor, varias rocas se desprendieron del techo y algunos escombros cayeron sobre mi cabeza. Me levanté con un gesto brusco y descuidado que casi me lleva contra el suelo de nuevo. Skye ya corría en la oscuridad cuando yo me levanté, podía reconocer por donde corría con solo oírle, pero entonces mis oídos estaban un poco entumecidos y me costó seguirle la pista. Escuché sus gruñidos y me di más prisa. Me estaba llevando directo a las Minas del hierro, allí tenía algunas provisiones, con algo de fruta robada y un poco de queso, si no hubiera encontrado nada que me interesara habría decidido comerme eso.

Skye se alzaba alto al lado de una chica en el suelo. A primera vista parecía inconsciente. Llevaba consigo puesto el uniforme masculino de las escuelas, algo extraño, porque nunca me habría atrevido a decir que se parecía a un hombre. Su rostro reflejaba una piel firme y suave, y su larga cabellera le caía a cascadas por la espalda en destellos rojizos, si trataba de hacerse pasar por un hombre, iba por el mal camino. La cogí entre los dos brazos, apoyando su cabeza en mi brazo mientras levantaba su espalda y dejaba que las piernas se mecieran hacia el otro lado. La apoyé contra una roca lisa-Skye, lame sus heridas-Ella aceptó en cuanto rasqué detrás de la oreja a la que no podía llegar con sus patas. Mis ropas eran unos harapos sin ningún uso, arañados, sucios y manchados con sangre y azufre, así que busqué en el hueco en la roca algo que la protegiera del frío. Yo no sentía mucho frío a menudo, y cuando lo sentía me acurrucaba contra el pelaje de Skye, pero recuerdo que mi primer día en los túneles, además del más difícil, fue el más frío. Encontré un viejo trozo de fino cuero que valdría como para arroparla. Tapé desde sus piernas hasta la cintura. Pensé en pedirle a Skye que se acercara a ella y le diera calor, sin embargo, ella solo hacía eso si confiaba en la persona, y aquella era una desconocida.

-Oye…-Oí una voz que me llamaba, y por un momento sentí como si fuera mi hermana, hacía tanto que no veía a nadie de mi familia que poco a poco he ido perdiendo su recuerdo. No era nadie conocido. La chica estaba ya despierta-Vete de aquí. Si ya has descansado lárgate-Me levanté hincando una rodilla en el suelo, Skye se levantó conmigo y pude oír sus dientes rechinando-¿Es un lobo?
-No. Es un ratonero
-No conozco ningún animal que se llame así, al menos no que tenga cuatro patas
-Es parecido a un lobo, pero los ratoneros podrían oler ratas a kilómetros, y matarlas con facilidad-La chica se sentó en el suelo. Pude ver que traía una espada en la funda de la espalda, incluso su resplandor. Skye lo vio también y tuve que darle un toque en el cuello para que se calmara-¿Y que hace un hombre aquí? Esto está abandonado
-No tengo ganas de hablar
-¡Claro que si! Vamos ¿Cuánto hace que no hablabas con un humano? Debías estar volviéndote loco
-Un poco, si
-Yo acabé aquí porque ando buscando un amigo ¿Y tu?-Medité un segundo, pensé que encontraría consuelo en compartir mi historia con alguien más, de alguna forma tenía razón, hacía demasiado tiempo que no hablaba con un humano, siempre que los encontrábamos los asesinábamos. Nunca mataría a nadie que no estuviera armado y en guardia-Me llamo Leonel, hijo ilegítimo de la familia Forjaoscura. Mi padre me tuvo con una puta, o una verdulera, no lo recuerdo bien, y decidió que estaría bien sentarme a su lado en su casa, pero a su esposa no le parecía lo mismo. La reina me abandonó en los túneles a espaldas de mi padre, mientras dormía. Vagué por los túneles, yo tenía doce años entonces, hasta que encontré a Skye. Cuando lo encontré casi me arranca la cabeza, pero decidió que le serviría mejor de otra forma que muerto, y ahora somos compañeros de caza. He pasado años aquí, supongo que muchos…-Ella miró hacia el suelo y pareció pensar-¿Y por qué no sales de aquí? El camino de vuelta es fácil, el nivel siete está cerca, y creo que el seis también…
-¿Qué diría la gente si viera a alguien como yo? Además de Skye. La gente no permitiría un ratonero en la ciudad, y no puedo dejarla aquí, ella viene conmigo
-Ya pensaremos en eso cuando estemos en el nivel seis. Tengo que llegar rápido allí, y tú te mueves mejor que yo en la oscuridad. Mi candelabro se ha roto, guíame y pensaré en alguna forma de meterte en la ciudad-Me gustaba la idea de estar rodeado de personas y no roca, y algo de comida, comida de verdad, de la que comía junto a mi padre. Eso me recordó que me moría de hambre-Acepto-Dije al instante

Undécimo capítulo

-¡Venga ya! ¿En que ciudad se considera robar una fruta un delito?-Corrían detrás de mí unos… veinte guardias reales, si robar es tan grave, no me quiero ni imaginar lo que harán con los que envenenan a un rey. Tragué saliva y continué corriendo entre la multitud. Parecía que era día de mercado, y yo había cogido una manzana, pero estaba tan rodeada de guardias que fue inevitable que me vieran. Me di a la fuga, y desde entonces he seguido corriendo, no llevaba mucho tiempo corriendo pero empezaba a cansarme de jugar al pilla-pilla con imbéciles de capas blancas.

Vi que la puerta de una casa estaba abierta, entré en ella, subí las escaleras de madera y abrí una trampilla que daba al tejado-Si el viejo bigotes salta entre tejados yo también ¿Verdad?-No lo veía muy claro, bigotes era un experto en huir de cualquier lugar o situación, siempre con facilidad exquisita, yo era una novata comparada con el. Ya podía oír a los soldados subir las escaleras, no había opción. Me separaban unos seis metros de distancia, era un auténtico reto, nunca había saltado tanto. Retrocedí unos pasos y di el salto justo en el borde del techo. Por unos momentos volé por el impulso de mis piernas, pero pronto caí a apenas un metro del otro tejado. Salieron mis dos dagas de las sueltas mangas de mi túnica de cuero, las lancé y se clavaron contra la pared, planté las puntas de los pies en las empuñaduras de ambas y salté otra vez hacia arriba. Me agarré al borde y me subí poco a poco, arrastrándome para alcanzar el techo. Una mano se tendió a ayudarme y yo me agarré a ella. Ya arriba pude ver a un hombre de unos treinta y dos años, de barba creciente y morena, se notaba que hacía tiempo que no se la afeitaba. Sus ojos eran simples y negros, su gesto no podía ser más serio e impasible. Vestía las ropas de Ejecutor y dos fundas cruzadas en su espalda, yo no solía llevar conmigo las ropas de ejecutor porque me parecía que la fama de los Ejecutores haría que toda la ciudad se echara encima, aunque Caldero piensa que un verdadero miembro no es visto nunca y que no importan sus ropas-No pienses que te debo una por ayudarme-Le espeté, mientras seguía corriendo por el techo. Él se unió a mí y me alcanzó-La próxima vez te ofreceré mi guadaña en vez de la mano
-Reza porque no te mate por impertinencia
-Y tu duerme con tus cuchillitos bajo la almohada, niña-Se llamaba Roy. En el Trazo lo llaman “Roy Tres dados” por su afición a los juegos de azar. Hacía mucho que no lo veía, siempre andaba de recado en recado, un día en el nivel tres para asesinar un comandante importante y otro en el dos para silenciar a algún obispo de la corte del Papa. No solían ordenar tareas tan difíciles, porque muchas de ellas resultan muy peligrosas y, además, si el Papa te caza intentando hacer algo similar te torturará hasta que no te quede sangre que vomitar, y al final, cantarás, independientemente de quién seas. Por eso nadie más que él y otros tres ejecutores podían llevar a cabo un trabajo así, porque Bigotes no quiere que el Papa tenga información sobre los movimientos del Trazo, y mucho menos de los Forjaoscura que avanzaban con su ejército de dos mil hombres junto a los Boighle hacia Dulcean. El Trazo era una organización de asesinos neutral, cualquier recado lo llevaría a cabo, no guardaba lealtad a nadie, pero cuando Bigotes en persona decide hacer un trabajo todo el Trazo sigue las inclinaciones que adapte el viejo Bigotes para el recado, y entonces era la de facilitar el avance del ejército desde La Fragua.
-¿Cómo te ha ido? ¿Mataste a Gareón?
-Si. Cuando me fui ya estaba rodando por los suelos como un loco
-¿Sabes algo de la Reina?-Preguntó, mirándome por primera vez desde que me ayudó. Saltamos a otro tejado fácilmente y descendimos hacia un tenderete para perdernos entre la multitud-Vaga por los suburbios en busca de información sobre los asesinos que iban a matar a su marido, en estos momentos estará llorando desconsoladamente junto su cama-Roy giró la cara y continuó caminando-¿Pasa algo?-Pregunté, viendo como se rascaba la barbilla en busca de su barba-¿Te importa?-Dijo al final-Si. Esta es mi misión, cualquier detalle ya puedes escupirlo
-Alexander Everblue ¿Lo conoces?-Pensé un minuto, él era el que estaba en la cocina con las doncellas, al Everblue que puse en fuga para que nadie pudiera verme echar el veneno y que, de paso, le robé el suyo-Lo vi en la mansión
-Él es el señor legítimo de estas tierras, si la Reina lo encuentra lo nombrará Rey. Su anterior esposo, Arón Everblue, era su sangre, hasta que murió. Así que no dudará en nombrarle, después de todo el Príncipe Edward falleció hará una semana, y no le quedan más hijos varones. A Caldero no le gustará que acabes con un rey para que venga otro-Dijo Roy, evitando a un borracho-Mataré al chico-Respondí al ver por donde iba-Pero no me gusta trabajar sin recibir dinero a cambio-No me apetecía algo que no me aportara oro, y no es que anduviera suelta de dinero precisamente

Entramos en “El lobo tuerto”, una taberna de los barrios bajos de Dulcean. Saludé a Maggs, la tabernera rechoncha siempre sucia. Ella le hizo un gesto de atención a Roy, pero la ignoró. Bajamos por unas escaleras de caracol escondidas por una trampilla bajo una mesa, en la esquina de la taberna. Aquello de allí abajo era el Trazo, no, era uno de los muchos campamentos del Trazo. Todos los campamentos estaban conectados mediante túneles bajo las ciudades, que llevaban de un nivel a otro, y, de alguna forma, eran seguros.
Cada campamento estaba repleto de Ejecutores que buscaban vender objetos extraños y preciosos que recibían como recompensa de sus trabajos (además de la cantidad de oro correspondiente, por supuesto) Ese día no cabían más puestos de venta en el campamento. En ellos se podían ver desde libros de magia negra hasta piedras volcánicas, todo a un precio asequible, lo que causaba que se comprara casi cualquier cosa por pocas monedas de oro. Y allí, en el medio de todo, se alzaba imponente el Torreón del Segador, una torre alta y gris, de roca basta y ventanales a un lado y a otro. Los límites del campamento estaban marcados por los túneles, cuatro en total. Uno llevaba a Zea, el campamento de La Fragua. Otro a Dea, la construcción gigantesca bajo el nivel cuatro. El último te dejaba justo debajo del nivel dos, se llamaba Tea. Había un último túnel que, según contaban las viejas, te llevaba a la superficie arrasada del planeta. Bigotes intentó atravesarlo para confirmar la verdad sobre el planeta, pero volvió al campamento al borde de la muerte y sin un brazo, es increíble que haya pisado el infierno y ahora sonría como lo hace un niño.

Entramos en el Torreón. El primer salón era circular y tenía escaleras de caracol en sus dos esquinas que te llevaban a las habitaciones de los Segadores y a la de Caldero. No hizo falta que subiéramos para ver a Caldero-Te dejo aquí, niña. No mueras antes de que me asesines-Roy se alejó a zancadas hacia una mesa donde unos hombres jugaban al tablero-¡Pequeña! ¡¿Lo mataste?!-Gritó Caldero mientras se acercaba. Su nombre precedía a su estómago, su panza era tres veces su cabeza, y no tenía una cabeza pequeña. Sus ojos eran grises y siempre rojizos de no dormir, él era quien llevaba el papeleo de Gea, y al parecer no se dormía en ese trabajo. Casi no tenía pelo exceptuando la barba blanca y espesa que cubría hasta su boca-Si-Respondí, calmada-¡Pues ahora vete y mata al Everblue antes de que sea Rey y un ejército de guardias reales se le echen encima!-Me dio un fuerte golpe en la cabeza que casi me hace llorar y luego me empujó hasta la puerta-¡Un día te mataré a ti!-Grité, furiosa.

Duodécimo capítulo

-Alexander Everblue, como legítimo heredero de Dulcean, te cedo el trono de regente y protector del reino-Pronunció la Reina. Sus palabras resonaron en toda la sala del trono, a oídos de muchas personas ricas y pobres-Nunca seré rey de nada-Respondí, lo suficiente alto para que todos allí lo oyeran-Por favor, necesitamos a un rey, todos te necesitan-Sus óvalos verdes se clavaron en mi, me sentía incómodo ante ellos, era como si pudiera desnudarme con la mirada-¡Alteza!-Gritó Catherine, entrando a zancadas por la puerta. Me cogió de un brazo y me llevó a unos pasos de la Reina-¿Qué haces? La Reina en persona te está ofreciendo el trono ¿Todavía te chupas el dedo?
-No voy a reinar sobre nada, que se queden su corona-Ella me abofeteó-Te necesito aquí, como rey. Así podrás estar mucho más cerca del Papa y podrás preguntarle lo que necesites. Ya me encargaré de que el ejercito de los Forjasombra y los Boighle espere hasta que resuelvas lo tuyo
-¿Y eso a ti en qué te beneficia?-Pregunté, llevándome la mano a la mejilla colorada-Tendremos el control de un nivel más. No tendremos que perder soldados en batalla para llevarnos Dulcean y, además, conseguiremos el ejército de tu ciudad para ayudarnos con el nivel cinco hasta llegar al Papa. Una vez resuelvas tus asuntos con el Papa ya note será de utilidad. Lo único que pido es que hagas de Rey, no tienes porque “reinar”, con sentarte en el trono nos bastará-Lo pensé un momento-¿La Reina lo sabe?
-No-Me di la vuelta y me dirigí a la Reina-Espera ¿Qué piensas hacer?-Replicó Catherine-Decírselo
-¡Estás loco! El Rey era fiel al Papa, y por tanto, la Reina también
-Me da igual, tiene que saberlo
-Esos recuerdos te han alterado la mente ¿Recuerdas lo que harían contigo si supieran lo que hay bajo tu bufanda?-No respondí, si el Papa lo supiera me mataría, como bien me recordaba siempre que podía Catherine-Lo que tu digas…-Me moví lento y pausado, no había sentido el peso de las miradas de toda esa gente en mi hasta ese momento. Me acerqué más y me senté en el trono-Continua…-Murmuré. Lina lo escuchó y procedió con los juramentos de protección del pueblo y reinado. Cuando acabó toda la gente se desperdigó y desapareció en un instante-Se celebrará un banquete en tu honor, Alteza-Me dijo Lina, retirándose con una ligera reverencia. Catherine se acercó al trono-Ahora ya estarás cómodo
-Es el asiento más incómodo que se ha forjado-Maldije, moviéndome en el sitio, inquieto-Vete a ponerte guapo. Nos vemos en la comida-Se fue por la puerta principal, después, claro está, de hacer la reverencia obligatoria.

Ya era de noche y la ciudad se volvió más oscura aún. Me obligaron a llevar la vestimenta de Rey. La capa era roja a motas blancas con incrustaciones de rubíes auténticos. La seda dorada se me pegaba al cuerpo causando y la corona me pesaba en la cabeza-Diosa…-Suspiré. Nunca había pensado ser alguien importante, o alguien de una familia importante… me habría gustado abofetear a mi padre si hubiera tenido la oportunidad-Mi señor, se reclama su presencia en el salón del banquete, la señora Catherine insiste en que se de prisa-Dijo una de las sirvientas, sus ojos aún rezumaban odio-Si, diles que ahora voy-Cerró la puerta y yo me di la vuelta para mirar por la ventana. Entonces oí un golpe seco, y seguido, algo que se caía sobre el suelo. Fui hacia la puerta, pero estaba trancada. Escuché el siseo de un objeto metálico contra el aire y luego lo sentí en la carne de la columna. El puñal se retorció en mi espalda y luego fue extraído. Podía ver su cara, era aquella criada que me causo problemas en la cocina del palacio. Todo era su culpa, si no hubiera matado a Gareón entonces yo hubiera seguido siendo un simple Condenado-Maldita seas…-Llegué a pronunciar, apoyando mi peso en una rodilla-Recibiré una buena pieza de oro por matar un Rey, te lo agradezco
-¿Morir?-Vi el gesto de perplejidad en su rostro. La piedra incrustada en la daga de mi mano ya brillaba intensamente. Todo estalló envuelto en resplandor azul, al principio, y luego la luz se volvió blanca, hasta que no sentí nada.
Pensé en qué haría en esos momentos el estúpido de Yugo, le dije que la cuidara, era un estúpido, cierto, pero una buena persona, mejor de lo que yo nunca fui. Me pregunté si María sería mi madre, me reconfortaba haber recordado el nombre de mi madre muerta, haberlo olvidado siempre me encogía el corazón. Sentí muchas cosas, entre ellas rabia por no haber podido encontrar al Papa ni a mi padre, que según decía Catherine, seguía vivo en alguna parte de los túneles. No había resuelto mis dudas sobre mis ardores de cabeza y los “recuerdos” de doscientos años de vida de mi padre. Supongo que sentí lo que cualquier chico de aquella edad en un momento así, de verdad había pensado en morir, pero luego recordé algo.

La luz repentina dañó mis ojos. Las praderas eran verdes, no grises y sin vida, como la roca. En aquel momento me sentía algo desconcertado, sin embargo, no se debía a lo extraño de la situación, era más un sentimiento de modorra después de una larga siesta. Miré mis pantalones, no eran negros, ni un atuendo de rey, eran de color ocre claro. Llevaba una camisa blanca y muy fina, casi transparentaba. Reposé la cabeza sobre la hierba, aliviado por algún motivo, cuando debería estar muerto-¡Buu!-El rostro de Magdalena apareció frente al mío e hizo que diera un pequeño salto en el sitio-No hagas eso-Repliqué, levantándome y limpiando algo de hierba en mis piernas-Jiji, eres muy asustadizo
-Lo que tú digas…
-Mañana cumplirás dieciocho años, ya he pensado un regalo-Noté como se eleva el color rosado en sus mejillas-¿A sí? Venga dímelo-Nunca me había fijado tanto en ella, nunca la había mirado tanto tiempo de seguido, nunca había profundizado tanto en sus ojos, ni en los de ninguna persona. Me acerqué poco a poco y posé mi mano en su cintura, luego nos besamos, y cuando había terminado ella me pidió otro. No recuerdo por qué lo hice, me sentía muy atraído por ella, pero nunca de esa manera, siempre había sido como una hermana para mi, no algo como… eso.

Decimotercero capítulo

Leonel caminaba delante de mí, junto a su ratonero, Skye. Parecía orientarse muy bien en la oscuridad, yo me golpeé varias veces en la espinilla donde él lo esquivaba con un gesto. Le pedí la mano para no chocar contra más rocas, y de vez en cuando me decía hacia donde girar. De pronto se paró, yo choqué contra su espalda y maldije-Calla-Me dijo, mientras giraba la cabeza de un lado a otro-¿Qué?-Pregunté, inquieta por no haber percibido nada-No es peligrosa-Murmuró Leonel. Escuché unas pisadas y el susurro del viento contra las piedras. Una figura apareció envuelta en oscuridad, pero por su figura pude determinar que… era una mujer. El brillo de sus ojos en la oscuridad me recordó mucho al de los gatos, pero menos exagerado, sin embargo, pude distinguir el ámbar en ellos-¿Quiénes sois?-Preguntó la sombra, asustada, le temblaba la voz-¿Quién eres tu?-Respondió Leonel, muy bruscamente y acercándose mientras a la chica. Supuse que podría tener dieciséis años. Me adelanté a Leonel y me interpuse entre el y ella-Yo me llamo Magdalena ¿Cuál es tu nombre?
-Celeste…-Dijo bajando la cabeza-No tengas miedo, yo estoy más asustada que tu, este sitio está plagado de monstruos, pero no te preocupes, Leonel nos protegerá ¿Si?-Leonel se encogió de hombros y miró hacia otro lado-¿De verdad?-Sus ojos parecieron clavarse en mi, era como una niña, una niña inocente y atrapada en un túnel ¿Cómo había llegado allí?-¿Por qué estas aquí?
-Mi padre… me dejó… aquí
-¿Desde cuando estás aquí?-Pregunté, mirándola sin poder creerlo ¿Qué clase de padre hace algo así?-No lo sé… recuerdo que… me trajeron cuando… medía lo que el palo de mi escoba-Dijo al final, después de muchos titubeos y tartamudeos. A pesar de la oscuridad podía ver como temblaba-¿Tienes frío?
-Un poco
-Leonel, préstale tu chaqueta-La “chaqueta” de Leonel no podía definirse como un abrigo, pero era mejor que nada-Dale la tuya-Me espetó-Son los hombres los que prestan sus abrigos a las doncellas- Bufé, me quité la mía y se la ceñí a los hombros para que no pasara mucho más frío-Pues te vienes con nosotros-Al decirlo, Leonel me miró con desaprobación, aunque luego pareció no importarle. Continuamos caminando a ciegas, al menos yo, ellos parecían desenvolverse bien. Me agarré fuertemente a la mano de Celeste para permanecer firme al paso. Andamos durante lo que me parecieron horas, entrando por más túneles, cada vez más estrechos, hasta llegar a un ensanche del terreno. Suspiré al ver que no tendríamos que atravesar más espacios pequeños, me ponían los pelos de punta-¡Mirar!-Dije, señalando una luz en la distancia. Estaba segura de que era luz artificial y no otra de esas piedras explosivas. Me alejé de ellos y caminé a trompicones hacia la hendidura en la roca. Allí dentro había una mesa de roble, sobre ella una jeringuilla y un libro, o un diario. Observé la jeringuilla, todavía contenía algo del líquido violáceo. Todo se veía más claro ahora gracias a la luz de aquel candelabro que alguien habría dejado encendido recientemente. Abrí el diario de notas y comencé a leerlo:
“18-9-2025
Alfred Bacco
El Papa ha iniciado el estudio de las rocas en los túneles, y nos la ha cedido a nosotros. Ha descubierto un nuevo tipo de piedra que se sublima al contacto con el hierro, creando un gas que, en contacto con el oxígeno, se vuelve líquido. Todo esto lo hemos aprendido del Papa, es increíble los conocimientos que ha almacenado en su cabeza. También nos ha enseñado un material llamado pólvora, que explota en contacto del fuego, y ha inventado el solo armas que disparan la pólvora a distancia, no lo entiendo bien, pero es como si fuera todo muy futurista. Lo que quería decir es que las piedras que nos prestó son extremadamente raras. Según el, después de la explosión que destruyó la superficie, se crearon estas rocas. Una de ellas brilla al contacto con la piel humana, y solo la humana, creo que tiene algo que ver con las huellas dactilares, y luego explota. A lo que quería llegar, que me voy por los caminos de la Diosa, es que el Papa nos ha dado a su hija, y eso no es todo ¡Nos ha pedido que la utilicemos como sujeto de pruebas! El insistió tanto que no pudimos negarnos, después de todo él tiene el poder.

Machacamos la Minolita (Piedra que reacciona con el hierro) y la introducimos en el cuerpo de la chica. Como esperábamos, el hierro de su sangre reaccionó y convirtió el sólido en gaseoso, el gas no escapó de su cuerpo, ni le reventó las venas, tan solo fluyó con la sangre y se hizo con ella, hasta que llegó al sistema central. Cuando un poco del gas alcanzó la columna vertebral, este subió hasta llegar a la médula, o eso supusimos cuando vimos cómo un trozo de piel de la zona se cristalizaba.

Trasladamos la investigación al nivel dos, donde el Papa nos prestó sus aparatos para ver a través de la piel. El cristal mostraba incrustaciones de si mismo, su tono violáceo permitía ver tu rostro reflejado. Luego pudimos ver como el gas llegaba hasta sus pulmones y se convertía en líquido, pensamos que moriría, sin embargo, el líquido se comportó de la misma forma que el gas, solo que este causó una cristalización mayor de todo su brazo izquierdo, y ahora hasta sus dedos son cristales. Ella puede mover el brazo sin problemas, dice que le pesa más, pero que puede moverlo como antes, hasta las articulaciones no se han visto afectadas. Lo más sorprendente es que hemos descubierto que la actividad de su sangre afecta a la Minolita de su cuerpo, y le causa brotes de cristalización por todo el cuerpo, poco a poco. Hemos probado a que haga ejercicio, y la alteración y velocidad de circulación de su sangre activa el líquido.

Yo pienso de esta manera: El gas de la columna controla el líquido de su interior, y el líquido reactiva el sólido de su brazo. La Minolita parece estar relacionada con aquella piedra que explota, porque la rápida circulación de su sangre causa que su brazo entre en ebullición. Es como si desprendiera un gas parecido al sudor, pero este produce calor, lo que nos lleva a que su brazo es un “generador de terremotos” como dijo el Papa. Si una mano humana toca ese brazo, la mano que lo ha tocado recibirá un golpe de calor que la hará retroceder. No hemos probado, no obstante, suponemos que si… solo si sus pulsaciones suben lo suficiente… puede que entonces su brazo sea de verdad un “generador de explosiones” como sugerí yo al Papa.

Entonces, el Papa quiso ver a su hija, se la llevamos, pero ella escapó de alguna manera. La investigación “Superhumano” queda cerrada.”
Todo eso era horrible, sabía que el Papa no era una buena persona, pero no que diera a su hija como conejo de pruebas. Entonces vi otro librillo de notas. La primera página hablaba de ratones, y de como el Papa les había dado orden de empezar “Soldado” otra investigación. No pude leer más, las demás páginas habían sido arrancadas-¿Qué ocurre?-Preguntó Leonel. Me dirigí a Celeste y levanté la manga de su chaqueta para ver su brazo. Al instante me quemé, un dolor me recorrió el cuerpo de abajo a arriba-¿Eres la hija del Papa?-Pregunté, mirando aquellos ojos gatunos.

Decimocuarto capítulo

Toda mi vida había huido, y eso no iba a cambiar. Tenía conmigo los papeles que demostraban la corrupción del Papa, y no solo eso, también contenían datos sobre un atentado contra el Consejo Llorón. Debía hacerles llegar esos documentos aunque me costará la vida, después de todo, qué importaba la vida de un Condenado. Es asqueroso que el Papa haya engañado así a la población, la vida de un Condenado es muy importante, él lo sabe bien-¡Eh tu, vuelve aquí!-Veinte capas blancas me perseguían, si, me tomé la molestia de contarlos, ya que los matarían si no me atrapaban, no estaría bien dejarles sin alguna oportunidad de jugar.

El complejo de donde robé los documentos y por el que escapé es en realidad una especie de búnker bajo tierra. Todo lo que había allí no pertenecía a esa época, armas de fuego, construcciones de acero cromado y paredes de metal reforzadas para aguantar la fuerza de una apisonadora, por suerte, los capas blancas no poseían esas armas. El suelo sonaba con el inconfundible sonido de las placas metálicas a cada paso, retumbando por toda la base, no me gustaba como había acabado todo ¡Por la diosa, qué fácil es robar con un suelo de madera de roble a tus pies! Giré una esquina y esquivé a dos batas negras, uno de ellos cayó al suelo cuando lo empujé, y el otro ayudó a su amigo a levantarse mientras el caído maldecía. Luego pude escuchar más maldiciones cuando los guardias pasaron a través de ellos, no pude evitar esbozar una sonrisa. Encontré un ascensor con la vista, muy lejos, al final de aquel pasillo infinito, la verdad es que me estaba cansando de correr. Cada vez estaba más cerca del ascensor, tanto que casi podía olerlo ¡Fuera de servicio! Fuera de servicio… podía escuchar a metros de distancia la basta risotada del Papa. Me di media vuelta, no había salida, ningún camino alternativo. Los guardias estaban ya demasiado cerca como para buscar alguna bifurcación en aquel pasillo, estaba completamente atrapado-¡Jajaja!-El que parecía el líder, o el más osado, se echó a reír y luego dejó de hacerlo para toser, como si se hubiera atragantado-¡Maldito seas, Roy, llevaré esos papeles y tu cabeza frente al Papa! Estoy seguro de que me recompensará con un ascenso… o tal vez con dinero…-Dijo, frunciendo el ceño mientras me miraba-¡Ja! Su cabeza es mía, no eres ni nuestro jefe ni nuestro amigo ¡Ese oro me pertenece a mí!
-Mira quién habla ¿Qué tal si te rajo el cuello a ti?-Dijo otro de los soldados en el montón-¡Jajaja! El hijo de un carnicero nos sale con esas. Yo pertenezco a la casa del oeste ¿Quién te crees que eres para llevarte mi oro?-Replicó un hombre fuerte y robusto, adelantándose dos pasos para que todos lo vieran. Su nariz recordaba mucho a la de las brujas en los cuentos de chiquillos, hasta tenía una verruga. Su cara no era muy agraciada tampoco, poseía profundos rasgos de caballo, que hacían parecerle algo así como un caballo y un castor-Seré el hijo de un carnicero ¡Pero tu cara es más fea que el culo de una puta!-La carcajada fue general, y el hombre grande se tiró sobre el otro, repartiendo puños hasta a compañeros que no lo merecían-¡Eh!-Todos comenzaron a golpearse entre ellos, hasta el punto de pelear con sus guadañas. Pensé que sería mi oportunidad de escapar, y me equivoqué al pensarlo. Todos ellos ocupaban el pasillo entero, sería muy grande, si, pero ellos eran veinte y necesitaban algo de espacio para pelear.
Observé que los ánimos empezaban a calmarse. Miré al techo por casualidad, y encontré una rejilla de ventilación. Desenfundé ambas guadañas, las que siempre había tenido conmigo, forjadas de acero negro y tan grandes como yo, constituidas por un filo ondulado lo suficiente grande para abarcar la cadera de un hombre muy gordo. Las coloqué hacia atrás y corrí una vez más en dirección a la multitud. Me impulsé en el pecho de un hombre, pisé unas cuantas cabezas, di un gran salto pisando la cara de un soldado y enganché ambos filos de mis guadañas entre las rejas. Tiré de una de ellas y me agarré a una placa del techo mal colocada por la que cabía mi mano, me sostuve en la placa y dejé caer la rejilla y una de las guadañas hacia abajo. Metí la única arma que me quedaba por la rejilla y la enganché en el interior del conducto, me sostuve en el aire sujetando la empuñadura de mi arma con ambas manos, y luego me lancé al interior del conducto. Una vez dentro escuché sus maldiciones, y me encargué de revisar que los papeles estuvieran aún en el cinturón-¡Vuelve aquí!-Gritaron algunos capas blancas mientras me alejaba a gatas por los conductos.

Llevaba algún trecho gateado, no sabía bien a donde me dirigía, creía ir correcto. Me había aprendido el mapa de aquella base de memoria, aun así no estaba muy convencido. Se suponía que debía llegar al patio trasero, mi misión ahora era escapar, aunque… la presencia del Papa en la base me inquietaba, decían que ese hombre trataba con artes oscuras. No tenía miedo de demonios ni de maldiciones, ya me había encomendado al demonio más de una vez para salir con vida de situaciones peores.

Por fin encontré una salida, se suponía que daba al patio. Cuando salí pude comprobarlo, en efecto era el patio trasero, rodeado con varios guardias que me apuntaban con sus armas de fuego. En medio de ellos se encontraba el Papa, ataviado con sus ropajes de seda dorada, aún con la corona sobre la cabeza. La papada le caía por todo el cuello (me pregunté si tendría algo que ver con el título religioso) y apenas le quedaban dos pelos canosos sobre la calva brillante y aceitada-Roy tres dados… no, mejor dicho, el quinto Condenado-Pronunció el Papa, con aquel tono grave y soberbio que siempre lo había caracterizado. Una sonrisa orgullosa y burlona a la vez le bailaba en los labios. Dos guardias me cogieron y me empujaron al suelo, tiraron hacia un lado mi guadaña y me dieron dos patadas en la espalda. Miré a los ojos de aquel viejo al que llaman “Su Santidad” ¿Cómo podía sobrevivir tanto un hombre? No es que él hubiera llevado una dieta saludable, su barriga le delataba-Quitarle los documentos del cinturón y traérmelos-Un hombre de capa negra hizo lo que le habían ordenado, entregándole los papeles que podrían significar su muerte. Los ojeó un segundo y luego me dirigió la mirada, su sonrisa no había cambiado hasta ese momento, me sacaba de quicio-Te has tomado muchas molestias para llegar hasta aquí, aunque, me habría gustado que te hubiera traído contigo a Everblue, ese tipo no me causa más que problemas-Esa chica, Tanda, se había ido en misión de encargarse del chico, pero… todo salió mal, Tanda ha desaparecido, y el Everblue también, todos en el Trazo pensábamos que estaban muertos ¿Puede ser que su padre siguiera…? Era una locura, había visto como perdía un brazo en frente de mí-Ambos está muertos…-Dije, sin poder creer lo que había dicho, la duda había hecho mella en mi-Vaya, si puedes hablar. Bien, te diré que John sigue vivo, ese hombre es muy duro, y muy estúpido, es algo así como un salvaje sin cerebro-El Papa frunció el ceño y suspiró, sin dejar que desapareciera la burla de sus labios-Ha descubierto la forma de utilizar la Minolita como yo, desconozco su propósito, y temo que avance tanto en la materia como yo. De todas formas, ya soy imparable, hasta el Consejo llorón desconoce de lo que soy capaz ahora-Dio media vuelta y les hizo un gesto a sus hombres que pronto entendí-Entendido-Respondió el soldado, golpeándome con la culata del arma en la barbilla. Me apuntó con su arma. Después de tantas situaciones semejantes no poseía temor, lo había perdido ya hace mucho, aunque no negaré que no me habría gustado morir.

Noté el reflejo de una luz en mi ojo, miré de reojo en dirección a la tenue luz. Encontré a un soldado con un arma, desde la altura, situado en uno de los torreones, apuntando en mi dirección. Pronto lo reconocí, era John, John Everblue.

Decimoquinto capítulo

El cielo sobre Monnont era azul, las nubes era iguales que la espuma del mar, pero parecían más espesas. En el centro de Monnont, en medio de la Plaza de la trucha, se alzaba, imponente, una grandiosa catedral, la llamábamos “La fé”. El edificio era rectangular y se ensanchaba a ambos lados. Una gran cruz blanca adornaba el tejado en pica de la catedral. A cada lado podían verse los vidrios lechosos, que por dentro cobraban vida de unos mosaicos de infinitos colores y formas. Las puertas de La fé estaban siempre abiertas a cualquiera que rindiera culto a la diosa de las nubes, mi padre y yo solíamos encaminarnos a la iglesia cada sábado, junto a la pequeña Michelle.

Al final de la Plaza de la trucha se encontraba el mar, azul como el cielo que refleja, puro como las gentes del pueblo. Monnont tenía playa, una playa muy pequeña, apenas visible desde lejos, pero una al fin y al cabo. Más que bañistas, eran las parejas las que visitaban aquel trozo de arena. Junto a la playa se hallaba el puerto, y por encima de él, en un risco muy alto, se había erigido ya hacía mucho tiempo un faro, que aun se tenía en uso. Por el día el faro se apagaba, y por la noche brillaba junto a la luna, por suerte, el haz de luz no impedía ver las estrellas del cielo, y en el pueblo se había prohibido utilizar luces artificiales en horario nocturno, así todo el mundo que lo quisiera podría disfrutar de la estrellas.

A las afueras del pueblo vivía una pequeña familia, los Everblue, yo, mi padre y mi hermana. Mi madre se había ido de expedición a un pueblo que se encontraba entre las cordilleras llamadas “Nudillo”. Nuestra casa era pequeña, muy acogedora y caliente por las noches, nunca había necesitado una sábana a la hora de dormir-Alex, Alex ¿Te ayudo con la madera?-Me dijo Michelle. Yo tuve que mirar hacia abajo, apenas tenía ocho años y no había crecido mucho-No te preocupes, llevaré esto al viejo Froy y luego podré jugar contigo-Le revolví un poco el pelo y me encaminé a la plaza-¡No es justo! ¡Solo quiero ayudar!-Replicó mi hermana, que tenía que correr cuando yo solo andaba-Vale-Le di el tronco más pequeño que encontré en el montón que llevaba en brazos, no era diminuto… solo esperaba que no se clavara una astilla. Michelle botó de alegría. La miré un momento: su pelo era rubio, como el de su madre, sus ojos grises y simples, como los míos y los de mi padre. Mi madre nos había dejado una nota donde decía como debíamos vestir a Michelle, no obstante, ella se negó a que la vistieran, y ella misma decidió su ropa, por lo cual, en esos momentos llevaba un calcetín de un color diferente al otro.

Llegamos a la plaza de la trucha y encontramos a Froy dentro de su casa, golpeando con su martillo un trozo de acero caliente. Le saludé y el hizo lo mismo, dejó lo que estaba haciendo para saludarnos-¿Has oído lo de la sirena, chico?-Preguntó Froy, con un gesto de preocupación estampado en la frente-¿Sirena? Si, el otro día mi hermana leyó un libro sobre ellas-Apenas había terminado la frase Michelle empezó a hablar-¡Son chicas con colas que enamoraban a los marineros, y, y, que tienen ecamas y nada rápido!
-Michelle, no pronuncies frases tan largas, siempre te lías…-Le dije, sin poder evitar esbozar una ligera sonrisa-¡Jajaja! ¡La pequeña todavía no es una mujer!-Señaló Froy, llevándosela a los hombros-Froy… conseguirás que te destroce la espalda-Apenas me escuchó-¡Vamos a volar!-Froy comenzó a correr en círculos despacito, mi hermana no hacía más que decir “más rápido, más rápido” y reír. Qué aburridos habrían sido mis días sin ella-Te dejo a mi hermana, os lo pasáis muy bien y yo tengo cosas que hacer-Abrí la puerta y me fui. Busqué el horizonte del mar con la mirada, pronto la encontré. Debía ir al puerto y notificar a Falco que mi padre tenía pensado alquilar un barco, él necesitaba que se lo fueran preparando, y yo daría la orden con veinte monedas en la mano. En cuanto salí de la plaza de la trucha fue fácil ver el puerto, realmente no hacía falta, todo estaba señalizado, pero verlo me tranquilizaba.

Cuando pasaba por los campos de cultivo vi al clan de las ancianas arando el terreno, y algunas ya recolectando patatas ¡Maldita sea! Parece como si siempre fuera época de patatas… no buscaba viejas de todas formas, rápidamente aparté la vista, si me hubiera visto me lo mencionaría y yo tendría que tragarme mi orgullo. Noté como algo se echaba contra mi espalda, no, era alguien, luego me abrazó. No sabía quien era, traté de mirar, pero sus manos me taparon los ojos, ya estaba claro quién era-¿Me buscabas?-Cuando pude ver de nuevo lo único que vi fue el rostro de Magdalena muy cerca. Me alejé medio paso y la miré incrédulo-¿De verdad no sabes simplemente saludar?
-No
-Podrías intentarlo-Le dije, observando las patatas que traía en la cesta de mimbre-Vi que me buscabas y quise sorprenderte ¿No te alegras de haberme encontrado?-Sonrió y me miró detenidamente-Si…-Hay estaba, si tenía orgullo lo perdí en esa afirmación-Vamos a la playa-Mencionó Magdalena-No puedo, tengo que dar la orden de que…-Magdalena frunció el ceño, algo que solía hacer cuando se molestaba, o cuando aparentaba estar molesta. Me agarró del brazo y apoyó la cabeza en mi hombro, haciéndome caminar hacia delante-Cumples dieciocho años y yo tengo diecinueve, hoy quiero pasar más tiempo contigo…-La miré, sentí que su mejilla estaba caliente al tacto con mi hombro-Vale, iremos a la playa-Dije por fin, sonriendo ambos.

Decimosexto capítulo

Incluso en mis sueños existen las guerras. Aquel día lo aprendí
-¿Alex? ¿Estás bien?-Magdalena había fruncido el ceño y sus labios marcaban un signo de preocupación que siempre me hacía reír. En ese momento no me sentía con ganas de reír, pero tampoco quería preocuparla, se suponía que ese era nuestro momento, maldito sea mi padre y sus supersticiones
-¿Para que te necesitara tu padre?-La miré bien. Ambos estábamos tumbados en la arena, y ella me observaba desde abajo, con la cabeza recostada en mi vientre. Ya había oscurecido, las estrellas iluminaban nuestro cielo, y la luna bailaba con ellas. Las olas del mar subían y bajaban, causando un sonido adormecedor
-No importa-Dije, observando el agua subir y bajar. Ella me seguí mirando, con el ceño relajado, pero aún algo seria. Acaricié una mejilla y le di un suave beso, luego continué jugando con su pelo, acariciando con delicadeza las hebras finas-¿Estás seguro que no importa?
-Totalmente
-Mentira-Replicó, dejando escapar un leve suspiro
-¿Qué?
-Me estás mintiendo-Repitió, incorporándose. El vestido de seda verde se le había llenado de arena
-Te dije que hoy no valían las mentiras, ni los recuerdos ¿Tan difícil es?-La voz le patinó en la última sílaba. La miré de nuevo ¿Qué iba a hacer? Era verdad que le prometí no mentir, pero ya lo había hecho, qué más daba mentirle de nuevo. Volví la vista hacia el mar, no estaba bien, podría estar toda la noche si no le contaba lo que mi padre
-Te lo diré-pronuncié, con gesto rígido y serio, no podía mostrar signos de broma-pero ven aquí, necesito que me escuches claramente-Le hice un gesto para que se acercara. Ella asintió y se recostó junto a mi, cabeza con cabeza. Sus mejillas seguían calientes, eso me preocupaba
-Dímelo-Exigió, con la voz de una niña. Me aclaré la garganta y volvía mirar su cara. A la luz de la luna su piel era más blanca, y sus labios más rojos. Su barbilla era redondeada, y una de sus pequeñas orejas le asomaba entre la melena rojiza, a mis ojos era preciosa-Un ejército… se acerca aquí
-¿Por qué?-Preguntó, alarmada, volviendo a levantarse. Yo también me incorporé esta vez, con más calma, no quería que mi angustia fuera la suya-Por mí, vienen a buscarme con su ejército
-No lo entiendo…-Sus ojos se veían acuosos, y reflejaban lo salado del mar
-¿Por qué?-Volvió a preguntar “Porque se me acaba el tiempo” pensé, sabiendo bien que el lugar de un Condenado no eran sus sueños
-Tengo una llave-En cierto modo no era mentira, bien pensado
-¿Para que quieren una llave?-Cada vez le temblaba más la voz, tenía miedo que se le cortara para siempre. Llevé su cabeza contra mí, y luego acabamos otra vez sobre la arena, pero era ella quien jugueteaba con mi coleta esta vez. No volvimos a hablar durante un buen rato, solo hasta que sus lágrimas dejaron de correr por mi frente es que volvimos a hablar
-¿Por qué la trenza? ¿No es más sencillo para un hombre cortarse el pelo?-Preguntó, con la voz aclarada. Ella sabía el significado, yo también, aunque supongo que esta “ella” no lo sabría de verdad
-Para diferenciarme de los demás…-Como ya sabía, en Neo todos teníamos los mismos ojos, el mismo color de pelo, o parecido, rubio, plateado, gris, y ojos negros o grises
-No necesitas eso para diferenciarte de nadie-Otra vez, no sabía que contestar, y ella estaba esperando una respuesta. Ni recuerdos ni mentiras…
-Eso pensaba-Respondí, buscando una verdadera respuesta en el océano. Me miró dubitativa, y algo enfadada, supongo que para ella eso contaría como una mentira
-Mi madre creía que necesitaba diferenciarme de los otros chicos. Cuando salíamos de las escuelas ella me esperaba frente a la puerta, pero muchas veces no me veía entre tanta gente similar. Así que decidió no cortarme el pelo como a los demás chicos, y dejarlo largo hasta poder hacer una trenza que me diferenciara-Terminé, volviendo a notar el calor que emitía la mejilla de Magdalena, iba a decirle que se levantara para comprobar el calor de su frente cuando continuó hablando
-Todos… tenemos diferentes rasgos, eso… no tiene sentido-Su voz se pausaba cada vez más, y una cuerda bocal le bailaba con discordancia. Sostuve la cabeza de Magdalena mientras la apoyaba contra una roca lisa. Sus párpados estaban ya adormecidos, ligeramente abiertos, y de su boca soltó hollines, creando vapor al salir de ella en la noche gélida. Le tomé la temperatura de la frente con una mano. Ardía, debía tener mucho calor, estaba enferma.


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« Última modificación: 30 de Septiembre de 2012, 07:44:22 pm por Gibb »

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Re:[Fanfic] Recuerdos de una mentira
« Respuesta #18 en: 30 de Septiembre de 2012, 07:44:51 pm »
Decimosexto capítulo publicado