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« en: 13 de Abril de 2018, 06:39:20 am »
CAPÍTULO 9
Ciudad Algaria se encontraba en una isla del mismo nombre, al noreste de la región de Hoenn. Mientras los dos Noivern descendían sobre ella, se podía divisar en la parte derecha de la isla unas grandes instalaciones con edificios y una extensa pista con rastros de haber sido quemada. Los Pokémon tomaron tierra junto al que parecía el edificio principal.
- Muchas gracias por traernos – dijo Rudio al Noivern sobre el que vino mientras lo acariciaba.
- ¡Veeeeeerrnnn! – gritó el Pokémon frotando su cabeza contra la mano del joven.
El operario se quedó cuidando de ambos Pokémon e indicó a los chicos que, una vez dentro del edificio, mostrasen la carta del Sr. Peñas a uno de los vigilantes que allí habría, y que así los conducirían al centro de mando. Hicieron como les dijo el operario, y un guardia los llevó a una gran sala con paneles y pantallas alineados, todos mirando hacia una pared en la que se proyectaba un gran holograma de lo que parecían satélites que giraban alrededor del planeta. Un hombre con una bata blanca y gruesas gafas se acercó a ellos.
- Hola, chicos. Me han dicho que venís desde Férrica con una carta del presidente, ¿no es así?
- Si, señor – contestó Lem – Aquí la tiene.
El científico leyó la carta y avisó a uno de los guardias que había en la sala.
- Avisa con tu walkie a la cabina de seguridad que doblen el número de guardias y que estén muy atentos, estamos bajo amenaza de ataque terrorista.
- ¡S-Si, señor! – contestó el guardia mientras salía pitando.
- Bueno, chicos, el presi dice en la carta que os da su permiso para usar las antenas para buscar cierto tipo de energía… Os dejo con esos dos científicos que hay ahí sentados para que os ayuden, yo voy a ver si consigo reestablecer la conexión con Devon.
- Muchas gracias, señor – dijo Lem – Bueno chicos, si queréis dejadme a mí con esto y dad una vuelta por aquí, que en cuanto esté todo listo os aviso. ¡El centro de Algaria es muy instructivo!
- Buena idea, Lem – contestó Rudio.
- No sé cómo podéis tomaros las cosas tan a la ligera… - dijo Searcher frustrada – Si, venga, demos un paseo…
Ambos fueron a una gran sala acondicionada para las visitas, donde había pantallas y hologramas mostrando el funcionamiento de los cohetes, satélites, gravedad… Y en una habitación de la sala había una gran pantalla que mostraba el evento de hace unos 10 años cuando un meteorito casi llegó a caer sobre la región de Hoenn. En él se podía vez como se quiso usar la tecnología del Cable Link para mandarlo a otra dimensión, pero que finalmente, gracias al esfuerzo de unos jóvenes, se consiguió que el Pokémon legendario Rayquaza apareciese y destruyese el meteorito.
- ¿Alguna vez has visto un legendario? – preguntó Rudio a Searcher.
- En directo no. En la Interpol tenemos grabaciones de los eventos más recientes en los que han aparecido, pero no hay gran cosa… ¿Y tú?
- Si, vi a Zapdos cuando era pequeño. Hubo un gran apagón en todo Kanto durante una noche así que me asomé al balcón de mi casa con mi padre para ver el cielo y, en ese momento, vimos pasar a Zapdos volando desde el este, rodeado de nubes negras y lanzando chispazos.
- Vaya, que suerte… Eso me hace preguntarme una cosa… ¿Cuántos Zapdos hay? O sea, sé que hay entrenadores que usan Pokémon legendarios, pero se supone que los legendarios cumplen algún tipo de función en el mundo, como para darle equilibrio o algo así…
- No eres la primera persona que se pregunta eso. Se ha investigado mucho y hasta ahora, lo más aceptado es que en la naturaleza, solo existe un Pokémon legendario de cada especie, y que cuando uno muere o es capturado, de alguna manera desconocida aun, es reemplazado por otro de su misma especie.
- Entonces, ¿qué pasa con los que son capturados?
- Digamos que pierden ese “poder” o “función” dentro de la naturaleza. Usando el caso de Zapdos, al ser capturado dejaría de provocar tormentas o cambiar el clima de manera natural, solo podría hacerlo por medio de ataques y temporalmente, y en mucha menor escala y potencia.
- Oh, que curioso… ¿Y cuál es la función de cada Pokémon legen… Espera. ¿No oyes eso? – preguntó Searcher.
- ¿E-el qué? No oigo nada…
- Exacto. Hace unos momentos oía a los trabajadores de la sala y a los que están fuera hablar, y ahora no se oye nada. Vamos a asomarnos con cuidado…
Los dos jóvenes se asomaron en silencio por la entrada a la habitación, y vieron que todo el mundo estaba tirado en el suelo, durmiendo aparentemente. Todos salvo dos personas que caminaban por el medio de la sala en dirección a la escalera que subía al piso superior, donde estaba el centro de mando. Una de ellas era una niña menuda de no más de catorce años, con el pelo morado recogido en dos coletas y gran cantidad de maquillaje en los ojos, vestida con un traje similar a los dos que ya habían visto antes del Equipo ADN, solo que esta vez era de color malva. Junto a ella, Un chico joven de unos veinte años, alto y estirado, peinado con tupé y rapado alrededor de la cabeza y vestido con un traje igual al de Timinio.
En ese momento, por la escalera bajó un guardia de seguridad. Apenas le dio tiempo a darse cuenta de que pasaba allí, porque la niña se deslizó sobrevolando el suelo hacia él y mandó con sus manos unas extrañas ondas que lo dejaron dormido.
- ¿Has visto que bien lo he hecho, Guaninio? – dijo la niña al joven.
- Genial, pequeña Psygirl. Sigue así y al final del día tendrás dos de mis fotos firmadas en vez de una. Ah, y no olvides seguir rompiendo todas las cámaras de seguridad que veas.
- ¡Kyaaaaaaa! Eres tan bueno y tan guapo… - contestó Psygirl sonrojada.
- Lo sé, lo sé. Sigamos.
Rudio y Searcher vieron todo lo que acababa de ocurrir escondidos.
- Parece que esa niña usa un traje con poderes de Pokémon psíquicos y el otro viste igual que el enano ese, Timinio – dijo Searcher.
- ¿Qué hacemos? ¿Les atacamos por sorpresa? – preguntó Rudio.
- No… Esta vez no podemos arriesgarnos a perder o a que huyan. Tengo una idea: usa a Shelgon y haz que choque contra la ventana, eso activará la alarma.
Rudio hizo lo que le pidió Searcher: sacó a Shelgon y le hizo chocar contra una gran ventana que había en la habitación; al momento, una sonora alarma comenzó a sonar en todo el edificio, y grandes rejas comenzaron a bajar por todas las puertas, dejando a todos encerrados dentro del edificio. Rudio y Searcher caminaron hacia los dos miembros del Equipo ADN.
- ¡Vosotros dos! ¡No tenéis donde ir, así que rendíos ante la Interpol! – gritó Searcher.
- Vaya, vosotros debéis ser los que derrotaron a Timinio y a Zapman – dijo con tono tranquilo Guaninio.
- Si, somos nosotros, y correréis su misma suerte, ¡solo que no huiréis! – dijo Rudio decididio.
- ¡¿Qué manera es esa de hablar a Guaninio, el más guapo de todos los ejecutivos del Equipo ADN?! – gritó enfadada la niña – Amor mío, déjame encargarme de estos dos idiotas y sigue tú con el plan.
- Gracias, Psygirl. Hazlo y te firmaré en el brazo con tinta imborrable – contestó Guaninio mientras seguía caminado hacia la escalera.
- ¡Kyaaaaaaaah! ¡Qué envidia voy a dar a todas las del Equipo!
- Rudio, pasemos de esta niñata, ¡vamos tras el ejecutivo! – dijo Searcher mientras corría hacia ellos.
- De eso nada. ¡Barrera! – gritó Psygirl. Una barrera rosada apareció en el camino de Searcher, la cual frenó en seco pero no pudo evitar golpearse con ella.
- Aaarg, que cansada estoy de tanto friki con poderes raros…
- ¡Seacher, déjame a la niña a mí, tengo una idea! – gritó Rudio.
- ¿Una idea? No va a servir de nada. Con mis poderes psíquicos hoy se os acaba el chollo – dijo con tono chulesco Psygirl.
- Ahora veremos… ¡Sal, Carvanha! – Rudio sacó al Pokémon de agua que capturó hace poco, el cual cayó sobre el suelo, donde daba saltos incapaz de moverse del sitio.
- ¡Jajajajajajajaa! ¿Vas en serio? – preguntaba Psygirl mientras no paraba de reír - ¿Vas a intentar derrotarme con ese pescado inútil?
- Si, justo eso voy a hacer – contestó Rudio mientras cogía a Carvanha del suelo.
- Ya me cansé de tonterías, ¡toma Psicorrayo!
Un rayo de ondas salió disparado hacia Rudio, que se escondió dentrás de Carvanha. El Pokémon tomó el golpe sin apenas inmutarse. Searcher aprovechó la confusión para colarse detrás de Psygirl y subir la escalera.
- ¡¿P-pero que ha pasado?! – se sorprendió Psygirl - ¡¿Por qué mi ataque no ha hecho nada?!
- Jeje… Como suponía – dijo Rudio sonriente – Si usas ataques de Pokémon, las efectividades entre tipos funcionan igual. Carvanha es de tipo siniestro además de agua, por lo que tus ataques psíquicos no le hacen absolutamente nada. ¡Ahora verás el mordisco que te va a dar! – Rudio salió corriendo hacia Psygirl con Carvanha cogido.
- ¡Ah, no no! ¡Aleja eso de mí! ¡Psíquico! ¡Psicorrayo! ¡Confusión! Eeerm… Psicoooo… Eeeem… - todos los ataques daban a Carvanha sin hacerle nada. Rudio estaba ya a unos metros de la niña, paralizada de miedo.
- Carvanha… - dijo Rudio susurrando cuando estaba ya frente a Psygirl – Cara Susto.
El Pokémon Feroz hizo una mueca horrible, como si fuera a morder a la niña, la cual gritó y cayó desmayada al suelo. Rudio felicitó a Carvanha y lo devolvió a su pokéball, después se acercó a Psygirl para observar de cerca el traje. Vio que había finos cables por todo el traje que salían de la mochila metálica de la espalda, en la cual aparecián dos columnas de tres luces redondas, las cuales parpadeaban a distinta velocidad y distinto color: rojas (las más rapidas), amarillas y verdes (las más lentas). En medio de la mochila había una especie de cierre de rosca, el cual giró Rudio, abriéndose la tapa de la mochila desde un resorte en la parte baja. Allí había seis pokéball. El chico, sorprendido, quiso seguir investigando, pero recordó que Searcher había subido al centro de mando corriendo detrás de Guaninio y salió pitando hacia allá. Una vez ariba, encontró varios científicos y a Lem junto a varios paneles, y a Searcher usando a Kirlia contra un Roserade que controlaba Guaninio. El comandante se giró al ver que Rudio había subido sólo.
- ¿Has derrotado a Psygirl? Niña inútil… Pienso acabar yo solito con todos, uno a uno, hasta que me deis los datos del incidente del meteorito que no están en la red.
- ¿Tú solito? – dijo Searcher – Apenas eres capaz de aguantar frente a mí… ¡Kirlia, Confusión! - El ataque dio de lleno al Roserade, que cayó inconsciente.
- Tss… Vuelve, Roserade – Guaninio cogió la pokeball de Roserade y la guardó en un cinturón metálico que se unía mediante a un cable a la mochila metálica de su espalda, algo más grande y aparatosa que la de Psygirl - ¿No creeréis que habéis ganado?
- Sabemos muy bien que también puedes usar ataques de Pokémon, no nos pillaras desprevenidos – dijo Searcher.
- Desprevenidos o no, voy a hacer que os arrepintáis de haberme mirado si quiera. Aunque digamos que estáis de suerte… Si esa belleza viene a darme un beso, igual solo os doy una paliza– dijo Guaninio señalando a Searcher, que se sonrojó – Ven aquí, sé que lo estás deseando.
- ¡¿Quién iba a querer besar a un baboso como tú?! – gritó enfadado Rudio - ¡Con esas cejas depiladas y ese pelo a lo modernito pareces un Scrafty maquillado!
Se hizo un breve silencio, seguido de carcajadas de todos los presentes. Searcher seguía roja de vergüenza, y Guaninio estaba rojo… de ira.
- ¡¿Cómo te atreves a hablarme a mí así?! ¡A Guaninio el Bello! ¡Voy a enseñarte lo que es el sufrim – el Kirlia de Searcher golpeó a Guaninio por la espalda con Confusión, mandándolo contra unas estanterías y dejándolo K.O.
- ¡Buen golpe! – dijo Lem dando una palmada en la espalda a Searcher – ¡y mejor golpe el tuyo, Rudio!
- Los creídos como este hacen que me hierva la sangre… - contestó Rudio.
- Gracias por defenderme, Rudio – dijo Searcher sonrojada – Vamos a sacar al payaso ese de ahí.
Los jóvenes, junto con los científicos del centro de mando, levantaron las estanterías donde Guaninio había quedado sepultado. Tenía el traje rasgado, y emitía chispazos y ruidos raros. Cuando iban a levantar al comandante, Psygirl apareció tras ellos a toda velocidad, empujándolos con una onda y levantando del suelo a Guaninio con sus poderes psíquicos.
- ¡Os odio a todos, os odio a tope! – dijo la niña con lágrimas en los ojos – Mi pobre Guaninio, vámonos para que te curen. ¡Malditos monstruos, os lo haré pagar! – Psygirl salió flotando hacia una ventana, y haciendo un Psicocorte, la abrió huyendo por ella junto con el ejecutivo.
- Vaya, otra vez que se escapan… - dijo Rudio decepcionado.
- No del todo – apuntó Lem – mira lo que se ha dejado.
En el hueco entre las estanterías donde Guaninio estaba, ahora se encontraba la parte de la espalda de su traje, mochila incluída.