Capítulo 76La sala ya me volvía loco, de no ser por Zaos ya habría muerto de locura o de aburrimiento. Seguro que el pensaba parecido.
Tanteaba con las manos por la pared a ver si encontraba alguna salida. Nada. Entonces pensé que era posible que fuera cierto eso de que no tenía salida, al fin y al cabo, aparecí aquí junto a Zaos mediante una especie de teletransporte.
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Debe de haber alguna manera... -dijo mi espada frustrada.
- ¿No puedes usar la energía incorpórea para transportarnos? -le dije
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No seas tonto, ya te tengo explicado que eso no lo hice, esa energía se manifiesta sola y ni yo sé controlarla.Zaos también tanteaba por la pared, no parecía encotrar nada. Eso me decepcionó, ya que el sabía mucho de camuflajes y ocultarse, al menos que yo supiera después de ver como se había metido a esta misma sala.
Solo entonces, cuando mi mente estuvo despejada, oí un sonido hueco. Llamé a Zaos para que viniera rápidamente. No parecían ser ilusiones mías, el también lo oía.
- ¿Crees que puede haber algo detrás? -me dijo con ilusión.
Iba a responderle cuando mi propia espada saltó.
-Noto presencia detrás, supongo que sí, apártate.
Zaos se apartó con una expresión algo indignada de que una espada le ordenase apartarse. Mi brazo se alzó involuntariamente, y de el filo nacieron unos destellos. Se iluminó uno, luego, un metro delante otro, y finalmente en la pared, otro.
Donde antes se iluminaron los destellos nacieron tres explosiones de tamaño pequeño, pero poderoso por lo que pareció el resultado.
Un boquete en la pared del tamaño de varios metros abría a un inmenso pasillo.
*Mientras tanto*
No dormí aquella noche, todo lo contrario, me mantuve despierto hasta que todos se durmieron, menos Infinite. Había oído toda la conversación sobre mí en lo que la noche había durado. ¿Mi poder me cambió? Sonreí "y mucho..." pensé.
Infinite siguió montando guardia, como si no le apeteciera dormir. Vi como para matar el aburrimiento creaba pequeñas esferas de luz y las movía a su antojo manipulando la energía.
Cuando se cansó, pasó un momento quieto, pero de repente vi como se acercaba a mí. Me miró extrañado. Entonces alargó su mano hacia mi brazo. Iba a quitarme la manga de la camiseta. Sólo entonces, antes de que viera las marcas, alargué la mano y le cogí de su muñeca.
-¿Que haces? -pregunté de mal genio. Era evidente de que el sospechaba mucho de mí.
-Mustal... tenemos que hablar, te noto extraño desde que apareciste.
- ¿Y por eso pretendías mirarme el brazo? -le apreté la muñeca, se le puso de un tono rosado.
-Mustal... no voy a hacerte daño, pero... -alargó su otro brazo, antes de que reaccionara le solté la muñeca y de mi mano apareció de repente la espada. Le apunté con ella.
-¿Pero... qué? -dije mientras le apuntaba con el filo. -No me ocurre nada, Infinite, simplemente estoy algo cambiado después de desaparecer, ahora, quédate callado. Yo tampoco pretendo hacerte daño, pero te lo haré si hace falta.