*Despierta! Hey tío, vamos, no tengo tu tiempo*
John: Que?! Quien eres tú?
???: Creo que eso te lo debería de preguntar yo, pues este es mi establo.
John: Lo lamento, soy John. He estado caminado durante días y tenía que descansar.
Sam: Pues valla que te ves mal, con esa fea cicatriz en tu cara. Por cierto, yo soy
Sam.
John: Pues gusto en conocerte, mejor me voy, no quiero dar problemas.
Sam: Irte?? Así en esa condición? Jajaja no, primero te llevare con la curandera de este pueblo.
John: No, gracias estoy bien.
Sam: Bien? No lo estas, además esa cicatriz puede infectarse, vamos con ella, después te llevare a comer.
Quien era esta persona? No sé, pero se veía que solo quería ayudar. Mejor que no sepa quién soy.
John: Okey, gracias.
Caminamos hacia una pequeña casa, de color blanco con verde. No había personas en la calle, y los pocos ruidos que se oían eran de anímales de algunos establos cerca de la casa. Sam se detuvo ante la puerta de la casa, era de un color verde menta, y estaba muy maltratada. Toco 3 veces, se oyeron unos pasos y abrieron la puerta. Una señora de mediana edad estaba ante nosotros, tenía puesto un vestido de algodón, color verde.
Señora: Que milagro verte Sam, creí que irías a la cosecha con tu esposa.
Sam: No, tengo muchas cosas que hacer por aquí.
Señora: Y dime, quien es ese tipo que te acompaña? Tiene un pésimo aspecto.
Sam: El es John, un forastero creo. John ella es la enfermera del pueblo, la señora
Marta.
John: Un placer conocerla señora.
Marta: Supongo que lo traes a que lo cure no?
*Sam asintió*
Marta: Pues, entonces déjamelo, tengo que lavarle esa cortada antes de que se infecte.
Sam: Gracias, vengo al rato para ver como estas.
Marta: Bueno, ven, te llevare a un cuarto para lavarte.
La casa parecía más grande por dentro, un gran pasillo se encontraba al centro, a la izquierda se encontraba la cocina y sala. A la derecha alguna habitación y las escaleras. M e llevo a la habitación. Estaba decorada con varios cuadros, eran paisajes de la playa. Había una cama, con las sabanas blancas y un escritorio.
Marta: Bien, ponte cómodo. Traeré un poco de agua para lavarte la cara, después te pondré algún ungüento
John: Gracias.
Me senté en la cama, era cómoda. Empecé a oír pasos que se acercaban. Vi la sombra de una persona, no más alta que yo, pero no pude saber quién era, no entro.
Marta regreso a los pocos minutos, traía consigo un frasco negro, una olla de agua y algunas toallas.
Marta: No te muevas, esto te va a arder un poco.
Mojo una toalla y empezó a limpiar mi cortada. Cuando termino la tolla estaba roja por completo.
Marta: Bien, parece que se volvió a abrir. Sandra, ven!!
Sandra apareció al instante. Era casi de mi altura, tenía el pelo negro y los ojos azules, muy azules. Su piel era blanca, pero no tanto como la nieve.
Sandra: Que necesitas madre?
Marta: Busca el frasco amarillo en la alacena.
Sandra: Pero…. Ese frasco, no es peligroso ponerle lo que contiene?
Marta: NO, no le pasara nada, espero.