Capítulo Segundo. Cegar
Abrir los ojos se puede convertir en el trabajo más costoso cuando no quieres ver lo que tienes delante. Su cuerpo le exige que vaya a alimentarse, su corazón le ordena morir de inanición. No quiere abrir los ojos, no quiere ver lo evidente, no quiere ver el rostro de la muerte.
Cae rendida otro día más.
Un cambio se produce al séptimo día, ya no son ni su cuerpo ni su corazón los que le guían, algo nuevo y no experimentado con anterioridad brota en su interior, extendiendo sus raíces a lo largo de todo su organismo, duele, las raíces atraviesan todos sus órganos, vitales y no vitales. No se mueve a voluntad propia. Se levanta como una grotesca marioneta, pero no abre los ojos, está luchando con las pocas fuerzas que le quedan para no abrirlos. Siente como si alguien la estuviese forzando a abrir sus párpados.
La cueva en la que se encuentra es oscura, la luz apenas logra penetrar en ella. Se oyen ruidos a lo largo de la cueva, pero ella hace tiempo que dejó de prestarles atención, salvo en aquella ocasión…
El tercer día, un ser se acercó a ella, el ser era poco más bajo que ella. Se acercó demasiado, la hembra tuvo que defender a su pequeño, nadie podía acercarse a su pequeño. Ocurrió lo inevitable, cuando algo se acerca a una madre que protege a su cría solo cabe esperar una cosa. Un solo golpe en el cráneo del ser bastó para que dejara de molestar a la cría. La hembra miró a su cría, y vio lo que no quería ver… un cuerpo rígido, un cuerpo con cortes, un cuerpo bañado en sangre, un cuerpo en descomposición. La hembra no pudo soportarlo, se desplomó al suelo. Aquello no podía estar pasándole a ella, ¿por qué tuvo que ocurrirle a ella?
Ese dolor de nuevo. Esta vez el nuevo sentimiento no permitirá que caiga al suelo. Como absorbiendo de sus órganos todo resto de abatimiento consigue levantarse. Un cuerpo puede ser distinguido desde su posición, a sus espaldas, algo está en el suelo. Las raíces exigen ser alimentadas. La exigencia es imperiosa. La exigencia es brutal. La hembra se acerca al cuerpo y lo muerde. Una carne fría. Una carne dura. La hembra come del cuerpo hasta saciarse.
Tirada de los hilos de putrefacción que desprende su cría, se acerca a ella. La levanta y comienza a andar hacia lo más profundo del túnel…